Gracias por vuestros reviewws, y ahora por fin, la tercera y última parte ¡espero os guste!

Verdadero Amor

- ¡James!- le gritó para que pudiese oírla.

James se giró sobresaltado, mirando a todos lados hasta que al fin dio con Lily, que ya estaba cruzando la calle a su encuentro.

El chico, en un principio se sonrojó ligeramente, pero enseguida recuperó su compostura y se sacudió el pelo "a lo James", típico gesto suyo de siempre que Lily andaba cerca.

Habían sido compañeros en Hogwarts y, desde el primer momento en que la vio, James había caído rendido a sus pies, ante tal belleza. Logró por fin su ansiado sueño de salir con ella en el último curso de Hogwarts, séptimo, pero rompieron poco antes del año.

Diferencia de miras, según Lily. Cuando ella llegó a su lado y le dio dos besos, uno en cada mejilla, logró despertarlo del trance. A todo esto se sumaba la conversación que había tenido hace un momento con Dumbledore sobre la profecía y Lily y él.

Si por él fuese, no habría ningún inconveniente en cumplirla junto a ella¿pero y Lily¿Se lo habría dicho Dumbledore también a ella?

- ¿Qué tal?- le preguntó Lily.
- Ah... bien- respondió no muy seguro de lo que estaba diciendo.
- Otro que tal. A ver si volvemos al mundo de los vivos...- le dijo Lily con un asomo de tono burlón en su voz. ¿Otro¿Quién era el "otro"? James parecía algo mosqueado y Lily lo notó, así que prefería sacar las castañas del fuego.
- ¿Te apetece tomar algo y hablamos?- le preguntó como quien no quiere la cosa.
- Ahora no me viene muy bien- respondió James con resignación. Había quedado con Sirius y llegaba un poco tarde...- Lo siento.
Lily le miró extrañada.
- ¿Pero por qué lo sientes?- le preguntó- Unas veces tan modesto y otras tan arrogante...
Lily solía echarle en cara su arrogancia. Lo había hecho siempre.
- ¿Te ha...Dumbledore...?- sintió con todas sus fuerzas el sacar aquel tema, pero por otro lado era inevitable.
- Sí, ha hablado conmigo sobre...eso; aunque veo que no soy la única. James lo sintió aún más cuando vio la seriedad que se apoderaba del bello rostro de Lily al hablar de aquello.
- ¿Y qué...opinas?- James notó que sus mejillas se habían ruborizado. Lily suspiró profundamente. Aquello era inevitable. Tan inevitable como la respuesta, y los resultados que eso traería... Por mucho que ella sufriera.
- Creo que, lo que nos ha propuesto Dumbledore sería lo mejor... sí,... para todos- respondió ella. James notó que no estaba muy convencida.
- Oye, si no quieres...
- Que sí, que sí...- y Lily forzó una sonrisa. Al verla sonriendo, James también sonrió.
- Pues... tengo que dejarte. He quedado con Sirius...
- Vale, ya hablaremos.
- Sí, claro.
Y, mientras se decían esto, se dieron otros dos besos y James salió corriendo, que si antes llegaba tarde, ahora mejor no hablar. Lily lo observó hasta que desapareció de su vista y, dando la media vuelta, recobró el camino a su casa. Cuando llegó se sorprendió de que nadie la estuviera esperando mordiéndose las uñas y echándose a sus brazos en cuanto la viese aparecer por la puerta. Recordó que ya no era una niña, sino una mujer independiente.

Aquellos felices años de la infancia ya habían quedado atrás, en el recuerdo.

Su hermana se encontraba en la cocina, como siempre, solo que esa vez, en lugar de estar desayunando, se encontraba tendiendo la ropa. Miró a Lily de reojo, viéndola entrar, pero no la dijo nada.

