Gracias por vuestros reviews, y ahora, el fict...
Verdadero Amor
Lily abrió los ojos. Estaba entrelazada a Tom, que todavía dormía. Le miró fijamente. Era curioso, pero Tom cuando dormía se transformaba en otro. Su rostro pasaba de estar cubierto por todas unas vivencias a estar rebosante de inocencia. Quizás la inocencia que casi no experimentó en la vida real, la experimentaba en sus sueños.
Lily se acordó de que, en una ocasión, Tom la dijo que él había dejado de ser un niño a muy temprana edad, que siempre había sido independiente. Con nueve años se saltaba el muro del orfanato y se pasaba el día entero solo en la calle. Solo o con Clyde, que por esos lares andaba él también.
Se incorporó ligeramente y sin hacer ruido, para no despertarlo, y le acarició el pelo con dulzura. Le encantaba ese pelo color negro azabache, sedoso y algo rebelde. Sí, era una de las cosas que más le gustaba de Tom, junto a su boca, casi siempre curvada en una sonrisa. También incluiría sus ojos en la lista, de no ser porque eran demasiado siniestros...
De pronto Tom estiró los brazos mientras bostezaba. Se había despertado. Compartieron su primera mirada del día. Éste la sonrió y Lily le devolvió la sonrisa.
- Estaba pensando en recuerdos...cuando nos conocimos y eso- le dijo.
- Sí, yo también recuerdo...- Tom no dejaba de sonreír- Fue divertido.
Lily sonrió y rió por lo bajo.
- A ti todo te parece divertido¿no?- le dijo después.
Tom la miró, se incorporó a su altura y la besó. Luego se acercó a su oído y la dijo en susurros: - No... No todo.. - Lily le miró fijamente.
Al cabo de un rato ya ambos estaban levantados y vestidos. Al pasar por "el cuarto de Clyde" vieron a éste tumbado sobre la cama y roncando (sí, Clyde ronca). Fueron a la cocina, donde había una especie de ventana que comunicaba con el salón. Debajo de esa misma ventana se encontraba una mesa, que era donde solían comer. Lily se sentó ahí mientras Tom abría la nevera para encontrar algo que llevarse a la boca.
- ¡Clyde!- gritó de pronto éste después de haberle echado un vistazo a su interior- ¡Me cago en tu madre¡No vuelvo a dejarte la copia de las llaves debajo del felpudo!
Clyde enseguida estuvo allí, con unas ojeras de medio metro y unos pelos que parecían la Selva Negra. Tan solo llevaba los pantalones puestos.
- ¿Pero qué coño pasa?- preguntó con una voz soñolienta.
- Pasa que te has comido todo lo que tenía y luego no lo has repuesto- le contestó Tom con un tono algo amenazante.
- Joder, como te fuiste sin decir nada y durante tanto tiempo, creí que no volverías, tío- respondió a su vez Clyde.
- ¿Dos semanas es mucho tiempo?- protestó Tom
- Para ti, sí- contestaron Clyde y Lily al unísono.
Tom les fulminó con la mirada a cada uno y, cerrando de mala gana la nevera, dijo:
- Pues ahora a joderse, porque no tengo nada. Tendré que bajar a comprarle algo a Coco...- se giró a Lily- ¿Me acompañas Lils?
- Claro- respondió ésta, levantándose junto a él- Aunque luego aprovecho y me voy a mi casa, que será tarde.
- Como quieras- dijo Tom encogiéndose de hombros- ¡Eh, gorrón!- miró a Clyde- ¿Quieres algo?
- Tráeme un par de paquetes de tabaco, anda. Y cerveza, por supuesto.
Tom no volvió a decir nada y salió del apartamento con Lily.
Bajaron las escaleras, en donde ya había un jaleo montado al que no prestaron atención. Si prestasen atención a todos los percances que sucedían por aquella zona, no tendrían tiempo para hacer otra cosa. En seguida estuvieron en la tienda de ultramarinos de Coco. Éste era un antiguo auror, o eso decía él, pero que se rebeló contra ellos debido a que empezó a estar en contra de las nuevas normas y los nuevos métodos. No era un mortífago ni tenía intención de serlo, pero Tom y él se llevaban muy bien. Había veces incluso que salían por ahí de copas. Parecía un chico joven, de unos treinta y algo. Claro que aquí todos parecían mucho más jóvenes de lo que eran realmente. Tom mismamente.
Aparentaba tener una edad rondando los treinta y; sin embargo, él aseguraba tener más de cincuenta (cosa que Lily en un principio no se creyó).
Después de haber comprado todo lo necesario y de haber charlado un rato con Coco sobre los cotilleos del barrio y del viaje de Tom, éste y Lily salieron fuera. Antes de subir de nuevo, Lily se le acercó y lo besó. Luego dijo:
- Yo ya me voy ¿va? Nos vemos esta noche...
- Cuenta con ello- la respondió Tom con su sonrisa llena de picardía. Se besaron por última vez y Tom observó como Lily se alejaba hasta que desapareció. Luego sacó las llaves y se dispuso a abrir el portal, pero Clyde se le adelantó, abriéndole desde dentro, ya vestido y aseado.
- Tío, estabas tardando y yo muriéndome de hambre- le dijo una vez dentro- Así que he salido en tu búsqueda...
