VIVIENDO COMO UN CHICO.

-Diálogos.-

"Pensamientos"

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Capitulo 8

El plan.

No supo cómo es que consiguió concebir el sueño, su mente repasaba a cada momento lo acontecido, lo volvió a recordar a la mañana siguiente cuando la blanquecina luz del día se coló por las persianas, pegando de lleno en el fino rostro de Kagome.

Lentamente abrió sus parpados hasta dejarlos cerrados de nueva cuenta, se tomó un rato para desperezarse, un ligero mareo apareció cuando movió su cabeza acompañado por una sutil punzada en su cabeza. Gruñó.

Fue entonces cuando recordó lo que había hecho la noche anterior, abrió sus ojos de golpe, espantada; pero de alguna extraña manera, feliz. Se incorporó de inmediato y al hacerlo se mareó de nuevo. "Así que así se siente la resaca" pensó ella. Abrió la puerta de su dormitorio y miró alrededor. Nada, ni rastro de los chicos, volvió sobre sus pasos y checó la hora, el reloj marcaba las 7:30 de la mañana.

La ligera punzada cada vez se hacía más fuerte, optó por darse una ducha de agua fría para despejarse. Cuando terminó, un portazo se escuchó seguido de unos pasos presurosos, después vio a un despeinado Kohaku que se abría paso hasta ella y venía con una mano cubriendo su boca, más pálido que de costumbre, ella se hizo a un lado para dejarlo pasar, en cuanto él lo hizo, una espeluznante arcada se escuchó. Kagome tragó duro, "Creo que hice bien en no tomar tanto" pensó la chica horrorizada.

Apuró el paso y entró a su habitación, buscó algo de ropa y se vistió, un pantalón negro holgado junto a sus ya clásicas playeras, con algún logotipo, esta vez usaba una que tenía como leyenda 'Tanta escuela, me apendeja' cuando estuvo presentable salió de ahí, Kohaku aún no salía del baño, lo vio recargado en la taza del escusado. Haciendo el menor ruido, abrió la puerta y bajó a la calle, no sabía a donde iría, no sabía qué haría, no sabía qué diría. Su única esperanza es que Inuyasha no recordara lo ocurrido.

No se lo pensó dos veces, iría a donde Sango, necesitaba de la ayuda de alguien como ella, sabía con seguridad que ella sabría que hacer, siempre lo hacía.

La puerta era tocada insistentemente, una chica bajita, regordeta y de ojos verdes la abrió.

-Necesito hablar con Sango.-pidió Kagome.

-Dame un minuto.-contestó la joven, para después internarse en el fondo de la pequeña estancia, que tenía la misma apariencia del apartamento de Kagome.

-Pasa, dudo que quiera levantarse.-anunció la chica, haciendo un ademán que indicaba que entrara. Kagome así lo hizo, se adentró en el recinto, asomó su cabeza por el resquicio de la puerta, vislumbró la figura de Sango, envuelta en el cobijo de una frazada, en un extremo sobresalía una mata de pelo castaño.

-¡Hey despierta!-exclamó la morena, una vez que hubo cerrado la puerta de la habitación.- ¡Sango levántate!

Kagome la sacudía bruscamente, mientras que la adormilada Sango solo emitía gruñidos de protesta.

-¡Demonios Kag! Podrías ser más cuidadosa. Por poco me rompes un hueso.

-Besé a Inuyasha.-declaró la pelinegra. Tal frase bastó para cortar abruptamente la perorata de Sango.

-¿Qué tu qué?

-No lo voy a repetir.

-¿Es en serio?-decir que Sango estaba asombrada era poco.

-¡Si!…….y lo peor de todo es que me gustó.

-¿Y él? ¿Qué dijo? ¿Te descubrió? ¿Cómo lo tomó?

-¡Cálmate! La verdad es que no sé, no creo que me haya descubierto, debe pensar que soy gay.-dijo la chica haciendo una mueca de frustración.

