Bueno, he aquí un nuevo capítulo de Ojos de Jade. Antes de nada, quiero agradecer a todas las personas que me han dejado reviews su apoyo, ya que me han animado muchísimo a seguir.

Este capítulo es un capítulo puente, sólo sirve para unir los puntos fuertes de la historia, es decir, el momento en que Sakura desaparece de la Villa Oculta de la Hoja y el reencuentro. Habrá uno o dos capítulos más de este estilo (que espero que os resulten entretenidos, después de todo) y después entraremos en la acción propiamente dicha.

Para todos aquellos que se hayan quedado rezagados, y para resarcirme por no haber hecho antes las aclaraciones necesarias, aquí van:

-Las frases en letra itálica precedidas por un guión son diálogos en tiempo presente, es decir,tienen lugaral mismo tiempo que la acción.

-Las frases en cursiva precedidas por un guión son diálogos ocurridos en el pasado

"Las frases en cursiva entre comillas son pensamientos, ya sean presentes o pasados"

Las palabras en cursiva así, sin más, pueden ser o bien nombres de libros, películas o canciones (caso del Icha Icha Paradise) o palabras que por al ser claves, las resalto en cursiva.

Y ya está. Recuerdo una vez más que Naruto no me pertenece, blablabla, como todos sabemos. Disfrutad con la lectura :-)


Capítulo 2 – El lento transcurrir de nuestros días

Sasuke alzó su oscura mirada hacia el infinito cielo, adornado con algodonosas nubes. El sol brillaba, cegador, en el firmamento, y empezaba a hacer calor. El Uchiha se desató el nudo de la bandana, que aprisionaba su frente, y se pasó una mano por el pelo. Hacía casi una hora que esperaba a Kakashi y a Naruto en el puente. "Si al menos Sakura estuviese aquí" Desechó ese pensamiento rápidamente. Hacía más de un año desde que Sakura desapareció, desde que la vio por última vez. Sin embargo, no era la primera que se sorprendía añorándola. "Me estoy convirtiendo en un blando", se reprendió "No debo olvidar mi venganza... debo matar a Itachi. Encontraré a mi hermano y le mataré. Todo lo demás es secundario". Sin embargo, por más que se esforzaba, Sakura seguía ahí, encajada en su cerebro, recordándole que había sido secuestrada y que nadie había movido un dedo para impedirlo.

Una fuerte colleja le despertó de sus ensoñaciones. Naruto reía, tirado por los suelos. Sasuke se frotó la dolorida nuca, malhumorado.

-¿Qué demonios haces, baka?

-¡No me lo puedo creer¡He alcanzado a golpearte¡Estabas completamente en Babia! –reía el jinchuuriki.

Sasuke desenvainó una kunai, dispuesto a tomarse la revancha, cuando Kakashi hizo acto de presencia sobre un torii.

-Yo! –Saludó, tan alegre como siempre.

-¡Sensei¡Has vuelto a llegar tarde! –Le reprendió Naruto.

-Lo siento, lo siento –Kakashi se frotó la parte posterior de la cabeza-. Me perdí en el camino de la vida... otra vez.

-¡No es que te pierdas¡Es que directamente no te encuentras! –Gritó Naruto con su habitual tono escandaloso.

-Cierra la boca ya, baka –intervino Sasuke, harto de aquella conversación de besugos-. Sensei¿vamos a entrenar o no?

-Claro que vamos a entrenar. Hoy practicaremos técnicas de infiltración, nos han permitido usar el pabellón de entrenamiento número tres.

-¡Sí, adelante! –Exclamó Naruto, con ánimos renovados- ¡Yo te rescataré, Sakura-chan!

Aquella frase se había convertido, junto a su ya clásicos "¡Voy a ser el próximo Hokage!" y "¡Vamos al Ichiraku Ramen!", en sus coletillas habituales, y solía acabar con ellas cualquier tipo de argumento o comentario. Cualquier chica, por poco tiempo que hubiese permanecido en el grupo, había advertido la tendencia del jinchuuriki a soltar cualquiera de estas frases cada dos por tres.

