Quinto, la Retirada
Ni los mejores sueños terminan de la mejor manera. Ranma cambió de postura buscando el roce de su compañera, no hallándolo por ningún pliegue de sábana. «¿Dónde se habrá metido? Ah, claro, el baño, seguramente está en el baño», se dijo. ¿Por qué preocuparse? Ya la cazaría cuando volviese. Así pasó unos veinte minutos más, holgazaneando en la cama, dando vueltas, semi dormido, semi despierto, pero lo suficientemente consciente para no caer en un sueño profundo una segunda vez. Una robusta mano volvió a registrar la superficie del colchón. Intacto. «¿Dónde demonios está?». Levantó los párpados lentamente para corroborar lo que ya había intuido, nadie yacía junto a él en la cama. Respiró pesadamente y se restregó los ojos, abriéndolos más ampliamente para enfocar su dormitorio. Los rayos de sol chocaban con fuerza contra las cortinas de la ventana. Día soleado. Ya iba siendo hora, el hombre del tiempo no había dado muy buenas predicciones para esa semana. Se sentó a cámara lenta, quitando las sábanas de su cuerpo. Miró con indiferencia el entorno y se fue de manera automática al lavabo. La puerta estaba abierta, cada detalle en su sitio, toallas tal y como las dejó el día anterior. Un lugar vacío. Vale, entonces Akane no estaba en el baño. ¿Preparándole el desayuno? ¡Ja! Ni en las mejores pesadillas ocurría eso, lo mejor era mantener a Akane lejos de la cocina, por si acaso. Buscó en el resto de la casa aún sin haberse despertado del todo, y no la encontró. Al volver a la cama se dio cuenta, caso cerrado. Las pertenencias de Akane habían volado, ya no estaban. ¿Qué hora era? Su mirada se desvió al despertador. «Puff, las dos menos veinte». Su estómago empezaba a rugir. ¿Ganas de cocinar? Cero. ¿Ganas de limpiar la casa? Menos aún. Las expectativas para ese día empeoraban a cada segundo. Fijó su vista ambulante de nuevo en la mesilla y la vio, una nota. Se acercó rápido temiéndose lo peor, y acertó.
Ranma, he llamado a Yuka para que me recoja. Ya sé que dijiste que no te importaba llevarme a casa, pero me he levantado antes. Son casi las 11:30h. ahora y no quería despertarte, mejor que descanses. Gracias por invitarme a la fiesta, estuvo genial, y por esta noche tan especial. Lo necesitaba (en todos los sentidos). Besos y cuídate. Akane
«Genial, se ha largado», concluyó Ranma arrugando su cara como si fuera un niño pequeño al que le acabaran de quitar su juguete.
—Ya me podrías haber dejado tu número de teléfono, guapa.
Suspiró largamente, desinflándose con desilusión. Dejó la nota de nuevo en la mesilla y se tendió sobre la cama. «A ver cómo te encuentro yo ahora, marimacho. No sé dónde vives, ni a dónde llamarte. Seguro que lo has hecho aposta. No sé ni a qué maldita universidad vas. ¿A la de Seikei? ¿O era la de Teikyo? Ukyo me lo dijo hace mil. ¡Mierda! ¡Cómo pretendes que vaya a por ti si no me dejas pistas por el camino! Todavía te gusta hacerte la difícil, ¿eh?», pensó resignado. Se giró hasta quedar tumbado de lado, divisando la ventana, la mesa, la silla y el sujetador negro de encaje colgando de ella. Una sonrisa de satisfacción se formó en sus labios. «O tal vez no…».
«La mato, la mato. Yuka, vas a caer en cuanto recupere mis energías. ¿Por qué les habrá tenido que contar nada?», maldecía Akane mentalmente. «¿Tal vez porque son tus amigas y les encanta saber que te has tirado a un tío después de no sé cuánto tiempo? ¿Cuándo fue la última vez que lo hice?», se respondió a sí misma mientras soportaba la tormenta de preguntas de sus compañeras de apartamento.