-¿Cómo que no sabes?

-El estaba borracho y pensé que también dormido.-declaró ella tímidamente.

-¿Borracho? ¿Te aprovechaste de él?-la castaña apuntaba acusadoramente a Kagome.

-¡NO!

-¿Entonces?

-No sé que me pasó, estaba como ida, hipnotizada, cuando sentí ya lo estaba besando, fue realmente extraño, después cuando sentí que me respondía abrí los ojos y él me estaba mirando.

-¡KAGOME!-saltó Sango conmocionada.

-¿La regué verdad?-inquirió con tono decepcionado la morena.

-No nos alarmemos. Tal vez no lo recuerde, si es así mejor para ti.

-¿Y si recuerda? No puedo decirle la verdad, no después de lo que sé.

-¿Qué sabes que yo no sé? ¿De qué me perdí? ¡Desembucha!

Kagome le contó todo lo sucedido durante la velada anterior, específicamente lo que Inuyasha había dicho. Ella simplemente no podía perder todo ese gran terreno ganado hasta ahora por un estúpido desliz. Pero tampoco podía mantener la mentira por el resto de su vida. La situación se escapaba de sus manos y el pánico se hizo presente.

-Kag, eres increíble.-declaró la castaña.-contigo es una tras otra, no paras de calabacearla. ¿Qué pensaste?

-No pensé exactamente, no pude evitarlo. Tú deberías comprenderme.-decía la chica con desesperación.

-Te comprendo pero yo no estoy en tus circunstancias.

-Si me pregunta ¿qué respondo? ¡Que soy homosexual!

-Puedes decir que fue efecto del alcohol…o que si eres gay. Tú decides, son tus opciones.

-¡ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO!-gritó exasperada la chica.

-¿Dijiste que él también te respondió?-inquirió Sango.

-Si. Pero seguramente porque creyó que yo era Kaname.-aclaró la morena amargamente.

Hubo un largo silencio entre ellas, hasta que Sango recordó algo que la pelinegra le había contado muchas horas atrás.

-¿Mañana irás a la pelea?

-¿Cuál pelea?-cuestionó Kagome.

-La tuya con Naraku, tonta.

-¡Mierda! Lo había olvidado, seguramente me matara, bueno hay que ver el aspecto positivo, si me mata ya no tendré que decirle nada a Inuyasha.

-Graciosa.-dijo Sango con seriedad.- No te presentes.

-No puedo hacer eso, di mi palabra, tengo que ir.-Kagome tenía una muy errada percepción de la valentía y el honor.

-Pues tú darás tu palabra pero de ti no regresarán mucho.-dijo Sango con tono mordaz.

-Gracias por los ánimos.-acotó Kagome molesta.

-Pero si el no fuera…

-Claro que irá.

-¿Y si hacemos que no vaya?-propuso Sango.

-Cómo haríamos algo así.-se preguntó Kagome

-Mi preciosa cabecita está maquinando un plan.-anunció la castaña.

-¿Qué plan?-preguntó curiosa la morena.

-¿Sabias que Naraku todos los sábados va al X-treme? Creo que eso me dijo Myumi. Espera.-luego de sus cavilaciones, tomó su celular y marcó.

Después de varios minutos en que la castaña mantuvo una conversación con su interlocutora, colgó y lanzó el celular a un lado, su rostro tenía una sonrisa amplia, y en sus ojos brillaba la más pura malicia.

-Acerté. El chico va al bar todos los sábados.

-¿Tu como sabías?

-Uno tiene sus contactos pequeña, y él es de lo más conocido en uno de los ámbitos más populares de la universidad, el deporte rompehuesos, uno tiene que estar informada sobre todo lo que acontece en nuestro entorno estudiantil.-el tono sublime con que dijo su discurso, hizo a Kagome reír a carcajada suelta.

-Chismosa es lo que eres.-dijo la morena cuando paró de reír.