Tom no le contestó. Se limitó a dirigirle una mirada de reproche por el
morro que tenía. Subía las escaleras. Clyde iba detrás de él. El jaleo que había antes ya parecía haber cesado, y ahora al portal lo dominaba un silencio sepulcral. Cuando estuvieron a punto de llegar ante la puerta del apartamento, Clyde dijo:
- A ti te mola...
No era una pregunta.
- ¿De qué me hablas?- intentó disimular Tom.
- Na, na. A mí no me las das con queso, que te conozco mejor que nadie. A ti te mola Lily. Se te ve en la cara...
- Está buena.
- No me refiero a eso y lo sabes. Es más que eso. Tú te has enamorado. O te estás enamorando, lo mismo da...
- Clyde...- Tom lo interrumpió- Ni se te ocurra mencionarlo¿vale? Y lo que yo haga o deje de hacer con mi vida, sea sentimental o no, solo me concierne a mí. Además, creo que olvidas con quién estás hablando y...
- Para nada- ahora era Clyde el que lo interrumpía a él. Y se acercó mucho a su oído- Hasta el más terrorífico de los seres no es dueño de sus propios sentimientos. Piénsalo...
La puerta del apartamento se abrió y Clyde pasó dentro, dejando a un callado Tom, atrás, con sus pensamientos...
Lily sacó las llaves frente a la puerta de su casa y, mientras la abría, deseó con todas sus fuerzas no encontrarse a su hermana. Entró. Hasta ahí todo bien, no había nadie... Llegó a la cocina... Mierda.
- Vaya, hola- la saludó Petunia desde la mesa. A pesar de la hora que era todavía estaba desayunando, síntoma de que ella también habría vuelto a horas tardías. Lily la saludó con un gesto de la cabeza.
- Ya veo- siguió hablando Petunia- que no has pasado la noche aquí...
- Lo sabías perfectamente desde ayer- le reprochó Lily.
- Dime una cosa...- Petunia le dio un bocado a su tostada. Tragó y siguió hablando- ¿Desde cuándo lo conoces?
- Hace ya tiempo- contestó Lily sin mirarla- Unos... dos años o así.
- ¿Y cómo ocurrió¿Cómo le conociste¿Dónde?
Lily tardó un tiempo en contestar, como si estuviera pensando bien la
respuesta.
- En mis sueños- dijo finalmente.
- ¿En tus sueños?- Petunia la dirigió una mirada incrédula.
- Sí, en mis sueños.- respondió sencillamente Lily. A continuación salió de la cocina, dando por entendido que no tenían más que hablar.
Volvía la noche. Con su silencio. Con su oscuridad. Con Tom...
Lily le vio donde siempre, en la misma calle, bajo el mismo árbol, esperándola. Llegó hasta él con una sonrisa que rebosaba ilusión, como el de una niña que logra llegar hasta su juguete más preciado. Tom también sonreía y salió de debajo del árbol, dándola la bienvenida con el ya típico beso. Llevaba algo en la mano, que sacó a la luz, mostrándoselo a Lily.
- Una rosa para la flor más hermosa- la dijo dándosela. Era realmente bonita... Lily la miró sorprendida al principio. Luego se echó a los brazos de Tom y lo infló a besos.
- Pues no veas lo que he tenido que pensar la frasecita de las narices...- soltó Tom de repente.
- Pues a mí me ha encantado- le dijo Lily dándole otro beso en la mejilla.
Anduvieron un rato, charlando. Después se fueron a un parque que había dentro de la misma urbanización de Tom. Incluso a esas horas, el parque estaba lleno, bien sea de parejas dándose el lote o de las pandillas que rondaban por allí. También a Lily la pareció ver a alguna fulana por los alrededores, pero no le dio importancia. Se sentó en uno de los bancos que permanecían libres con Tom. Al principio lo único que hicieron fue darse el lote, al igual que todas las parejas de allí. Luego pararon. Tom abrazó a Lily y permaneció en silencio. Muchas veces ocurría eso. Tom y su estado de mutismo. Lily recordó una de las cosas que la dijo Clyde al poco de conocerse y con la que estaba completamente de acuerdo.
La dijo, o la advirtió (según como se mirase), del hecho de que Tom siempre sabía lo que uno estaba pensando, pero que tú nunca sabrías lo que estaba pensando él.
Qué razón tenía, este Clyde...A Lily Tom le recordaba mucho al personaje de "El Chico de la Moto", del libro "Rumble Fish" (Lily leía bastantes libros). Sí, eran idénticos...
- Realmente lo sois...- dijo de pronto Lily en voz alta. Tom la oyó, sacándole de su trance de mutismo y separándose de ella para poder mirarla.
- ¿Qué?- dijo él sin entender.
- Tú y "El Chico de la Moto", de "Rumble Fish"- le explicó Lily- Os parecéis mucho.
Tom alzó una ceja.- - ¿Ah, sí?- preguntó.
Lily asintió. Tom entonces la regaló una de sus sonrisas.
- Pues a lo mejor acabo como él- la dijo a Lily en un tono que a ella no le gustó nada.
- No digas eso ni en broma- le reprochó Lily.
Tom rió y la besó en la mejilla.
- Qué tonta eres...- la dijo luego.
- ¡Oye!- le soltó Lily con reproche.
- Pero me gusta así, todo. Tú.- la dijo Tom en su oído- No lo querría de otro modo...
