VIVIENDO COMO UN CHICO
-Diálogos.-
"Pensamientos"
Capitulo 12
El armario abierto.
Segunda parte.
Limpió perezosamente el rimel corrido, pero al ver que no quedaba bien, se lavó la cara completamente, sabía que ya no tenía arreglo, "Ya no importa, me da igual, todo me da igual" pensó amargamente
Suspiró profundamente, tratando de serenarse, esperó unos momentos más antes de salir del baño, y cuando lo hizo, solo fue para encontrarse con las dos personas que menos quería ver en esos momentos, y Houjo.
-¿Lista?-le preguntó Houjo.
-Si, vamos.-respondió la chica ignorando a los demás presentes.
-¿Tan pronto?-inquirió Inuyasha, colocándose cerca de ella.
-Inuyasha, deja que se vaya, a lo mejor quiere pasar un rato a solas con Houjo.-sugirió la pelirroja, sonriendo con picardía.
-Voy a avisar a Sango y los demás.-declaró Houjo, queriendo cortar la repentina tensión en el ambiente.
-Voy contigo.-dijo Kagome no queriendo quedarse a solas con el de ojos melados y la lagartona que traía por acompañante.
-¿Kagome podemos hablar?-pidió él.
-No.-la pelinegra comenzó a caminar detrás de Houjo, pero su mano fue tomada por Ayame.
-¡Tú asqueroso bicho rojo suéltame!-demandó la morena en un arranque de furia.
-¡Cálmate!-pidió la asquerosa pelirroja, digo Ayame.
-¡Pues no me calmo!-dijo empujándola hacia la pared.
-Kagome por favor-rogó el chico, tratando inútilmente de tranquilizarla.
-¡Por favor nada! Tu.-decía mientras blandía un dedo frente a una asustada pelirroja.-pequeña zorra, debes sentirte satisfecha por haberme humillado como lo hiciste ¿verdad?-Ayame negó con la cabeza, demasiado temerosa para articular palabra.
-¿No dices nada¿No hay comentarios sarcásticos¿No?-la morena no pudo soportar más toda la ira contenida por tanto tiempo. Toda esta fuerza se concentró en su puño derecho, el cual alzó con increíble agilidad, que Inuyasha no tuvo tiempo de reaccionar para impedir el ataque. Por un momento quedó abstraído, pero reaccionó cuando escuchó gritar a la pelirroja y vio que Kagome hacía amago de volver a otorgarle otro gran puñetazo.
-¡Basta!-ordenó el chico, asiendo a Kagome de los brazos, mientras que esta se retorcía con fuerza.
La pelirroja no desaprovechó el tiempo, y cuando se vio libre de la furia de Kagome, se escabulló del lugar dejando a éstos solos.
-¡Suéltame traidor!-exigía la morena a voz en cuello.
-Tranquila, vamos a hablar Kag.-pedía el chico mientras seguía sujetándola.
-Suéltame.-ordenó ella, esta vez sin moverse y con voz calmada pero fría.
Él lo hizo despacio, dudando, y temiendo que se desquitara con él.
-Vamos a hablar ¿si?
-Habla pues.-dijo ella volviéndole el rostro.
-¿Tienes mucha prisa?
-Si.
-¿Te esta esperando Houjo?
-Si ¿Y?
-¿Tan pronto piensas acostarte con él?-Kagome pudo notar que la mandíbula del chico se tensaba.
-Eso a ti no te importa.
-Si me importa.-replicó éste asiendo su muñeca, con más fuerza de la necesaria.
-Me estas lastimando.-dijo ella tratando de soltarse.
-Tu también.-esa respuesta no fue la que ella esperaba, indudablemente. Sin embargo no tuvo tiempo de pedir que se explayara porque en esos momentos la charla se vio interrumpida por la llegada de Sango, Miroku y Houjo. Inuyasha la soltó.
-¿Qué te vas?-le interrogó la castaña.
-Si, ya me tengo que ir.
-¿No me digas que tu madre te fijó hora?
-Si.
-¿Y desde cuando tan obediente?-le inquirió Miroku.
-¿Nos vamos ya Houjo?-pidió la pelinegra.
-Voy por tu gabardina, la dejaste en la mesa.
-Inuyasha ¿se te perdió algo por aquí?-mordazmente le preguntó Sango.
