"Deberá proteger la integridad física del cliente y, en caso de viajar acompañado/a, también a quien él/ella considere pertinente."
Levi se encontraba en su pequeña oficina, bajo la tenue luz de un velador antiguo que perteneció a Keith. El largo del mismo se asemejaba al cuerpo esbelto de una mujer. En la parte superior, donde se encontraban los focos, se bifurcaba haciendo alusión a los brazos extendidos. El anterior dueño de aquel bar tenía una extraña afición —casi diríamos una obsesión —por los cuerpos femeninos.
La luz comenzó a titilar, indicándole al Ackerman de que pronto se fundiría, mas le restó importancia. Además, estaba tan ensimismado en su lectura que olvidó tomar su taza de té negro que había preparado.
"No debe beber alcohol, ni tener algún tipo de adicción, ya que podrá interferir en su labor."
Suspiró y miró su taza. Dejó los papeles sobre el escritorio y se levantó de su asiento. Estiró su espalda y bufó al notar que estaba contracturado.
Llevó una mano a su cintura y masajeó suavemente mientras se disponía a salir de allí, pero detuvo su paso al oír la voz de Hange al otro lado.
—¿No sería algo apresurado? Digo, sé que nos conocemos hace un tiempo y... —exclamaba su amiga con cierto nerviosismo.
—Somos adultos. Tanto tú como yo sabemos que no perderemos nada con intentarlo, ¿o si? —aquella voz grave fue claramente identificada por Levi. Cerró sus ojos y procedió a volver a escuchar la conversación —¿O acaso ese muchacho es algo más que tu socio?
Encolerizado, Levi intentó irrumpir la charla, pero tomó la decisión de no hacerlo.
—Levi es lo que todos saben aquí. No quieras vincularlo a mí desde tus estúpidos celos—argumentó y el Ackerman rió al imaginar lo caótica que sería una relación amorosa con su amiga—. Tengo otros intereses y jamás elegiría a una persona como él.
"Yo tampoco podría tener algún tipo de relación contigo, Hange."
—Piénsalo, tú y yo podríamos ser grandes en este estanque— intentaba convencerla —. Dependerá de ti si aceptas mi propuesta.
Erwin estaba completamente seguro de que lo que estaba diciendo y que prontamente lo lograría.
—Lo pensaré. No te preocupes —respondió y resopló —. Ahora vete, no quiero que Levi te vea aquí.
El aludido rió.
—No le temo a ese enano. Si realmente tiene algo contra mí...
El Ackerman no soportó más la intriga y salió de la oficina para confrontarlo. Hange estaba boquiabierta y llevó una mano a su rostro al ver que su amigo estaba al tanto de la presencia de Erwin.
Se ubicó frente al jefe de la pandilla, cejijunto y con los brazos cruzados. Claramente no mostraba ni un atisbo de miedo hacia Erwin.
—¿Qué tanto ocultas, Erwin Smith? —inquirió sin dudarlo. Tanto Levi como el aludido estaban mucho más serios de lo habitual. Hange, incómoda, prefirió apostar al silencio antes de que la situación se tornara aún más compleja.
—Sabía que tarde o temprano saldrías de tu escondite, Levi—colocó un habano en sus labios y buscó el encendedor en el bolsillo de su saco.
El mismo era delicadamente lujoso. Se trataba de uno de bencina, cubierto por un protector de cuero. La llamarada era alta, lo suficiente como para encender la desconfianza del Ackerman.
—Acompáñame hasta afuera—indicó y adelantó su paso. Erwin soltó la primer bocanada de humo después y miró a Hange.
Estaba preocupada. Sabía que a Levi no le caía bien ninguno de los miembros de la pandilla, pero trataba de mantenerse al margen para evitarle problemas a ella. Sin embargo, que él interfiriera en la conversación era bastante problemático para pensar en ese momento.
¿Por qué Levi intentaría apartarla de ese encuentro?
Huyendo del barullo nocturno, las mujeres y cualquier vicio que pudiera interrumpirlos, Levi se alejó lo más posible de la entrada del bar.
