Ya había perdido la noción del tiempo. Desde aquel incidente, Hange se encerró en la oficina y cerró sus ojos para que cualquier cosa sucediera sin necesidad de verla.
No se había dado cuenta y acabó durmiéndose por unos minutos. Pero al despertar, espabiló rápidamente al oír ruidos dentro del bar y una voz que la llamaba incesantemente.
—¡Hange! ¿Dónde estás? —La aludida frunció el ceño y miró dentro de la oficina en busca de algún objeto para defenderse.
Lo único que podría utilizar era el extraño y extravagante velador de Keith. Se disculpó mentalmente con el hombre que la había acogido en el pasado y lo tomó.
Se acercó hasta la puerta y respondió: —¿Qué carajo haces aquí, Moblit? —Había pasado mucho tiempo desde que el hombre desapareció de su vida.
—¡Hange! Maldición, creí que te lastimaría... —Moblit se apegó a la puerta y escuchaba sus sollozos. —¡¡¡L-lo siento mucho!!! —gritó.
Fueron momentos de total incertidumbre entre aquellas palabras y el posterior disparo que se oyó a continuación. Hange estaba impactada y esto obligó a que soltara el velador, cayendo al suelo y rompiéndose en grandes fragmentos.
Estaba al tanto de la traición de Moblit y su incesante búsqueda de información para razones que desconocía, mas sabía que aquellas palabras eran sinceras.
¿Qué lo llevó a trabajar como informante?
—¿¡Estás bien, Hange!? —La voz de la persona que se encontraba al otro lado la volvió nuevamente vulnerable.
¿Dónde estaba aquella mujer valiente y fuerte de la cual Keith y Levi podrían sentirse orgullosos? ¿Qué clase de mal hechizo había lanzado Erwin para que ella se sintiera de ese modo?
—Creo que si... —musitó y se observó las palmas de sus manos temblorosas.
En ese preciso instante, su estabilidad emocional se vio afectada al recordar la muerte de Porco y la impunidad con la que esos delincuentes vagaban libremente por la ciudad.
—Ábreme la puerta, por favor... —susurró Erwin.
—Dime algo... —Sus ojos contenían la angustia y la incertidumbre. —¿Lo has asesinado?
No hubo respuesta inmediata. De hecho, ni siquiera existió una negación de parte de Erwin. El silencio le confirmó que él jamás dejaría esa vida a la que tanto estaba acostumbrado.
Fue entonces cuando recordó que él había prometido dejar todo si ella se lo pedía, pero...
¿Qué obtendría a cambio? Los miembros de las pandillas enemigas lo reconocerían aún si él ya no continuara al frente de la suya, también se mancharía las manos de sangre sin dudarlo.
Asimismo, sería capaz de dar su vida por la de ella y eso la llevaba a un espantoso conflicto que no la dejaba en paz.
—Él fue quien te atacó.
Sólo bastaron unas pocas palabras para comprender la gravedad de su silencio.
¿Cómo no pudo haberse dado cuenta antes? ¿Por qué le costaba tanto asimilarlo?
Moblit hacía demasiadas preguntas sobre su trabajo y tenía un comportamiento muy extraño. A menudo se perdía en el depósito y su celular recibía varios llamados y mensajes mientras estaban juntos. Sin embargo, Hange se aferró al poco cariño que ese hombre supo darle únicamente para olvidar el sentimiento hacia Erwin.
¿Fue correcto que se haya enredado con un traidor? A lo mejor no, pero Hange no supo verlo hasta hacía muy poco.
—¿Cómo lo supiste? —Necesitaba más información y no simples suposiciones.
—Si abres la puerta, podrás verlo por ti misma. —sugirió Erwin y Hange escuchó sus pasos alejarse de allí.
Cuando estuvo segura de que él estaba lo suficientemente lejos, abrió la puerta. Miró hacia el suelo y vio el cuerpo de Moblit boca abajo, con un disparo en su nuca y una desmesurada y vomitiva cantidad de sangre alrededor suyo. Pero lo más impresionante no fue eso, sino lo que había visto en su antebrazo: una herida bastante profunda.
Petrificada, llevó una mano hasta su rostro y trató de regular su respiración. Aún sentía la sensación de ser asfixiada por él y la embargaba la desesperación de formar parte de un conflicto que nació de un acuerdo inexistente, pero que sería capaz de hacer todo para lograr doblegar a la persona que se había negado a la petición.
—¿Por qué todo t-tiene que ser así? —se preguntó mientras dejaba salir unas cuantas lágrimas de impotencia.