Lily se dejó llevar otra vez por él y lo abrazó por los hombros, apoyando la cabeza contra su pecho. Curiosamente, notó que éste iba más rápido de lo normal...
- ¿Te pasa algo?- le preguntó Lily extrañada, alzando la mirada para verle, pero sin soltarle. Tom también la miró.
- No... ¿Por qué?
Lily rió para sus adentros. Era increíble lo bien que mentía Tom, pero con ella eso nunca funcionaba.
- No, por nada- respondió ella. Y volvió a apoyar la cabeza contra su
pecho. Después cerró los ojos y todo se hacía oscuridad.
Lo próximo que vio al abrirlos fue la habitación de Tom. Estaba tumbada en su cama y él abrazado a ella. Se giró a Tom, que todavía dormía y, poniéndose por encima
de él, apoyó su cabeza sobre la suya, sobre aquel suave, sedoso y oscuro cabello...
Todo era oscuro. Y silencioso. Terriblemente oscuro y silencioso. Y estaba solo. No había nada ni nadie para poder curarle de su soledad. Terrible soledad... El primer pensamiento que se le vino entonces a la cabeza fue el de un cabello largo y rojo...Rojo como el color de la sangre. Y el verde.
Unos ojos verdes y preciosos. Ojos que le mataban y le consumían por dentro.
Preciosos...Preciosos como ella. Y verdes...Verdes como el color representativo de Slytherin, el color del mal...
- Lily...- aquello sonó como un eco. Un horrible eco ante la oscuridad y el silencio, acompañados de la soledad, que lo rodeaban. Una sensación parecida a la angustia, solo que peor, recorrió todo su cuerpo. Su corazón frío había dejado de latir...Se había parado. ¿Por qué¿Por qué se paraba su frío corazón? Encontró la respuesta: por la pérdida...¿Pérdida de quién? Él nunca había sentido la pérdida de nadie. Siempre había estado solo... Excepto... Excepto...
- Tom...- oyó que alguien le llamaba en medio de aquella oscuridad, de aquel silencio, de aquella soledad...Una voz que automáticamente se convertía en su aliento, que le alimentaba el alma...Una fuerza invisible, quizás proveniente de su propio interior, le hizo girarse...girarse para ver...para verla...a ella. Porque era a ella a quien había estado esperando. Esperando para que le hiciera revivir a su maltrecho corazón...Pero cuando todo parecía ir bien, que ya podría tocarla, abrazarla y besarla, apareció otro.
Una silueta en la oscuridad, justo detrás de ella. No le vio, no le vio hasta que fue demasiado tarde. Esa silueta era él...Estaba justo detrás de Lily, tenía el pelo un poco más largo y una mirada sombría, vacía, aterradora. Sonreía cínicamente, aún más cínicamente de lo que estaba acostumbrado. Y sacó algo...Su varita...¿Le apuntaba a él? No...Le apuntaba a Lily. Iba a matar a Lily...¡Él mismo iba a matar a Lily! Se quedó con los ojos muy abiertos y extendió un brazo para tocarla, para alejarla de la muerte...
Pero no pudo. Su brazo la traspasó como si fuese un fantasma. Demasiado tarde. Su otro yo, sin dejar de sonreír, sin dejar de lado a aquella mirada, desde la espalda...Una cegadora luz verde...Se cubrió instintivamente el rostro, pero...cuando volvió a abrir los ojos...allí no había nada... Ni él... Ni Lily... Soledad... silencio... oscuridad... Su frío corazón dejando de latir... Sintiéndose morir lentamente... Tan lentamente que hasta dolía...
- ¡LILYYYYYY!- un grito desgarrador...Después...
Una cama, estaba sudando, alguien lo abrazaba y le susurraba palabras tranquilizadoras... Estaba de vuelta... Con Lily... Con su Lily...
- Has tenido una pesadilla- le dijo ella después de un rato en silencio, los dos abrazados. Tom había dejado de sudar, pero permanecía con la respiración entrecortada. No dijo nada. Lily tampoco. Se limitó a seguir acariciándole la nuca, apoyada en su pecho, con ternura.
Al cabo de un buen rato en el que permanecieron así, Tom alzó la mirada a ella y la sonrió con esa sonrisa suya, indicándola que todo estaba bien, que no había de lo qué preocuparse. Lily no supo qué pensar...
Un teléfono. Sonaba un teléfono. El que Tom tenía al lado de su cama. Era un modelo muy viejo y apenas lo usaba. Tan solo para hablar con Lily (era curioso, pero para comunicarse con ella prefería eso antes de la magia, quizás para no ser interceptado por los aurores en el caso de que la usara). Por eso ambos se extrañaron de que alguien llamase así, y encima a esas horas...
Tom puso mala cara mientras se separaba de Lily para poder cogerlo. Seguramente pensó que sería uno de sus mortífagos, con alguna misión urgente o algo y que no podía comunicarse mediante métodos mágicos por eso, porque tendría a algún auror rondando por ahí.
- ¿Sí?- contestó de mala gana.
Hubo un silencio. Lily escuchaba atentamente.
- Un momento...- dijo después Tom al que estaba al otro lado del auricular- ¿Cómo cojones has obtenido tú mi número?
Perfecto, ahora Lily no entendía nada...
- Ah, ya...- dijo Tom poniendo mala cara- Sí, ahora te la paso...
