Por primera vez en mucho tiempo, Levi logró dormir más de seis horas seguidas en una cama. Estaba agotado y nervioso, pero necesitaba recuperar energías para el gran día de las elecciones.
Tantas verdades a medias, las intrigas y la corrupción consumían su ser mucho más rápido de lo que podía imaginar.
Al despertar, se sentó en su cama y miró hacia el ventanal. El día era gris y frío, un panorama desalentador para un momento clave en sus vidas.
Se ubicó en el borde de la cama y buscó sus zapatos, los dejó a la vista una vez que los halló. Se cambió la camisa y el pantalón con el que se había acostado la noche anterior y procuró perfumarse lo mejor posible. Mientras acomodaba su corbata, fruncía el ceño al imaginar que estaba cada vez más cerca de lograr su objetivo.
¿Cómo era posible que todo lo que estaba sucediendo tuviera relación directa con su pasado?
—Levi, ¿estás despierto? —escuchó que golpearon la puerta y se trataba de Eren.
Tras conocer sus secretos —o gran parte de ellos—, Levi podía sentir un atisbo de confianza en Eren. A pesar de que su familia fuese completamente despreciable, repulsiva y codiciosa, claramente el menor de ellos no era así.
—Si, pasa. —respondió de inmediato y el joven Jaeger ingresó a la habitación.
Debía admitir que ver a Eren con el cabello suelto era bastante molesto, pues siempre cubría parte de su rostro y no lograba descifrar sus gestos debajo de ella. Pero también lo hacía verse más rebelde y guapo, aún bajo la mirada masculina.
El joven Jaeger se ubicó junto al ventanal, de brazos cruzados y más serio que de costumbre.
—Hoy es el día —comentó y frunció aún más el ceño, sin despegar la vista del ventanal. —. Estoy seguro que no será fácil lidiar con tanto movimiento e incertidumbre.
Levi asintió y abrochó las mangas de su camisa.
—Sería complicado lidiar con Zeke y todo su séquito si algo no sale bien... —Dirigió su mirada hacia Eren y añadió: —¿Estás listo para esperar su último golpe?
Eren acomodó un mechón de su cabello detrás de su oreja y soltó un pesado suspiro. Luego, se recargó contra la pared y levantó su cabeza.
—Lo único que busco es que Mikasa esté bien, lejos de la porquería en la que está metida mi familia. Ella no merece eso. Ya sufrió demasiado. —expresó con un deje de tristeza.
«Es claro que ella sufrió mucho en este mundo de mierda y existe alguien que espera que caigamos para devorarnos.»
—Una vez que todo termine, Mikasa podrá ser libre de todo. Te lo aseguro. —respondió Levi y se acercó hasta Eren.
Sostuvo su hombro y luego lo palmeó. El joven Jaeger cruzó su mirada con la de él y esbozó una sonrisa ladina.
—Eso espero, Levi.
El momento más importante estaba frente a ellos, orillándolos a un nuevo nivel.
[...]
Había llegado el momento de irse hasta el búnker.
Uri Reiss y Kenny Ackerman fueron los primeros en llegar al lugar para asegurarse de que los preparativos se llevasen a cabo tal como lo habían planificado.
Mientras tanto, Eren, Mikasa y Levi irían juntos en el vehículo que el mismo Uri les había asignado; ya que era un automóvil blindado, contaba con GPS y todas las comodidades por si surgía alguna complicación.
Eren ya estaba prácticamente listo. Sólo necesitaba encontrar su billetera y por eso le pidió a Levi que fuera a buscar a Mikasa. Él recorrió las habitaciones y no lograba hallarla.
Luego fue hasta la cocina, la sala y el comedor. Tampoco la encontraba.
Como última instancia, salió al jardín y allí la vio. Ella estaba en un rincón, apoyada contra la pared con un papel prendido fuego en su mano.
«Mikasa no sabe expresar sus emociones. Ella se sume al alcohol en determinadas ocasiones, pero generalmente escribe cartas y las quema.»
Sus ojos estaban cargados de lágrimas pero él no lograba deducir si las mismas eran de tristeza o de un sentimiento aún más profundo, uno del cual ni su propia sombra conocía.
Sin pensarlo más, se acercó hasta ella y la sorprendió. Mikasa dio un respingo y soltó el último trozo de papel que acabó incinerándose en el suelo.
—Perdón, no quería interrumpir. —Se disculpó y se paró a su lado, sin quitar la vista de las cenizas.