Y es que, aunque las autoridades habían hecho reiterados esfuerzos por integrar a otra chuunin en el incompleto equipo 7, los fracasos se habían sucedido. En un año y pico habían desfilado por el equipo de Kakashi cinco chicas diferentes, y ninguna de ellas había durado más de mes y medio allí. La que más, Kiku Orihara, había logrado permanecer junto a ellos dos meses y doce días. Al cabo de ese tiempo decidió que la actitud de Sasuke era demasiado para ella y que se marchaba del equipo. La única razón por la que se había mantenido durante más tiempo que las demás era sencillamente que Naruto creía ver en ella a otra Sakura, y eso le había hecho ser más cuidadoso con ella. No obstante, el rudo comportamiento del Uchiha le abrió los ojos respecto a Kiku. Sasuke, al contrario que Naruto, la detestaba por parecerse demasiado a Sakura sin llegar a ser ella, le parecía una pobre y descuidada imitación de su primera compañera de equipo. No le gustó desde el día en que la conoció y escuchó su nombre de labios de Kakashi.

Kiku

Se llamaba Kiku. Kiku, crisantemo. Otra mujer en el equipo con nombre de flor. "Mal empezamos", se había dicho Sasuke.

Kiku no había tardado en demostrar cuánto se puede parecer una persona a otra a la que jamás ha visto. Si bien su pelo no era rosa como el de Sakura, sí que tenía la misteriosa afición a vestir de rojo. Dominaba algunas técnicas relativamente avanzadas del ninjutsu y, si bien no era tan buena como Sakura detectando genjutsu, suplía aquella carencia haciendo gala de una extraordinaria rapidez y unos estupendos reflejos, bastantes mejores que los de la Haruno. Dejando de lado las técnicas y centrándose en lo personal, la joven Orihara había sorprendido a los tres hombres del equipo al coincidir con Sakura en gestos, expresiones y tonos de voz. Cualquiera que las hubiese visto juntas habría pensado que esas dos chicas eran, como mínimo, amigas íntimas. Sin embargo, nada más alejado de la realidad, pues la verdadera mejor amiga de Sakura, Ino, no podía ni ver a Kiku, a la que tildaba de "sucia imitadora", "roba-hombres", "perra descastada" y "patética desesperada". Tenten solía secundarla en sus opiniones, para desesperación de los chicos, que se quejaban diciendo:

-Y luego somos nosotros los agresivos...

Pero sin embargo, fue Sasuke el causante del abandono de Kiku. Para empezar, nunca pronunció su nombre, cuando tenía que llamarla decía sólo "Tú", o como mucho, "Orihara". Incluso después de que ella abandonara el equipo, las pocas veces que salía como tema de conversación, se refería a ella sencillamente como "Ésa". Ni siquiera él mismo era consciente de lo mucho que había llegado a detestarla. En una ocasión, cuando Kakashi le había preguntado:

-¿Pero por qué te cae tan mal?

Sasuke únicamente había respondido:

-No lo sé, pero... lo que si es verdad es que a su lado, Sakura hasta era agradable y todo.

El Uchiha había mostrado siempre su cara más grosera e insoportablemente gélida a Kiku, tratándola despectivamente sin darle ni un respiro, agotando las posibilidades de llegar a congeniar con ella. En contraste con esto se encontraba el tratamiento que daba a las demás chicas, especialmente a Hinata, por la que sentía una especial simpatía. Kiku, que no era tonta, no tardó en percatarse de esto, y se sintió molesta por aquella diferencia a la hora de comportarse, y al hacérselo saber al propio Sasuke, éste tan sólo le respondió:

-Si tanto te molesta¿por qué no te largas?

Las consecuencias no se hicieron esperar. Kiku presentó su dimisión en el equipo apenas doce horas después. Todo había terminado.

-Sabéis, chicos, cuando pienso en lo de Kiku... –sacó el tema de conversación Kakashi, mientras se encaminaban al pabellón de entrenamiento número tres-, antes me preguntaba cómo consiguió llevarse tan bien con Naruto durante ese tiempo. Finalmente he encontrado la respuesta.