—¿Qué te hizo Akane? ¿Cómo fue? ¿Dónde lo hicisteis? Va, cuéntanoslo todo, todo, todo. —Koi empezaba a darle un buen dolor de cabeza con tanto entusiasmo.
Respondió con tono cansado:
—Ya os lo he dicho antes, que estuvo bien y punto. No hay nada más que contar. No pienso daros los detalles, es mi vida privada.
Sentada en uno de los extremos de un sofá, Akane se llevó una mano a los ojos y la frente intentando relajarse de alguna forma. Su pelo estaba graso, su cara llena del maquillaje del día anterior y post-sexual, y su cuerpo abatido por la experiencia de la noche y el poco sueño conseguido. Decididamente necesitaba una ducha. Seguía oyendo de lejos a Koi que no se daba por vencida, queriendo exprimirla para que contara su novedosa aventura.
—Oh, vamos, no te hagas la remolona, Akane. Seguro que ha sido la bomba, por eso no nos lo quieres contar. ¿Tantas guarrerías habéis hecho? —dijo riéndose de paso.
—¿Quién ha sido el afortunado? Yuka no nos lo quiso decir, aunque mencionó que es alguien que conocías. —Nikao tampoco se quedaba corta, se sumaba a la batalla haciendo mil preguntas más.
Curiosamente, la que no estaba presente era justamente Yuka, la precursora de toda esa situación. Akane se puso de pie mirando a sus dos amigas y decidió seguirles el juego, pero sólo para darse algo más de tiempo.
—Chicas, sois de lo que no hay. Darme un respiro, ¿no? Que estoy reventada. —Rió juguetona mientras pasaba entre las piernas de las dos chicas y la gran mesa central para poder irse. Koi y Nikao sonrieron preparándose para escuchar el gran relato… que nunca llegaría—. Entenderme, pasar la noche con un caballo salvaje —suspiró—, pues la deja a una agotada. Me voy a ir a echar un rato.
—¿Caballo? —dijo de pronto confundida Koi.
—¿Salvaje? —continuó Nikao en el mismo tono.
Ambas habían captado el mensaje principal de la frase, pero eso de caballo salvaje…
—Claro, eso es lo que significa su nombre —contestó una reaparecida Yuka que removía una cuchara en la taza que sujetaba en sus manos felizmente.
Todas le dieron su atención.
—¿Y tú dónde te habías metido? —inquirió Akane algo severa.
—En la cocina, preparándome un té —respondió subiendo un poco la taza para remarcarlo. Miró a Akane inocentemente y se fue a sentar con las otras dos chicas.
—¿Cómo es eso de que su nombre significa caballo salvaje? —volvió a cuestionar Koi, que no quería perderse el hilo de conversación.
—Sí, acláranos eso anda —pidió Nikao también.
—Sí, hombre, que el nombre del chico con el que aquí la miss pasó la noche —alzó su barbilla para indicar a Akane—, significa caballo salvaje —explicó Yuka, quien ahora intentaba sorber el té sin quemarse.
—¿En serio? —Nikao levantó las cejas con algo de sorpresa y puso una sonrisa agresiva y sugerente—. Hmm… —dejó oír pícaramente girándose para ver a la protagonista de la historia que graciosamente se estaba sonrojando.
Koi tardó unos segundos más en reaccionar, sólo para ponerle la guinda a la tarta mientras se reía:
—Pues si encima lo es en la cama, no me extraña que estés tan agotada—recalcó jocosa.
Las tres se quedaron mirando a Akane esperando a que dijera algo, aunque lo único que hacía era ponerse más y más roja. Sintiéndose observada y algo estúpida, Akane quitó las manos del respaldo del sofá donde se había estado apoyando y empezó a andar hacia la entrada.
—Bueno, sí, valeee… Es un caballo salvaje, ¿y qué? —reconoció suavemente dándoles la espalda.
Mientras se desprendía de la chaqueta que aún no había tenido ocasión de quitarse debido al interrogatorio, recogió el bolso que había dejado en la mesa de la entrada nada más entrar por la puerta media hora antes.
