NOTA: Bien, bien, el último cap de Yoblade: G-Rev. O penúltimo, si no contamos el consabido y tradicional epílogo. O antepenúltimo, si se me ocurre hacer un detrás de cámaras. Hay mil formas de contactarme si quieren un detrás de cámaras, así que si lo quieren (y quieren saber cualquier detalle escabroso de la serie, el eq de prod o el reparto), me avisan.

DISCLAIMER: Todo lo relacionado con Tyson, Rei, Hilary, Kai, Max, Kenny, Daichi, Jin Tempestad, el abuelo de Tyson, el Sr. Dickenson y demás personajes que aparecen en Beyblade, es propiedad de Takao Aoki. Hamel, el Violinista de Hameln es una serie de Watanabe Michiaki (Hamelun no violin) (Gracias por el dato a Senshi Hisaki Raiden). Yoblade, empero, es invento mío. Cualquier alusión a personas reales, vivas o muertas, no pretende más que hacer reír al vulgo; y cualquier cifra estadística que se mencione es meramente especulativa y no se basa en ningún hecho verídico.

(música matona)

Poco tiempo hay para aniquilar
A los candidatos que joroban ya
y deberás matar
para volver
en 2006 otra vez

Es Yoblade! Yoblade!

(más música matona)

Hazlos chismear siempre de ese modo
y así "¡yo no fui!" deberás gritar,
nuestro partido siempre ganará,
no lo puedes evitar...

Es Yoblade! Yoblade!

(un último cachito de música matona, y luego...)

Es Yoblade! Es Yoblade!
YoBlade!
¡Voten ya!

¡Se siente, se siente, Brooklyn 'stá presente! (Brooklyn's back/ Beybattle for ages)

—Desde el nacimiento, la vida apesta a muerte —sentenció Vallance cuando notaron que todos los yoblades estaban saboteados. Todos, menos Fox.

—Estamos perdidos —comentó Rei, desanimado.

—Es el destino —aseveró Tyson con solemnidad—. ¡Es el destino que sea yo quien salve al yoblade!

—Eso, o un pésimo giro de último minuto en el libreto —caviló Hamel.

—¡No puedes negar la predestinación divina! —exclamó Flint, indignada.

—¡Que me linchen si no puedo! —retrucó aquél.

—Bueno… si insistes…

Una turba furiosa con antorchas e implementos de labranza se lanzó en persecución del demontre.

—¿Y qué harán? —quiso saber Hamel, tras un suspiro de resignación.

—Pues… ¿dónde está Kenny? —preguntó Kai de improviso.

—Aquí… —le respondió una voz fatigada. El niño sin ojos se veía demasiado cansado. Por fin se tenían indicios de la existencia de sus ojos, gracias a las ojeras tamaño familiar que tenía bajo ellos y que era lo único que sobresalía más allá del límite de su copete, más despeinado de lo normal. Temblaba y se notaba a leguas que se mantenía en pie por puro milagro.

—Ya reparé el furby —bostezó, tendiéndoselo a Shinji—. Le faltaba el chip de memoria, así que tuve que hacer uno.

—¡Jefe, los yoblades de todos están saboteados! —lo zarandeó Tyson para asegurarse de que lo dramático de su comunicado surtiera efecto.

Pero era tarde. Kenny ya estaba dormido. Tyson comenzó a abofetearlo.

—¡Despierta, maldición!

El niño sin ojos no reaccionaba.

Tyson sumergió la cabeza del durmiente repetidas veces en una olla de agua helada.

—¡DESPIERTA, DESPIERTA, DESPIERTA!

Nada.

Tyson repitió la operación, usando esta vez como medio de inmersión el escusado, y jaló la cadena.

—¿PORQUÉ NO DESPIERTAS?

Le arrebató el violín a Hamel y soltó una nota espantosa.

—¡DESPIERTAAAAAAAAAAAAAAAA!

Lo dejó en el suelo y comenzó a saltar sobre él.

—¡Ya, no juegues y levántate de una vez!

—No tiene esperanza —dictaminó Max, encogiéndose de hombros. Él mismo había intentado toda clase de manipulaciones a Matrix para recomponer los yoblades, y nada había funcionado. De lo que deducía que, en efecto, el destino estaba en su contra.

—Estamos perdidos —repitió Rei.

