Bendecido con el corazón de un héroe
Escrito por Magnus9284, traducido por Fox McCloude
Disclaimer: My Hero Academia, Konosuba y todos sus personajes son propiedad de Kohei Horikoshi, Natsume Akatsuki y Kurone Mishima. La historia original le pertenece a Magnus9284, yo solo tomo crédito por la traducción. Todos los derechos reservados.
Capítulo 19 – Una triste despedida
En las puertas de Axel, un grupo de aventureros se encontraba en medio de una sombría conversación. El sol pronto se pondría, y el viento comenzaba a ponerse frío.
- Lo lamento… – murmuró Darkness, temblando como una hoja en el viento.
Lady Lalatina "Darkness" Dustiness Ford tenía permitido trabajar como aventurera gracias a su padre. Como aventurera, tenía mucha libertad que su herencia noble solía denegarle; podía hacer amigos, explorar mazmorras, y meterse en situaciones peligrosas mientras todavía siguiera al alcance de los brazos de su familia. Sin embargo, nunca podría escapar de sus deberes como noble.
Cuando fue a casa para despedirse de su padre, no se lo tomó nada bien.
Marchar hacia las líneas frontales fue algo que inmediatamente le prohibieron hacer. Aunque le permitieran arriesgar su vida mientras se pudiera recuperar su cuerpo, ya que su familia podía permitirse pagar por la magia de resurrección, morir en las líneas frontales significaba que no había resurrección, y por tanto no habría forma de regresar.
Lord Dustiness Ford había utilizado su única carta viable. La amenazó con tomar la vida de Izuku, y las del resto de su recién descubierta nueva familia, si algo llegaba a pesarle.
- Por favor perdónenme… – Aela se inclinó mientras abrazaba a su Bianca, menos por querer protegerla y más por querer despedirse de ella.
En este momento, la Cazadora deseaba no haber abierto la carta que recibió hoy. Era una respuesta de casa, y las cosas habían salido mal en cualquier manera posible. Sus padres ahora venían de camino a Axel, para conocer a su querido líder, y tratar de convencerlo de casarse con ella para que fuese parte de la familia.
Ella admitiría que la idea de casarse con el líder de su grupo no era algo de lo que querría escapar, pero la intención detrás de la idea de sus padres era lo que la hacía detenerse. Intentaban usar el éxito de Izuku para avanzar su propia agenda como nobles, para ganar prestigio y poder. Por supuesto, esto significaba que el orden de la herencia tendría que cambiar para acomodar a la nueva adición de la familia. No sólo eso convertiría a Izuku a la fuerza en un peón político, sino que ella arruinaría las vidas de sus hermanos.
Y también, la imagen mental de Megumin borrando a toda su familia… y probablemente también todo su territorio junto con ellos… no era menos incentivo para frustrar semejante plan. Ella no tenía más opción que esperar a que llegaran sus padres, Izuku… no tenía por qué hacerlo.
- No hay nada por qué lamentarte. – le respondió Izuku a Darkness, y luego se giró hacia Aela. – Y a ti, no tengo nada que perdonarte. Tienes tus razones, y eso lo respeto.
Ambas chicas habían dado explicaciones muy breves, ya que ninguna de las dos quiso perder el tiempo con los detalles. Darkness no quería avergonzarse frente a su santo, para mostrar lo mucho que seguía apegada a su familia, incapaz de seguir a la figura santa a la que tanto deseaba. Aela no se atrevió a revelar su estatus de noble, rehusándose a dejar que su líder se viera enredado en las maquinaciones de su familia.
Ninguna de las dos se esperaba que el Archidruida esmeralda las abrazara, mucho menos que esa amabilidad se sintiera tan dolorosa.
El atardecer se acercaba cada vez más, y su ventana de oportunidad para partir se estaba cerrando. En otro tiempo, en otro mundo, Izuku habría esperado a que ambas resolvieran sus situaciones, hasta que estuvieran listas para acompañarlo.
- Las estaré esperando en la siguiente ciudad, en Roggard, como planeamos. – explicó Izuku, demostrando que no estaba dispuesto a quedarse en Axel más tiempo. – Las esperaré hasta que llegue la primavera.