—Si encima la tía lo admite y todo —dijo sonriendo Koi picada por aún más, si cabía, curiosidad sobre el revolcón de su amiga.
Akane volvió a encararlas antes de darse a la fuga por el pasillo.
—Entonces tenemos más derecho a preguntarte, que esto se ha puesto mucho más interesante —se medio quejó Nikao, que preveía la retirada de su amiga.
—Ah no, eso sí que no. Al menos no ahora. En serio, que me acosté sobre las cinco o así y aún estoy que me caigo —dijo Akane cansada, comenzando a irse.
Ninguna de las chicas la detuvo, aunque tampoco se callaron.
—Eso, eso, descansa, que tanto trote y galope para una jinete desentrenada es una paliza —dejó caer Koi divertida provocando las carcajadas de las otras dos presentes.
Akane sonrió, pensando que Koi no había cambiado nada desde que la conociera años atrás.
—Koi, te estás ganando una —avisó entre risas.
—¡Vamos Akane, no nos dejes así! ¿Dónde lo hicisteis? ¿Cómo la tiene? —gritó la misma para que la oyera.
Esperaron a ver si caía algo por respuesta en un golpe de suerte.
—¡En la mesa del salón! —contestó Akane abriendo la puerta de su cuarto—. ¡Y la tiene enorme!
Las tres amigas explotaron en carcajadas.
—¿Cuántas veces? —continuó con la broma Koi, así también como Akane, que había dejado la puerta abierta mientras dejaba el bolso encima de la cama. Total, estaba siendo un simple juego con las compañeras de su apartamento, uno de muchos.
—¡Seis!
Se oyeron más risas sonoras y femeninas, y comentarios en plan '¡Alaaaa!', '¡Toma ya!', '¡Qué viciados!'.
—¿Qué posturas?
—Por detrás... de pie... sentados…
Akane las oía reírse desde su habitación. «¿Puede ser esto más exagerado?».
—¿Qué nota le das? —gritó con más fuerza Koi.
Seguramente, a esas alturas, todo el edificio se estaba enterando de la graciosa conversación.
—¡Un veinte sobre diez!
Ranma no era tan bueno, aunque estaba cerca, o mejor dicho, seguro que tenía mucho más potencial.
—¡Buah, amiga, qué suerte tienes! ¡Yo también quiero un hombre así! —añadió Nikao mirando hacia el pasillo alegre.
Akane decidió por fin desaparecer del combate. Por muy divertido que fuera la realidad era que no había dormido mucho.
—Ya, ya, vale. Ya lo encontrarás. Me voy a dormir un rato, así que calladitas. —Y cerró la puerta de su cuarto.
«Puff, estoy hecha polvo», pensó echándose sobre su cama. «Ranma, en serio, no cambias. No habrán sido seis veces, pero con una ya te ha bastado para dejarme molida». Se desvistió y se puso una camiseta grande de dormir, dejando el resto de sus cosas tiradas por el suelo y la mesa. Acomodó la almohada bajo su cabeza echándose de lado. Sonrió. «Oportunidad que tienes, oportunidad que usas para cautivarme. Y encima te he dejado el sujetador. A saber lo que pensarás de mí».
En el salón, las otras tres compañeras se quedaron hablando del tema. Koi y Nikao preguntaron a Yuka sobre el supuesto inquilino que había conseguido llevarse a Akane a la cama, algo que muy pocos conseguían. Yuka no descifró gran parte prefiriendo que fuera la aludida la que lo relatara. Yuka ya sabía que había sido bastante bocazas con sólo haberles dado la noticia la noche anterior. Era mejor no ponerse más bombas en el camino o si no Akane la aniquilaría, amistosamente hablando.
Día siguiente, domingo.
Cómodamente sentadas en un sofá cada una, Yuka y Akane veían la televisión desinteresadamente, la primera con una revista en las manos y la segunda con el mando a distancia cambiando los canales cada cierto tiempo. Koi y Nikao habían hecho planes y se habían ido un par de horas antes dejándolas solas.