-Si, se me perdió una charla con la aquí presente¿verdad?-dijo éste mirando a Kagome.
-¿Qué no habías hablado ya?-le respondió ella con sarcasmo.
-Bueno, que les parece si buscan un buen lugar para charlar.-propuso Sango.
-¿Cómo cual?-preguntó Inuyasha.
-Como ese.-dijo Miroku, señalando un armario de limpieza, ubicado al fondo del pasillo.-Pero antes, Kag, creo que necesitarás esto.-le obsequió una pulsera de cuentas negras, con una placa de madera negra y una flor de tres pétalos grabada en ella.
-¿Y esto?-le preguntó desconcertada la pelinegra.
-Esto mi querida amiga, es la flor de peony que te ayudará en los menesteres del amor.-explicó solemnemente el hippie.
-Lo que mi alocado novio quiere decir, es que te ayudará a hablar y abrir tu corazón.-intervino Sango.
-Yo no tengo nada que hablar.-declaró fríamente la pelinegra.
-¿Ah no? Pues yo si.-y diciendo esto, Inuyasha la tomó por el brazo y prácticamente la arrastró hasta llegar al armario, mientras Kagome trataba, inútilmente de soltarse.
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El lugar estaba oscuro, no era muy pequeño, eso la pelinegra lo pudo percibir, cuando intentó avanzar por la estancia. De pronto se hizo la luz, y vio la figura de Inuyasha cerca de la puerta, presionando el interruptor. Entonces miró alrededor y pudo corroborar que, efectivamente, el armario no era de uno metro por uno, sino de dos por dos metros, pues le cabía un estante que contenía bolsas de jabón en polvo y varias cajas de diferentes tamaños, cuyo contenido por el momento no le interesaba averiguar.
-Bueno ¿qué esperas para hablar?-le interrogó la chica con acritud.
-Primero que nada, quiero que sepas, que no estoy saliendo con Ayame, ni con nadie.
-¿Y qué te hace suponer que eso me tenía preocupada?
-Por la cara que pusiste cuando me viste con ella.-declaró él en tono despreocupado.
-No puse ninguna cara.-expresó renuente la chica.
-Entonces me lo imaginé.
-Si, por supuesto que fue tu estúpida imaginación. ¿Acaso crees que todas estamos locas por ti?-le reprochó.
-Puede que no todas, solo tu.
-¡Eres un egocéntrico!-le gritó ella.
-Y tu una celosa.-replicó el, manteniendo el mismo tono desenfadado que hacía que el genio de Kagome se elevara paulatinamente.
-¿Y qué te hace creer que tu me gustas?
-Veamos.-el chico carraspeó y continuó.- el hecho de que me hayas besado, cuando creías que estaba dormido, y tu lo suficientemente sobria para saber qué hacías, los celos que te provocaba la presencia de Kaname, y los celos que te dieron al verme con Ayame.
-¡No tuve celos de Ayame!
-¿No? Entonces explícame lo que pasó porque no veo otra excusa.-pidió el joven, sentándose en dos cajas apiladas que estaban a un costado de la puerta.
-¿Sabías que fue ella la culpable de la paliza que me dio Kouga¡Sí!
Desde entonces no la puedo ver ni en pintura, es una grandísima boba, el verla aquí contigo, me sacó de mis cabales, pensé que tú, menos que nadie, se acercaría a ella¡pero no! La invitaste al baile¡sabías que yo vendría y no te importó! Qué puede importarte a ti lo que me pase a mi ¿no? Si desde que sabes que soy una chica, no paras de echarme en cara que te engañé, cuando eso no es nada cierto porque no lo hice con ese propósito, simplemente pasó, fui victima de las circunstancias, nunca quise hacerte daño.-terminó agitada, blandiendo un dedo frente a un asombrado Inuyasha.
-Yo no la invité.-musitó el chico, luego suavemente la tomó del brazo y la haló hacia sí hasta que quedó sentada en sus rodillas, ella se dejó llevar, en esos momentos, su cerebro apenas asimilaba todo lo que había dicho.
Él al no ver respuesta de su parte, continuó.
