¡Holas!

Antes de nada…Siento muchísimo haber tardado tanto en actualizar ¡lo siento! Entre la semana santa, los días de fiesta y lo super liadísima que he estado, no he podido actualizarlo antes.

Bueno, advierto un par de cositas. Lo primero que no sé si me gusta como ha quedado el capítulo ¬¬, y es que este capítulo no es gracioso, la culpa la tiene una macro escena que tenía que meter y que no podía ser de risa (aunque he intentado que tenga algunos toques un poquito cómicos). Lo segundo es que Sirius sale muy poquito snif snif, pero tranquilidad, para el próximo lo volveremos a tener en todo su esplendor, lo mismo que Lily, que la he echado mucho de menos en este cap.

Estoy super contentísima de la cantidad de reviews que recibí. Jamás había recibido tantos en un solo capítulo, voy a tener q tardar en actualizar a proposito para que me mandeis muchos reviews jijijijiji.

Bueno, solo espero que no me digais: ¿y tanta espera para ESTO? Espero que os guste, ah, y advierto q no se si considerarlo un poquito subido de tono jijijiji…

CAPÍTULO 9: MANUAL DE SEDUCCIÓN PARA PRINCIPIANTES

- ¡AAYYYYYY!

El quejido de Sirius indicaba que nada había cambiado desde la anterior luna llena, cuando habían decidido tomar medidas urgentes acerca del comportamiento de su amigo. A pesar de que habían puesto toda su voluntad en evitar que se repitiera, el dolor, que nuevamente aquejaba al joven Black, indicaba que todos sus planes habían sido un estrepitoso fracaso.

De nuevo había permanecido despierto la mayor parte de la noche, aunque esta vez ya tenía experiencia y sabía de qué forma poder permanecer acostado sin que le doliera demasiado, a parte de que el shock era mucho menor que la primera vez. Además de eso había que añadir que en esos momentos Sirius Black se encontraba inmerso en una maraña de confusos sentimientos con los que no había tenido que luchar la vez anterior y que descartaban cualquier tipo de reacción violenta y/o asesina hacia Remus Lupin similar a la de hacía un mes atrás.

Y es que en realidad, aunque no lo pareciera, las cosas habían cambiado muchísimo desde la primera vez que Sirius protestara de dolor y maldijera a su amigo desde su cama adoselada.

Las cortinas de su cama se descorrieron y ante él apareció James colocándose sus gafas con cara de dormido.

- Estarás de acuerdo conmigo en que lo mejor será que vayas a la enfermería.- dijo James.

- Sí, claro, es muy fácil decirlo ahora después de que ayer no movieras ni un dedo por ayudarme.- protestó Sirius con los ojos entornados.

- ¿Qué querías que hiciera?

- ¡Algo! ¡Lo que fuera! Cualquier cosa menos quedarte allí mirando con morbosidad.

- ¿Morbosidad?- rió James.- Te aseguro que aquello me producía de todo menos morbo.

- ¡Ja! Pues parecía que lo único que os faltaba para disfrutar del todo del espectáculo era un bol gigante de palomitas de maíz.- contestó Sirius con ironía.

- ¡No podíamos hacer nada! Si nos acercábamos Moony podría habernos atacado o haberte hecho algo peor.

- Sí, sí, ya veo el gran sentido del compañerismo que se respira en el ambiente.- bufó Sirius intentando darse la vuelta con un lamento.- Lo que faltaba es que ahora también se ha enterado Peter, no sé con qué cara voy a mirarle cuando se despierte.

- No tendrás que preocuparte por eso de momento.- respondió James con cara de saber más cosas que las que Sirius sabía.

- Si no me equivoco, dentro de dos horas lo tendré sentado a mi lado desayunando en el Gran Comedor, y ya me estoy imaginando su cara de decepción/horror/repulsión mientras intento disimular que no me duele horrores el culo.- dijo Sirius.

- Peter está en la enfermería, y parece que estará allí bastantes días.- confesó James.

Sirius se puso de pie de un salto, horrorizado por la imagen mental que se le venía a la cabeza.

- ¡Oh, dios mío!- se mordía el labio y encogía las cejas con preocupación.- No me digas que a él también… Era una rata pequeñita ¡ha debido destrozarle por completo! ¿Va…va a sobrevivir?

James soltó una carcajada que rápidamente fue reprobada por la mirada de Sirius, quien no encontraba nada gracioso la situación de su amigo.

- ¡No es eso! En ese caso habría muerto en el acto. Y recuerda que Moony sólo parece tener interés en ti.- dijo James.

- ¿Entonces?- preguntó Sirius muy intrigado.

- Después de que tú huyeras vilmente con el rabo entre las patas…

- Menos cachondeo…- amenazó Sirius.

- Pues eso, después de que tú huyeras y Moony se calmara, Peter y yo teníamos que volver a Hogwarts pero me di cuenta de que algo raro le pasaba y no reaccionaba. Después de horas y horas conseguí que se transformara en humano, pero seguía sin reaccionar, así que lo llevé a la enfermería.

- ¿Y?

- Está en estado de shock profundo.- asintió James con gesto compungido.

- Genial.- murmuró Sirius bastante fastidiado, y se agachó para sacar su baúl de debajo de la cama.- Lo mejor será que vaya haciendo mi equipaje para volver a mi casa.

- ¿Pero qué dices? ¡No puedes irte a tu casa ahora!- gritó James.- Además, ellos no te van a dejar volver. ¡Te escapaste!

