DISCLAIMER: Todo lo relacionado con Tyson, Rei, Hilary, Kai, Max, Kenny, Daichi, Jin Tempestad, el abuelo de Tyson, el Sr. Dickenson y demás personajes que aparecen en Beyblade, es propiedad de Takao Aoki. Yoblade, empero, es invento mío. Cualquier alusión a personas reales, vivas o muertas, no pretende más que hacer reír al vulgo.

(música matona)

Poco tiempo hay para aniquilar
Los precandidatos que joroban ya
y deberás matar
para volver
en 2006 otra vez

Es Yoblade! Yoblade!

(más música matona)

Hazlos chismear siempre de ese modo
y "¡yo no fui!" deberás gritar,
nuestro partido siempre ganará,
no lo puedes evitar...

Es Yoblade! Yoblade!

(un último cachito de música matona, y luego...)

Es Yoblade! Es Yoblade!
YoBlade!
¡Voten ya!

¡No presiones ese botón! —¿Porq…? —KABOOM! (Under pressure)

—Y en esta emisión de "Perdedores chapados en oro", estamos con el NQNTNMQHA Reloaded —decía Jazzman a la cámara, aburrido. No sólo tenía que hacerla de árbitro y comentarista de los partidos de yoblade, no. Ahora también tenía que conducir un reality show bastante patético.

El colmo era que los "Perdedores chapados en oro" a los que tenía que seguir para arriba y para abajo eran los locos inútiles y prácticamente descalificados del NQNTNMQHA Reloaded. Para su mala suerte (y tenía tres temporadas de experiencia en esto), ellos eran los protagonistas. Sin importar qué equipo sería más interesante seguir, primero tenían que ser ellos. ¡Era tan aburrido!

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—¡PUES ME IMPORTA UN SOBERANO CARAJO! —espetó Kai, harto por fin. Seguía en la aduana australiana, y no iba a dejar a su adorado pingüino ahí, en cuarentena, por una simple y estúpida legislación insensible.

—Pero señor… —intentaba convencerlo una vez más el oficial de aduanas.

—¡PERO NADA! .¡SI NO SE RETIRA PARA QUE PUEDA PASAR A MI PINGÜINO, ME ENCARGARÉ DE QUE TODOS SUS KOALAS SE CONVIERTAN EN ALFOMBRAS BARATAS!

— TT0TT ¡NO! .¡LOS KOALAS NO! —suplicó el agente aduanal, al borde de la desesperación—. ¡Todo menos eso! .¡Tenga usted piedad!

—Bueno, parece que por fin está entrando en razón —soltó Hiwatari con frialdad. El resto de los Schrödinger Boys estaban asaltando una máquina expendedora de comida chatarra. Llevaban ya cinco horas en la aduana, la comida del avión había sido escasa (afortunadamente, porque sabía a rayos), y el señorito Kai seguía sin dar su brazo a torcer con lo del pingüino.

—Está bien, está bien —suspiró, rendido, el oficial de aduanas—. Pero tiene que firmar esto.

Tras lo cual, dejó que un rollo de papel de 25 metros de largo se extendiera por la habitación.

—¿Qué es esto? —preguntó Kai, receloso, con justa razón.

—Un contrato en el que se le achaca a USTED toda la responsabilidad si el ecosistema australiano se ve afectado por su pingüino, y NOS libera de toda culpa si su pingüino se ve afectado por el ecosistema australiano.

— ¬¬ No veo la forma en que me beneficie esto.

—Es que no la hay.

— u-u Pues no firmo nada a menos que mi abogado esté presente.

Los demás Schrödinger Boys rompieron la máquina con un hacha. Para variar, pasarían DOS DÍAS en la aduana, COMO SIEMPRE.