-¿Eh¿Y cuál es? –Preguntó el, curioso.

-Técnicas de seducción –ante las atónitas miradas de sus alumnos, el jounin se explayó-. Toda buena kunoichi que se precie debe recibir en algún momento clases especiales de seducción. El momento en que les empiezan a ser impartidas depende tanto de su opinión personal como del criterio de su sensei –ante las más sorprendidas todavía miradas de los dos chicos, aclaró-. Sí, sé lo que os estáis preguntando, y la respuesta es: sí, yo tendría que sopesar la capacidad de Sakura para aprender técnicas de seducción. Pero volviendo al tema, como os decía, estoy convencida de que Kiku empleó ese tipo de técnicas para encandilarte, Naruto.

Durante unos instantes, los dos chuunin se mantuvieron en silencio, procesando la información que Kakashi les había brindado, hasta que el chico zorro pregunto:

-Oye, Kakashi-sensei¿yo podría aprender esas técnicas estando en oikore no jutsu?

Sendas gotas de sudor resbalaron por las cabezas de Kakashi y Sasuke. Éste último fue el primero en comentar:

-Pero mira que eres burro.

-Lo cierto, Naruto, es que no creo que te haga falta aprender técnicas de seducción mientras utilices el oikore no jutsu... –respondió Kakashi, azorado.

-¿Eh¿Lo dices en serio? Oish, con lo orgullosa que me siento de ser mujer –concluyó, cono tono afeminado.

-Kakashi-sensei... –intervino Sasuke- la próxima vez que quiera meter otra chica en el grupo, diles que ya tenemos a Naruto.

-¿Te burlas de mí, Sasuke-dobe¡Ahora verás¡Oikore no jutsu!

En un instante, Naruto se transformó en una voluptuosa mujer rubia, con el pelo recogido en dos coletas y nubecitas de humo tapándole las partes pudendas. Se aproximó al Uchiha con cara lujuriosa, se apegó bien a él, insinuándosele descaradamente. Una enorme gota de sudor resbalaba por la coronilla de Kakashi, mientras Sasuke apartaba la mirada disimuladamente, recordando, divertido, cómo Sakura había puesto el grito en el cielo al presenciar una escena similar apenas un par de años atrás.

-¿Ahora no sólo tengo que lidiar con Ino por Sasuke, también con Naruto! –Había protestado, deprimida- ¡Dadme una kunai, que me corto las venas!

-¡Sasuke¿Sasuke?

El moreno miró a su alrededor. Naruto, ya en su forma original, le observaba, preocupado.

-¿Qué?

-Otra vez en los Mundos de Yuppie... Qué raro estás.

-No estoy raro –negó el Uchiha secamente-. Tengo muchas cosas en la cabeza.

-Ya, y una de ellas tiene el pelo rosa, los ojos verdes y se llama Sakura¿verdad? –Preguntó el jinchuuriki con tono burlón.

Como única respuesta, Sasuke empuñó varios surikens y se lanzó al ataque. Kakashi, resignado a que no habría manera de separar a sus dos pupilos, se sentó en un banco, extrajo el Icha Icha Paradise del bolsillo interior de su chaleco de jounin y se puso a leer.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

No muy lejos de allí, en un claro del bosquecillo a las afueras de Konoha...

Rock Lee ejecutaba la nueva combinación de golpes que acababa de aprender, haciendo una demostración de ésta sobre un monigote con la capacidad de moverse de manera autónoma bajo la atenta mirada de su maestro y sus dos compañeros de equipo. En poco más de un año, la destreza de Lee había aumentado visiblemente, lo cual enorgullecía a su maestro e inspirador estético, Gai. Éste había encargado el monigote a la Villa de la Niebla con la finalidad de evitar que sus tres alumnos tuviesen que luchar entre ellos, pues pese a su predilección confesa por Lee, tanto Neji como Tenten eran su debilidad, al arder en ellos la "llama de la juventud".