Pero Sirius había empezado a echar sin ningún cuidado todas sus pertenencias en el baúl.

- Pues me iré a otro país. Australia está lo bastante lejos de Inglaterra.- farfulló Sirius a la vez que James iba sacando del baúl las cosas que él tiraba dentro.

- Eres un cabezota y un exagerado.

- ¿Te haces a la idea de lo que puede pasar cuando Peter se despierte? Se lo contará todo a la señora Pomfrey y de ahí no tardará más de cinco minutos en que se entere todo Hogwarts y saldrá una edición especial de El Profeta Vespertino. Remus se dará a las drogas cuando sepa lo que me ha hecho y yo… mejor que esté en un lugar donde nadie sepa quien soy y nadie me pueda señalar como "el tío que fue violado por un hombre lobo."

- Je je je, tiene gracia y todo.- rió James.

- Yo no le veo la gracia por ninguna parte.

- Tío, Peter no va a decir nada, es nuestro amigo. Quizás puede que le de tanta vergüenza que ni siquiera sea capaz de sacar el tema delante de ti.

- ¿Y si le hacemos un Obliviate?- propuso Sirius con entusiasmo.

- No creo que sea una buena idea.

- Total, últimamente nuestras ideas son nefastas, ¿qué más da otra más para la colección?

- No estamos preparados para eso, podríamos causarle daños irreversibles. Además, es necesario que esté consciente para que se pueda borrar la memoria.- explicó James.- Estoy seguro de que Peter no dirá nada a nadie, ni siquiera a la señora Pomfrey.

- Pero seguro que ella intentará averiguar qué es lo que le ha traumatizado. Seguro que usa la Legeremancia con él.

- ¿Y qué importa? Lo único que verá es a un lobo y un perro…

- Es verdad, no va a ver nada relevante.- dijo Sirius con una mano en la barbilla y cara pensativa.

Mientras Sirius pensaba, James había dejado vacío el baúl de Sirius.

- Entonces ¿ya no te vas a Australia?

- No. Se me ha ocurrido algo para despistar a la señora Pomfrey. De todas formas necesito ir a la enfermería a que me de un poco de aquella pomada que me prestó Remus para las heridas. Le gasté todo lo que le quedaba.

- ¿Y cual es esa idea que se te ha ocurrido?- preguntó James, muy curioso.

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- Buenos días, señor Black. Imagino que viene a ver cómo se encuentra su amigo.- dijo la enfermera en cuanto vio entrar a Sirius.

- Sí, bueno, entre otras cosas.- dijo Sirius mostrando la mejor de sus sonrisas.

- Hay que ver, pobre chico. Potter lo trajo en estado de shock, dijo que lo encontró pero que no sabía qué le había ocurrido. Debe haber sido algo terrible.- comentó Pomfrey.

- De eso quería hablar.- dijo Sirius, su voz en un tono entre afligido y misterioso.

La mujer simplemente ahogó una exclamación de sorpresa para en seguida prestar la máxima atención a lo que Sirius tenía que contarle.

- Le rogaría que cuando Peter despierte no le haga contar lo que vio, le haría sentir muy culpable.- dijo Sirius con tono solemne.- Ayer me atacó un animal salvaje.

- ¿Un animal salvaje?- preguntó la mujer muy sorprendida.- ¿Qué tipo de animal? ¿Dónde?

Sirius se levantó el bajo del pantalón para dejar a la vista la mordedura que Remus le había causado la noche anterior en la pantorrilla.

- Oh, no tiene buen aspecto. Déjeme que le examine.

Sirius se zafó al ver que la enfermera intentaba que se desabrochara la camisa. Por nada del mundo podía dejar que viera las demás heridas que tenía.

- No hace falta, solamente tengo ésta.- dijo Sirius alzando la pierna para centrar su atención en esa herida en concreto.

- ¿Qué tipo de animal era?- preguntó Pomfrey mientras examinaba la forma de la mordedura.

- No lo sé muy bien, era grande y negro, con mucho pelo, salió de unos matorrales y me atrapó, no tuve tiempo de verlo con claridad. Pero juraría que era un perro salvaje.

- Desde luego es una mordedura de algún tipo de cánido. Lo comprobaremos con un hechizo.

Al ver que sacaba la varita, Sirius se adelantó para confirmar que era un perro. Si Pomfrey descubría que la mordedura era de un hombre lobo la cosa se complicaría.

- No es necesario, estoy seguro de que era un perro.

- ¿Pero no decía que no tuvo tiempo de verlo con claridad?

- Es que era de noche, pero estoy seguro de que era un perro, ni los lobos ni los zorros son negros. Sí, sí, segurísimo que era un perro, además, me suena haber visto a ese perro antes merodeando por Hogwarts.

Pomfrey le miró con las cejas arqueadas y bastante sospecha.

- ¿Y se puede saber qué hacía fuera del castillo por la noche?- ahora le miraba además con los brazos en jarras apoyados en la cintura y gesto amenazante.

- Es que…- Sirius tragó saliva.- Estábamos jugando en la habitación y a Peter se le cayó la varita por la ventana. Bajó a recogerla y como tardaba mucho fui en su busca por si le había pasado algo. Cuando conseguí escapar del perro le ví inmóvil en el suelo. Seguramente le entraría un ataque de pánico al ver que el perro me atacaba y no podía defenderme al no tener su varita. O quizás ya estaba así cuando me atacó el perro y por eso tardaba tanto…

- Ya.- dijo Pomfrey con tono poco convicente.- He visto merodear por aquí un perro similar a la descripción que me ha dado. Tiene suerte de que no haya otras criaturas más peligrosas que ese perro en los terrenos de Hogwarts. Aunque la historia que me ha contado parece un poco rocambolesca, viniendo de vuestro grupo, todo es posible… ¿Por qué no usaron el hechizo convocador para recuperar la varita?