-Me alegro que hayas terminado, ahora necesito explicarte qué es lo que haremos.

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Dos horas más tarde, las chicas viajaron a Ikiwa, una con todo el plan maquilado y la otra con solo su tarjeta de crédito, elemento indispensable para la realización de la idea de Sango. "Al menos mi madre estaría de acuerdo con esto" pensó la pelinegra.

-Bien, ahora lo primero que tendremos que hacer será, ir de compras.-dijo vagamente Sango, mientras marcaba su celular.

-¿A quien llamas?-cuestionó Kagome.

-A Hibiki.

-¿Quién?

-¿Recuerdas el tipo que hizo los cambios en tu documentación?-cuestionó Sango.

-Si, creo.

-Bueno el nos ayudará otra vez.-Sango habló por el celular unos escasos minutos, después tomó la mano de Kagome y la guió hasta un taxi.

Momentos después, estaban frente a una imponente tienda de ropa, Kagome tuvo la impresión de que el lugar le daría un terrible dolor de cabeza, y no tenía nada que ver con su actual resaca, que había aminorado bastante después de que Sango le hubo proporcionado una pastilla efervescente.

-Bueno, lo primero es la ropa, necesitamos cambiar tu atuendo.-dijo la castaña mirando detenidamente a la chica.

-No comiences, mi madre siempre está con lo mismo. A mi me gusta mi ropa.-se defendió Kagome.

-¿Recuerdas el plan?-preguntó la castaña, con un tono de obviedad que resultaba molesto.

-Si. Lo recuerdo, está bien, vamos.

Así ambas chicas, se adentraron al lugar, al cual Kagome nunca pensó visitar, sin embargo ahí estaba. Y todo para salvar su pellejo.

Tal y como lo presintió, la morena tenía un dolor de cabeza más fuerte que el de esa mañana, y es que después de casi dos horas de probarte ropa para una y mil ocasiones, no puede ser de otra manera, mucho menos si llevas los vestigios de una resaca.

-Pruébate este.-ordenó Sango, sosteniendo un vestido corto de color azul celeste, con un generoso escote.

-De ninguna manera me pondré eso.-declaró Kagome, cruzándose de brazos.

-¿Porqué? Es muy lindo y seguramente te verás bien en él.

-¿Me veré bien?-preguntó la morena con incredulidad.- ¿cómo me veré bien con un vestido tan escotado cuando yo ni siquiera tengo qué mostrar?

Sango la miró con reprobación.

-No te preocupes por eso, conseguiremos un buen sostén.-le dijo a la vez que le entregaba la prenda.-Además, no tener un generoso busto no quiere decir que la vayas a pasar mal, no importa lo pequeños que sean sino lo que te hagan sentir.

Kagome se puso roja ante el comentario y el descarado guiño que la chica le dio.

-¡Dame eso!-dijo mientras cogió el vestido y se adentró al vestidor, donde yacían montones de ropa.

-No me convence.-dijo Sango cuando vio salir a la chica.

-A mi tampoco.

-Ahora este.-dijo Sango, que mostraba una minifalda negra y una blusa de un suave amarillo, pequeña y de tirantes, de un estilo muy juvenil y seductor a la vez.

-No me gusta mucho.-declaró Kagome.

-Me importa un comino, ¡pruébatelo!

-Me importará un bledo si me queda o no bien, es el ultimo que me pruebo.-dicho esto la chica entró al vestidor, azotando la frágil puertecilla. Ganándose con esto una reprimenda por parte de la vendedora que asediaba a las chicas.

-¡Ese!-exlamó Sango al verla.

-¿Sí?

-Es perfecto. Justo lo que necesitamos.-declaró la castaña, mirando con ojo crítico a la pelinegra.- Date la vuelta.

Kagome lo hizo, con la timidez propia que se despertaba cuando alguien la miraba así, añadiendo que el atuendo que usaba estaba bastante alejado de sus ropas ordinarias.