-Ella fue quien me invitó a mí, no sé cómo fue que se enteró de que tú vendrías, y quería de algún modo compensarte el daño que te causó. No sé si sea correcto lo que hice, pero la vi como un instrumento perfecto para darte celos, y ella aceptó encantada, tenía planeado tratar de ponerte celosa y averiguar así, si sientes algo por mi.-Kagome estaba, en estado de aturdimiento, incapaz de articular palabra. Y cómo no estarlo si el chico que ella quería, sí quería, le estaba diciendo que sentía algo por ella.
-¿No piensas darme un puñetazo o una bofetada¿Al menos otro pellizco por lo que hice?-Kagome sonrió.
-¿Un beso?-le propuso.
-¡Un beso! Eso no me molestaría para nada, pero si me intriga ¿porqué?
-Porque ha sido la mejor idea que se te ha ocurrido.-y diciendo esto último, lo tomó por el rostro y lo acercó, tanto que pudo sentir su aliento, sin embargo no tocó sus labios, sino que los desvió hasta su frente y ahí deposito el premio.
-Eso fue trampa.-dijo un frustrado Inuyasha.
-Eso fue un beso, yo te dije que te daría uno, más no dije dónde.-repuso ella juguetona.
-¿Quieres ser mi novia Kagome?-la pregunta fue espontánea, tanto que Kagome casi se cae de su cómodo asiento, pero se dio cuenta de que eso no sería posible, pues Inuyasha la tenía rodeada por sus brazos. Y fue entonces cuando reparó en la intima y cercana posición que compartían.
Y lo bien que se sentía.
-¿Qu-quieres qu…
-Pareces Kohaku.-le dijo él riendo e interrumpiendo su atolondrada pregunta.
-¿Por qué?-le cuestionó ella, pero al ver que él solo ponía cara de no saber de qué hablaba continuó.- ¿Porqué quieres que sea tu novia?
-Porque me gustas, porque me pongo celoso cuando te veo con otro, porque tienes unas piernas muy lindas.-lo último la hizo enrojecer levemente.
-Dejando lo de las piernas a un lado¿Cómo puedo gustarte si no soy el tipo de chica en que tú te fijarías?
-¿Y cual es mi tipo según tu?
-Pues, bonitas, femeninas y con un busto que parece montaña.
-¿Y cómo sabes eso?-le cuestionó con una ceja levantada.
-Pues de ese tipo era Kaname, y las otras chicas con las que te veía salir.-declaró ella, con tono de reproche.
-Ves que sí tenías celos de Kaname y de las otras.-le recordó él, con tono de broma.
-Esta bien, lo reconozco.-dijo ella en tono resignado.- ¿Porqué hiciste eso?-le preguntó de pronto.
-Hacer qué.
-Porqué te acostaste con todas ellas.
-No con todas.-aclaró.
-Contesta.-le exigió ella.
-Estaba confundido.-declaró el chico haciendo un mohín.
-Qué cómodo.
-Es verdad, el pensar que me gustaba un chico, me hacía dudar, pero lo curioso es que me gustaba solo uno: tú. Entonces decidí que ha como diera lugar, te iba a sacar de mi cabeza, pero todo fue inútil. Y aquí estoy.-la sinceridad con la que hablaba podía palparse.
-Aún no entiendo como puedo gustarte.-repuso ella, jugando nerviosamente con un mechón del pelo de él.
-Ni yo. Eres un marimacho, sin pechos y tan dura como un perla.-Kagome le dio un pellizco en la oreja.- ¡Ouch! No me dejaste terminar.
-Bien ganado te lo tienes por insultarme.-le dijo ella ofendida.
Inuyasha le sujetó las manos y las colocó de manera que ella no pudiese darle otro pellizco.
-Solo digo la verdad.-dijo el continuando con los insultos, y recalcando cada uno de ellos.- eres una marimacho, sin pechos, tan dura como una perla, e igualmente hermosa, y me gustas así, no me preguntes porqué porque incluso para mi, el amor es un misterio que por el momento no tengo ganas de descifrar, sino solo sentir.-en este punto del discurso, el chico la miraba tan intensamente que Kagome fue, una vez más, incapaz de articular palabra, pero eso no le impidió sonreír tontamente. El silenció reinó por unos instantes sin que ninguno de los dos dijera nada.
-Si.-musitó Kagome, rompiendo el silencio.
-¿Si, qué?