- La vida es muy complicada. Demasiado...- susurró Lily sentándose en la mesa. Petunia la miró molesta.
- Sí, sobre todo la tuya...- reprochó sarcásticamente.
- ¿Pero qué te pasa conmigo?- la preguntó Lily sin comprender a qué venía ese carácter por parte de su hermana. Petunia suspiró.
- Me pasa que estoy harta. Harta de ti y de tus... cosas.
- Nadie te ha pedido que las aguantes...
- Ese es el problema. Que de repente se te aparezcan en tu casa unos tíos vestidos de forma extraña que te piden que localices a tu hermana para que la digas que sus, seguramente, importantísimos asuntos, son eso, urgentes.
Lily cayó en la cuenta.
- Aaaah! Así que es por eso. Pero Petunia...
- ¡No, Lily!- su hermana la interrumpió a la vez que golpeaba su puño contra la mesa. Nunca había aguantado a los magos y sus cosas y su mundo, pero no recordaba haberla visto así, tan furiosa- Ahora escúchame tú a mí, porque yo ya estoy harta de hacerlo. No quiero saber nada más de esos... lo que sean. Lo que seáis. ¡Nada más¿Entiendes?
Lily y ella se sostuvieron la mirada mientras se respiraba la tensión en el aire. De pronto Lily se levantó bruscamente y, sin apartar ni un momento la mirada de la de su hermana, dijo:
- Pues tú tranquila, que no volverás a saber nada- Y, diciendo esto, salió de la cocina.

No volvió a dirigirse la palabra con su hermana.

Lily corrió al encuentro de Tom bajo el árbol de siempre, en la calle de
siempre. Aún era de día, pero Lily no habría quedado con él a esas horas si no le necesitase, le necesitase de verdad. Habían ocurrido demasiadas cosas...

En cuanto giró la calle, le vio como siempre, solo que a la luz del día y con un aire de sorpresa bajo su máscara de cinismo. Saltó a sus brazos y lo abrazó fuerte. A él le debió pillar completamente por sorpresa, porque al principio no se movió, pero luego la devolvió el abrazo.

- ¿Qué ha pasado?- la preguntó en voz baja, casi en susurros, aún sin
soltarse de ella. Lily le acarició el pelo suavemente. Todo aquello parecía salido de un sueño. Un sueño...¿O una pesadilla?...Lily prefirió no pensar en eso. Volver a dejarlo todo atrás para así poder estar con Tom. ¿Qué había de malo en eso¿Acaso era un pecado tan terrible el poder amar libremente al ser amado; aunque éste fuera la persona equivocada¿Quién era dueño de sus sentimientos?

A Lily le comenzó a doler la cabeza, así que se separó de Tom, mirándole a los ojos. Intentó esbozar una sonrisa.
- Nada. Tom... – susurró - Todo es tan complicado...
Tom la sostuvo la mirada durante un buen rato. Luego suspiró y pasó su brazo sobre sus hombros. Comenzaron a caminar. Anduvieron en silencio durante un buen rato, pasando por las calles vacías. Debía de ser la hora de comer.
- Oye, Tom...
Él se giró para mirarla; aunque ella dirigía su mirada hacia el suelo.
- Dime- la contestó simplemente.
- ¿Tú haces lo que debes o lo que quieres¿Estaría mal hacer lo que una quisiera, aún dependiendo montones de vidas de ello?- ella también se giró para verle, así que volvieron a sostenerse sus miradas, en silencio. Al cabo de un rato Tom apartó la suya hacia otro sitio.
- Ya veo...- la dijo- Te encuentras en una buena encrucijada¿eh?
De pronto paró de hablar, se soltó rápidamente de Lily y comenzó a mirar en posición de alerta a los alrededores. Lily le observaba desde atrás, sin entender.
- ¿Qué pasa?- le preguntó.
Tom se volvió hacia ella, haciéndola un gesto para que no hablase.
Continuaba en posición de alerta. A Lily aquella situación la recordó al
primer encuentro que tuvieron Tom y su hermana...

Un instante después de aquel pensamiento, Tom hizo un movimiento rápido con su varita y, a continuación, tenían a alguien tumbado en el suelo, ante ellos. Un momento, era una mujer...Tom se puso sobre ella, sosteniendo su varita con fuerza y sin dejar de apuntarla con ella.

- ¿Se puede saber quién eres¿Quién te manda?- la preguntó Tom en voz baja.
Lily supuso que hacía eso para no alertar al vecindario.

La mujer alzó por fin el rostro y Lily y Tom pudieron verla bien. Lily se tapó la boca de la sorpresa. Aquella mujer era la mismísima Dorcas Meadowes, miembro de la Orden del Fénix. Lily había hablado en un par de ocasiones con ella.

¿Qué estaba haciendo Dorcas allí mismo, ante ella? Tom se puso rígido en cuanto él también la reconoció, mirando hacia todos los lados sin soltarla.