Vestía la blusa amarilla que se ajustaba perfecto a su breve talle, subiendo un poco la vista podían encontrarse dos pequeños montes, gracias a la tela que hacía ver los pequeños senos de Kagome, un poco más grandes de lo normal. Un gran efecto óptico. Los hombros delgados y suaves quedaban al descubierto. Sus largas y bien torneadas piernas, lucían muy bien, pues la falda solo cubría lo principal, su largo quedaba hasta la mitad de los muslos de la chica. Las pequeñas bolsas estilo cargo que tenía en cada costado le daba un aire juvenil y dinámico. Un contraste perfecto con la blusa que tenía un efecto más exótico y sexy.

-Vamos. Ahora faltan los zapatos, después pasamos por la lencería y por ultimo.-Sango calló, para después continuar con un tono malicioso.- Un salón de belleza.

-¿Qué? Dijiste que eso no. No quiero, me niego a ir ahí, ni lo pienses, no voy, me opongo rotundamente.

-Entonces piensas presentarte con esos vellos tan impúdicos rodeando tus bellas piernas.-inquirió la castaña con tono burlón.

Aun con sus negativas, después de ir a la zapatería y adquirir unas sandalias con tacón corto y de comprarse un atuendo de lencería apropiado para su vestimenta y muy provocativo, que nada tenía que hacer al lado del bóxer usual de Kagome. Voluntariamente a fuerzas, llegó a la estética, donde le aplicaron un tratamiento facial, un depilado en piernas que provocó lo alaridos de la pelinegra que juró y perjuró matar a Sango cuando esta estuviese a su alcance. Y otros tantos menjurjes, finalmente al cuarto para las 3 salieron del salón una visiblemente feliz y la otra con un shock, pues su cuenta bancaria había bajado notablemente.

Más tarde se encontraban en el apartamento del amigo de Sango, Hibiki Kinomoto, que las recibió gustoso, más aún porque recibiría una gratificación por ayudarles con el plan.

-Kag, estate quieta.-ordenaba Sango concentrada.

-¿Cómo quieres que me quede quieta cuando ese maldito lápiz irrita mi ojo?-decía la chica mientras abría y cerraba repetidamente sus parpados.

-Demonios, si no paras de hacer eso, no terminaré de maquillarte.-recriminó la castaña.

-¡Me irrita!-se quejo la otra.

-Esta bien, está bien.- Sango desistió de seguir maquillando a la chica, lo único que dejó en su lugar fue el labial, el rimel y algo de rubor.

-Creo que así está bien.-dijo la castaña.-Ahora solo me resta darte unos consejitos.

-¿Ah si? ¿Cómo cuales?-preguntó Kagome.

-Bueno, pues primero que nada deberás portarte de manera delicada ¿ok? Nada de juegos bruscos, tienes que sonreír mucho y mostrarte interesada en lo que dicen.

-Suena aburrido.-dijo la pelinegra.

-Lo sé, a veces lo es.

-¿Eso hiciste con Miroku?-preguntó Kagome con tono picarón.

-No, con el fue diferente, me gustaron desde un principio sus charlas tan abiertas y amenas, además tiene un gran sentido del humor.-declaró Sango.

-¿A que te refieres con charlas abiertas?

-Bueno, pues…hum… sobre sexo por ejemplo. Me encantó su forma de ver ese tema. No es como algunos tipos que lo consideran un tabú, no, al contrario tiene una forma muy…abierta de ver las cosas.

-¿Hablaron de sexo en su primera cita?-preguntó Kagome sorprendida.

-No, tonta. Bueno no sobre el tema en especifico, no recuerdo como salió a flote la conversación, pero me dijo algo muy cierto con respecto a la virginidad, algo que creo no es muy popular entre los recipientes de testosterona que conozco.

-¿A qué te refieres? ¿Qué te dijo?

