Disclaimer: Harry Potter y sus personajes son propiedad de J. K. Rowling. Esta historia está escrita sin ánimo de lucro.

Advertencia: Este fic es un slash (relación chico/chico) y contiene lemon (sexo explícito). Si no te gusta el género no sé que haces aquí metido. Dale a "Atrás" y busca otro fic más acorde con tus gustos.

Para EugeBlack con muchísimo cariño. Cari, aquí continúa el regalo! Qué lo disfrutes! Tqm!

Never Say Goodbye

Capítulo 3

'La luz entraba a raudales en la enfermería, iluminando las camas tendidas y las mesillas vacías. El inquietante silencio que invadía la estancia sólo era roto por las respiraciones de las dos únicas personas que se encontraban allí.

Una de esas personas, un chico rubio de porte altivo, acariciaba con inmensa ternura el cabello oscuro del otro chico que permanecía dormido en una de las camas, sujetándole una mano entre las suyas. Le miraba con sus ojos grises, sin apartarlos de él ni un solo segundo, como si creyera que pudiera desaparecer si dejaba de observarlo.

Después de unos momentos el chico que estaba tumbado en la cama se empezó a mover, despertando. Sonrió cuando volvió a sentir las caricias sobre su pelo que le prodigaba su acompañante. Sus párpados se abrieron dejando ver sus impresionantes orbes verdes.

.-Buenos días, bello durmiente –le susurró su compañero, clavando sus ojos grises en los verdes, con tal dulzura que le hizo ampliar su sonrisa.

.-Hola, Draco –le contestó en el mismo tono, con la voz amodorrada.

Draco se inclinó sobre él y le besó en los labios, lentamente, alargando el momento.

.-¿Cómo te encuentras? –le preguntó a Harry cuando se separó.

Harry tardó sólo unos momentos en contestar mientras se sentaba en la cama.

.-Descansado –sonrió-. Me siento estupendo.

Draco también sonrió al ver el ánimo de su pareja. Se levantó de la silla en donde estaba sentado, cogió de las manos a Harry y tiró para ponerle en pie.

.-Pues venga, Potter –habló, adoptando esa forma de hablar arrastrando las palabras que había utilizado toda su vida, con un arrogante gesto pintado en la cara-, estoy cansado de estar entre estas paredes y me apetece ir a dar una vuelta por Hogsmeade.

Pero ni Draco pudo seguir hablando ni Harry pudo contestarle ante la entrada de la profesora McGonagall. Al verlos juntos su cara se tensó en un extraño gesto, pero no dijo nada.

.-Señor Potter, me alegro de verle despierto –Harry le miró confundido, no por lo que había dicho, sino por la extraña postura que tenía y la mirada de reprobación que le había lanzado a Draco. Aún así le contestó al saludo-. La señora Pomfrey me ha informado de que cuando despertara podría irse. El profesor Dumbledore le está esperando en su despacho.

Harry asintió como contestación, pero no pudo decirle nada; tan de improviso como había entrado, la profesora salió, sin mirarle ni a él ni a Draco ni una última vez.

.-¿Qué le pasaba? –le preguntó a Draco. Éste sólo atinó a sonreír tensamente, intentando tranquilizar a su pareja. Él sabía o podía imaginarse el porqué de esa actitud frente a él.

.-No te preocupes, Harry, no creo que pase nada. La profesora ha estado sometida a demasiada presión estos últimos días, sólo necesita un poco de descanso.

Harry no terminaba de creerle, pero ante la mirada directa que le lanzó a Draco y que éste reaccionara girando la cabeza para no mirarle, decidió callarse y levantarse para ir lo antes posible a ver lo que quería el director y poder ir luego con Draco a divertirse al pueblo.

Sus músculos se resintieron un poco ante el movimiento después de estar tantos días tumbado en la cama. Draco le ayudó a ponerse el jersey y a atarse los zapatos.

Cuando al final consiguió ponerse en pie, pasó los brazos alrededor del cuello de Draco y pegó su cuerpo al de él, ocultando la cara en aquel pálido cuello y dándole un pequeño beso. El rubio le correspondió al abrazo con fuerza, aferrándose a él con desesperación, como si creyera que fuera posible que le separaran de él e intentando que eso no ocurriera.

