Finalmente, tras una larga ausencia, regreso por aquí n.n

He tardado mucho en actualizar, lo sé y me disculpo por ello. Lo cierto es que he estado bastante ocupada con otros fics que empecé para evadirme de éste, ya que no sabía muy bien cómo llevar este capi... el plan era dividirlo en dos grandes escenas: una dedicada a Ino, Chouji y Kiba y otra a Itachi, Sasuke y Sakura. Lamentablemente, me costó tanto encauzar este capítulo por donde quería que tuve que meter mucha paja para ayudar a que llegaran los momentos culminantes... de manera que los hermanos Uchiha y la pelirrosa tendrán que esperar hasta el capítulo dieciséis. Para todos aquellos que queríais ItaSaku o SasuSaku, de veras que lo siento. Aún así, los fans del KibaIno estáis de enhorabuena... tendrán un gran protagonismo. De la misma manera, al final de este capítulo aparece un personaje bastante querido por los fans... ¿Queréis saber quién es? .¡Leed, leed! xD

Ah, y muchas gracias por los reviews. Lo son todo para mí :-D Ya de paso, he de disculparme si he olvidado responder los reviews de los usuarios registrados en los capítulos 13 y 14. Se me va la pinza mazo, y se me olvida... n.nU

Disclaimer: Naruto no me pertenece


Capítulo 15 – El valor de una mujer

Mientras el equipo integrado por Neji, Rock Lee y Tenten, acompañados por Hinata, se dedicaban a la investigación de la sede del Club del Día del Juicio, el resto de los chuunins de la Villa Oculta de la Hoja no se mantenían ociosos, precisamente.

Un niño se quedó mirando fijamente al enorme Akamaru cuando éste pasó por su lado. Tirando de la falda de su madre, le dijo:

-¡Mira, mamá! .¡Mira qué perro más grande!

La madre asintió, sonriendo con dulzura.

"Demasiado grande..." Ino y Chouji caminaban unos metros por detrás de Kiba y su compañero canino. La muchacha no había consentido en acercarse más al animal, y su compañero de equipo había decidido acompañarla. El Inuzuka, por su parte, había tratado de tomárselo de la mejor de las maneras, pero se sentía inexplicablemente ofendido. No alcanzaba a comprender la razón por la que la chica sentía semejante aprensión por los perros, y de alguna manera, tenía la sensación de que aquella repulsa se extendía a él, que como en una ocasión había bromeado Naruto, empezaba a tener más en común con los perros que con los seres humanos. "¿Es así, Ino? .¿También a mí me odias?"

-Tengo una pregunta –dijo de repente Chouji.

-Tú dirás –la rubia kunoichi miró directamente a su amigo.

-¿Qué ha dicho Shikamaru que tenemos que hacer exactamente?

-Ay, Chouji, te lo he explicado antes. Vamos a ir a la Central Policial de la Ciudad de la Frontera, preguntaremos por Kanehara y le interrogaré de nuevo empleando mi técnica. Tenemos que averiguar más cosas sobre ese tal Hiroyuki.

El Akimichi asintió con la cabeza. Se alegró mentalmente de no tener que realizar demasiado esfuerzo. Alzó la mirada de manera fugaz al cielo y preguntó:

-¿Puedo comprarme una bolsa de patatas?

-¡Chouji! .¡Estamos trabajando! –Protestó la rubia.

-Sí, pero... ¿Y si me da una bajada de tensión¿O un desvanecimiento?

Ino le lanzó una mirada mordaz.

-Tienes reservas de sobra, no te pasará nada.

El rollizo muchacho lanzó una lastimera mirada a su compañera de equipo. La muchacha resopló y finalmente concedió:

-Está bien. Cómprate una bolsa de patatas.

De manera inconcebible para su considerable presencia física, el Akimichi dio un ágil salto que asustó a los viandantes que pasaban por allí. Una gota resbaló por la coronilla de Ino mientras observaba a su compañero abalanzarse sobre un puesto de golosinas cuyo dueño observaba a la mole humana con el rostro desencajado. Kiba, extrañado por el retraso de sus amigos, desandó parte del camino hasta ponerse a la altura de la Yamanaka y preguntó:

-¿Qué pasa?

