El clima no era para nada pacífico. Los invitados estaban en medio de una extraña sensación de incertidumbre y temor que los llevó a levantarse de sus lugares, gritar y correr para alejarse del asesino que se encontraba frente a sus ojos.
Por otro lado, Eren conservaba su teléfono en su mano, apretando fuertemente su mandíbula y conteniendo las lágrimas de rabia que lo impulsaron a retirarse de allí. Mikasa y Levi lo siguieron con la mirada, notando la incomodidad del joven.
Ella sobó sus antebrazos y bajó su cabeza. Él buscó la mirada cómplice de Hange y comprendió al instante lo que estaba pidiéndole. La castaña se acercó a Ackerman y acarició su espalda.
—Ven, siéntate y voy por un vaso con agua. —murmuró y Mikasa aceptó.
Hange asintió con la cabeza para confirmar lo que Levi le sugirió y ambas se sentaron lejos de la pantalla que había desplomado la estabilidad emocional de Mikasa.
—¿Por qué...? —comenzó a susurrar mientras miraba las palmas de sus manos.
Hange corrió por una de las jarras que se encontraba a unos metros de allí y cargó un vaso con agua. Luego, se lo dio a Mikasa y se sentó a su lado, observando cada movimiento y escuchando cada una de sus palabras.
»—¿P-por qué tengo q-que vivir esto? ¿Q-qué fue lo que hice en e-esta vida para t-tener que sufrir a...? —Rompió en llanto. Llevó sus manos hasta su rostro y clavó las uñas en su piel.
Preocupada, Hange extendió sus brazos y la atrajo hasta su pecho. Acarició su cabello con lentitud y cariño mientras se balanceaba con sutileza. Mikasa se aferró a uno de los antebrazos de la mujer y ahogó un grito sobre su ropa.
Levi, por otra parte, corrió tras Eren mientras se desgarraba por dentro al tener que alejarse de Mikasa. Sin embargo, su intuición nunca fallaba y estaba seguro de que aquella llamada que el joven había recibido era de su padre o de su hermano.
En el escenario, Kenny Ackerman estaba consternado y desorientado. No se trataba del video ni de la revelación, sino de que Mikasa había visto nuevamente aquella horrible secuencia que los terminó separando por años. La misma que derrumbó aquella dulce imagen de hombre honesto y gentil que podría derribar a miles de tipos con sólo un grito. La admiración de la joven Ackerman había caído al abismo del cual él mismo había sucumbido hacía muchos años.
—¿¡Qué significa todo esto!? ¡¡Apaguen eso ya mismo!! —Uri estaba desesperado al ver las reacciones de sus invitados y aún más cuando vio de soslayo la rabia acumulada en los ojos de Kenny.
Eren corrió por delante de ellos y eso lo espabiló por un instante. Kenny levantó su mirada y vio en la altura a Hange, quien negaba con su cabeza mientras retenía a Mikasa. Al mismo tiempo, Levi se detuvo frente a él y gruñó.
—Se salieron con la suya... —murmuró y miraba hacia todos lados, ofuscándose ante el alboroto armado. —¡¡Sabía que esa tranquilidad era una farsa!! Y tú —Lo miró fijamente y frunció el ceño. —será mejor que le expliques todo lo que sucedió ese día y no le ocultes más nada. —advirtió y siguió por el mismo camino que Eren.
La seguridad del búnker se encargó de dispersar a los revoltosos que lo único que buscaban era abrumar a Kenny con preguntas que en ese momento no podría responder. El hombre apretó fuertemente sus puños y dejó atrás su orgullo para derramar las lágrimas que guardó por tantos años.
Uri se acercó hasta él y palmeó su hombro para captar su atención. Él lo miró de reojo y soltó un pesado suspiro que estaba completamente cargado de impotencia y dolor.
—Será mejor que aclares todo de una vez, Kenny. La gente sólo busca el chisme, la primicia, pero ella... —Dirigió su vista hasta donde estaba Mikasa. —Está en todo su derecho de saber lo que pasó. Al menos esa niña debe estar al corriente de lo que hiciste y tus motivos. No quiero ser la única persona que conozca tu pasado, tu historia y tu razón de ser.— Sujetó sus hombros y añadió: —Kenny, ve con Mikasa y habla antes de que ellos acaben con su alma.
