Bueno, allá va el cuarto episodio. Espero que os guste. Es el último capítulo puente, a partir del próximo empieza lo bueno! Espero que no se os hagan muy empalagosos los accesos de melancolía de los personajes... :s Soy de lo más sádica, estoy siempre haciéndoles sufrir xD

Muchísimas gracias por los reviews, me animan mucho :-)

Disclaimer: Naruto no me pertenece


Capítulo 4 – La Ciudad de la Frontera

Tsunade examinó, con el ceño fruncido, los informes de las averiguaciones de sus espías. Los días de paz parecían casi una utopía. La labor de espionaje de los shinobis especializados de Konoha revelaban movimientos dentro de la organización Akatsuki. Al parecer, empezaban a actuar en la Ciudad de la Frontera, alias la Ciudad Sin Ley, y todo parecía indicar que se disponían a invadirla para convertirla en su sede. La Hokage suspiró. En lo referente a Akatsuki había un acuerdo internacional que incluía a la Ciudad de la Frontera, de modo que la Villa Oculta de la Hoja, que había obtenido aquella información, tenía el derecho, casi deber, de mandar shinobis para tratar de vencer a la organización, por difícil que pudiese parecer. Los miembros de la organización eran temidos en las cuatro puntas del continente, pero era de vital importancia detenerlos en su empeño de convertir la Ciudad de la Frontera en su enclave, por la estabilidad del gobierno de los países ninja.

Oír hablar acerca de Akatsuki le trajo a la cabeza a Itachi Uchiha, el criminal más buscado de Konoha. "Donde esté Akatsuki, estará Itachi" se dijo la Godaime. Una intuición de casi dolorosa certeza le aseguró que si no enviaba a Sasuke Uchiha en aquella misión y el chico se enteraba de que su hermano estaba allí, se escaparía para matarlo. Tsunade suspiró. Sentía cómo de repente se le venían los años encima. No podía mandar a Sasuke solo, eso desde luego. Iría con su equipo, o lo que quedaba de él. Aún así, se le antojaba un gran riesgo enviar a dos muchachos y a su maestro a luchar contra la organización Akatsuki al completo, por mucha experiencia y talento que tuviesen.

Finalmente, la Godaime Hokage hizo algunos planes mentalmente y llamó a Shizune. Su discípula apareció en la puerta, solícita, y Tsunade ordenó:

-Manda llamar a Hatake Kakashi, Maito Gai, Sarutobi Asuma y Yuuhi Kurenai. Quiero reunirme con ellos en mi despacho dentro de media hora.

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Hinata miraba atentamente los dedos de los pies, como si fuesen lo más interesante del mundo. A unos metros de distancia, Kiba jugaba con Akamaru, que daba fuertes ladridos, y Shino contemplaba el cielo con expresión ausente. La joven heredera del clan Hyuuga notó que su maestra, la jovial Kurenai, llevaba casi media hora de retraso respecto a la hora en que habían quedado en el parque de Konoha. "La última vez que pasó algo así fue el día siguiente a la desaparición de Sakura... espero que no haya ocurrido nada malo" pensó la muchacha. El recuerdo de Sakura se entrelazó con evocaciones de acontecimientos más recientes. El fracaso de la cena dos noches atrás, la frialdad de Neji. Hinata curvó las cejas, triste. Le había añorado tanto que pensó que moriría, había sido una auténtica tortura el estar lejos de la Villa de la Hoja sin tener noticias suyas... pero más duro aún había sido saber que estaban bajo el mismo techo sin poder verse. Las rígidas normas del clan los habían mantenido separados más de un año, y ella se moría por verle, aunque el reencuentro noches atrás no había sido muy halagüeño. Cuando él la saludó como si ella fuese poco más que una simple conocida, se le cayó el alma a los pies. "¿Por qué, Neji nii-san¿Qué he hecho esta vez para que me odies tanto¿Qué ha sido de lo que logramos juntos, tú y yo...?" preguntas sin respuesta se amontonaban en el cerebro de la kunoichi. Sus ojos se llenaron de lágrimas, presa de la impotencia y un incomprensible sentimiento de culpa. Kiba, que olió el llanto de su compañera de equipo, se acercó a ella y le preguntó amablemente:

-¿Qué te pasa, Hinata¿Te encuentras mal?