Ella simplemente se quedó en silencio y lo evadió por completo.
Levi la miró de soslayo y observó cómo secaba las lágrimas que intentaba ocultarle. Él debía continuar adelante con sus objetivos y en el mismo estaba incluido ella.
A raíz de las grandes verdades que Kenny ocultaba, él debió tomar la decisión de continuar con aquella misión que le había encomendado. Por más que quisiera escapar o ignorarla, no podría hacerlo porque incluso Mikasa estaba envuelta en una tragedia similar a la suya.
¿Destino o condena? No había una definición concreta.
»—Estoy seguro de que todo saldrá bien. Creo que tú y yo necesitamos que así sea, ¿no lo crees? —expresó sin mirarla directamente, buscando romper con aquel incómodo silencio.
—Mis padres... —susurró y llevó una mano hacia su pecho. —Ellos jamás hubieran permitido que me encontrara en la mansión Jaeger si hubieran sabido sus verdaderas intenciones —confesó en voz baja, abriendo su gélido corazón ante Levi. —. A excepción de Eren, ninguno de ellos vale la pena. Hasta los mismos empleados lo saben pero prefieren callar porque esa es su única fuente de sustento.
«Ese horrible dilema de no saber si elegir ser cómplices o no volver a ver a tu familia es despreciable.»
—Lo supuse. Ese día que los conocí me dieron la misma impresión que Grisha y Zeke. —Frunció su ceño y agregó: —Pero hoy quedará en claro que no todo saldrá como ellos quieren. Entiendo que te sientas así, yo también me estoy conteniendo.
—Le rompería la cara de una trompada si pudiera... —refunfuñó clavando las yemas de sus dedos sobre sus labios.
«Pagaría una fortuna porque ese deseo se convirtiera en realidad.»
—Mikasa —Dio media vuelta y guardó sus manos en los bolsillos. —, Eren está esperando por nosotros. Debemos irnos ya.
Ella bajó la cabeza y cerró sus ojos por un instante. Recordó las sonrisas de sus padres antes de que ocurriera toda su desgracia, también a Kenny y sus alentadoras palabras que le devolvieron la esperanza para hallar la justicia para sus progenitores.
—Está bien, vámonos. —espetó y se adelantó a él.
Antes de seguir sus pasos, Levi observó sus manos y formó puños. Respiró profundo e intentó calmar sus nervios para no preocuparse de más.
«Estoy seguro que este no es el clímax de la guerra. Hoy más que nunca tendremos que estar con nuestros ojos más que abiertos.»
[...]
En el otro extremo, Zeke ya se encontraba en el búnker Jaeger. A diferencia de sus opositores, ellos lo ubicaron en el centro de la ciudad y habían invitado a la población para que pasaran una tranquila velada mientras esperaban los resultados por la noche.
Mientras los organizadores acomodaban los mobiliarios, Zeke aprovechó la oportunidad para conocer a quienes se encontraban en la cocina. Allí conoció al reconocido chef de Shingashina, el que preparaba los platillos más sofisticados y costosos de la ciudad.
El hombre, vestido con su pulcro uniforme y cofia, se percató de la presencia del candidato Jaeger. Fingió una sonrisa forzosa y lavó sus manos antes de acercarse.
—¡¡Bienvenido, señor!! —Extendió sus brazos y caminó en su dirección para evitar que se acercase a la cocina. —¿Qué lo trae por aquí?
Zeke sonrió y simuló oler los aromas del lugar. Palmeó su hombro y esbozó una mueca de sonrisa.
—Huele muy bien, ¿tienes el menú del día de hoy? —Guardó sus manos en los bolsillos y miró a su alrededor.
—Lo tienen mis asistentes. Ellos se están encargando de la organización de todo y yo de los sabores, ¿comprende? —ironizó. —Con su permiso, iré a continuar con mis preparaciones. —Dio media vuelta y caminó en dirección a su espacio de trabajo.
—¡Oye! —El chef se detuvo y cerró sus ojos con pesadez. —¿No piensas desearnos suerte para esta noche? —expresó en voz alta y arrogante, irritando a casi todos los presentes.
El hombre, astuto como solía comportarse habitualmente, giró su cabeza y sonrió. Mordió fuertemente su lengua y maldijo a todos los santos antes de que las palabras salieran de su ser.
—¡¡Espero que ganen hoy!! Les deseo lo mejor... —Cerró sus ojos y mantuvo su fingida sonrisa algunos segundos más antes de voltear.