Su tono de voz dulce y comprensivo lo tranquilizaba. Uri era el cable a tierra que tanto necesitaba y estaba seguro de que podría cambiar su trágico pasado para reivindicarse.
—Haré lo posible, pero... —Cerró sus ojos y recordó algunos momentos que él y Mikasa habían compartido junto a sus padres, su sonrisa y su voz de niña que tanto lo enternecía. —Tengo miedo que me odie, Uri.
En tantos años de conocerse, jamás lo había oído tan sincero. Kenny se había vuelto más vulnerable.
—No lo hará. Tienes mi palabra de honor... —Bajó su cabeza y sonrió. Palmeó su hombro y se alejó de él en dirección a la salida.
Kenny, absorto, dejó caer algunas lágrimas y luego las limpió para afrontar su próximo destino. Respiró profundo y suspiró.
« Mikasa, llegó la hora de que te enteres de toda la verdad. De MI verdad.»
[...]
Eren caminaba encolerizado, esquivando a cuantas personas se cruzaban en su camino. Fruncía el ceño y gruñía a medida que escuchaba comentarios como «¿ Kenny es un asesino? » «Es un charlatán. Nadie los votó.» y demás. Pero lo que más rabia le daba era el tono de voz de su hermano al teléfono, su nivel de malicia en cada palabra y sus turbias intenciones.
Formó puños y continuó adelante. Visualizó a su familia, sus aliados y enemigos, sus planes y propósitos; a Mikasa de niña, ese viejo que quería comprar su inocencia cuán objeto de gran valor y el miserable regocijo de Grisha al recibir la paga por ella. El revoltijo en su estómago era cada vez más intenso.
—¡¡Eren!! —Levi finalmente había logrado alcanzarlo y lo sujetó de uno de sus hombros para detenerlo. El joven Jaeger no volteó su rostro, sino que miró al suelo. —¿¡Qué rayos sucede!?
Con lágrimas en sus ojos, Eren giró su rostro y soltó un desgarrador grito que alcanzó a Levi. El joven dejó caer su cuerpo al suelo y sus manos se extendieron sobre la acera. Raspó la misma con sus uñas al punto de lastimarse y que sus dedos sangraran.
—¡¡No es justo!! Ellos lo hicieron y quieren a Mikasa a como dé lugar —espetó entre sollozos. —. Dime... —Levantó su mirada y Ackerman notó cómo sus pupilas temblaban de impotencia. Era un detalle bastante notorio y contagioso, pues deseaba destruir esa vieja y horrible mansión con sólo un golpe. —¿Cómo puedo salvarla? ¿Cómo puedo lograr apartar su ser de sus asquerosos deseos?
Levi sostuvo su mirada con la de Eren y luego la desvió. Cerró sus ojos y su memoria le trajo una vieja escena de él siendo pequeño, temblando de frío y sujetando su estómago para calmar el hambre. Su madre, aquella mal llamada « prostituta» ante su presencia, maquillando los golpes recibidos en cada visita...
El reflejo de desesperanza de Eren le recordó a su propia infancia. Pero había una pequeña diferencia.
—¡¡Sabes perfectamente que no estás solo en esta batalla!! —Se colocó de cuclillas y sujetó sus hombros. —¡¡No me quedaré de brazos cruzados, viendo cómo el mundo pretende pisotearnos con tal de salirse con la suya!! —Gruñó y soltó a Eren. —¡¡Maldición, mocoso!! ¡¡Tú eres mucho más fuerte de lo que crees!!
Fue entonces cuando las lágrimas de Jaeger cesaron y las palabras del antiguo guardaespaldas de Mikasa lo hicieron reflexionar: ¿Cuándo se volvió débil? ¿Cuándo fue que su corazón se desgarró por completo? ¿Por qué tuvo que aferrarse a una farsa para mantener sus sentimientos de una forma estable? ¿Desde qué punto todo se había vuelto un caos en su vida?