-Y me llamas a mi chismosa.-acotó Sango burlona.-Pues mira, yo le pregunté que pensaba al respecto, el me dijo que si el se casaba con una mujer que ya no es virgen, no le importaría en lo absoluto, sí ella lo prefería a él y no al que la desvirgó.

-Oh.-dijo Kagome, no sabiendo como abordar esa respuesta.

Después de algunas instrucciones más por parte de Sango, las chicas salieron de la habitación, Kagome salió de la recamara, hecha mujer. Emocional y físicamente hablando, pues las charlas que la castaña le había brindado le habían abierto una puerta que hasta entonces se había mantenido cerrada.

-¿Hibiki?-llamó la castaña.

-Aquí.-dijo el chico de ojos de un color grosella que vestía un pantalón roto en algunas partes y una camisa ajustada de color blanco. Kagome tuvo que reconocer que se veía muy bien. Y tuvo la impresión de que él pensó lo mismo de ella, pues la miró de arriba abajo dando un silbido de incredulidad.

-Estamos listas.-declaró Sango.

-Si, es lo que veo, la has vestido para matar.-dijo él sonriendo.

-¿Te gusta?-preguntó Sango.

-Claro, luce muy bien, no pensé que fuera así de guapa.

-Es un diamante en bruto.-dijo Sango usando un tono de orgullo.

-Si, y tu las has pulido perfectamente.

Kagome un poco herida de que hablaran de ella como si no estuviese presente, carraspeó incomoda.

-¿Me ven? Porque aun estoy aquí.-dijo ella haciéndose notar.

-Cómo no verte si luces muy bien.-dijo el chico guiñando un ojo descaradamente a la chica, cuyo sonrojo no pudo evitar.

Salieron del apartamento y él las condujo en su auto hasta el bar, que como todos los sábados estaba abarrotado de estudiantes. Al llegar, cada uno tomó sus posiciones, Sango permanecería alejada de Kagome e Hibiki, pues ellos estarían en una mesa junto al rival de la pelinegra, quien conocía al acompañante de Kagome.

-Espera Sango.-pidió la chica.

-¿Qué pasa?

-¿Como me llamaré?

-Cierto, no pensé en eso…pues ¿Aome?

-¿Aome?-contestó la chica incrédula.

-¡Hombre! pues si quieres te pongo un nombre de tei-bolera.

-Orquídea Negra.-propuso Hibiki.

-Cállate.-le espetó Kagome.-Está bien, dejémoslo en Aome, pero tengo que decir que te quemaste el cerebro Sango.- dijo la chica en tono mordaz.

Una vez que los chicos llegaron a la mesa indicada, Hibiki saludó a los presentes y les presentó a su acompañante, que respondió a todos con una linda sonrisa.

Estratégicamente Kagome se sentó junto a Naraku, para así poder llevar a cabo sus astutos planes.

-Hola.-saludó Kagome, tratando de sonar casual.

-Que tal.-contestó él.- Tu cara me parece conocida.

-¿Ah si? Pues yo no te había visto antes, estoy de paso con mi primo.-dijo ella al tiempo que señalaba a Hibiki, que platicaba con algunos chicos.

-¿Tu primo? Pensé que eran algo más.

-No, estoy soltera.-dijo Kagome sonriendo y cruzando sus piernas coquetamente.

-Pues ya somos dos.-dijo él en plan de conquista.

-¿Te apetece una cerveza?-invitó ella.

-No gracias.-declinó él, y levantó su vaso de jugo que tenía en una mano.-Bueno está bien, solo una.

-¿No me digas que te mareas enseguida?-intentó bromear ella.

-No, generalmente tomo alcohol, solo que mañana tengo una pelea que ganar así que no puedo beber.-dijo él tratando de impresionar a la chica.

-¿En serio?-preguntó Kagome intentando parecer sorprendida e interesada.

-Oh si, aunque no creo que mi contrincante sea gran cosa.