Caminó lento y asqueado por lo que acababa de hacer, pero no tuvo otra opción. El chef estaba en contra de los Jaeger y tuvo que trabajar para ellos, ¡qué irónico!
Su pecho se oprimía al recordar a sus compañeros y familiares que fueron víctimas de personas de la alta sociedad como ellos, culpando indirectamente a aquellas personas que —sin saberlo— podrían estar al tanto de las desgracias de todo el pueblo.
«Por supuesto que así será. No me esforcé tanto para desbarrancar justo en la meta.» pensó Zeke mientras se alejaba de la cocina y regresaba al salón.
De su bolsillo sacó una cajita de metal, la abrió y contempló uno de los mejores habanos de la ciudad. Sonrió como nunca antes lo había hecho y lo llevó hasta sus labios. En su otro bolsillo se encontraba su lujoso encendedor de bencina, recubierto por el cuero más costoso que hubo encontrado. Al encender el habano y volver a guardar el encendedor, Zeke volteó a ver hacia el próximo escenario donde podría imaginarse victorioso.
Dio una calada y lo quitó de su boca, expulsando una gran cantidad de humo.
—Aparentemente todo marcha muy bien, ¿no es cierto? —Su tono de voz, explosiva y atractiva, captó de inmediato la atención de Jaeger. —Tu relajo es bastante obvio, Zeke.
De pronto, las finas manos se posaron sobre su brazo, sintiendo cómo era acariciado con delicadeza. Zeke quitó el habano de sus labios y el humo expulsado era en menor cantidad que en la calada anterior.
—Pieck, ¡qué sorpresa! —respondió con ironía al ver que su padre había llegado recientemente.
La mujer se apegó a él, colocando las manos sobre el pecho de Zeke para controlar la distancia. No obstante, las intenciones de Pieck eran claramente predecibles para él.
»—Lo que estés planeando, no cuentes conmigo. —advirtió tajante.
La miró de soslayo y se percató de la sonrisa socarrona de su compañera, quien procedió a llevar su índice hasta la mejilla de Zeke. Ella levantó la vista y él intentó encontrar una respuesta rápida para anticipar sus movimientos, pero Pieck era mucho más astuta. Cuando intentó reaccionar, los labios de la mujer se encontraban sobre los suyos y su invasiva lengua le entregó lo que Zeke estaba buscando con desesperación: respuestas.
Al separarse de él, guiñó uno de sus ojos y se alejó a paso elegante en dirección de Grisha, sosteniendo la falda de su vestido para evitar tropezar en el camino.
Por otro lado, Zeke decidió partir hasta el baño. Ingresó a uno de los habitáculos y escupió lo que guardaba en el interior de su boca. Se trataba de una pequeña cápsula que contenía un papel dentro. Lo abrió y estiró el pequeño rollo de papel.
«Pieck, eres increíble. Ahora entiendo por qué hiciste ese patético show. Hoy no sólo conocerán al siguiente gobernante de Shingashina, sino la gran verdad de todo...»
[...]
La gran noche finalmente había llegado. La cobertura de los medios de comunicación era impresionante, tanto que muchos de los reporteros debieron quedarse esperando afuera de cada búnker para estar al pendiente de las novedades de cada candidato.
En el espacio elegido por la fórmula Reiss/Ackerman, sólo fueron invitados unos diez periodistas que fueron ubicados en una mesa frente al escenario. Allí también había una pantalla Led en las que transmitía, de manera ininterrumpida, las propuestas de los candidatos. Aunque no tuvieran sonido, el video contaba con un subtitulado para aquellas personas que aún no estaban al corriente de la información.
En uno de los sitios más recónditos y con la mejor ubicación para observar todo, Eren, Mikasa y Levi degustaban de un fino vino que Uri Reiss les había proporcionado.
Levi miraba a través del ventanal a algunas celebridades de la ciudad que apoyaban los ideales de Uri. Tras los vestidos, faldas y trajes de gala, se escondía una sociedad infestada en corrupción que corría tras una apuesta filosa, donde no se podía saber con certeza quién podría ganar las elecciones.
—Faltan cinco minutos para que salgan las primeras cifras. —espetó Eren, rompiendo el silencio mientras miraba detenidamente su reloj de pulsera.
Mikasa, quien estaba sentada a su lado, sujetó la mano de Eren y ambos se miraron con preocupación. Luego, Jaeger dirigió su vista hasta Levi, notando cuán serio y concentrado estaba al mirar a un grupo de personas que conversaba en el piso inferior.