.-Te amo –oyó que Harry le decía al oído. La firmeza y convicción que pudo apreciar en su voz hizo que se le aguaran los ojos. Apretó su agarre a aquella cintura y le aferró contra él.

.-Yo también te amo.

Harry acarició su pelo, sorprendido por aquella desesperación que había percibido en su voz. ¿Qué le pasaba a Draco? Hasta hacía unos minutos estaba perfectamente.

.-Venga, vayamos a ver qué es lo que quiere ese viejo loco para que nos podamos ir a Hogsmeade.

Draco fue a apartarse de ese cuerpo que le volvía loco, pero Harry se lo impidió y le besó con fuerza, expresándole sin palabras todo lo que le amaba, como si quisiera apartarle esos miedos que al parecer le invadían.

Harry no permitió que Draco se apartara mucho de él durante todo el camino. Le cogió de la mano y entrelazó sus dedos con los de él y ni siquiera cuando entraron en el despacho le permitió separarse.

El despacho del director estaba bastante atestado de personas. Allí se encontraban Dumbledore, Fudge y McGonagall, acompañados por Hermione, Ron y su hermano Percy.

Aquello sorprendió a Harry y le hizo detenerse en seco en la puerta. Dirigió una mirada nerviosa a Draco y apretó su mano para infundirle y buscar al mismo tiempo la valentía y la tranquilidad que habían perdido. Vio por el rabillo del ojo como Draco volvía a colocar aquella máscara de indiferencia y dureza que siempre apartaba cuando estaba a solas con él y que volvía a colocarse cuando estaba frente a otras personas.

.-¡Qué alegría volverte a ver de pie, Harry! –exclamó Hermione con una gran sonrisa extraña, acercándose a él y sin mirar al rubio-. ¿Cómo te encuentras?

.-Amm… bien, bien. Ya estoy mucho mejor –le respondió, algo extrañado ante tanta efusividad. Volvió a echar una mirada a todos los presentes, empezando a desconfiar y a ponerse alerta a todo lo que pudiera pasar. Draco le apretó también la mano, asegurándole que él estaba allí para apoyarle.

Un penetrante silencio invadió la estancia durante unos interminables momentos hasta que Fudge lo interrumpió con su insulsa charla.

Ron hizo sentar a Harry en la única silla que había libre. Aunque Draco supo las intenciones que tenía Weasley al hacer sentar a Harry en aquella silla él solo y la mirada que le lanzó a él indicándole que se apartara de Harry, no se dejó intimidar y se colocó a su espalda, posando sus manos sobre los hombros de su pareja.

La conversación que hubo a continuación fue estúpida e inútil, Fudge hablando sobre las fiestas que se habían producido durante esos días para celebrar la derrota de Voldemort y lo que se estaba planeando para los siguientes días.

Pero por mucho que todos intentaban disimularlo y no hacerle caso, había un ambiente tenso a su alrededor que era insoportable.

Al final, Fudge se puso de pie y se acercó a Draco, con algo de temor intentando disimularlo. Malfoy se irguió en toda su altura, apretando las mandíbulas, dispuesto a defenderse si tenía que hacerlo. La mirada y el gesto que tenía el ministro en la cara no le gustaban en absoluto.

.-Draco Malfoy –pronunció Fudge-, remángate el brazo izquierdo.

Al oír la orden, Draco entrecerró los ojos y se alejó un poco del hombre. Harry se puso de pie de pronto y se interpuso entre los dos, intentando defender a su pareja.

.-¿Por qué? –preguntó-. ¿A qué viene eso?

.-Lo siento, Harry –dijo Fudge, con condescendencia-, pero es necesario.

.-¿Qué es lo que quiere saber? –sus ojos empezaron a brillar de furia-. Puede preguntárselo, señor Fudge –le dijo con dureza-. No creo que vaya a mentirle.

.-No podemos confiar en ningún mortífago, Harry –le contestó el ministro, como si estuviera intentando explicar a un niño cabezota de cinco años que Santa Claus solo salía del Polo Norte para Navidad.

.-¿Entonces qué quiere saber?

.-Sólo es un mero formalismo –se encogió de hombros-, para dar parte al Departamento de Justicia del Ministerio de Magia de que todo se ha llevado a cabo como dicen las normas.

.-¿Llevar a cabo el qué? –Harry dio un paso hacia atrás, juntándose al cuerpo de Draco. La mano de éste se posó sobre su cintura y le sujetó con fuerza, buscando un punto donde apoyarse y donde encontrar la entereza que necesitaba para sobrellevar aquello.