-¿Porqué lo dices?

-Bueno, es un niño que intenta creerse grande, además nada tiene que hacer a mi lado.

-Bueno si es un niño no será competencia para ti, supongo. Así que, ¿por qué no te tomas al menos una cerveza para celebrar anticipadamente tu victoria?

Naraku rió de buena gana, y aceptó.

-Hibiki, ¿podrías traernos dos bebidas?

-Claro.-aceptó el chico, y de inmediato se perdió entre la multitud.

Lo que nadie sospechaba es que junto a la barra esperaba la castaña más perversa de todos los tiempos, ahí estaba Sango, sonriendo abiertamente al chico que se aproximaba hasta ella. Pues sus planes estaban saliendo tal y como lo habían previsto.

Cuando él llegó, hasta la barra, se colocó junto a Sango y fingió no conocerla, después de que le entregaron las cervezas, él hizo el ademán de buscar algo en sus pantalones. Sango, de modo casual le ofreció una cajetilla de cigarros que previamente él le había dado. El tomó uno, y lo encendió, al hacer esto volteó hacia otro lado, cosa que Sango aprovechó para agarrar la botella y vaciarle un líquido incoloro que reposaba en un pequeño frasco, que anteriormente Hibiki le había proporcionado. Una vez hecho el trabajo, ella tomó la cerveza y en actitud acomedida se la dio a él, que la tomó con la mano izquierda, asió la otra cerveza y con un guiño pícaro desapareció entre la multitud.

Hibiki regresó a la mesa con las dos bebidas, la cerveza de la mano izquierda fue a parar a manos de Naraku, mientras que la sobrante se la dio a Kagome que lo esperaba con aprensión, pues el estar sola con alguien que la miraba como si fuera un trozo de carne expuesto a los hambrientos perros callejeros, la ponía nerviosa.

-Bueno pues salud.-dijo Kagome, tomando su bebida y alzándola en forma de triunfo.

-Salud.-repitió Naraku. Y dio un gran sorbido a la botella.

-¿Sabes? Creo que vas a ganar, no sé porqué tengo esa corazonada.-dijo la morena a la vez que se tomaba un poco de su cerveza.

-Bueno, pues gracias. No es por parecer vanidoso pero yo también lo creo.-dijo él sonriendo con suficiencia.

-Oye ¿y qué estudias?

-Pues estudio informática.

-Oh vaya suena interesante.- A Kagome le dio la impresión de que el chico no sabía ni para qué servía una computadora, pues cambió de inmediato el tema. Cosa que la alegró porque ella estaba en las mismas.

La charla no duró mucho, pues una vez terminada la cerveza, Naraku comenzó con dolor de estómago, primero solo fueron unos leves calambres, pero después de unos minutos comenzó lo bueno, tuvo que excusarse y partir a los baños, de donde no volvió a regresar en la media hora siguiente, en la cual Kagome e Hibiki había aprovechado para salir de ahí y regresar al departamento, con Sango obviamente.

-Será mejor que nos lleves al metro Hibiki, no quiero viajar en taxi ahora.-dijo Sango dando un gran bostezo.

-Muy bien, vamos entonces, pero será un gasto extra.-el chico sonrió ante la grosera señal que Sango le dirigió.

-Espera, tengo que enjuagarme el pelo.-decía Kagome que iba rumbo al baño.

-A mi me gusta el estilo que traes, es muy chic.-acotó Hibiki. Kagome traía todo el pelo hacia atrás, alaciado al máximo, se veía muy bien.

-Pues sí pero ahora vuelve a ser un chico.-le recordó la castaña.

-¿Cuándo piensan dejar esa tontera?

-Cuando se me antoje.-replicó Kagome desde el baño.

-Te pueden descubrir nena.-dijo él.

-Mientras tú no hables no lo harán. Y no me llames 'nena'.-dijo Kagome imitando la gruesa voz del chico. Sango rió ante la buena parodia que realizó la morena.

