Disclaimer: MSLN no me pertenece, ni sus personajes obviamente, sino que son propiedad de sus propios autores.
Más sweet, más soft.
Familia
El nuevo día resplandecía con su esplendoroso amanecer, las nubes se difuminaban en el majestuoso azul rey del cielo. El sol se alzó hasta lo alto, enviando su luz hasta el interior de cada hogar, por donde sea que hubiera espacio para entrar, incluso por la más mínima rendija. Aun así, la brillante reflexión interna de las cortinas, que casi no lograban defender el interior de la habitación del gran astro rey donde dos hermosas mujeres se hallaban plácidamente descansando entre las sabanas. La leve molestia del amanecer, espabiló a una de ellas. Una bella cobriza, despacio abrió sus ojos para enterarse de que el tan esperado día llegaba por fin. Sonrió e inmediatamente sus ojos se desviaron a uno de los lados donde se encontró con una bella durmiente, a quien felizmente contempló. Para ella, Fate lucía como la más delicada princesa o como el más fuerte caballero que pudo haberse encontrado, le encantaba esa magnífica dualidad que podía apreciar en la enforcer. Se acercó despacio solo para acomodar sus cabellos que yacían rebeldes siguiendo la gravedad y esparciéndose sobre la cama. Decidió dejarla descansar, ya que pocas veces su amiga tenía la oportunidad de hacerlo. Se levantó sin hacer ruido, se duchó en breve y se dirigió al piso de abajo a comenzar el día.
-Nanoha-mama, ¡ohayo!- tras un tiempo, una suave vocesita hizo aparición, una que no sorprendió para nada a la cobriza. La miró entrar a la cocina con su pijama de colores alegres, más bien en tonos rosados, mientras bostezaba y frotaba uno de sus ojos que se negaban a abandonar el sueño.
-¡Ohayo vivio!, veo que has sido una buena niña y te has levantado temprano- le decía al tiempo que se acercaba para darle un abrazo y depositarle un beso en la frente, uno de buenos días. La pequeña se removió en sus brazos sonriendo alegre por el cariño de su madre-…te tengo una sorpresa- le susurró al oído- pero antes de decírselo, Vivio deberá ser una buena chica, bañarse ahora mismo, despertar a Fate-mama y bajar a comer para poder desayunar todas juntas.
-¡Yay!- cantó de alegría la niña, correspondió besando la mejilla de su madre y dando un salto, se encaminoa cumplir con lo encomendado. Nanoha retornó a sus que haceres mientras esperaba.
Al tiempo que subía las escaleras, las niñas de ojos bicolor, se puso a pensar qué podría ser la sorpresa mencionada por su madre. No tenía ninguna pista de que podría ser.
Al estar frente a la puerta que daba a la habitación de sus madres reflexionó, ya que debía bajar junto a su Fate-mama, que mejor que ducharse con ella, el solo pensamiento le causó dicha. Sin esperar más para convertirlo en una realidad, estrepitosamente abrió la puerta sin esperar un segundo más.
-¡Fate-mama!- llamó al tiempo que subía a la cama, y se arrojó al bulto entre las sábanas que se negaba a despertar.
Fate se removió entre sueños sintiendo la incomodidad y lo repentino de la interrupción de su tan afanado sueño, porque sí, la tan aclamada enforcer era una dormilona, pero al sentir unas suaves manos en su rostro, le hicieron estar más consiente y darse cuenta que aquello no era casualidad, haciéndole estar entre la somnolencia y la vigilia, hizo por abrir uno de sus ojos. Luego, además de sentir esas manos, también sintió unos suaves y cálidos besos que figuraban con cariño sobre su frente.
-Vivio- le salió la voz atorada y ronca, negándose a dejar la comodidad de sus aposentos- Buenos días, cariño- le dijo dándole un abrazo, envolviéndola y atrayéndola hasta sí. Vivio recibió gustosa el abrazo, pero sabía en ese momento que lo que menos debían hacer era dormir.
