Estos personajes no son míos no gano nada con esto, solo lo hago para divertirme.
CONTIENE SPOLIERS SEXTO LIBRO
Los tres jóvenes se sentaron en la sala de menesteres. Tanto Ron como Hermione le habían hecho a Harry un pequeño resumen de la noche anterior, donde la jovenexcluyó intencionadamente lapresencia del ex - profesor de defensa en la taberna. Ahora el niño que vivió esperaba poder observar por si mismo el magnífico peine de Rowena Ravenclaw. Hermione posó el paquete sobre sus piernas y lentamente fue levantando el pañuelo de terciopelo azul que cubría el peine. La boca de los jóvenes se abrió ante la visión del mismo.
Ante ellos se extendía un precioso peine de plata, su brillo retaba el paso del tiempo y su mango era un perfecto conjunto de labrados. Hermione estiró su mano hacia él, pero Ron se lo impidió meneando negativamente la cabeza. Ron lo tomó entonces entre sus manos, la parte superior, tenía grabada una gran águila en actitud protectora.
- El símbolo de los Ravenclaws- susurró Harry levemente sorprendido.
Los otros dos jóvenes asintieron, y Ron se dispuso entonces a darle la vuelta. Allí sobre el mismo trozo de mango donde el águila coronaba uno de los lados, se encontraban un conjunto de flores adornando el mismo y en medio dos iniciales perfectamente talladas R. R. Los chicos se miraron sin poder evitar una sonrisa de satisfacción.
- Lo hemos conseguido- dijo Ron expulsando el aire contenido hasta entonces.
- Hemos conseguido el peine, ahora aún debemos encontrar la forma de acabar con el alma de Voldemort sin morir en el intento- explicó Hermione.
- Parece tan inofensivo- dijo Harry estirando su mano hacia el peine y rozándolo suavemente con sus yemas.
Hermione lo guardó de nuevo en el pañuelo que lo cubría.
- Debemos esconderlo, por lo menos hasta que sepamos que hacer con él- dijo la joven.
-Dejémoslo aquí, ya sabemos como es esta sala alguien debe estar buscando concretamente esto para encontrarlo- dijo Harry animadamente.
Tanto Hermione como Ron asintieron ante las palabras de Harry y este sin demorarse más tomó el peine de manos de Hermione y lo escondió en el cajón de una cómoda que mágicamente había aparecido cuando Harry pensó en ella.
Harry miró a sus dos mejores amigos y se dirigió directamente hacía la puerta.
- Espera Harry- la voz de la joven prefecta sorprendió a sus dos amigos.
-¿Qué sucede Herm?- le dijo Harry acercándose a ella y sentándose a su lado.
- Mi tiempo- dijo señalando su ya abultada barriga- se me acaba. He estado pensando en lo que te dije hace mucho tiempo, creo que necesitamos un pensadero.
- Y ¿cómo lo vamos a conseguir?- preguntó Harry.
- Si no creo que llegar a junto McGonagall y decirle: "podría prestarnos el pensadero del director, es que usted no lo utiliza y a Harry le hace falta"- respondió Ron mordazmente.
- A veces Ronald me pregunto que tienes en esa cabeza tuya- le dijo Hermione lanzándole una clara mirada de reproche- He estado últimamente en el despacho de la directora.
Los jóvenes la miraron interrogantes.
- ¡Oh! No os pongáis así. La profesora McGonagall y yo tenemos una buena relación, le gusta saber como va mi estado y… nunca sabremos cuando nos hará falta tenerla de nuestra parte.- Hermione sonrió ante la cara de incredulidad de sus compañeros- Bueno, el caso es que por lo que tengo observado el despacho está en el mismo estado en que el profesor Dumbeldore lo dejó. He visto el pensadero en una de las estanterías justo debajo del sombrero seleccionador.
- Ahí era donde lo guardaba Albus- respondió Harry rápidamente.
- Mañana Harry y yo vamos ir a hablar con la directora.
- ¿De qué?- preguntó Harry asustado.
- De tus sueños sobre Voldemort- le respondió Hermione rotundamente.
- Pero yo no sueño con Voldemort.
- Ahora sí. Me da lo mismo lo que le cuentes, algo no muy importante si puede ser, has soñado suficientes veces con Voldemort para poder inventarte algo.
Harry pasaba su mirada de Ron a Hermione como si esta última se hubiera vuelto loca. La mirada sorprendida de su amigo le indicó que este no sabía nada. Hermione no vio o no quiso ver estas miradas y sin inmutarse continuó su relato.
- Ron nos acompañará con la capa de invisibilidad- dijo Hermione que esta vez no pudo evitar notar el rostro asustado de su amigo.