El monigote se desplomó. Lee ganaba por K.O. Gai le vitoreó mientras la Bestia Verde de Konoha ejecutaba su pose favorita de victoria: alzando el pulgar de la mano derecha y luciendo una amplia sonrisa, destello en los dientes incluido. Tenten suspiró, resignada. Entre su maestro y su compañero de equipo eran como un par de niños jugando a las artes marciales. Si Bruce Lee levantara la cabeza...

-¡Muy bien, chicos¡Tomémonos un descanso¡Corred¡Saltad¡Bailad¡Disfrutad del inmenso regalo de vuestra juventud! –Proclamó el jounin, que decidió predicar con el ejemplo lanzándose a corretear por las praderas, seguido por un eufórico Lee.

Así, Neji y Tenten volvieron a quedarse solos, el primero encerrado en su característico mutismo y la segunda lanzándole eventuales miradas, intentando encontrar un resquicio en el blanco caparazón de hielo y niebla que cubría su corazón, tratando de acercarse un poco más a él. Se sentó a su lado disimuladamente y, por sacar conversación, dio un suave puntapié al inerte monigote mientras comentaba:

-La tecnología ha llegado a Konoha¿eh?

-Hmph –asintió Neji con la cabeza.

Tenten se sintió ignorada. Superponiéndose a esa desagradable sensación, volvió al ataque:

-Lee parece muy entusiasmado con la idea de convertirse en jounin.

-Sí.

-El examen será dentro de unos meses... tengo ganas de ir, pero a la vez me asusta un poco...

Neji cerró los ojos. Reposaba los brazos en las piernas, con la espalda relajada. Parecía sumido en profundas cavilaciones.

-Tendremos que entrenar mucho –fue la única respuesta del Hyuuga, tras un largo silencio.

-Claro que sí, aunque seguramente Lee y tú lo tengáis más fácil que yo. No me cabe la menor duda de que los dos alcanzaréis fácilmente –un nuevo silencio incómodo se situó en torno a ellos. A lo lejos se oían los pájaros trinando y las dos Bestias Verdes de Konoha gritándose animadamente. Tenten reintentó, una vez más, hacer hablar a Neji, esta vez de modo más directo-. Oye, Neji, cuando seas jounin¿qué vas a hacer?

-No estoy seguro –confesó el miembro del Bouke, seco.

-¿Por? –Inquirió la muchacha.

-Me gustaría ser ANBU... –comenzó a explicar Neji, con un suspiro.

-¡Eso es genial¡Definitivamente creo que debes presentarte a las pruebas¡Por algo eres el prodigio Hyuuga! –Le animó Tenten alegremente, pero enmudeció al ver la expresión del joven Hyuuga, fría como un témpano de hielo- Entonces¿dónde está el problema? Neji...

Él alzó su blanca mirada para atisbar el horizonte, donde el sol comenzaba a hundirse, tiñendo de naranja las nubes circundantes.

-Si me hago ANBU... tendré que renunciar a algunas cosas, y no podré volver a verla.

-¿Verla¿A quién?

-A... Hinata-sama.

Un nuevo silencio incómodo cayó como una losa sobre ellos. Tenten hundió su mirada en la lozana hierba del claro. Hinata. La tímida niña de ojos blancos a la que Neji tanto había odiado se había convertido ahora en su posesión más preciada, o al menos eso le pareció a la chuunin. Sintió un frío amargor en el pecho. Sintió un rechazo que Neji jamás había llegado a expresar. Se sintió intercambiada por la heredera del Souke. Las lágrimas acudieron a sus ojos, pero ella se esforzó, valiente, por refrenarlas. Alzó de nuevo la cabeza y preguntó:

-¿Por qué dices eso, Neji? Es cierto que los ANBU tienen difíciles las relaciones humanas, pero es tu prima, no creo que haya problema para verla.

-Es la heredera de la rama principal del clan Hyuuga, y mi misión es y será siempre protegerla. El aproximarme a ella entrañaría un riesgo que no estoy dispuesto a hacerle correr. Antes prefiero arrancarme el corazón y enterrarlo en el hielo... por más que me cueste –el muchacho parecía abatido. Tenten se preguntó en silencio si podría consolarle.