—· / —·— / ·—

—¡Hoy se decidirá el destino del yoblade! .¿Podrán los Y-Revolutions consolidar su insurrección, o los YEGUA-bladers crearán un monopolio terrible? .¡Todo puede ser, pero puede ser que…! Bueno, eso lo veremos después. ¡Los YEGUA-bladers enviarán a Brooklyn, mientras que los Y-Revolutions serán representados por…! .¿Tyson? —finalizó el comentarista, dudando de lo que le informaban por el apuntador—. ¡Esto sí que no puede ser!

—¿Porqué la incredulidad? —se indignó Tyson, con justa razón.

—¡Porque en los tres años que llevo como comentarista, NUNCA has ganado una sola batalla!

Brooklyn, mientras tanto, seguía sumido en sus profundas reflexiones.


FLASHBACK

—Sí, con esto bastará. Con esto podrás contrarrestar cualquier ayuda injusta que reciba el otro equipo.

—¿Segura? —preguntó Brooklyn—. No parece que nada haya cambiado.

—Ah, estoy segura.


Y llegó el momento en que los yoblades fueron lanzados.

Fox chocó contra Bush, el yoblade de Brooklyn, y recibió un impacto tan fuerte que se rompió en mil pedazos. Bueno, no precisamente. Más bien, Fox rompió en mil pedazos un par de piezas dentales de Bachoco. Cosa curiosa, porque los pollos no tienen dientes.

—TAN predecible —espetó Oboe.

—¡Y los YEGUA-bladers ganan el torneo!

—… ¿así de simple? —se preguntó Max. Una vez más, no había podido manipular Matrix.

—¡A partir de ahora —proseguía Jazzman—, todos deberán afiliarse a YEGUA o morir! —al notar lo estupefacto que había quedado el locutor con esa última frase, el apuntador lo repitió—. Sí, "o morir"… —corroboró Jazzman a su atónito público.

—¡No… tan… rápido! —jadeó Rogran, llegando, al tiempo que lograba confundir a la turba furiosa linchadora que lo seguía para que se lanzaran contra Brooklyn.

—¡No va a servir! —clamó el amigo de las lechugas, haciendo que la turba furiosa cayera en un agujero negro. Sonrió peligrosamente, con un brillo demencial en la mirada—. Ya me habían advertido de esto. Si se van a dedicar a estorbar…

—¡.¿Cómo puede manipular Matrix así?.! —se asombró Max, al notar todos los algoritmos cambiando de súbito, convirtiendo el aire en seudo-aire, el espacio en seudo-espacio, y todo lo que es en seudo-es. Es decir, creó una seudo-dimensión, y los trasladó a todos a ella.

—Ya veo —suspiró Flint, y se puso de pie—. ¡Sal de donde sea que estés, Arrai! .¡Ni siquiera yo pongo a un niño a hacer todo mi trabajo sucio!

—Ah, creí haber aprendido bien de ustedes dos —respondió Arrai, saliendo del cuarto del apuntador.

—¡Que sienta que se muere! —ordenó Jenny a Rogran, señalando a la diosa.

—¡Con gusto!

Brooklyn sonrió, y una parvada de gallinas hizo que el demonio se tropezara trágico-cómicamente.

—… no me pagan lo suficiente por hacer esto —se quejó, escupiendo plumas.

—¡Shinji! —saludó Arrai al notar la presencia del niño zope—. ¿Cómo estás? .¿Ya comenzó tu tortura psicológica?

—Se acabó hace tiempo.

—Ah, .¿en serio crees que no intentarán deshacerse de ti otra vez? Tal vez no lo hayas notado, pero no son precisamente el prototipo de los padres del año.

—¡Y tú tampoco! —espetó Flint, fúrica.

—Yo no ando por la vida dejando tirados a los hijos no deseados —Arrai arrastró las palabras, dejando una senda de veneno.

—… Hamel… —comenzó Rogran, con una elocuente mirada al violín—. Tienes que…

—¡No! —se escandalizó el violinista—. ¡Juré que jamás volvería a…!

—Misma situación, misma persona —sonrió Flint cansinamente—. Según yo, eso es suficiente excusa.

—¡No! .¡Podemos encontrarle mil soluciones a esto! —suplicó Hamel, desesperado.

—¿Cómo? —espetó Rogran—. ¡Todos estamos bloqueados, excepto tu violín!

—Pero… ¿no es suficiente caos ya? —apeló Hamel en última instancia.

—La cura contra el caos es más caos —repitió Flint, mientras Brooklyn sonreía beatíficamente. Tal como lo había dicho Arrai, ya no podían hacer nada. Nada podría impedir la utopía anti-noosfera que Boris había ideado.