-N-no... se me ha me-metido algo en el ojo, nada más –balbució ella a media voz.

El Inuzuka dirigió una sutil mirada a Shino, que se encogió de hombros, como diciendo: "ni tú ni yo podemos hacer nada". Sus dos compañeros la rodearon en silencio, sentándose uno a cada lado de ella. Aunque no comprendían lo que le pasaba, sabían que Hinata se encontraría mejor si se sentía acompañada. La muchacha esbozo una leve sonrisa. La complicidad con sus dos compañeros de equipo era tan fuerte que la animaba a seguir adelante.

-Gracias, chicos...

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Asuma expulsó por la nariz el humo de su séptimo cigarrillo de la mañana mientras saludaba a sus tres alumnos:

-Buenos días

Chouji, con la boca llena de patatas fritas, gruñó algo ininteligible, Shikamaru saludó con la cabeza, aburrido, e Ino respondió vigorosamente:

-¡Buenos días, Asuma-sensei!

Al llegar a su altura, el jounin anunció:

-Tenemos una misión, es bastante importante. Vayamos a un sitio más tranquilo para que os explique.

El grupo se movilizó hasta un bar cercano, en que el maestro pidió una cerveza, Chouji e Ino un par de refrescos y Shikamaru, un té. Los tres chuunins miraron a Asuma, expectantes. Ino le animó a explicar:

-¿Y bien?

El jounin suspiró, dio un sorbo a su bebida y, tras una larga calada, explicó:

-La Godaime Hokage nos ha mandado una misión de rango B.

Silencio.

-¿Y? –Fue la única respuesta de un tranquilo Shikamaru.

-Podría pasar a ser de rango A... todo depende del desarrollo de los acontecimientos. La misión en sí es de espionaje, pero... seguramente las cosas se tuerzan.

-¿A qué te refieres, Asuma-sensei? –Preguntó Ino.

-Lo explicaré con claridad –decidió Asuma, nervioso, mientras aplastaba la humeante colilla en el cenicero-. Sabemos que la organización Akatsuki está empezando a moverse en la Ciudad de la Frontera y que posiblemente intenten conquistarla. Como ya sabréis, la amenaza de Akatsuki es tan grave que los países se han unido contra ella... y como ha sido la Villa Oculta de la Hoja la que ha obtenido esta información, tenemos carta blanca y cobertura internacional para actuar contra ellos fuera de nuestro territorio. Mañana partimos a la Ciudad de la Frontera. Nuestra misión es desvelar los movimientos de Akatsuki y tratar de detenerles¿entendido?

Los tres chuunins observaron a su maestro con los ojos abiertos de par en par. Aquello sí que era una sorpresa. La misión había sido explicada con tanta simplicidad que cualquiera habría jurado que no era más que una inofensiva misión de rango D, pero la simple mención de la organización Akatsuki elevaba la dificultad a las nubes. Esto, unido a la novedad de un viaje a la misteriosa y lejana Ciudad de la Frontera –desdeñada y deseada a partes iguales por todo habitante de los países ninja- hacían de la misión un emocionante suceso aderezado por el morbo del peligro, que quemaba, como brasas constantes, el subconsciente de cualquier shinobi.

-¿Sólo nuestro equipo? –Habló por primera vez Chouji.

-No –respondió Asuma-. También vienen el de Kurenai, el de Gai y el de Kakashi.

-¡Mañana! –Exclamó Ino, emocionada- ¿A qué hora¿Dónde?

-A las siete, en las puertas de la Villa. Será un viaje largo, atajaremos cogiendo un barco para surcar el río. Konoha corre con los gastos de viaje y estancia, pero os recomiendo que llevéis dinero por si surge algún imprevisto –explicó mecánicamente el sensei, encendiendo el octavo cigarro.

-Si Akatsuki ha dejado que los servicios de espionaje consigan semejante información, debe ser una trampa –comentó Shikamaru-. Y es sería bastante problemático.