- ¿Estás tú sola?- la preguntó luego, mirándola fijamente. Dorcas no
contestó, pero miraba fijamente a Lily. Tom comenzaba a impacientarse. Lily empezó a temerse lo peor, como Dorcas no contestase. . .
- Te he hecho unas preguntas...¡Responde!- Tom alzó la voz y apretó más fuerte su varita. Aunque Dorcas hacía hasta lo imposible por hacer parecer que no perdía la compostura, se la notaba un aire de terror en su rostro.
Seguro que si Tom la soltaba tan solo una décima de segundo, echaría a correr y ya no se la vería en las próximas cuatro manzanas. Lily empezó a desear con todas sus fuerzas que Dorcas dijera algo. Un temor comenzó a recorrerla el cuerpo, sin poder detenerlo. Tom alzó un poco su varita.
- Muy bien...- dijo amenazante- Tú lo has querido. ¡Crucio!
Dorcas dejó escapar un grito y se retorció de dolor. Lily cerró los ojos.
Eso no...Eso no...
- ¡Que contestes, puta¡Maldita zorra!- ahora la gritaba.

Dorcas ya no hacía nada por intentar mantener la compostura, se la veía claramente aterrada. Lily se dio cuenta de que ella misma estaba temblando. No podía permitir aquello...Sin embargo, Dorcas no respondió y ahora Voldemort sí que había perdido la paciencia.

- No me dejas más opción que acabar contigo...¡Crucio!

Otra vez. Lily volvió a cerrar los ojos, con más fuerza y casi gritando. Si seguía así la iba a matar...

Otro grito...Y otro... Otro más... Eso no podía seguir así...

Lily ya se encontraba arrodillada tras Voldemort, con los ojos cerrados a la realidad, los oídos tapados a las súplicas por vivir...¿Por qué hacía todo eso¿Por qué Tom se comportaba de ese modo? Ese era el verdadero Voldemort...No, Lily se negó a creerlo.

Ella había conocido al verdadero Voldemort: se llamaba Tom y era completamente distinto...

- ¡Basta!- gritó finalmente. No supo ni de dónde había sacado el valor, pero automáticamente se había puesto en pie ante él y le estaba pidiendo que se detuviese. Tom paró repentinamente y dejó de poner su atención en Dorcas para prestarla en Lily. Parecía que él tampoco se creyese lo que ella estaba haciendo...
- ¿Qué?- la preguntó simplemente con incredulidad.
- Que pares...- se mantuvo firme- Por favor...- no supo si, en realidad, se lo estaba pidiendo o se lo estaba suplicando. Tom se quedó mirándola fijamente durante más tiempo del que Lily hubiera deseado. Dorcas aún se retorcía en el suelo, gimiendo de dolor. Finalmente, Tom, para alivio de Lily, aflojó la varita y volvió a observar a Dorcas con cierto aire de...¿compasión? No, no era compasión. Era indecisión. Voldemort se encontraba indeciso. Él, que nunca había vacilado ante nada ni nadie...

No podía permitirlo...Apretó su mandíbula y una vez más parecía enfadado y, ante la asustada mirada de Lily, alzó su varita nuevamente, hacia Dorcas.
- ¡No!- Lily no creía que ese tipo de cosas pudiera hacerlas dos veces en la vida. Le agarró a Tom del brazo, haciéndole detenerse. Volvieron a unir sus miradas.
A Tom lo invadía la indecisión de nuevo. Por una mujer... No...No...No...Cerró los ojos para no tener que verla.
- ¡Avada Kedavra!
Una luz verde y cegadora... Pero oía unos sollozos a su lado. Eso despertaba en él una sensación que no podía, no quería, sentir y, cerrando él también los ojos a la realidad, guardó su varita en uno de los bolsillos y, dándose media vuelta, se fue...

Se fue sin mirar atrás. Lily se quedó allí, sola y desconsolada. ¿Por qué tendría que ocurrir aquello?...

No paraba de repetirse la misma pregunta. Echó, con sus ojos empañados por las lágrimas, un vistazo al cadáver de Dorcas Meadowes. Y una vez más, aquella sensación...Tenía que dejarla atrás...Tenía que dejarlo todo atrás...

