Tercero, la Culminación
Akane había escuchado todo en alerta desde que Ranma se levantara. También sus palabras. Soltó un gran suspiro, fruto de la tensión que había experimentado.
—Mierda —dijo incorporándose para quedar sentada en el borde de la cama—. Siempre sale algo mal, cómo no.
Estuvo unos segundos pensando qué hacer mientras se bajaba el pañuelo que tapaba sus ojos para dejarlo colgando del cuello.
—Con las ganas que te tengo —murmuró rendida.
No sabía si ir tras él, irse de la casa totalmente, o simplemente esperar y calmar sus ánimos. Se decantó por la última opción, quitándose las botas y medias para dejarlas en el suelo al lado de la cama. Al levantar la vista se encontró con una de las estanterías de la pared y las cosas que contenía. Se puso de pie y se acercó a ellas, centrándose en las fotos enmarcadas: Nodoka y Genma, una de Ranma junto a Ukyo, de quién sintió una envidia momentánea, fotos de sus compañeros de entrenamiento, amigos de la universidad, o eso suponía, ya que había gente a la que no reconocía. También había una foto retrato de Ranma, en la que salía muy apuesto. Pero no fue ese marco el que cogió con las manos, sino la única en la que aparecían ella y él juntos. Era una foto que se hicieron el verano después de la lucha contra Saffron, antes incluso de que fueran oficialmente novios. Era una buena foto y un buen recuerdo de su amistad, que fue corrompida por el amor que posteriormente se profesaron. Se quedó observando la imagen un tiempo, inmersa en su pasado junto a él.
—Nunca debimos enamorarnos —pronunció finalmente—. Prefería y prefiero mucho antes nuestra amistad a todo lo que nos pasó y nos separó.
—Pues yo no cambiaría nada de lo que viví a tu lado.
Akane se dio la vuelta de inmediato, abriendo los ojos ampliamente para verle sentado en el sillón con las facciones relajadas.
—¿Ranma? —susurró tensa y a la vez agradecida de tenerle ahí—. ¿No te habías ido?
—Que yo sepa, tú nunca me has visto irme —dijo tranquilo sin dejar de mirarla.
Akane depositó el marco en su sitio y se volvió de nuevo hacia él.
—¿Has estado aquí todo el tiempo?
Ranma sólo asintió. Interiormente la devoraba divertido a través de sus ojos. Seguía estando provocativa incluso seria como estaba ahora, con el sujetador y los pantalones.
—¿Así que has escuchado todo lo que he dicho?
—Sí, y he visto todo lo que has hecho.
Akane se avergonzó al oírle. Ranma había escuchado sus pensamientos, sentimientos que había dicho en voz alta pensando que estaba sola en la habitación. Se sentó con una pierna bajo su trasero sobre la cama, en el otro extremo del cuarto.
—¿Por qué te has quedado? —preguntó jugando con sus manos nerviosa.
Se hizo un silencio largo hasta que Ranma decidió responder.
—Sinceramente, para ver tu reacción. Para poder entenderte y asegurarme de que estaba haciendo lo correcto —dijo esperando retomar lo perdido y encaminarlo en una buena dirección, que no llevara de nuevo a puerto desolado.
—¿No estás enfadado?
—¡Vamos Akane! Iba de coña, estaba actuando, lo he hecho a propósito. Es que como te has puesto así… A lo mejor me he lanzado un poco, pero para eso estamos aquí, ¿no? —Esperó unos segundos por si ella rebatía su actitud—. ¿Estás enfadada tú?
—No, no, claro que no —contestó rápidamente negando con la cabeza.
—Akane —la llamó para que le mirara—, no sé muy bien lo que quieres realmente. Todo ha sido un poco raro porque, no sé, creo que lo único que quieres es sexo, y te aseguro que no me importa. Pero por otra parte es como si te resistieses a ello. —Akane, cabizbaja, escuchaba atentamente con sus sentidos despiertos al máximo—. No hay que hacer nada si no quieres, lo entendería. Pero dímelo antes y así no pierdo el tiempo llamando a una puerta que no se va a abrir. —Utilizó esa metáfora para transmitir su mensaje—. Si te he dicho de pasar la noche conmigo, es porque realmente quiero pasarla contigo. Tampoco entiendo por qué no quieres que diga nada de nuestro pasado, o que no mezcle sentimientos en lo que hacíamos. A lo mejor ni lo iba a hacer, nada de ello, pero es como cohibirme antes de tiempo. ¿Tienes problemas por cómo acabó todo hace casi cuatro años? Podemos hablarlo y solucionarlo si eso te va a dejar más tranquila. Es más, creo que deberías intentar ser menos rencorosa y aprender a perdonar. —«Aún cuando yo no tuve la culpa completa de lo que pasó», se dijo mentalmente.