Y, para sorpresa de Lily, Tom se separó del auricular y se lo pasó a ella.
- Tu hermana. Dice que es urgente.
Ahora sí que Lily abrió mucho los ojos. La última persona que esperaba que llamase a casa de Tom, de Lord Voldemort, era su hermana. Cogió el auricular extrañada. Tom la observaba sin ningún tipo de inmutación; aunque seguramente él también se encontraba sorprendido.
- ¿Sí, Petunia?- dijo ella todavía con el tono de sorpresa en la voz. Hubo otro silencio, esta vez más largo. Lily escuchaba atentamente mientras Tom la observaba sin retirar la mirada ni un segundo.
- Ssí...sí, claro... eh, gracias...diles.. diles que voy para allá en seguida- dijo cuando se hubo roto aquel silencio que a Tom se le estaba haciendo eterno. Luego Lily le pasó el auricular y Tom colgó.
Cuando se giró para ver a Lily se encontró con que ésta ya se había levantado y se estaba poniendo el jersey y los pantalones pirata.
- ¿Pero qué pasa?- preguntó él extrañado desde la cama. Lily le miró nerviosa y le dio un beso rápido.
- He de irme, Tom. Es urgente. Se trata de la Orden del Fénix...
Y allí se encontraba ahora ella. Había acudido tan rápido como la fue posible. Tal y como se lo había comunicado su hermana, aquello parecía realmente urgente. Ya resultaba bastante grave el que se pusieran en contacto con Petunia... Lo que peor la había sentado era el haber dejado así Tom.
Encima no les había dado tiempo a quedar en nada, con las prisas...
Bueno, luego le llamaría y ya tendrían tiempo de hablar. Entró en el edificio que tenían como punto de reunión. Era un lugar siniestro y completamente aislado, pero eso era necesario para que no fuesen descubiertos.
Lily pertenecía a la Orden del Fénix desde poco después de haber acabado Hogwarts, muchos de sus compañeros se alistaron también. Al principio le entusiasmaba, pero ahora que estaba con Tom, con aquel contra el que conspiraban...
Bueno, ahora Lily aprovechaba eso para pasarle la información importante. Lo sentía por el resto de los miembros, pero para ella era más importante el sentimiento que el deber.
A pesar de ello, Lily no era una mortífaga ni mucho menos. Ni se le había pasado por la cabeza ni a Tom se le había ocurrido proponérselo. A Lily le gustaba pensar que eso lo hacía para protegerla... pero mejor no hacerse ilusiones... él también le contaba sus misiones y ella conocía de oídas a casi todos sus mortífagos.
Naturalmente, había cosas que no se contaban y la verdad, tampoco les importaba, solo querían estar juntos sin tener que preocuparse de mortífagos o aurores.
En cuanto a los enfrentamientos que habían tenido contra Voldemort en persona (que los habían tenido) resultaba realmente divertido. Con decir que ella ya había "escapado" de Voldemort "por los pelos" un par de veces... Tom no los tomaba en serio.
Ya estaba dentro de la sala de reunión. Allí ya todos estaban esperándola sentados. Sí, estaban todos: Remus Lupin, James Potter, Peter Pettigrew, Dedalus Diggle, Marlene McKinnon, Sirius Black, Alastor (Ojoloco) Moody, Alice y Frank Longbottom (recién casados, por cierto), Emmeline Vance, Benjy Fenwick, Edgar Bones, Sturgis Podmore, Caradoc Dearborn, Hagrid, Elphias Doge, Gideon Prewett, Dorcas Meadowes, y, a la cabeza de todos ellos, el fundador de la Orden y el actual director de Hogwarts y único mago temido por Voldemort: Albus Dumbledore.
- Perdón por mi retraso- se disculpó Lily al llegar.
- No importa, Lily- respondió Dumbledore haciendo un gesto para que ella se sentase. Lily obedeció y tomó asiento al lado de Prewett.
- Ahora que estamos todos...- continuó Dumbledore- lo primero que he de deciros es perdón por el haberos alertado de esta forma y haberos pillado tan de improvisto, pero era absolutamente necesario. Amigos...- alzó la voz para que pudieran oírle mejor- hoy ha sucedido algo que puede acabar definitivamente con todo nuestro sufrimiento- hubo un sobrecogimiento en la sala- Mientras fui a hacerle la visita a la Srta. Sybill Trelawney para ver si la daba definitivamente su puesto de trabajo como profesora de Adivinación en Hogwarts, ocurrió algo inesperado.- el sentimiento de impaciencia era el que ahora inundaba la sala- Cuando estuve a punto de ser convencido de que la Srta. Trelawney no valdría para el puesto, ella tuvo una profecía.- todos se quedaron medio boquiabiertos- ésta decía que aquel que naciese al morir el séptimo mes (es decir, julio) y cuyos padres hubiesen sido capaces de escapar de las garras de Lord Voldemort tres veces, ése, sería quien causaría la derrota al Señor Tenebroso...
Ahora sí que hubo un sobrecogimiento en la sala, no se supo bien si por la mención de aquel nombre perteneciente al ser que alimentaba sus peores pesadillas o por la propia profecía, que hablaba de la derrota del mismo.
