Hello everyone!

Bueno, no os quejaréis, que me parece que esta vez he tardado bastante poco (comparado con capítulos anteriores), lo cierto es que estaba bastante inspirada... la última parte la escribí después de ver en el cine V de Vendetta, película que por cierto os recomiendo... hay un pequeño homenaje a ella, casi imperceptible :-P En fin, espero que os guste este capi n.n

Por cierto, en el próximo capítulo subiré el rating a M :-) Tenedlo presente

Muchísimas gracias, una vez más, por vuestros reviews n.n Me animan mucho a seguir

Y ahora, .¡a leer!

Disclaimer: Naruto no me pertenece


Capítulo 17 – Noctámbulos

Llovía. Había comenzado a chispear poco antes del atardecer, y las nubes habían tapado la vista de un hermoso ocaso. Así, habían empezado a descargar agua y ya no habían parado. La noche era lluviosa, húmeda y algo deprimente.

Los ninjas de Konoha y de Suna se parapetaban en el pequeño hostal, aburridos, planeando diferentes maneras de matar el tiempo. Aún era temprano para irse a la cama. Temari, tras ocupar la ducha de su cuarto de baño durante hora y cuarto, para desesperación de Kankurô, que tenía la urgente necesidad de vaciar su vejiga, y hasta ese momento se había dedicado a dar paseos nerviosos por el pasillo, ya que antes los había estado dando en la habitación, hasta que un hastiado Gaara le dijo que como no se estuviera quieto, se iba a quedar sin vejiga que vaciar, y sin anestesia. Por suerte para el mediano de los hermanos de la Arena, Temari abandonó el cuarto de baño con intención de no pisar el dormitorio en unas horas. Aquello no le pasó inadvertido al jinchuuriki, que preguntó, con tono acusador:

-¿Dónde vas?

La kunoichi se detuvo en seco. Ya tenía asumido que lo suyo con Shikamaru era de dominio público, de manera que pensaba que Gaara lo sabría... Así que no se había preocupado en pensar cómo se lo diría, ni cómo reaccionaría él. Tragó saliva. Estaba nerviosa.

-Voy a... a ver a un amigo.

El Kazekage alzó una ceja. Un amigo...

-¿Quién es?

-Pues... es... Shikamaru Nara. Ya le conoces.

Gaara miró a un lado, pensativo, haciendo memoria.

-Ah, ya sé. El que luchó contra ti en aquel examen de chuunin. El de las sombras.

-Sí, ése es.

El muchacho clavó sus clarísimos ojos verdes, tal vez más claros por el efecto del marco negro que los rodeaba, en su hermana mayor.

-¿Estás liada con él?

-Gaara...

-Contesta.

Temari bajó la mirada, avergonzada. Se sentía como un niño al que han pillado haciendo una travesura.

-Pues... sí... –respondió, con un hilo de voz.

Los ojos del Kazekage taladraban a la joven. Temari comenzó a sudar a causa de la presión, y Gaara resopló.

-Puede que... tenga que decirle un par de cosas a ese tipo.

-Gaara...

En ese momento, Kankurô salió del cuarto de baño subiéndose la bragueta, totalmente ajeno a la conversación que mantenían sus hermanos. No obstante, la pesadez de la atmósfera no le pasó desapercibida, y se quedó clavado en medio del dormitorio, mirando alternativamente a Gaara y a Temari, hasta que el jinchuuriki se giró hacia él y le preguntó, glacial:

-¿Tú sabías lo de Temari y ese Nara?

El mediano de los hermanos se quedó helado, sin saber bien qué responder. Un "no" sería una mentira estúpida, porque la verdad saldría a la luz rápidamente, y a Gaara le sentaba fatal que le mintieran, pero un "sí" equivalía a que se lo habían estado ocultando... Kankurô dudó y dudó, hasta que la mirada apremiante de su hermano pequeño le obligó a responder:

-Sí. Sí, lo sabía –al ver la crispada expresión del jinchuuriki, el marionetista se apresuró a añadir-. Pero bueno, es que todos lo sabíamos. Quiero decir, que era tan obvio que dábamos por hecho que lo sabrías... o que te darías cuenta nada más llegar.