Los minutos transcurrieron de nuevo entre ellos, prisioneros de un silencio que parecía resguardarles al uno del otro. Fue su maestro, Gai, quien interrumpió las profundas cavilaciones de sus dos alumnos al decir:

-Bueno chicos, volvamos a Konoha.

Los dos chuunins obedecieron en silencio, poniéndose en pie y tomando sus efectos personales. Mientras Gai y Lee comentaban logros pasados y futuros de la Villa de la Hoja, Neji y Tenten se mantenían al margen, caminando pesadamente, reflexionando sobre sus vidas, sobre su futuro. "Qué fácil sería todo si no fuésemos ninjas" pensaba Tenten "Qué fácil sería todo en un mundo diferente". Miró al Hyuuga, tratando de desentrañar sus pensamientos, pero nada consiguió.

A medio camino, el equipo Gai tropezó con Kiba, Shino y Hinata, el equipo Kurenai. Los dos jounins se saludaron animadamente e iniciaron una anodina conversación ante las aburridas miradas de los seis alumnos, que estaban ya agotados a aquella hora de la tarde, con el anochecer fraguándose en el horizonte. Neji lanzaba eventuales miradas a Hinata, que hablaba animadamente con Kiba. El Hyuuga le envidió, a sabiendas de que él jamás conseguiría que estuviese tan relajada, tan tranquila.

-¿Por qué no hablas con ella? –Le preguntó de repente Tenten al oído.

Neji alzó una ceja, sorprendido.

-No sé qué decirle –respondió secamente.

-No seas lerdo, Neji. Pregúntale qué tal todo, por ejemplo.

A esas alturas, la heredera del Souke ya se había percatado de las palabras que intercambiaban su primo y su compañera de equipo, y bajó la mirada, acuciada por la melancolía. Aunque tenía buena relación con Ino y Tenten, a quienes consideraba sus mejores amigas, sentía un enorme complejo de inferioridad respecto a ellas. Ambas eran tan fuertes, tan vivaces... guapas, astutas, decididas y simpáticas. A su lado, Hinata se sentía como una cucaracha junto a dos mariposas, como un ganso junto a dos cisnes. No le extrañaba lo más mínimo que Neji se llevara bien con Tenten... pero le dolía, y sentía una gran congoja en el corazón. "Neji nii-san me protege por obligación. Que me otorgue un tratamiento tan respetuoso como el de llamarme Hinata-sama no quiere decir que no siga odiándome" se dijo la muchacha, al borde de las lágrimas.

-Hinata-sama...

La chica se volvió, sorprendida, al oír la voz de su primo cerca de sí. Sus mejillas enrojecieron al ver a Neji a su lado, inclinado para hablar con ella de manera más íntima. Lanzó una rápida ojeada alrededor, buscando quien la sacara de aquella situación, pero de repente pareció que todos se hubiesen olvidado de los Hyuuga, pues Kiba jugaba con Akamaru, Tenten bromeaba con Lee y Shino se hacía el longuis, mirando hacia otro lado, como si no hubiese nadie a sus espaldas. Hinata tragó saliva y respondió:

-¿Pa-pasa algo, Ne-Neji nii... san?

-No, no pasa nada. Sólo quería saber qué tal te ha ido todo.

El corazón de la muchacha dio un respingo en su caja torácica. Era la primera vez que su primo, el orgulloso y resentido prodigio Hyuuga, le dirigía la palabra para iniciar lo que él mismo habría denominado una conversación frívola. Una sonrisa involuntaria e infinitamente dulce afloró a los labios de la heredera del clan. Jamás se había sentido tan feliz.

-Pu-pues bien, hemos estado practicando maneras de evadir genjutsu, y Kurenai-sensei ha ido creando ilusiones que teníamos que evadir y superar... gracias al byakugan, lo he hecho bien –respondió ella, segura de que sus logros como kunoichi serían lo que más valorara él en ella.