- Y se supone que yo…- intentó acabar la frase el pelirrojo.
- Tú vas a robar el pensadero- dijo Hermione como si fuera la cosa más natural del mundo.
-¿Delante de la directora?- la voz de Ron sonaba francamente aterrorizada.
- No realmente lo intentarás robar cuando yo me encuentre mal.- le explicó Hermione.
La joven observó entonces la cara de sorpresa de sus dos mejores amigos y supo que no habían entendido casi nada.
- Voy a fingir un dolor en mi vientre, cuando la profesora McGonagall se acerque a mi para ver que me sucede, tú aprovechas y "tomas prestado" el pensadero.
Harry y Ron se miraron tras asentir levemente a Hermione. Quizás no fuera la mejor idea pero era la única forma que se les ocurría.
Los tres se levantaron de sus sitios, pero Hermione los interrumpió.
-Ron ¿podemos hablar un momento?- preguntó al pelirrojo.
Harry asintió en reconocimiento, su amigo le había puesto al tanto de la situación que se había creado en el túnel y sabía que Hermione enfrentaría tarde o temprano al pelirrojo.
-No debió pasar- empezó Ron tras comprobar que Harry había abandonado la sala.
-No, en eso tienes razón- le confirmó la joven- Ron te quise, no lo niego, pero como ya te dije en verano ahora sé que nunca te quise ni nunca te querré como lo amo a él. Te mereces algo más que una mujer embarazada de otro, una mujer que no te ama.
- Yo…, yo te quiero- tartamudeó Ron.- Podemos construir un futuro juntos, olvidaremos que el bastardo ha estado contigo, podemos ser felices- continuó mientras tomaba entre sus manos las de la joven.
- Escúchame, me olvidarás, encontrarás a alguien que te ame, Ron, te mereces más que esto- le sonrió mientras señalaba su abultada barriga- No funcionaría, porque yo debería fingir día tras día que te amo, cuando en realidad mi corazón pertenece a otro.
- ¿No hay ni un talvez? –interrogó su amigo con la mirada.
-No hay nada ni habrá nada- siguió Hermione conteniendo las lágrimas- Nuestra amistad es más fuerte que esto Ronald. Y es por ella por la que debemos luchar.
El joven no dijo nada más, ambos se abrazaron y tras mirarse una vez más abandonaron juntos la sala de los menesteres.
Hermione empujaba a Harry por las escaleras que llevaban al despacho de la directora. Harry más reticente que la joven prefecta intentaba por todos los medios alargar en el tiempo su encuentro con la jefa de los leones. Ron los acompañaba justo detrás, oculto bajo la capa de invisibilidad bufando ligeramente por la incomodidad de la misma. Hermione le lanzó varias miradas de advertencia.
Llegaron a la cima de la escalera, no sin cierto esfuerzo por parte de la prefecta que con su abultado vientre acusaba el esfuerzo de unas escaleras tan empinadas. Harry la agarraba tiernamente por la cintura.
La joven petó en la puerta, tal y como tenía costumbre y poco después la voz de la profesora McGonagall se oyó fuerte y segura.
-Adelante.
- Profesora McGonagall- dijo Hermione tímidamente.
La profesora levantó la vista hacia su alumna y se sorprendió de encontrar también al mismísimo Harry con ella.
-Sr. Potter, qué placer verlo por aquí- lo saludó alegremente la jefa de su casa.
-Profesora McGonagall. - la saludó Harry que se demoró ligeramente en la puerta para facilitar la entrada de Ron bajo la capa.- Tenía ganas de verla
- Sr. Potter déjese de cumplidos. Supongo que le sucede algo para venir a verme.
- Realmente él no quería profesora- intervino Hermione que en ese momento tomaba asiento ante la ligera inclinación de cabeza de Minerva.- Se trata de sus sueños.
La profesora miró ahora más fijamente a su alumno, que se esforzaba en parecer ligeramente molesto con la intromisión de su amiga. Harry resopló ligeramente por lo bajo, y como dándose por vencido comenzó a relatar un sueño. La profesora prestaba especial atención a las palabras de Harry intentado simular una actitud semejante a la que Albus mantendría de encontrarse en su lugar. Harry, a su vez, intentaba ser lo más realista posible pero sin rayar el dramatismo, no quería tener a la profesora McGonagall tras él todos los días preguntando por la posible estabilidad de su estado mental.