—¡Hazlo ya! —presionó Flint—. ¡O yo misma me aseguraré de que vuelvas a mostrar tu herencia paterna y así te quedes para siempre!

Hamel suspiró, colocó el violín sobre su hombro y comenzó a tocar una melodía muy extraña y peculiar.

—¡No! —clamó Arrai—. ¡Brooklyn, detenlo!

—¿Porqué? —preguntó el muchacho—. No suena tan mal.

—¡Idiota, esa es la melodía de Pandora!

—¿En serio? —sonrió Brooklyn.

—¡Bastardo! —Arrai estaba al borde de las lágrimas, mientras Max, Rogran y Jenny volvían a recuperar el ánimo cuando llegó la parte que debía ser acompañada por la dulcísima voz de Hamel.

Y el violinista empezó a cantar, rojo como un tomate.

—¡Se siente, se siente, Laura está presente; se siente, se siente, se siente su amor; ayuda a los pobres y a los desamparados, siempre les ha dadooo… todo su corazón!

Y Laura Bozzo entró por la puerta del estadio, con sus guaruras, un permiso firmado para permanecer en Japón hasta que se resolviera el caso y todo lo demás.

Se sentó en la silla central de una larga serie de ellas, y comenzó con su soliloquio.

—¡Buenas tardes, público querido! Esta tarde estoy indignadísima. ¿Están todos de acuerdo en que no se debe jugar con los sentimientos de un niño, verdad? —del público brotó un "Sí" entusiasta—. Pues esta tarde hablaremos del caso de un par de pequeños que fueron utilizados desvergonzadamente por una desgracia'a. Lo que les hizo no tiene nombre. ¡Pero vamos a conocer al primero de ellos! .¡Que pase Shinji!

El niño Zope no supo como reaccionar; pero Oboe lo empujó para que entrara a cuadro, y de ahí no le quedó más remedio que irse a sentar junto a Laura.

—Buenas tardes, señorita Laura —saludó, confundido.

—¡Ven, creatura! —soltó aquella, abrazándolo—. ¿Cómo estás?

—Pues… bien… supongo.

—¿Seguro que estás bien?

—Eeeh… sí.

—Siéntate, siéntate. ¿Seguro que no tienes nada que contarnos?

—· / —·— / ·—

Rogran y Jenny intercambiaron una mirada y sonrieron. Hamel, muriéndose de la vergüenza por lo que acababa de hacer, sabía lo que iba a pasar a continuación.

—¡Incitatio! —dijeron a la vez.

(NOTA: Incitatio: dícese del hechizo más usado, junto con Telepo, en la primera temporada de yoblade (próxima a resucitar). Empleado para que al objetivo "de repente le den unas ganas de hacer equis cosa que no pueda con ellas". Es un vil lavado de cerebro.)

—No es justo —musitó Arrai, sabedora de que no podía hacer nada contra un Incitatio doble, mientras Brooklyn sonreía, muy divertido, y los Y-Revolutions intercambiaban miradas de confusión.

—· / —·— / ·—

Shinji empezó a llorar.

—¡Sí tengo algo que contarle, señorita Laura! .¡A mí me separaron de mis padres hace mucho tiempo, y me mantuvieron alejado de ellos por toda mi vida, y nos borraron la memoria para que no pudiéramos reunirnos, señorita Laura! .¡Fue hasta hace poco que a mí me han dado las ansias de encontrarlos y que me he escapado de donde me tenían, hasta que por fin los he encontrado, señorita Laura!. ¡Y eso no es justo, señorita Laura, no es justo! .¡Otros niños sí tienen a sus papás todo el tiempo, señorita Laura, y a mí me los han arrebatado desde que era un crío, señorita Laura!

—Calma, calma, creatura. ¿Cómo dices que te separaron de tus padres?

—¡No lo sé, señorita Laura, no lo sé! .¡Sólo sé que un día me escapé del lugar donde había estado viviendo y llegué a la ciudad, y una tipa loca me encontró y quiso adoptarme, y me quedé con los Y-Revolutions hasta que encontré a mis padres, señorita Laura!

—¿Y a ti por qué no te buscaron tus papás?

—¡Pues porque no podían, señorita Laura, no podían!

—¿Cómo es eso?

—¡A mi madre la han tenido trabajando mucho y a mi padre también, y hace poco la exiliaron a ella y lo encerraron a él, señorita Laura!