Y con eso dicho, ambas chicas nobles rompieron en llanto.
Mientras observaban a Izuku girarse para coger las riendas de su carreta, la Paladín y la Cazadora no pudieron evitar sentir que habían tomado la peor decisión de sus vidas. No era como que se disolviera el grupo, sino más bien que ellas lo estaban abandonando. Peor todavía, Izuku no les había confiscado su equipamiento, lo que las hizo sentirse aún más culpables.
Con los ojos cegados de lágrimas, ambas chicas se perdieron ver a Chika y Yunyun despedirse de ellas mientras el carruaje era arrastrado por las pisadas del gigantesco Behemot.
Izuku, por su parte, no tuvo tiempo para ahogarse en su tristeza solo. Megumin había, con mucho tacto, elegido sentarse junto a él.
- ¿Estás bien? – le preguntó, inclinándose sobre el hombro de su novio.
- No. – replicó Izuku con honestidad. – Las voy a extrañar.
Tomándose un minuto para recordar todas las aventuras y desventuras que tuvieron con Darkness y Aela, llegó a una triste conclusión.
- Sin ellas, el viaje se va a sentir muy so…
- ¡IZUKU!
Un grupo de voces gritando su nombre forzó a Izuku y a Megumin a girarse, aunque el Behemot apenas aminoró la marcha. Dust y su grupo estaban corriendo detrás de ellos.
- ¡Queremos ayudarte en tu viaje! – gritó Dust, mientras él y su grupo se iban acercando a la carreta todavía en movimiento.
Izuku iba a echar de menos a sus compañeras, pero ¿quizás el viaje no iba a ser tan solitario como creía?
(-0-)
Un par de horas después…
Bien entrada la noche, una carreta solitaria avanzaba a paso firme. Linternas en cada esquina del techo emitían una luz esmeralda, y los únicos sonidos que se oían en la otrora vacía noche eran los que hacía la bestia que tiraba del vehículo.
*¡STOMP! ¡STOMP! ¡STOMP!*
Era un ruido muy fuerte…
- Eso no es un golem… – murmuró Lean, temblando ligeramente mientras echaba miradas a la criatura hecha de plantas que tiraba de la carreta. – Está vivo, y tiene mente propia…
Los tres chicos ni siquiera trataron de replicar. Lo único que podían entender era que el Behemot había sido creado por el Archidruida. Lo imposible de tal hazaña apenas era cubierto pobremente por el hecho de que se trataba de Izuku, y sus cerebros no podían comprender más allá de eso.
- ¿Quizás deberías tomar una siesta? – sugirió Dust tocándose su propio muslo, ofreciéndolo como almohada improvisada. – Sé que no será de clase alta como el interior de la carreta, pero…
Lean simplemente aceptó la propuesta, con su mente demasiado dormida para sentir vergüenza enfrente de los otros dos.
- Por supuesto, aquí afuera no es tan cómodo como adentro…
- He visto habitaciones caras menos cómodas que esta carreta…
El grupo había podido ver el interior cuando Izuku le ofreció a Lean un lugar adentro. Aunque los chicos se habían quedado asombrados de ver asientos acojinados, un piso limpio, y el techo más libre de manchas que habían visto en todas sus vidas, Lean se sentía horrorizada ante el pensamiento de estar adentro de lo que ella consideraba un cuarto de harem.
Se había quedado hecha un manojo de nervios al declinar la oferta, por las razones equivocadas.
*¡STOMP! ¡STOMP! ¡STOMP!*
- Al menos no tenemos que escuchar nada excepto al Behemot, ¿verdad? – preguntó burlonamente Dust, ganándose gruñidos del resto de su grupo.
Se habían logrado unir a Izuku, pero ahora sentían que su ya de por sí socavado orgullo estaba siendo pisoteado. La bestia mitológica que jalaba el vehículo era una mejor medida de disuasión contra los ataques de lo que ellos jamás lo serían. Ni siquiera podían ofrecerse a ayudar con las riendas tampoco, porque el Behemot no era algo que pudieran dirigir, sin importar cuanto lo intentaran.