Gaara alzó una inexistente ceja.

-Llevo aquí menos de doce horas. Si ni me he cruzado con el susodicho, .¿cómo demonios pretendíais que lo supiera? .¿Mediante ciencia infusa? Joder, que soy Kazekage, no adivino.

Los hermanos del shinobi retrocedieron instintivamente un par de pasos. Aun pacífico, el pelirrojo resultaba temible... y estaba a punto de perder esa paz.

-Ga-Gaara... no te enfades –suplicó Temari-. Te aseguro que... ha surgido durante este viaje. Antes... antes no había nada. ¡Créeme, por favor! –El jinchuuriki clavó sus acuosos ojos en su hermana-. Shikamaru... me gustaba desde hacía mucho y yo, por fin, yo... Entiéndeme, Gaara, trata de comprenderme.

Se hizo un silencio sepulcral en el dormitorio, en que se oía con claridad el bullir inquieto de la arena que guardaba el shinobi en su tinaja.

-Hermana... –murmuró el pelirrojo- Lo... ¿Lo amas?

La kunoichi asintió con la cabeza, para después alzar valientemente sus grises ojos hacia su hermano pequeño. Se sorprendió al encontrar en los de él un punto de miedo, un leve brillo de tristeza. Temari no tardó en comprender. Acercándose al Kazekage, le rodeó los hombros con los brazos y murmuró:

-Nadie me va a separar de ti.

Gaara cerró los ojos con fuerza. Hacía años que las lágrimas no asomaban a sus ojos, pero por suerte aquella vez no fueron necesarias para que el globo de congoja que se agolpaba en su pecho se desinflara lentamente.

-Espero que él te quiera mucho –respondió, sencillamente.

-La quiere –dijo Kankurô, sonriendo aliviado-. Te aseguro que la quiere.

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Kiba observó, muy serio, la puerta de la habitación que compartían Ino y Tenten, aquella puerta que conocía tan bien. Carraspeó, algo tenso, y se rascó la parte trasera de la cabeza. Aunque se había besado con Ino y más o menos se había declarado, aquella puerta le seguía inspirando el mismo respeto. No obstante, quería volver a verla. Aún tenían mucho de que hablar... y tenían toda una noche por delante para hacerlo. Tragándose su miedo, dio el paso y llamó con los nudillos.

Ino llevaba toda la tarde esperando aquella llamada en la puerta, y saltó de la cama al oírlo. Sin dar oportunidad a su compañera de habitación de moverse ni un milímetro, la rubia se abalanzó a la puerta y la abrió como si le fuera la vida en ello, resollando a causa de los alborotados latidos de su corazón. El chico se quedó bastante anonadado al ver las arreboladas mejillas de Ino, que esbozó una sonrisa y murmuró:

-Tenía... tantas ganas de volver a verte...

El Inuzuka se ruborizó y respondió, avergonzado:

-Jo, Ino... se supone que esas cosas las dice el chico... Qué vergüenza.

Ella se encogió de hombros, riendo quedamente. Acto seguido, se miraron en silencio, sin saber muy bien qué decirse, hasta que Kiba propuso:

-¿Te apetece dar una vuelta?

-¿Dónde? Si está lloviendo –respondió la Yamanaka.

-Pues... –el chico-perro miró al techo. Quería estar con Ino, le daba igual lo que hicieran- no sé, aunque sea por aquí por los pasillos. Mejor que oxidarse en la habitación...

La kunoichi rió y acto seguido echó una ojeada al interior del dormitorio. Tenten leía una revista tumbada en la cama. Se preguntó si le importaría que la dejara sola. En ese momento, la chica alzó la mirada y sonrió a Ino. La rubia no tardó en comprender, y le devolvió la sonrisa. Acto seguido cerró la puerta tras de sí, y se situó a la altura de Kiba para comenzar a caminar junto a él.

Los minutos transcurrían, lentos, tranquilos, mientras la pareja recorría los pasillos del pequeño hostal. Era un edificio pequeño, de manera que a las tres vueltas a lo largo de los cuatro pisos que lo conformaban, el Inuzuka confesó:

-Debemos parecer un par de idiotas.

La chica rió:

-Es muy posible.