—Hange... —la voz de Erwin se escuchaba lejana, pero su presencia era tan fuerte que podía sentirla cerca suyo.
—Dime Erwin... —Secó sus lágrimas y trataba de mantener la compostura. —¿Cuándo acabará todo esto? ¿Tanto daño he hecho en esta vida para que todo sea así? —Se abrazó a sí misma y apretó su mandíbula.
—Es la codicia de las personas y la necesidad de ascender en esos mugrosos escalafones sociales... —Cerró uno de sus puños y gruñó.
—Estoy cansada. Muy cansada. —Se alejó del cuerpo de Moblit y caminó en dirección a Erwin.
El líder de la pandilla observaba detenidamente a la mujer y notó que el brillo de sus ojos se había desvanecido por completo. Su alegre semblante se esfumó junto con la esperanza de dejar atrás el grupo que lideraba.
—¡Acabaré con ellos! —exclamó cuando Hange pasó por su lado, cabizbaja.
Ella se detuvo y levantó lentamente su cabeza hasta cruzar la mirada con Erwin.
—¿Tú piensas que así podrás solucionar esto? Ellos son peligrosos, ¿entiendes? —Intentaba persuadirlo.
—Pero es la única manera que encuentro más efectiva. —Si bien estaban a pocos metros, sus sentimientos eran cada vez más estrechos.
—¿Qué es lo que pretendes entonces? —inquirió directamente.
—Si tú me pides que no vaya por los medios convencionales, iré por la diplomacia. No creas que he venido sin un plan en mente. —Aseguró y frunció el ceño, denotando la seguridad en sus propias palabras.
—¿Cuál es ese plan, Erwin? Yo ya no quiero más muertes aquí. No quiero limpiar más la sangre podrida de esa gente, ¿comprendes?
Erwin suspiró y se acercó a ella. Sabía que podría alejarse o ignorarlo, pero necesitaba sostener sus manos para confirmar si sus sentimientos se mantenían en lo profundo de su corazón.
—Iré a buscar a la única persona que puede ayudarnos a sacar esta basura sin ser muy evidentes... —Las apretó sutilmente y suspiró. —Esa es la única manera en la que tú no te verás envuelta en esta porquería.
Hange bajó la mirada y cerró lentamente sus ojos. Sus manos comenzaron a temblar y Erwin notó el miedo que ella estaba teniendo.
Acunó sus temores en su pecho, acariciando su cabello con ternura y delicadeza. Maldecía ser quien era y se preguntaba cómo fue que acabaron en ese horrendo lugar, con tan pocas posibilidades de ser gente de bien y altas chances de seguir el camino de la delincuencia.
No obstante, Hange era el ejemplo de que sí podían salir adelante sin necesidad de manchar sus manos con sangre, tampoco con dinero sucio obtenido de tratos malsanos.
—Yo te protegeré y te demostraré que mi amor es todo lo que me mantiene firme —susurró. —. Y aquel quien se atreva a lastimarte, la pagará muy caro.
Una promesa que valía mucho más que su propia existencia.
[...]
Llevaban algunos días en la mansión de Uri Reiss. El dueño era bastante amable y Levi ocasionalmente se preguntaba cómo era posible que un hombre como él pudiera llevarse tan bien con alguien tan molesto y arrogante como su tío.
Por otra parte, Mikasa era entrenada por Kenny y Eren supervisaba cada una de las clases.
—La defensa personal es la base para que ningún gusano se atreva a molestarte. —expresó Kenny mientras bebía de su pequeña botella de agua.
El lugar era un galpón en desuso que el propio Kenny preparó con colchonetas, pesas y algunas máquinas de entrenamiento. Su idea era convertirla en un gimnasio pero sus planes se vieron frustrados cuando Eren solicitó su ayuda tras el ataque a su mansión.
No obstante, los más jóvenes aprovechaban las posibilidades para entrenarse física y mentalmente para lo que pudiera suceder en un futuro cercano.
En ese momento, luego de reforzar algunas técnicas de defensa a Mikasa, Levi decidió acercarse al lugar.
—¡Vaya! Mi sobrino preferido ha venido con los plebeyos... —bromeó Kenny y el aludido chasqueó la lengua al sentirse incómodo. —¿Quieres volver a intentarlo? —Se acercó hasta él y lo apuntó con una navaja. —Como en los viejos tiempos...
Mikasa se encontraba a unos metros. Se sentó sobre una de las colchonetas mientras bebía de su botella de agua mineral. Al ver llegar a Levi, bajó la mirada y escondió su sonrisa nerviosa.