Sin embargo a Lily la dio la extraña sensación de que Dumbledore no contaba todo lo que sabía... Fue un sentimiento extraño, porque ella siempre había confiado plenamente en él. Ese sentimiento se avivó más cuando le pareció que Dumbledore les miraba un poco de reojo a ella y a James... Un momento. ¿No estará pensando...? Mierda, todo coincidía. Ella y James (James solía ser, por alguna extraña razón, su compañero de misiones) ya habían escapado un par de veces del poder de Voldemort .
¿Qué culpa tendría ella de que no la matase porque resultaba ser, en realidad su "novia" desde hacía casi dos años?
Seguramente había pocos más (por no decir ninguno) dentro de esa misma sala que les hubiese pasado lo mismo y que, encima, pudiesen formar pareja (sin contar que ella y James estuvieron saliendo durante séptimo año y que, por otro lado, no se imaginaba a una pareja del tipo ella misma y Ojoloco Moody la verdad).
Se le ensombreció un poco el rostro. Aquello era serio.
Como Sirius decía, con la muerte de Voldemort se ahorrarían montones de muertes inocentes y acabarían con el sufrimiento... pero eso significaba que eso sería el comienzo del suyo...
La reunión acabó poco después. Había gente que ya estaba volviendo a sus casas, otras se quedaban charlando animosamente. Lily se fijó en Sirius, Peter Lupin y James y en que de lo que debían estar hablando tenía que ser divertido, porque reían abiertamente. Suspiró. Si James hubiese sido más maduro, más modesto... más... más como Tom... No quitaba el que fuese un buen chico, y también encantador, pero nunca fue lo que ella buscaba.
Sí, lo que ella había estado buscando durante tanto tiempo lo había encontrado en Tom... ¿Y ahora tenía que renunciar a todo ello?
Qué terrible ironía... Se dispuso a salir y marcharse cuanto antes. No tenía ganas de hablar con nadie. Ahora se encontraba en un mar de dudas. Cuando estaba saliendo por la puerta principal y preparándose para aparecerse...
- ¡Lily! - Genial. Hoy no era su día, a lo que se veía. Se giró para ver quién la estaba llamando y se encontró con Dumbledore, que se dirigía hacia ella.
- Lily, perdona. ¿Tienes mucha prisa?- la preguntó cuando estuvo a su lado.
- No... No realmente.- contestó la chica.
- Bien, Lily, porque me gustaría hablar un momento contigo. ¿Te importa?
- Qué va...
- Bueno...- Dumbledore suspiró. Parecía incluso nervioso.- Verás... Es sobre... ¿Cómo vais James y tú?
Lo sabía. Sabía que iba a hablarla de eso.
- Pues...- Lily no supo en un principio qué decir. Después de que lo dejara con James se seguían manteniendo en contacto, como amigos. Y en la Orden ambos coincidían mucho (de ahí sus peores temores)- Bien. Somos amigos y eso...
- ¿Amigos?- Dumbledore parecía disgustado- Vaya... ¿Pero no estuvisteis saliendo?
- Sí, en séptimo año.
Ahora sí que pareció que un rayo de esperanza recorrió su rostro.
- Bueno, Lily- comenzó a decir de nuevo- Es que me he estado fijando en que la profecía...
- ...coincide con nosotros dos... Sí, yo también.
- Muy observadora. Como siempre.
- Gracias.
Dumbledore volvió a suspirar.
- Mira, Lily- volvía a hablar él- Yo no quiero obligaros a nada, pero es evidente que James está enamorado de ti, y algo de cariño sí le tendrás ¿no?
- Claro, por supuesto que sí- respondió Lily sinceramente.
- Es que una oportunidad como ésta no se presenta todos los días- la dijo Dumbledore, y a ella la pareció que incluso se lo estaba pidiendo con tono suplicante. Lily se cruzó de brazos.
- Lo sé, Dumbledore- le dijo- De verdad que lo sé. Y créeme, me lo estoy pensando de verdad. Pero...
- No es James el dueño de tu corazón...- la interrumpió Dumbledore. Lily bajó la mirada y él sonrió ante su reacción.
- Lo comprendo, Lily. En serio que lo comprendo... Pero más serio aún: piénsatelo, por favor. Y recuerda de quién estamos hablando...
Lily permaneció callada, con la vista baja. Para cuando la alzó, se dio cuenta de que Dumbledore ya no estaba ahí. Se había ido, dejándola sola. Sola y confusa. Sola, confusa y con un corazón que ya había comenzado a hacerse añicos.
Lily se disponía a volver ya a casa. En cuanto acabó su charla con Dumbledore se apareció en una calle de Londres que mayoritariamente estaba ocupada por muggles. Lo había hecho a drede, porque no la apetecía volver a su casa y encontrarse a su hermana dándola el coñazo, y con todo lo que había pasado...
Quién lo iba a decir. Una decisión tan grande, de la que dependían montones y montones de vidas, recayendo sobre sus manos. Y no solo se limitaba a dejar de lado a Tom y compartir el resto de su vida con otro hombre, sino el hecho de que además eso causaría su destrucción, la destrucción del único hombre que había amado realmente...
No, no podría... Pero... ¿Y las vidas inocentes?
Todos habían depositado sus esperanzas en ella...
Y al menos haría feliz a James. Y Tom...
¿Cómo iba a decírselo a Tom?... Sintió unas ganas incesantes de verle en aquel mismo momento... ¿Estaría en su apartamento?