»—Has estado en silencio desde que volvimos de votar. Es extraño que no expulses tu odio hacia mi familia por más de una hora... —Intentó bromear, pero era demasiado notorio el ambiente tenso. —¿Qué es lo que estás pensando?
—Desde que Kenny nos ha revelado la verdad sobre varios de los secretos que nos relacionaban a Mikasa y a mí, siento que está faltando una pieza muy importante —Frunció el ceño, enfocándose en esas personas que murmuraban después de haber hablado con uno de los periodistas. —. Hay cosas que aún no me terminan de cerrar de tu familia, ¿sabes?
Levi miró fijamente a Eren y a Mikasa. Ella se mostraba confundida, buscando respuestas en las orbes de los hombres que la acompañaban.
—¿Qué es lo que piensas, Levi? —Mikasa estaba harta de los secretos y las intrigas.
Los Ackerman tenían la ferviente necesidad de abrir la caja de Pandora por completo, aún arriesgándose a perder su vida por ello.
—Lo único que tengo en claro es que si nosotros tres estamos aquí es gracias al puntilloso plan de Kenny. Él se las ingenió para que- —Antes que Levi acabara con lo que estaba por decir, él se mostró nervioso ante la presencia de una persona que estaba en el salón.
Se levantó de repente, empujando su silla hacia atrás y salió corriendo en su dirección. Eren y Mikasa se pararon por inercia y lo observaron irse hacia una mujer.
Mikasa se paró junto al ventanal y analizó la secuencia: Levi acomodó su ropa y se acercó hasta ella. Sujetó su muñeca y la mujer volteó. Lo abrazó con mucho cariño y al parecer estaba emocionada, al punto de romper en llanto. Sin embargo, Levi la alejó de aquel lugar donde podían ser claramente vistos, desapareciendo del foco de Ackerman.
—¿Qué sucede? —preguntó Eren al notar la incomodidad de Mikasa.
—No lo sé... —Apoyó una mano sobre el cristal y suspiró. Cerró sus ojos y añadió: —Últimamente ya no sé qué está sucediendo. —musitó con un deje de angustia, tratando de controlar las emociones.
Eren bajó la vista, respiró profundo y se volvió a sentar. Juntó sus manos sobre la mesa y apoyó su mentón. Estaba conflictuado tras lo dicho por Levi, ya que él también estaba de acuerdo en que los planes de Kenny tenían que ver directamente con la seguridad de Mikasa.
Sin embargo, las razones por las cuales sus padres habían sido asesinados aún no estaban del todo claras y el mismo Eren comenzó a recopilar la información que Kenny había proporcionado en esos últimos días.
—Iré al baño, ya regreso. —interrumpió Mikasa y se retiró de la mesa, dejando a solas a Eren.
Él no respondió nada al respecto, pero sí observó la expresión de su rostro. Estaba enfurruñada y bastante molesta.
Enfocó su vista hacia el ventanal, mirando fijamente a las personas que compartían la cena mientras esperaban los resultados.
«Esto es muy raro, Levi. Creo que empiezo a entender a lo que te refieres y debemos prepararnos porque apenas esto es la calma antes de la tormenta.»
[...]
Como bien había sospechado, Mikasa logró encontrar a Levi y a la misteriosa mujer que lo obligó a irse de prisa. Ellos se encontraban tras una de las columnas, escondidos bajo la sombra de una estatua de ángel.
—¿Cómo es posible? —La voz de Levi daba cuenta que él estaba preocupado.
—Es como Erwin dijo, ellos se mueven mientras ustedes se lanzan como carnada, ¿comprendes? —La mujer hablaba con seguridad.
Mikasa se detuvo en otra de las estatuas que tenía esa área del salón. A diferencia de la otra, a su lado se encontraba la figura de un ángel caído. Ella se asomó apenas y vio a la mujer que estaba con Levi, mas no a él.
»—Por eso vinimos. —Agregó.
—Sabía que eso no quedaría en la nada, ¿sabes? Me alegra que hayas venido. Así podré asegurarme de que estarás bien.
—¿Estabas preocupado por mí? —inquirió en un tono agudo, cambiando el rumbo de la conversación. —Estaba segura de que a pesar de tu personalidad fría sí habías aprendido a amarme...
Mikasa estaba absorta. No sabía cómo reaccionar a aquello que estaba oyendo. Volvió a asomarse y vio que la mujer lo abrazaba con mucho afecto. Apretó su mandíbula con fuerza, estaba demasiado molesta.