-¿Te apetece... sentarte en el borde del patio? Así estaremos tranquilos y no nos mojaremos.

Ino asintió con la cabeza. Así, los dos chuunins dirigieron sus pasos al patio, el mismo del que días atrás Hinata y Neji habían comentado su extraña belleza. Se sentaron en los escalones de madera, contemplando cómo las gotas de lluvia se estrellaban en la superficie del lago, convirtiéndola en una chispeante masa oscura, que brillaba por el efecto de las lámparas del pasillo. Una encargada del hostal comenzó a poner unos shoji a lo largo de la parte descubierta del pasillo, para evitar que éste se mojase y preservar el calor. Los dos ninjas de Konoha contemplaron en silencio su operación, hasta que, al terminar, dejó uno apoyado en el que estaba al lado de donde ellos se encontraban y les pidió:

-¿Me haríais el favor de colocarlo donde vosotros estáis cuando os vayáis?

Ino asintió con la cabeza a la vez que Kiba respondía:

-Claro.

Una vez la empleada se hubo marchado, los dos chuunins se volvieron a quedar a solas, contemplando en silencio el jardín bajo la lluvia nocturna, aunque en realidad no veían más allá de dos metros ante ellos, puesto que los shoji amortiguaban las luces del pasillo. Finalmente, Kiba alzó la mirada al cielo durante unos segundos, suspiró y preguntó:

-Oye... Ino... ¿Te puedo preguntar una cosa? –Ella asintió con la cabeza, con aire distraído-. Aunque... lo mismo te molestas...

-Prueba a ver –le retó la rubia, esbozando una maliciosa sonrisa.

El Inuzuka tragó saliva, y finalmente formuló:

-¿Por qué te dan miedo los perros?

La kunoichi dio un respingo y le miró directamente. Kiba le devolvió la mirada de reojo, enterró la cabeza entre los brazos y finalmente se disculpó:

-Argh, lo siento, no quería soltarlo tan a lo bestia. Yo sólo...

-Lo sé –le cortó Ino. Miró al frente, ausente-. Supongo que... siendo tú un Inuzuka, tendría que contártelo algún día.

-No... no hace falta que me lo cuentes si no quieres.

La chica negó enérgicamente con la cabeza.

-Tengo... tengo que decírtelo. Tú me gustas... me gustas mucho, y te mereces saberlo, aunque... me dé mucha vergüenza.

Kiba la miró, interrogante. La voz le salió levemente ronca al preguntar:

-¿Y por qué te da vergüenza?

La Yamanaka suspiró y esbozó una sonrisa afectada.

-Es una historia que no pega conmigo.

-¿En que sentido?

Ino se abstuvo de responder, lo que provocó que el Inuzuka le mirara con más curiosidad. Finalmente, comenzó a explicar:

-Una vez, cuando tenía cinco años... vinieron a vernos mis tíos, que traían consigo su perro... no recuerdo la raza, sólo sé que a mis ojos era un mastodonte alucinante. Esto... ocurrió hace mucho tiempo, .¿sabes? No recuerdo con exactitud los detalles... sólo que estaba jugando en el jardín de mi casa cuando de repente el perro de mis tíos se abalanzó sobre mí... y empezó a morderme y a arañarme. Cerré los ojos, tenía mucho miedo. Ni siquiera podía gritar, tal era el pánico que sentía. Entonces... sentí un dolor muy agudo, tanto que pensé que me estaba rompiendo a pedazos. Abrí los ojos para mirarme... y... y... –Ino se estrechó el estómago con los brazos- en el lugar donde antes había estado mi pierna derecha, sólo había un... –cerró los ojos con fuerza- un amasijo de carne ensangrentada. En ese momento... reaccioné y bueno... grité.

La kunoichi hizo una pausa. Sus ojos se habían humedecido. Kiba, que no le había quitado el ojo de encima en toda la historia, le tomó de la mano con ternura. Ella le miró, hizo un esfuerzo por sonreír y continuó:

-Mis padres y mis tíos me oyeron... y vinieron y sujetaron al perro antes de que se me abalanzara a la cara. Mi padre me cogió en brazos y me llevó al hospital de Konoha... Yo estaba medio inconsciente, sólo recuerdo que mi madre y mi tía lloraban... y que mi padre me pedía que no me durmiera, que mantuviese los ojos abiertos como pudiera... A partir de ese instante... –la voz se le quebró y tuvo que callar unos instantes- sólo recuerdo fragmentos... y mucho dolor. La doctora dijo... que... era posible que perdiera la pierna.