—Me alegro de que hoy no tengamos partido, viene bien tener más tiempo libre —dijo Akane.
—Sí, es verdad. Aunque a partir de aquí ya es todo seguido hasta las finales, ¿no? —preguntó Yuka, que no levantaba los ojos de la revista.
—Sí. —Akane asintió mientras cambiaba a otro canal—. Que lleguemos tan lejos es otra cosa.
—Este año no vais nada mal, estáis ganando más partidos que el año pasado y contra equipos buenos. ¿Contra quién jugaréis la próxima semana?
—Contra el Teracoya.
—¿Son buenas? —Yuka pasó otra página de la revista sin siquiera ojearla realmente.
—Normalitas. Están por la mitad de la tabla, aunque es un equipo que a veces da sorpresas. Ganaron al Mitei en pretemporada —respondió Akane.
—Vaya, al Mitei. —Levantó una ceja—. Vamos, que hay que andarse con cuidado.
—Justo.
—Bah —hizo un gesto con la mano para quitarle importancia—, seguro que les dais una paliza.
—Eso espero, aunque ya veremos —dijo neutral Akane. Se levantó para ir a la cocina a por algo de beber.
Al volver, se sentó de nuevo poniendo las piernas en alto sobre el sofá. Yuka cerró de golpe la revista algo harta de ver siempre los mismos artículos femeninos y la tiró sobre la mesa dejándola resbalar.
—Bueno, ¿y qué hay de Ranma? —preguntó cambiando de tema.
—¿Qué hay de Ranma? —repitió Akane como un eco aún mirando el televisor.
Yuka arrugó su frente ante esa respuesta.
—No sé, ¿tal vez que la noche de anteayer os acostasteis juntos y que os habéis vuelto a ver después de tanto tiempo? —inquirió.
—¿Qué con eso? —dijo ignorando el tema.
El día anterior, después de que Akane hubiera recuperado energías, se hubiera duchado y hubiera comido algo, acabó contándoles con más datos a sus compañeras la fiesta y la noche que pasó con Ranma. Se salvó bastantes detalles para sí misma, aunque les dejó saber que había sido su ex-novio, algo que ya se había comentado en más de una ocasión. Les comentó también que no se habían visto en casi cuatro años, que en la fiesta se dieron un buen baile y que lo hicieron sentados, pero poco más. Todo fue entre risas y algún que otro toque de perversión verbal por parte de Koi. Precisamente Koi había oído hablar de Ranma al saber que era el renombrado artista marcial. Koi se movía bastante con los chicos de kenpo de la universidad; salía de fiesta con ellos, a veces los iba a ver entrenar, e incluso meses atrás había estado saliendo con uno de sus miembros. En palabras de Koi:
—Hakuto me dijo que el tío era una bestia luchando y que tenía un talento increíble. ¿Puede ser que ganara el campeonato nacional el año pasado? —preguntó intentando recordar.
Sí, ese era Ranma. Siempre había sido famoso por eso, por las artes marciales, y ahora parecía que más. Tarde de madrugada, las chicas y Akane lo habían dejado como una noche de diversión más, entre risas, clasificándolo como el típico revolcón que te dabas con tu ex después de unos años. Viejos tiempos eran viejos tiempos y darles un repaso nunca estaba mal. Yuka, sin embargo, no era tonta. Ella misma había estado en la fiesta, había visto en vivo la cacería visual que Ranma y Akane se habían dado. Eso sin contar el famoso baile sobre la mesa del salón. Tal vez Akane les quisiera dejar entender que había sido sólo eso, un rollo de una noche, pero conociéndola, seguro que había significado mucho más.
—¿Cómo que 'qué con eso'? ¿No te alegras de haberle visto de nuevo? ¿No vais a quedar para veros o algo? ¿Al menos hablar? —Sabía que la estaba forzando.
