VIVIENDO COMO UN CHICO.

-Diálogos.-

"Pensamientos"

Capitulo 7.

ENCUENTROS CERCANOS DEL TERCER TIPO.

-Estoy nerviosa.-declaró Sango.- ¿Cómo crees que lo tome?

-Seguramente mal, y te dirá que a ti también te gusta.-Kagome seguía teniendo esa ansiedad.

-Vamos chicos, yo los apoyaré.-terció Miroku.-Si yo les creí, él también lo hará.

-Tú eres mi novio. Por ende tienes que creerme ¿no?-dijo Sango.

-Bueno, supongo. Aunque me es difícil creer que Kaname solo busque eso. No parece ser una chica con malas intenciones.

-¿No?-cuestionó sarcástica Kagome.

-El ser ambicioso no es malo…Uno no siempre tiene que conformarse con lo que tiene.-dijo filosófico Miroku.

-Tienes razón, no es malo, lo que si está mal es que lo hagas a costa de otros.-dijo la pelinegra.

-Seguramente ella tiene sus razones.-explicó Miroku

-Bueno ¿tu de que lado estas?-cuestionó Sango encarando a su novio.

-Pues…del tuyo obvio, pero francamente creo que no debí meterme en este lío.

-Cobarde.-musitó Kagome.

-Astuto.-corrigió él.

-Miroku, cállate. Sino quieres estar aquí, puedes irte ya, nosotras arreglaremos esto.

-Si, en cuando llegue el estúpido ese. ¿Pero que cree? ¿Que esto es un motel o qué?-Kagome ahora estaba más que molesta.

-Tal vez se haya ido a Ikiwa.-dijo Sango.

-O tal vez se haya ido a Ikiwa a un motel con ella.-Miroku se arrepintió de haber dicho eso, pues su novia le dio tremendo pellizco, que la marca le perduró un buen rato al igual que el dolor.

-Bien, ya me cansé de esperar. Voy a dar un paseo.-declaró Kagome seria.

-Yo te acompaño.- saltó la castaña.

-Les parece si yo lo espero aquí.-propuso Miroku.

-A ti nadie te ha invitado.-dijo Kagome con acritud.

-Uy que sensible.-dijo él levantando una ceja.

Las chicas salieron del edificio y se encaminaron sin rumbo fijo, durante el trayecto ninguna dijo nada, pero no pudiendo aguantarse más Kagome pateó un bote de basura, cosa que lamentó después porque le dolió hasta el alma.

-Tranquila.-calmó Sango.- ¿Te has hecho daño?

-No… Si.-la pelinegra estaba enojada. El porqué, tenía un nombre: Inuyasha. El cual no se había aparecido por ahí en toda la noche y parte de la mañana. Ella, lógicamente, estaba preocupada, enojada y celosa.

Lo primero porque la incertidumbre de no saber dónde estaba él la tenía, como se dice en mi pueblo, con el Jesús en la boca. Lo segundo, porque no les había avisado a ninguno de sus amigos. El tercero, era el peor de todos, porque se había enterado por medio de Ayame, que él estaba con Kaname. Y eso la envenenaba totalmente, no sabía que pensar al respecto, no tenía muchas opciones………..pues un chico y una chica, solos en quien sabe donde………….deja mucho que pensar.

-Oye… ¿crees que fue buena idea decirle a Miroku?-cuestionó la pelinegra, tratando de desviar sus pensamientos a otro tema menos escabroso.

-No lo sé. Lo único que sé es que fue mejor decirle, él es algo celosillo y se imagina cosas, así que no me quedó de otra Kag, compréndeme.

-¿Sigue desconfiando de mi?

-Para él es extraño que una chica y un chico se lleven demasiado bien, es de los que piensan que entre un hombre y una mujer no puede haber amistad…….ya sabes.

-Sí solo supiera.-dijo Kagome en un suspiro.

-¿Qué hora tienes?-cuestionó la castaña.