-También te quiero, Fate-mama- respondió al notar que las caricias sobre su cabello no cesaban- Buenos días, pero ahora no debemos dormir, Nanoha-mama nos llama, dice que debemos bañarnos y luego bajar a comer…- dio un corto lapso de tiempo antes de continuar-…sino se enfadará.
Vil estratega y astuta, a pesar de su corta edad, ya estaba aprendiendo bien de su Fate-mama, y sobre todo aprendiendo de sus habilidades, que al nomas escuchar aquella frase, la mayor se levantó de un brincó rápido e inesperado.
-¡Nanoha!- la preocupación salió a relucir en esa voz - ¡¿Qué hora es?!- preguntó en medio de la aflicción de ver el sol en lo alto, y a su hija en el rol de despertarle.
-No te preocupes Fate-mama, por eso estoy aquí…- dijo con autosuficiencia la pequeña. Fate la miró extrañada.
En tanto la instructora preparaba la mesa y servía la comida, solo esperaba por las dos personas que degustarían el primer festín de la mañana. El desayuno consistía en tres pancakes de vainilla con miel y mantequilla derretida, unos plato de fruta servido con fresa, bananas, y kiwis cortados, además de la leche con caramelo de Vivio, el café con leche de Fate, y por supuesto su tan afanado café para comenzar el día, rió satisfecha, sin poder esperar a que vieran lo que les había preparado. Decidió deshacerse de su delantal, y ponerse más cómoda.
-Nanoha, buenos días- saludó la rubia al aparecer en el comedor junto a su pequeña. Para Nanoha esa visión era más que radiante, Fate se colocó una guayabera blanca manga larga y un pantalón de mezclilla negro, era un atuendo sencillo, nada femenino pero a Fate le quedaba genial, le hacía tener un aspecto más angelical si podía.
-¿Fate-chan?- aun así cuestionó a la enforcer, quería escucharlo de sus propias palabras.
Aunque para nada Nanoha se quedaba atrás, como otras veces, usaba un vestido blanco de lino con detalles azules, que dejaba al descubierto sus hombros y ambos brazos, que tapaba hasta poco más debajo de sus rodillas, destacaba su estilo, y su inocencia, o eso pensaba Fate
-Hoy saldremos a pasear ¿No es asi?, ¿Verdad Vivio?…
Vivio terminó por abrazarla una vez más al escucharla, esa era una de las mejores sorpresas que pudo haber esperado, feliz e inquieta fue difícil llevarla hasta la mesa. Las dos chicas sonrieron de solo ver la reacción de la pequeña. Al estar en la mesa, ambas agradecieron el esfuerzo de Nanoha y le dijeron que le ayudarían a preparar los bocadillos para el día de campo que habían planeado. A pesar de tener poco planes, escuchar todas las ideas que se le ocurrían a Vivio era sorprendente, la pequeña logró llenar el itinerario que parecía estar vacío para la ocasión. Al terminar el desayuno, Fate se ofreció a preparar los bocadillos y las meriendas, además de dejar todo arreglado en la cocina, en tanto Nanoha preparaba una que otra maleta para las pocas cosas que llevarían.