Akane seguía sin mirarle, inmersa en sus errores.
—Y si no quieres mirarme a la cara —esas palabras provocaron que Akane automáticamente le mirara—, no tienes porqué ponerte un pañuelo para evitarlo, simplemente cierra los ojos y del resto ya me encargo yo.
Akane volvió a agachar la cabeza. La estaba descuartizando, derrumbando.
—Akane mírame. —Esperó a que ella lo hiciera de nuevo—. No te tomes todo esto a mal, ¿vale? Antes te he oído decir que me tienes gana. Pues que sepas que yo te tengo aún más —dijo con una pequeña sonrisa.
Akane se ruborizó y apartó la mirada. Sus ojos se habían empezado a humedecer, estaban acuosos por la frustración de tener que oír todo eso de él, sabiendo que en la mayor parte tenía razón.
—Lo siento, perdóname —dijo triste y angustiada por lo que estaba sucediendo ahora.
Todo se había vuelto tan absurdo. En la fiesta se lo había pasado muy bien. Se puso de pie despacio dejando la cama y se acercó a Ranma. Le tendió la mano para que se levantara del sillón, cosa a la que él correspondió de muy buena manera, y no le miró hasta que estuvieron cara a cara, uno frente al otro. No le soltó la mano, se la acariciaba descargando su nerviosismo con ese simple gesto. Se mordió el labio inferior mirando al suelo, indecidida. Al cabo de unos segundos se aproximó para besarle muy suavemente, tanteando de nuevo el terreno, intentando empezar de cero.
—Deseo un beso de verdad —susurró él todavía con los ojos cerrados.
Akane inclinó su cabeza hacia su boca para obedecerle, pero justo al rozarle le escuchó hablar otra vez.
—Quiero que olvides lo que ha pasado y que vuelvas a... a desinhibirte como estabas haciendo al principio. No seas vulnerable ahora o me lo pondrás más difícil, porfa.
Akane levantó un poco las cejas al escuchar ese 'vulnerable', pero entendía perfectamente a lo que él se estaba refiriendo. Si ella seguía viniéndose abajo era mejor terminar ahora ya que todo iría de mal en peor.
—Me gustas mucho —susurró mientras la abrazaba—. Bueno, mejor dicho, me sigues gustando mucho —añadió con una sonrisa elevando su mirada hacia la de ella.
Akane se volvió a ruborizar por completo, y más al verle así de atractivo cortejándola. Él buscó su boca y la experimentó de forma apasionada.
—Cierra los ojos —le sugirió Akane tierna al separarse ambos, sonrojados. —Ranma obedeció—. No los abras hasta que te avise, ¿de acuerdo?
Ranma asintió mientras notaba como el calor de ella se alejaba unos metros. Akane se desnudó hasta quedar únicamente con las braguitas y el pañuelo anudado a su cuello. Se sacó la última prenda por la cabeza y quitó el nudo.
—Ya —pronunció en un murmullo.
Ranma se quedó mudo al enfocar su mirada y apreciar el cuerpo de Akane. Ese ser le brindaba al suyo miles de sensaciones, la mayoría de ellas pidiéndole que se acercara para poseer a su dueña sin límites. También observó los brazos tendidos hacia él con el pañuelo en la mano. Sonreía ahora tímida con las mejillas rosadas y le miraba fijamente, insegura y decidida a la vez.
—Toma —le tendió el pañuelo—, ya no lo necesito.
Cogiéndolo, Ranma vio como ella acercaba más sus muñecas unidas hacia él.
—Entonces…
—Átame —le interrumpió—. Ya no necesito taparme los ojos, me has dicho que con cerrarlos era suficiente, que del resto ya te encargarías tú —añadió con una ligera y traviesa sonrisa—. Además, seguro que así no me escapo y no me resisto a lo que quieras hacerme —dijo colorada.