-Me alegra oírlo. Si necesitas ayuda con alguna parte del entrenamiento, sabes que puedes pedírmela. Es más, Hiashi-sama me ha manifestado su voluntad de que te entrene personalmente –la inseguridad se manifestaba en su pomposo vocabulario.

-Me... me gustaría mucho, Neji nii-san, pero... dentro de tres días partiremos a una misión a la Villa Oculta de la Arena...

-¿Una misión¿Cuánto tiempo?

-Aún no lo sé seguro... varias semanas... un mes, quizá...

Al muchacho del Bouke se le cayó el alma a los pies, y sintió como si todos sus esfuerzos por hablarle hubiesen caído en saco roto. Creyó haber creado un casi invisible vínculo entre ellos, pero parecía que el destino hubiese sacado unas descomunales tijeras y lo hubiese cortado en dos. "Tal vez nuestro sino sea no ser más que primos, Bouke y Souke, separados por conveniencia, para siempre" pensó, abatido.

-¿Neji nii-san¿Te encuentras bien?

Sin darse cuenta, Neji se había dejado arrastrar por sus cavilaciones y se había llevado una mano a la cara, pero era insuficiente para ocultar la alarmante palidez en que su rostro se había sumido. Hinata le cogió suavemente por un brazo, preocupada por el repentino estado de su primo. Él clavó sus níveos ojos en los de ella, del mismo color. Se preguntó si el byakugan le permitiría leer sus pensamientos, pero se negó a sí mismo la posibilidad. Aquello era una fantasía sin fundamento. Su juiciosa mente se puso de nuevo en marcha. "El byakugan sirve para cosas útiles, no para caprichitos de nena"

-Claro que sí, Hinata-sama. Ahora, por favor, discúlpame, pero tengo cosas que hacer.

El joven se irguió y enfiló por la calle, con esa imperturbable máscara de hielo que tenía por expresión habitual plantada en el rostro. Hinata le vio marchar, presa de un despiadado desconsuelo, mientras Tenten meneaba la cabeza. "Ese estúpido orgullo será tu perdición, Neji. En ocasiones hay que ceder en nombre de la felicidad". Sin embargo, la muchacha sabía que el Hyuuga no la escucharía. Aquella lección era algo de lo que tendría que darse cuenta él mismo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Sakura dejó caer la última prenda de ropa que aún llevaba encima y se metió en la bañera, llena hasta el borde de agua caliente. Itachi y ella acababan de regresar de su entrenamiento diario, ubicado en el escenario favorito del Uchiha, el Bosque Eterno. Como siempre, habían salido de su casa en la Ciudad de la Frontera al amanecer, y tras media hora de caminata habían llegado hasta el claro en que solían practicar, una pequeña extensión ubicada junto a una laguna. Inevitablemente, aquel lugar le recordaba a su primer entrenamiento como parte del equipo 7, a la misión de conseguir aquellos cascabeles que Kakashi llevaba colgadas del cinturón, y cómo había esquivado fácilmente sus ataques sin apartar la vista de su Icha Icha Paradise. Lógicamente, aquello le había provocado en los primeros tiempos fuertes accesos de melancolía, pero lo había superado sin mayores dificultades en su momento. Se había convencido de que debía ser fuerte por Sasuke, y así había seguido. Su fe en una mayor fuerza le había dado ánimos para continuar en el duro camino que le marcaba Itachi, y allí se encontraba, más de un año después. Más que quince meses, se le antojaban cien años los que había pasado fuera de Konoha.