Salieron de la casa, asegurando el lugar. Ese día no usarían el coche de Fate, se irían como los demás, usando el transporte público, para compartir un día en familia. Subieron al autobús, iba solo, ya que no era un día que las personas tenían libre, casualidad de ellas que coincidieron con su hija ese día. Hablaban amenamente entre las tres, hasta que repentinamente Vivio se quedaba prendada en observar los paisajes que pasaban por la ventana, era entonces cuando Nanoha se acercaba a Fate, sus brazos se entrelazaban al mismo tiempo que sus manos, eso ponía nerviosa a la enforcer, que se esforzaba por no soltar el mediano canasto que resguardaba la comida, a continuación Nanoha le miraba y le sonreía, y ella lograba cierto equilibrio entre su corazón, su cuerpo y su mente, repentinamente aquella voz le envolvía y le daba tranquilidad, esa melodía proveniente de los labios de Nanoha era de las cosas más hermosas que podía escuchar en su vida. Nanoha extasiada en su propio cuerpo, por poder estar tan cerca de Fate no notaba estos cambios en la rubia, a lo mucho el tan acostumbrado sonrojo inherente en la rubia, nada extraño por supuesto. La cobriza en cierto modo, tenía la misma expresión que su hija, solo que en lugar de impresionarse con algún paisaje, era su amiga Fate quien le daba la mejor visión que podría tener, nunca se cansaría de poder apreciarla todo lo que podía, dichosa ella, siempre fue la envidia de todos en el instituto, pues era ella y nadie más la que siempre acaparaba la atención de la entonces aplicante a enforcer.
Llegaron a un parque en las afueras de Mid-childa, uno con una amplia variedad de juegos infantiles, amplios jardines y estanques de agua dulce donde se criaban una gran cantidad de peces, era bastante pintoresco a comparación de lo serio y elegante, y un poco plano, que en general era Mid-childa. Como era de esperarse, lo más vistoso eran los juegos infantiles, a los que Vivio salió corriendo sin esperar indicación de sus madres, quienes iniciaron carrera a alcanzar a su pequeña hija. Al final, Vivio encontró a otros niños con quienes jugar, sin timidez alguna, era capaz de integrarse en el grupo. Nanoha y Fate sonrieron al ver aquello, estaban muy orgullosas de su pequeña niña.
-¿La enforcer Fate Testarrosa Harlaown y la intructora Nanoha Takamachi? ¡No puedo creerlo!
Después de un tiempo, sin verlo venir, estando en el pequeño asiento que lograron encontrar, alguien, admirador de la milicia, las reconoció, e inmediatamente, con una gran emoción, las saludó a ambas, se veían las estrellas en sus ojos de solo describirlas y decirles las razones de su entera admiración. Lamentablemente dicha acción no pasó desapercibida por el resto de personas presentes, así que de un momento a otro se vieron rodeadas por una marea de personas. Al principio no sabían cómo reaccionar, hasta que la cosa se tornó fuera de control. De repente se vieron firmando autógrafos, sin entender muy bien el por qué, ni que fueran famosas o algo por el estilo. Vivio que no pasó desapercibida la situación se asustó al perder de vista a sus mamás, y de inmediato se abrió paso entre la marea de gente. Todo iba demasiado rápido, en cuanto Nanoha tuvo a Vivio entre sus brazos, se dieron a la huida, milagrosamente consiguieron escapar. Por supuesto fueron auxiliadas por unos guardias de seguridad, que se encargaron de calmar y disipar los ánimos de la muchedumbre. Mientras les sonreía, un guardia de seguridad les dejó entrar por la parte trasera a los jardines donde no solía haber mucha gente pululando por ahí.
Suspiraron sonoramente, se miraron un momento, para soltar fuertes carcajadas. Fue algo abrumador, pero que al final, parecía que solo escapaban de una travesura. Para nada tenían planeado algo como eso en su día de campo.
-¡Mamás!
Vivio las trajo de regreso a la realidad y al lugar, miraron al frente solo para encontrarse con un hermoso paraje, que consistía en un mar infinito de flores por doquier. La niña de ojos bicolor comenzó a correr entre las flores, feliz, riendo, dando saltos de vez en vez. Su madre cobriza la imitó contagiada, deseando sentir esa misma libertad.
-¡Alcánzame Fate-chan!- retó con inocencia.
-¡Espera Nanoha!- La rubia mayor, dejó la canasta junto al árbol más próximo, uno rodeado por grama, y que poseía una enorme e imponente sombra.
