—…
Ahí estaba. Las orejas de conejo delataban su presencia. La mirada, más altanera de lo normal, sólo indicaba su creciente ira.
—¡Insulsos mortales! .¿Ése es el recibimiento que le dan a Su Alteza Serenísima, El Conejo de Pascua?
—…
—Bien… —El Conejo de Pascua bajó la voz peligrosamente—. Entonces prepárense para conocer el infierno.
DISCLAIMER: Todo lo relacionado con Tyson, Rei, Hilary, Kai, Max, Kenny, Daichi, Jin Tempestad, el abuelo de Tyson, el Sr. Dickenson y demás personajes que aparecen en Beyblade, es propiedad de Takao Aoki. Yoblade, empero, es invento mío. Cualquier alusión a personas reales, vivas o muertas, no pretende más que hacer reír al vulgo.
(música matona)
Poco
tiempo hay para aniquilar
Los precandidatos que joroban ya
y
deberás matar
para volver
en 2006 otra vez
Es Yoblade! Yoblade!
(más música matona)
Hazlos
chismear siempre de ese modo
y "¡yo no fui!" deberás
gritar,
nuestro partido siempre ganará,
no lo puedes
evitar...
Es Yoblade! Yoblade!
(un último cachito de música matona, y luego...)
Es
Yoblade! Es Yoblade!
YoBlade!
¡Voten ya!
¡Cómo no reconocer esa cara tan fea! (Familiar Faces)
—Mmmh.
El Sr. Dickenson empleaba su última neurona sana en cavilar.
Había una curiosa e improbable situación de empate entre la Dinastía Atayde y el NQNTNMQHA Reloaded en el segundo lugar. Así que había que determinar quién pasaría a la siguiente ronda para decidir qué equipos competirían las finales.
Era seguro que los Schrödinger Boys participarían, dado que habían quedado en el primer lugar de la tabla de clasificaciones, a menos que hicieran un mini-torneo entre los tres, durante el cual existía una mínima probabilidad de que los Schrödinger Boys fueran eliminados.
El Sr. Dickenson suspiró, sin decidirse todavía.
—· / —·— / ·—
—¡Ya llegué! —gritó Tyson al entrar en su casa. El abuelo estaba meditando, concentrado para canalizar la energía de sus chakras.
—¡Yo también! —exclamó el acoplado de Daichi, entrando tras Bachoco.
—· / —·— / ·—
—Ahí está.
—¿Cómo pueden ser tan descuidados?
—Mejor para nosotros.
Quienes hablaban se referían al yoblade de Tyson, abandonado en una mesa, en una habitación algo oscura que nadie vigilaba y que tenía la ventana abierta.
—Es demasiado fácil…
—· / —·— / ·—
Max entró al gimnasio donde, meses antes, él y Rei habían renunciado a los Bladefixers. Soltó un largo suspiro y abandonó el lugar. Tenía que estar cerca de la trampa que había preparado para atrapar a los que estuvieran detrás del problema esta vez.
—· / —·— / ·—
—¿A dónde vamos? —preguntó Julia.
—Pronto lo sabrán —respondió Albahaca, con un aire misterioso.
—No me gustan las sorpresas que nos das —comentó Raúl, preocupado.
—¡Esta vez es algo bueno!
—· / —·— / ·—
—Mmmmh!
El Sr. Dickenson todavía no llegaba a una resolución.
—· / —·— / ·—
—¿Qué le pasa al abuelo? —preguntó Daichi, al tiempo que lo picaba con un bo-ken.
—¡Necesita concentrarse, Daichi! —le recriminó Tyson.
—¿Podrías callarte? —soltó el abuelo, molesto.
—· / —·— / ·—
—¿Y no está el otro por ahí?
—No… no veo a Aguilar por aquí.
—¿Buscaban esto? —preguntó Max, saliendo de las sombras, con el yoblade de Daichi en la mano. Claro está que ni Tyson ni Daichi notaron la falta de sus yoblades.
—¿Quién eres tú? —espetó Sadrach, al tiempo que hacía la señal para que su "templar" empezara a reunir la energía psiónica necesaria para acabar con el enemigo.
—Mi nombre no es de tu incumbencia —repuso Max, haciendo un gesto con la mano, modificando Matrix, disipando la energía psiónica.