Llevaba sus manos en los bolsillos. En una de ellos guardaba la navaja y jugueteaba con él para calmar la ansiedad del momento. Sus pisadas eran firmes y sin un atisbo de miedo.
Levi se detuvo a escasos metros del contenedor de basura donde había lastimado a Auruo. Era un sitio tranquilo aunque el hedor irritaba las fosas nasales del Ackerman.
Erwin, por su parte, continuaba fumando aquel fino habano.
—Es inusual que me traigas a un lugar así, ¿Acaso aquí escondes cadáveres o por qué razón hay tanto olor a muerto? —expresó el líder de la pandilla en pos de romper la tensión con Levi. Al no haber ningún tipo de retroalimentación de su parte, decidió volver a su estilo serio.
—Es mi lugar favorito para arrojar las vísceras podridas de las ratas que husmean en mi territorio—amenazó y frunció el ceño —¿Qué es lo que traes entre manos, Erwin Smith?
El rubio quitó el habano de sus labios y sonrió. Alzó su mirada hacia el cielo, buscando aquella calma que tanto ansiaba para comenzar a hablar.
—Levi Ackerman... —musitó, exaltando al mismo— Creo que esta sería la primera vez que hablamos a calzón quitado, ¿no lo crees?
¿Qué rayos significa esto? ¿Por qué él sabe mi verdadero apellido?
—Siempre he sido honesto y, francamente, no sé a qué te refieres—Levi intentó esquivar el nerviosismo por sus orígenes. Sabía que su apellido cargaba con mucho más que peligro latente.
—No quieras ocultarme la verdad. Aunque lo niegues u omitas, nada cambia el hecho de que eres un Ackerman —dio una nueva bocanada a su habano y expulsó el humo. Miró fijamente a Levi y éste se mostraba estoico ante sus palabras.
—Aún no me respondes lo que quiero saber—en sus bolsillos, apretó con fuerza la navaja para canalizar sus nervios. Era la única manera de contenerse—. Es extraño que seas tú mismo quien se acerque a Hange con el único propósito de hablar conmigo. Diría que es bastante sospechoso.
Erwin suspiró.
—Kenny me contó de ti. He tenido una relación muy estrecha con él y fue gracias a sus enseñanzas que hoy me encuentro en la cabeza de las pandillas más peligrosas de Shingashina—confesó en voz baja, sorprendiendo al Ackerman—. Hablarte de las razones por las que me encuentro en una inmunda ciudad como esta me traería muy malos recuerdos y tanto tú como yo sabemos cuánto puede afectarnos el retroceso en la memoria.
Era doloroso volver a ese día donde perdió a su madre. Juró que encontraría a los asesinos que acabaron con su vida y sólo así podría volver a ser feliz.
—No me interesa tu vida, sino lo que quieres con nosotros, maldita basura... —Levi se acercó hasta Erwin y sacó su navaja para apuntarlo directamente a sus riñones. El rubio observó de reojo y respiró profundo antes de responderle.
—Él me pidió que me ocupara personalmente de este lugar si tuvieras que ausentarte—expresó, deteniendo las intenciones de Levi —. No daré detalles al respecto, pero Kenny quiere asegurarse de que tú puedas llevar adelante tu misión sin temor a lo que pueda pasar con Hange. Él supone que tú y ella forjaron un lazo muy fuerte, por eso cree que dudarás en continuar tu trabajo.
¿De qué se trata todo esto?
—¿De dónde conoces a Kenny y por qué razón él no está aquí para decirme las cosas de frente? —inquirió con cierto pánico. Sus manos se volvieron temblorosas y frágiles al pensar en su tío.
—Él es alguien preciado para mí. Sin embargo, siempre se ha comportado como un hombre irresponsable—dio una nueva bocanada a su habano y musitó: —. Esto es un secreto entre tú y yo. Sólo me pidió un favor y lo haré—suspiró y llevó una mano al hombro del Ackerman —. Ambos estamos haciendo lo mismo, arriesgando nuestro pellejo para encontrar la verdad...