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-¿Crees que funcioné?-preguntó por enésima vez la pelinegra.

-Si vuelves a preguntar, te juro que te arranco la lengua.-decía la castaña a la vez que se paraba en la solitaria acera del frente del edificio de la ciudad universitaria de Ikiwa.

-Bueno chicas, un gusto hacer negocios con ustedes.-dijo el conductor del auto que las trajo hasta ahí.

-Lo mismo digo Hibiki.-dijo Sango dando otro bostezo.

-Gracias.

-De nada dulzura.-replicó Hibiki lanzando un beso volado a la sorprendida Kagome.

-Vamos a dentro que me estoy congelando.-dijo Sango.

-No, lo mejor será que me vaya a dormir ya.-Kagome consultó su reloj de pulsera que marcaba las 12:50 am.

-Sí, mejor. Pero no olvides que mañana te tienes que presentar en el ring. Asi que pon el despertador.-le recomendó la castaña.

-Si. Pero ¿y si va?-cuestionó dubitativa la morena.

-No irá. El ricino hizo efecto ya, y no habrá nada que lo detenga, nada.-afirmó con decisión la chica.

-Confío en ti.-repuso Kagome.

La chica se dirigió hacia la otra acera, entró en la edificación, caminó hasta su departamento y al fin entró en él, sintiendo el acogedor calorcito que reinaba en la estancia.

A tientas, atravesó la salita, pero alguien la detuvo.

-¿Y Sango?-la voz de Miroku sonaba demasiado seria para su gusto.

-Está en su departamento.-declaró Kagome mientras encendía la luz de la lamparita que reposaba en el buró.

-¿Se la pasaron bien?

-¿No te dijo a donde íbamos?

-A mi solo me dijo que tenía que hacer algo contigo.

-Pues no es nada de lo que estás pensando.-le aclaró la chica.

-¿No?

-Miroku. No te quiero quitar a Sango, no me gusta, no es mi…tipo.-dijo ella tratando de utilizar un tono apacible pero firme.

-¿Pero y ella?-la pregunta reflejaba duda.

-¿Sabes?-decía Kagome a la vez que tomaba asiento al lado del desvelado chico.-Tu no tienes que dudar de ella, aunque no lo creas le gustas, y mucho. Me atrevería a decirte que hasta te quiere.

-¿De verdad?-preguntó él con una ligera sonrisa.

-Claro. Mira cuando tenemos sexo, no para de gritar tu nombre.-bromeó ella, pero al ver la cara que puso el chico, lo aclaró.

Entonces él rió también.

Después de el persuasivo interrogatorio que prosiguió por parte de Miroku, Kagome se vio en la necesidad de modificar el relato, diciendo que ella y Sango fueron a Ikiwa y contrataron a una chica para que engatusara a Naraku y así este bebiera una cerveza con ricino, cosa que le beneficiaría a Kagome, porque así la imitación de la mole no se presentaría a la pelea.

Luego al final, la chica entró a su dormitorio, al ver la cama simplemente se echó en ella y rapidamente se quedó placida y profundamente dormida. Ya mañana sería otro día.

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Bueno, al fin se les hizo de ver a Kagome como mujer. Espero que el capi les haya gustado, lo quise subir ya porque esta semana es de exámenes y lo más seguro es que no pueda…pero ya se acercan las vacaciones (Miriam saltando como loca por ello)

Ah por cierto muchas gracias x los reviews. Oigan hay una chica que me dijo que haría un douishiji...o como sea que se escriba de el fic XD cuando esté listo me lo mostrará y luego yo les diré donde se aloja para que lo vayan a ver….Seguramente estará muy mono. Gracias chica. ;)

Oigan y ya que ando en promociones, les paso el siguiente link, que es el de mi live journal. Ahí tengo muchos horóscopos y cosas de esas (no es pornografía).

los espero….xauuuuu!