.-El castigo –contestó Fudge, como si fuera obvio. Harry se quedó paralizado durante un momento de la impresión. Luego observó al resto de las personas que allí se encontraban, buscando ayuda en alguno de sus amigos.

Pero ninguno de ellos acudió en su ayuda. Dumbledore estaba sentado detrás de su escritorio, con McGonagall a su derecha y una silla vacía a su izquierda, donde Fudge había estado sentado. Ron y Hermione se encontraban tranquilamente al lado de la profesora, observando todo lo que ocurría sin pensar siquiera en mover un dedo para ayudar a Harry y mucho menos a Malfoy. Percy escribía con rapidez con una pluma sobre un pergamino al lado del Weasley más pequeño.

.-¿Castigo¿Qué castigo? –preguntó Harry, terminando de alterarse. El agarre a su cintura se hizo más fuerte y él echo una mano hacia atrás hasta que sujetó entre la suya la otra mano de su pareja-. ¿De qué castigo está hablando Fudge, profesor Dumbledore? –volvió a preguntar, esta vez dirigiéndose hacia Dumbledore.

.-Se celebró un juicio hacia unos días en donde se juzgó al señor Malfoy –respondió el director.

.-¿Por qué no me dijiste nada? –le recriminó Harry a Draco girando la cabeza lo suficiente para mirarle.

.-Estabas recuperándote y no quería que te alteraras –le contestó, aparentando frialdad e indiferencia, pero Harry pudo apreciar en su voz el temor que sentía-. Lo único que faltaba por determinar era la sentencia, pero al parecer ya fue decidida.

.-Así es –afirmó Fudge, atrayendo la atención de Harry. Potter se tensó intentando proteger a su pareja.

Pero Draco decidió ceder antes de que pudiera pasar un accidente. Con un movimiento rápido se subió la manga izquierda de la túnica que vestía, dejando a la vista de todos la leve cicatriz rojiza que era el último vestigio que quedaba del feo tatuaje mortífago, el cual terminaría desapareciendo con el tiempo.

.-Suficiente –Fudge se volvió hacia Percy-. ¿Tomaste nota de esto, Weasley?

.-Sí, señor.

Harry observaba todo lo que ocurría con impotencia, sin saber lo que hacer, Podía sentir con facilidad la desesperación que Draco sentía tras él. Deseó poder darse la vuelta y abrazar a Draco para tranquilizarle y tranquilizarse o al menos intentarlo.

.-Ahora la sentencia está clara –empezó a hablar Fudge de nuevo-. Teniendo en cuenta de que desertaste de los mortífagos antes de que hubieran sido vencidos, y de que luchaste en la batalla final del lado de los aurores y la Orden del Fénix, ayudando a Harry Potter a llegar hasta el Señor Tenebroso y le protegiste, decidimos rebajarte la sentencia que deberías merecerte por ser mortífago.

Hubo un momento de silencio antes de que Fudge soltara toda la bomba.

.-Por las razones antes expuestas, Draco Malfoy, te libras de la cadena perpetua en Azkaban, pero pruebas fehacientes demuestran tu pertenencia a los mortífagos. Por eso eres sentenciado a la expulsión del mundo mágico.

Las manos de Draco se aferraron con toda su fuerza a la cintura de Harry. El rubio intentó mantener su pose fría e indiferente, pero Harry podía apreciar su angustia con total facilidad.

.-Su varita será rota y sus propiedades expropiadas para pagar los daños de la guerra. No será reconocido nunca más como un mago ni como un integrante del mundo mágico y no tendrá derecho a volver a entrar en él.

Las lágrimas inundaban los ojos de Draco, pero éste no permitió que cayeran. Se mordió el labio imperceptiblemente y no dejó que en su rostro se representara lo que sentía en su interior. Sujetaba entre sus manos la cintura de Harry, y apretó la tela cuando cerró las manos en puños con fuerza.

.-¡No! –oyó que Harry exclamaba-. ¡No es justo!

Intentó controlar su respiración, que amenazaba con agitarse, a la vez que escuchaba medio ausente a Harry pedir por una apelación. Pero Fudge no cedió y dijo que no había apelación posible, el veredicto ya estaba decidido.