Este tipo... ¿Acaso está metido en un problema aún más grande?
—¿Qué quieres? —preguntó nuevamente.
—Permíteme estar al lado de Hange—Levi notó un sutil rubor en sus mejillas. Su piel pálida lo delataba y, en cierto modo, lo tranquilizaba porque estaba seguro de que era sincero —. Ella está en un sitio muy peligroso y al menos yo podré protegerla si tú no estás.
Con su navaja apuntando nuevamente en el abdomen de Erwin, Levi decidió poner a prueba sus palabras.
—¿Qué es lo que te motiva a protegerla? ¿Obligación? ¿Sexo casual? ¿O qué mierda pretendes con ella? —inquirió en un tono amenazante —Mide correctamente tus palabras, porque no me temblará el pulso para destrozar tus asquerosas vísceras y tirarlos en este basurero— añadió.
—Hange... —tragó saliva —Ella me importa, pero no de la manera que tú piensas—justificó —. Ante el resto, Hange es un pasatiempo, pero no es eso lo que quiero para mí. Ella es una persona maravillosa, con un gran corazón y no merece que un rufián como yo se burle de lo que pueda brindarme.
"Ella dijo que lo conocía desde hacía tiempo. Sus palabras lo confirman, ya que Hange no suele mostrarse tal como es ante cualquiera. Quisiera encontrar un motivo para desconfiar...
¡Carajo, Erwin!"
—No puedo confiar en alguien sólo porque lo dice de dientes para afuera— respondió el Ackerman alejando la navaja —. Necesito pruebas para hacerlo.
Inmediatamente, Erwin sacó de su bolsillo su celular y comenzó a buscar algo. Cuando lo hubo encontrado, volteó la pantalla hacia Levi y allí notó de que se trataba de un video en el cual estaba Moblit y otro hombre que el Ackerman desconocía.
El proveedor y acompañante casual de Hange estaba en una extraña situación, ya que de su bolso sacaba paquetes muy pequeños y los cedía al otro hombre a cambio de dinero.
Eso no era todo.
En la siguiente toma, Moblit estaba junto a uno de los tipos con los que Levi solía pelear en su juventud. El mismo que Kenny había estuvo a punto de eliminar el día que falleció su madre.
Ese que le había dado tantas jaquecas de niño.
Lo que pudo ver en la grabación es cómo Moblit le daba algunos papeles al hombre y este recibía una remuneración por ello.
—Siento meterme en la privacidad de Hange, pero Moblit es el tipo del cual deberías desconfiar—expresó y guardó su celular —. Él se está ganando una fama de soplón entre nuestras filas y tú sabes que no te conviene ni a ti ni a ella.
—En revolcones no me meteré. La última vez mis ojos lloraron orina de cerdo por haberlos visto follando...—al expresarlo, Levi notó que Erwin atónito. Sus ojos brillaban más de lo normal y él sabía que eso se debía a una revelación que lo frustraba —Aclararé ese asunto con el inmundo de Moblit.
Cuando Levi estuvo a punto de retomar el regreso al bar, Erwin lo detuvo al sostener con fuerza su hombro. El Ackerman volteó y observó la determinación en su mirada fría.
Estaba claro que Erwin ocultaba mucho más de lo que decía.
—Déjame hacerlo, Levi—suplicó y el aludido suspiró —. Quiero devolverle la mierda que ha hecho con Hange al jugar de esa manera tan ruin para ganar más dinero.
El Ackerman conocía la impotencia de cada palabra. Sabía que su intuición no fallaba y su aparición era algo que nunca había adquirido sentido. Sin embargo, al atar los cabos, entendió que Moblit estuvo infiltrado dentro de su bar para robar algún tipo de información.
—Haz lo que quieras, me da igual—respondió con desinterés y caminó de regreso al bar.
Existía una nula chance de ignorar lo sucedido. Levi estaba completamente encolerizado y no estaba dispuesto a dejar pasar tal humillación a su mejor amiga.