—Pero, .¿por qué harían eso? .¿Qué hicieron tus padres?

—Pues… no lo sé.

—¿Quieres saberlo?

—Pues… sí.

—¡Que pase la madre!

—· / —·— / ·—

Rogran y Jenny intercambiaron otra mirada de complicidad, Hamel puso los ojos en blanco, a Arrai se le extendía una úlcera gástrica del coraje y Max tomaba nota mental de lo que pasaba, poniendo mostaza en una de las cámaras al notar que le faltaba.

—· / —·— / ·—

Jenny, más despeinada de lo normal y caminando con cero de gracia, se precipitó a (cosa rara) abrazar a Shinji.

—¡Mi pobrecito niño, cómo has sufrido! .¿Por qué no nos habías dicho nada, ah?

—¡Es que no podía, no podía! —replicó aquel, en medio de un ataque de llanto nada decoroso.

—¡Pero bueno! —intervino Laura—. ¿Dónde habías estado tú metida mientras el niño la pasaba tan mal?

—Es que mi trabajo me ha tenido muy ocupada, señorita Laura.

—¡Que el trabajo la tenía ocupada! —soltó Laura entre aspavientos de incredulidad, mientras el público abucheaba—. ¿Qué clase de trabajo impide que una madre vea a su hijo POR AÑOS?

—¡Es que mi jefa es muy exigente, señorita Laura! —defendiose Flint—. ¡Nada le parece, señorita Laura, nada le parece! .¡Que si me tardo mucho, que si me tardo poco, que si trabajo mucho, que si no hago nada! .¡Esa mujer me ha tenido encerrada en una oficina todos estos años, señorita Laura!

—¿Cómo es eso? .¿Estás diciendo que no salías de la oficina para nada?

—No, señorita Laura, no salía para nada de ahí, señorita Laura.

—¿Y no viste ni al niño ni al padre del niño en todo este tiempo?

—Al padre sí, señorita Laura, porque coincidimos por cuestiones de trabajo, señorita Laura, pero al niño nunca lo había visto hasta hace unos meses que lo he encontrado, señorita Laura.

—¿Cómo? —exclamó Laura, incrédula de nuevo—. ¿Y qué, se te ha olvidado que tú lo diste a luz? .¿O ni siquiera entonces lo viste?

—Es que, señorita Laura, yo no había visto a este crío antes. Yo no tenía ni la mínima idea de que había tenido un hijo, señorita Laura.

—No lo puedo creer. No lo puedo creer… —repitió Laura—. ¿Y no te dieron incapacidad por tu embarazo?

—No creo, señorita Laura. La arpía de mi jefa es capaz de latiguear a su madre de ella, señorita Laura.

—¿Es en serio?

—Se lo juro, señorita Laura, se lo juro —respondió la interrogada con absoluta sinceridad.

—¡Pues que pase la desgraciada de la jefa!

—· / —·— / ·—

Hamel y Rogran empujaron a Arrai para que entrara a cuadro, y a la diosa no le quedó más remedio que ir hacia donde estaba Laura.

—Buenas tardes, señorita Laura —saludó con frialdad. Laura se le quedó viendo con incredulidad.

—¡Usted de verda' es un monstruo! —exclamó la presentadora.

—¿Pero por qué lo dice, señorita Laura? —se sorprendió la interpelada.

—¡Sí, eres un monstruo, una —CENSURADO— de lo peor! —terció Flint, cubriéndole los oídos a Shinji.

—¿CÓMO TE ATREVES, —CENSURADO— —CENSURADO— DE LA —CENSURADO—? —espetó Arrai, haciendo ademán de levantarse. Los encargados de seguridad del espectáculo la retuvieron en su asiento.

—¡La —CENSURADO— —CENSURADO— de la —CENSURADO— serás tú! —replicó la otra, levantándose y dándole unos manotazos a la diosa mientras los de seguridad la detenían para que no pudiera defenderse. Tras medio minuto de patética violencia gratuita, y de gritos de "¡cálmese, señora, cálmese!" de Laura, otro miembro de seguridad la hizo regresar a su asiento.

—¡Respeten, señoras, respeten! —amonestó Laura—. Si no se respetan a sí mismas, al menos respeten al niño, que le están dando un muy mal ejemplo —se volvió hacia Arrai y prosiguió su entrevista—. ¿Es cierto que ha tenido trabajando a esta mujer en su oficina los últimos diez años sin dejarla salir siquiera a ver a su hijo?

—No, señorita Laura. Han sido exactamente 103, salvo este último año.