—¡Khas…!
—Cerca, pero no tanto —sonrió el sicótico rubiales, recordando la visión que había tenido en el espejo de Galadriel hace dos años… una profecía cumplida.
—¿Qué clase de humano eres tú? —inquirió.
—Oh, soy el único de mi clase. El que siempre tiene la razón. Supongo que tú sabes quién soy.
¡Vaya pretensión del mortal! Suponer que tenía la fama suficiente como para que lo conociera.
—Supones mal. Así que no siempre tienes la razón.
Volvió a reunir la energía psiónica, pero no en una forma en que pudiera estallar. La canalizó con el aparato de su brazo, formando una daga de luz, y lanzó su primer ataque. Max esquivó.
—Tch, tch, tch. Estás perdiendo el toque.
—· / —·— / ·—
—n0n ¡Llegamos! —anunció Albahaca, feliz.
Los gemelos no se la podían creer. Estaban de vuelta en el circo que los vio nacer, crecer y desarrollarse; con la tropa que los había visto nacer, caer y descalabrarse.
Raúl no pudo evitar que se le inundaran los ojos de lágrimas; y que seguidamente estallaran como presa desbordada.
—· / —·— / ·—
—MMMMH!
Dickenson estaba harto de pensar, así que echó al aire una moneda.
La moneda rebotó en el ventilador de techo, disparándose hacia una pecera, rompiéndola. El pez cuyo hogar había sido destruido dio un coletazo y lanzó la moneda con fuerza y determinación hacia un trampolín, que catapultó la moneda hacia la nuca del señor Dickenson, haciendo que el vejete senil se desmayara.
Cayó cara.
—· / —·— / ·—
—¿Escuchaste eso? —preguntó Tyson de repente.
—¿Qué cosa? —inquirió Daichi.
—Ah, eso. Sólo son tu amigo Max y dos vampiros peleando en tu cuarto —informó el abuelo.
— n-n Ah, bueno —respondió Bachoco, aliviado.
—· / —·— / ·—
—¡Basta! —rugió Sadrach, harto, para dirigirse a Max—. ¿Qué quieres a cambio de los políticos bit?
—No daría ni un chicle masticado por ellos —masculló el aludido.
—Entonces, .¿porqué interfieres?
Max se volvió hacia el "templar".
—¿Porqué haces esto?
—Por un nuevo orden mundial, para evitar que la Gehena llegue.
—Y no tienes idea de quién soy.
—Un insolente que nos hace perder el tiempo, sin duda.
—¿Y al menos recuerdas quién eres? —sonrió Max, para arrojar el yoblade de Daichi a Sadrach e irse.
—…
—No le prestes atención a lo que te diga. Seguramente es una trampa.
—Lo sé. Pero qué convincente es el niño. Quizá deberíamos convertirlo.
—· / —·— / ·—
Cuando el Sr. Dickenson despertó, su última neurona había muerto. Así que, enloquecido y completamente senil, firmó el contrato de compra-venta de la NQNTNMQHA, y decidió, aleatoriamente, que la Dinastía Atayde y el NQNTNMQHA Reloaded combatieran entre sí por el derecho a pelear la gran final.
—· / —·— / ·—
— n0n ¡Ya vine! —se anunció Kenny a sí mismo, sonriente y satisfecho de sí mismo.
— n-n ¡Qué bien! .¿Trajiste nuestros nuevos yoblades? —quiso saber Daichi.
— n-n ¡Están completamente listos! Ya les coloqué los bits de Fox y Aguilar.
— n-n ¡Genial! —exclamó Tyson.
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— ¬¬U Esto es una estafa… —comentó Sadrach, al ver a la luz los yoblades que se habían llevado. No tenían los bits—. ¡Ese güerejo oxigenado la pagará! .¡Nadie se burla de los setitas así!
… ¿Setitas?...
—Esos setitas idiotas… ¿cómo pueden ofrecer algo que no tienen? El colmo es que se creen en serio todo su rollo satánico…
¿Quién había dicho eso? .¿Porqué lo recordaba?
Mientras Sadrach seguía despotricando, se sumió en el caos de recuerdos que se aparecían de vez en cuando; cada vez con más frecuencia.
Lo único estable, al centro de todo, era el medallón.