La idea de ser pisoteados hasta ser pulpa en el suelo por un Behemot que podría ofenderse ante unos simples mortales tratando de dirigirlo, era algo que nunca saldría de sus mentes.
- ¿Cómo dirige alguien a un Behemot? – preguntó Keith sin hablar con nadie en particular.
- ¿Supongo que necesitas ser Izuku para hacerlo? – sugirió Taylor dándoles la única explicación que tenía sentido.
Ya podían imaginarse a Izuku poniéndole fin a la guerra, y recibir ellos una pequeña mención como notas al pie de página en los libros de historia, como los sirvientes que llevaron su equipaje…
…
Entretanto, adentro de la carreta… había un desastre.
Izuku no podía evitar mirar el día en retrospectiva, cómo sus planes simplemente no llegaban a realizarse. Dos miembros importantes de su equipo tuvieron que abandonar la misión, y sabía que no había ningún otro culpable que él mismo.
- "Debí haberlo visto venir…" – pensó Izuku, mientras acariciaba el cabello de su novia.
Izuku sabía que su plan, desde el punto de vista de los residentes de este mundo, parecía suicida. La guerra había estado en marcha por lo que parecía una eternidad, ya aquellos que iban a las líneas frontales eran tan brutalmente asesinados al punto que sus almas no querían regresar. Cualquiera vería su misión como una ridiculez, algo que era mejor dejárselo al rey y a sus hombres.
Pero el rey y sus hombres no habían podido hacer ningún avance en los esfuerzos por la guerra. Las diosas tampoco habían podido encontrar un héroe apropiado. Algo tenía que hacerse, y si quería volver a su hogar, tendría que ser él quien lo hiciera.
Unos ruiditos distrajeron al Archidruida por un segundo; Chika se había movido ligeramente, estirando su ala para cubrir los cuerpos de la pareja mejor.
- "Me aseguraré de protegerlas a todas." – pensó Izuku, mientras su corazón daba un vuelco de felicidad por recibir tanto amor. – "¡No dejaré que lastimen a ninguna de ustedes!"
Izuku había estudiado un poco sobre la guerra actual, y había notado algo de lo que debería haber considerado antes hacía tiempo. Nadie tenía una pizca de sentido común.
Las líneas frontales de la guerra consistían en las tropas del rey luchando contra las hordas del Rey Demonio. Sin embargo, esa declaración era una forma más bonita de decir que ambos lados estaban conteniendo al otro en la frontera, observándose entre sí como halcones para evitar una invasión en masa.
Las verdaderas batallas las peleaban equipos de incursión, equipos que consistían en un líder fuerte y su grupo de personajes de apoyo. Era exactamente como los videojuegos que él recordaba vagamente, donde el jugador tomaba el rol del héroe y sus seguidores asumían papeles arquetípicos.
La lógica de los videojuegos pertenecía al reino de los videojuegos. El mundo real necesitaba un enfoque realista.
- Increíble… – murmuró Yunyun, tendida en el otro sillón. Afortunadamente, lo estaba usando como cama, con sus piernas bien lejos de la vista de Izuku. – Si esto es verdad… ya entiendo… esto es lo que hace que la realidad sea real…
Los murmullos de Yunyun asaltaron de nostalgia a Izuku. Le recordaba mucho a sí mismo. Ahora por lo menos limitaba sus murmullos en cuartos aislados y momentos en los que los miembros de su equipo podían escucharla. Aunque a Megumin le encantaba oírlo murmurando. También había hecho su misión personal registrar toda su sabiduría del otro mundo en cualquier papel que tuviera disponible.
Izuku sabía que tendría que hacer reconocimiento de la situación primero y reunir información sobre las fuerzas enemigas. Luego de compilar esa información, podría construir un plan para lanzar un ataque decisivo que minimizara los riesgos. Con lo poco que sabía sobre la barrera y el castillo, el único plan que tenía por el momento era reunir a los Demonios Carmesís y ponerlos a bombardear el castillo del Rey Demonio con una ráfaga continua de Big Bangs.
Desafortunadamente, tal decisión significaría la muerte de cualquier esclavo o prisionero que estuviese adentro. Izuku detestaba la idea de hacer sacrificios por un bien mayor.