—Deberías venir conmigo. —espetó Levi mientras soltaban el abrazo. —¿Dónde está él?
—Dijo que se reuniría con Kenny y por eso me pidió que te buscara. Entre tanta muchedumbre era un poco difícil, así que gracias por venir por mí. —Soltó un pesado suspiro y agregó: —Te extrañé, enano. —Mikasa vio cómo la mujer sujetaba las manos de Levi y sonreía.
¿Qué era ese sentimiento que dolía tanto en su corazón? ¿Por qué la opresión de su pecho no le permitía pensar objetivamente?
Llevaba tanto tiempo inmersa en los problemas, en la angustia de ser ignorante de las razones por las cuales ella tuvo que cambiar su vida de un día a otro, de por qué había sido atacada en su momento y cómo debía actuar tras saber las verdades que su padrino le había confesado. Olvidó por completo su dilema cuando Eren le dijo que su matrimonio tenía un propósito de salvación para ella, dejando atrás esa pesada carga de descubrir sus sentimientos hacia alguien que no era su prometido. Sin embargo, la aparición de esa mujer lograba que aflorara un dolor indescriptible.
—Mikasa, ¿qué haces aquí? —La voz de Levi la despertó de sus vacilaciones. Detrás de él estaba la mujer con la que estaba hablando.
—Y-yo sólo... —Estaba perdida. Levi no era ingenuo y ella lo sabía perfectamente. —Vine por ti.
Sorprendido, Levi abrió sus ojos y cruzó sus brazos. Luego, resopló y se relajó. Volteó en dirección a la mujer y la señaló.
—Perdóname. La vi a ella entre la multitud y no pude evitar venir a buscarla porque no esperaba su llegada —justificó. —. Ella es Hange, una amiga y una nueva aliada para nuestros propósitos.
Hange se ubicó en medio de los Ackerman y sonrió al mirar a Mikasa.
La sujetó de los hombros y habló: —¡Es un gusto conocerte, Mikasa! —La calidez de su voz calmó su rabia, dejando de lado ese horrible sentimiento que estaba nublando su juicio. —Perdón por robarte a Levi, pero Erwin había dejado un mensaje para él y era urgente que lo supiera...
Las palabras confundían a Mikasa. Hange hablaba demasiado para poder comprenderla en ese instante. Lo único que tenía en claro era que su mirada y su tono de voz había cambiado drásticamente al nombrar a Erwin.
¿Acaso se trataba de alguien importante en su vida?
—Nadie me robó... —espetó Levi, molesto ante el comentario innecesario de su amiga.
Hange rió al obtener su cometido y también analizó el ligero rubor de las mejillas de Mikasa, confirmando que la joven estaba atravesando por unos celos que terminaron por disiparse al verse frente a frente.
La conversación se vio interrumpida al bajar las luces del salón. La música se había detenido y la gran pantalla se encendió.
Tanto Levi, Mikasa y Hange decidieron ir hasta donde se encontraba Eren esperándolos. El joven Jaeger miraba la pantalla con recelo y al notar la llegada de sus compañeros con otra mujer, cambió su expresión para saludarla. Levi la presentó y Hange se maravilló al tener frente a frente al hijo del candidato opositor. Trató de controlar su emoción al imaginar el drama que Levi aún no le contaba.
—Ha llegado el momento. —Su tono de voz se agravó, dando énfasis al momento más esperado para ellos.
Uri y Kenny subieron al escenario y las personas comenzaron a aplaudir tras su aparición. Reiss tomó el micrófono y sonrió antes de hablar.
—¡Bienvenidos a todos! —Los eufóricos gritos impedían que hablara con fluidez. Uri tuvo que esperar algunos minutos para que el ambiente se calmara.
Levi y Kenny cruzaron miradas de forma rápida. El más joven de la familia se percató de algo en los ojos de su tío que lo inquietó y que confirmaba lo que estaba sospechando desde el principio.
—Deberán prepararse... —advirtió a los demás. —Algo huele mal.
Una vez que todo se calmó, Uri volvió a tomar la palabra:
—Como saben, hoy fue un día muy especial para todos nosotros, ya que de estas elecciones depende el futuro de nuestra ciudad, de nuestras familias... —Kenny asentía mientras miraba a cada uno de ellos. —Por eso quiero agradecerles por habernos votado, por confiar en nuestra propuesta y en nosotros. Créanme que nuestros opositores son fuertes y cuentan con un gran apoyo.