De pronto sintió como apartaban a Harry de él. Fijó sus ojos en su pareja y le vio confundido, siendo empujado por Ron Weasley.

Intentó moverse hacia Harry, pero Fudge se puso delante de él y estiró la mano hacia él. Draco supo de inmediato lo que quería y como sabía que no tenía opción no se resistió. Le dio su varita, sin ninguna última mirada hacia esa vara que había estado con él durante siete años y que le había salvado la vida en más de una ocasión; su atención estaba puesta en su pareja.

.-Ron¿qué haces? –le preguntó Harry a su amigo, intrigado por esa extraña forma de comportarse que tenía.

.-Venga, Harry, mamá está esperando en casa –dijo Ron, sin hacer caso al moreno.

.-¡No! –se apartó del agarre de Weasley-. ¡Estáis locos? Ni se os ocurra pensar que me voy a apartar de Draco

.-Oh, venga, Harry… -Ron negó con la cabeza con condescendencia. A Harry le pareció una espantosa imitación de Fudge-. No te preocupes por eso. Ya se te pasará ese embobamiento con Malfoy. Sólo utilizó contigo alguna poción o alguna maldición para hacer que te encapricharas con él y así poder salvarse si sus planes fallaban. Cuando estés durante un tiempo separado de él los efectos pasarán y desaparecerán.

.-No es ningún encaprichamiento, Ron –Harry frunció el ceño-. Estoy enamorado de Draco. Eso ni lo dudes.

Ron suspiró y movió la cabeza de lado a lado, negando aquello que estaba escuchando.

.-Estás confundido, Harry –repitió-. Ya verás como dentro de unos días te sentirás mejor.

.-Que no, Ron –el moreno se fue a acercar a Draco, pero Fudge su puso delante de él y el pelirrojo le sujetó del brazo-. ¡Pero qué hacéis?

.-Venga, Harry –le volvió a ignorar Ron, aún sujetándolo por el brazo-, vámonos a casa.

Pero Harry no le hizo caso. Se revolvió hasta que consiguió soltarse del agarre de su amigo y se alejó de ellos hacia la puerta.

.-¿Se puede saber qué os pasa? –preguntó, mirando a todos penetrantemente.

Hermione apartó su mirada cuando él se fijó en ella, al igual que hizo McGonagall.

Harry ya se imaginaba lo que estaba pasando, pero no lo quería aceptar.

.-Vamos, Harry, necesitas una buena chica con la que formar una familia –dijo Dumbledore, poniéndose en pie y sonriendo suavemente, pero sus ojos le miraban con dureza-, no necesitas a ningún mortífago que te meta en problemas.

Harry se quedó mudo al oír aquello salir de los labios del director. Nunca habría podido imaginar escuchar esas duras palabras salidas de aquel hombre.

.-Yo no necesito a ninguna chica –respondió con dureza.

.-Vale, de acuerdo –aceptó Ron. Aquel nuevo comportamiento del pelirrojo estaba poniendo a Harry de los nervios-. Si quieres ser homosexual, sélo, Harry, no nos importa. Pero venga, vente con nosotros.

.-No me voy a ir a ningún lado contigo, Weasley –le contestó enfadado. El peligro impregnando cada palabra. Miró a Draco y vio en sus ojos su miedo porque le abandonara, porque le dejara solo-. Yo me voy con Draco. Más tarde iré a tu casa, Ron, pero ahora mismo no.

Ron volvió a sujetarle por el brazo para impedirle que se fuera con Draco. El gesto en su cara había cambiado y había pasado de ser uno condescendiente a uno furioso, colérico. En un primer momento impresionó a Harry, pero luego le miró desafiante.

.-Te lo voy a decir una vez, Harry -le dijo peligrosamente-. O te vienes conmigo ahora o no te molestes en volver a mi casa.

La respiración se le congeló en el pecho a Harry. ¿Cómo podía decir su amigo aquello?

.-A si que decide: o Malfoy o yo.

.-¡Estás loco¿Cómo voy a elegir entre mi novio y mi mejor amigo?

.-Decidiendo, Harry, decidiendo.

.-Pero ten en cuenta una cosa –interrumpió Dumbledore, con una extraña seriedad en su rostro-, si decides irte con Malfoy no podrás volver al mundo mágico. Serás un desterrado como Malfoy. Te romperemos la varita para evitar que puedas volver a entrar.