—¿Para qué? Quiero decir, sí claro, claro que me alegro de haberle visto, pero exceptuando lo que pasó aquella noche no tenemos nada más. —Esta vez Akane la miró a la cara avisando—: No intentes montar una historia donde no la hay, Yuka, que te veo venir. Ranma tiene su vida y yo tengo la mía. Sólo fue una noche de juerga, nada más. Ya no tenemos dieciocho años.
«Que mentirosa eres», se dijo Yuka por dentro, no tragándose esa bola. ¿Pero es que acaso se creía que era ciega? ¿Qué no había visto los años que convivió junto a Ranma, el tiempo que fueron novios o cuándo la dejó hecha polvo? Ese chico le había robado el corazón y con cadenas. Vamos, ¿a quién quería engañar? Por si fuera poco, las evidencias de la otra noche eran obvias. Algún tipo de atracción tenía que haber para que ella hubiera aceptado a quedarse con él, por mucho que Akane quisiera decir lo contrario.
—No, por supuesto que ya no tenéis dieciocho años. —«Aunque de mentalidad no sé qué decirte, Akane», terminó la frase en su mente.
Se quedaron en silencio hasta que Yuka se decidió a hablar de nuevo.
—Pues yo pensaba que al menos ahora ibais a intentar veros más o volver a ser amigos. No sé, recuperar algo de lo que tuvisteis en el instituto.
Akane se tomó su tiempo para contestar.
—No hay nada que recuperar, todo está bien como está. —Pareció dudar—. Aunque si te va a dejar más tranquila, la otra noche hablamos de cuando lo dejamos hace años. Ya está todo aclarado.
—¿En serio? Oooh, entonces no fue todo sexo —dijo riendo, intentando limar la tensión que se había generado.
Akane no contestó a eso, aunque a Yuka le daba igual, porque al menos ahora su amiga se estaba abriendo más y se decidía a hablar.
—Pero ahora en serio, Akane. ¿No te gustaría salir con él? Parece que ha cambiado, a mejor.
—¿Pero qué te ha dado? No, claro que no, ya sé cómo es salir con Ranma. Además, no me interesa de esa manera.
—Ah, claro, pero te interesa para bailar como lo hiciste la otra noche, para devorarle con la mirada, para acostarte con él. —Yuka sonrió—. Pero qué mal mientes Akane, me apuesto lo que sea a que estás deseando volver a intentarlo con él.
Akane achinó su mirada en señal de ofensa. Esa última frase no le había sentado muy bien.
—Yuka, no digas bobadas. Lo que Ranma y yo tuvimos murió tiempo atrás.
—Eso son sólo excusas, no me vengas con ésas. Ranma te gusta, te ha gustado siempre, y por eso te quedaste con él la otra noche. Ahora sólo quieres negarlo todo yo que sé por qué, cuando lo que tendrías que hacer sería quedar con él. Si yo no digo una relación, que no te vendría mal... Simplemente estar con él, conoceros de nuevo, ya que ha pasado mucho tiempo.
—Como si eso fuera tan fácil. —Akane se rindió. Yuka empezaba a tener razón. Era verdad que quería estar con él, pero algo la frenaba.
—¿Pero entonces admites que te gustaría estar con él? —La miró y vio como asentía sin decir nada—. Pues nada, entonces manos a la obra chica, no puedes…
Fue interrumpida por un tono seco.
—No estoy segura, Yuka, no quiero sufrir de nuevo. Aún así, Ranma a lo mejor ya tiene a alguien más. No sería raro que estuviera viéndose con otra chica.
—¡Quieres callarte! ¡Tú y tus prejuicios! —Saltó del sofá poniéndose en pie—. Dudo que Ranma haga eso. Además, el otro día cuando le vi me pareció mucho más maduro, más asentado. Seguro que ahora es mejor tío. Hazme caso, no te guíes por tus miedos, Akane. Sólo estamos hablando de intentarlo. A la mínima que algo no te convenza lo dejas y punto.
—No sé, de momento déjalo estar. Necesito tiempo para pensarlo, voy a esperar.