- Mmmm.

- Dado el enorme expediente de faltas que guarda el señor Filch sobre usted y sus amigos, imagino que nunca es mala oportunidad para salir del castillo ¿no?- la mujer se dio la vuelta para recoger algo del armario de las medicinas.- La próxima vez, no espere a que sea de día para venir. El castigo le va a caer de todas formas. Ah, y póngase la pomada tres veces al día.

A pesar de todo, cuando Sirius salió de la enfermería hizo un gesto de triunfo. Tenía la pomada, había conseguido disuadir a la señora Pomfrey de hacerle preguntas comprometidas a Peter cuando despertara, y además, había dejado una puerta abierta a la interpretación si decidía usar la Legeremancia. Él no había negado que Peter pudiera estar en shock cuando el perro le atacó…

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(Dos horas más tarde)

Sirius volvía a la habitación, después de haber sido reclamado por la profesora McGonagall durante el desayuno.

- ¿Qué tal?- preguntó James, tumbado en la cama.

- Castigado durante dos semanas, ¡todas las noches!

- ¡No!

- ¡Sí!

- ¿Y por qué razón te veo tan contento?- preguntó James muy extrañado.

- Porque si estoy castigado, ¡tengo una excusa para no ir esta noche con vosotros!- dijo Sirius con júbilo a la vez que saltaba por toda la habitación, aunque de vez en cuando se contraía por el dolor que todavía no se le había quitado del todo.

- Yo pensaba que ibas a venir, le dijiste a Remus que no volverías a faltar nunca más.- comentó James, viendo venir lo que no quería ver venir.

- Ya, lo dije, pero ahora estoy castigado y es una razón de fuerza mayor para no ir. Además, dije que iría pensando en que nuestro plan iba a dar resultado, pero no ha dado, así que hasta que no tenga garantías de que mi cuerpo va a permanecer casto y puro no pienso ir.

- ¿Y piensas dejarme solo?

- Sí.- respondió Sirius sin ningún ápice de remordimiento.

- Si no estás tú ni tampoco Peter… ¡no pienso ir yo solo! Me da miedo… Remus está demasiado raro como para arriesgarme a ir yo solo.

- Al menos deberíamos avisarle de que no vamos a ir. Si no, Remus se enfadará con nosotros… Y lo último que querría es que Remus dejara de hablarme.- dijo Sirius, y esta vez, sí que se notaba en su voz mucho remordimiento.

- Veo un cambio drástico desde la última luna llena. Entonces decías que descuartizarías a Remus en cuanto lo vieras, y ahora dices que lo último que querrías es que Remus dejara de hablarte. Uy, uy, si ya te decía yo, que al final le cogerías el gustillo.- dijo James, aunque el tono parecía de broma se veía claramente que lo decía en serio.

Sirius se limitó a dedicarle una mirada asesina, pero lo cierto era que no quería discutir ese tema porque el asunto de Remus le tenía muy confundido. Remus le confundía, sus sentimientos extraños hacia él le confundían y lo ocurrido en la luna llena le confundía. Y ni por todo el oro de Gringotts le confesaría a James que lo que pasó la noche anterior, no podía decir que había sido mejor sino más bien menos peor que la primera vez…

- Bueno, vuelvo en media hora, espérame aquí.- dijo James, viendo que Sirius no se mostraba dispuesto a seguirle la conversación.

Y poco antes de media hora, James volvía a la habitación con una sonrisa radiante.

- Ya está. También estoy castigado.- dijo Potter.

- Esto es el colmo, propiciando castigos a posta… Somos unos Gryffindors horribles. ¿Se puede saber qué has hecho?- preguntó Sirius, aunque aguantaba la risa.

- Nada, he salido al pasillo y le he hecho un hechizo de crecimiento de cabeza al primer Slytherin que me he cruzado.

- Dime que ha sido a Snivellus ¡por favor!

- No tío, prometimos a Snivellus no hacerle nada si nos ayudaba, además, es prácticamente imposible encontrárselo, si yo creo que hasta se ha llevado su almohada a la biblioteca para no tener que ir a su cuarto a dormir.

- Bah, qué mierda, se lo habría tenido bien merecido por incompetente. No nos está ayudando nada y se está beneficiando de nuestra bondad infinita. El muy cabrón, qué bien se lo ha montado…- dijo Sirius apretando las uñas contra las palmas de sus manos.

- Ya está, tranquilo.- bromeó James dándole unos cómicos toquecitos en la cabeza a Sirius como si fuera un niño pequeño.- Vamos a mandarle una lechuza a Remus para avisarle.

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A través de los sucios cristales y la madera resquebrajada de las ventanas se podía ver que fuera hacía un día espléndido a pesar de la fría brisa de finales de enero. El joven Lupin se encaminó de nuevo hacia la vieja cama habilitada para que descansara los días de luna llena. Se tumbó sobre el colchón, arropándose con una de las mantas que todavía caían revueltas por los lados. Hacía poco que se había despertado, ya que no había podido descansar hasta que la luna se escondió para dar paso al amanecer, y aunque su cuerpo estaba dolorido era capaz de reconocer una extraña sensación de plenitud y felicidad entre el cansancio que solía padecer habitualmente.