Ranma tragó saliva duramente. ¿En qué sueño se estaba convirtiendo aquello? ¿En cuál de sus fantasías eróticas?
—¿Y esto? —cuestionó un poco asombrado.
—¿No quieres? Pienso que lo haría más divertido.
—¿Para quién es más divertido? ¿Para ti? ¿Para mí? —preguntó comenzando a llevar el trozo de seda a su piel, para irlo deslizando por sus muñecas alzadas.
—Para ambos —respondió.
Ranma iba anudando el pañuelo con delicadeza, creando un buen lazo que no fuera fácil de deshacer.
—Bien, no te muevas. —Se despojó de su camisa, tirándola al suelo, y agachándose un poco metió su cabeza entre los brazos de ella—. No me montarás un cirio esta vez, ¿no? —La sujetó dominante por las caderas acercándola aún más.
—Lo intentaré —dijo con una sonrisa encantadora. Acercándose tentativamente a su rostro, le murmuró insinuante—: Aunque puede que más tarde monte otro tipo de escándalo. —Sonrió felinamente y golpeó adrede su nariz contra la de él.
—Entonces me gustará —finalizó Ranma besándola profundamente, de forma animal. Se estaban empezando a desatar erótica y sensualmente.
Ranma se empezó a mover, llevando a Akane con él hasta una de las paredes. Se tropezaron sin caerse, riéndose mientras se daban pequeños besos. La sujetó para estamparla suavemente, sin hacerle daño, y pegar su musculoso cuerpo contra el de ella, encerrándola, no dejándola salida que no fuera él. Ambos tontearon con el otro, Ranma con los brazos y Akane con una de sus piernas. Respiraban más que alterados, escuchándose como su propio eco en el otro. Akane levantó una de sus seductoras piernas y le abrazó la cadera con ella con fuerza, siendo ambos un hobillo de caricias voluptuosas.
—Joder Akanemff... —pronunció presuroso entre besos—. ¿Por qué hemos tardado tanto?
Bajó hasta los senos de la joven para estimularlos con su boca.
—Ahhhjj... —soltó en respuesta ella por la deliciosa sensación, riéndose al final por las cosquillas. Bajando la pierna al suelo, deslizó su cuerpo por la pared, bajando un poco para evitar los cosquilleos. Pero Ranma no se detuvo y emprendió otra vez la búsqueda de su pezón, agachándose un poco más también. El resultado fue el mismo. Akane resbaló algo más por la pared, riéndose sin poder evitarlo, huía de las cosquillas.
—Ranma no —pedía riendo—, no me hagas eso por favor —suplicándole con una sonrisa. Pero Ranma no se rendía. Cada vez que ella se agachaba un poco, él bajaba con ella y se inclinaba para alcanzarla. Akane quiso deshacerse de él en vano. Levantó ambas manos ligadas por el pañuelo de alrededor de su cabeza, y puso las muñecas sobre su pelo para así, luego, empujar hacia abajo para que parase. Pero no tenía fuerzas. Entre las risas, el acaloramiento y el tener sus extremidades inservibles no tenía más opción que aguantar y resistir.
—¡Para Ranmaaaa! —gritó sin parar de reír.
Ranma, notando la presión que hacía ella en su cabeza, la cogió por las manos violentamente para que le rodeara otra vez el cuello y se metió en el hueco que le dejaba, poniéndolos a ambos de pie otra vez. Apoyado con un codo y antebrazo en la pared y su otra mano en el otro lado, la miró a los ojos.
—Te has vuelto agresivo —dijo Akane mordiéndose un labio y luego dejando caer su vista hasta sus pectorales.
—Apasionado Akane, apasionado —terminó en un tono bajo e íntimo antes de morderle suavemente la mandíbula.
Ranma se separó el espacio necesario para llevar sus manos a la hebilla del cinturón y empezar a desabrocharlo. Miraba hacia abajo mientras Akane todavía le rodeaba el cuello con los brazos. Bajó la cremallera del vaquero y junto con los boxers se despojó de ellos por fin, saliendo del agarre de la chica al tener que agacharse para quitarse el pantalón sin caerse. Akane esperó a que él terminara de desnudarse. Cuando vio su 'pajarito' en todo su esplendor, Ranma le sonrió en confianza, lo que hizo que se ruborizara. Apartó las ropas con un pie e inmediatamente fue a buscar el calor que la mujer desprendía, aquel al que se estaba volviendo adicto. Fue entonces que volvió a pegar su cuerpo desnudo contra el de ella, sintiendo de manera más profunda el roce de ambas pieles; la única prenda que se interponía entre ellos eran las negras bragas de Akane.
