Los pasos de Grisha eran tenebrosos y algo torpes. Sus pisadas se volvían dubitativas al estar a escasos metros del lugar donde tendría la reunión con Nile Dok.

Bajo sus lentes oscuros, Levi analizaba cada uno de los movimientos de la cabeza de la familia Jaeger. Grisha llevaba ambas manos guardadas en los bolsillos de su saco y, por momentos, volteaba para corroborar la distancia que el Ackerman tenía para con él.

"Esto no me gusta nada. Este tipo está tenso y su mirada guarda miedo.

¿Qué carajo tendrá que ver con esa asquerosa cucaracha de Nile?"

—Tú entrarás conmigo—espetó de pronto, alertando a su guardaespaldas —. A partir de ahora, cuento con tus servicios.

Levi asintió pero en el fondo de su corazón sabía que todo eso olía demasiado mal.

" Con el tiempo que ha pasado, dudo mucho que ese imbécil recuerde quien soy. O, al menos, eso quisiera creer."

El Ackerman llevó a Grisha hasta una mansión semejante a la suya. La diferencia entre la de los Jaeger y la de Nile era que esta última no contaba con un enorme jardín en los alrededores y su edificación era aún más deplorable: paredes con humedad, hedor a encierro y ventanas cerradas al exterior eran todo lo que podían visualizar.

"Está claro que nadie podría vivir en este basurero. Aquí hay un gato encerrado y es muy grande."

Mientras caminaban por uno de los pasillos, Levi trataba de inspeccionar lo mejor posible y trataba de investigar el panorama venidero.

No obstante, esa tarea fue pospuesta de inmediato al notar que ya habían llegado a destino.

Al levantar la vista, se encontró con su pasado.

Sus palpitaciones se tornaron erráticas. Sus manos sudaban y su respiración se acortaba. Aquel rostro avejentado no había cambiado nada y su expresión que denotaba desagrado era tal como lo recordaba.

Debía ser cauteloso...

—¡Grisha! Estábamos esperándote... —gritó desde su lugar, extendiendo sus lánguidos brazos —Es muy grato contar con tu presencia para tal revelación.

Detrás de Nile se encontraban tres guardaespaldas con apariencia bastante intimidantes. Vestían completamente de negro, en sus manos portaban un revólver y uno de ellos se encontraba más apegado a su jefe.

—Nile, nos costó encontrar este sitio, pero aquí estoy—cuando se acercó, respondió con un amistoso abrazo. Luego, palmeó su espalda y expresó: —Espero que no te molestes por haber traído a un guardaespaldas particular —bromeó y el aludido rió —. Tú sabes que la situación ha estado muy difícil en Shingashina y tengo que cuidarme.

—Lo que tú decidas, no me interesa. Lo que realmente me importa es que continuemos con nuestro trato.

Los guardaespaldas de Nile caminaban casi a la par de él. Sin embargo, Levi prefirió quedar unos pasos más atrás para analizar la situación.

Se dirigieron hasta un gran salón. Los hombres de Dok abrieron la puerta y esperaron a que todos entraran para volver a cerrar, ubicándose frente a ella de manera estratégica.

Los esperaba una larga mesa de madera dañada por el paso del tiempo. Con ligeros rasguños y con los bordes desastillados, aquella estaba en un deplorable estado. Las sillas no eran más que unos cajones que simulaban bancos.

Pero lo que más le llamaba la atención al Ackerman era una extraña y larga tela extendida cuán telón de teatro.

—Por favor, Grisha—Nile invitó a su jefe de turno a ubicarse en el centro de la mesa, con la vista al frente hacia aquella extraña escenografía.

Por otra parte, el anfitrión de la reunión se ubicó junto al Jaeger.

Levi estaba parado detrás de Grisha, observando de reojo los movimientos de Nile.

—Últimamente has cambiado mucho de seguridad privada— alegó mientras lo miraba con desdén —. Es increíble que hayas contratado a un tipo de tan baja calaña.