Se quedó mirando al techo, cubierto de telarañas, y mientras se preguntaba a qué se debía esa rara sensación, se sorprendió así mismo esbozando una sonrisa hacia la nada. Se incorporó un poco, alarmado ante esa reacción que no era capaz de comprender.

"No entiendo qué es lo que me pasa. Me sigo sintiendo cansado, me sigue doliendo cada fibra de mi cuerpo, pero sin embargo, me siento… ¿feliz?"

De repente, el rugido de su estómago le despertó de sus propios pensamientos, haciéndole recordar que un apetito voraz era otro de los síntomas habituales en los días de transformación. Se apresuró a devorar varios bocadillos que se había llevado precavidamente, confiado en que James, Peter y Sirius no tardarían en aparecer para hacerle compañía y llevarle una gran bolsa llena de comida. Aún no había terminado de comer cuando vio una lechuza posarse en el alféizar y le pareció algo muy sospechoso. Normalmente sus amigos, Dumbledore o la enfermera Pomfrey no se comunicaban con él por medio de lechuzas cuando estaba en la Casa de los Gritos, a menos que fuera algo muy urgente.

Alarmado, no tardó en correr y abrir la ventana para recoger la nota que el animal llevaba atada en la pata. Aunque mientras lo hacía, procurando ser lo más rápido posible para que nadie le viera asomado en la ventana, le pareció ver de reojo la sombra de alguien que se acercaba a la casa. No quiso preocuparse demasiado. Nadie se acercaba allí, y si alguien lo hacía, era algún típico grupito de niños curiosos más asustados que valientes como para atreverse a entrar.

En seguida distinguió la caligrafía de Sirius en el sobre, y con la misma rapidez que se le aceleró el corazón al ver la letra de su amado, cayó sobre él una oleada de decepción. El trozo de papel cayó al suelo, arrugado en una bola, y Remus se recostó de lado notando cómo su breve euforia se esfumaba.

Desde que había abierto los ojos, y no sabía por qué razón, había estado deseando ver a Sirius. Había sido tan intenso el deseo de tenerle cerca, que al leer la nota y enterarse de que sus amigos no irían a visitarle, había perdido toda la ilusión con la que había despertado, incluso hasta el punto de empezar a sentirse bastante molesto.

Allí, recostado y mirando a la pared, observaba con odio la bola de papel que descansaba sobre el suelo de madera, y como no tenía otra cosa que hacer, se empezó a preocupar seriamente por esos repentinos y exagerados cambios de humor. Era cierto que solía pasarle algo parecido los días de luna llena, pero nunca tan descaradamente, y ahora que hacía memoria todo parecía apuntar a que se habían acentuado desde el anterior ciclo de la luna. Sin querer darle demasiada importancia, ni alarmarse por la euforia y la necesidad de ver a Sirius que últimamente experimentaba, decidió dejarse llevar por la idea de que, quizás, todo se debiera a algún tipo de cambio hormonal ahora que se acercaba a la edad adulta. Tal vez debería comentárselo cuando viera a la señora Pomfrey.

Sumido como estaba en sus pensamientos, Remus no oyó que la puerta de La Casa de los Gritos se había abierto con un débil chirrido, por lo que cuando una voz lo llamó por su nombre a sus espaldas, estuvo a punto de caerse de la cama del susto.

- ¿Lupin?

- ¡Ahhh!- exclamó el licántropo, agarrándose a las mantas para no caer e intentando disimular que no se había asustado.- Oh, hola, Snape.

- ¿Te pillo en mal momento? Perdona si te he despertado.- dijo Snape con tono educado.

- No, no te preocupes.- Remus se llevaba la mano al pecho, que aún parecía querer salírsele por la boca.- Es que no esperaba visita, nada más, y claro, jamás habría pensado que fueras tú.

- Ya, entiendo. Debería haberte avisado antes.- dijo Snape, a quien, pese a intentar aparentar estar tranquilo, le sudaban las manos debido al nerviosismo.

Remus, sentado en el borde de la cama, le miraba con algo de desconfianza aunque tratara de disimularlo con una sonrisa cordial. Todavía no se había acostumbrado a la cercanía de Snape, habían sido tantos años de total indiferencia que ahora se le hacía muy raro tenerle rondando tan a menudo. No podía dejar de pensar en lo que Sirius le había advertido sobre él, y aunque no tuviera nada en su contra y deseara confiar en Snape, intentaba reprimir esa vocecilla lejana que le decía que debía tener cautela con el Slytherin.

Claro que Remus no sabía nada acerca del ritual que Severus Snape había tenido que realizar antes de entrar en la lúgubre casa. Llevaba días encerrado en la biblioteca, rodeado de montones de libros que parecían formar una alta e inexpugnable muralla a su alrededor, y después de largas horas de duro trabajo y algún que otro experimento en la mazmorra de pociones, Severus creía haber encontrado algo útil para la enfermedad de Remus.

Sabía que Remus estaría en La casa de los Gritos, y después de un gran debate interior, se decidió a visitarlo pese a que la idea de acercarse a aquel lugar de nuevo no le atraía para nada. Por otro lado, y totalmente al margen del interés científico de la visita, sabía que si quería conseguir algo con Remus debía ir propiciando encuentros en los que estuvieran solos y no rodeados de un Black y un Potter espiando detrás de las estanterías como si creyeran que eran invisibles.