- Blandito… que… blandito… – La voz arriba de Yunyun sonaba como que alguien estaba teniendo un sueño muy vívido. – Dame… déjame…
Izuku sonrió ante la escena.
Wiz estaba durmiendo en ese momento en la red destinada a llevar equipaje o carga. No se veía ni de cerca tan cómodo como los sillones, pero sus nuevos instintos demandaban un lugar que estuviera por encima del suelo. Sus nuevos sentidos también demandaban comida, sueño y otras funciones corporales; cosas que la recién reencarnada Avariel había olvidado durante el tiempo que vivió como lich.
Le había resultado muy tierno ver cómo se empachaba con el almuerzo ligero que consumieron, cómo gritaba por lo delicioso que estaba. Luego se asustó un poco por la sensación de perder la conciencia, y entró en un estado de alegría infantil al descubrir que podría volver a dormir y soñar.
Aunque fallaba en entender su nuevo cuerpo, y casi se desmayó por el cansancio… lo que fue un gran alivio para Chika.
Debajo de los pies del peliverde, una masa de músculos y escamas se movió ligeramente, recordándole a Izuku que estaban teniendo problemas para sacarles a sus queridas chicas esa mentalidad de esclavas.
Cuando el sillón resultó ser demasiado pequeño para que a Liza le pudiese servir como un cojín adicional, decidió echarse al suelo por querer servirle de descanso para pies a su querido amo. Izuku protestó, en verdad lo hizo, pero los ojos tristes de la chica cocodrilo albina le ganaron al final. Ahora tenía que pasar por la humillación de descansar sus pies en el cuerpo de una chica.
Era difícil pensar en sí mismo como un héroe en esta posición. Aunque él dudaba que cualquier cosa menor a una tonelada métrica de metal pudiese ser cómodo para Liza.
La carreta continuaba moviéndose en la noche, y las pisadas rítmicas, ahogadas por las gruesas paredes, eran una canción de cuna para aquellos que estaban adentro. Si bien todavía permanecía la tristeza, Izuku todavía sentía que su resolución tomaba raíces; por fin había salido de la línea de partida. Nuevos aliados se unirían a su grupo por el camino, y tal vez algunos no fueran capaces de quedarse con él hasta el final, pero entendía que su meta era muy grande para la mayoría de las personas.
Sin embargo, las personas más importantes para él se quedarían a su lado hasta el final, y ese hecho le daba fuerza. El saber que ellas querrían quedarse con él más allá de su meta final le daba esperanza, a pesar de todo. Aunque se viera forzado a abandonar los poderes que había ganado para poder conservar a sus personas importantes, seguiría adelante.
El ayer había quedado atrás, igual que el pueblo de principiantes. Izuku cerró sus ojos y se dejó caer en el sueño una vez que entendió que el mañana iluminaría un nuevo camino hacia el futuro…
O eso esperaba…
(-0-)
Al día siguiente…
A medio camino hacia Roggard, en medio de la carretera, estaba teniendo lugar una escena muy problemática. Una carroza grande y hermosa estaba siendo asaltada por bandidos.
Era alrededor de una docena de hombres, cada uno con diferentes tipos de armaduras y armas de calidades variables, que se encontraban asediando a sus víctimas. La escena era bastante espantosa, pero no parecía un simple asalto normal; todo el camino estaba lleno de cadáveres y charcos de sangre.
Una mujer caballero se encontraba sosteniendo en alto su escudo, con una expresión desafiante en su rostro, mientras sus dos colegas soldados yacían en el suelo en charcos de su propia sangre. Sin embargo, la docena de bandidos parecía estar dudando ligeramente, si bien parecían estar mirando con lujuria a la mujer frente a ellos, al tiempo que una docena de sus compañeros, la mayoría de ellos cortados en pedazos, estaban regados por todo el suelo entre ellos y la última línea de resistencia.
- ¡Ya date por vencida, zorra! – gritó el líder de los bandidos. – Ríndete ahora y te dejaremos vivir. ¡Después de que nos divirtamos con tu cuerpo, de todas maneras!
No hubo vítores ni comentarios subsiguientes. El resto de los bandidos podrían haber sido escoria, pero no habrían seguido con vida tanto tiempo si se lanzaran de frente contra un peligro obvio.