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—Si no te gusto, no me digas nada, que tu silencio me diga todo; pero si te gusto, dame una mostaza que sea la señal que bastará para saber que me amarás…¡Y sólo quiero comer mostacita! Ay, m'hijita, que sepas que me gusta, oh sí¡y sólo quiero comer mostacita, oh, mi vida, que ella también me ama así!...

Max, alegremente, se cepillaba los dientes con mostaza, se puso su pijama de mostaza, se acostó entre sus sábanas de mostaza que cubrían su colchón de mostaza hecha de mostaza mostazosa amostazada. Ya se había arrebujado entre sus fragantes sábanas, cuando recordó que no había alimentado a su pez-mostaza con sus esferitas de mostaza, ni había puesto la mostaza del despertador.

Y, lo más importante de todo: no había dado a su madre la mostaza de las buenas noches, ni se había puesto mostaza en el cabello para disimular su horrible corte de cabello.

Cuando acabó todas sus mostacescas tareas, se cubrió de mostaza hasta las orejas, y con una sonrisa amostazada y mostaza en la cara, se sumergió en una profunda, espesa y fragante mostaza de sueños llenos de mostaza.

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—… ¿esto es Australia? Esperaba algo más… exótico.

—… bueno, están los koalas…

—No esperes que eso me emocione —respondió con un suspiro—. No soy un niño de ocho años.

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— n0n ¡Koalas! —exclamó Shinji, y corrió hacia un árbol donde había visto un par de antedichos animales, apartándose del alcance de la mano de Karina bajo la complacida mirada de su "abue", que tras mucho insistir por fin le había revelado su nombre. Sin darse cuenta, saltó y llegó a la misma rama que los koalas, cosa que no le habría sido posible de ser un niño común (corriente sí era), asustando a los koalas en el proceso, así como a dos o tres borrachines que pasaban por ahí y juraron no volver a tomar si los marcianos no les robaban la cartera ni los riñones.

—Sí, también eran koalas —musitó con una sonrisa extraña—. Y pingüinos y gatos con smoking.

— ¬.¬U ¿Todo eso? —preguntó Karina, mitad escéptica, mitad perpleja.

—Oh, bueno… seguro que se me olvida algo…

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Y, tras dos días de filmar al NQNTNMQHA Reloaded, Jazzman consideró seriamente suicidarse, OTRA VEZ.

No pasaba absolutamente NADA interesante.

Y, de repente, tuvo una idea asombrosa.

—¡Oigan! .¿Qué tal si entrenan, para variar?

Los NQNTNMQHA Reloaded jadearon de asombro. Nunca se les habría ocurrido.

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—¿Seguro que está bien lo que está haciendo, Sensei? —preguntó Mariah, temerosa.

—òwó ¡Por supuesto que sí! —repitió el Senilsei Tao, mientras ponía conejos pequeños en las marsupias de unos canguros—. ¡Es una noble labor devolverle a estas madres sus hijos perdidos!

—Pero… CREO que ésos no son canguros —comentó Rei con muchísimo tacto.

—Por supuesto que no son canguros —le espetó el Senilsei—. Son caballos. ¿Qué no ponen atención a lo que les enseño? .¡Todo el mundo sabe que éstas ballenas neozelandesas paren caballos y los guardan en sus marsupias durante la hibernación de los cocodrilos tropicales!

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—Y, otra vez, Tyson perdió aún antes de terminar su lanzamiento como es debido —bostezó Jazzman. Daichi estaba molesto por el hecho de que la atención de todos se centrara en Tyson. Tyson también. A Kenny, esto le tenía sin cuidado porque estaba demasiado acostumbrado.

Y llegó un momento en que Tyson se aburrió de todo, se fue y se dedicó a vagar por el pequeño cachito de Australia en el que estaba.

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—Bah…

Kai, de pie sobre una meseta cuyo nombre desconoce la mayoría del mundo por tener escasos conocimientos de geografía australiana, apoyado en un reloj de sol sólo por hacer la maldad de que nadie pudiera usarlo debido a su sombra, contemplaba el infinito paisaje que se extendía ante él. Curiosamente, su bufanda ondeaba el viento, pero la ropa y el cabello de otras personas intrascendentales que estaban por ahí no mostraban ninguna reacción ante la corriente de aire.