"¿Es que acaso esta basura supo quién era? No, eso es imposible.

Él debe tener el mismo olfato que yo para las personas que se entrometen en sus planes."

—Nile—expresó en un tono sereno—, no te entrometas en mis asuntos. Nuestra alianza no te permite tomarte atribuciones que no te corresponden—espetó.

—Tranquilo, era una broma— mintió—. Tú mejor que nadie sabe que los asuntos de tu familia no me importan, a menos que interfieran en nuestro pacto.

—A eso he venido, Nile. Por teléfono me has comentado que me tienes una buena noticia, ¿de qué se trata?

El aludido sonrió y llamó a uno de sus guardaespaldas. El hombre se dirigió hasta donde se encontraba aquella extraña tela y se detuvo allí.

—A partir de mañana, tú podrás comenzar la campaña electoral sin ningún tipo de problema —movió sus dedos índice y mayor, indicándole al hombre que podía continuar su labor —. Presta atención a esto, Grisha.

Cuando la tela hubo caído, el escenario se tornó aún más tétrico de lo que Levi pudo haber imaginado.

Amarrado a una vieja silla de madera, amordazado; con su pantalón completamente dañado, descalzo y el torso desnudo...

"¿¿¡¡QUÉ!!??"

Levi intentaba ocultar su ofuscación ante lo que sus ojos estaban viendo en aquel entonces. Su ira elevaba su temperatura, pero no estaba ni en el lugar ni momento indicado para actuar por sí mismo.

—Este tipo se encargó de venderle información a los opositores— se acercó hasta él y le dio un fuerte golpe en su rostro—. En las calles lo llaman Búho.

El Búho estaba bañado en sangre. Los golpes habían desfigurado parcialmente su rostro. Sus manos carecían de uñas y su torso mostraba cuán torturado había sido en un lapso incierto.

La repulsión y la impotencia asfixiaban a Levi. El volver a ver tanta sangre escurriendo de un cuerpo a punto de desplomarse en la corrupción, lo volvía vulnerable a su fobia.

Su corazón latía muy lento, mas cada uno de ellos era un fuerte golpe contra sus huesos. Su estómago se estrujaba, trayendo consigo las ganas de volver a vomitar la ira que cargaba en su interior. Sus manos temblaban desaforadamente y su visión se iba oscureciendo lentamente.

"Debes pisar la mierda, no dejar que ella te ensucie a ti..."

La voz ronca de su tío le dio la suficiente fuerza para batallar contra sus propios fantasmas.

Respiró profundo y guardó su cólera en el fondo de su propia oscuridad.

Grisha se levantó de su asiento, se acercó hasta Nile y miró fijamente a su rehén.

—¿Él fue quién les informó de mi última residencia? —metió una mano en su bolsillo y sacó un habano— ¿Qué información consiguieron? —lo encendió y dio una primer calada, expulsando el humo hacia el Búho.

—Lo intentamos. Estuvo callado en todo momento—resopló—. Es una basura que sabe mucho más de lo que parece.

—Se los encargo—dio media vuelta y caminó en dirección a su guardaespaldas—. En menos de una semana comienza la campaña y lo que menos quiero es que hayan traidores y sapos cerca mío.

—Entonces no le importa lo que hagamos con él, ¿verdad? —inquirió.

—Mientras lo hagan bien, no me interesa el procedimiento. Procuren ocultar bien las evidencias, ya saben cómo son algunos perros—carraspeó—, husmean donde nadie los llaman.

—Oye, Grisha... —el aludido volteó—¿Qué hay de la muchacha que vive en tu mansión?

—¿Mikasa?

—Si. A estas alturas ha de ser toda una mujer, ¿verdad? —su mirada lasciva hablaba por sí sola— Me gustaría volver a verla...

La rabia volvía a enceguecer al Ackerman. De sólo imaginar lo que su asquerosa mente pretendía con la joven, le generaba repulsión. Aunque intentara controlarse, era muy difícil.