—¡Pero qué desfachatez! —se asombró Laura—. ¿Y a qué se debe la "bondad" de que no haya trabajado por un año?

—No es ninguna bondad, señorita Laura. Ella ha sido suspendida de sus funciones debido a faltas administrativas graves.

—¿Qué clase de faltas administrativas?

—Puso en riesgo a terceros, desobedeció mis órdenes directas, y me insultó; en ese orden.

—¿Es eso cierto? —le preguntó Laura a Flint, quien también empezó a llorar.

—¡Sí, señorita Laura, yo hice todo eso!

—¡.¿Pero por qué?.!

—¡Porque yo quería que me despidieran, señorita Laura! .¡Estoy tan cansada, señorita Laura, de tener que soportar los maltratos, el encierro, la prepotencia de esa señora, señorita Laura! .¡Se la pasa dándome órdenes que no puedo cumplir, señorita Laura!

—¿Qué clase de órdenes?

—¡Señorita Laura, ella me ha pedido una y mil veces que cometa actos que van contra las políticas de la empresa, señorita Laura!

—¿Cómo cuáles?

—¡Me ha dicho repetidas veces que mate al padre del niño!

—¿Qué cosa? —exclamó Laura, indignadísima.

—¡Sí, señorita Laura, se lo he ordenado! —corroboró Arrai—. ¡Y siempre me ha desobedecido sin una buena razón!

—¿Y acaso se necesita una razón para no asesinar a otra persona? —Laura estaba visiblemente indignada contra Arrai.

—¡Claro que sí! .¡En este caso particular, una desobediencia de ese nivel podría ocasionarle la muerte a personas no involucradas! .¡Además, ella ni siquiera sabía que tenía un hijo! .¡El padre los separó y los hizo olvidar todo!

—· / —·— / ·—

Rogran quedó en shock.

—Eres un bastardo, Rogran —señaló Rei con fruición.

—¡Yo no hice nada de eso! —se defendió aquél, volviéndose a Hamel—. ¡Está tratando de voltear las cosas!

—¿Y qué quieres que yo haga? —espetó el violinista—. Una vez que he terminado de interpretar la melodía de Pandora, no puedo hacer nada para cambiar el curso de las cosas. ¡Ya habían usado este truco antes, así que ahora no me salgas con que no sabes qué hacer!

—· / —·— / ·—

—¡Pues que pase el padre! —llamó Laura, y el demontre se encogió de hombros y obedeció. Se sentó entre Laura y Shinji, y se quedó viendo a la presentadora con aire de inocencia.

—¿Y usté' qué, o qué? —soltó Laura tras unos segundos de soportarle la mirada.

—Pues yo nada, señorita Laura. Sólo quisiera saber qué es lo que hago yo aquí.

—¡Pues debería saberlo! .¿Dónde ha estado todos estos años, que el hijo le ha crecido bastante y ninguno de los dos se dio cuenta?

—Pues trabajando, señorita Laura.

—¡Ahora resulta! .¿A usted también lo esclavizan en su oficina, o qué?

—No, señorita Laura. Mi trabajo es de campo.

—¡Y no podía darse una escapada para ver cómo estaba el hijo! —continuó Laura, mientras Shinji soltaba un sollozo.

—¿Y yo cómo iba a saber que tenía un hijo? —defendiose el demontre, mientras el público comenzaba a abuchear.

—… Hay algo que se llama paternidad responsable, señor —soltó Laura tras una pausa de indignación—. Y si no la conoce, entonces al menos debería saber de métodos anticonceptivos.

—De todas formas, a mí nadie me dijo nada, señorita Laura. Además, dudo seriamente que sea mi hijo.

—¡Pero si es su viva imagen! —le soltó Laura.

En medio de los sollozos redoblados del zopecín, los abucheos del público, el florido léxico de Flint (que estaba golpeando a Rogran mientras los de seguridad lo detenían), la risa de Arrai y los llamados a la calma de Laura, el apaleado demonio pudo hacer una aseveración impresionante.

—¡No puede ser nuestro hijo porque ésta —CENSURADO— es más estéril que una —CENSURADO— mula!

Con lo que el barullo se detuvo místicamente, y Flint se volvió a sentar con una cara de niña buena que no le quedaba.

—¿Es eso cierto? —preguntó Laura.

—Pues sí, señorita Laura —reconoció la interrogada.

—¿Y por qué no lo ha dicho antes?