.-Eso no podéis hacerlo –estaba rojo de rabia. Miraba a Hermione, esperando a que ella saltara a defenderle, como siempre hacía, pero esperó en vano. Ella no se levantó ni dijo nada, pero pudo ver en sus ojos castaños que estaba de acuerdo con Ron y Dumbledore. Dejó de mirarla, sintiendo cómo sus propios ojos se llenaban de lágrimas-. No podéis culparme por ningún crimen, no podéis expulsarme del mundo mágico.

.-Por supuesto que podemos –afirmó Dumbledore-. Si tenemos la más mínima sospecha de que existe una posibilidad de que te conviertas en el próximo mago oscuro tenemos el deber y el poder de desterrarte del mundo mágico.

.-¿Mago oscuro? –el susurro que salió de los labios estaba impregnado de ira-. Nunca he dado la más pequeña evidencia de que pueda convertirme en eso. No practico las Artes Oscuras.

.-Pero mataste a Voldemort –le interrumpió Dumbledore-. Eso significa que eres más poderoso que él, una amenaza para la comunidad mágica. Además, estás confabulado con un mortífago. ¿Quién nos dice que no estáis planeando para volver con una guerra y alzarte con el poder¿Quién nos dice que el poder no se te ha subido a la cabeza y no hay posibilidad de que quedes tentado por las Artes Oscuras?

Hubo un tenso silencio. Harry y Draco se habían quedado mudos y paralizados, incapaces de creer que aquellos que estaban oyendo fuera verdad.

.-Esto es una broma –rompió Harry el silencio-. Tiene que ser una broma.

.-No, no es ninguna broma –aseguró Ron-. No podemos permitir que te vayas con un mortífago al mundo muggle y puedas seguir haciendo magia. Puedes adquirir con facilidad una nueva varita para Malfoy, y eso no podemos permitirlo.

.-¡Pero no tenéis derecho! –explotó Draco al final-. ¡Él no ha hecho nada!

.-Tú te callas, asqueroso mortífago –le espetó Ronald. El rubio estuvo a punto de abalanzarse sobre él, pero una rápida mirada de Harry le detuvo.

.-Decide, Harry –volvió a hablar el director-. Tu familia que te espera en su casa –señaló a Ron-, el mundo mágico, la magia, el quidditch y tu carrera de auror que siempre has deseado o… -ahora señalo a Malfoy con un gesto de desdén-… Malfoy, un mortífago que te ha odiado durante tantos años, y una nueva vida en el mundo muggle, sin magia, sin quidditch… y sin familia…

Harry se quedó callado durante unos momentos, sin apartar su mirada de Dumbledore. Su labio inferior temblaba, no sabía si por la ira o por sus ganas de llorar, así que se lo mordió para que su angustia no fuera notada por nadie. Luego paseó sus ojos verdes por toda la habitación, observando a los presentes.

Todos le miraban, todos estaban serios y se veía claramente que lo que decían era totalmente verdad. Si él decidía irse con Malfoy le expulsarían y no le permitirían volver al mundo mágico, le apartarían de su mundo y de aquellos a quienes había considerado su familia. Por el contrario, si decidía quedarse en el mundo mágico, perdería a Draco, su amor, y todos aquellos planes que habían ideado juntos para cuando la guerra terminara.

.-Decide, Harry –le repitió Dumbledore.

Entonces Harry lo tuvo claro. Bajó la mirada al suelo, respiró y la volvió a alzar. Fijó sus ojos verdes en los grises de su novio, sin dejar que ninguno de sus pensamientos ni sentimientos se reflejaran en ellos.

Draco, en cuanto vio que le miraba, se aterró y empezó a temblar, aunque su semblante continuó inexpresivo. Sólo sus ojos grises demostraban el miedo que sentía, el miedo que tenía a que Harry le abandonara.

.-Entonces la decisión está clara¿no? –empezó a hablar, apartando sus ojos de los de Draco y posándolos sobre el viejo director. Sacó su varita del bolsillo interior de su túnica y la miró con añoranza y cariño-. Yo siempre quise tener una familia –murmuró, más para sí que para los demás, pero, por culpa del silencio que había en el despacho, todos le oyeron.

Vio por el rabillo del ojo como Draco hundía los hombros y bajaba la mirada hacia el suelo totalmente derrotado. Los demás sonreían abiertamente, convencidos de que ellos habían vencido en aquella discusión.