-¡No seas aguafiestas, Shikamaru! –Respondió la Yamanaka. Demasiadas misiones de rango C, todas ellas bastante aburridas, la habían vuelto más chillona y pesada que de costumbre. Necesitaba salir y oxigenarse un poco.

-Aún no sabemos con seguridad si es una trampa o no –respondió Asuma-. Pero en caso de que lo sea, nuestra misión pasaría a ser la de actuar como cebo para Akatsuki. Eso es ya misión de rango A, así que en previsión de sorpresas desagradables, os recomiendo que no aseguréis en casa que volveréis con vida... al menos de momento.

Los chicos del equipo asintieron. Ino miró al vacío. La imagen de Sakura, borrosa, acudió a sus retinas. Le ocurría a menudo cuando oía las palabras "vida" y "muerte", especialmente desde la desastrosa cena acontecida dos noches atrás. Finalmente, también ella asintió.

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-Entonces¿mañana a las siete en las puertas de la Villa? –Preguntó Tenten a Gai, sólo para asegurarse.

-Así es –respondió éste-. Os recomiendo que antes resolváis cualquier asunto pendiente que os quede en Konoha... por si no regresáis, se entiende.

-Vamos a regresar –espetó Neji, frío.

-¡Por supuesto que sí! –Exclamó Rock Lee, alzando el puño derecho.

-¡Lee, mi aventajado alumno¡Tu viveza y seguridad en tan aciagos momentos me demuestra que en ti arde con furia la llama de la juventud! –Exclamó el jounin, con los ojos llorosos.

Ambos, sensei y alumno, se fundieron en un emocionado abrazo, bajo la perpleja mirada de Tenten y la hastiada de Neji. Esos dos no cambiarían nunca.

Una vez finalizada la emotiva escena, Gai aclaró, colocándose bien el chaleco:

-Por si acaso, yo voy a seguir mi propio consejo, ya que en caso de que vuelva victorioso, sería un engorro tener que preocuparme por ciertos asuntillos. Así que, queridos alumnos, mañana nos vemos, que tengo que pagar la cuenta de este mes en 69 Cuentos de Amor, un bar interesante, pero que no debéis visitar, al menos de momento.

-¡Voy contigo, sensei! –Anunció Lee, con estrellitas en los ojos.

Las dos bestias verdes de Konoha se alejaron calle abajo, haciendo gala de sus idénticos desmanes al caminar. Sendas gotas se deslizaron por las cabezas de Neji y Tenten. El bar al que Gai había hecho referencia, el 69 Cuentos de Amor, era uno de los pubs más populares de la Villa, y los jóvenes chuunins le habían hecho más de una visita. La muchacha dedicó una amable sonrisa a su compañero de equipo y, sin pactarlo, echaron a andar en la dirección contraria. El Hyuuga apreciaba la compañía de Tenten por su sencillez y su admirable perspicacia, a la vez que por su don de gentes: sabía qué decir y cómo a cada persona para tenerles satisfechos. Él no era una excepción: Tenten sabía cuál era el momento preciso para sacar cualquier tema a colación. Y ése era uno de esos momentos.

-Neji... quisiera preguntarte algo.

-Dime –él miraba al frente, decidido.

-Sé que aprecias a Hinata. ¿Por qué eres tan frío con ella?

El Hyuuga gruñó, señalando que la pregunta le resultaba impertinente. Su respuesta fue breve:

-Ella es del Souke y yo soy del Bouke. Más allá de eso, no hay nada.

-Querrás decir que no debería haberlo, pero que lo hay –la chica no se cortó en decirlo. Neji era siempre sincero con ella.

-Soy su siervo –respondió él. Hizo una pausa y prosiguió-, y no me gusta serlo.

-No lo pongo en duda. Aún así, no me engañas. Fuiste un borde la otra noche.

-La cena entera acabó siendo una mierda, y no fue culpa mía.

-Lo fue en parte.

-Bueno, vale, tal vez en parte, pero no del todo –Neji trataba de auto-convencerse para no estallar de ira. Tenten le estaba provocando, y mucho.

-Podías haber sido un poco más amable –volvió al ataque la chuunin.