Lily observó con rapidez la calle en donde estaban. Afortunadamente, ningún muggle había sido testigo de lo ocurrido. Lily tendría que avisar a la Orden de todo lo relacionado con la muerte de Dorcas...

Pero... Pero... ¿Culparía a Voldemort? Desde luego. Eso lo había hecho Voldemort, no Tom. Y si algo acababa de aprender Lily es que Voldemort y Tom eran personas distintas... Pero ni siquiera con eso podía dejar de quererlo... No podía dejar de quererlo porque Lily sabía muy bien la verdadera razón de el porqué estaba llorando...

Pero tenía que dejarlo. Ya no solo por la confianza que todos habían depositado en ella y en James sino también por salvar las vidas de las personas como Dorcas...

Sí, salvaría a esas personas... aunque no a su corazón...

En cuanto la Orden del Fénix tuvo noticias de lo ocurrido en seguida se presentaron en el lugar de los hechos. Pero no encontraron a nadie, solo al cuerpo sin vida de Dorcas Meadowes.

Pronto ya era de noche y Lily ya volvía a encontrarse de camino con su cita con Tom y Clyde. Había pensado muy a fondo si sería capaz de verlo aquella misma noche, pero era necesario...Como no, allí estaban los dos, bajo el mismo árbol de la misma calle. Solo que aquella vez había alguien más. La verdad es que hacía tiempo de la última vez que habían salido así, los tres juntos. Lily esperaba poder olvidarse de los percances que la habían sucedido durante el día, pero se dio cuenta de que el asesinato de Dorcas tardaría mucho en lograr borrarlo de su mente.

Cuando llegó a ellos, ambos salieron a su encuentro y Tom y ella se dieron el beso de bienvenida.

Entonces Lily sintió algo, esa sensación de desconsuelo, porque aquella tendría que ser la noche en que lo dejara con Tom. No podría seguir viéndole si había decidido contribuir a... No pudo decir la palabra porque el corazón se la había parado de repente.

Tom la notó nuevamente algo extraña y, para bien o para mal, se mantuvo algo distante a lo largo de la noche.

Seguramente aquella distancia se debía a lo ocurrido durante la tarde, ya que él y Lily no se dirigieron palabra alguna. Bueno, debía ser positiva y no pensar en aquella tarde, olvidarse de todo lo relacionado con Dorcas...

Olvidar... Olvidar... Quizás, por pensar algo, esa distancia era debida a la presencia de Clyde (en ese caso, habría que llamarlo pudor), pero Lily descartó aquello, ya que no era la primera noche en la que salían
los tres juntos, y realmente todo estaba muy claro, por mucho que a Lily le
doliese. Primero fueron a un bar de copas que Lily ya conocía de haber estado antes con Tom.

Éste se puso enseguida a jugar al billar con un hombre de color que rondaba por allí y que, por alguna extraña razón, parecía encantado con Tom (y eso que no se conocían), dejándoles a ella y a Clyde charlando en una de las mesas.

- ¿No le notas raro?- sacó Clyde el tema mientras tomaba un sorbo de su copa.
- Déjale. Tiene sus días. Ya sabes cómo es...- disimuló Lily.

Clyde se encogió de hombros y siguió dándole a su bebida, cambiando bruscamente de tema y continuando con su charla.

Al cabo de un buen rato, cuando Tom hubo acabado su partida con el hombre anímico, y con el cual tuvo una de esas conversaciones en las que tan solo el hablante y el oyente se entendían todo lo que se estaban diciendo el uno al otro, estuvieron nuevamente fuera.

Recorrieron un camino distinto del habitual, pero que Lily también conocía. Le traía buenos recuerdos... Era el puente que pasaba por encima del río que pasaba por Londres. A esas horas se encontraba prácticamente vacío. En realidad solía estar relativamente vacío a todas horas del día. Clyde y Lily iban caminando tras Tom, que iba delante sin prestarles ninguna atención.

Lily decidió entonces que aquel era el momento. O ahora o nunca, luego sería más difícil. Lo sintió por Clyde, que no tendría porqué presenciar aquello, pero en fin... Se paró repentinamente, mirando al suelo. Clyde se paró también, extrañado. Tom le siguió, pero algo después, y ni siquiera echó la mirada atrás.