Los dedos de Ino acariciaron la suave piel de su propia pierna. Una lágrima había resbalado por su mejilla. Empezó a temblar. Se dispuso a seguir hablando, cuando el Inuzuka la detuvo:

-Basta. Es suficiente, Ino.

Ella sacudió la cabeza.

-Pero... –hipó.

-Lo he entendido. Tranquila, lo he entendido –la abrazó con ternura.

Ella empezó a llorar suavemente, sin hacer ruido. Aquella imagen de la Yamanaka contrastaba vivamente con su habitual faceta gritona y pesada. El chico-perro la estrechó más entre sus brazos. No deseaba soltarla. Ino enterró el rostro en el chaquetón de Kiba, hundiéndose en aquella dulce y cálida complicidad que le rodeaba, que parecía haberles unido. Quería dejar de tener miedo a los perros... Quería superarlo, pero el pánico de años atrás la superaba.

El Inuzuka casi se había dormido sosteniendo entre sus brazos a la rubia, mecido por el repiqueteo de la lluvia, el aroma floral del cabello de la chica y la densidad de su abrazo. Tal vez fue ésa la razón por la que no se percató de una tercera presencia en el pasillo que ocupaban. Una sombra cayó sobre él, y al alzar la mirada se encontró cara a cara con el habitualmente amuermado semblante de Shikamaru, que para variar les miraba enarcando una ceja, en actitud sospechosa. El chico-perro devolvió al primer chuunin de su promoción, preguntándose qué mosca le había picado. La actitud de Ino de alzar la cabeza y sonreír forzadamente al superdotado respondió a la muda pregunta de Kiba.

-Tsk... ¿Se os ha quedado pequeña la habitación? –Preguntó un displicente Shikamaru, chasqueando la lengua.

La Yamanaka se desasió del abrazo del chico-perro y se puso en pie mientras su compañero de equipo enfilaba por el pasillo.

-¡Espera Shikamaru! Perdóname, Kiba, enseguida vuelvo. ¡Que esperes te digo!

El Inuzuka se quedó solo, sentado en el pasillo con cara de panoli, mirando con los ojos como platos (y eso que los tiene realmente rasgados) al pasillo por el que se acababa de esfumar la chica de sus sueños y el mayor pelmazo de la Historia de Konoha. Lentamente, una vena comenzó a hincharse en su sien, hasta que pareció que su rostro iba a estallar de pura ira reconcentrada. ¡Él estaba con Ino desde antes! .¡No había derecho!

Bullendo de rabia, el chico-perro se puso de pie de un salto, salió al embarrado jardín, en el que aún caía una furiosa lluvia, y chilló y aulló hasta quedarse ronco, maldiciendo a Shikamaru Nara con todo su ser.

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-Naruto, Naruto, .¿tienes un momento?

El jinchuuriki giró la cabeza, sorprendido, hacia una animada Tenten, que se había escapado a hurtadillas de su dormitorio minutos escasos después de que Ino abandonara la misma. Tenía que poner en marcha su plan: conseguir que Neji abandonase su actitud fría y cortante hacia su prima recurriendo a la táctica más antigua de todos los tiempos: los celos, que últimamente parecían bullir en aquel hostal que daba gusto.

La kunoichi del equipo Gai era, sin duda, la más avispada de las cinco chuunins que ocupaban en aquel momento el modesto hostal. Ésa era la razón por la que había ideado un minucioso plan para conseguir que Hinata y Naruto pasaran un rato a solas, a ser posible lo más íntimo que pudieran conseguir... y asegurarse de que Neji lo viera, confiando siempre en que su templado ánimo no le hiciera estallar en cólera, ya que si así fuera, ver a Hinata en privado sería lo último que haría el Uzumaki. Obviamente, Tenten había contado con la innata estupidez de Naruto, su ingenuidad y su simplicidad mental. Calibrando todas estas cualidades del escandaloso alumno de Jiraiya, la kunoichi había llegado a la conclusión de que lo mejor era no contarle nada del plan para evitar que la fastidiara (en la medida de lo posible), de manera que se vería obligada a manejar a aquellas dos mentes inocentes en detrimento de una que no lo era tanto... y todo ello, con la siempre inestimable ayuda de...