Demasiadas preguntas para pocas o nulas respuestas.
—Y-yo... —Y las lágrimas volvieron a nublar su vista. Las limpió con su antebrazo y frunció el ceño. —¡¡Quiero que protejamos a Mikasa!! ¡¡Ayúdame, Levi!! —imploró.
¿Cómo negarse a hacerlo, si ella era la llave a todos los misterios que rodeaban su vida? ¿Cómo decir que no, si sus sentimientos parecían ser más fuertes de lo que él pensaba? ¿Por qué razón debería dejar abandonado a un hombre que suplicaba terminar con su tortuoso apellido y realidad?
—¿Este eres tú? —Cambió de tono drásticamente, alertando a Eren. —¿Este es el hombre que juró proteger a Mikasa por sí mismo, pasando por encima de su familia y la mafia que los rodea? —Suspiró. —¿¡Este eres tú, el que pretendía salvar a Mikasa de la mierda de esos tipos que sólo buscan aprovecharse de ella!? ¡¡Déjame decirte que eres un imbécil si piensas que llorando arreglarás todo!! —gritó y el joven Jaeger se quedó boquiabierto.
—Prometí... —Su mirada se dirigió al suelo, recordando la sonrisa sincera que Mikasa le regaló en múltiples ocasiones y aquella que anheló tener en su corazón, pero que se lo entregó al hombre frente a él. —Sin importar qué...
—¡¡Hazme el favor de levantarte y pelear!! ¡Y si lo haces, cuidaré tu espalda tal como lo haría con ella! Pero no puedes rendirte ahora, no después de esa puñalada que acaban de darnos, ¿comprendes? —Levi se levantó y estiró su mano para ayudarlo. —Kenny no planeó todo esto en vano. Él quería salvarla, tú también...
—¿Y tú? —preguntó sin rodeos. —¿Qué hay de ti? ¿Por qué lo haces?
El silencio los embargó por unos pocos segundos. En ese instante, las palabras de Eren impactaron en su ser, llevándolo a preguntarse lo mismo que el joven. Si ya no trabajaba como guardaespaldas, ¿cuál era su afán de querer proteger a Mikasa? ¿Era posible que fuera por Kenny? O tal vez...
»—No te preocupes en responder, Levi —Sostuvo su mano y se levantó. Su actitud había cambiado por completo, al igual que su mirada. —. Aquí lo importante es aclarar qué sucedió con las elecciones, qué mierda quiere el hijo de mil puta de mi hermano y-
La risa que salieron de los labios de Levi fue imposible de disimular. Escucharlo tan determinado y con viejas lágrimas que derramó por impotencia lo hacían ver adorable y fuerte. Eren necesitaba un golpe de realidad para regresar al campo de batalla y Levi supo inyectarle el valor que perdió tras esa espantosa llamada.
—Ese eres tú... —Palmeó su hombro y sonrió. —¡Bienvenido a una nueva fase de esta pelea, Eren! —Ambos estrecharon sus manos y las agitaron sutilmente.
—¿Estás preparado para acompañarme a la boca del lobo? No te aseguro que saldremos enteros, pero al menos me aseguraré de que Mikasa no quede involucrada en esta porquería.
—Me prometí a mí mismo que cumpliría con mi objetivo, aunque eso implique ensuciarme con mierda humana —La expresión de asco de Eren se vio reflejado en sus labios fruncidos. —. Aunque esa maldita escoria gane por poder, averiguaré lo que estoy buscando y pagarán muy caro por lo que hicieron...
Tras un suspiro pesado, cargado de emociones que le generaban temor, Eren le entregó las llaves del automóvil a Levi. Ackerman extendió su palma y las recibió, sujetándolos con fuerza. Ambos fruncieron el ceño y asintieron.
—Iremos a la mansión. Ellos nos esperan. Él nos espera...
Y fue así como cedieron al maldito juego de los Jaeger y su ambición. Levi presentía que la verdad sobre su pasado estaba mucho más cerca de revelarse de lo que pensaba y eso lo motivaba para luchar, preparado para enfrentarse a la alta sociedad que escupió en su cara muchas veces.