La instructora dio alcance a su hija, y comenzaron a huir de Fate juntas. Riendo entre el campo infinito de flores, Nanoha sintió como nunca antes la verdadera felicidad. Parecía de ensueño, el encuadre perfecto, en ese instante eterno, no había nada que pudiera hacerle falta. Y ya que sus intenciones lejos de alejarse, eran estar cerca justamente…de ella, de quien aunque quisiera, no podría ni quería escapar. Fate las alcanzó, embatiéndolas en un fuerte y brusco abrazo, que les hizo trastabillar y caer, y estando entre esos fuertes brazos ¿Qué mejor lugar podía haber para dejarse caer? Por desgracia los pétalos revolotearon, víctimas de un acto de amor verdadero, volaron al aire, dando una majestuosa vista. Más risas, más alegría, Vivio sucumbió a las cosquillas de sus madres.
-¡Mou! ¡Jajajaja! ¡Ya no más, mamas!- más que por Vivio, fue por Fate, que dejaron tranquila a su hija.
-Ahora es mi turno Nanoha- tomó a Vivio en sus brazos y comenzó a correr cuesta arriba- ¡Alcánzame Nanoha!
La cobriza aún recostada de mitad de cuerpo sobre el suelo, la acción le tomó por completo desprevenida, viendo solo como Fate se alejaba cada vez más, apenas se ponía de pie cuando Fate ya le rebasaba por mucho la distancia.
-¡Mou Fate-chan, no es justo! ¡Tú eres más rápida que yo!
-¡No dijiste nada de eso antes!- le devolvió Fate, sin dejar de correr.
-¡Mou, ya verás que te alcanzaré!- dijo la chica determinada.
-¿Esta vez ganaremos Fate-mama?- le preguntó la pequeña.
-Eso espero Vivio- se dijo, más que por no poder ganar, era porque en general, en esos juegos, no se podía permitir dejar a una frustrada Nanoha, siempre terminaba complaciendo a la instructora.
Dicho y hecho. Fate era demasiado rápida, a pesar de que Nanoha se ejercitara diario, no lograba superarla en ese aspecto. La enforcer, solo sentía el viento pasar por su rostro, recorriendo un camino infinito, mientras su hija se daba la tarea de admirar y abrazar a su madre, no era raro que tuviera muchos admiradores.
-¡Fate-chan!- pero esa voz, cansada, ronca y pesada, con cierto toque lastimero…triste, por no alcanzar a la rubia, hizo recordar a Fate justo sus palabras, no podía bajo ningún motivo dejar a Nanoha en ese estado, así que bajó la velocidad de su corrida.
-Ya es hora de que Nanoha-mama nos alcance Vivio- la pequeña la miro extrañada, iban ganando ¿no?
-Mm…- simplemente asintió, eso no dejaba que quisiera estar con sus dos madres. Fate se sentía feliz solo de ver a Vivio comportarse como Nanoha, era como ver una mini-Nanoha, y le seguía pareciendo igual de hermoso.
Unos fuertes y ejercitados brazos las rodearon con necesidad, pero a diferencia de la vez anterior, no cayeron al suelo.
-¡Nanoha-mama!- chilló Vivio rodeando su cuello con sus brazos.
Nanoha acogió a Vivo, al tiempo que rodeaba a Fate con un brazo. Los orbes azul lavanda miraban con intensidad ese mar escarlata, que sorprendidos, le devolvieron una cálida mirada. La cobriza no pudo evitar parecer que veía su mundo entero solo de ver a la enforcer, demasiado intenso, demasiado profundo, casi se asusta de sí misma al darse cuenta, su respiración se volvió más pesada, más dificultosa, de lo que por sí, ya estaba, pero Fate le sonrió, así simplemente, atravesando su corazón, pero rodeándola con sus brazos, acogiéndola en su hombro. Nanoha sintió la calidez de su amiga a pesar de la acalorada carrera que acaban de tener, era algo diferente a lo físico, algo que nunca quisiera perder, apretó más a Fate, para terminar de sentirla por completo esa tarde. En aquella pequeña colina, una escena sacada de un cuadro cálido, con colores suaves pero brillantes, se presenció cómo real.