-Van a dar las 9 de la mañana.-contestó la morena mirando su reloj.

-Bueno, yo te dejo, voy a mi depa, necesito unas cosillas.-se excusó Sango.

-Bueno, pero recuerda que……

-Ahí estaré.-prometió Sango.

Kagome comenzó a caminar calle abajo, se dirigió al pequeño parque donde muchos universitarios iban a ejercitarse todas las mañanas, ahí encontró a Houjo, enfundado en unos pantalones deportivos grises y una playera azul, con una gran mancha oscura en el pecho, la cual se debía a la transpiración que el correr había provocado.

-Hola.-saludó agitado el joven, cuando llegó hasta ella.

-¿Vienes todos los días?

-Pues si, es que soy hiperactivo y necesito estar frecuentemente en movimiento.

-Me parece bien, tal vez venga un día de estos, ahora que tengo tiempo.-dijo ella rodando los ojos.

-Bueno ya somos dos ¿que te parece si vienes conmigo mañana, así comienzas de una vez.-invitó él.

-Suena bien.-dijo ella.

-Bueno me voy. Y creo que será mejor ir a darme un baño.-dijo él levantando un brazo y oliendo su axila.

-Si, supongo que es lo mejor.-sonrió Kagome.-Vamos, yo también me regreso.

El chico tenía un gran sentido del humor, hizo que Kagome dejara el mal humor a un lado, charlaron de todo y nada a la vez. Al llegar al edificio de él, se separaron y Kagome regresó sola, a su departamento, al entrar el edificio, encontró a la pelirroja que esperaba a que el ascensor se abriera.

-Hola Kag.-saludó la chica de manera entusiasta.

-¿Tienes otro mensaje para dar?-preguntó Kagome de mal talante.

-No, no me han llamado. No seas pesado, yo solo vine a verte para pasarte la tarea que te falta.

-No es necesario gracias.

-Pero es materia de examen, y no digas que no tienes compañeros, no los tienes porque no quieres.-dijo ella esto último en tono meloso.

Kagome tuvo suficiente, su mal humor antes apaciguado se elevó al límite, sus orejas resplandecieron en un rojo brillante. Iba a aclarar algunas cosas con la chica, y lo iba a hacer ahora.

-Ayame, escucha esto…-en ese preciso momento el ascensor abrió sus puertas y Ayame entró rápidamente, seguida por Kagome.

-¿Me sostienes esto?-cuestionó Ayame justo después de cerrarse las puertas del ascensor, y dando un cuaderno a Kagome, sin darle oportunidad a esta de negarse.

La pelirroja estaba decidida a conquistar a Kagome, cosa que hubiese sido muy fácil y menos vergonzosa si Kagome fuera HOMBRE, pero como no lo era el espectáculo que la chica ofrecía en esos momento resultó aterrorizante para la morena, pues tenía la impresión de que si no salía de ahí en ese momento, la cabeza de zanahoria la violaría. Ayame se acercó sensualmente a Kagome, contoneándose mientras la morena retrocedía hacia una esquina.

-¿Qué demonios haces?-dijo Kagome, asiendo a la chica de los hombros para alejarla de si.

-Kag, me gustas y mucho, no entiendo porque te haces del rogar… ¿Acaso no te gusto?-dijo la pelirroja mientras hacía un puchero y trataba de pegarse más a una aturdida Kagome.

-¡Deja de arrinconarme Ayame, me ahogas!

-Aun no me contestas.-repuso la chica, acercando su rostro al de la morena, la cual sentía las caderas de la chica apretarse a las suyas. Kagome se asustó. Y bien se dice que cuando alguien siente temor, éste reacciona de tres maneras: huyendo, paralizándose, o enfrentando al que ocasiona ese sentimiento.

-¡No!-exclamó, empujando a la chica bruscamente.

-¿NO?-cuestionó perpleja esta ultima.