-Chouji ha ido a comprar patatas fritas.

-¿Era absolutamente imprescindible? –Preguntó el Inuzuka, fastidiado.

-Pregúntaselo a él, verás lo que te responde –suspiró la muchacha. Girándose hacia el chico-perro, preguntó-. ¿Te encuentras bien?

Ella alzó la mano para acariciar su mejilla, pero Kiba apartó la cara, violento. Ino no llegó a ver el leve rubor que se confundía con las marcas rojas de las mejillas del muchacho. La rubia bajó la mirada, afligida. Chouji regresó, zampándose las patatas de cuatro en cuatro, y Kiba se adelantó, dándoles la espalda, de vuelta con Akamaru. Chouji, dándose cuenta de que había interrumpido algo, no quedaba claro si bueno o malo, preguntó:

-¿Es culpa mía?

Ino negó con la cabeza:

-No... no. Lo que pasa es que... yo no sé si...él y yo... podremos, algún día...

El Akimichi masticó en silencio un puñado de patatas y, después de tragar, comentó:

-Me parece que estáis complicando demasiado las cosas, con lo fácil que podría ser todo para vosotros dos.

La rubia lanzó una incrédula mirada a su amigo. ¿Era aquel chico Akimichi Chouji, su despreocupado compañero de equipo?

-¿Tú... crees?

-Claro que sí, mujer. Creo que sólo hay un obstáculo entre vosotros, y es lo tuyo con los perros.

-Lo sé... Quisiera hacer algo al respecto.

-Hum... Ino, no te compliques. Si va a constituir para ti un sacrificio tan grande, es preferible que lo dejes estar.

-Pero Chouji, él a mi me...

-Sé que te gusta –le cortó él-. Se te nota un poco. Pero una relación es cosa de dos, Ino. Hasta Shikamaru sabe eso. Ambas partes interesadas deben poner de su parte.

-Tienes razón, no me cabe la menor duda... pero lo que no sé es si él está interesado.

El chico se encogió de hombros.

-Yo no tengo ciencia infusa, así que no sé.

De repente, Kiba se giró hacia Ino y Chouji y les llamó:

-Bueno, .¿qué? .¿Vamos?

Los dos compañeros del equipo diez se miraron entre ellos. El muchacho se encogió de hombros, de manera que la Yamanaka asintió con la cabeza y emprendieron la marcha a la Central Policial de la Ciudad de la Frontera tras el chico-perro. Ino, insegura, lanzaba eventuales miradas al Akimichi, que optó por dedicarse a sus patatas. Sin duda alguna, resolver los problemas sentimentales ajenos no era lo suyo.

Las enormes puertas de la Central Policial aparecían firmemente cerradas ante los ojos de los tres chuunins. Realizadas en metal, eran tan sólidas que atemorizaban. Los shinobis las miraron durante tres largos minutos, en parte embelesados por su magnificencia y en parte preguntándose cómo podrían atravesarlas, cuando los ladridos de Akamaru les alertaron. Kiba fue tras el perro, dejando a solas a Ino y a Chouji, que se miraron, preguntándose qué habría encontrado el can. El muchacho Inuzuka volvió al largo de un rato, y anunció:

-Hay una garita para un guardia en un acceso lateral, pero está vacía. Da muy mala espina... Tenemos que estar preparados para lo peor.

Los dos shinobis del equipo diez asintieron con la cabeza. Ino alzó la vista a los niveles de ventanas más alto del edificio y observó:

-Las ventanas de arriba no tienen rejas. Deben de ser oficinas. Podemos subir hasta allí corriendo por la pared.

Miró a sus compañeros, esperando una aprobación. La respuesta no se hizo esperar:

-Hai.