Era momento de quitarse todas las máscaras.
[...]
Tras manejar varios minutos en silencio, ahogando la rabia de volver a ver a Zeke, asimilar la corrupción en las elecciones y luego enfrentar a los medios con palabras desalentadoras para desprestigiar a Kenny por su pasado, Levi ingresó a la mansión. Apagó el motor y tanto él como Eren bajaron al mismo tiempo.
Esperó a que el joven tomara la delantera y caminó algunos metros detrás de él, observando a quienes se encontrasen a su alrededor. Lo que le parecía demasiado extraño era la ausencia de los empleados de la mansión, pero más precisamente la de Isabel.
—¿Dónde están todos? —murmuró Eren al percatarse de lo mismo que Levi.
Y aquel ambiente cargado de desesperanza no era más que una fachada que podría ser orquestada por el maestro de las mentiras: Zeke Jaeger.
—¡Sea bienvenido, joven Jaeger! —La elegancia de la mujer causaba rechazo en Eren. —¡Por favor, acompáñeme al estudio y luego al comedor! Los señores esperan su llegada.
Levi la observaba de soslayo y notaba una creciente obsecuencia por la familia. Era evidente que su labor se trataba más de admiración, gozo y placer que otras cuestiones.
»—El señor que lo acompaña deberá esperar algunos minutos fuera, pues su padre desea conversar antes en su estudio. —espetó con desdén al mirar a Levi. Él respondió con su mirada más filosa, apuñalando su ser cargado de una aspiración al status social al que jamás llegará.
—Levi... —Eren volteó y frunció el ceño. —¡Espérame en mi habitación, por favor! —Colocó sus manos sobre sus hombros y los apretó con fuerza. El aludido notó su nerviosismo y el mensaje implícito. —Hablaré con mi padre y luego te llamaré.
—A sus órdenes, señor Jaeger. —respondió con respeto y cortesía. La mentira debía ser creíble o todos notarían sus verdaderas intenciones.
Eren soltó a su guardaespaldas y palmeó su pecho. Caminó junto con la mujer que los recibió, dejando atrás a Levi. Mientras miraba cómo el joven y ella subían la escalera, Ackerman llevó una mano hacia su pecho. Su corazón latía descontroladamente y su respiración se tornó muy densa.
Algo no marchaba bien.
Miró a su alrededor y aprovechó que no había ningún empleado dando vueltas para recorrer los sitios donde los dueños de la mansión jamás frecuentaban.
Se dejó guiar por su intuición, potenciado por su estado de alerta desde muy pequeño. Se dirigió hasta el lavadero donde solía encontrarse Isabel y llevó una mano a su frente al darse cuenta que la joven no se encontraba allí.
Cerró su puño y gruñó. Ella no pudo haberse ido de la mansión sin más, sino que algo estaba pasando. Se acercó hasta el lavarropas y golpeó el mueble que se encontraba junto al electrodoméstico. Escuchó el sonido de algo cayendo contra el suelo, captando la atención de Ackerman.
Al mirar hacia el suelo, notó que había una pulsera y un collar con un dije de una mujer con una niña de la mano. Los levantó e inspeccionó a detalle, recordando que ambas pertenecían a Isabel.
—¡¡Maldición!! —espetó y salió del lugar, guardando las pertenencias de la joven en su bolsillo.
Pero antes de retirarse, notó algo más extraño: un mueble mal colocado y, detrás de ella, una puerta escondida. El mal presentimiento se acrecentó pero no dudó un instante en correrlo y abrir la puerta. Con dificultad para evitar llamar la atención, movió apenas lo que obstaculizaba la entrada y cuando creó un espacio donde cupiera, decidió adentrarse.
El hedor era espantoso y Levi comenzó a desesperarse por ello. Sacó su móvil y encendió la pantalla para poder ver mejor en esa densa oscuridad.
Pero lo que sus ojos vieron fueron el inicio de un bucle que lo trasladó a su yo de doce años.