"Mejor que te encuentre ese idiota de Erwin y no yo. Suplicarás no haber nacido, maldito hipócrita."
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A la mañana siguiente, Hange se encargó de llevar a Levi hasta la dirección que Eren le había indicado.
Luego de que el Ackerman hubo leído cada una de las cláusulas de su contrato, supo que no necesitaría su automóvil, ya que utilizaría uno provisto por sus empleadores. Por esa razón, le dejó su vehículo a su amiga para que pudiera movilizarse en su ausencia.
Al llegar, ambos estaban asombrados ante tantos lujos y, al mismo tiempo, de su aspecto tenebroso. La entrada estaba delimitada por un muro de más de dos metros de altura, la cual estaba cubierta por una enredadera que apenas dejaba a la vista el material que se escondía debajo de ella.
El portón era de rejas y al otro lado se encontraban dos hombres vestidos de traje oscuro y lentes a tono. En contextura física, se asemejaban a Erwin.
—Aparentemente no escatiman en gastos—acotó Hange—. Bien, es momento que enfrentes tu destino, Levi.
—Si. Será algo complejo, pero estoy seguro de que allí encontraré la información que necesito—respondió y acomodó su corbata —. Cuídate, Hange.
—Lo haré, enano. Tú ten mucho cuidado en esa mansión que parece el castillo de Drácula —ambos rieron.
Hange siempre aborreció las películas de terror porque luego no podía dormir. En ese momento, pensó en qué haría ella en su lugar y, sin duda alguna, escaparía apenas saliera el sol.
—No le temo a los fantasmas ni a todas las estupideces en las que crees—tomó su bolso y abrió la puerta del automóvil. Antes de cerrarla, se asomó y añadió: —.Ten cuidado con Moblit. Ese tipo anda metido en cosas turbias.
—¿Qué...?
—Sólo eso. Cuídate de él y de cualquiera que se acerque a ti. Sé desconfiada y analiza sus palabras, movimientos y anticipa sus intenciones—suspiró —. Confío en ti.
Con lágrimas a punto de salir, Hange asintió y sonrió.
—Iré a verte apenas tenga un tiempo.
—Te esperaré. Por favor, trata de dormir en una cama y no en las sillas, esa gente es de alta sociedad—advirtió.
No me recuerdes ese detalle. Ya siento náuseas de sólo pensarlo.
Aunque todo el tiempo discutieran por tonterías de la convivencia, por choque de pensamientos debido a la desconfianza de Levi o porque Hange intentaba atraer más clientes pero la expresión de su amigo no ayudaba; era un hecho que ambos habían entablado una bonita y fuerte relación.
Hange estaba acostumbrada al malhumor de Levi y sus ataques maniáticos de limpieza nocturna, a sus tratos en base a golpes e insultos con los clientes problemáticos; a que cada noche se quejara por sus contracturas...
Realmente era difícil despojarse de ese hábito. Pero entendía que Levi siempre tuvo un objetivo en su vida y estaba dispuesto a todo para lograrlo.
Incluso camuflando sus orígenes entre la alta sociedad.
—Hasta pronto, Hange—saludó y se dirigió hasta la entrada de la mansión.
—Ten cuidado, Levi.
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Uno de los guardias, al permitirle el paso, lo guió hasta el interior de la mansión. Era un largo camino donde podían disfrutar de la naturaleza.
Había una gran piscina, la cual estaban limpiando; una infinidad de pequeños árboles, indicándole a Levi que fueron plantados recientemente. No tenían mascotas, o por lo menos lo supuso al notar ausencia de perros.
En la lejanía, observó a una joven realizando ejercicios. Su abdomen era realmente envidiable para cualquier mujer, incluso para los hombres que deseaban alcanzar tal nivel.
—Espere aquí, el señor Eren está a punto de salir —indicó el guardia y se retiró hacia el interior de la mansión.