Así, los tres chuunins emprendieron el camino por el vertical muro de la Central Policial, seguidos por Akamaru, que no por nada era un perro ninja. Al llegar al último nivel de ventanas, Chouji reventó los cristales de uno de los vanos, permitiendo la entrada a sus compañeros. Comprobaron que la sala a la que habían accedido era un pulcro despacho, con un sencillo juego de mesa y silla metálicas, muy diplomáticas, y una serie de ficheros adosados a una de las paredes. Sobre la mesa reposaban un marco con una fotografía de una pareja contrayendo matrimonio y un vaso lleno de agua hasta la mitad, en que languidecía una flor casi seca. Pero lo más inquietante de la atmósfera era precisamente la tranquilidad, el asfixiante silencio.

-No lo entiendo –murmuró Kiba-. Este edificio debería estar lleno hasta los topes.

-¿Será por esto por lo que llaman a la Ciudad de la Frontera la "Ciudad Sin Ley"? –Se preguntó Chouji en voz alta.

Ino frunció el ceño.

-Aquí está pasando algo. Algo muy grave. Salgamos a buscar a alguien.

La Yamanaka se acercó, resuelta, hacia la puerta. Tenía la mano sobre el pomo cuando Kiba exclamó:

-¡NO!

Tanto la muchacha como el Akimichi se le quedaron mirando, sin comprender muy bien lo que ocurría. A Kiba se le empezaron a subir los colores. Haciéndose el longuis, comenzó a rascarse la nuca mientras tartamudeaba al tratar de explicarse:

-Bueno, es que... verás... esto... puede ser peligroso, Ino... eh... ¡Yo lo haré! –Fue su decidida resolución.

La kunoichi se apartó, dejando paso al Inuzuka, que, muy resuelto, abrió la puerta de par en par y se abalanzó al pasillo, mirando a todos los lados, y llevándose por delante una veintena de normas del sentido común ninja. Chouji e Ino le observaron, con sendas gotas sobre sus cabezas. Al cabo de unos segundos, un sonriente Kiba se volvió hacia sus compañeros:

-Todo en orden. Podéis salir.

A cambio, el chico-perro recibió dos miradas que parecían decir: "tú estás de la olla, tío", más una reprobatoria de Akamaru, que sin duda se preguntaba qué había hecho él para merecer la edad del pavo de su amo.

El pasillo se hallaba completamente vacío, no había ni un alma. Las luces estaban apagadas y las persianas, en su mayoría, bajadas; cualquier viandante pensaría que la Central Policial al completo había optado por tomarse unas vacaciones, olvidándose de los obligados servicios mínimos a la población. No obstante, en los corredores flotaba aún esa sensación ominosa, de agobiante oscuridad, que no podía verse, sino que se sentía. Sencillamente, estaba ahí. Los tres lo notaban con la misma claridad con que sentían cerca a sus compañeros, tanto humanos como caninos. Se colocaron en formación circular, mirando hacia fuera, por lo que pudiera pasar. Sin dejar de escrutar su campo de visión, Chouji preguntó:

-¿Qué hacemos, Ino?

-¿Por qué me preguntas a mí? –Respondió la rubia, tensa.

-Porque eres la encargada de la parte chunga de la misión, y por tanto, la líder –respondió Chouji, esbozando una maliciosa sonrisa-. Aprovéchate, para una vez que los consigues.

A la muchacha no le pasó por alto el tono sarcástico de la voz de su habitualmente apacible compañero de equipo. "Nota mental: suprimir las patatas fritas de la dieta de Chouji durante una semana y arrebatarle todas las bolsas que tenga guardadas, por graciosillo". La muchacha clavó la mirada al frente.

-Bajemos a las celdas. Imagino que estarán abajo del todo. A estas alturas no creo que encontremos a Kanehara, pero por probar no perdemos nada.

Encabezados por Ino (pese a las mudas pero explícitas reticencias de Kiba), el grupo de chuunins comenzó el recorrido en descenso hacia los niveles más recónditos del edificio, aquellos que se hallaban bajo tierra. Fue un largo cuarto de hora de caminata, escrutando de pasada los pasillos desiertos, echando breves vistazos a las oficinas abandonadas, hasta cerciorarse de que realmente no había nadie. Bajaban entre los pisos quinto y cuarto cuando el Inuzuka comentó en voz alta:

-En realidad, esto de que no veamos a nadie tiene una ventaja: así al menos sabemos que no hay nadie muerto.