-No, entiende NO ME GUSTAS, y deja de comportarte como una gata en celo, ¡¡ no sabes lo indignante que es eso!

-¡¡ERES UN ESTUPIDO!-gritó herida la chica, volteándose y pulsando frenéticamente el botón para abrir las puertas del ascensor. Hasta que finalmente este cedió y se abrió. Salió como un bólido de ahí.

Kagome se sintió realmente aliviada, el pensar que la chica al fin ya no la molestaría más, era quitarse un gran peso de encima.

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-Tenemos que hablar.-declaró impasible y con mirada acerada Kagome, a un desaliñado y cansado Inuyasha, cuando este arribó al departamento casi a medio día.

-Inuyasha, tienes que escucharnos.-dijo Sango, al ver que el chico ignoró la petición de su amiga.

-Muy bien. Hazlo rápido, que tengo prisa.- el tono del chico era de aburrimiento casi ofensivo.

-Muy bien.-comenzó la castaña, adoptando una posición de severidad.- Lo que pasa es que tu amiga Kaname…

-Mi novia.-corrigió Inuyasha realzando la palabra.

-Como sea. La cuestión es que ella te está usando, engañando, engatusando para conseguir sus fines. Y no lo invento yo, te lo digo porque yo misma lo escuché y se lo dije a Kagome, para que te le contara a ti, pero tu lo mandaste por un tubo.- aclaró Sango, cuando vio que él iba a replicar.

-Aunque no lo creas amigo, es la verdad.-acotó Miroku.

-¿Tu también lo escuchaste?-preguntó con perspicacia el joven.

-No, pero le creo a Sango, porque ella no gana nada al decirte esto, en cambio sí ella fuese otra persona no hubiese dicho nada al respecto ¿sabes?

-Solo ayudar a su amigo.-replicó Inuyasha mirando acusadoramente a Kagome, que alterada le contestó.

-Eso precisamente quise hacer yo, pues no obtengo ningún beneficio.-dijo ella, blandiendo su dedo índice frente al chico.

-Quedarte con ella, tal vez.-sugirió sarcástico el de orbes doradas, acercando su rostro endurecido hasta quedar frente a frente con ella.

-Sigues con la estupidez de que Ricitos de oro me gusta ¿no? ¡Puedes quedarte tranquilo grandísimo pendejo! Porque no es así, y si te lo dije fue porque en verdad te estimo, pero sino quieres creerlo allá tu, cuando te bote no me vengas a llorar.-explotó Kagome.

-Ella no va hacer semejante cosa estupido envidioso.-increpó él.

-¡¡Por favor Inuyasha! Deja de pensar con las pelotas y usa el cerebro.-recriminó la pelinegra haciendo ademanes exasperados.

-¿Cómo quieres que te lo demuestre?-intervino Sango bañada en serenidad.

-¿Cómo vas a demostrarme algo que no es verdad?-cuestionó él insultante.

-Pues te demostraré que si lo es.-enseguida Sango sacó un celular y se lo mostró a Inuyasha, él lo miró como si no supiera de que se trataba.

-¿Y eso qué?-le preguntó a la castaña.

-No lo sabes usar ¿o qué?-respondió ella.

-Pues claro que si, no soy imbecil.-replicó él.

-Pues parece.-musitó Kagome.

-Cállate.-exclamo él, ofendido.

-Dame eso.-dijo con aire exasperado Sango, al tiempo que arrebataba el aparato de las manos de su amigo.

Ella hizo algunos movimientos, pulsó algunos botones, y lo miró para después pasárselo a Inuyasha.

-Míralo.-ordenó ella.

Él así lo hizo, en cuanto lo leyó, las diversas emociones que sintió se reflejaron en su rostro, pasando de la sorpresa, a la confusión, de la incredulidad a la indignación, y finalmente al abatimiento.

-¿Ahora me crees?-soltó Sango que lo miraba seria.