—¡Porque el pobre niño ya la ha pasado demasiado mal, señorita Laura! Es que se veía tan ilusionado con tener a sus padres, señorita Laura, que no he podido romperle su corazoncito zope, señorita Laura; además de que técnicamente sí somos sus padres, señorita Laura!

—¿Cómo es eso?

—Pues es que un buen día me lo regalaron, señorita Laura, y pues lo adopté, señorita Laura; y luego vino este flojo sin quehacer —Flint señaló a Rogran, quien asentía fervorosa y vehementemente—, y se encariñó con la criatura, señorita Laura, y fue prácticamente el único padre que conoció, señorita Laura, y luego, señorita Laura…

—Momento, momento, momento —la interrumpió la conductora—. ¿No decían ustedes que no recordaban nada?

—Es que, señorita Laura —comenzó Rogran, y señaló a Arrai—; esta vieja —CENSURADO— arpía —CENSURADO— había jugado con la mente del niño, señorita Laura, y le había extraído recuerdos con sesiones de hipnosis, señorita Laura, y que hemos encontrado las grabaciones, señorita Laura, y al escucharlas, señorita Laura, nos hemos acordado de todo, señorita Laura.

—¿Entonces ustedes tampoco saben quiénes son los verdaderos padres del niño? —se extrañó Laura.

—Pues si tiene algo parecido a un padre, señorita Laura, está en Taiwan o algún sitio parecido, señorita Laura —informó Flint—. Pero probablemente no lo reconozca, señorita Laura, por que ha de haber tenido otros siete millones de hijos a la fecha, señorita Laura.

—¿Que qué cosa? —balbuceó Laura, sin comprender.

—Pues sí, señorita Laura —corroboró Rogran—. Después de todo, señorita Laura, a ese señor le pagan por producir a lo bestia, señorita Laura.

Shinji redobló su lloriqueo.

—¿Están diciendo que no son mis padres y que soy parte de una producción en serie?

—Sí —respondieron los dos cínicamente.

—¿Ve que los desgraciados son ellos, señorita Laura? —saltó Arrai—. ¡Dizque no querían traumar más al niño, señorita Laura, pero mire como lo tratan, señorita Laura!

—Usté' cállese, que es la peor de las madres —espetó Laura con desdén.

—Pero si yo no tengo hijos, señorita Laura.

—¿Que no tiene hijos?

—No, señorita Laura.

—¡Que pase Brooklyn!

—· / —·— / ·—

—¿Qué? —se extrañó Brooklyn, y recorrió con la mirada a los YEGUA-bladers y a los Y-Revolutions, que estaban a su alrededor.

—Que pases —le repitió Hamel, empujándolo.

Mientras Brooklyn avanzaba, confundido, los demás se le quedaron viendo al violinista, como esperando que les diera una explicación. Pero lo más que escucharon fue un pedazo de monólogo entre dientes.

—… estos bastardos… cada vez van peor. ¿Nunca medirán las consecuencias de sus actos?

—· / —·— / ·—

—Buenas tardes, señorita Laura —saludó Brooklyn, permaneciendo de pie.

—Siéntate, Brooklyn.

—No, gracias.

—¿Por qué? —se extrañó ella.

—Porque esas sillas son en realidad plantas carnívoras —recitó aquel, mientras los otros se ponían en pie de golpe para observar que, en efecto, las palabras de Brooklyn eran la mismísima verdad.

—Esto se está pasando de peligroso, Flint —murmuró el demontre.

—Ya, ni que la pérdida de tu trasero fuera tan importante —se burló la otra en voz baja.

—Pero… ¡.¿pero qué es esto?.! .¡PRODUCCIÓN! —invocó Laura.

—Este no es un problema del equipo de Producción —señaló Brooklyn, sonriente—. Es sólo algo que es.

—Bueno, bueno —concedió Laura—. ¿Y desde cuándo tú puedes hacer estos prodigios?

—Desde que la conocí a ella —Brooklyn señaló a Arrai.

—Pero tengo entendido que siempre has sido talentoso.

—Sí… podría decirse —aceptó Brooklyn sombríamente.

—Puedo ver que has sufrido mucho por eso —comentó Laura.

—Sí… —un aura caótica surgió de Brooklyn, convirtiendo las plantas carnívoras en conejos, que huyeron mientras todo se derrumbaba, hasta dejar un seudo-espacio vacío, completamente blanco.

—Justo como mi encierro —masculló el demontre entre dientes.

—¿Quieres contarnos?

