El rumor

Ron tenía prisa, mucha, mucha prisa. Y por ello, vislumbrar al final del pasillo del primer piso a esas dos, le hizo pensar que eran un incordio con sus cotilleos sobre todo lo referente a moda y chicos. Él tenía algo importante que hacer. Y, sí, era también debido a un cotilleo, pero, claro, escuchado por casualidad (a hurtadillas) de labios de la protagonista. Y al aproximarse, caminando casi el doble de rápido de lo normal en él, como iba, le llegó la conversación de las chicas.

- Claro, Parv, querida, al final quedé con él el jueves, porque me dijo Trelawney– se acercó un poquito más a su amiga – que nuestros auras confluirían el día en que Júpiter y la tercera luna de Mercurio tuvieran el mismo viento– sonrió – Y, Parv, siendo así, va a ser... perfecto.

- Sí, yo leí – coincidió ella, sonriéndole a su amiga – que Lyurana, augura un – bajó la vista a la revista Corazón de Bruja, abriéndola por la página indicada – Aquí, mira - mantuvo el interés - "...grandes esperanzas están puestas en ti, hijo de Saturno, el día de la primera luna nueva, en materias de amor y suerte..." ¡Qué envidia! – sonrió a Lavender.

Todos sabían que las predicciones del horóscopo de Mrs. Lyurana, eran casi tan fiables como las de Trelawney. – ¿Sabes Lavender? Creo que ahora debemos leer la palma de la mano a alguien para que nos confirme la visión que tuvimos el otro día sobre mi cita con Dean...

- ¡Sí! – aplaudió muy contenta ella. Y se giró a la izquierda, alguien se acercaba – ¡Hola Ron...! ¿Quieres que te leamos la mano para saber si...?

- Largo. – murmuró entre dientes el pelirrojo, sin llegar a pararse en su recorrido.

Lo mato..., lo mato, primero lo mato, y luego, si me tengo que suicidar, pues vale, pero yo, primero, lo mato. Iba pensando Ron recorriendo todo Hogwarts.

Cómo podía ser que Harry le hubiera hecho algo así. Eran amigos. Los mejores amigos del mundo. Creía, claro. Harry, estás muerto.

Ron iba buscándolo por los pasillos de Hogwarts, como si de ello dependiera su vida (que dependía, dependía...)

Recordando a la vez la conversación de Hermione con Luna, pirada psicótica, pensó, mientras bajaba con agilidad los escalones que le llevaban hasta los jardines, Harry siempre es el mejor. El más listo, el más fuerte, el más rico, el que mejor entiende a Hermione. Hermione. ¿Es que ni siquiera ella tenía que estar vetada para él?

¿Ni siquiera a su maldita mejor amiga podía dejarla tranquila...?

Noo, claro. Harry es alguien importante. El jodido niño-qué-vivió (y-que-morirá-asesinado-por-Ronald-Weasley evidentemente).

Y en su mente sigue esa imagen. Aunque Ron muera, dentro de miles de años, la seguirá recordando. Pese a todo, la rabia le permite seguir pensando, maquinando.

Si..., si no se lo hubiera confesado... pero, joder él, él lo sabía... y es... era su jodido mejor amigo. Y entonces le llegaba esa imagen de una sonriente Hermione, suspirando -es tan guapo, con esos ojos tan peculiares y bonitos, y cuando juega al Quidditch, y coge la escoba, volando por el campo, con esa seguridad en sí mismo que tiene... Hermione, de repente, se gira a su derecha, recordando que está hablando con Luna, y le comenta con una sonrisita, sin abandonar ese tono ensimismado – ayer por la noche, después de la cena, me llevó a dar una vuelta por los terrenos, no me lo creía, lo pasamos tan bien...– jodida capa mágica... ésa no llega a mañana (y el dueño, menos) Hermione continua hablando, en su cabeza, pero Ron se frena. Acaba de divisarlo. Cerca del Lago. Hablando con Ginny.

– ¡Harry Potter! -grita- ¡Tú!

El chico, algo extrañado por el tono de voz, quizá algo amenazante de su amigo, se gira y le saluda. Y, encima – Ron resopla, esto es inadmisible - Está...¡está tomando a Ginny por la cintura con su brazo derecho! ¡P-Pero.qué.se.cree!

- Hola, Ron – dice, mientras Ginny también le saluda.

- Quiero que sepas – comienza, amenazante Ron. Ginny se sorprende de la modulación, extrañamente severa de la voz de su hermano.

Hermione, mientras tanto, continua , parloteando emocionada con Luna, en la cabeza del pelirrojo. Ron apenas las escucha ya, pero le sobra ver a Hermione, con esa cara de enamorada, hablándole a Luna de sus salidas nocturnas con -el buscador de Quidditch más guapo y sexy del Colegio- Ron amaga una cara de asco, pues sí, él piensa que, vale, su amigo ex-mejor-amigo-traidor -se corrige- puede ser guapo, pero ¿sexy? y se pregunta ¿desde cuándo dice Hermione ese tipo de palabras, mientras Harry y Ginny, todavía frente a él, cruzan una extraña mirada de curiosidad, al verlo con la cara más roja de la que, en alguna situación comprometida hubiera puesto.

Mucho, mucho peor.

Ron está apretando los puños con furia, pero Hermione sigue con su charla y lo bien que le quedan esas túnicas tan negras y tan verdes y con ese pelo que lleva, tan rubio y peinado, que... - ¿...! - Ron, antes amenazador, con el puño ya preparado para asesinar a su mejor amigo (porque, sí, ahora vuelve a ser su mejor amigo), baja el puño, abatido; y se fija en algo.

Harry.

Y Ginny.

Y sus manos. Juntas, y abrazados.

Mirada cómplice observándolo a él.

¿Cómo ha podido ser tan idiota...? Y desfallece, cayendo al césped, de rodillas, sin fuerza. Gimiendo.

La pareja se agacha, preocupada, para levantarlo. Y Ron, decide continuar su charla, antes con furia, ahora con más, pero ya no dirigida hacia Harry... no; claro que no.

Cómo se alegra por ellos.

Un deje de tristeza, de impotencia, inundan las palabras que salen de sus labios, a trompicones, como si el mero hecho de pronunciarlas le causaran un gran dolor – Quiero que sepas – repite, con un tono ya más neutro - Hermione... y Malfoy – para caer, nuevamente al césped, quizá inconsciente, rogando Merlín, que me maten.

(fin)