-¿Qué es eso?-cuestionó desconcertada Kagome.

-El celular de Oyuki.-explicó la castaña impertérrita.

-¿Se lo robaste?-Kagome estaba asombrada ante la astucia de su amiga.

-No.-declaró ella.

-Esto no puede ser.-musitó Inuyasha cabizbajo.

-Busca el número de tu novia, llámala y verifica que en verdad éste es el celular de su amiga, así confirmarás que lo que dicen esos mensajes es la verdad.

Él obedeció inmediatamente. Su cara palideció y quedó estático por un momento, la chica había contestado llamándolo por el nombre de la propietaria del aparato.

-¿Oyuki? ¿Ya se te pasó el coraje?-cuestionaba la dulce voz de Kaname. Inuyasha colgó y devolvió el aparato a la castaña.

-¿Y bien?-preguntó Sango.

-¿Entonces era verdad?-Inuyasha era una mezcla de emociones indefinibles.

-Bien. Creo que mi misión aquí terminó.-declaró Sango, encaminándose hacia la puerta.

-¿Inuyasha?-cuestionó Miroku, asiendo el hombro de su amigo.

-¿A dónde irás Sango?-preguntó Kagome.

-¿Me acompañas?-invitó ella. Kagome asintió.

-¿Ninguno de ustedes planeó esto?-dijo Inuyasha.

-Inuyasha, no eres el centro del universo, tenemos mejores cosas que hacer que confabular contra tu vida sentimental.-sentenció Kagome, con gesto arrogante.

Ella salió del departamento junto a su amiga, dejando a Inuyasha con Miroku, no se sintió capaz de enfrentar más al chico, había sido ruda con él, pero estaba molesta porque con su actitud le había demostrado que Kaname le importaba y mucho…..…y eso era algo que ella simplemente no podía soportar.

Metros más allá, calle abajo, donde se encontraba el pequeño súper, una chica las divisó y en cuanto lo hizo, perpetró en el lugar. Al llegar ahí, Sango hizo lo mismo, Kagome la seguía confundida, ella no le había explicado nada aún, y lo único que hacía era hacerle gestos o contestaba con evasivas.

Caminaron por entre los pasillos y se dirigieron al fondo del lugar, frente a un estante de artículos de limpieza doméstica. De pronto apareció muy disimuladamente una chica de ojos grandes y cara redonda, se acercó a ellas y cuando llegó hasta ahí, Sango le dio una sonrisa confortante, ella también sonrió.

-Gracias Oyuki.-musitó la castaña.-Él es Kag, un amigo.- aclaró ella cuando la chica miró a Kagome con desconfianza.

-Muchas gracias.-acotó la pelinegra comprendiendo todo el asunto.

-Era lo menos que podía hacer.-respondió la chica. Hizo una reverencia y se alejó.

-Así que ella te ayudó.-dijo Kagome.

-Sip. Ella no es como parece, esa candidez es real, no como la de tu 'amiga'-dijo Sango en tono malicioso.

-Después de esto, ricitos de oro no le dirigirá la palabra ¿sabes?

-Es lo que menos le importa, esa chica si usa el cerebro, reflexionó sobre la corrosiva amistad que tenía con Kaname. Y la botó. Dice que es muy dominante…

-Oye Sango ¿Aún sigue en pie lo del pica- pica? –cuestionó Kagome con una sonrisa maliciosa.

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Kagome regresó al departamento, pero ya no encontró a nadie, todos se había ido a clases, al menos eso creyó, porque momentos después Inuyasha apareció. El silencio era realmente incómodo, hasta que él habló.

-¿Porqué no fuiste a clase?-preguntó casualmente, recostado en el sofá.

-Me suspendieron durante una semana.-respondió ella desde la cocina.

-¿Por qué?-cuestionó él sorprendido.

-Una larga historia.-dijo ella.

-Tengo tiempo.-respondió él sonriendo levemente.