Itachi no encontraría la paz del descanso hasta varias horas más tarde. La Ciudad de la Frontera, ubicada en el límite del continente, era una enorme urbe independiente de los grandes países, que constituía en sí misma una especie de nación, con leyes especiales y organización diferente. La Ciudad de la Frontera era el lugar al que iban los que no tenían donde ir, como Itachi, y Sakura con él. Al abandonar Akatsuki, el asesino Uchiha se había transformado en doblemente proscrito, y era consciente de que tanto la organización criminal como las fuerzas de su antigua patria estarían deseando echarle el lazo, con una diferencia, que era que para la Villa Oculta de la Hoja, Sakura, su actual alumna y lo único que le importaba, era una rehén y por tanto, una víctima. Akatsuki, en cambio, no tendría reparos en eliminarla también a ella. "Pero si no me dejan tranquilo o intentan hacerle algo a ella, me los cargaré a todos". Itachi sentía debilidad por la Haruno, aquella muchacha arrebatada a su villa natal. Poco a poco, entre los dos habían hecho del destartalado piso de la calle Uzaki y del pequeño local del bajo un hogar habitable y un establecimiento limpio y acogedor. El Uchiha había obtenido una buena oferta por el local que se había quedado vacío en el mismo edificio en que habían fijado su residencia, y no había dudado en aceptarla e invertir para convertirla en una cafetería que no había tardado en convertirse en una de las más populares del barrio. Aunque al principio ambos habían tenido que trabajar bastante en sacar adelante aquello, Itachi finalmente había conseguido alguien en quien delegar toda su confianza, la oronda cocinera Kasumi; tres encantadoras camareras, las alegres Amaya, Izumi y Ume y un chico que hacía todas las demás labores y ayudaba a las mujeres, el sacrificado Nikko. La labor de los cinco trabajadores en la cafetería Fuyu no Hana otorgaba a Itachi y a Sakura mucho más tiempo libre, que ellos invertían en entrenar. De este modo, la joven no había tardado en mostrar un gran talento, hasta entonces oculto, sólo evidente a ojos del primogénito de los Uchiha.

Sakura secó vigorosamente su cuerpo con una toalla, se puso su impecable pijama y se peinó sus rosados cabellos. Se examinó las puntas frente al espejo y llegó a la conclusión de que tenía que cortárselas. Salió del baño y fue a la salita, donde vio a un exhausto Itachi recostado en un blando sofá. Esbozó una sonrisa comprensiva y se colocó a su espalda. Comenzó a darle un masaje. Sus músculos estaban tan tensos que tenía varias contracturas.

-Eres un animal, Itachi-sensei –comentó Sakura, en voz baja, pero dando un gran vigor a sus palabras-. Acabarás hecho polvo como te sigas esforzando así.

-Esas cosas no se dicen a los maestros –gruñó el Uchiha, adormilado por la presión de los dedos de la Haruno.

-Ya sabes lo que dicen: la confianza da asco –citó la muchacha.

-¿Quieres decir que no me tratarías así si no vivieses conmigo?

-Más o menos. Después de todo, a Kakashi-sensei no le trataba así.

-¿Ah, no¿Cómo le tratabas?

-Digamos que le tenía más respeto, aunque... es difícil respetar a un jounin que llega siempre tarde con excusas carentes de sentido y que se dedica a leer el Icha Icha Paradise a todas horas.

Itachi esbozó una sonrisa. Conocía bien a Kakashi, después de todo.

-Dentro de poco será el cumpleaños de Sasuke –susurró Sakura.

Podía parecer un inocente pensamiento pronunciado en voz alta para uno mismo, pero él sabía que no se trataba de eso, ni mucho menos. De alguna manera, Sakura le inculpaba de los inconvenientes de haber decidido convertirse en su alumna. Si bien ella había sido libre de elegir en su momento, aquella libertad había sido relativa, ya que ambos eran muy conscientes de que la opción de negarse había estado, de algún modo, vetada desde un principio. Itachi jamás había sopesado la posibilidad de que ella se hubiese negado a acompañarle, y en cierto modo se alegraba. Sakura era la única luz en su oscura existencia.