Ron esta vez se acercó a él amigablemente; la sonrisa de superioridad que llevaba en la cara le dio ganas a Harry de borrársela de un puñetazo.

.-Fantástica elección, Harry –afirmó con seguridad. Le pasó un brazo por encima de los hombros y le empujó acercándole hasta los demás y alejándole de Draco-. Va a ser muy difícil olvidar a Malfoy, cierto, pero con nuestros ánimos, Harry, y nuestro apoyo, dentro de poco ni te acordarás de él.

.-Cierto –Harry afirmó con la cabeza dándole la razón y, sin previo aviso, se apartó del abrazo de Ron y se colocó al lado de Draco, cogiéndole de la mano y sonriéndole cuando éste le miró sorprendido-. Por eso prefiero quedarme con Draco que olvidarlo. Sería demasiado duro para mí. Es más fácil olvidaros a vosotros.

.-¡Le eliges a él por encima de nosotros? –explotó Ron, con el rostro completamente rojo de ira. Dumbledore y Fudge se encontraban igual de enfadados, pero a Dumbledore sólo se le notaba por el brillo colérico de sus ojos-. ¡Le eliges a él que te ha insultado durante todos estos años y que ha intentado que te expulsaran tantas veces¡Sobre nosotros que hemos estado siempre junto a ti y siempre te hemos ayudado en todo?

.-Pues sí –le contestó Harry, totalmente serenos sin dejarse amedrentar por su amigo-. Él no está conmigo sólo por interés como vosotros; él no me miente ni me oculta cosas importantes como vosotros, nunca lo ha hecho. Él ha estado para mí siempre, me ha apoyado en todo, no me ha abandonado a la primera de cambio o al primer fallo o problema que tuve como hicisteis vosotros, como hiciste tú, Ron –fijó sus ojos verdes en los azules de Ron con dureza-. No puedes compararte con Draco, Ron, ni lo intentes.

.-¡Él es un mortífago!

.-¿Y qué? –Harry entrecerró los ojos-. Vale mucho más una persona que se ha corregido que una hipócrita que siempre ha ido de buena cuando no lo era.

.-Te lo digo por última vez, Harry –la voz de Dumbledore tenía un tono de dureza que Harry nunca le había oído antes-. Si decides irte con Malfoy no volverás al mundo mágico, absolutamente bajo ninguna circunstancia ni excusa. No volverás a tener el favor de la magia.

.-Si eso significa librarme de la gente falsa de este mundo y poder ser feliz, sí, estoy dispuesto a abandonarlo.

Sintió el firme apretón que Draco le dio en su mano, preguntándole silenciosamente si estaba seguro de ello. Harry giró su cara hasta mirar a su novio de frente y fijó sus ojos verdes sobre los grises de Draco antes de besarlo suavemente en los labios y después sonreírle.

Miró su varita con cariño de nuevo, sintiendo tener que separarse de ella, pero luego con determinación levantó la mirada, la posó en Fudge y se dirigió hacia él. El hombre se había quedado paralizado, y no reaccionó cuando Harry le cogió la varita de Draco y volvió al lado de su pareja.

Con una sola mirada, Draco y Harry se pusieron de acuerdo en lo que tenían que hacer. Observando la aprobadora mirada del rubio, Harry juntó las dos varitas, las cogió por ambos extremos con sus dos manos con fuerza e hizo palanca contra su pierna. Los dos secos "crack" resonaron por toda la silenciosa habitación, sobresaltando a todos, sobretodo a Albus Dumbledore, Ron Weasley y a Hermione Granger, que miraron a Harry con el asombro pintado en la cara.

Pero éste no les hizo el más mínimo caso. Con un último vistazo a los cuatro trozos que antes eran dos poderosas varitas las lanzó al fuego que crepitaba en la chimenea.

No se giró a mirar a ninguno. Se acercó de nuevo a Draco, le cogió de la mano y después de darle un beso en la mejilla le susurró al oído:

.-Vámonos, Draco.

Draco le observó fijamente durante un segundo. Con un levísimo asentimiento de cabeza y una pequeña sonrisa, se aferró a la mano de Harry y comenzó a caminar hacia la puerta.