Ino y Chouji se miraron: aunque las palabras del chico-perro eran muy ciertas, aquel desparpajo que le caracterizaba le restaba a la frase toda la solemnidad que podría haber tenido en boca de algún héroe tipo. Akamaru ladró, animado, como burlándose de su amo, haciendo que éste le lanzara una mirada ofendida, y que Ino diera un salto y se enganchara a la espalda del rollizo Akimichi. Los dos chicos miraron de reojo a la rubia, que se sonrojó y se encogió de hombros, como diciendo: "esto es lo que hay, se siente"

El grupo siguió bajando las escaleras hasta que llegaron a lo que se sería la planta cero, al nivel de las enormes puertas de acero que habían visto desde fuera. Allí el panorama era igualmente desolador por lo solitario y funesto. La Yamanaka resopló. Ya estaba harta de bajar escaleras. Chouji se acercó a un panel informativo que representaba un esquema del edificio, y lo estudió cuidadosamente, brindando un puñado de preciosos minutos a solas a su compañera y a Kiba.

No obstante, los dos chuunins, más apartados, junto a la escalera, no se dirigían la palabra, ni siquiera la mirada. El Inuzuka, abstraído, frotaba la cabeza de Akamaru, que agradecía las atenciones que su amo le dedicaba por primera vez en un par de días. Lo único que había recibido del muchacho hasta aquel momento era ignorancia, comentarios inconexos que apenas reflejaban el cacao mental que tenía y sobre todo, advertencias de que no se acercara a Ino. La kunoichi, por su parte, se mesaba el mechón que le cubría la cara con aire distraído, fingiendo que no pasaba nada en el interior de su corazón con aquel chico que estaba a su lado. Finalmente, la Yamanaka murmuró:

-Oye, Kiba...

Él giró la cabeza hacia ella tan rápido que le dio una contractura en el cuello. Llevándose la mano al músculo dolorido, preguntó:

-¿Qué?

-Yo... esto... verás... –hizo una pausa para bajar tímidamente la mirada y finalmente terminó la frase- yo... lamento que no me gusten los perros.

El Inuzuka se irguió, tenso.

-¡No... no hace falta que te disculpes!

-¡Sí, sí que hace falta! Porque sé... porque yo sé que eso... te... molesta.

Kiba alzó las manos, poniéndose a la defensiva.

-¡Yo nunca he dicho eso! Además, si no te gustan los perros, pues digo yo que por algo será...

Ella negó enérgicamente con la cabeza.

-¡No! .¡He dicho que voy a superarlo y así lo haré!

-Ino...

-¡No trates de contradecirme!

-Pero...

-¡Una promesa es una promesa!

-Escucha...

-¡Una mujer ha de hacerse valer en este mundo machista!

El muchacho optó por darse por vencido. No se podía discutir con la abanderada del feminismo.

-...De acuerdo.

En ese momento, Chouji llegó junto a ellos y anunció:

-Hay dos pisos de celdas. Kanehara debe estar en el de más abajo. ¿Vamos?

Kiba e Ino asintieron con la cabeza y siguieron bajando por la escalera. Can y amo se adelantaron, dejando rezagados a los dos chuunins del equipo diez, momento en que Chouji aprovechó para sisear:

-Vaya pollo le has montado al pobre Kiba.

La Yamanaka se sonrojó.

-Es que a veces me exalto, ya me conoces.

El chico puso los ojos en blanco.

-A veces me doy cuenta de que Shikamaru y yo tenemos más paciencia que todos los santos juntos... porque para aguantarte desde los doce años, hay que tener más que ganas, Ino.