-¡Me muero de ganas de facilitar que surja la chispa del amor en los inflamados corazones juveniles de dos personas unidas por un destino tan hermético y caótico!

Tenten puso los ojos en blanco.

-A mí me parece que si el clan Hyuuga hay algo que no es, es precisamente caótico, Lee...

-¡Hablo del destino, Tenten, no del clan Hyuuga! –Protestó la bestia verde.

-...Mejor dejémoslo.

-¿Habíais venido a hablar conmigo? –Preguntó Naruto, interrumpiendo la misteriosa conversación entre sus amigos. Como siempre, no se coscaba de nada, claro.

-S-sí, a eso veníamos... Verás, pasamos por delante de la habitación de Hinata y nos dijo que te pidiéramos que fueras para echarle una mano con no sé qué... si no te importa, claro.

El Uzumaki esbozó una ancha sonrisa. Apreciaba mucho a la Hyuuga.

-¡Pues claro que sí! .¡Voy para allá ahora mismo!

"Pobre iluso..." se dijo Tenten, sintiéndose malvada, pero sonriendo de satisfacción. Todo estaba planeado hasta el mínimo detalle: Kurenai se encontraba tomando unas copas con Asuma en el bar de enfrente del hostal y Hinata estaba sola en el cuarto de baño, dándose una relajante ducha, ajena a todo lo que ocurría. Aquella era la ocasión que Tenten había aprovechado para colocar unas diminutas trampas en los rincones de su dormitorio, preparadas para colocar a Naruto y a la muchacha del Souke en una situación verdaderamente comprometida. Una vez el jinchuuriki se hubo eclipsado por el pasillo, Lee se puso en marcha con su parte del plan.

Hinata estaba saliendo de la ducha cuando oyó los golpes en la puerta. A hurtadillas, se aproximó y preguntó:

-¿S-sí?

Una voz ahogada llegó del otro lado:

-Soy yo, Hinata-chan. ¿Me abres?

La Hyuuga se ruborizó. Mirando a su alrededor, escrutó los elementos de su dormitorio, hasta ver el yukata blanco que reposaba en su cama. Con un rápido movimiento, se despojó de la toalla en que estaba envuelta y se puso el yukata mientras respondía en voz alta:

-Ahora mismo voy, Naruto-kun.

Una vez se hubo asegurado el fajín de la prenda, abrió la puerta. El Uzumaki esbozaba una de sus amplísimas y resplandecientes sonrisas al otro lado. Hinata preguntó:

-¿Qu-quieres pasar?

-¡Claro! –Respondió, entusiasta, el jinchuuriki.

El chico entró como Pedro por su casa, se sentó en una de las camas e, inocentemente, anunció:

-¡Vente conmigo, Hinata-chan!

Mientras tanto, Lee se dirigía al dormitorio que compartía con Gai y con Neji. El prodigio Hyuuga se encontraba disfrutando de una merecida calma, sentado en medio de la habitación, meditando, escuchando el silencio. "Qué paz..." se decía. Era la primera vez que el muchacho podía estar a solas en su propia habitación, sin su maestro y su compañero de equipo revoloteando alrededor. No obstante, la tranquilidad no duró mucho.

-¡Neji-kun! –La puerta se abrió de golpe, dejando ver el inconfundible rostro de Rock Lee, y su efigie enfundada en su carismático mono verde.

"Era demasiado hermoso para durar" suspiró mentalmente el muchacho del Bouke.

-¿Ocurre algo?- preguntó secamente.

-Ehm no, no... –a Lee se le daba fatal fingir.

Se rascó la parte posterior de la cabeza bajo la escéptica mirada de su amigo. Al cabo de un rato, el Hyuuga, aburrido, dijo:

-Voy a darme un baño.

Con aquel comentario, la bestia verde reaccionó, y soltó:

-¡Naruto-kun está en el dormitorio con Hinata-san!