—Al final, todo fue bastante positivo, ¿no lo crees? —preguntó Eren desde atrás, asustando a la joven. Él rió y añadió: —¿Puedo sentarme a tu lado?
Mikasa volteó en su dirección y asintió. Se corrió apenas, dejándole un lugar a Eren y ambos se sentaron del mismo modo, sosteniendo sus rodillas. Además, estaban muy interesados en ver aquel encuentro amistoso entre los Ackerman.
Por otra parte, Levi esbozó una sonrisa ladina y llevó su mano al bolsillo para buscar el suyo. Una vez que lo hubo encontrado, lo sacó y apuntó contra su tío.
—¡Por supuesto que quiero una revancha! —gritó y corrió hasta él.
Kenny lo esperó con calma y cuando lo tuvo a escasos metros, se agachó e intentó darle un golpe en su abdomen.
Levi se percató de sus intenciones, pateó su antebrazo y rodó en el suelo para ubicarse detrás de su tío. Lo tomó de uno de sus brazos y realizó una llave que lo inmovilizó, junto con una fuerte presión en sus piernas para que él tambaleara y cayera boca abajo al suelo.
Colocó la navaja en su garganta, clavando apenas el filo sobre la piel.
—Creo que estás algo oxidado, viejo. —comentó Levi al verse como ganador.
—Aún no hemos terminado... —advirtió Kenny y tomó el filo de su navaja con la mano libre, provocando un corte profundo para que liberara una buena cantidad de sangre.
Levi vio cómo su mano se empapaba de la misma y su cuerpo estaba manifestando el rechazo a ver cómo caía al suelo. Las imágenes de su infancia, junto a las últimas palabras de Kuchel y la difícil vida que tuvo que afrontar tras el asesinato de su madre, fueron los detonantes para que aflojara el agarre de Levi.
Aprovechando la debilidad de su sobrino, Kenny lo empujó y se levantó. Aunque mostraba gestos de dolor, estaba dispuesto a todo para ganarle.
—¡¡Levántate, mocoso!! ¡¡No puedes dejar que esa mierda acabe contigo!!
Levi comenzó a reír y respondió: —¿Quién te dijo que eso podía acabar conmigo? —Corrió hacia él con la firme intención de golpear su rostro.
Sin embargo, Levi esperaba una reacción esquiva de su parte que jamás llegó. Lo único que recibió fue la rendición de Kenny al levantar sus manos y dejando caer su navaja.
Confundido y enojado, su sobrino guardó la navaja en su bolsillo. Luego lo sujetó de su camisa y contuvo sus ganas de golpearlo.
—¿Por qué carajo te rindes tan fácil? ¿¿Te burlas de mí?? —gruñó y lo empujó.
Kenny reía mientras se incorporaba. Acomodó su ropa y respondió: —La prueba era ver tu reacción, Levi.
—¿De qué mierda hablas?
—Cuando eras un mocoso, acabaste petrificado y luego corriste a vomitar lo que no habías comido—Buscó en su bolsillo un viejo pañuelo y lo envolvió en su herida. —.Por eso me sorprendiste cuando viniste hacia mí después de ver la sangre.
Mikasa y Eren observaban la secuencia. La joven Ackerman por momentos lo miraba de soslayo y presentía que aún ocultaba algo más de lo que ya había confesado. Eren se percató de aquella mirada inquisidora y ladeó la cabeza al no comprender lo que estaba pasando.
—Mikasa, ¿Estás bien? —Llevó una mano hasta su hombro.
—M-me he preguntado... —balbuceó. —¿Cómo hiciste para mantener tu silencio después de lo de tu padre? —Mikasa tenía muchas dudas y más sobre cómo Eren logró sobrevivir ante las verdaderas intenciones de su padre.
Mientras escuchaban a Levi y Kenny discutir por tonterías, Eren respiró profundo y tomó la mano de Mikasa. La apretó sutilmente y cerró sus ojos.
—Y-yo... —Sus labios temblaban al igual que sus dedos. —Atenté contra mi vida —confesó en voz baja. Desvió la mirada y Mikasa notó que él ésta a punto de quebrarse. —. Kenny me encontró en el andén de uno de los trenes, esperando a que pasara uno y lanzarme sin más —Dejó caer su cabeza hacia adelante y trataba de contener las lágrimas. —. Me sentía un completo idiota, sin saber qué hacer ni cómo reaccionar. No podía contarle a nadie lo que había escuchado... —Abrió sus ojos y continuó: —Pero él me detuvo y me dijo que sabía quién era y me preguntó por ti. Con mi mente en blanco, lo abracé y rompí en llanto en sus brazos. No necesitó preguntarme nada y me contuvo todo ese rato.