La rubia hizo un mohín, y se disponía a soltar una imprecación cuando Akamaru se detuvo en seco, olisqueó el enrarecido aire del piso más inferior de celdas y, asentándose sobre sus cuartos traseros, emitió un sonoro y lastimero aullido. La muchacha se encaramó de nuevo, asustada, en la espalda del Akimichi, mientras Kiba olisqueaba el aire como antes había hecho su canino amigo y finalmente masculló:

-Oh, mierda.

Dicho esto, echó a correr hacia la puerta de la sección de las celdas, seguido por sus compañeros del equipo diez. La estremecedora visión que descubrieron al otro lado les congeló la sangre en las venas.

En medio del pasillo de las celdas yacían, desordenados y mutilados, los cadáveres de una docena de policías de la Ciudad de la Frontera, y su sangre encharcaba todo el espacio. Un par de delincuentes encarcelados habían sido cruelmente asesinados también, y el hedor a podredumbre de sus vísceras, esparcidas por las paredes de sus prisiones, comenzaba a inundar el aire del nivel bajo tierra. Ante la truculenta visión, los chuunins de Konoha se quedaron inmóviles durante varios minutos. Ino fue la primera en reaccionar, al cubrirse la boca con las manos y cerrar los ojos con fuerza.

-Ino, .¿qué te pasa? –Preguntó Chouji, alarmado.

-Creo que voy a vomitar... –susurró dificultosamente. Estaba pálida como la cera.

El Akimichi y Kiba intercambiaron una mirada.

-Llévala arriba –ordenó el primero.

-¡No! –Negó ella, vehemente, aunque su rostro seguía surcado por gotas de sudor frío-. Tengo que... cumplir con mi misión...

-Pero Ino... así no puedes estar... –trató de hacerla entrar en razón el Inuzuka.

-Estaré bien... –respondió ella, entre náuseas- sólo necesito acostumbrarme al olor. Sólo eso –una violenta arcada la hizo callar.

-Buscaré a Kanehara. No os mováis de aquí –fue la orden de Chouji.

El chico-perro asintió con la cabeza, mientras asía a Ino de la cintura. Una vez estuvieron a solas, le preguntó:

-¿Quieres sentarte?

Ella negó con la cabeza, pero las laxas piernas de la muchacha decían todo lo contrario. Contradiciéndola, la sentó, apoyándola en la pared. Acto seguido, se giró hacia Akamaru y le ordenó que fuese tras Chouji, para contarle los detalles. Así, los dos chuunins se quedaron completamente solos. La Yamanaka no fue capaz de articular palabra hasta instantes más tarde, en que comentó:

-Soy patética. Alardeando de que podría superar mi temor a los perros... y mira cómo me pongo sólo por ver a unos cuantos muertos.

-Son bastantes, Ino, y además apestan. Es una impresión muy fuerte –respondió Kiba, escogiendo cuidadosamente las palabras para no ofenderla.

-Pero a vosotros... a vosotros no os ha pasado nada.

-Bueno, esto... También a nosotros nos ha resultado desagradable, pero... nos hemos contenido. Sería bastante malo que anduviéramos los cuatro vomitando por las esquinas, .¿no te parece?

La kunoichi asintió lánguidamente con la cabeza. Suspiró y preguntó:

-¿Akamaru... está enfadado conmigo?

El chico abrió sus rasgados ojos de par en par.

-¿Akamaru? .¡No!

-¿Y... tú?

Kiba la miró a los ojos. La mirada de ella reflejaba cansancio físico, pero también preocupación y ganas de saber. Él, nervioso, negó enérgicamente con la cabeza.

-¿...Seguro? –Insistió Ino.

-¡Claro!

Se miraron en silencio. Curiosamente, aunque la situación era deplorable, ambos se sentían bien. Una de las manos de Ino buscó la de Kiba, y sus dedos se entrelazaron. El muchacho miró alternativamente las manos entrelazadas y la tierna mirada de la chica. Se dio cuenta de que no tenía ni idea de qué hacer. Volvió a mirarla a los ojos y optó por preguntar. No obstante, apenas había despegado los labios para hacerlo cuando la impaciente voz de la Yamanaka preguntó, con un tono más agudo de lo habitual, sin duda a causa de los nervios:

-¿Piensas besarme de una vez o qué?