Ella le contó todo lo sucedido, momentos después la tensión entre ellos había desaparecido, pero él aun no se había disculpado con ella, aunque trataba de ser lo más condescendiente, sin embargo Kagome no le tomaba mucha importancia.

-¿Y tu donde dormiste?-sintió la gran necesidad de saber dónde había estado, pero por otro lado, no quería saberlo.

-Fui a Tokio. La llevé a la agencia de mi hermano y dormimos allá.

-¿Tu tampoco asististe a clase?-Kagome intentó ignorar el dolor en su pecho.

-No, solo a las primeras horas. Estoy muy cansado, fue un día muy agitado.

-Si lo imagino…. ¿Así que durmieron juntos?-dijo ella después de un corto silencio. "Masoquista. Eso es lo que eres ¡torpe!"

-No de esa manera.-aclaró él. Ella soltó el aire que sin saber estuvo reteniendo por varios segundos.

-¿Vemos una película?-invitó ella animada.

Al día siguiente llegó el ansiado viernes, y el chico de orbes doradas, aún con el animo por los suelos, fue invitado por sus amigos a relajarse un poco, ese día todos se tomaron el día libre, ni Inuyasha, ni Kohaku asistieron a clase, por iniciativa de Miroku, quien les invitó a pasarse una noche fuera de su apartamento, junto a la luz de la luna y al calor de una fogata, en las afueras de Ikiwa, con el pretexto de 'animar a Inuyasha' .

Kagome no sabía si debía asistir, pero al fin Miroku la convenció al emplear el chantaje, cosa que a la chica le dejó claro que el dicho de 'Dios los hace y ellos se juntan' era muy verdadero, pues Miroku y Sango eran tal para cual.

-¿Dónde estabas? Me dijo Sango que fuiste con alguien-cuestionó Miroku saliendo del baño, aun con el pijama puesto.

-Fui a correr.-dijo Kagome secando su sudor con el extremo de su playera roja y yendo hacia el refrigerador.

-Así se le dice ahora.-habló Inuyasha saliendo se su recamara con el pelo enmarañado.

-Es verdad.-declaró ella.- ¿A que hora saldremos?-cuestionó para después sorber de su vaso con leche.

-Estará bien a las 5 de la tarde.-declaró Miroku.

-Si tienen algo que hacer será mejor suspender todo.-acotó Inuyasha, sentándose a la mesa para servirse cereal.

-P-por mi e-e-esta bien.-tartamudeó Kohaku, saliendo de su cuarto para dirigirse al baño.

-Bien, entonces a esa hora nos vemos.-dijo Kagome.

-¿Y ahora a donde vas?-preguntó Miroku.

-¿Tienes una cita?-cuestionó sorprendido Inuyasha.

-No, me voy a bañar. En cuanto salga Ko-ko.-explicó Kagome con una sonrisa.

-¡¡K-ka-kagome!-gritó Kohaku desde el baño.

-Sabes que le molesta que le llames así.-dijo Miroku riendo.

-A mi me gusta.-dijo ella haciendo un mohín.

-P-pues a mi n-no.-dijo el aludido, cuando salió del baño. Para después lanzar el agua del vaso con el que momentos antes se había enjuagado los dientes.

-¡Epa!-calmó Inuyasha.-Que estoy desayunando.

-P-pues él comenzó, se bur-la de mi tar-ta-tamudeo.-se defendió el cuatro ojos.

-Pues tu tartamudeo a cierta chica le parece encantador.-declaró Inuyasha.

-¿Rin?-cuestionó Kagome. El rostro de Kohaku adoptó el color de la vestidura de una manzana roja.

-¡Pero no te pongas rojo hermano!-soltó Miroku riendo.

-No se pone rojo, es el reflejo de mi playera.-bromeó Kagome.

-¡Ca-cállense!-exclamó el chico retirándose del lugar.