—Ella se casará con mi hijo—respondió con desdén—. Lo siento, pero así sucedieron las cosas.

—Creí que teníamos un trato, Grisha—reclamó y fue acercándose con claras intenciones hostiles— ¡Tú me prometiste...!

—¡Aléjate de él! —intervino de inmediato, ubicándose entre Grisha y Nile. Su mirada cargada de odio fue contundente— ¡Deténgase ahí, es suficiente!

El hombre comenzó a reír a carcajadas. Dio unos pasos más hasta Levi y respondió: —Tú, maldita rata, no me dirás a mí lo que tengo que hacer.

El ambiente era muy tenso. La densidad del rencor que cargaba aquella habitación era claramente visible.

—Mi deber aquí es proteger la integridad de Grisha, nada más—susurró en un tono amenazante—. Ni usted ni nadie tratará de sobrepasarme.

Apretó fuertemente su mandíbula. Contenía las ganas de destrozarle el rostro por todas las veces que lo había hecho con su madre.

—¡Ya basta! —intervino Grisha— ¡Vámonos! Eren y Zeke están esperándome...

Los guardaespaldas de Nile se hicieron a un lado y les permitió salir del lugar.

Con una ferviente impotencia fluyendo por sus venas, Levi acompañó a Grisha.

Nile experimentaba una extraña sensación en su piel. Aquella mirada ocultaba unos peligrosos colmillos capaces de desgarrar la piel de cualquier fiera.

Mientras el Ackerman seguía los pasos de su jefe de turno, apretaba fuertemente su mandíbula y observaba la reacción del Jaeger.

Esta vez, se mostraba más tranquilo. Sus pasos eran seguros y precisos. Sin embargo aquella reunión fue lo suficientemente difícil como para que un impasible hombre como Levi se viera acorralado.

—Eres muy bueno, Levi—acotó de repente—. Podrás cuidar muy bien de Mikasa.

—Simplemente hago lo que tengo que hacer, nada más—respondió con un deje de rencor.

—Está de más pedirte que todo lo que has oído, muere aquí—detuvo su paso y volteó —¿no es cierto?

—Por supuesto. Soy discreto—aunque por dentro moría de desesperación, debía continuar con la farsa.

El terreno donde comenzaba a pisar era muy inestable.

Al seguir a Grisha, descubrió que el barro era muy denso y esta, inevitablemente, lo manchará tarde o temprano.

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Al llegar a la mansión, lo primero que hizo Levi fue dirigirse al baño. Colocó seguro a la puerta y cayó en cuclillas frente al inodoro.

Aunque no tenía ganas de vomitar, las náuseas permanecían impresas en su memoria. Las arcadas lo atosigaban, pero peor aún era el recordar su pasado y a Nile.

"Maldita basura. No te bastó jugar y maltratar a mi madre, que ahora pretendes buscar a Mikasa.

Sobre mi cadáver lo harás, malnacido..."

De pronto, sus pensamientos fueron invadidos por unos suaves toques en la puerta.

—Levi, ¿estás aquí? —en un tono de voz que denotaba preocupación y dulzura, Mikasa insistía: —¿Te sientes bien?

Jadeante y a punto de caer en la desesperación, Levi se incorporó y acomodó su ropa. Respiró profundo antes de responder.

—Si, estoy bien—mintió— ¿Me necesita?

—Si. Te necesito, Levi—aquello último sonó a una súplica implícita. Por un instante, deseaba abrir la puerta y abrazarla para protegerla entre sus brazos, mas era demasiado arriesgado.

—Enseguida salgo—espetó.

—Te esperaré aquí.

Antes de que sus pensamientos fuesen invadidos por lo que había visto, decidió lavar sus dientes y rostro.

Se reflejó en el espejo y respiró profundo.

"No dejaré que ese tipo ponga un dedo sobre ella. Primero me cargaré su asqueroso cadáver antes de que haga mierda la existencia de otra mujer..."