-Si quiero.-Inuyasha no entendió en un principio, pero de pronto el rostro se le iluminó y comenzó a colocar besos en el rostro de Kagome.
-¿No se supone que debes de besarme en la boca?-le recriminó Kagome, mientras el seguía depositando besos en todo la cara de la joven.
-Ese será al final.-dijo él interrumpiendo su labor.
Kagome le abrazó fuertemente, fue entonces que él retrocedió un poco buscando sus labios. Esta vez, no hubo desviaciones, ni juegos. La ligera presión ejercida sobre sus labios fue aumentando, hasta que Kagome abrió la boca por instinto, y sin esperarlo ni motivarlo, la lengua, húmeda y caliente de Inuyasha le invadió, no solo la boca sino todos los sentidos. Estaban concentrados en aquél beso, Kagome se sentía flotar entre nubes de algodón.
Tan internados en aquél contacto se encontraban que ninguno de los dos se pudo percatar en qué momento fue que Sango abrió la puerta y volvió a cerrarla diciendo.-Todo arreglado, vamonos de aquí.
Fue hasta pasada una media hora, que los tortolos salieron de su improvisado nido, y se unieron a sus amigos, en los cuales no figuraba la señorita zanahoria, sin embargo ahí estaba, siendo auxiliada por el futuro médico y la novia de éste.
-Ya era hora.-dijo Sango con una amplia sonrisa, y enviando una mirada de soslayo a Ayame para luego guiñarle un ojo a Kagome en actitud claramente aprobatoria.
-Pensé que tal vez se habían quedado pegados.-comentó Houjo con picardía.
-Ven como si funcionó lo del talismán.-decía Miroku, mientras de la bolsa de su pantalón sacaba un papel.-Y aquí está la oración que se tiene que hacer para que todo vaya bien.
-¿Y como va?-preguntó Kagome curiosa.
-Tú para qué quieres saber, si ya tienes quien te quiera, déjamelo a mí que estoy soltero.-reclamó Houjo.
-Bueno la oración es esta: Gate, gate, poro gate, poro son gate, budhi swaja.-recitó la plegaria con voz grave y calmada.
-¿Kagome?-finalmente Ayame había hablado. Kagome la miró, y sintió algo de remordimiento, que fue rápidamente olvidado cuando vinieron a su cabeza los recuerdos de aquél día.
-¿Podemos hablar?-le pidió la pelirroja.
Sin responder Kagome caminó hacia los sanitarios. Se detuvo y esperó a que la chica llegara.
-Te lo mereces.-dijo la morena de forma defensiva, cuando la pelirroja hubo llegado.
-¿Cómo?
-El golpe, te lo mereces.-repitió Kagome.
-Lo sé, no tienes porqué decírmelo.-replicó con acritud.
-Solo quería disculparme por todo el daño que te causé, aunque sé que no será suficiente, pero quiero que sepas que estoy muy arrepentida.
Una vez más, Kagome no estaba preparada para olvidar aquello, y así se lo hizo saber a la pelirroja, que por su parte no buscaba ni el perdón ni la amistad de la morena, solo quería deshacerse del horrible peso que significaban los remordimientos.
Los cuales dirimieron gradualmente, como todo en esta vida.
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-¿Te llevo a tu casa?-le cuestionó dulcemente Inuyasha a la pelinegra, cuando ya todos salían de la fiesta.
-No, me quiero quedar aquí.-le respondió esta asiéndole una mano fuertemente.
Señal que el chico tomó por rumbo equivocado.
-¿Si?
-¿Mi cuarto esta libre aun?
-Si. No han encontrado reemplazo.
-Bien.
Minutos más tarde arribaron frente a la edificación plenamente conocida por Kagome. Miroku les pidió que subieran primero, ya que él tenía que despedirse, como dios manda, de su novia.
A aquellos que se pregunten donde estaban Houjo, Kohaku y Ling, pues estos últimos tenían un buen rato desaparecidos, Houjo por otro lado se había ido directo a su departamento.
-Estoy muerta.-declaró Kagome, entrando a su viejo departamento.
-¿Quieres tomar algo?-ofreció Inuyasha.
-No, quiero dormir.-dijo ella desplomándose en el sofá.
-¿Dormir? Pero si la noche es joven.-animó el chico, yendo hacia el sofá y recostándose junto a ella.