Se metió en un rincón y, sin que la viera nadie, se apareció al barrio de Tom.
Cogió el camino para ir a su casa. Pero justo... Vaya, eso sí que era coña...
Al pasar por una tienda de audiovisuales de poca monta que había en aquel mismo barrio lo vio. Estaba frente a una estantería, con un disco en la mano y mirándolo fijamente. Lily lo vio desde el escaparate y entró. Llegó hasta donde estaba él, con el disco. Le dio un vuelco el corazón.
- Hola- le dijo más bajo de lo normal. Tom apartó por fin la mirada del disco y, poniéndola sobre ella, sonrió.
- Hola- la dijo para, después, seguir con su atención puesta en el disco.
Lily se extrañó y también ella se fijó en él, a ver qué narices tenía.
Era un disco del grupo U2. Vio la portada, que era lo que tan minuciosamente estaba observando Tom, y vio que era un niño, de unos cinco o seis años, con un casco militar sobre su cabeza.
- ¿Qué le pasa a ese niño?- le preguntó Lily que, por más que mirase, no sabía qué era lo que le estaba viendo Tom. Éste volvió a apartar su mirada del disco para mirarla a ella, y volvió a sonreírla. Al cabo de un rato, dijo:
- ¿No le ves nada... especial?
Lily volvió a mirar la portada.
- No- dijo.
- ¿No te recuerda a alguien?
Y Lily lo miró nuevamente, esta vez más a fondo. Pensó en gente que pudiesen parecérsele al niño... No, no encontró ninguna... Un momento... Se fijó más aún.
La foto era a blanco y negro. Pero los ojos del niño... y la boca... y ese pelo que le sobresalía a través del casco... Se llevó una mano a la boca, como si todavía no acabara de creérselo.
- Eres... eres tú- le dijo con voz incrédula. Tom, que no la había dejado de mirar, sonrió aún más. Dejó el disco en su sitio.
- Sí, soy yo...Cuando tenía...me parece que seis años.
Lily le miraba boquiabierta. Tom comenzó a caminar, para salir de la tienda. Lily le siguió.
- ¿Pero no vas a comprarlo o algo?- le preguntó desde atrás. Él abrió la puerta.
- ¿Para qué?- dijo él.
- Hombre, pues no sé. ¿Porque sales tú, quizás?
Tom salió fuera y Lily también.
- Vaya tontería...- dijo.
- Pero...
- ¿Y de qué me serviría, si es la foto de un recuerdo? (y no muy bueno, por cierto)
Lily le miró sin comprender. Ése era el tipo de ocasiones en las que no entendía a Tom...
- ¿Cómo te ha ido?- la preguntó de sopetón. Era increíble como Tom te cambiaba de tema cuando le interesaba.
- Bien- mintió Lily.
- Uuuuyyy- Tom la pasó el brazo por los hombros y comenzaron a caminar- No me ha gustado cómo sonaba eso...
- Tengo información de la Orden- dijo Lily. Tom se la quedó mirando con un toque curioso.
- ¿Ah, sí?- preguntó, pero parecía poco interesado.
- Sí. Sobre una profecía...Una profecía sobre tu final...
Era increíble. Era realmente increíble. Aunque le dijeras eso, Tom ni se inmutó. Simplemente dejó de sonreír y abrió un poco los ojos, pero ni se movió, ni se paró en seco, ni se rasgó las ropas, ni nada...
-Decía...- siguió hablando Lily- que un niño que nacerá a finales de Julio te matará...
- Pffff - Tom mostró algo de cachondeo a través de su característico cinismo- Venga, Lily! – sonriendo y tras besarla en el pelo dijo con sorna -Eso es imposible.
Lily hubiera deseado con todas sus fuerzas que así fuera. Le agarró fuerte por la cintura. Tom lo notó y esta vez sí que se paró en seco, mirándola.
- A ti te pasa algo...- le dijo a Lily.
- No...para nada- mintió otra vez. Tom cerró los ojos y volvió a sonreír.
- Bueno...no importa- dijo simplemente y, agarrándola nuevamente por los hombros, siguieron con su camino. Lily lo observaba. Tom era tan impredecible que hasta asustaba...
- Cuánto tiempo...- el auror Morrison salió a su encuentro, cruzándose en su camino y haciéndole detenerse. Era un hombre mayor y con poblado bigote.
Efectivamente, era un auror que solía rondar por aquella zona. Tenía a Tom y a Clyde fichados desde antes de que Lily les conociera. Le tenía mucha más animadversión y ganas a Tom...
Sabía perfectamente que aquel barrio no era habitado por muggles, pero pasaba muchas cosas por alto, mientras no estuvieran Clyde o Tom metidos de por medio. Era un auror corrupto que parecía olerse bastante quién se escondía realmente bajo la apariencia y el cuerpo de Tom Ryddle, pero que a falta de pruebas no podría hacer nada.
Voldemort llevaba dos vidas: una, la del asesino, con una apariencia realmente terrorífica y la otra, la de Tom Sórvolo Ryddle, un "muggle" más que vivía plácidamente y con el que debería ser su verdadero cuerpo de no haber sufrido tantas transformaciones.
- Creí que no volverías...- siguió hablando Morrison.
- ¿Y darte ese gusto?- esta vez era Lily la que hablaba.
Tom casi nunca le dirigía la palabra a Morrison, lo que la ponía nerviosa. Morrison la miró molesto.