La idea de una conversación a solas con el dulce licántropo le aterraba. De nada servía haberse aprendido de memoria el Manual de seducción para principiantes, porque una cosa era saberse la teoría y otra muy distinta realizar bien la práctica. No todo era tan fácil como lo pintaba el manual, y como era habitual en los libros de texto de Snape, el manual tenía los márgenes llenos de anotaciones en los que Severus apuntaba posibles variaciones de las instrucciones aplicadas al caso "Remus Lupin" en concreto.

No recordaba haberse puesto alguna vez tan nervioso como en ese momento. Justo antes de entrar en la casa, respiró hondo y echó una última mirada a su mano, donde había anotado los puntos más importantes del manual con una tinta invisible que sólo permitía ver su contenido a quien lo había escrito.

Dejó al pie de la escalera una gran caja de pociones y otras cosas que había llevado consigo para la ocasión, porque el resumen del manual que se había hecho en la mano decía claramente:

Punto número 1: Tantear el terreno.

Y eso era precisamente lo que estaba haciendo al sorprender a Remus con una visita inesperada. Y de momento, la reacción no parecía ser desfavorable. Era evidente que se sorprendería al verle, pero al menos no lo había echado de allí a patadas.

Punto número 2: Ser cortés y agradable.

Más bien eso era un resumen de una larga parrafada donde se aconsejaba que si no se conocía bien a la persona víctima del acercamiento, era mejor mostrarse agradable hasta saber con exactitud qué tipo de personas le atraen y ver si es aconsejable mostrar su verdadera personalidad antes de dar un paso en falso. Y este era el punto que fastidiaba profundamente a Snape.

A nadie se le ocurriría asociar a Snape con la palabra "agradable". Cortés… bueno, podía serlo sin mucho problema, estaba bastante acostumbrado a usar esa estrategia para caer bien a los profesores, pero agradable… A cualquiera que se le preguntara sobre cómo definiría a Snape, sin duda diría una larga lista de adjetivos como huraño, antipático, amargado y solitario que nada tenían que ver con "agradable" y mucho menos que ver con el tipo de chico que le atraía a Remus: Sirius Black. Porque era poco probable que existieran dos personas más opuestas que Sirius y él.

Pero Snape quería pensar que, por alguna extraña, misteriosa e inexplicable razón, a Remus le gustaba Sirius en concreto y no en general los tipos engreídos, chulos y sin cerebro como él. Y si el manual requería que hiciese un poquito de teatro, pues lo haría muy a su pesar, porque total, su vida era un contínuo teatro y en eso tenía bastante experiencia.

Para él se quedaban horas ensayando frases frente al espejo hasta que conseguía que sonaran creíbles. Más le costó el aprender a sonreír sin que pareciera que había algún tipo de oscuro regocijo detrás. Ahora le estaba sonriendo a Lupin y parecía que no le estaba quedando del todo mal, aunque le dolieran las mejillas por las agujetas del entrenamiento. Después de todo, tal vez fuera una ventaja que no se conocieran demasiado, ¿sería capaz de creerse que era un tipo normal y simpático? Pero lo peor era ¿conseguiría mantener esa difícil fachada el tiempo suficiente o le saldría su vena Slytherin en el peor momento espantando a su víctima?

- Bueno, ¿a qué se debe la visita?- preguntó Remus muy intrigado.

Una ceja de Snape escapó a su control y se arqueó en el más típico "modo Snape", pero consiguió devolverla a su posición original. Le había dado la impresión de que Lupin no estaba contento con su visita. El licántropo se dio cuenta, y rápidamente se apresuró a aclarar la pregunta. Habría preferido que fuese Sirius quien le visitara, pero lo cierto era que le apetecía poder pasar el rato con alguien.

- Lo digo porque como nunca has venido a verme…- murmuró Remus, poniéndose un poco colorado y sintiéndose muy culpable al imaginar lo que Sirius diría si apareciera allí de repente.

- Quería ver como estabas, pero ya veo que estás… bien. Si molesto mejor me voy.- dijo Snape haciéndose el víctima a propósito.

- No, no te vayas.- dijo Remus rápidamente antes de que Snape le diera tiempo a darse la vuelta.- Me apetece tener compañía.

Con una sonrisa cordial, Remus subió las piernas al colchón e invitó a Snape a que se uniera a él. Snape accedió sin poner quejas, aunque creía que una cama no era el lugar más apropiado para tener una conversación. Remus y él en una cama… mejor debería dejar de pensarlo…

Sentados sobre la cama y con las piernas cruzadas, los dos chicos se miraban sin saber muy bien qué decir, salvo alguna que otra sonrisa incómoda. Remus observaba con disimulo a Snape, dándose cuenta de que estaba más pálido de lo habitual y con ojeras. Los pensamientos de Snape seguramente fueran menos inocentes que los del licántropo.

- Bueno…- dijo Remus para romper el silencio.- Te veo con mala cara, ¿has estado enfermo? No me extraña nada, con el frío que hace…

"Genial, hablemos del tiempo. Qué romántico…" pensó Snape, aunque sabía que no podía decir eso, ni tampoco la respuesta que había aparecido inmediatamente en su mente y que decía algo así como "Yo siempre tengo mala cara, deberían quitar puntos a Gryffindor por insinuar que ahora la tengo aún peor."

- No he estado enfermo, lo que pasa es que llevo unas semanas trabajando sin descanso y estoy un poco agotado.

- Ah claro, los Éxtasis son dentro de sólo…cinco meses.- dijo Remus un poco sorprendido de que quedando cinco meses Snape tuviera ya esas pintas de necesitar unas vacaciones urgentes.