No podía creer que lo que había hallado era, nada más y nada menos, que el cuerpo de Isabel. Al igual que sucedió con Kuchel, la muchacha tenía incrustados varios cuchillos de cocina en su abdomen y un gran charco de sangre seca la rodeaba. Pero lo más impactante era ver cómo las ratas se alimentaban de esas heridas que acabaron con su corta vida.
Con la desesperación en su ser, Levi rompió en llanto y sacó sus pertenencias de los bolsillos. Besó la pulsera y el collar, disculpándose por abandonarla en aquel lugar donde cortaron sus alas, el mismo que le arrebató la esperanza de ver con vida a su madre y que la obligó a trabajar para Zeke.
—E-esto es injusto... —Se acercó hasta ella y acarició lo poco que quedaba de su mejilla. Apretó con fuerza sus accesorios y cerró sus ojos. —¡¡La pagarán muy caro, ya verás!!
Se retiró de ese espantoso escondite, acomodando todo tal como lo habían dejado. Mientras corría el mueble, las náuseas se volvían más intensas y los recuerdos lo atormentaban. La impotencia era desmedida, pues conoció por poco tiempo a la joven pero le tomó cariño. Estaba seguro de que los dueños de la mansión eran los asesinos, ya sea de manera directa o indirecta, siendo cómplices del autor material.
Caminó con prisa hacia el baño auxiliar y se encerró por algunos minutos, aferrado al inodoro con la esperanza de vomitar tras el hallazgo. Llevó una mano hasta su abdomen y arrugó su ropa, ahogando su dolor en hipidos que ocultaba para no mostrarle al resto lo que acababa de encontrar. Debía estar sereno y proteger a Eren. Él estaba en medio de una jauría que podrían devorarlo en cualquier momento, olvidando que su sangre es igual a la de ellos.
Con esa idea en mente, se levantó del suelo y fue hasta el lavabo. Abrió la llave y dejó correr el agua. Lavó sus manos y mojó su rostro para enfocarse en lo que proseguía. Debía prepararse mentalmente para verlos otra vez y descubrir al culpable de toda las desgracias que lo rodeaban.
—Eren, no te dejaré solo. No con esa mierda que tienes como familia...
Respirar profundo, cerrar y abrir sus ojos, mostrar su determinación y salir a enfrentarse a sus enemigos. Sólo así podría encontrar la verdad.
[...]
Algunos minutos más tarde, Eren buscó a Levi para que lo acompañe al comedor. Cuando éste último salió del baño, suspiró.
—Quédate detrás de mí y observa. Si es necesario, huye. —advirtió mientras se detenían en la entrada al comedor.
Escuchó cómo rechinó la puerta al abrirse y la piel de Ackerman se erizó. Las personas allí dentro, vestidas de gala y oliendo a vino fino, los miraron con desconfianza.
Quien se encargó de recibirlos fue el mismo Zeke, quien se mostraba victorioso ante la frustración de su hermano menor.
—¡¡Hermanito!! Estábamos esperando tu llegada... —exclamó con un tono sarcástico que revolvía el estómago de Eren. —¿Dónde está Mikasa?
—Eso no es de tu incumbencia... —El menor de los Jaeger se ubicó junto a la cabecera de la mesa, sitio donde se sentaba su padre.
Levi se paró detrás de Eren guardando sus manos en los bolsillos. Con el rostro fruncido, la ira que corroía su piel, Ackerman miraba de soslayo a los Jaeger.
—Quiero que pruebes el platillo de esta noche, Eren —La mujer que lo acompañó hasta el estudio le acercó un plato de pastas rellenas y salsa blanca. —. Debemos celebrar, ¿Sabes?
Receloso, Eren simplemente se quedó mirando a los ojos de Zeke. Él sonreía con malicia y sus acompañantes comían con mesura ante la tensa conversación. Grisha, por su parte, degustaba su copa de vino tras acabar su cena.
»—Si desconfías, puedo probar un bocado para que veas que no tiene nada extraño. —exclamó Grisha y clavó el tenedor en una de las pastas rellenas. Lo llevó a su boca y luego limpió sus labios, demostrándole que no contenía nada extraño.