La hora para marcharse llegó, todos estaban ya listos, esperando por el pionero de la actividad, que había salido del departamento. Ya tenía un buen rato fuera, y no regresaba, Kohaku ya estaba desistiendo de la idea.

-¿Qué hora es?-preguntó Kagome.

-No hace ni dos minutos que me preguntaste lo mismo. Para ya.-le dijo Inuyasha.

-S-seguramente esta c-con mi hermana.-soltó Kohaku torciendo la boca.

-Si, tal vez.-dijo Inuyasha.

-Compréndanlo, él tiene que pedir permiso, sino le pegan.-bromeó la chica.

-O le suspenden la sesión de besos.-sugirió el de ojos dorados.

-¡Que e-es mi herma-na!-exclamó Kohaku ofendido.

-Perdón. Pero ya deberías de aceptar el hecho de que ella es pareja de Miroku, y que las parejas no solo se cogen de las manos.-dijo Inuyasha.

-¿O es lo único que planeas hacer con Rin?-cuestionó maliciosamente Kagome, provocando el sonrojo del chico, que ya no dijo palabra alguna.

En ese momento la puerta se abrió y Miroku apareció.

-¿Porqué tardaste tanto?-reprochó Inuyasha.

-Primero mi querido amigo, ayúdame con esto.-dijo el chico a la vez que le daba varias bolsas.

-¿Qué compraste? ¡¡Cerveza!-dijo Kagome examinando el contenido.

-Y algo de botana.-dijo él.

-¿Y m-mi hermana s-sabe?-cuestionó Kohaku.

-Ella lo sugirió. Yo solo pensaba traer botana y pasar un rato bañado en la luz de la luna.-explicó Miroku.

-S-sango va de mal e-en peor.-dijo Kohaku enfurruñado.

-¿Nos vamos ya?-invitó Kagome.

-Bueno, yo sugeriría que esperáramos.-dijo Miroku algo nervioso.

-¿Por?

-La innombrable está allá abajo. Me entretuve porque me cuestionó sobre ti.-dijo él, mirando a Inuyasha.

-¿La ver-dadera Ka-kaname?

-No, la de chocolate.-dijo Miroku con tono mordaz.

-P-perdón.-dijo el chico, que mejor optó por permanecer callado.

-Me vale. Vamos.-dijo Inuyasha con tono indiferente.

Salieron del apartamento y como lo había dicho el hippie, la rubia despampanante estaba ahí, recibió a Inuyasha con una sonrisa indulgente, la cual se deshizo cuando él la miró, tal y como había mirado a Kagome, días atrás.

-¿Te pasa algo?-la escuchó Kagome preguntar, cuando pasó por su lado, yéndose directamente hacia fuera.

-¿Crees que tarden mucho?-le preguntó Miroku mirando a la pareja.

-Ni idea.-dijo ella, mirando alrededor.

-Al parecer no.-dijo él, cuando vio venir a Inuyasha con paso decidido.

-¿E-esta llorando?-dijo Kohaku dubitativo.

-¡Nah! Se le metió algo en el ojo.-tranquilizó Kagome, que por dentro se regocijaba al saberla fuera de la jugada.

-¿Listos?-preguntó Inuyasha.

-Cuando quieras.-dijo Kagome.

Se subieron al auto del chico, que los condujo hasta Ikiwa, de ahí Miroku, con el permiso y la promesa de cuidar el auto más que a su propia novia, manejó hasta las afueras del pueblo, donde había una desviación, tomaron ese camino y pararon unos metros más allá, donde se abría un sendero hacia un lago rodeado de un bosque espeso y fresco. Inuyasha aparcó el auto a orillas del lago, encendió el estero y subió el volumen. Estaba dispuesto a divertirse, después de haberse desahogado con la causante de su dolor, se sentía mucho mejor.