De repente, Hermione se dobló sobre su vientre emitiendo un pequeño quejido. Tanto la profesora McGonagall como Harry se volvieron hacia ella. Minerva abandonó su asiento de directora y corrió junto a su joven alumna, Harry la abrazaba dulcemente fingiendo una preocupación que realmente no sentía. Hermione continuaba quejándose, mirando de reojo hacia el pensadero y manteniendo a la vez a la directora del colegio lo más entretenida posible. Observó como el pensadero era izado por unas manos que volaban solas. Hermione apartó de su cabeza la extraña sensación que esta situación le provocaba y deshaciéndose poco a poco del abrazo de Harry y la profesora McGonagall, fue disminuyendo sus quejidos hasta calmarse totalmente.
-Debería ir a ver a Madame Pomfrey, Srta. Granger- dijo la profesora de transformaciones.
-Gracias profesora, pero ya me encuentro mucho mejor…- le dijo Hermione agradeciéndole el gesto- Son los cambios que se están produciendo en el bebé que de vez en cuando me producen pequeños dolores.
- Profesora – intervino Harry- No se preocupe yo me encargaré de ella.
La profesora McGonagall, no quedó muy convencida, pero había conocido lo suficiente a Hermione Granger a lo largo de este año para saber que no le haría cambiar de opinión. Sonrío fugazmente a Harry y a Hermione, y estos se levantaron aprovechando el momento y se dispusieron a abandonar el despacho. Ron se deslizó tras ellos, tan sigilosamente como pudo, intentando cubrir todo su enorme cuerpo con la escasa capa de invisibilidad de Harry y portando en sus manos el pensadero del fallecido director.
Los jóvenes no pararon hasta llegar a la sala común de Gryffindor que a aquella hora se encontraba totalmente vacía. Ron se despejó de la capa y posó el pensadero sobre una de las mesas. Los tres miraron el objeto como si nunca antes lo hubieran visto, el propio Harry se sentía extrañamente respetuoso con el objeto. Había pertenecido al director, en él habían compartido historias y vivencias, en él Albus había confiado en Harry, le había demostrado cuan importante podía ser.
El gryffindor lo tomó entre sus manos, disfrutando con su textura entre sus dedos, recordando momentos…
- Harry, es mejor que lo guardes por ahora- le dijo Hermione posando su mano suavemente en el hombro de su amigo.- Nos vemos esta noche como de costumbre en la sala de los menesteres.
Los gryffindors vieron como su amiga salía por el retrato de la dama gorda, y aunque ambos se preguntaron a donde iría a aquellas horas ninguno osó hacer la pregunta en alto.
Hermione salió del castillo apresuradamente, por algún motivo que no llegaba comprender necesitaba salir de aquellas cuatro paredes. Sabía que las decisiones que estaban tomando serían irrevocables y lo peor de todo es que construirían el futuro al que tendrían que enfrentarse.
Tan invisible como siempre para el resto del colegio, Hermione se dirigió hacia el jardín del difunto director. Se sentó sobre el verde césped, estirando su cuerpo y disfrutando de la tranquilidad y la paz que irradiaba su alrededor. Las lágrimas empezaron a correr por su rostro y la tensión acumulada durante todos estos meses se fue diluyendo poco a poco. Su vida había cambiado en menos de un año, y ella no sabía si sería capaz de asumir todos estos cambios. Estaba embarazada de un hombre al que todos consideraban un asesino, en menos de unos meses tendría en sus brazos a un hijo, un hijo al que debería explicarle quien era su padre, donde estaba su padre. Sus amigos confiaban en ella pero se mostraban reticentes a creer en la inocencia de Severus algo de lo que ella no les culpaba. Además, el peso del mundo mágico caía en estos momentos sobre los hombros de su mejor amigo, y sabía que un error les podía costar la vida, no sólo a él sino a cualquiera de ellos.
- Las mujeres bellas no deberían llorar- sonó la profunda voz de su ex – profesor de defensa.
Hermione se giró lentamente observando a lo lejos la ondulante túnica del imperturbable profesor. Cerró los ojos conteniendo las ganas de llorar de nuevo, hundió su rostro entre sus manos y se sumergió en la cantidad de sentimientos que la atravesaban. Severus se acercó a ella lentamente y la tomó entre sus brazos intentando contener su llanto.
- No llores, mi niña, no llores- le dijo mientras la abrazaba tiernamente y acariciaba su espalda.
Hermione se aferró a la capa de su antiguo profesor, y lloró, lloró amargamente.
- Vamos Mione, no puede ser tan malo- le susurró Severus en su oído- Mione, por favor no soporto verte llorar, por favor.