Brooklyn asintió mientras comenzaba a llorar también.

—¡Señorita Laura —comenzó, mientras un pedazo de nada caía tras él—, toda mi vida he estado solo, señorita Laura! —otro pedazo de nada cayó justo donde habría estado Hamel de no haberse movido—. ¡Los demás niños siempre me rechazaron, señorita Laura, y me odiaban porque jugaba yoblade demasiado bien! —la nada siguió cayendo a pedazos, unos grandes, otros pequeños, todos esquivados—. ¡Me temían y me odiaban, señorita Laura, porque nunca fui derrotado hasta hace poco, señorita Laura!

—Entonces, tú eras otro de esos niños genio incomprendidos, .¿verdad?

Brooklyn asintió, entre lágrimas, mientras el último pedazo de la nada caía, regresando a todos de la seudo-realidad a la realidad, donde las sillas eran sillas y los locos eran dementes. Laura se volvió hacia Flint y Arrai.

—Ustedes trabajan en una cosa llamada oficina del caos, .¿verdad?

—Sí, señorita Laura —confirmaron ambas.

—¿Y han visto algún caso similar al de este chico?

—Claro, señorita Laura —informó Flint, mientras Arrai se hacía la que no había oído—. Todos los genios incomprendidos son dotados de sus talentos por la oficina del caos, señorita Laura. Y sin embargo, señorita Laura… un caso tan deprimente como el de Brooklyn sólo puede deberse, señorita Laura, a que es hijo de alguien extremadamente caótico, señorita Laura, sin que le dieran guía alguna, señorita Laura.

—¿Y no has notado otras cosas diferentes en ti? —preguntó Laura a Brooklyn.

—Oh, claro, señorita Laura —asintió Brooklyn, enjugándose las lágrimas y volviendo a sonreír—. Ésta mañana me di cuenta de que tenía esto, señorita Laura —señaló su espalda, de la que surgieron un par de alas negras, como de dragón.

—¿Y eso de donde salió? —preguntó Laura.

—Pues no lo sé, señorita Laura —reconoció el chico.

—¿A alguien de aquí le parece familiar esto? —preguntó Laura al resto del panel. Shinji, Rogran, Jenny y Arrai levantaron la mano, si bien la última lo hizo como si no quisiera que se notara.

—Mi mamá, que no es mi mamá, tiene unas iguales, señorita Laura —informó el niño zope.

—Las dos brujas tienen unas iguales, señorita Laura —agregó el demontre, señalando a Arrai y a Flint, asintiendo.

—Toda la división del Caos y sus descendientes tienen unas iguales, señorita Laura —reconoció Flint. Arrai no dijo nada

—¿Y quieren saber por qué es que las tiene Brooklyn? —preguntó Laura a todo el mundo. Todos los presentes soltaron un "¡Sí!" entusiasta, salvo Brooklyn, Arrai y Hamel—. ¡Corre vídeo! —ordenó Laura al equipo de Producción, y en una gigantesca pantalla tras ellos…

Arrai salía del hospital con un niño parecidísimo a Brooklyn envuelto en una manta, lo dejaba en una iglesia, el sacerdote lo enviaba a un orfanato, y en el orfanato lo encontraba Boris. Después, Brooklyn se encontraba con Arrai tras haber salido del edificio de YEGUA cantando algo sobre un mágico mago de Oz.

—Nuestro equipo de producción —informó Laura—, nos preparó estos certerísimos análisis de ADN ¡que demuestran que Arrai es la madre de Brooklyn!

—· / —·— / ·—

—… ahora sí te pasaste, Pandora —le reclamó Hamel a su violín.

—Bueno… todos sabíamos que no era humano —señaló Kai—. Después de todo, le gustaban casi todas las formas de vida EXCEPTO los pingüinos, y eso no es de personas de bien.

Mientras, los demás seguían en shock.

—· / —·— / ·—

—¡E-eso no es verdad! —exclamó Arrai, justo antes de que un castigo divino la fulminara. Resistiendo, se levantó—. Y aunque lo fuera, .¿qué más da? .¿No estábamos aquí para resolver el caso de Shinji?

—Claro que vamos a resolver el caso del pobre niño, malvada —le soltó Laura—. ¡Porque resulta que también es tu hijo, desgraciada!

Rogran y Jenny asintieron.

—Pero es algo que todavía no entiendo del todo bien —reconoció Laura.