- Yo que tú, mantendría callada a mi novia, Ryddle.
Una vez más no contestó. Le miraba fijamente, pero no decía palabra. Se soltó de Lily y se sentó en el bordillo que había al lado, como esperando a que Morrison terminara de contarle todo lo que tuviese que decirle. Éste no parecía darse por vencido.
- No tendrías que haber vuelto...- le dijo mirándolo fijamente- Todos estamos mejor sin ti.
- ¿Por qué le odias tanto?- saltó Lily.
- Por lo que es...- Morrison no apartaba su mirada de Tom-...Un loco...
Fue al decir eso cuando Tom alzó la vista a Morrison y mostró su sonrisa repleta de cinismo.
- Sí...- seguía hablando Morrison, que contenía la mirada de Tom- Estás loco. Loco.
Esta vez Tom tampoco dijo nada. Seguía mirando a Morrison de aquella forma, con aquella sonrisa...
Morrison finalmente se dio la media vuelta y se fue a paso ligero, sin volver a dirigirles la mirada. A continuación Tom se levantó del bordillo y miró a Lily.
- ¿Seguimos con lo nuestro?- la preguntó. Lily sonrió de oreja a oreja.
- Claro- le respondió encantada. Tom se acercó a ella y, cogiéndola como lo había hecho unos momentos antes, volvieron a ponerse en marcha. Por lo menos eso había hecho que Lily se olvidara de todo lo relacionado con la Orden del Fénix y de su angustia... por el momento.
El cuarto de Tom era invadido por la oscuridad de la noche. Apenas entraba luz de las farolas en la calle a través de las rendijas de la persiana.
Lily y Tom se encontraban allí, solos, lejos de la amargura que acompañaba al exterior. Lily había pasado todo el día fuera de casa, sus padres estarían preocupados...Pero eso daba igual... Todo daba igual... Solo ellos... Tom y ella.
Él estaba sentado, apoyando su espalda contra el respaldo de la cama y Lily, abajo, apoyando la cabeza sobre su torso desnudo y acariciándolo con ternura. Ese torso lleno de cicatrices, grandes y pequeñas. En realidad todo su cuerpo se encontraba marcado por cicatrices... Había una que a Lily le llamaba mucho la atención. Era la más larga con diferencia. Tenía una ligera marca blanca rodeándola y recorría el trayecto desde un poco por debajo de su ombligo hasta la ingle. Lily la dibujó con su dedo índice.
- ¿Y esta?- le preguntó a Tom. Éste bajó la mirada, con su característica sonrisa.
- De la apendicitis- respondió. Y se quedó tan pancho. Lily le miró con cara de guasa.
- Sííííí...- dijo- Yo tengo una de la operación de anginas que me recorre toda la espalda- rebosaba ironía. Tom rió.
- No, en serio...- la dijo.
- Que sí, que sí...
- Bueeeeno- Tom pareció rendirse- En realidad yo nunca he tenido ninguna apendicitis... Esa cicatriz... es una larga historia.
Lily se incorporó a su altura, juntando mucho sus rostros. Rodeó con sus piernas su cintura y con sus brazos su cuello. Luego lo besó y él la devolvió el beso. Al cabo de un rato así, cesaron.
- Pues no me la cuentes si no quieres...- le dijo Lily. Ahora se estaban mirando tan de cerca, tan fijamente, que ella podría verse reflejada en sus ojos que en ese momento, curiosamente, no la parecieron tan vacíos- No es necesario...
Tom no parecía inmutarse. Casi nunca se inmutaba por nada. La volvió a besar, solo que esta vez fue mucho más corto.
- Te gustaba ese Potter ¿eh?- la dijo aún desde sus labios.
Mierda... ¿Y eso de dónde lo había sacado? Realmente era una caja de sorpresas. Bueno, ahora aquello no importaba. No quería que la importase. Solos Tom y ella... Solos Tom y ella... Lily lo siguió besando, evitando que así se rompiera el contacto.
- Sabes perfectamente... que mi cuerpo y mi corazón te pertenecen a ti... Solo a ti...- eso se lo dijo entre besos. Tom la tomó la palabra y la besó más pasionalmente, rodeándola con sus brazos. Un momento después volvían a estar unidos... Él dentro de ella... Lily encontró entonces la felicidad plena... la felicidad plena...
Aquella frase sonaba como un eco cada vez más lejano en su cabeza. No pudo evitarlo. Casi sin que se diera cuenta una lágrima rodó por su mejilla...
¿Estaba llorando? Tom lo notó y paró de repente, aún siguiendo en su interior. Dejó de besarla y la miró fijamente, con sus manos ahora acariciándola el rostro.
- ¿Te hago daño, Lily?- la preguntó con una voz tan suave que a Lily la partió el corazón. Ella también lo miró fijamente; aunque sus ojos se encontrasen llenos de lágrimas que luchaban por salir. Hizo lo posible para que apareciese una sonrisa en su rostro... Y lo consiguió. Le dedicó esa sonrisa y, acariciándole ahora ella el rostro, le dijo:
- No, tonto... Así es perfecto... Tan perfecto que desearía que nunca acabase...