—¿Pensar el qué? ¿Esperar a qué? ¿A que se enamore de otra chica? Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuviste con un chico y ahora que se te presenta la oportunidad, ¿la vas a dejar pasar? —Yuka no cabía en su asombro, Akane estaba más cabezota que de costumbre—. Oye, si una cosa es segura es que Ranma no va a esperar por ti para ver si te decides.
—¿Y quién dice que me está esperando? ¡Si ya tiene a otras, pues que se las tire, no me incumbe! —Se estaba encendiendo ella sola y la conversación estaba tomando un rumbo no demasiado bueno—. ¡Ja! Seguro que ahora se piensa que soy una chica fácil sólo porque me acosté con él a la primera.
—Estás sacando las cosas de quicio. El que te acuestes así con una persona en una noche no significa que lo hagas siempre y con todo el mundo.
—Yuka, si me da igual. Ranma no significa tanto para mí. Puede hacer lo que quiera, que yo no me voy a morir por él. —Devolvió su atención al televisor nuevamente con un gesto enrabietado—. Sólo fue un polvo, ¿vale? No le des más vueltas.
«Ya, claro, y por eso te estás enfadando, ¿verdad?», pensó Yuka.
—Vale, como quieras, si estás a la defensiva lo dejamos aquí. Aunque sinceramente, creo que estás haciendo el capullo.
Akane alzó las manos al aire.
—¡Es que tú te crees que aún sigo estando completamente enamorada de Ranma, cuando eso no es verdad!
Yuka mantuvo el mismo tono calmado.
—Mira, yo lo único que sé es que le querías un montón y te dejó destrozada. No le has olvidado. Di lo que quieras, pero es la verdad. Aún piensas en él. Por eso no has salido en serio con otros chicos, porque sigues estancada con Ranma. —Yuka se golpeó varias veces el corazón con una mano para hacerla entender que ahí estaba todo—. No me voy a enfadar contigo por él, no vale la pena, porque ante todo somos amigas. Pero luego no me vengas llorando si se acaba yendo con otra o lo que sea. Ahora tienes la oportunidad de oro para ir a por el hombre que realmente te gusta. ¿De verdad la vas a desperdiciar? —La miró seriamente para hacerla entender que la cosa no iba en broma.
—¿Por qué estás tan segura? ¿Por qué tanto interés así de repente?
—¿Vale decir que es intuición femenina? —Akane levantó una ceja no muy convencida—. Vale, ya veo que no. Pues porque la otra noche estabas diferente, te noté más animada, más… desinhibida. No sé, vi a una Akane que no había visto en mucho tiempo. A lo mejor te parece una idiotez, pero es lo que pienso. Y claro, parte de tu reacción la achaqué a Ranma, y me convencí del todo cuando te quedaste en su casa. ¿Acaso crees que no os vi miraros? Si os seducíais sólo con los ojos. ¿Y el baile? Buff, el baile. Eso ya fueron palabras mayores. Mira que te he visto bailar con tíos, pero como con Ranma, con nadie. Así que supongo que él tiene algo diferente a los demás que provoca eso en ti. Además, Ranma siempre me ha caído bien, en general parece un tío legal. Excepto por lo que te hizo, donde admito que se comportó como un idiota, por lo demás parece seguir igual que en Nerima, con sus más y sus menos, como todos. Pero si ya habéis aclarado lo del pasado, pues con más razón deberías intentarlo.
Akane la dejó terminar y se quedó callada por un tiempo pensando en las palabras de su compañera. Luego sonrió.
—Estás loca —dijo aún con la sonrisa en los labios—. No te prometo nada, aunque ya veré. —Dejó pasar unos segundos más y lo soltó como una bomba—. Le dejé mi sujetador de recuerdo en su casa… —Transformó la sonrisa alegre en una felina.
—¡Lo sabía! ¡Sabía que algo bueno te estabas callando! Uff, eso me deja más tranquila. —Yuka sonrió de oreja a oreja; no todo estaba perdido.
Nota: Sólo para que estéis informados, en mi perfil de Instagram (cassio_ffn), contestaré todos aquellos mensajes dejados por lectores que no están registrados en FanFiction.