-Lo fui. Me retiré en el momento justo para que ella entrara. Y a la muy ingenua ni siquiera se le ocurrió activar el byakugan para cerciorarme de que seguía allí.

-Ni que estuvieses orgulloso de lo que pasó.

-Lo estoy en parte. Como miembro del Bouke, es un honor que la heredera del clan se acobarde ante mí.

-Hyuuga Neji, eres el tipo más arrogante, frío, desalmado e hipócrita que he conocido, y te acercas peligrosamente a los niveles de Sasuke, lo cual no es que me agrade, precisamente. Eres un genio, y al mismo tiempo eres un esclavo, por eso estás tan reprimido. Tu propio clan no te ha permitido mostrar tu orgullo, y te contentas con hacer sufrir a Hinata, aunque tengas que mentirte a ti mismo. Porque yo sé que la aprecias. No sé a qué nivel ni de qué manera, pero la aprecias, y eso te está torturando... no soportas la dualidad en tu interior, la confrontación entre odio a un clan y amor a un individuo, y por eso eres tan frío con ella... te odias también a ti mismo... por quererla... y por hacerla sufrir.

-Cállate –la cortó el muchacho. Sus ojos ardían de ira.

Ella aguantó su escrutadora mirada en silencio, sin miedo. Se miraron en silencio unos largos segundos. Finalmente, el Hyuuga dio su brazo a torcer, giró la cabeza y murmuró:

-Me irrita que me conozcas tan bien.

-Somos compañeros –musitó Tenten con dulzura-. Llevamos cuatro años en el mismo equipo, es natural.

Un nuevo silencio se abrió paso entre ellos. De nuevo fue Neji el encargado de romperlo pasados unos minutos:

-Fui un borde, lo reconozco. Pero hay una razón por la que lo fui, y es porque no sé actuar de otra manera.

-Bueno, nunca es tarde para aprender –le animó Tenten suavemente.

-No me metas prisa –gruñó el Hyuuga-. Haré lo que tenga que hacer.

-Eso espero –respondió ella con una sonrisa.

Se miraron de nuevo. La complicidad saltaba a la vista. De repente, Neji sonrió, y Tenten sintió cómo se ruborizaba. Lo que sentía por el nunca había llegado a apagarse, siempre había subyacido un rescoldo de amor, esperando a que el chico lo avivase. Sin embargo, nada de eso ocurrió. El miembro del Bouke sencillamente se giró y se marchó, sin despedirse, sin dar las gracias. Ella se quedó clavada en el mismo sitio, como ausente. Pasados unos instantes, esbozó una sonrisa. "Soñar es gratis..." se dijo, sonriendo para tratar de consolarse a sí misma. Alzando la mirada al azul e infinito cielo, respiró hondo, dispuesta a regresar a la realidad. Girando por una calle perpendicular, se encaminó a su casa.

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Naruto apuraba su tercer tazón de ramen bajo la aburrida mirada de Sasuke. Kakashi había preferido evadirse leyendo, cómo no, su tomo de Icha Icha Paradise. El jounin se había visto obligado a sobornar con comida al Uzumaki, que se había levantado más hiperactivo que de costumbre y, para mantenerle pegado a un asiento sin tener que verse obligado a atarle a él, había optado por la alternativa más eficaz, es decir, conquistarle por el estómago. Así, Kakashi había engordado aún más las cuentas del Ichiraku Ramen invitando a sus dos alumnos a comer, momento en que había aprovechado para explicarles la misión que tenían por delante.

Mientras el sol del mediodía brillaba en lo alto del cielo, Naruto se estiró ante la puerta del Ichiraku Ramen. Kakashi y Sasuke daban gracias por salir al fin de aquel local.

-Uwaaaa¡Qué rico estaba todo! –Exclamó el jinchuuriki-. Lo que más echo de menos cuando estoy de misión es el ramen del Ichiraku Ramen de Konoha.

-Creo que, con todo lo que has comido, les has agotado las reservas de un mes –comentó Sasuke.