Y era verdad. Eso era lo que Lily más deseaba en aquel momento, que el tiempo se parase. Que así ella siempre pudiera ser suya. Que él siempre la abrazase, la besase y permaneciera en su interior...No pudo evitar el que más lágrimas saliesen al exterior, pero aún así, lo abrazó fuertemente y le dijo al oído:
- Por favor... no pares...
Él la hizo caso y continuaron... Y el tiempo pasó, a pesar de todos los deseos y las súplicas de Lily. Y con él se llevó a la noche para que, a continuación, trajese el día. Tom y Lily se levantaron y se vistieron para ir después a la cocina, donde se encontraba Clyde, apagando un cigarrillo y comiendo unas galletas que parecían ser de chocolate.
- Hombre, buenos días, gente- les saludó él. Ambos le contestaron con un simple movimiento de cabeza. Clyde siguió comiendo. Tom se sentó en la mesa que había al otro lado del ventanal y se puso a fumar un cigarrillo de la cajetilla de Clyde.
Lily fue al lado de Clyde y le cogió galletas, comiéndoselas ella también.
- ¿Cuántas veces lo habéis hecho esta noche¿Cinco...¿Cincuenta?- preguntó Clyde repentinamente. Lily le miró sonrojada y Tom ni se inmutó. Seguía sentado con su cigarrillo. Esa debía de ser una de las veces en las que se volvía sordo.
-¿Y a ti qué te importa?- le soltó Lily. Clyde la dirigió una mirada de "venga..."- .. seis veces. - Así decía yo. Menuda nochecita me habéis dado. Si lo llego a saber me quedo durmiendo en uno de los bancos del parque...
- ¿Y perderte este lujo?- le dijo Lily sarcásticamente. Después de eso hubo un prolongado silencio en el que tan solo se oía el crujir de las galletas en las bocas de Clyde y Lily. Tom continuaba metido de lleno en su no menos prolongado mutismo y mundo interior. Lily se lo quedó mirando un buen rato, pensando...
- Él no está loco- dijo Clyde repentinamente, rompiendo el que ya se empezaba a hacer incómodo silencio- Al contrario de lo que cree mucha gente, no lo está.
Lily observó a Clyde como si fuese aquella la primera vez que se vieran. Éste continuó con su discurso:
- Él... simplemente nació fuera de su papel en esta peli. Y lo mismo ni siquiera debió nacer en esta película, no sé si me entiendes...
Lily no contestó. En cierta manera sí que lo entendía, porque ya había conocido muy bien a Tom; aunque en ocasiones la siguiera resultando una caja de sorpresas.
Pero...¿para quién no era Tom una caja de sorpresas?
- Con la increíble y codiciada habilidad que tiene para hacer lo que quisiera y; sin embargo, no encuentra nada que realmente desee...- Clyde exhaló aire y lo expulsó lentamente-...Nada de lo que se sienta realmente orgulloso...Él tiene...algo. Una forma distinta de captar la realidad. No por tener eso tienes que ser un loco...
- Sí, te entiendo- respondió Lily. Ambos miraron a Tom, que permanecía absorto a todo lo que estaba ocurriendo en esos momentos a su alrededor, incluida naturalmente, aquella conversación.
-...Pero; sin embargo, eso puede volverte loco...- y con eso, Clyde dio por entendido que concluía su explicación, porque acto seguido se giró, dejando de mirar a Tom y continuando con su desayuno.
- ¿Puedo preguntarte una cosa?- le preguntó a Lily al cabo de muy poco tiempo. Ella asintió.- ¿Cómo...te enamoraste de él? Quiero decir...de Voldemort y eso...
Lily se quedó un rato pensando bien su respuesta.
- Yo... Al principio no sabía quién era él realmente. Yo simplemente era una niña a la que la encantaba jugar con el peligro y que estaba buscando algo. Algo... distinto. Cuando le conocí pensé que él era la respuesta a mi ansiada búsqueda, y lo sigo pensando- respondió ella- Después... supe la verdad. Que era Voldemort y eso. Pero ya era tarde... ya daba igual. Él siempre será para mí Tom, mi Tom...
Ahora era Clyde el que la miraba a ella. Al cabo de un rato, cuando ya
estuvo vacío el paquete de galletas, lo agarró y se lo lanzó a Tom,
retornándole al mundo real. Éste le dirigió una mirada fulminante a Clyde y se la devolvió lanzándole a él su paquete de cigarrillos, dándole de lleno en la cabeza.
- Bueno, yo he de irme...- dijo Lily cuando las cosas se hubieron calmado un poco. Los dos chicos volcaron su atención en ella.
- ¿Por qué no vamos los tres esta noche¿O les molesto a la pareja?-
preguntó Clyde. Tom iba a protestar, pero Lily se le adelantó.
- Por mí no hay problema- le dijo.
- Entonces perfecto- Clyde dio un brinco y salió de la habitación. Tom se levantó a Lily y la besó. Lily le devolvió el beso casi como si fuese el último, igual que la noche anterior.
- Qué pasional estás últimamente...- bromeó Tom. Luego la revolvió el pelo cariñosamente. Momentos después Lily ya estaba fuera y dirigiéndose a su casa. Se fue a un rincón, como hacía siempre y, con cuidado de que nadie la viese, se apareció. Al instante siguiente ya estaba en su calle. Caminó a paso ligero a su casa. ¡Un momento! En la otra acera vio a alguien, a alguien que conocía muy bien...
- ¡James!- le gritó para que pudiese oírla.