Un beso y otro más, cada uno más ardiente y salvaje que el anterior. Dos fieras en acción, una en cautividad, la hembra, y otra preparándose para copular, el macho. Dentro de ella las sensaciones de pasión empezaron a surgir con fuerza, y sus sentimientos iban a la par, desatando cada vez más el deseo por que la tumbara en la cama. Ranma no se hizo esperar, deslizó sus manos acariciando todo el camino hasta sus lumbares, para luego, levantarla. Akane le rodeó con sus piernas, besándole y lamiéndole la oreja hasta que la recostó en la cama. Se miraron inesperadamente, Akane sonriendo y muy sonrojada, Ranma dándose cuenta en ese instante, apreciando sus hermosos ojos pardos, de que estaba mucho más enamorado de ella de lo que creía en un principio. Ahora fue él quien retiró la vista hacia las mantas. «Joder, me tiene pilladísimo y ella no sabe hasta qué punto», pensó. Al cabo de unos segundos se dio cuenta de que ella le estaba hablando.
—¿Ranma, estás bien? —preguntó con voz tierna, buscando con sus ojos síntomas en él.
—¿Mmmm?
—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —repitió incorporándose.
—Eh, sí, claro que estoy bien. No podría estar mejor —afirmó con una sonrisa volviendo a besarla.
Ranma dejó sus labios y se deslizó por la barbilla para ir aspirando después poco a poco su cuello, suspirando estremecido sobre su pulcra piel. Siguió su sendero hasta estar entre sus senos y salió del abrazo que le había tenido rodeado casi todo el tiempo. Fue un poco hacia atrás y le empezó a bajar las bragas.
—Son muy bonitas, pero creo que sobran —dijo descubriéndola y sonriendo.
Akane sólo dejó escapar una risa tonta y juguetona, observándole sonrojada por lo bien que él llevaba la situación.
—Dame un momento —dijo alejándose hacia el cajón de la mesita de noche para poder así coger un preservativo.
Akane intentó torpemente arrastrarse hacia el cabecero de la cama. Cuando Ranma se volvió y la vio, empezó a reírse por lo bajo.
—¿Qué haces?
Akane dejó de moverse.
—Me estaba acomodando algo mejor. No sé, no quiero hacerlo en el borde de la cama con las piernas saliéndome por ahí —indicó sincera.
—No, no —dijo negando con la cabeza, sonriendo—. Ven. —Haciéndole una seña con su mano para que se aproximara.
—¿Qué? —preguntó sorprendida.
—Vamos, ven, acércate —le repitió divertido—. Nada de tumbados, al menos, no por ahora.
Akane abrió los ojos como platos comprendiendo, y tras unos segundos se incorporó lentamente.
—Ranma... —pronunció pudorosa pensando que era una postura sexual demasiado extravagante para ser la primera vez que se acostaban después de tanto tiempo.
—¿Qué? —contestó él de forma cariñosa acercándose para besarla en el hombro—. Acércate, ven. Te aseguro que te va a gustar.
—Ya lo sé —habló ella suspirando.
Akane empezó a ponerse de rodillas sobre la cama para poder sentarse encima de él a horcajadas. Su corazón se puso a mil por hora y el nerviosismo empezó a mellar su autocontrol. Ranma la atrajo hacia su cuerpo y la besó vehemente, apretando con sus manos sus nalgas. Aún sin penetrar, Akane notaba como la rozaba su parte íntima llevándola efímeramente entre eso, los besos, y las caricias que surcaban su espalda y cintura al edén del éxtasis. Estaba conmovida por el hecho de que se iban a acostar, por la latente cercanía de sus roces y gestos, por las palabras que bajo la superficie significaban mucho más de lo que aparentaban. Akane sabía que el amor se estaba mezclando en todo aquello, aún cuando ella no quería que fuese así, pero no lo podía evitar. Se daba cuenta de cómo la miraba Ranma, de como la acariciaba, de cómo la besaba. Todo ello no dejaba lugar a dudas, aquel encuentro era más que un simple revolcón.