Al oír aquella frase, Neji se giró lentamente hacia su compañero, con un destello glacial en sus plateados ojos y preguntó iracundo, entre dientes:

-¿...Qué?

Una oleada de gélida hostilidad alcanzó a Lee. "En menudo lío te hemos metido, Naruto-kun..." El chuunin tragó saliva.

-¿Por qué está ese palurdo con mi prima? Contesta lo que sepas, Lee, antes de que decida descubrirlo por mí mismo.

-Ehm... pues... esto... –ante la presión de los pálidos ojos del Hyuuga, sencillamente le salió-. ¡Están en plena primavera de su juventud! .¡Son jóvenes, tienen derecho a ser felices!

Los ojos de Neji se abrieron de par en par y, sin darle tiempo a más, salió de su propio dormitorio caminando a paso vivo, hacia el aposento de Hinata.

La heredera del Souke reía. Reía y reía mientras Naruto repetía una vez más su magistral imitación de Jiraiya. Y la chica lo celebraba obsequiándole con su refrescante risa, que era como el gorjeo de los pájaros, como el tintineo de una campanilla de plata. Tenten espiaba discretamente, sonriendo ante la tierna complicidad que unía a sus amigos. No obstante, un aura de frialdad avanzando por el pasillo la advirtió que era el momento de cortar con aquello y de ponerles en apuros. Sólo por una milésima de segundo se planteó si sería peligroso poner a prueba el templado ánimo de Neji, pero desechó la idea rápidamente. "Algún día me lo agradecerá" Así, la kunoichi dio comienzo a su estrategia. Para empezar, golpeó secamente la pared. Al otro lado, Hinata, que no se lo esperaba, se puso de pie de un salto, mirando a todos lados.

-¿Pasa algo, Hinata-chan? –Preguntó Naruto, confuso.

-Me ha parecido oír... algo –respondió ella, con voz queda.

El jinchuuriki se puso en pie, alertado por su amiga. En ese preciso instante, una de las trampas de Tenten se puso en marcha, y un finísimo hilo se enrolló en torno a los pies de Naruto, haciéndole tropezar y caer sobre Hinata, que chilló por la impresión, acabando de manera que el chico se sostenía sobre los codos, boca abajo, encima de la arrebolada Hyuuga, que estaba de lado, evitando la mirada del Uzumaki.

-Hinata-chan...

-¡No! –La chica cerró los ojos con fuerza.

Los pasos de Neji se aproximaban por el pasillo. En el último instante, Tenten liberó los pies de Naruto, justo cuando el muchacho del Bouke abría, sin siquiera llamar, la puerta del dormitorio de su prima. La visión del ninja más escandaloso de Konoha sobre la pureza inmaculada de su prima, la heredera del clan, se clavó en lo más hondo de sus plateadas pupilas.

-¿Qué está pasando aquí? –Preguntó, con voz potente.

-Neji nii-san, sólo... –balbuceó Hinata, escurriéndose de la prisión de los brazos de Naruto.

"Qué estúpido he sido. Ella siempre amó a Naruto. ¿Cómo he podido estar tan ciego?" la ira de Neji bullía en su interior como un lobo asaetado. Si de él dependiera, golpearía a aquel irritante jinchuuriki hasta matarlo. De repente, una idea acudió a su mente: "Claro, yo puedo hacerlo. ¿No soy el guardián de la heredera?"

-Uzumaki –anunció, seco y frío-, .¿eres consciente de que la disposición en que te he encontrado con la heredera del clan Hyuuga me da derecho a matarte?

-¿Qué dices? –Naruto no entendía nada.

-¡Neji nii-san, no...! .¡No...! .¡Déjale ir! No ha... no ha ocurrido nada... nada, entre nosotros –suplicó ella.

El chico clavó sus opalinos ojos en la mirada de su prima. Le estaba defendiendo, y eso le hacía dudar aún más.

-Lárgate –siseó entre dientes. Naruto obedeció al punto. Acto seguido, girándose hacia la muchacha, se cruzó de brazos y anunció-. Hinata-sama, he de hablar contigo urgentemente. ¿Te das cuenta de que...?