Ella, por su parte, se sentía dividida. Al marcharse había tomado una decisión que había desgajado en dos su corazón: una parte se había quedado en Konoha, con Sasuke, Naruto, Kakashi-sensei, su familia y todos sus amigos, mientras que la otra había seguido ciegamente al misterioso y controvertido Itachi Uchiha, asesino de su propio clan y enemigo número uno de Sasuke, en pos de más poder. Era, en realidad, un círculo vicioso, ya que Sakura era perfectamente consciente de que la única manera de llamar la atención de Sasuke era haciéndose fuerte, puede que incluso más que él. Aunque en un primer momento ni siquiera se había planteado esta última posibilidad –admiraba demasiado a Sasuke como para permitirse semejante barbaridad-, no hacía mucho tiempo que la idea había comenzado a fraguarse en su cerebro, ya que, probablemente, con toda seguridad, Sasuke se sintiera impresionado si una mujer, la que fuese, le venciese en un combate, y puede que esa impresión fuese mayor si la vencedora resultase ser ella, la inútil y debilucha Sakura Haruno.

Pero dejando de lado a Sasuke estaba Itachi. Al principio, Sakura se había sentido atemorizada por él. No era su aspecto, no era su actitud. Era una unión de todos los elementos, sumados a las leyendas acerca de su persona. Itachi Uchiha, el genio que un buen día se había vuelto loco y había asesinado a todo su clan. La joven Haruno había sido incapaz de actuar con naturalidad respecto a él, y su terror era patente cada vez que, sólo para protegerse, se había encerrado en el baño en el dormitorio echando cerrojos y llaves, aunque sabía que él estaba por encima de todo eso. Un hombre que había matado a sangre fría a todo su clan y que además había dejado con vida a su hermano pequeño como para facilitarle una más que posible venganza era completamente capaz de teletransportarse a través de una simple pared. Aún así, jamás lo hizo. Itachi esperó pacientemente a que ella reuniese el valor necesario para empezar a tratarle con aquella camaradería que ahora mostraba. Aquella era la mejor recompensa que jamás recibiría por todo lo que había hecho hasta llegar a aquel punto, en que ambos, Sakura e Itachi, se encontraban en la misma habitación, en su casa, de los dos, descansando después de una agotadora jornada.

-Estoy agotado, Sakura. ¿Qué te parece si pedimos okonomiyaki para cenar? –Propuso el Uchiha.

-Me parece bien. Sólo hay un problema¿quién baja a por él? –La muchacha alzó una ceja, divertida. La comida de encargo solía ser una perfecta solución, pero la decisión de a cuál de los dos le tocaba ir a por ella presentaba siempre un conflicto.

Itachi suspiró, mirando la húmeda cabellera de Sakura. Ella acababa de darse un baño y llevaba puesto ya el pijama, no podía hacer que se cambiara de nuevo para que bajase a por la comida. Se puso en pie pesadamente y anunció:

-Iré yo.

La joven sintió lástima.

-De eso nada. Te estás haciendo viejo y te cuesta moverte. Bajaré yo. Sólo tardo cinco minutos en cambiarme de ropa.

-No me provoques, Sakura, estoy en plena forma. Iré yo. Además, es peligroso para una chica sola bajar sola a la calle a estas horas.

-No me pasará nada. Y si me pasara sería culpa tuya, por no enseñarme suficiente, sensei –pronunció la última palabra con tono de burla.

Itachi reaccionó. Sakura sabía llevarle perfectamente, había aprendido a conocer su psicología, lo que debía hacer y lo que no. En cualquier otro, esas palabras, y especialmente ese tono, le habrían conducido instantáneamente a la tumba, pero no a Sakura. En ella, aquella provocación era una inocente broma imbuida de aquel sutil cariño que sólo se reforzaba y se hacía patente en los momentos menos esperados. Una milagrosa complicidad les unía, asesino y perdedora, maestro y alumna. Ninguno de los dos lo cambiaría por nada del mundo.

-Muy graciosa, Sakura. Si eso es lo que quieres, mi orden como sensei es que te quedes aquí, y nada que digas me convencerá de lo contrario.

Sakura enarcó de nuevo una ceja. "¿Qué apostamos?", se dijo.

-Dame cinco minutos. Iremos juntos.

La kunoichi se giró y atravesó corriendo el pasillo. Una sonrisa tierna afloró a los labios del Uchiha, consciente de que, con aquel comentario, lo había desarmado.