- No es por eso en realidad.- dijo Snape preparándose psicológicamente por si Remus se abalanzaba sobre él de alegría y emoción.- ¿Recuerdas que te dije que iba a ayudarte?

- Sí, claro.- dijo Remus con ojos ilusionados.

- He estado investigando tu caso. He encontrado algo que podría servir.

- Oh, ¡no me digas!- exclamó Remus, aunque en seguida temió que se tratara de Artes Oscuras.

- Empecé investigando las pociones transmutadoras de personalidad, a ver si ahí encontraba algo que lograra reducir tu comportamiento violento…

- Que yo sepa no me comporto violentamente.- dijo Lupin encogiendo las cejas en un gesto pensativo.- Quiero decir que no más violentamente que cualquier hombre lobo.

Snape se percató de que había metido un poco la pata al decir eso. Black y Potter le habían comentado que no dijera nada acerca del cambio en el comportamiento de Remus.

- Sí, pero los hombres lobo son peligrosos, podrían atacar a cualquiera…- se excusó Snape.

- Tienes razón, es una buena idea eso de calmar la agresividad. De todas formas, aunque yo no recuerde nada después de transformarme, no tengo noticia de que haya causado algún incidente peligroso.- dijo Remus, que andaba un poco mosqueado por aquel asunto.

Imaginaba que si hubiera hecho algo malo, sus amigos o incluso Dumbledore se lo habrían contado. Aunque ahora que pensaba en Dumbledore… no sería muy extraño que el viejo director estuviera detrás del novedoso interés de Snape hacia él. De sobra era conocido el carácter conciliador del anciano.

- ¿De veras no recuerdas absolutamente nada después de transformarte?- preguntó Snape con curiosidad.

- No, nada de nada.- dijo Remus con aire afligido.

- De todas formas no es algo relacionado con eso lo que he descubierto. No es algo demasiado importante pero…- dijo Snape dejando la frase sin acabar para dar más misterio.

- ¿El qué? ¡Me estás poniendo nervioso!

- Creo que he encontrado una forma de reducir la duración de tus transformaciones.- dijo Snape con tono solemne.

- ¡OH! Eso es…- Remus no sabía si echarse a llorar de felicidad o saltar y darle un gran abrazo a Snape. Cuando su cuerpo casi se había levantado del colchón, se obligó a mantener la compostura, un poco avergonzado y mirándose las uñas con las mejillas sonrosadas.- Eso es fantástico.

- Es inevitable que te transformes, pero pienso que si consigo perfeccionar la poción que he elaborado se podría reducir a solamente una noche cada mes.

Los ojos de Lupin estaban a punto de estallar en lágrimas, y en ese momento lo que menos le importaba era si había Artes Oscuras detrás de todo o si era una artimaña de Dumbledore para que Sirius y James dejaran de pelearse con Snape. Lo único que le importaba era que por primera vez en su vida alguien se había tomado la molestia de hacer algo por él. Profundamente emocionado, Remus Lupin dejó a un lado la vergüenza para dar las gracias a Snape con un fuerte abrazo a la vez que lágrimas involuntarias se derramaban en la túnica del Slytherin.

Snape no sabía como reaccionar, totalmente abrumado. Se había leido el manual decenas de veces y se estaba dando cuenta de que no sabía qué hacer en ese momento. Una mano torpe consiguió posarse en la espalda del licántropo mientras le oía sollozar en su hombro. Era tan delgado, tan frágil… tan cálido y dulce… Bajo las raídas ropas que lo cubrían, Snape sintió aquella piel que siempre imaginó suave, pero que en la realidad estaba dañada de heridas y cicatrices.

Remus abrió los ojos empañados y vio en el suelo la bola de papel escrita por Sirius. Al separarse de Snape, su sonrisa agradecida estaba empañada por un halo de tristeza. Sus amigos no irían a verle, y en su lugar, allí estaba Snape, ofreciéndole la posibilidad de liberarle, aunque fuera un poco, del monstruo que llevaba dentro.

- Gracias.- fue lo único que fue capaz de decir y en sus labios no había ninguna duda de que estaba siendo totalmente sincero.

Snape sonrió. Y era la primera vez que lo hacía de verdad.

Se sentía extraño, pero todavía notaba su mirada, aquella sonrisa que no iba dirigida a nadie más que a él, la humedad de las lágrimas contra la piel de su cuello y el calor de su frágil cuerpo contra el suyo. Lo adoraba, y haría lo que fuera por tenerle.

- Espera un momento. Voy a traer las pociones.- dijo Snape.

No habría hecho falta, habría bastado un hechizo convocador, pero en cuanto salió de la habitación, Snape se apoyó contra la pared a respirar hondo e intentar que se le calmara el pulso. En seguida volvió con la caja y sacó un caldero plegable.

- Necesito examinar las heridas.- dijo Snape un poco cortado.

- No hay problema.- dijo Remus desabrochando su camisa.

Con profesionalidad, Snape disimuló tanto la sorpresa de ver la piel marcada de Lupin como su torso desnudo. Tomó algunas muestras de las heridas. Acto seguido sacó la varita, murmuraba un largo y extraño hechizo mientras pasaba sus dedos por la herida. Remus se estremeció por el contacto, escocía un poco, pero sin embargo, resultaba bastante agradable el tacto, como una suave caricia, sobre su piel. Con asombro vio que una a una iban desapareciendo las heridas de su pecho.