Despacio retornaron al árbol bajo el que Fate dejó la canasta de la merienda. Las chicas tomadas de las manos, la niña siendo cargada nuevamente por su madre rubia, platicando amenamente de sus cosas, del trabajo, del futuro, de pequeñas ocurrencias. Al llegar, tendiendo una pequeño mantel, degustaron lo preparado.
-Hice tres pequeños cakes, que Fate-chan no notó que coloqué en la canasta, pero que podemos comer ahora- decía Nanoha sorprendiendo a amabas.
-¡Nanoha-mama eres la mejor!
-¿Eh?- Fate reaccionó al instante ante el comentario, con esa exclamación triste y desganada.
-Fate-chan no te pongas celosa.
-Fate-mama te quiero- dijo la chiquilla, con su truco viejo ya conocido incluso por Zafira, antes que su madre rubia soltara en llanto.
-Mou, Vivio- Fate no pudo evitar hacer un puchero en su rostro.
-El de fresa es de Vivio-chan, el chocolate de Fate-chan y el mío es de frutas.
Aunque dio un tenedor a cada una, tomó el de Fate, llevando un trozo de pastel.
-Fate-chan di ¡Ahh!
-¡¿Eh?!- ahora exclamo con sorpresa y cierta vergüenza.
-Fate-mama, di ahhh- ordenó la pequeña como si fuera lo más normal del mundo. Inocente, era incapaz de notar la extraña interacción de sus madres, que con regularidad tenían.
Casi involuntaria accedió, dejando ver la ancha sonrisa de Nanoha al verla tomar el bocado.
-Ahora es mi turno…Ahhh- Nanoha se colocó en posición esperando ser alimentada.
-Na-Nanoha…- tartamudeo ahora más nerviosa.
-Vamos Fate-chan, estoy esperando- dijo impaciente y aparentando sonar estricta la aún joven Takamachi.
Con sus temblorosas manos Fate tomó un trozo del pastel de Nanoha, y lo acercó a esos suaves, rosados y lindos labios, tan pequeños y perfect…¡Eh! ¡¿Qué es lo que estaba pensando?! Hasta podría jurar que Nanoha hizo un gesto sensual al introducir el pedazo en su boca, avergonzada desvió sus ojos en otra dirección.
-¡Yay!- cantó Vivio feliz y aplaudiendo, distrayéndolas del extraño ambiente que habían formado.
En el regreso a casa, Fate solo recuerda que Vivio se recostó en Nanoha, cayendo en un profundo sueño, a su vez la cobriza, se durmió sobre ella, recostando su rostro en su hombro y cargándole todo el peso. Suspiró, con su brazo intentó atraerlas ambas lo más que pudo, como Nanoha rodeaba a Vivio, ella se limitó a acariciar el sedoso cabello de Nanoha. Su mejor amiga era una chica tan hermosa, tenía un aroma tan peculiar, pero agradable, uno que conocía a la perfección, pues siempre la inundaba al dormir ambas en la misma cama. Tenía una familia, a su modo, aunque sonora extraño, pero la hacía feliz de sobre manera, tanto que parecía una mentira, un milagro que no merecía. Entrelazando la mano libre de Nanoha con la suya, pensó que tal vez ella no lo merecía, pero sus dos personas más importantes, sí. Besó sobre la coronilla de Nanoha, esa alocada chica, nunca dejaría de ser importante, la necesitaba en su vida. Ahora era consciente de cuánto, agradecía a quien quiera que fuera, el no haberse separado, el no haber tenido que regresar a su antigua división.
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Continuará…
Perdón por la tardanza.
Nota: Que la luz de la Estrella y el Rayo ilumine sus corazones.