—Simple, señorita Laura —comenzó Rogran—. Este niño, señorita Laura, no es más que un cuerpo creado mágicamente, señorita Laura, que contiene un chip de memoria electrónica, señorita Laura, que sacaron de un furby, señorita Laura.

—De un furby, señorita Laura —continuó Flint—, que me regalaron en la navidad del 95, señorita Laura, y con el que el sujeto aquí presente y yo jugamos durante todo el 96, señorita Laura, hasta que nos cansamos del gastadero de pilas que provocaba, señorita Laura.

—Y yo creía que mi infancia fue cruel —señaló Brooklyn, dando unas palmaditas en la cabeza a Shinji.

—¿Y la que provocó toda esa situación fue Arrai?

—Sí, señorita Laura —corroboró Flint—. Cuando llamé hace poco para saber qué había sido de mi furby, señorita Laura, me dijeron que ya no estaba en mi escritorio, donde yo lo había dejado, señorita Laura, y luego apareció en la casa de Tyson, señorita Laura, y la única en la oficina que sabía de la existencia del furby era Arrai, señorita Laura.

—Pues entonces todo es culpa de Arrai, .¿no?

Todos en el panel asintieron, menos Arrai.

—¡Pues llévense a esta desgraciada de aquí y me la refunden en la cárcel! —clamó Laura, mientras unos guaruras se llevaban a la diosa.

—¡Eso no! —soltó Arrai, liberándose de los guaruras, haciendo que el público huyera despavorido—. ¡No van a deshacer todo mi trabajo así de fácilmente!

—… vieja histérica… —murmuró Hamel, enarbolando de nuevo su violín, desviando con las notas los escombros del techo que caían hacia los YEGUA-bladers y los Y-Revolutions.

Brooklyn recorrió a todos con la mirada y al final decidió reunirse con los demás yo-luchadores.

—¿Debería involucrarme en esto? —les preguntó, necesitado de consejo.

—No —respondió Hamel rápidamente, dando una arcada larga y rápida—. No te conviene.

—¡Mi estadio! —clamaba Boris—. ¡Mi precioso y costosísimo estadio!

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—Tan molesta como siempre —refunfuñó Rogran, esquivando un trozo de concreto particularmente grande que había amenazado con aplastarle la cabeza.

—¡Ustedes no entienden! —soltó Arrai de repente, en una tregua momentánea.

—A nadie le interesa entender —soltó Brooklyn.

—¡Pues van a tener que!

—¡NO! —clamaron todos los presentes.

—Mejor sigue intentando aplastarnos con el edificio —sugirió Rogran.

—¿Tanto deseas morir?

—No, adoro mi vida. Y si tengo que escucharte, moriré de aburrimiento.

—Mejor para mí —insistió Arrai, y tomó aire—. He trabajado toda mi existencia en el proyecto ARAGOCSLOL. Y ahora, que está tan cercano, ha llegado la hora de mi jubilación. ¡No veré el fruto de mi trabajo! Yo diseñé todos los pasos del proyecto de los últimos 500 años. ¡Yo orquesté todo, y ahora tendré que conformarme con que algún advenedizo se lleve toda la gloria!

—¿Qué todos los de la oficina del caos son tan ególatras? —se preguntó Kai en voz baja, meditando sobre la cuestión.

—Así que, para evitar esa deshonra, habrá que adelantar el ARAGOCSLOL. Nada personal —finalizó Arrai, y prosiguió con la destrucción del edificio.

—Bah… —masculló Flint, quitándose los tapones de los oídos—. No es nuestro trabajo detenerla.

—¡No lo hago por obligación, sino por defensa propia! —retrucó el demontre, reiniciando con sus ataques también.

—¿Qué no pueden hacer nada más? —inquirió Shinji.

—Claro que podemos hacer algo —lo contrarió Jenny—. Sólo es cuestión de tener un poco de fe en el sistema.

—¿Fe? —el niño zope, zopemente, frunció el ceño.

—¡Pues date prisa! —soltó Rogran, harto de esquivar piedritas y lanzar bolas de fuego para evitar que Arrai se fuera.

—¡Ya voy, ya voy!

Flint murmuró algo por espacio de casi un minuto, y otro castigo divino, más grande que el anterior, descendió sobre Arrai. La diosa desapareció.

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—Por fin acabó —suspiró Hamel, en lo que había sido un estadio, donde sólo quedaban él, Oboe, los YEGUA-bladers, Boris, los Y-Revolutions, y el seudo-niño zope y sus seudo padres.

—No, no se acaba aún —gruñó Boris.