Decidió salir y allí se encontraba ella. Llevaba puesto un vestido holgado, un saco de algodón y unos tacones. Estaba aún más risueña que de costumbre.

—¿Estás seguro de que te encuentras bien? —su semblante cambio rotundamente al toparse con Levi.

—Si, estoy bien—guardó sus manos en los bolsillos y desvió la mirada —¿A dónde desea que la acompañe?

—Llévame a un bar. Quiero ver a una amiga que acaba de llegar de viaje— en su rostro se volvió a dibujar una tierna sonrisa.

—Bien, iré por mis cosas—cuando se dispuso a ir a su habitación, sintió un tirón en su manga. Volteó y se topó con el rostro preocupado de Mikasa—. Le dije que no se preocupe por mí, estoy bien.

—Eres muy extraño y reservado—espetó —. Te entiendo perfectamente—bajó la mirada—¿Sabes? No es bueno guardar los problemas. Lo digo por experiencia...

¿Es que acaso aprendió a leer la mente? Ella parece muy segura de lo que dice.

—Me siento bien... —volvió a mentir.

—Levi, sé que debe ser difícil y todos cargamos con problemas en nuestras cabezas, pero busca algún modo de expresarlo para que no consuma tu alma—sugirió y soltó su ropa—. En mi caso, escribo cartas y las quemo para que no queden rastros de ella.

¿Qué problemas podrían aquejar a una joven que vivía en una mansión, una que jamás había pasado hambre o frío? ¿Qué sería ese secreto que ni siquiera su prometido sabría?

—Usted al menos tiene a su novio—respondió y dio media vuelta—. Debería ser más sincera y hablar con él. Supongo que la entenderá y consolará, de ser necesario.

—Podría ser una opción, pero él jamás podría entender lo que me pasa—musitó —. Este secreto es algo que nunca podría saber Eren.

"¿Qué secreto podría guardar? ¿Por qué no se lo diría a Eren?"

—Tome sus propios consejos, señorita—carraspeó—. Iré por mis cosas y la esperaré en el automóvil.

Comenzó a caminar y chasqueó la lengua. Esa situación fue mucho más incómoda de lo que pensaba y la rabia volvía a colmar su paciencia.

Debía ser cauteloso.

Al llegar al bar, Levi se percató de que ese era uno realmente lujoso.

Las mesas, sillas y el lugar en general mostraban una ridícula pulcridad, el sueño hecho realidad para el Ackerman.

Él observaba con discreción, pero no podía evitar sentirse en el paraíso.

—Iré a esa mesa— señaló una con dos asientos.

—Me ubicaré en la que está detrás de la suya—respondió.

—Levi, no me hables de usted. No soy una anciana... —su rostro se ruborizó y desvió la mirada.

—No, no lo es—respiró profundo—. Pero soy su empleado y eso ya es motivo suficiente para respetarla.

—¿No puedes...? —murmuró —¿Por qué rayos eres tan correcto y no me faltas el respeto? —espetó entre dientes.

—¿Dijo algo? —estaba seguro de haber oído, pero no quería precipitarse en sus teorías.

—Olvídalo. Haz lo que quieras —ofendida, se dirigió a la mesa que había señalado anteriormente y se sentó. Tomó la carta de recomendación y comenzó a mirar el catálogo disponible.

"Mocosa extraña. No me asombra nada que los Jaeger la acogieran."

Levi se sentó detrás de Mikasa. Ella le daba la espalda y él podría mirarla sin sentirse incómodo. Analizó detenidamente cada movimiento e inspeccionó a las personas que se encontraban a su alrededor.

Nada sospechoso.

De pronto, una joven de cabello castaño se acercó hasta ella y mostró una amplia sonrisa. Su elegancia al vestir era, claramente, la envidia de cualquier mujer.