- Se acabó- dijo Lily tajante. Seguía mirando al suelo y la temblaba el
labio inferior conjunto con las piernas. No se atrevía a echar la vista al
frente. Aquella vez Tom sí se giró para verla, pero no parecía muy
sorprendido. Estaba peor Clyde...
- No será porque hoy...- comenzó a decir.
- No.- le interrumpió Lily- Es que se acabó y se acabó. No podemos seguir así. No...- genial, ahora la ardían los ojos-...Me he dado cuenta de que yo...Yo no te quiero...
El mundo se la hizo cuesta arriba. Una cuesta muy larga y oscura, a la par de dura. Consiguió que Tom abriese mucho los ojos y que Clyde no pareciera comprender su idioma. Tom dio la media vuelta y fue hasta ella, parándose justo delante de sus narices. Permanecía muy serio, abandonando su cinismo y su mutismo habituales. Lily no dejó de mirar al suelo y apretó los puños tan fuerte que casi sintió que, si apretaba tan solo un poco más, se iba a hacer sangre...

Aquello se le estaba haciendo mucho más difícil de lo nunca hubiera
imaginado. Pero una cosa sí que la tenía clara: por mucho que la ardiesen los ojos, no iba a llorar, no podía hacerlo...
- Entonces alza la mirada y dímelo a los ojos. Dime que no me quieres...- la dijo al cabo de un rato en pleno silencio. Lily sintió una ligera convulsión que la recorría todo el cuerpo. Aquello no... Aquello no...
- ...Dime que no me quieres...- se lo repitió. No podía...
- ¡Dime que no me quieres!- ahora la había cogido de los hombros. Y ella sí alzó la mirada. La alzó, y lo miró a los ojos, aquellos ojos que ella tanto había anhelado ver, pero...pero...no encontró palabras...Ni una sola...Tan solo una lágrima que ahora corría por su mejilla, a pesar de todos los esfuerzos...Tom la vio y abrió los ojos como platos. Lily notó como sus manos en sus hombros temblaban ligeramente mientras la iban soltando. Por primera vez, había visto a Tom realmente conmocionado...Esos momentos se hacían eternos...
- ¡Esta vez si que no te me escaparas, maldito muchacho!- una voz
interrumpió en aquella escena. Todos se giraron para ver de dónde provenía. Y allí, ante ellos, con una varita apuntándolos y con la otra sosteniendo una botella de ron medio vacía, se encontraba Morrison.

Allí estaba Morrison, varita en mano mientras que con la otra sostenía una botella de ron medio vacía. A juzgar por cómo iba tambaleándose (y por cómo olía), se le notaba que estaba borracho. Los tres lo notaron al instante y retrocedieron un poco.

Morrison dio un par de pasos hacia ellos sin bajar ni soltar la varita. De pronto se echó a reír como un loco.

Clyde, Lily y Tom lo miraban extrañados.
- Dentro de nada...- Morrison comenzó a hablar cuando hubo parado un poco de reír- Estarás donde te mereces...- estaba mirando a Tom, pero luego desvió la vista a Clyde-...y tú también...Sí, la mala hierba...
- Morrison, escucha...- Tom le hablaba en posición de alerta, acercándose poco a poco a él.
- ¡No me interrumpas!

Morrison no necesitaba excusa para hacer lo que hizo a continuación, y mucho menos en su estado. De su varita apareció una luz. Una luz que iba dirigida a Tom...no le daría tiempo a reaccionar...Un chorro de sangre cayó al suelo a la vez que la silueta de un hombre se retorcía. Tom y Lily observaban con los ojos muy abiertos la profunda herida que se había formado en el costado de Clyde. Era muy profunda...

Morrison no parecía darse cuenta de lo que acababa de hacer...

Clyde se volvió a retorcer sobre su herida y, tambaleándose, se apoyó contra el borde del puente que daba al río, aún en pie.

Tom parecía querer agarrarlo, pero era como si no se acabara de atrever a hacerlo. Un momento después, tan solo un momento después, Clyde cerró los ojos, de su rostro desapareció cualquier atisbo de vida y cayó...cayó al río...Iba cayendo despacio, como una película a cámara lenta. Tom se lanzó tras él, intentando agarrarlo antes de que cayera, pero no llegó a tiempo...

Cuando oyó el chapotear del agua, cerró los puños y golpeó con furia el borde del puente donde momentos antes había estado apoyado Clyde.