- Haría falta que te levantaras.- propuso Snape, aunque en realidad no sabía como decirle que sería más práctico que se quitara el pantalón.

- ¿Cómo has hecho eso?- preguntó Remus muy sorprendido.

- Creía que no te interesaban las Artes Oscuras.- dijo Snape con tono misterioso, aunque más bien lo que quería haber dicho era "Sí, claro, para que luego se le digas a Black que te lo haga".

- Creo que empiezan a interesarme.- rió Remus.

Se había puesto de pie, tal y como Snape le había pedido, y ahora observaba con cierto horror cómo el Slytherin se arrodillaba frente a él levantando con suavidad el bajo del pantalón y recorriendo sus muslos tal y como había hecho antes con su pecho. Le produjo un escalofrío. La escena, aunque inocente, se le antojaba demasiado obscena. Tenía a un chico arrodillado frente a él… ¿Cuántas veces había soñado con Sirius en esa posición? Y las manos de Snape se acercaban a lugares demasiado sensibles de sus piernas… Tuvo que cerrar los ojos y respirar hondo, para que esos pensamientos impuros se le fueran de la cabeza. Tenía que hacer algo o cuando Snape continuara con la pierna derecha, ya sería demasiado tarde…

- Las de la espalda son mucho peores.- dijo Remus apresurado.

Snape alzó la vista, mirándolo desde abajo, y le pareció intuir una extraña sonrisa similar a la que Sirius, en exacta posición le miraba con lujuria antes de… Remus apretó los ojos con fuerza. ¿Es que se estaba volviendo loco?

- De acuerdo, túmbate en la cama.- propuso Snape.

- ¿En la cama?- preguntó Remus con horror.

La cama no le parecía el lugar más indicado. No entendía nada de lo que le estaba pasando, a él no le gustaba Snape, pero es que tampoco nunca antes había tenido un contacto tan físico con otro chico. Y si a eso se le sumaba que su mente inmediatamente se encargaba de sustituir a Snape por Sirius, el resultado era que se sentía demasiado acalorado.

No protestó más, porque tampoco quería que Snape se diese cuenta de que pensaba que la cama era un lugar demasiado erótico para ese tipo de menesteres y más aún cuando se trataba de un adolescente necesitado y excitado. Se tumbó boca abajo, de forma que podía morder las mantas y aguantar estoicamente. Horrorizado notó que Snape se sentaba sobre él a horcajadas y mordió la manta con fuerza, cerrando los ojos lo más que podía. Los dedos de Snape comenzaron a acompañar su hechizo, las piernas aprisionándole debajo de él. Remus pensando en que… La verdad es que no era capaz de pensar cosas coherentes.

- ¿Y estas heridas?- preguntó Snape.

Remus no tuvo más remedio que contestar como pudo.

- Pues como las demás ¿no?- su voz sonó gutural y ahogada.

- No son como las demás. Son como arañazos de otro animal.

- No lo sé. Creo que la última vez me peleé con unos perros salvajes, quizás esta vez también.

- Parece que sí.

Snape siguió a lo suyo, curando una a una las heridas y disfrutando también al acariciar la piel del Gryffindor. Remus siempre había sido de la firme opinión de que un calentón, eso que Sirius y James a menudo alegaban cuando se saltaban alguna clase o llegaban tarde por las noches, no eran más que excusas baratas. Pero ahora, creía empezar a entenderlo. Muchas veces se había excitado viendo a Sirius o imaginándose cosas, pero nunca le había pasado con otra persona, aunque pensándolo bien, si en vez de Snape hubiera sido Sirius no habría sido capaz de aguantar más de unos minutos.

"No. ¡No! ¡NOOOOO!" pensaba Remus con desesperación al notar que los dedos de Snape llegaban a la cintura e intentaban traspasar disimuladamente más allá. Snape hacía rato que notaba que Remus estaba bastante tenso, así que se vio en la obligación de preguntar.

- ¿Te molesta si…?- Remus no podía ver la sonrisita que mostraba Snape en ese momento.

- No, claro que no.- dijo Remus por compromiso.

Si decía que no, quedaría fatal porque estaba más que claro que las heridas de la espalda se continuaban más abajo. Además, en teoría no debería sentirse avergonzado porque otro tío le viera el culo… Sintió que el pantalón bajaba ligeramente, y después los dedos de Snape, esta vez bastante más cautelosos, sobre su nalga derecha.

"Mierda. NOooooo" pensó Remus. "Demasiado tarde."

Al cabo de pocos segundos, que a Remus le parecieron horas, Snape terminó de curarle todas las heridas.

- Ya está, y falta muy poco para que la poción esté acabada.- dijo volviéndose hacia el pequeño caldero que hervía bulliciosamente y al cual sólo le faltaba añadirle las muestras que había tomado de las heridas de Lupin.

Remus por nada del mundo se movería de la cama, por lo que cuando Snape le dijo que ya podía tomar la poción, éste dijo que mejor no se movía de allí porque le dolía la espalda. Snape por supuesto no se lo creyó, pero no quiso insistir. Todo había salido muchísimo mejor de lo que esperaba.

- ¿Y si no funciona?- preguntó Remus antes de beber la humeante poción.- ¿Tendrá efectos secundarios?

- No te preocupes, tengo preparado un antídoto en el caso de que notes algo raro.- dijo Snape.- Si no funciona, tendré que mejorar un par de cosas para la próxima vez.

Sin protestar, Remus se bebió de un trago la poción y Snape empezó a recoger las cosas para marcharse.