.-¡Te arrepentirás de esto, Potter! –gritó Ron, con la cara roja de furia justo antes de que el nombrado cerrara la puerta-. ¡Cuando Malfoy te abandone no vengas corriendo aquí a buscar refugio!

Pero a partir de ahí Harry no escuchó nada más. Cerró de un portazo la puerta en las narices de Weasley, deseando por un momento que su pelirroja cabeza estuviera en medio de la trayectoria para poder aplastársela.

Había caminado con entereza hasta que llegó a sus habitaciones en la torre de Gryffindor. Una vez allí, mientras recogía sus pertenencias, no había podido aguantar más y se había puesto a llorar y a sollozar. Draco, que había esperado a que aquella explosión apareciera, se acercó corriendo a Harry y le abrazó contra su pecho, susurrándole palabras tranquilizadoras y pasándole las manos por la espalda, dibujando círculos sobre la tela de la túnica esperando a que Harry dejara de llorar.

Pasaron unos pocos minutos hasta que las lágrimas dejaron de fluir de los ojos verdes de Harry. Éste, avergonzado por su explosión, ocultó el rostro en el hombro de Draco y pasó los brazos alrededor de su cintura aferrándose a su novio.

.-Ya pasó, Harry –oyó que Draco le susurraba al oído, sin dejar de acariciarle-. Ahora tenemos una nueva vida por delante –Draco sonrió con cariño cuando Harry le miró-, y vamos a disfrutarla. Te prometo que jamás te abandonaré, Harry. Siempre estaremos juntos.'

Harry sonrió, con una mezcla de melancolía y alegría, al recordar aquello. Draco había cumplido su promesa al pie de la letra, y nunca le había dejado solo. Si bien habían tenido sus peleas y sus diferencias, había aprendido a solucionarlas rápidamente, antes de que la pelea llegara a más.

.-Por eso ahora no puedes abandonarme, Draco –le dijo en voz alta a aquel hombre que permanecía inconsciente en la cama-. No puedes romper tu promesa.

Parpadeó con rapidez al notar que sus ojos volvían a inundarse de lágrimas. Respiró profundamente y se mordió el labio inferior. No iba a llorar. A Draco no le gustaría verle llorar cuando despertara. Porque iba a despertar, eso seguro.

El silencio en la habitación era espantoso, insoportable. Sólo el pitido de aquellas máquinas que conectaban con Draco interrumpía ese horrible mutismo.

La puerta volvió a abrirse. Una nueva enfermera entró, mas Harry no le hizo caso. Siguió aferrando aquella fina mano de pianista entre las suyas propias, comparando los tonos de ambas pieles: pálida la de Draco, morena la suya.

Había tantas diferencias entre ellos… Y aún así se habían acabado enamorando el uno del otro sin remedio. Dos polos opuestos atrayéndose irremediablemente entre ellos.

Bajó la cabeza y besó de nuevo la palma de Draco. Le encantaban aquellas manos, le encantaba oír las melodías que sacaban desde las teclas de un piano, le encantaba sentir los escalofríos de placer que le provocaban cada vez que se ponían en contacto con su piel. Le encantaban aquellas manos que había aprendido con tanta rapidez a olvidar la varita mágica y a apañárselas en el mundo muggle sin ella.

Porque así había sido. Para sorpresa de Harry, Draco se había acostumbrado con asombrosa facilidad al mundo no-mágico. Había aprendido a valérselas sin magia por medio rápidamente y sin muchos problemas. Le habían impresionado todos esos artilugios electrónicos que habían creado los muggles y se había sentido fascinado con ese cacharro del que salía música de cualquier tipo apretando un botón.

Lo que en verdad le había costado había sido aprenderse todos esos nuevos nombres extraños que utilizaban los muggles en la vida diaria. Tráfico, teléfono o semáforo sólo eran unos pocos ejemplos. Pero con toda esa dignidad Malfoy que tenía, Draco había superado esos minúsculos problemas y se había sacado la carrera de publicista a la vez que Harry se había sacado el módulo de Auxiliar de Jardín de Infancia.

Recordando todos esos baches y obstáculos que los dos había tenido que superar, Harry no podía creer que un asqueroso accidente de tráfico pusiera en peligro la vida feliz y tranquila que había llevado con un novio. ¡Simplemente era imposible! Era horrible ver a Draco allí tumbado, inconsciente y lleno de tubos que le ayudaban a sobrevivir.