—¿Kai?

Esa molesta voz. Siempre, siempre que quería meditar en paz, o hacer algo ilegal, esa molesta voz se aparecía.

—Mmmf.

El colmo era que la voz no aparecía sola. Solía llegar acompañada de un chino de cabello muy largo.

—¿Crees que venga?

—Tiene que —gruñó, sin saber si estaban hablando de lo mismo o no.

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—¡Basta! —gritó Tyson al vacío. Estaba harto, harto, harto de todo. Sólo quería irse para siempre, u olvidarse de todo, o al menos aprender a jugar yoblade.

—¿SE PUEDE SABER QUÉ HACES? —lo interpeló Daichi con su horrenda voz de ventilador industrial sin aceitar.

—¡Nada que te importe!

—¿QUÉ CLASE DE IDIOTA ERES? .¿UN ESTÚPIDO?

—¿QUÉ DEMONIOS QUIERES?

—¡DEJA DE CREER QUE EL MUNDO GIRA A TU ALREDEDOR Y APRENDE A JUGAR YOBLADE DE UNA VEZ!

Tras lo cual, claro, Daichi aprovechó para darle un certero yoyazo a Tyson.

El golpe lo dejó inconsciente.

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—Hola —saludó Max, con su amostazada sonrisa.

—Hola, Max —respondió Rei—. ¿También vienes por…?

—Claro, claro. Sentí "la llamada" —asintió el sicótico rubiales. Tras fijar su molesta mirada sobre Kai por dos segundos, volvió a asentir y su sonrisa se distendió aún más—. No te preocupes. Llegará.

—Más vale que así sea —gruñó el aludido.

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Tyson despertó unos 15 minutos después. Se frotó los ojos y miró a su alrededor. La cabeza le dolía vagamente…

Y entonces se levantó y salió corriendo. ¿Sería posible que…?

Siguió. Sí, debía serlo. Claro, claro. Max siempre decía lo mismo.

"La llamada".

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¿Porqué sin ti
los días de esta perra vida gris (sin ti)
son noches afiladas que hieren de muerte?

("Hiéreme", La Verbena Popular)

—Y ahí va… otra vez.

Tyson acababa de salir, y justo cuando lo tenían rodeado.

—Es una presa algo difícil, .¿no?

—… ¬¬U o quizá sólo tiene demasiada suerte.

— -.-U Sí, podría ser. Pero como sea… pronto caerá.

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—Hola, Tyson —saludó Max, sin volverse. Sabía que había llegado por… porque es Max, y todo lo sabe.

—Quiero que sepan algo. Yo no soy el campeón mundial.

—¿En serio? Mira que si no nos dices no nos damos cuenta —masculló Kai, molesto… como siempre.

—Así que no tengo que defender ningún título —prosiguió Tyson.

—Eso suena lógico. ¿Estás enfermo? —preguntó Rei, con justa razón. Cualquiera diría que Tyson sufría de un cáncer cerebral mortal al que estaba a punto de sucumbir.

—Por tanto, soy un retador, como todos ustedes —continuó Tyson. Probablemente el golpe en la cabeza lo había dejado sordo.

—WIIIIIIIII! Como en THE CONTENDER! —exclamó Max, dando un buen trago de mostaza.

—Y cualquiera de nosotros podría ganar ahora.

—Menos tú, claro, porque tu equipo está prácticamente descalificado —señaló Max.

—…

El silencio fue roto por un jadeo de Kai, que corrió un poco hacia el frente, extendió los brazos, y atrapó a su pingüino, que venía descendiendo en paracaídas, tras lo cual lo depositó en un carrito de helados y se fue del lugar.