Eren frunció el ceño al recordar quiénes eran esas personas que estaban detrás de su campaña y apretó su mano con fuerza al recordar a Niles.
»—Nos enviaron los resultados preliminares de las elecciones y nos comentaron que en dos horas estaría el recuento final. Tanto ustedes como nosotros sabremos al mismo tiempo cómo nos fue —Hizo un gesto con su mano hacia el mismo piso donde se encontraban Eren, los Ackerman y Hange. —. Por favor, muéstranos en la pantalla.
Sólo bastaron unos segundos para que los presentes comprendieran la situación. Se trataba de una inmensa felicidad para quien había obtenido la victoria provisoria y el rotundo fracaso para quien conocía la derrota.
—Yo les dije que algo no estaba marchando bien... —respondió Levi, encolerizado ante lo que sus ojos estaban viendo.
—Es tal como Erwin lo sospechaba —Hange tomó la palabra, captando la atención de todos los presentes. —. Ellos jugarían sucio, pero no pensé que fuera tan así.
Eren y Mikasa estaban atónitos. Su respiración se volvió errática y demasiado pesada.
—¿Q-qué significa eso? —Eren no podía entender lo que estaba viendo. Su cuerpo no respondía y su miedo se incrementó al rememorar un hecho puntual que marcó un antes y un después en su vida.
Uri y Kenny estaban desesperados, al igual que sus invitados. Los periodistas se dispersaron entre la multitud para interrogar a cuantas personas pudieran, pero lo único que obtenían eran respuestas escuetas y comentarios despectivos hacia ellos. El caos era inminente y ya nada lo detendría.
Eren sintió que su teléfono vibraba incesantemente. Lo sacó de su bolsillo para ver quién podía estar llamándolo. Se mostró confundido al no tener registro del número y atendió con su tono de voz más agravada:
—¿Hola?
—Felicidades, Eren. —El aludido abrió sus ojos y apretó fuertemente su móvil. —¿Qué les parece si vienen mañana a festejar nuestro 90% de las votaciones y les damos consejos para que su 3% no duela tanto? Lamento que los restantes hayan preferido votar en blanco, pero tú sabes cómo es eso, ¿no?
—Zeke... —Gruñó y apretó su mandíbula con rabia.
—¡Hermano querido! Tú sabes perfectamente que nosotros jamás perderemos. Sólo porque estoy de buen humor, perdonaría tu traición por irte con Kenny Ackerman si vienes con tu adorada Mikasa a la velada de mañana por la noche. Hay que festejar en familia, ¿no es cierto?
—¡¡Olvídalo!!
—No puedes negarte. Entiendo que estés en un sitio protegido, pero si miras detenidamente la cabecita de tu querida prometida, te darás cuenta que jamás podrás huir de nosotros... —Eren fijó su mirada en el sitio indicado y notó un punto rojo en medio de su cabeza. —Eso es. Vamos, el show apenas comenzará...
Sin cortar la llamada, los cuatro vieron que en la pantalla se mostraba un video sin audio de Kenny Ackerman cargando un revólver.
—Aunque pensándolo bien, ya les dimos nuestros humildes mensajes de amor...
En ese momento, Kenny disparó y la cámara enfocó a la persona a la que le había quitado la vida. Fue entonces cuando Mikasa desbloqueó uno de sus recuerdos más dolorosos y traumáticos al ver que su padre moría a manos de su padrino y un cómplice.
«Yo soy el culpable de que tus padres hayan muerto. Yo soy el culpable de que los hayan matado y la orden era que tú también fueras asesinada... » recordó que su padrino había dicho, pero que no ahondó en el tema.
Mikasa no era la única perturbada, Eren estaba conflictuado en muchos sentidos, buscando la ayuda en la mirada de Levi, quien entendió de inmediato la urgencia de observar a sus alrededores. Ahora más que nunca, su protegida debía estar bajo vigilancia extrema, teniendo en cuenta que el séquito de Zeke eran lo suficientemente astutos para infiltrarse en lugares impensados.
La guerra comenzaba a explotar de una manera poco convencional y las verdades volvían a convertirse en mentiras.
Los Jaeger habían lanzado su primer bomba y la corrupción se mostró a favor de ellos, dejando bien claro que no importaba cuánto se luchara para combatirla, si el dinero estaba mucho más manchado, mayor sería la recompensa.
«¿Qué significa todo esto? ¿Qué parte de todo lo que sabemos es cierta y cuál es mentira, Kenny? ¿Qué más nos estás ocultando y qué mierda hicieron con los votos?»