—Rodéame con tus piernas —pidió Ranma llevando sus manos a las rodillas de la chica para empezarle el movimiento. Una vez lo hubo hecho, la pegó un poco más a su torso y comenzó a cogerla por la espalda y las nalgas, para elevarla un poco y así penetrarla.
—Despacio Ranma, por favor —susurró mirando hacia otro lado.
Aquellas palabras pillaron desprevenido a Ranma, quien se quedó en fuera de combate. La miró directamente a la cara para ver su expresión y, tal como imaginó, la mirada que tuvo de vuelta fue de intranquilidad e inquietud. Ranma no se detuvo ni por sus palabras ni por su mirada. Continuando con lo que iba a hacer, intentó penetrarla de la forma más suave que podía y que se permitía, porque la realidad era que estaba deseando explotar dentro de ella.
—Relájate Akane —le susurró apaciguante deseando que aquello funcionara.
La reacción que obtuvo fue la opuesta. Akane se apretó más hacia él, respirando agitadamente.
—Lo siento —dejó escapar apagadamente todavía con la cabeza escondida en el cuello del joven, no sabiendo cómo demonios tranquilizarse.
—No, no lo sientas Akane —contestó inmediatamente con tacto y totalmente en confianza—. No vuelvas a disculparte o entonces sí que me enfadaré. Vamos —dijo mientras la acariciaba suave por la espalda y las caderas—, no tienes por qué estar tensa.
—Estoy nerviosa —murmuró sin mirarle a los ojos.
—¿Por qué? —preguntó notablemente asombrado. Aunque se había mantenido quieto durante un rato, no pudo evitar empezar a moverse dentro de ella, aunque fuera lentamente.
—Porque estoy contigo.
Ranma pestañeó al escucharla dándose cuenta segundos después que... «¿así que soy yo el problema?». Se sonrió por saber que le provocaba esa reacción. ¡Le gustaba! Pero para la situación actual no le venía bien ponerla nerviosa. Le dio un par de besos melosos en la piel que se encontraba entre su cuello y el inicio de sus clavículas agradeciendo esa confesión.
—Olvídate de mí, Akane —pronunció susurrante, abrazándola—. Quiero que disfrutemos los dos y para ello necesito que te relajes. Vamos —dijo dándole una cachetada en el muslo para así transmitirle que se soltara. Estaba haciendo un verdadero esfuerzo diciendo todo aquello, concentrado en no perder su erección y en calmarla a ella. Dejando pasar unos segundos, miró al frente decidiendo si seguir hablando. Se animó convencido—. Quiero que sepas que te he echado de menos, más de lo que te imaginas. —Quería fundirse con ella, derretirse por su piel—. Es por eso que he preferido esta postura, porque me hace estar más cerca de ti.
El cuerpo de Akane recibió miles de agradables cosquilleos, recorriéndola por cada vena, cada músculo, una sacudida en expansión al escuchar sus últimas palabras. Completamente ruborizada, le besó la mejilla, sintiéndose excitada y necesitada. Fue dejando que su cuerpo se envolviera finalmente con el de él.
«Eso es», se dijo a sí mismo Ranma viendo que ella se relajaba y que cada vez podía profundizarla más. La besó en la boca y empezó a moverse dentro de ella lentamente. Todo estaba envuelto en un ambiente sensual. Ranma, notando que era sólo él el que ejercía movimiento, quiso enseñarla a enriquecer esa posición. Cogiéndola por las caderas y haciendo una vez más un sobre valorado esfuerzo:
—Akane, intenta seguirme —dijo respirando agitado.
Para hacerla entender a qué se refería tiró de sus caderas hacía él para ahondarla lo máximo que podía, a lo que ella respondió jadeando cada vez que lo hacía.
—¿Lo notas? —le preguntó sofocado.
—¡Ah, sí! —respondió exhalando.
Claro que lo notaba, la quemaba viva, arqueando levemente su espalda sin poder ir mucho más lejos. Apretando sus brazos alrededor de él para satisfacer su necesidad de desahogar ese goce repetitivo y continuo que le provocaba.