Hermione levantó entonces el rostro para mirar fijamente los negros ojos de Severus. Un atisbo de tristeza y amor se entremezclaban en ellos y Hermione no pudo evitar añorar los momentos que habían compartido. Severus la vio sonreír entre lágrimas, y se sorprendió de la dulzura que su pequeña gyffindor era capaz de transmitir. Sus labios descendieron lentamente, y se unieron a los de la joven. Llevaba meses añorando ese contacto, deseando volver a sentirla cerca, tan cerca como para tocarla, para amarla. El beso se fue haciendo más profundo, más necesitado. Sus lenguas se entrelazaron en una danza armoniosa y excitante. Hermione dejó escapar un leve jadeo y ello añadió aún más intensidad al beso de su profesor. Severus bajó sus manos para recorrer con ellas el cuerpo de Hermione para disfrutar de nuevo de ella. Su mano paró en su vientre, en su abultado vientre. Abrió los ojos asombrado y se tensó visiblemente. Se separó lentamente de Hermione mientras la miraba con una clara muestra de desprecio en sus ojos.
- Veo que el joven Weasly no ha tardado en ocupar un lugar en tu vida- dijo fríamente mientras se alejaba de ella- Además no ha perdido el tiempo.
Hermione se alejó también de él visiblemente asustada por el tono de su voz. Había logrado conocer lo suficiente a Severus en este último año para saber que en estos momentos estaba intentando controlar una ira creciente. Se llevó las manos a su vientre donde su hijo se movía vigorosamente quizás excitado por el propio nerviosismo de su madre. La joven alzó su rostro ahora cubierto de lágrimas, quería contarle a Severus la verdad, decirle que estaba equivocado... que Ron y ella no tenían nada más en común que una buena amistad y que ese hijo era de ambos, era fruto del inmenso amor que se habían profesado. Pero Hermione, estaba dolida, acusó el golpe de que Severus la considerara tan poco digna como para buscar refugio en los brazos de otro cuando ella le había jurado una y mil veces su amor, de una y mil maneras distintas.
Severus sacó sus propias conclusiones del silencio de la mujer que él consideraba la suya y no dudó en levantarse. Estaba herido, visiblemente herido y las lágrimas de la joven que un momento antes lo dañaban, ahora le parecía un bálsamo para su propio corazón roto. Se sentía derrotado y por un momento deseó que Hermione sufriera tanto como él lo estaba haciendo en este momento. Ni siquiera la miró cuando se giró en el jardín para partir, ni siquiera miró como la joven lo buscaba con sus ojos anegados de lágrimas e intentaba hablarle.
- Espero que seas feliz- fueron sus últimas palabras antes de abandonarla allí sola.
Hermione lloró largamente durante lo que ella consideró horas, el dolor que sentía era tan fuerte como si le estuvieran desgarrando una parte de ella misma. Abrió los ojos débilmente y comprobó que la noche había caído en el castillo, sabía que sus compañeros estarían preocupados por ella, así que reuniendo un valor que no sentía abandonó el jardín y se dirigió a la sala de menesteres.
Harry y Ron la asaltaron poco después de llegar a la gran escalinata del colegio, y tras unas preguntas preocupadas por su ausencia durante la cena, los tres continuaron su camino. Tomaron el pasillo en total silencio, cerciorándose a cada paso que nadie los seguía. De repente al girar la esquina, delante de donde se suponía estaba la puerta de la sala, Ginny, Neville y Luna los esperaban con los brazos cruzados y una clara determinación en su rostro.
Reviews:
Lara Malfoy-Lynnpues no, nuestro querido Severus no sabe que Hermione está embarazada, vamos que entre la habilidad de la joven para ocultarlo y lo escasito que anda el hombre en relaciones personales, el embarazo sigue siendo un secreto. A mi tampoco me gusta la pareja Ron –Hermione, pero… .
tercy-S-Scloe: Me alegro que te guste la aparición de Severus, como me pasa a mi es un Severus de carne y hueso y no un recuerdo de la mente de Hermione. Espero que te haya gustado este nuevo capítulo y a mandar, que si no se entendió no fue culpa tuya sino del escritor que se explico mal. Saludos
Carly McKinnon: Siento el retraso en el lemon pero llegará lo prometo, realmente queda muy poco. De Ron que más puedo decir un personaje peculiar.
Nocrala: Intentaré seguir así pero no prometo nada…. Saludos.
Malu Snape Rickman: Me alegro que te guste, sobre todo el Severus de carne y hueso. ¿Qué os pasa con Ron? No le gusta a nadie lo lleva crudo el pelirrojo.
amsp14: Seguiré en ello, Ron es un estorbo que Hermione se saca de encima fácilmente… aunque Severus no lo sepa realmente. Adoro a Severus celoso.
Replika: Me alegro que te guste, y sobre Ron y Hermione lee los reviews de arriba. ¡Dios mío! Todo el mundo pregunta lo mismo. Sobre porque no podía dar clases supongo que te lo imaginas pero si no en el capítulo 8 vuelve a haber una mención a estas ausencias.
Gracias por leerme.