-Joven sería si fueran las 12 de la noche, son las cuatro de la mañana Inuyasha.
-No me importa.-dijo él mientras besaba el cuello de la chica.
-Inuyasha.-murmuró ella al tiempo que un agradable cosquilleo se extendía por su columna vertebral.
-Vamos a mi cuarto.-propuso el chico.
-¿Eh?-esa cortísima pregunta y el brusco movimiento que hizo la morena, rompió el encanto del momento.
-¿Qué pasa?-interrogó un desconcertado Inuyasha.
Un ligero rubor teñía las mejillas de Kagome, el cual se fue extendiendo gradualmente hasta cubrir todo su rostro.
-Me voy a mi cuarto.-anunció la joven, a la vez que se levantaba y corría hacia su habitación.
-¡Kag!-exclamó él, corriendo tras ella y alcanzando a meter un pie entre la puerta y el quicio, evitando así que ella no le cerrara la puerta, y ganándose un gran apahurrón.
-¡Espera!-exclamó Inuyasha, tratando de empujar la puerta.
-Tengo mucho sueño Inuyasha.-dijo ella en tono nervioso, algo que no pasó desapercibido por él.
-¡Mi pie Kag!-fue entonces que la morena reparó en lo que estaba haciendo.
-¡Perdón¿Estás bien? Ven siéntate.-le dijo mientras lo guiaba hasta su lecho.
-Me duele un poco, pero va a pasar.-le sonrió de manera confortante. Kagome no dijo más, bajó la mirada, la habitación estaba en penumbra, solo el tenue reflejo de la luz de la sala se colaba por la puerta, iluminando la mitad de la estancia.
-Kag, tu…eres… ¿virgen?-temía que esa fuera la pregunta que surgiera de su garganta. Ella respondió en forma susurrante, imperceptible.
-¿Cómo? No te escuché.-se acercó a ella que estaba acurrucada.
-Que si¡y no te burles!-le advirtió.
-Lo prometo.-dijo él, queriendo evitar, infructuosamente, la sonrisa que brotó de sus labios.
-No tienes porqué burlarte.-le reprochó ella.-No tiene nada de malo.
-Tienes razón, no tiene nada de malo, de hecho, me alegra.-murmuró acercando su rostro.
-Inuyasha, yo todavía no quiero, perdón, pero no estoy lista.-se revolvió incómoda, mientras se alejaba de él.
Él la miró por unos instantes y después con una limpia sonrisa se acercó hasta ella y la abrazó tiernamente.
-Te espero.-le dijo suavemente, permitiéndose llenar del perfume que emanaba la chica. Se retiró un poco y buscó esos labios carnosos, volvió a besarlos dulcemente, saboreándolos, degustando cada detalle.
Kagome deshizo poco a poco el beso, mientras lo hacía Inuyasha no paraba de mordisquear los labios de su amada, cuando dejó de hacerlo comenzó a rozar su nariz con la de ella, y de súbito una pregunta salió de su garganta.
-¿Quieres pasar las vacaciones conmigo?
-¡Si! Me encantaría.-fue la entusiasta respuesta de la chica.
-Bien, nos iremos a esquiar a Kyoto.
-Perfecto.
Y volvieron a fundirse en otro beso.
-Por cierto.-dijo Kagome, interrumpiendo el beso.
-¿Qué?
-¿Te gusta mi nuevo look?
-Te vez preciosa.
-Me veía.-corrigió ella.-Porque ahora estoy hecha un desastre.
-Para mi estás preciosa, así, con maquillaje, como hombre, como mujer.-volvió a besarla, pero Kagome lo apartó un poco.
-¿Y sin tantos senos?
El pareció pensarse la respuesta y le respondió.
-Ya me encargaré yo de hacerlos crecer.-y la besó de nueva cuenta.
FIN
El telón se cierra, se escuchan los aplausos, los actores salen a despedirse, la gente de pie los ovaciona…xD
Gracias a todos por su enorme apoyo, a los que dejaron su comentario, a los que leyeron y no quisieron dejar comentarios, pero igualmente disfrutaron de esta historia, pequeña, pero sabrosa. XD
A los que por X o Y razón no pudieron dejarme su critica, a TODOS.
Muchas gracias por todo su soporte, son geniales.