Un sumiso Kiba asintió, nervioso, con la cabeza, y cambió de postura para arrodillarse junto a la chica, que le miraba directamente, con el entrecejo ligeramente fruncido, aunque un suave rubor en sus mejillas anunciara, afortunadamente para Kiba, que tampoco las cosas eran tan sencillas para ella. Temblando como una hoja, el chico aproximó su rostro al de Ino, lento como una tarde de aburrimiento, hasta que, cuando se encontraba a escasos centímetros, de golpe, juntó sus labios con los de ella y de repente, pareció que el mundo se hubiera detenido. Ninguno de los dos se movió ni un centímetro, estaban más quietos que estatuas de sal, y sus bocas, unidas tímidamente, no revelaban el acusado nerviosismo de ambos. De repente, la muchacha alzó la mano derecha y la apoyó en la nuca del chico, y el gesto fue como una chispa: Kiba profundizó en el beso, apasionado e incitado por la tierna caricia de la rubia en la parte trasera del cuello. Descubrió así que le excitaba terriblemente que le tocaran en ese lugar. Olvidaron el lugar en que se encontraban, el hedor a muerte que les rodeaba y la misión que debían cumplir, y lo único que sentían como auténtico era la cercanía del otro.

-Ejem, ejem... ¿Os importa si os interrumpo?

El Inuzuka se apartó de la chica dando un respingo. Las mejillas de ambos se cubrieron de un intenso rubor, mientras Chouji les miraba de manera acusadora. Akamaru, asentado a su lado, movía el rabo, animado.

-Ehm... Esto... ¿Qué has descubierto, Chouji? –Preguntó Ino, escurriendo el bulto.

El muchacho frunció el ceño y respondió:

-Kanehara está muerto.

Los dos chuunins clavaron sus miradas en el suelo, compungidos. Ino se sintió repentinamente culpable: aunque ella encabezaba la misión original y su papel debía haber sido el más importante, se había dedicado a besarse con Kiba mientras Chouji hacía el trabajo sucio. La muchacha se puso en pie, lánguida.

-¿Adónde vas? –Preguntó el Akimichi.

-A verlo –respondió ella, fingiendo aplomo-. A ver el cadáver de Kanehara.

-¿No te lo crees sólo con que te lo diga?

-Sí, pero...

-No seas tonta y no entres. No lo soportarías, es realmente truculento.

Ino se revolvió, incómoda. En realidad, no le hacía ninguna gracia presenciar el cadáver del aliado de Akatsuki, y le aliviaba que Chouji tratara de disuadirla. Cedió sin demasiada presión:

-...De acuerdo.

-Chouji, .¿has encontrado alguna pista acerca del autor de esta masacre? –Habló por primera vez Kiba.

El Akimichi negó con la cabeza. No obstante, Akamaru gruñó, de manera que el chico-perro le dedicó el cien por cien de su atención. El can se comunicó con su amo con una serie de cortos ladridos, gruñidos y diversos movimientos toscos debido a su gran volumen, y al terminar, Kiba anunció en voz alta:

-Dice que ahí dentro hay un olor que se está desvaneciendo, ya que su fuente se ha esfumado. Olor a pescado –esbozó una sonrisa maliciosa.

Sus compañeros no tardaron en comprender.

-¿Hoshigaki... Kisame? –Preguntó Chouji.

El Inuzuka asintió con la cabeza. Acto seguido agregó:

-Akamaru dice que no sólo es el olor. Que la sangre del suelo está aguada... hay restos de técnicas del elemento agua. Esa gente ha muerto sufriendo mucho.

-Akatsuki quiso callar a Kanehara... y lo han conseguido –siseó Chouji.

-Tenemos que contárselo a Shikamaru –anunció Ino, poniéndose en pie.