- Mañana me pasaré a ver qué tal ha ido.

- Bien, yo estaré aquí, para variar.- dijo Remus con resignación.- Perdona que no te acompañe a la puerta, pero creo que me ha dado lumbago, ay, sí, yo creo que va a ser eso.

- Conozco el camino.

Snape salió de la habitación sabiendo que Remus Lupin no tenía lumbago ni dolor de espalda de ningún tipo. ¿Quién le iba a decir que en un solo día pasaría del punto número 1 al punto número 164?

Porque el número 164 ni siquiera estaba apuntado en su mano, ya que había pensado que no llegaría a él hasta por lo menos pasados un par de meses.

Punto número 164: Causar una erección en su compañero.

En cuanto oyó cerrarse la puerta, Remus se levantó corriendo y observó cómo Snape se alejaba dejando tras él pisadas en la nieve. Se había ido… y le había dejado en una situación patética. Siempre había oído cosas como que el apetito sexual del hombre lobo se acrecentaba en la luna llena, pero nunca las había tomado en serio. Nunca hasta ahora, que empezaba a pensar que quizás eso fuera la causa de todo lo que le había pasado últimamente. Quizás por eso le molestaba más que nunca que Sirius estuviese con otras chicas, le afectaba más que se acercara a él o hubiera algún contacto físico, deseaba verle y tenerle cerca al despertar de la transformación…se había excitado mientras Snape le curaba las heridas de forma inocente.

"Soy un pervertido." Pensó Remus observando su entrepierna, que comenzaba a dolerle, llevó una mano hasta ella y suspiró, resignado. Odiaba hacer eso, pero al menos, pensaría en Sirius…

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La sala común de Slytherin estaba desierta puesto que era bien entrada la madrugada. Snape había estado echando un último vistazo al Manual de seducción para principiantes, y había llegado a la conclusión de que todo aquello no era más que una sarta de bobadas. De nada servía seguir paso por paso cada instrucción cuando él mismo acababa de descubrir que, si hubiera sido fiel al libro, habría tardado meses en conseguir lo que había conseguido en un solo día. Con desdén, arrojó el libro a la chimenea, que aún no se había apagado del todo, y se encaminó hacia el dormitorio de 7º. Aquella noche iba a dormir feliz, desde luego, si es que conseguía pegar ojo…

En cuanto los pasos de Snape se perdieron por las escaleras, una figura salió de su escondite tras las cortinas. Frotándose las manos con entusiasmo y luciendo una malévola sonrisa, Bellatrix Black se acercó a la chimenea, donde el libro todavía permanecía casi intacto. Con un gesto de varita apagó las llamas que lo consumían y se fue como un rayo a su habitación.

Juró que se vengaría de Snape porque, por su culpa, Sirius había acabado riéndose de ella y dejándola humillada. No había intercambiado ninguna palabra con Snape desde entonces, consciente de que si quería vengarse, lo mejor sería que éste no sospechara nada de sus intenciones rencorosas. Había estado vigilando y observando, intentando encontrar alguna debilidad donde atacarle, y ahora la tenía frente a sus ojos. El manual que tan celosamente llevaba Snape a todas partes.

No le hizo falta leer mucho para descubrirlo, aunque fue inevitable que sus ojos se abrieran de par en par al leer lo que podía ser la noticia del siglo.

"¿REMUS LUPIN? Jojojojojo. ¿Snape es gay y le gusta Remus Lupin? ¡MUAJAJAJAJAJAJA!"

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Aunque a Remus Lupin en ese preciso instante le estuvieran pitando los oídos, clara señal de que alguien estaba hablando de él, no le importó lo más mínimo porque desde La Casa de los Gritos podía observar, por primera vez en muchos años, la luna llena con sus ojos humanos. Era una lástima que sus amigos no estuvieran con él, pero estaría agradecido eternamente por ello a Severus Snape. A partir de ahora, sólo se transformaría una vez cada mes, sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría… otra vez.

MUAJAJAJA (si, si, yo como Bellatrix XDDDD), dios, espero que no me mateis. Ah, aclaracion, al principio del fic pregunté sobre cuantos dias esta un hombre lobo transformandose, viendo las opiniones, la mayoría me dijo q solian tomar 3 dias, y yo, ignorante totalmente del tema pos puse tb 3 días. Por eso en este cap, Remus considera tan importante el hecho de que Snape se haya molestado en averiguar una forma de reducirle el sufrimiento a tan solo un dia.

Bueno, espero vuestros comentarios, y espero tomatazos tb ¬¬ aunque bueno, os digo que espereis al siguiente para mas accion comica XDDDDDD jijijiji ¿q sera lo que tengo pensado?

Muchisimas gracias por sus reviews a: MJ Minako, Dream Kat, Naty Tuk, Lily Dark Black, Paula Moonlight, Danybel, Zaratustra, Carly McKinnon, Irene, Coulter, Joanne Distte, Samy Bella, Merodeadora Chii, Carcell Cop, Le chat Noir, Daia Black, Sayuri Black, Rikuayaceres, Helen Black Potter, Liam Black, Terry Moon, Gin, Norix Black, Utena86, pucknut, gin.m, Balucita, Any Black, Male-chan, JKRanIV, Leila Diggory, Paddly y Malfoy c.

Dios son muchisismos reviews! En serio, estoy super feliz

Bueno, voy a subir esto inmediatamente y respondo los reviews, siento no poder responder a los que me dejaron el review sin firmar y sin mail.

Besitos

Ak