De inmediato, Mikasa se lanzó hacia él y lo abrazó con fuerza. Se sentía culpable en cierta forma y no encontraba las palabras adecuadas para darle.
—Eren, ellos pagarán muy caro por todo el daño que hicieron y continúan haciendo —murmuró. —. Perdóname por causarte tanto...
—¡¡No!! ¡¡Tú no eres culpable!! Eres una víctima... —Miró en dirección a Levi. —Al igual que él.
Mikasa dirigió su vista hacia su guardaespaldas y frunció sus labios. Aún le costaba creer que las cosas sucedieron gracias a los planes de Kenny y la excepcional ejecución de Eren.
—Tengo otra pregunta... —Mikasa soltó a Eren y acomodó su cabello. —¿Entonces es cierto que tú no sientes nada por mí?
Tras oír esto, Eren recordó lo que había visto horas antes. Notó que entre ellos existía algo más que una simple relación de trabajo y que era la misma Mikasa la que lo ocultaba con gran dificultad.
—E-es —Era la última oportunidad para hablar y confesar toda la verdad. —mentira. Yo t-te aprecio mucho, pero no estoy enamorado —Cerró sus ojos y se maldijo por haber traicionado a sus sentimientos. —. Así que si algún día tú te enamoras, quiero ser el primero en saberlo.
Sin esperar ninguna respuesta, Eren besó su frente y se levantó. Esbozó una triste sonrisa y fue tras los Ackerman, dejando a Mikasa con un extraño sabor en su corazón.
Porque a pesar de todo el dolor, de las mentiras y las traiciones, existían algunos sentimientos que debían quedar atrás, escondidos bajo la máscara de un hombre de clase alta que sólo sabía fingir sonrisas hacia los demás, mientras su corazón continuaba desgarrándose en silencio.
[...]
Al anochecer, luego de una apetitosa y lujosa cena, Uri Reiss solicitó una reunión junto a sus compañeros de fórmula.
Allí también se encontraban Eren, Levi y Mikasa, quienes automáticamente se convirtieron en nuevos aliados que irían contra los Jaeger en las urnas.
En la enorme mesa de roble, sentado en la cabecera, se encontraba Uri Reiss con un semblante bastante serio. Más que de costumbre.
—Los he reunido aquí para hablar sobre dos cuestiones. —expresó mientras navegaba en su computadora.
—Al parecer, no tienes buenas noticias, ¿verdad, Uri? —Kenny, quien se encontraba sentado a su lado, se percató de la actitud del hombre y decidió acelerar su discurso.
—No por nada te he elegido como compañero, Kenny —elogió y esbozó una sonrisa ladina que se esfumó rápidamente cuando pareció encontrar lo que buscaba. —. Bien, la primera cuestión es sobre las elecciones mediante el voto electrónico.
Eren se sobresaltó al escuchar lo que Uri decía y el candidato lo notó de inmediato.
—Grisha y Zeke Jaeger insistieron a las autoridades para que las elecciones fueran a través de dicho medio, aunque esto fue claramente rechazado por falta de presupuesto y tiempo de capacitación para las personas que se encargarán de este asunto. —Soltó un suspiro y miró a Eren. —¿Tú sabes de alguien que pudiera utilizar este recurso a su favor?
—No lo tengo muy claro —Eren se encontraba sentado en el extremo opuesto a Kenny, en medio de Levi y Mikasa. —. Pero estoy seguro de que Zeke conoce a alguien que sea capaz de manipular los votos electrónicos.
—Lo supuse —respondió al escuchar a Eren. —. Sin embargo, aquí hay algo en la que debemos estar alertas —giró su computadora y mostró una imagen encabezada por Kenny Ackerman. —. Alguien nos envió esto, advirtiéndonos que si no entregamos la cabeza de Kenny, pagaremos muy caro por él.
—¿Cómo se llama el remitente? —Eren se levantó de la mesa.
—Pues... —Volteó la computadora e inspeccionó rápidamente. —Sólo dice 'RAPP'.
—¿Es alguna clase de sigla? —preguntó uno de los presentes, creando un sinfín de dudas entre las personas.
—Estoy seguro de que ese debe ser Reiner, el cómplice de Zeke —aseguró Levi, captando la atención de todos. —. Y si mis cálculos no fallan, una de las P debe representar a Porco. No cabe duda que ellos siguen detrás de todo y más aún cuando sus planes se vieron truncados en todos los sentidos.