Los dos chicos asintieron con la cabeza. Rápidamente, tres pares de manos ejecutaron una serie de sellos para llevar a cabo la técnica que les permitió trasladarse directamente al exterior del edificio. Una vez fuera, lo primero que hicieron fue tomar sendas bocanadas de aire. Si bien el oxígeno de la Ciudad de la Frontera no era precisamente el más puro del mundo, se agradecía después de tanto tiempo metidos en aquel mugriento sótano. Más repuestos, enfilaron calle abajo, dirección a su centro de reuniones, Fuyu no Hana. Por el camino se encontraron nada menos que con Temari y Kankurô, que caminaban en esa misma dirección. Tras un breve pero claro intercambio de miradas hostiles entre las dos chicas, Los dos grupos se unieron en su camino hacia la cafetería de Itachi. Chouji se dedicó a poner al corriente de los acontecimientos a Kankurô, con Kiba de oyente, mientras Ino y Temari escuchaban, algo más atrás. Al cabo de un rato, la chica de la Arena comentó, en voz baja:

-Sé que has estado con Shikamaru esta mañana.

Ino se encogió de hombros.

-¿Y? Es mi compañero de equipo, es natural que esté con él.

Temari le lanzó una iracunda mirada.

-No te hagas la inocente, porque sé perfectamente que no lo eres. Espero, por tu bien, que no le hayas enredado interponiéndote entre nosotros...

-Eres una paranoica, Temari, además de una cotilla. Shikamaru no es sólo mi compañero de equipo: también es uno de mis mejores amigos, probablemente el mejor de todos dentro de su estúpido género sexual. ¿Acaso crees que iba a arriesgarme a perder mi buena relación con él? No sé tú, pero yo no soy tan estúpida.

Las dos adolescentes se miraron con odio. La enemistad se palpaba en el ambiente. Temari resopló.

-No tengo por qué creerte, pero le creeré a él si lo que me cuenta concuerda con lo que me has contado tú. Aún así, que sepas que sigues sin caerme bien, Yamanaka.

-Qué coño, tú tampoco me caes bien a mí. ¿Acaso he demostrado lo contrario?

A esas alturas, las dos kunoichis se habían detenido y afrontado directamente. La mano de Temari reposaba sobre su enorme abanico, dispuesta a atacar. Los ojos azules de Ino se clavaban, impasibles, sobre los de su contrincante.

-Más te vale no desafiarme, pija repelente, o no saldrás bien parada –advirtió la kunoichi de Suna.

-Ju... si lo que quieres es insultar... yo tengo unos cuantos insultos que te irán como anillo al dedo. ¡Después de todo, sólo eres un travestón pederasta!

Las miradas de los viandantes se clavaron en la corpulenta Temari, que enrojeció de vergüenza primero y de indignación después.

-¿Travestón... pederasta?

-¡Así es! .¿O he de recordarte que Shikamaru tiene quince años y que tú tienes dieciocho? Eres patética.

La kunoichi de la Arena se desenganchó de la espalda el abanico y lo desplegó, aullando:

-¡Voy a hacerte pedazos!

En aquel momento, una lúgubre voz sentenció:

-Quieta.

Los ojos de los cinco shinobis (el resto de la gente había salido huyendo despavorida) se centraron en el extremo de la calle por el que habían venido, en el que se recortaba la silueta de un muchacho no muy alto, apocado, de cabello rojo oscuro y ojos enmarcados en profundo negro, que lucía el kanji del "amor" en la frente y que cargaba con una pesada tinaja a su espalda. Temari palideció, Ino retrocedió unos pasos.

-Gaara... –murmuró la hermana mayor del susodicho.

El muchacho empezó a caminar, mientras la arena formaba remolinos a sus pies. Ino notó que temblaba. El actual Kazekage inspiraba respeto, desde niño. Al llegar a la altura de las dos chicas, se giró con parsimonia hacia Temari y murmuró, con su bajo y siniestro tono de voz:

-Eres demasiado impulsiva, Temari –sin esperar la reacción de ella, volvió su cabeza hacia Ino, que empezó a temblar, y dijo-. Por un lado, te pido disculpas por la reacción de mi hermana contra ti. Por el otro, si vuelves a insultarla, te mataré.