Los tres hombres del equipo siete comenzaron a caminar calle abajo. No se dirigían a ningún lugar en concreto, sencillamente paseaban, los tres juntos. Total, a ninguno de ellos les esperaba nadie en casa. Cuando regresaran a sus hogares, sólo el eco de sus propias palabras les devolvería el saludo. La calle estaba desierta a aquellas horas, todo el mundo comía. Las cigarras llenaban el aire con sus cantos. El verano estaba próximo.

Naruto, que había agazapado su cara en el cuello de su chaqueta, estiró el cuello como una tortuga al ver la puerta pintada de verde claro junto a la que brillaba, reluciente pero modesto, el cartel con la leyenda Haruno. El chico-zorro se detuvo. Sus compañeros no tardaron en hacer lo mismo, y tres cabezas masculinas se reprendieron en silencio por volver, aun inconscientemente, hasta allí.

Haruno. Haruno Sakura.

Si el equipo siete era un lienzo, Sakura era el color. Sin embargo, no se habían dado cuenta hasta que había desaparecido, llevándose con ella toda la alegría, dejando a los tres solos, tan solos. Un jounin de amargo pasado. Un adolescente preso de una promesa. Un muchacho repudiado por todos a causa de una bestia. Tres hombres que vivían solos, cada uno en una punta de la Villa, que al abrir la puerta no tenían a nadie. En eso, Sakura había sido diferente. Ella tenía padres. Aunque no tenía hermanos, tenía varios primos repartidos por toda la Villa, a los que adoraba. Tenía su carácter extrovertido, alegre y amable. Y, de alguna manera, ellos la habían tenido a ella. Luego la habían perdido. Todas las risas, los chistes, los gritos y el jolgorio del mundo no podían aliviar la aterradora sensación de la desaparición de Sakura. De la inútil, llorica, débil, exasperante y cargante Sakura. Al desaparecer, se había llevado con ella el color, y ahora el deprimente paisaje era el de tres hombres solos, vacíos y agotados de vivir con el dolor de haberla dejado marchar a cuestas. Sin Sakura, el jounin y sus dos discípulos eran tres rostros grises plasmados en una foto en blanco y negro.

-¡Naruto nii-chan! –La alegre voz de Konohamaru alivió el momento de desaliento de los tres shinobis, pero destrozó la emotividad de la escena.

-¡Hey, Konohamaru! –Saludó el jinchuuriki, volviendo a mostrar su habitual cara risueña.

En tres años, el nieto del Tercer Hokage había cambiado mucho. Llevaba la melena, de color castaño oscuro, en una coleta baja, la bandana con el símbolo de la Villa Oculta de la Hoja al cuello, como Hinata, y llevaba ropa de color azul marino y naranja, los mismos colores que lucía su héroe, Uzumaki Naruto. Esbozó una sonrisa y comentó:

-Ha pasado mucho tiempo desde la última vez¿verdad?

-Pues sí. ¿Dónde andabas metido? –Preguntó el chico-zorro.

-¡En la Academia¡Preparándome para ser genin!

-¡Ohhh! Y dime¿lo has conseguido? –Preguntó Naruto, con tono burlón.

-Tsk¡pues claro que sí! –Respondió un orgulloso Konohamaru.

En aquel momento, un chico llegó corriendo. Apoyándose en sus rodillas, jadeó unos instantes antes de increpar:

-¡Te dije que esperases, Konohamaru!

-Eres muy lento, Jôji...

-Siento decepcionarte, pero lo mío son las cuentas.

El muchacho se sentó en el polvoriento suelo, haciendo caso omiso de los miembros del equipo siete, que a su vez le observaron con interés. El chaval tenía el pelo castaño claro, casi rubio, y lucía un traje negro, rojo y blanco. Llevaba la bandana de Konoha en la frente. Sin saber exactamente por qué, les recordaba a alguien.

En aquel instante se materializó junto a ellos una muchacha. Tendría la misma edad que Konohamaru y su amigo, pero sus afilados rasgos le conferían una expresión más madura. Era de piel clara, larga melena oscura y ojos blancos que revelaban la nobleza del clan del que provenía. Llevaba un traje blanco, inmaculado, atado con un obi negro con bordados también blancos, alrededor del cual llevaba ceñida la bandana de la Villa. Escrutó a los presentes con su blanca mirada y suspiró. Parecía de pocas palabras.