Pero ése sólo era otro simple bache que Draco son su ayuda esquivaría y superaría para poder volver a esa maravillosa vida que había llevado hasta esos momentos.

Sí, eso era lo que iba a pasar.

Con un desesperado movimiento de mano, Harry se desarregló aún más el pelo. Volvió a pasear sus ojos verdes por el cuerpo casi inmóvil de su pareja, asegurándose sobretodo de que aquel pecho firme y vendado seguía moviéndose. Sí, lo hacía, lentamente, muy lentamente, pero con regularidad.

Sin soltar la mano de Draco se puso en pie para desentumecer los músculos. Llevaba demasiado tiempo sentado en esa silla, y no estaba acostumbrado a estarse quieto en un mismo sitio durante mucho tiempo, pero no pensaba moverse de allí hasta que Draco despertara. Eso ni soñarlo.

Miró el reloj en su muñeca. Cuatro horas. Draco llevaba cuatro horas en aquella habitación, durmiendo profundamente, luchando por sobrevivir, empeñado en no abrir los ojos y hacerle sufrir.

Estuvo a punto de soltar una carcajada histérica. ¡En qué estaba pensando? Draco no tenía la culpa de estar postrado en esa cama, no tenía la culpa de estar en la fina línea que separa la vida de la muerte, no tenía la culpa de estar luchando por sobrevivir. Y definitivamente no tenía la culpa de estar haciendo sufrir a Harry, de que estuviera a punto de sufrir un ataque de histeria porque no despertaba.

Acarició con su mirada verde los afilados rasgos de la cara de Draco. Con su mano libre acarició su sedoso pelo rubio y con sus labios los otros finos y pálidos, besándole con tanto cariño y amor como seguramente lo hizo el príncipe cuando quiso despertar a la Bella Durmiente.

Pero al contrario de lo que pasó en el bello cuento, el príncipe, en este caso, no despertó, sino que siguió atrapado en la insensible oscuridad de la inconsciencia.

.-Vamos, Draco –le susurró Harry, manando amor por cada palabra-, vamos mi amor, tienes que despertar. Venga, despierta.

Volvió a rozar los labios de Draco con los suyos, pasando la mano de los mechones rubios a la mejilla, al cuello y al pecho en una suave caricia. Dejó posada la mano en medio del pecho, sintiendo la calmada respiración bajo la palma de su mano.

Sin embargo, aquello sólo lo sintió durante unos breves instantes. De pronto aquel pecho dejó de moverse y un agudo pitido ininterrumpido resonó en toda la habitación proveniente de una de las máquinas conectadas a Draco.

El corazón se le detuvo en el pecho. Giró sus terrados ojos verdes hacia la máquina, viendo aquella macabra línea recta que hasta hacía unos instantes señalaba los latidos del corazón de Draco con unas cuantas líneas quebradas.

Pero ahora no. Ahora estaba terroríficamente recta, sin ninguna variación.

Aquello no podía estar ocurriendo.

Un par de médicos junto con unas cuantas enfermeras entraron como una exaltación en la habitación. Una de las enfermeras apartó a Harry del lado de Draco sin notar la menor resistencia del moreno.

Todo lo que pasó a continuación ocurrió de forma rápida y confusa. Harry sólo veía masas borrosas moviéndose alrededor de la cama de Draco. El sonido agudo de aquella máquina eclipsaba las voces de todas las demás personas de la habitación.

No obstante una voz se oyó y fue percibida por Harry con toda claridad por encima de todo ese barullo.

.-¡Maldita sea, le estamos perdiendo¡Ponedle cuatro miligramos de…

Pero Harry ya no oyó lo siguiente que dijo el médico. Su corazón empezó a latir con dolorosa rapidez en su pecho, y un fuerte mareo le presionaba la cabeza. De sus labios sólo podía salir el nombre de Draco, susurrando con angustia y desesperación.

.-¡Le perdemos!

.-¡No!


Ale, aquí un capítulo más. Como veis, al final no son tres caps sólo… (si es que en menudos líos me meto…aish...) pero el siguiente ya si que será el último definitivamente :D Espero que os haya gustado y que… bueno, que no me matéis u.u'

Euge, espero que te siga gustando!

Mil besotes a todos, y muchísimas gracias a los que dejaron rr!

Aykasha-peke
Miembro de muchas Órdenes