Ino asintió con su trémula cabeza. Acto seguido, Gaara se giró hacia los tres chicos, uno de ellos hermano suyo, que habían contemplado la llegada del pelirrojo en el más absoluto silencio, y anunció:

-Llevadme hasta vuestros superiores. He recibido ciertas noticias de lo que está pasando con Akatsuki y soy consciente de que estáis metidos en un problema considerable. Sé que los bijuus son parte de ello, por eso quiero colaborar.

Los shinobis de Konoha se miraron entre sí, claramente anonadados. Al parecer, Gaara había cambiado bastante desde que lo vieron por última vez. Finalmente, Chouji fue quien anunció:

-Nos dirigíamos a nuestro lugar de reuniones ahora mismo. ¿Vienes?

El Kazekage, en vez de responder, comenzó a andar hasta ponerse a la altura de su hermano, y al hacerlo, todo el grupo volvió a ponerse en movimiento. Tras unos instantes de silencio, Gaara preguntó:

-Y... ¿Cómo salió a la luz todo el plan de Akatsuki?

Kiba se hundió las manos en los bolsillos, meditabundo. Había mucho que contar, y no sabía por dónde empezar exactamente, de manera que optó por la rama emotiva de la historia:

-Verás, hace tres, años, una chica llamada Haruno Sakura desapareció misteriosamente de la Villa Oculta de la Hoja...


C'est fini! Al menos por ahora... ¿Os ha gustado? Espero que sí... :s Dejad reviews, espero vuestras opiniones ;-)

Ahora, allá van las respuestas a los reviews anónimos:

Silvery: La verdad es que con Neji y Hinata me estoy tomando las cosas con muuucha calma (¿demasiada quizás?), ya que me parece que tal y como son los dos, la impulsividad brilla por su ausencia... xD Respecto a la plantilla de Akatsuki, como puedes ver, cada vez aparecen más por aquí... se cuece algo muy gordo, ne? Espero que te haya gustado este capítulo n.n

shiho-Haibara: Al final no ha habido ItaSaku ni nada, gomen... de hecho a los Uchiha ni se les ha visto el pelo... Pero no sufras, que en el próximo capi ya les toca, y va a ser intenso ;-) que se lo merecen. Aún así, espero que te guste el capítulo 15 (que, por cierto, es uno de mis números favoritos)

caveli: Vaya, me honra que te guste mi NejiHina n.n La verdad es que no ha habido SasuSaku en este capítulo... lo siento T.T En el capi 16, prometido!

Arbol de Cerezo: Síiii, escenas de celos! No sé exactamente cuántas ni dónde, pero haberlas, las habrá. Y bueno, aquí no hay SasuSaku... de nuevo... pero lo habrá T.T Puedes estar segura ;-)

arashipotter: .¡Sí! .¡SasuSaku 4 ever! xD Son los mejores. Bueno, tal y como preguntas, tienes razón: a Hinata ya no le gusta Naruto. Me he subido al carro de los escritores de NejiHina, decimos que Hinata no estaba enamorada de Naruto, tansólo le admiraba... xD En fin, no ha habido ItaSakuSasu en este capi, pero lo habrá en el próximo n.n

Aguz: Bueno, me alegra que te guste este mi fic n.n SasuSaku... en el próximo capítulo, aunque más bien será ItaSakuSasu :-P

sccmar: Bueno, en este capi tampoco salieron Sasuke ni Sakura... Pero espero que te haya gustado igualmente n.n

andriu: La verdad es que tus reviews son de lo más divertidos, me lo paso muy bien leyéndolos :-) Bueno, aunque los nenes Uchiha no han salido en este capítulo, espero que te guste de todas formas... Y respecto a Sasori, sí que aparece en el manga y Sakura acaba con él, pero has de tener en cuenta que lo que desarrolla el manga no tiene nada que ver (hablo de la trama a partir del capítulo 245, la llamada "Segunda Parte"), así que Sasori-kun está vivito y coleando... ¿Por cuánto tiempo? ;-)

Muchas gracias a todos n.n

Kwatz!