—¿Tienes algún tipo de información que nos pueda servir para defendernos de esta amenaza? Las elecciones nos pisan los talones y prácticamente no tenemos tiempo para perder. —sostuvo Uri.
—Kenny también lo conoce. Se trata del líder de la pandilla de Shingashina. Él se encontró con la verdadera cara de Zeke y tuvo que lidiar con su asqueroso trato y puede brindar mucha información —espetó Levi y añadió: —. La única seguridad que podrán tener en las calles es teniendo de su lado a la gente. Si bien Erwin Smith no tiene buena reputación por el cargo que tiene, él conserva algunos principios morales que muchos de ustedes han perdido, ¿saben? —Se levantó de la mesa y agregó: —Ellos buscan a Kenny porque conoce la verdad de sus mierdas, el negocio turbio en el cual hacen dinero y llenan sus asquerosos bolsillos mientras continúan matando personas, vendiendo droga y secuestrando gente... Lo que debemos hacer es aplastarlos en las urnas y dejar en evidencia sus porquerías ante la gente, porque la justicia no hace un carajo y gana a través de esta corrupción que sólo nos daña una y mil veces...
El silencio fue monumental. Los presentes se miraban entre sí y no decían nada al respecto.
Hasta que un aplauso irrumpió con dicho clima, captando la atención de todos en el lugar.
—¡¡Bravo!! Tienes una determinación de acero, Levi. —halagó Uri y los demás comenzaron a imitarlo tras escuchar la aprobación del hombre.
—¡Bien hecho! —murmuró Mikasa, regalándole una sonrisa al Ackerman.
Eren, quien se encontraba en el medio de ambos, carraspeó para llamar su atención.
—Estas elecciones serán ganadas por Uri, ya verán. —expresó el joven Jaeger y ambos asintieron.
Tras las palabras de Levi, todos las personas que se encontraban en el lugar lo felicitaron por manifestar lo que pensaba. Él estaba incómodo ante tanto barullo y se disculpó amablemente para retirarse.
Al salir de la reunión, soltó un pesado suspiro y masajeó su sien. De inmediato, escuchó que la puerta volvió a abrirse y volteó a ver quién había huido del lugar.
—Me alegra mucho que estés dispuesto a darle batalla a mi familia —Fue lo primero que dijo Eren y se acercó hasta Levi. Palmeó su hombro y añadió: —El día de las elecciones llega mucho más rápido de lo que imaginamos.
—Si. Francamente estoy cansado de todo esto, pero si quiero cumplir con mi objetivo debo evitar que ellos ganen. —respondió.
—Y-yo quería pedirte un favor, Levi. —Caminó unos pasos, adelantándose al Ackerman y se detuvo. —Cuida a Mikasa.
Sin responder nada, Levi bajó la mirada. Después de todo lo que había sucedido, aún sentía culpa por haber besado a Mikasa ese día.
—Le prometí que lo haría, a pesar de que ya no fuera su guardaespaldas.
—Lo sé. Pero cuando dije que la cuidaras no me refería a que solamente lo hagas por si algo pasaba —Giró su cabeza y frunció el ceño. —. Me refiero a que sé que pasó algo entre ustedes y no me opondré, en absoluto. Pero no quisiera que nadie juegue con ella, mucho menos después que Mika supo la verdad de todo.
Levi suspiró y dio un paso más hacia Eren.
—Dime algo... —Cruzó sus brazos. —¿Tú la amas de verdad y por eso preferiste mentirle sobre tus sentimientos?
Eren no respondió. Pero tampoco se quedó callado.
—En ocasiones, nuestros objetivos son tan fuertes y peligrosos que optamos por cuidar a quienes amamos desde las sombras. Creo que tú lo sabes mejor que nadie y por eso te pido que la cuides, porque ella ya eligió desde mucho antes de saber la verdad... —Lo miró fijamente y frunció sus labios. —En fin, pronto acabaremos con esto y podrás cumplir tu objetivo. Cuenta conmigo...
Eren continuó adelante a paso firme, dejando a Levi totalmente atónito ante lo sucedido.
Porque Eren entendía su situación mejor que nadie. Él atravesó por una circunstancia confusa donde su madre perdió la vida y jamás supo quién o cómo falleció.
Al fin y al cabo, todos tenían sus propios objetivos que alcanzar y venganzas que cobrar...
Las elecciones están a la vuelta de la esquina.
¿Qué pasará?