—Bien, pues... —Cogiendo aire, Ranma quitó sus manos de sus caderas terminando prematuramente el placer recién encendido en ella. Acarició hacia arriba su espalda y después apoyó sus palmas en sus omoplatos—. Ahora intenta hacerlo tú sola, usa tus músculos cada vez que yo... puff. —No pudo continuar.
Akane le escuchó atenta dentro de lo que podía y empezó a responder en consecuencia esperando que fuese eso lo que quería que hiciese.
—¿Así?
Había iniciado una cadena en la que cada vez que él se acercaba con su corriente abrasiva subiéndola, ella contraía sus ingles y su zona pélvica haciendo a la vez fuerza cerrada con sus piernas para inducir la segura presión de su miembro dentro de ella. En cuanto Ranma sintió su bien recibida colaboración, dejó escapar un jadeo que había contenido demasiado tiempo.
—Sí, así, no pares —añadió, sabiendo que en cuanto aquello subiera de revoluciones, el mismo trabajo que Akane hacía ahora, luego sería una incitación tremenda para él. Además, contaría con muchas más posibilidades de provocarle un gran orgasmo ya que estaría igual de involucrada en el asunto.
Las palabras se silenciaron en los siguientes minutos dándoles la oportunidad de avanzar sin tener que expresarse. Respiraban automáticamente por inercia. Ranma deslizó una de sus manos hasta el cabello de la joven, enredándola en su suave y alborotado pelo, poseyendo su nuca.
—No te oigo —protestó al no escuchar a su amada gozar en cada embestida—. ¿Desde cuándo disfrutas en silencio y sin compartir? —preguntó mordiéndole adrede el cuello.
—¿Desde cuándo lo haces tú? Yo tampoco te escucho —le reprochó Akane igual de enardecida manteniéndose en la misma actitud.
A Ranma le chocó de primeras esa réplica, ya que ninguna mujer nunca se lo había dicho. No transmitía su placer en sonidos, es más, muchas veces se lo aguantaba. Lo veía como una reacción poco masculina y falta de hombría. Se suponía que era ella la que tenía que gemir delirante dejándole sordo. Ofendido porque Akane se le resistiese imprimió más ímpetu y poderío a su penetración queriendo que la joven desistiera y rompiera a jadear en extremo. No lo consiguió del todo. Akane no se rendía, decidida a que él la acompañara y participara. Si para él era excitante escucharla, igual de satisfactorio era para ella escucharle a él, saber que disfrutaba de su cuerpo y de toda ella.
—Lo que me exiges lo quiero de vuelta Saotome. —Se mordió la lengua para intentar contener su placer sonoro—. Me da igual... lo que pienses... sobre si es de hombres o no —respiró hondo— jadear.
Akane no pudo fingir más y sus pequeños gemidos se hicieron realidad. Ranma la había corrompido al final, ganando la partida. Aún así, no quiso ser de menos, y para que ella viera que la tenía en cuenta, sintiéndose ridículo al principio, comenzó a jadear y gemir tímidamente siendo lo más varonil que podía en ello. Akane sonrió satisfecha y le besó para transmitírselo. Ranma la estaba envenenando con sus manos, no dejando parte de su cuerpo sin tocar. Recorrió sus senos con esmero y mimó su espalda y hombros con caricias. Acabó abrazándose a ella sabiendo que el final estaba cerca. Pieles rosadas y humedecidas, el roce era provocador, el frotarse uno contra otro les llevaba a querer más del otro. Akane estaba en sus últimas, a poco en realidad de perder el sentido de todo. Estaba fascinada, encantada, arrullada como nunca en el cuerpo del chico, hasta se olvidó de que tenía las manos atadas. Ida completamente de sí, le dijo lo que inconscientemente su corazón y alma sentían:
—Te quiero. —Le estaba haciendo el amor lo quisiera aceptar o no, y era un primer paso para arreglar muchas cosas aún pendientes—. Te quiero, Ranma.
Se pegó a su cuerpo en extremo, sintiéndole como una onda expansiva dentro de ella. Todo se desvaneció en su mente por el placer y cayó rendida encima de él.
Nota: Por si pudiera ser de tu interés, he creado recientemente un perfil en Instagram, cassio_ffn. En él iré colgando cosas relacionadas con mis fics. Gracias por leer y por seguir la historia :).