Justo en aquel instante, Kurenai hizo acto de presencia. Su aspecto evidenciaba que llevaba unas copas de más. Tambaleándose, se dirigió a la cama, y su alumna se apresuró a ayudarla. No obstante, Neji no estaba dispuesto a esperar.

-Hinata-sama... –trató de llamar su atención.

-Mañana, Neji nii-san –le cortó, tajante. Por dentro, Hinata estaba lacerada-. Hoy ya es muy tarde.

El prodigio del Bouke no se atrevió a rechistar. Después de todo, su deber era obedecerla, como heredera de la rama principal del clan. Sin embargo, no se podía resistir a la tentación de tratar de poner sus propias normas:

-Mañana, sin falta.

-Y si no es mañana, será pasado –aún sin mirarle, la muchacha agregó-. Tenemos más cosas de las que estar pendientes que de conflictos entre nosotros.

Neji iba a replicar, pero supo que sería en vano. Haciendo una reverencia, respondió:

-Sí, Hinata-sama.

Salió del dormitorio, cerró la puerta tras de sí y enterró el rostro entre las manos en el solitario pasillo. "¿Es que ya he olvidado cómo se hacían bien las cosas?" Dentro, en su habitación, Hinata empezó a llorar.

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El rostro de Sakura se reflejaba con nitidez en el cristal de su ventana, atravesada por las gotas de lluvia que resbalaban por la transparente superficie, y su rítmico golpeteo la adormecía quedamente. Sola en su habitación, pensaba en ellos. Sasuke e Itachi. Itachi y Sasuke. Uno a cada extremo. Entre ellos, el abismo.

Elegir

Le gustaban los dos, cada uno a su manera. Itachi era fuerte y protector, cálido a su manera. Rebosante de aquel palpable atractivo que en ocasiones rozaba el más exquisito de los erotismos. Itachi tenía aquella mirada carmesí, aquella sonrisa misteriosa que parecía ocultar los enigmas más secretos del mundo, aquellas facciones maduras y tranquilas, aquella larga melena oscura, tan suave y sedosa como sólo habría sido imaginable en una mujer... Y, sin embargo, Itachi estaba marcado por el innegable estigma de su horrendo pasado, por el terror que dejaba ese inolvidable efluvio a sus espaldas, el recuerdo de sus atroces crímenes. Itachi podía ser un hombre maravilloso, pero él mismo se negaba a serlo. Sabía amar, pero se censuraba si lo hacía.

Se sabía sin el derecho a amar o ser amado. Se sabía indigno del perdón.

Sasuke era distinto. ¿Realmente era distinto? No... no lo era, o al menos no tanto como creía, o al menos pretendía, serlo. Sasuke era, a nivel personal, mucho peor. Porque Sasuke había sucumbido, desde su más tierna edad, a tres sentimientos que amenazaban con hacerle sucumbir: odio, rencor y ambición. Estas tres palabras, grabadas a fuego en su hermosa piel Uchiha, habían marcado el rumbo de su existencia. Odio hacia su hermano, siempre fulgurante, por culpa del cual él jamás pudo desarrollarse plenamente como persona antes del genocidio familiar. Rencor por el asesinato del clan, de lo que representaban para el propio Sasuke y para su porvenir, por la muerte provocada de todos a quienes amó... Ambición por el deseo de ser el más grande, el mejor, de revivir su clan, de hacer volver el pasado. Por aquellos tres sentimientos, Sasuke se había esforzado, había luchado, competido, entrenado y perseverado en sus objetivos hasta la extenuación. Todo por vencer a Itachi, pero al hacerlo no había hecho más que acercarse a él, porque Itachi siempre sería el genio, el más fuerte, el más poderoso.

Aun sin saberlo, después de tantos años persiguiendo su vendetta, Sasuke admiraba a su hermano tanto como le odiaba. Eso era lo que le hacía vulnerable.