La mujer caballero no respondió, sino que mantuvo su postura firme. El primero que se adelantara quedaría cortado a la mitad. Y aunque eso significara dar su propia vida, estos bastardos jamás le podrían echar una mirada a la preciada carga que había dentro de la carroza.
- "Solo un poco más." – pensaba la mujer. – "Una patrulla debería llegar en cualquier momento…"
Según el noble a cargo de esta área, había patrullas regulares por todo el camino. Y también, según ese mismo noble, no debería haber bandidos acechando en este mismo camino. Si dicho noble había mentido en su reporte, entonces habría algunas ejecuciones pendientes… asumiendo que alguien sobreviviera para entregar el reporte en la capital, por supuesto.
- ¡El hechizo está listo! – gritó un hombre con capucha. – La voy a poner a dormir. ¡No olviden amarrarla antes de iniciar cualquier diversión!
Ahora los bandidos empezaron a celebrar, tanto de alivio como de lujuria.
La mujer caballero casi cayó en pánico; la mitad de su mente le gritaba que interrumpir el hechizo era vital para evitar la derrota, mientras que el resto le recordaba que su carga podría quedar expuesta al peligro si acaso cambiaba de posición.
Ella no podía más que rezar por que apareciera un héroe…
*¡STOMP! ¡STOMP! ¡STOMP!*
El fuerte sonido se vio acompañado por unos temblores rítmicos. Cada persona viva se giró hacia la fuente, sabiendo muy bien que tales sonidos debían pertenecer a una criatura masiva, del tipo que sin duda se los comería a todos y luego continuaría derribando las murallas de alguna ciudad cercana.
No se esperaban ver una carreta siendo jalada por… ¿un pequeño Behemot?
- ¿Qué demo…?
*¡TWACK!*
Una flecha impactó en el cráneo del bandido, matándolo al instante. Su muerte fue suficiente para que el resto perdiera completamente la compostura.
- ¡Buen tiro! – exclamó Dust desde arriba de la carrera, y Lean secundó su halago.
- En realidad le estaba apuntando al que parecía el jefe… – murmuró Keith mientras cogía una segunda flecha.
En las riendas, Izuku hacía su mejor esfuerzo por ignorar la confesión del arquero, y reprimía las náuseas por ver a alguien morir frente a él… de nuevo.
- Protejan a las personas. – ordenó Izuku, encontrando difícil tragarse el cómo los otros aventureros seguían sus órdenes, y lo probable que sería que mataran a los bandidos como resultado. – ¡Todo lo demás es secundario!
El Archidruida esmeralda deseaba con todas sus fuerzas que los bandidos decidieran huir.
(-0-)
Un par de minutos después…
Había sido una victoria total, tan unilateral que más bien fue una masacre. Para su decepción, Izuku Midoriya sentía que toda esa sangre ahora estaba en sus manos.
¿Por qué no huyeron? ¿Por qué no eligieron rendirse, o suplicar por sus vidas?
Era inhumano, pero Izuku recordó por qué esto era una ocurrencia común. No había prisión para los bandidos, solo muerte. No había derechos humanos para quienes decidían vivir fuera de las leyes de los reinos. En vez de enviar sus pertenencias a sus familias, sus cuerpos eran saqueados por los aventureros que los habían matado.
Al ver a Dust y su grupo, incluso la dulce y cariñosa Lean, despojar a los cadáveres de los rufianes como si fuese algo que se esperaba de ellos hizo que el estómago de Izuku se revolviera.
- ¡Aventureros! – llamó la mujer caballero al grupo. – ¡Les solicito que detengan lo que están haciendo!
- Finalmente… – murmuró Izuku, todavía sentado en la carreta, no queriendo tener nada que ver con ese espectáculo de inhumanidad que estaba en curso. – Alguien que tiene…
- Necesito que nos lleven a Axel en el acto. – declaró la mujer caballero en tono firme. – ¡Serán recompensados ampliamente por su servicio, y les agregaré un bono para compensar por dejar de lado sus derechos de tomar el botín!
- ¡¿Qué?! – Izuku no podía creer que acababa de gritar. ¿Era demasiado pedir algo de sensibilidad humana? – ¿Por qué?