Mientras esperaba su llegada, Levi volteó en dirección a la mujer para observar la rutina que utilizaba. Admiraba la fuerza y velocidad con la que los realizaba, pero también creía que sería más productivo que los separase en series de 10 a 15 ejercicios.
—Definitivamente eres un hombre muy puntual—expresó quien sería su empleador en aquella mansión—. Bienvenido a mi hogar, Levi.
El Ackerman asintió.
—Gracias, aunque no creo que sea fácil encontrar algo en un sitio tan grande—acotó y el joven Jaeger rió.
—Entiendo tu punto. De hecho, yo también me siento un poco abrumado de que este lugar sea tan grande, pero es muy seguro para nuestra familia—dirigió su mirada hacia la mujer y sonrió—. Mikasa es una mujer muy tozuda, pero de buen corazón. Por eso quiero protegerla de todo.
Eren se expresaba de Mikasa de un modo muy sutil y melancólico. Eso era lo que más llamaba la atención de Levi.
—Entiendo. Ustedes son una familia reconocida y, ocasionalmente, pueden sufrir algún tipo de ataque debido a ello.
—Así es. Por esa razón—Eren comenzó a caminar y Levi lo siguió—, quiero que estés cerca de ella en todo momento. Últimamente me he sentido inseguro respecto a su integridad y por eso tomé la decisión de contratarte ese día que la salvaste de esos delincuentes.
Su ingenuidad es muy evidente. Este mocoso pareciera que posee una gran fortaleza mental, pero sus temores son visibles para mí. Él oculta algo, estoy seguro.
Detuvieron su paso frente a la mujer. En ese momento, Levi se asombró al percatarse que se trataba de Mikasa.
—Mikasa, ha llegado Levi. Desde hoy, él trabajará para protegerte—espetó el joven Jaeger.
La Ackerman se levantó del suelo y buscó una toalla para secar el sudor que caía de su frente.
Mikasa vestía un conjunto deportivo negro que exhibía su envidiable abdomen ejercitado y una calza que ajustaba perfectamente su esbelto cuerpo.
—Bienvenido, Levi—expresó y sonrió. Estrechó una de sus manos mientras trataba de regular su respiración.
El Ackerman respondió al mismo. Eren se mostraba nervioso al mirar la hora en su reloj de pulsera.
—Debo irme, Mikasa. Por favor, llévalo con los empleados de servicio para que le muestren la casa... —se había acercado hasta el rostro de la joven.
—No te preocupes, Eren—interrumpió antes que su prometido la besara. Volteó en dirección a Levi y añadió: —Yo le mostraré todo lo que necesite.
Levi no era tonto. Su experiencia en los barrios bajos le habían enseñado más de lo que debía y, claramente, esa frase estaba cargada de una doble connotación.
—Está bien, como tú quieras—besó su mejilla y se retiró de inmediato—. Cualquier cosa, llámame—gritó.
Mientras Levi seguía el trayecto de Eren hasta la salida, de repente se exaltó ante la cercanía de Mikasa hacia él. La miró de soslayo y ella sonreía.
Levi respiró profundo y decidió continuar con la farsa para ver hasta dónde podía llegar.
—Sígueme, te mostraré todo lo que debes saber a partir de ahora—adelantó su paso y levantó una de las botellas de agua que tenía en el suelo. Tomó un sorbo, volteó hacia Levi y agregó: —¿Vienes o te llevo?
"Esta mujer no se parece en nada a la que salvé ese día. Es atrevida, seductora y sus palabras claramente son expresadas hacia el doble sentido.
Una mocosa aburrida de su monotonía, dispuesta a divertirse con todo lo que desee y, claramente, yo no seré ese entretenimiento.
Aquí está la clave de mi pasado, del asesinato de mi madre. Mikasa es la mujer que necesitaba encontrar, pero su actitud es completamente confusa.
¿Qué es lo que sabe? ¿Por dónde debería comenzar?"
Porque después de mucho tiempo, Levi comenzaba el largo camino hacia la verdad. Sin embargo, no será tan sencillo...