-Bueno, voy a hacer las presentaciones –anunció el nieto de Sandaime-. Naruto nii-chan, éstos son mis compañeros de equipo: Hyuuga Hanabi y Haruno Jôji. Él es Uzumaki Naruto, aquél es Uchiha Sasuke y el de más allá, el del chaleco de jounin, es Hatake Kakashi.

Jôji alzo la barbilla y comentó:

-Creo que ya nos conocemos.

-Es muy posible –respondió Kakashi-. ¿Tienes algún vínculo de sangre con Haruno Sakura?

-Es mi prima. O era... No lo sé –Jôji parecía afligido.

Los integrantes del equipo siete se fijaron en los rasgos del Haruno. Ojos verdes. Esto fue lo primero que llamó su atención.

-Os parecéis –sentenció el Hatake.

-Gracias...

Se hizo un incómodo silencio. De repente, Naruto observó:

-Cada uno lleváis la bandana diferente, pero todos como alguno de nosotros.

Era un comentario estúpido, pero la única voluntad del Uzumaki era acabar con aquel silencio. Detestaba aquel tipo de situaciones.

-¿Ah, sí? –Respondió Jôji desinteresadamente.

-Pues claro –habló por primera vez Hanabi-. Konohamaru-kun la lleva como mi hermana, yo como Yamanaka-san y tú... –hizo un gesto vago con la cabeza hacia Naruto y Sasuke.

Jôji clavó la mirada en el suelo y comentó:

-Yo... llevo la bandana en la frente por consejo de mi prima Sakura –silencio. Los integrantes del equipo siete escuchaban atentamente-. Ella decía... que los chicos están más guapos con la bandana en la frente –alzó la mirada hacia ellos-. Creo que ahora sé por qué lo decía.

Naruto rió, halagado, y una sonrisa orgullosa afloró a los labios de Sasuke. La pelirrosa seguía allí, de una manera o de otra. Hanabi pensó en su primo al escuchar la explicación de su compañero de equipo. Los chicos están más guapos con la bandana en la frente... Definitivamente, Neji era muy, muy guapo. La pequeña de los Hyuuga esbozó una media sonrisa. Al ver su expresión, los dos chuunins no pudieron evitar encontrar un evidente parecido con el genio del Bouke. Finalmente, Sasuke alzó la mirada al cielo para comprobar la posición del sol y anunció:

-Me marcho. Aún tengo cosas que hacer.

-Mañana a las siete en las puertas de la Villa –le recordó Kakashi, de nuevo sumido en la lectura de su Icha Icha Paradise.

-Hmph –fue la única respuesta del Uchiha, interpretable como un "sí".

Mientras el moreno shinobi se alejaba, Konohamaru preguntó:

-Naruto nii-chan¿tenéis una misión?

-¡Sí! Nada menos que en la Ciudad de la Frontera. ¿Qué dices a eso?

-¿A la Ciudad de la Frontera¡Siempre he querido ir allí!

-¡Ha ha ha, lo lograrás cuando seas tan buen ninja como yo, el gran Uzumaki Naruto, futuro Sexto Hokage! –Exclamó el jinchuuriki, señalando al cielo, mientras sonaba una musiquilla épica de fondo.

Jôji soltó una risita, una gota resbaló por la cabeza de Hanabi y Konohamaru secundó al chico-zorro con un emocionado:

-¡Síiii!

Kakashi decidió disolver la concentración a las puertas de los Haruno, cerrando su tomo y anunciando:

-Bueno, Naruto, creo que es hora de que nos vayamos a casa. Mañana nos vemos.

-¡Sí!

Tras despedirse de los genins, cada uno se dirigió en dirección a su casa. El Uzumaki respiró hondo, animado, pensando en la misión más emocionante de su vida, que empezaría justo al día siguiente.


Respuesta a los reviews, en el capítulo 5, pero sólo a los anónimos. A los de los registrados, os responderé de manera personal :-) Para aligerar el spam

Kwatz!