Llevaba puesto una falda que cubría perfectamente sus muslos y una camisa ajustada al cuerpo, con sus tres primeros botones abiertos, dejando expuesto un gran escote.

Su cabello estaba recogido en una coleta y su rostro estaba sutilmente maquillado con delineador y labial morado.

—¡Mikasa! —expresó y se acercó de prisa, cuidando su equilibrio al caminar con unos peligrosos tacones aguja —¿Sabes cuánto te he extrañado? —la Ackerman se levantó y ambas se abrazaron.

Levi las miraba desde su lugar, contemplando una de las pocas interacciones de la persona que debía investigar.

—Y yo a ti, Sasha—espetó —. Te he necesitado mucho en este tiempo.

—¡Maldición, Mikasa! ¿Cómo es posible que no me hayas contado que te casarías con Eren? —fue lo primero que le reclamó —Pensé que era tu mejor amiga y confidente, niña.

"¿Por qué razón no le contaría algo tan importante a su mejor amiga? Se supone que cuando te sientes feliz por algo, se lo cuentas hasta a los animales."

—Es una larga historia, pero no te lo contaré ahora—Mikasa volteó en dirección a Levi y mostró una extraña expresión de tristeza.

El Ackerman no supo interpretar aquella mirada. Sólo notó que en su corazón guardaba un motivo muy grande para evitar que los demás supieran de su compromiso.

De pronto, la amiga de Mikasa miró a Levi y suspiró descaradamente. Sujetó a la Ackerman por sus hombros y se acercó a su oído.

—¿Quién es ese hombre tan sexy? —susurró sin quitarle la vista de encima.

—¿¡Qué!? —incrédula, Mikasa no sabía de quién podría hablarle. Sasha era de aquellas mujeres que se sentía atraída por cualquier hombre.

—Ese que está detrás de nuestra mesa—mordió su labio inferior y dirigió su mirada al rostro de su amiga —. Está que arde...

Mikasa se sonrojó al imaginar que Levi podría estar oyendo las tonterías de Sasha.

—Es mi guardaespaldas. Por favor, compórtate con él —suspiró—. Es un hombre muy respetuoso y responsable en su trabajo. No lo molestes...

Resignada, Sasha miró nuevamente a Levi y guiñó uno de sus ojos antes de sentarse.

—¡Qué lástima! Siento que ese hombre podría darme un buen sacudón en la cama—musitó.

—Eso no lo sabremos...

Mikasa estaba segura de que un hombre como Levi no podría corresponderle nunca a alguien como Sasha. Sin embargo, ella no se rendiría e intentaría acercarse a él.

—En fin, Mika—expresó mientras ambas se sentaban—¿has encontrado a tu padrino? —inquirió.

La aludida bajó la cabeza y negó. Levi escuchaba atentamente la conversación, aunque era consciente de que no era correcto.

—No puedo saber dónde se encuentra si sigue huyendo de mí—musitó—¿Qué más quisiera? Encontrar a Kenny es lo único que me mantiene viva en esta patética vida...

De inmediato, Levi sintió su cuerpo estático. El ruido blanco invadió por completo sus oídos, llevándolo hasta el extremo de la desesperación.

Su mente se inundó de imágenes donde veía a Kenny a su lado, enseñándole sus mejores movimientos de pelea.

"¿Qué acabó de oír? ¿Es que ella conoció a Kenny? ¿Se trata del mismo hombre que me salvó de la muerte y me dio las herramientas para salir adelante?"

Una nueva verdad salía a la luz...


Hola amigos! Muchas gracias por leer este nuevo capítulo de "Scapegoat". Como verán, algunas verdades comienzan a asomarse y esto es sólo el inicio del cataclismo.

Espero que les guste!

Quiero agradecer los bellos review recibidos! Me encantaría responderlos e interactuar más con ustedes, pero aún soy novata y hay cosas que no entiendo de ff.

Estoy feliz de que la hayan recomendado, prometo darles una gran historia :)

Estaré leyendo sus comentarios