Sakura enterró el rostro entre sus rodillas dobladas. "Pese a todo, Sasuke es especial. Soy la primera que desearía que no fuese así, pero por desgracia para mí, lo es. Quería dejar de sentir esto por él, pero... hay sentimientos que son eternos, y Sasuke me ha mantenido atada a él, y así será... tal vez para siempre... Aunque ni él ni yo lo queramos así" Tal y como acostumbraba, Itachi abrió la puerta del dormitorio de Sakura sin llamar. Ella lo sintió perfectamente, y vio de reojo la alargada sombra de él proyectada en el marco de luz que dejaba la puerta abierta en el suelo.

-Por favor –musitó, con voz ronca-, abrázame.

El asesino del clan Uchiha obedeció: se acercó a la pelirrosa y le rodeó los hombros con sus fuertes brazos. Ella se recostó en el pecho de su eventual maestro, y fueron dos pares de ojos, armados con sendas técnicas letales, los que pasaron a contemplar las líneas de agua de lluvia que recorrían el cristal.

-¿Pensabas en Sasuke? –Habló Itachi.

La Haruno asintió con la cabeza, para luego comentar:

-Tenemos tan poco en común... yo diría que nada.

-No te creas. Seguro que, en su hostal, está contemplando la misma lluvia. Eso ya hace que no sea nada.

Sakura sonrió.

Acurrucado junto a la ventana de su dormitorio, Sasuke estornudó. "Están hablando de mí" se dijo. Alzó la mirada hacia el lluvioso cielo, y la imagen de Sakura se formó en su mente. No hizo nada por ahuyentarla. "Me pregunto... si es ella quien habla de mí..." Cerró los ojos. Soñarla dormido era más placentero que añorarla despierto. Le hacía sentirse menos solo. Poco a poco, el menor de los Uchiha se sumió en un duermevela, donde era libre, totalmente libre, y una mujer reía mientras la abrazaba. En su sueño no había remordimientos ni venganza, y lucía el sol.

Fuera, en la Ciudad de la Frontera, siguió lloviendo durante toda la noche.


Respuesta a los reviews anónimos:

cerezosakura2b: Me alegra que te haya gustado n.n La verdad es que estoy muy orgullosa del capítulo 16... espero que también el 17 te guste n.n

Hana No Sakura: La verdad es que a un beso de Itachi nadie le dice que no, eh? xD Me alegra que te haya gustado ;-)

Rianne: Bueno, al fin he escrito lo que me pedíais a gritos xD Qué libre me siento. En fin, espero que también el capítulo 17 os guste n.n

shiho-Haibara: Me honra que hayas analizado el fic tan minuciosamente... lo cierto es que me lopasé muy bien escribiendo las reacciones de los dos hermanitos Uchiha... Sasuke no podrá seguir resistiéndose eternamente, no señor... ;-)

mijo: Me alegra que te haya gustado! Lo cierto es que el capi 16 me salió inspirado por una musa divina... xD Itachi es un buen tipo, pero aún tiene muchas putadas que hacer... que van cogidas de la mano con sus favores a los ninjas de la Hoja. Respecto a TenTen... te pido paciencia. Su pareja será secundaria, como el ShikaTema, y aún tiene demasiado que hacer como para pensar en los demás xD Por cierto, me alegra haber conseguido que te guste el NejiHina ;-)

sccmar: Bueno, el ItaSaku no está mal, pero yo soy cien por cien SasuSaku! xD Las cosas ya no pueden ir peor, no? Sólo pueden mejorar... y a Sasuke más le vale asumir sus propios sentimientos. En fin, espero que te guste el 17 ;-)

Catherine: SÍ, YO TAMBIÉN SOY CIEN POR CIEN SASUSAKU! Pero los celos me pueden, y ver a un Sasuke tan creidillo subiéndose por las paredes me puede xD Por cierto, me alegra que te esté gustando el NejiHina n.n Sonuna gran pareja xD Espero que te guste el capítulo 17

caveli: Me alegra que te gustara el beso... a mí me encantó mientras lo escribía! xD En fin, no será ItaSaku, pero Itachi va a meter baza todo lo que quiera y más... ;-) No te lo pierdas, ne?

Aguz: Paciencia con Sasuke, paciencia... es demasiado joven y orgulloso, pero aún tiene que asimilar sus errores ;-) Después de eso, las cosas cambiarán... y ese beso tendrá algo que ver :-D

En fin, esto es todo por hoy. Muchas gracias!

Kwatz!