Lily lo observaba todo, asumiéndolo todavía, mientras sus ojos, ya antes llorosos, se llenaban aún más de lágrimas. Tom agachó su rostro entre sus puños, apretando la mandíbula. De repente alzó la mirada a Morrison, con su rostro contorsionado por la furia.

A Lily aquella vez la dio miedo... Y se fijó en sus ojos, que ahora comenzaban a ser inundados por un color rojo amoratado.

Ahora Lily y Morrison se encontraban ante Voldemort... Pero ocurrió algo inesperado. Tom volvió a agachar su rostro, ahora ensombrecido y, sin que nadie lo contara, todo demasiado deprisa, dio un salto y se tiró por el puente al río.
- ¡No!- gritó Lily alzando la mano ante su silueta ahora desaparecida.
Corrió hasta donde había estado él para asomarse. No vio nada...Tom había desaparecido en el río. Sus lágrimas ahora rodaban, una detrás de otra...

Morrison lo observaba todo con los ojos muy abiertos.

Aún no había soltado la varita... Era como si no se diera cuenta de nada...

Pero de repente se oyó algo. Lily volvió a asomar la cabeza y se encontró con una sacudida de agua, como un torbellino que se acababa de levantar. Algo saltó desde dentro, saliendo al exterior, hacia arriba. Era demasiado rápido, pero Lily pudo verlo... Era una especie de esqueleto viviente sosteniendo a un cuerpo sobre sus hombros...Era Voldemort sosteniendo al cuerpo sin vida de Clyde, su mejor amigo, su compañero de fugas en el internado...

Se había dado impulso y ahora iba cayendo al suelo, hacia Morrison,
que lo miraba con el rostro dominado por el terror. Voldemort sostenía su varita entre sus manos... Una luz verde cegadora...

Después, nada...

Cuando Lily abrió los ojos tan solo vio a su alrededor al cadáver de Morrison tumbado sobre el suelo. Seguía estando en aquel puente, pero allí ya no había ni rastro ni de Tom ni de Clyde...

Habían desaparecido...

Oyó un sonido a su lado... No, varios sonidos...

La Orden del Fénix, toda al completo, se estaba apareciendo ante ella. Alguien los tendría que haber llamado...¿Quizás Tom...? Todos miraban a su alrededor y, cuando llegaban a Morrison, sus rostros se llenaban de pavor y comenzaban a cuchichear entre ellos.

Dumbledore, que se había aparecido en el centro del círculo que tenían formado, lo observó todo también, pero él no se inmutó en lo más mínimo.

Después se acercó a Lily, que permanecía arrodillada en el suelo.

- ¿Estás bien, Lily?- la preguntó- Hemos tenido suerte de que aquel chico nos llamase advirtiéndonos de lo sucedido y diciéndonos que tú te encontrabas aquí y que necesitabas que viniéramos a buscarte...Es una lástima, pero colgó tan repentinamente que no nos dijo ni su nombre... El causante de todo esto ha sido Él¿verdad?

Lily no dijo nada. Permaneció en silencio. Al final miró a Dumbledore y éste devolvió la mirada comprendiendo que así había ocurrido.
- Muy bien, Lily- la dijo apoyándola una mano sobre su hombro- Con esta ya son tres...

...Pasó el tiempo...

Lily se encontraba observando fijamente a Harry, su hijo, que en esos instantes dormía plácidamente en la cuna. James debía estar en el piso de abajo, terminando de ver la película. Lily ya había subido porque estaba algo cansada. Decían que Voldemort había obtenido más poder últimamente, y se corría el rumor de que andaba buscando algo... algo de ellos.

Lily volvió a poner su atención en Harry. Era increíble, pero había veces que le recordaba un poco a él... No supo bien porqué. Quizás por su pelo, su pelo negro y alborotado, en verdad James y Tom se parecían mucho físicamente...

Hubo un prolongado silencio y una explosión... Se oyeron los gritos de James desde el piso de abajo:
- ¡Lily, coge a Harry y vete¡Es éL¡Vete¡Corre! Yo lo detendré.
Lily se puso pálida y su corazón comenzó a ir a un ritmo desbocado. La luz verde... Un ruido... Alguien subiendo las escaleras...

Lily miró a Harry por última vez. Su hijo había sido su única razón de existencia en aquellos meses... No podía perderlo... No quería... No lo permitiría...