Buscaron algo de leña e hicieron una fogata, comenzaron a platicar sobre todos los temas que los chicos pueden tener: fútbol, autos, más deporte, chicas, tema en el cual Kagome permaneció callada y no aportaba más que monosílabos. Además de notar la patética inocencia de Kohaku respecto al tópico.

También hubo un momento en que en una dinámica se dijeron qué era lo que menos soportaban, a Kagome casi le da un infarto al escuchar que a Inuyasha lo que menos le gustaba era la mentira, no soportaba el hecho de que le ocultaran cosas importantes.

Ya entrada la noche, ella adormilada por el alcohol, tuvo que reconocer que no era buena en eso. Inuyasha inició unas 'carreritas' con Miroku y un renuente Kohaku, que consistía en beber una cerveza lo más rápido posible, el que bebiera más, era el ganador. El ganador de una gran resaca el día siguiente.

La velada se animó, la única que permanecía parcialmente sobria era Kagome, que se divertía enormemente al ver actuar en ese estado a los chicos. Al fin se llegaron las 12 de la noche, y ella les frenó la fiesta.

-Ok. Suficiente. Es hora de irnos ya.-anunció, provocando los balbuceos incoherentes de Kohaku.

-Al auto.-dijo ella.

-Aguafiestas ¡hic!-dijo Inuyasha.

-AHORA-ordenó. Los chicos no dijeron nada más.

Ella se encargó de apagar el fuego y meter la basura en una bolsa, la cual acomodó en la cajuela del auto. Después subió al volante y se encontró a Kohaku totalmente dormido al igual que Miroku, y a Inuyasha tarareando una canción medio adormilado.

Agotada y somnolienta, condujo hasta la ciudad universitaria de Ikiwa, manejó lo más despacio posible, había que tener en cuenta que sus conocimientos sobre el manejo eran limitados, podría decirse que los llevaba a vuelta de rueda.

Al llegar al lugar, despertó y llevó uno a uno hasta el apartamento, pues no podían sostenerse en pie por más de 30 segundos.

Finalmente llevó a Inuyasha hasta su recamara, él balbuceaba algo ininteligible, lo recostó en su cama, pero mientras lo hizo, ella tropezó y cayó a un lado de él. Abrió sus dorados ojos y le dijo.

-Eres un buen amigo ¡hic!-su mano palmeó suavemente la espalda de Kagome, que no se había movido ni un ápice.

-Duérmete.-le dijo ella en tono maternal. Y como arte de magia los pesados parpados del chico cubrieron los melados orbes.

Ella lo miró detenidamente, no sabía si era el efecto del alcohol o si la botana le habría hecho mal, pero sintió un cosquilleo en su estomago. Absorta en la examinación visual que realizaba, su rostro se acercó hasta el de él, que yacía dormido bajo ella, la respiración acompasada que tenía, los labios finamente delineados y carnosos como el botón de una rosa, endemoniadamente deseables. Estaba hipnotizada. No supo como llegó hasta ese punto, perdió toda coherencia, toda razón, toda realidad. Simplemente lo besó, presionó sus labios con los de él. Sintió un hormigueo en su boca al contactarlos.

De pronto como si de un rayo que ilumina la oscuridad de la noche, se separó de él. Entonces, con horror, encontró la mirada ambarina de Inuyasha reflejando el más puro asombro.

No supo cómo salió de ahí, cuando su cerebro se conectó de nueva cuenta, ella estaba atrincherada en su habitación. Recargada contra la puerta y cubriéndose la boca para evitar dejar salir el grito que nacía en su garganta.

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Aquí estoy de nueva cuenta XD

Espero les guste este capitulo, tengo ke decir que la inspiración volvió y bien jajaja.

Tengo 103 rr! Es magnifico...y con tan solo 6 capis! XD Gracias a todos aquellos que han dejado sus comentarios. Y a aquellos que no, pues los invito a ke pulsen el botoncito que dice GO XD

Nos vemos!

PD. Felicidades a todas las mujeres! Es nuestro mes chicas! XD