Pese a esa demostración, Eren decidió no comer lo que le habían servido. Él simplemente deseaba retirarse y huir con Mikasa, lejos del poder de su familia.
Los ancianos y jóvenes que los acompañaban en la mesa actuaban como mero decorado, pues no hacían más que devorar su comida en silencio, ignorando la conversación de los dueños de la mansión.
—He venido porque...
—¿Quieres saber qué pasó con los votos de Reiss? —interrumpió Zeke, cruzando sus brazos. Él se encontraba sentado delante de su hermano para tener un amplio panorama de sus gestos y expresiones. —Es simple: nadie lo ha votado. Nadie más que ustedes, unos muertos de hambre que piensan que su moral los llevará a la cúspide del poder.
Grisha carraspeó para tomar la palabra. Levi rodaba los ojos sutilmente para no levantar sospechas, pero la rabia lo carcomía por dentro.
—Hijo, tú has elegido a nuestro contrincante y enemigo, ¿eres consciente de que por culpa de él no habíamos podido regresar a nuestra ciudad? —inquirió con tranquilidad.
—El conflicto entre ustedes me da igual. A fin de cuentas, la ambición mueve todos los hilos aquí y bien saben que el dinero manda donde se encuentra —respondió Eren con firmeza. Cruzó sus brazos y apoyó su espalda contra el respaldo de su silla. —. Lo que me trae a esta mansión es Mikasa y sé perfectamente que la tienen vigilada, apuntándole con sus asquerosas armas mientras hablamos aquí.
El corazón de Eren se aceleraba al recordar aquel punto rojo en medio de la frente de Mikasa. Sin embargo, no podía permitir darles el gusto y ceder al miedo de perderla.
—Fui complaciente, lo sé —Zeke volvió a hablar. —. Pero lo que quiero es que tú nos entregues a tu prometida a cambio de que seas perdonado. Sabías que nuestra familia es muy exigente respecto a la lealtad, ¿no?
—¡No lo haré! —Eren se levantó de su asiento abruptamente y Levi se mantuvo en estado de alerta. —¡¡Jamás les entregaré a Mikasa!! ¡¡Antes, prefiero morir que ser incluido en su puta mierda política y sus delitos!! —Golpeó la mesa.
Zeke se levantó y caminó en dirección a su hermano con tranquilidad. Sacó un revólver y apuntó contra Eren. Levi respondió del mismo modo, encolerizado ante la idea de que el mayor de los hermanos ejecutara al menor.
—¿Esta es tu respuesta? ¡Pues, es bueno saberlo! Porque a partir de hoy...
Zeke quitó el seguro de su revólver y continuó apuntando a Eren.
—¡¡Es mi respuesta!! —exclamó con determinación. Estaba listo para enfrentar a la muerte, si era necesario.
Fue entonces cuando Zeke jaló el gatillo y la bala salió. El impacto fue certero, dejando su huella en medio de la frente de su víctima. La sangre desbordaba a su alrededor y la desesperación embargó a Levi al no comprender lo que sus ojos estaban viendo. Peor aún, la serenidad de los demás invitados al ver que un miembro de la familia Jaeger acababa de recibir un balazo que terminó con su vida de manera inmediata.
—¿Ya lo ves? —añadió Zeke, bajando el arma. —Si pude acabar con la miserable vida de nuestro inútil padre, también podré hacerlo con la tuya, Eren.
Impactados, desconcertados y desesperados, Eren y Levi se encontraban en medio de un juego donde los intereses cegaban los lazos. Sin importar cómo, Zeke demostró que su padre valía menos que el poder que acababa de adquirir tras su deceso, heredando la conducción de la ciudad para hacer y deshacer a su antojo.
Una vez más, Levi se cuestionaba si valía la pena seguir hundiéndose en la mierda para hallar al culpable que mató a su madre cuando era pequeño.
Una vez más, se preguntó si debía continuar protegiendo a las personas que se declaraban en contra de la corriente.
Una vez más, la corrupción volvía a ganar una batalla.