La puerta se abrió de golpe y allí estaba él. Estaba igual a como lo recordaba Lily, solo que con el pelo un poco más largo y su mirada... su mirada... era aún más fría... más terrible...

Él se acercó amenazante, apuntando con su varita. No podía dejarse llevar por los sentimientos...

Lily retrocedió, pero no se apartó de delante de la cuna de Harry, que con el jaleo, se había despertado y ahora berreaba.

- A Harry no. A Harry no. A Harry no, por favor- era lo único que en esos momentos se le pasaba por la cabeza. No podía permitir que matara a su hijo...
- Apártate, estúpida...apártate...
Cuando oyó su voz algo en ella despertó. Ahora ya podía en paz... Eso era lo único que había estado anhelando.
- A Harry no. Te lo ruego, no. Cógeme a mí. Mátame a mí en su lugar...
Él no bajó la varita ni un instante, pero notó como la mano con que la estaba sosteniendo le temblaba ligeramente...
- ¡He dicho que te apartes!- no quería que lo peor sucediera... Pero ella no se apartó.
- A Harry no, por favor. Ten piedad, te lo ruego, ten piedad...
Algo ocurrió. Tan rápidamente que él casi no se dio cuenta. Pero pasó. ¿Él lo había hecho?

La vio allí, tendida en el suelo después de esa luz verde y cegadora. La mano ahora le temblaba. Todo su cuerpo estaba temblando. Se acercó muy despacio a ella, con inseguridad.

El niño no dejaba de llorar. Se agachó ante ella...

La zarandeó... Nada... La agarró entre sus brazos y observó su bello rostro, su bello rostro muerto...

- Lily...- la llamó en susurros- Lily...
Ahora la zarandeaba con mucha más fuerza... ¿Por qué no respondía¿Era eso estar muerto¿Entonces por qué decían que cuando las personas morían parecían estar dormidas? Ella no estaba dormida... Estaba muerta...

Muerta... Muerta...

¿Por qué le dolía tanto el corazón¿Por qué le ardían tanto los ojos¿Por qué no pudo tenerla¿Por qué...¿Por qué...?... Una risa...

No se lo creía... Tenía que ser una broma... Sí, una broma... O un sueño. Una pesadilla...

Luego ella se despertaría abrazada a él en su habitación, en su apartamento, y se besarían y se acariciarían y se susurrarían cosas al oído... Era eso... Rió aún más fuerte.

La risa estridente se fusionaba con los llantos del niño... Y después se llevaba una mano a la frente, y entonces dejaba de reír...

Dejaba de reír porque volvía a aquella terrible realidad en la que no solo su corazón había muerto... Y gritó... Gritó de desesperación... Gritó mientras una lágrima iba rodando por su mejilla...

Vaya, los chicos terribles también lloran, y eso era llorar...

Estaba llorando y dolía. Dolía la hostia...

Gritos desgarradores cubrieron el cielo nocturno. Gritos de un hombre condenado a vivir lejos de la felicidad...

Maldito Harry Potter... Maldito Dumbledore... ¿No había sido lo suficientemente fuerte porque no había podido... o porque no había querido? Ahora lo invadía una oscuridad absoluta junto a un silencio sepulcral... Se giró hacia el pequeño, el niño ya no lloraba y lo miraba con curiosidad.

- Maldito Harry Potter, tu has causado todo esto. Maldita profecía...- decía Tom fuera de sí- Todo por ese Dumbledore y sus paranoias... –gritó, estaba desesperado, dio un giro y paró justo enfrente de Lily que yacía tumbada en la mullida alfombra- Lily amor...- tenía apagada la voz, suspiró- Avada Kedavra.

No supo explicar cómo, pero la maldición había rebotado y .. le había pegado de lleno a él. Sintió como su cuerpo se separaba de él, como ardía por dentro, cómo moría... pero, no podía ser.

¿Era eso morir? Porque aquello le resultaba extrañamente familiar... Y reconfortante. Sí, familiarmente reconfortante... Porque entonces la vio...

Un cabello largo y rojo... Y unos ojos verdes y preciosos, preciosos como ella... Y la abrazó... y ella lo abrazó a él...

Y desapareció la oscuridad... Desapareció el silencio... Desapareció la soledad...

Bum bum...

¿Oyes eso?...

Sí...

Es mi corazón... que vuelve a latir...

FIN