La mujer caballero parecía estar a punto de explotar de indignación, como si se ofendiera, pero inmediatamente se controló.
- Mi lady está siendo afectada por una enfermedad muy severa. No se sabe si se trata de una maldición o algún otro tipo de embrujo, y temo que pueda no tener suficiente tiempo. – explicó la mujer, obviamente con dolor. – Su única esperanza es llevarla al pueblo de Axel, donde se dice que hay un sabio, alguien capaz de lidiar con cualquier clase de enfermedad.
- Ya veo… – replicó Izuku con voz pesada.
Maldiciones, enfermedades de origen desconocido y un sabio. Debía tratarse de Keel…
Izuku quería decir que no. Esto no era su responsabilidad. En realidad, odiaba lo inhumano que actuaba la gente de este mundo. Pero al mirar su carroza, supo que no había manera de repararla; los bandidos la habían dañado muy seriamente, no solo destruyéndole las ruedas con magia, sino destrozando todo el chasis inferior con ellas.
Incluso quejarse sobre el uso de fuerza letal se sentía mal luego de ver a los dos hombres que yacían muertos en el suelo. Habían dado sus vidas para proteger a quienquiera que estaba dentro, y dejarla a su destino se sentía como una falta de respeto a los caídos.
- ¿Qué hay de tus compañeros muertos? – preguntó Izuku, todavía dudoso de aceptar la petición.
Salvar esta única vida lo haría retroceder, y no solo por unos pocos días. El invierno se acercaba, por lo que se quedaría atrapado de vuelta en Axel por meses.
La mujer caballero comenzó a hablar con una voz solemne. – - Ellos conocían los riesgos y…
. ¡Yo los puedo revivir! – Sólo para ser interrumpida por una voz de niñita. En ese momento salió una chica muy joven de la carroza destrozada, con cabello rubio y un hábito de monja azul, y se aproximó hacia los soldados caídos. – Sólo denme diez minutos. Necesitarán ese tiempo para llevar a la señorita enferma de todos modos.
- Entendido. – replicó la mujer caballero, y luego se movió hacia la carroza para sacar al individuo que estaba adentro.
Izuku se sintió inmediatamente molesto por la actitud. Esta mujer había decidido por su propia cuenta que tenían derecho a utilizar su carreta, y que él no tenía ningún derecho a denegárselas. Si era honesto, este mundo no era exactamente merecedor de su amabilidad; para ser honesto, la vida de una sola mujer noble sería insignificante si la comparaba con las vidas que se perderían en las líneas frontales si acaso regresaba a Axel y se veía forzado a pasar el invierno allá.
Se preparó para explicar su punto a la mujer caballero. Ya estaba listo para ordenarle a su nuevo amigo continuar la marcha hacia la siguiente ciudad.
- Quédese quieta, milady. – dijo la mujer caballero a la pequeña niña que llevaba en sus brazos, de la cual solamente era visible un poco de su cabellera rubia debido al manto que la envolvía. – Llegaremos a tiempo, se lo juro por mi vida.
Y entonces Izuku vio la cara de la niña. El sudor frío, el dolor…
Megumin y Liza se habían quedado a su lado todo el tiempo, como observadores silenciosas de todo lo que sucedía. Y ahora, Megumin mostraba una sonrisa resignada en su rostro. Ella sabía exactamente lo que iba a suceder.
- Megumin, vuelve adentro y arregla uno de los sillones para que quede despejado para la niña. – pidió Izuku, sonando resignado pero a la vez mostrando una sonrisa de disculpa. – Chicos, muevan el equipaje para que los soldados revividos puedan montarse allá arriba con ustedes.
Hubo una sensación de satisfacción al ver que cumplían sus órdenes sin dudar. Se sentía bien que lo escucharan, siendo una de las pocas cosas buenas de haber venido a este mundo. Mientras Megumin entraba a la carreta para asegurarse que hubiera suficiente espacio, Izuku se giró hacia su fiel compañera.
- Liza, ¿puedes ayudar a la señorita caballero con la niña? – La petición de Izuku fue respondida de inmediato con un asentimiento y un gruñido de parte de la chica cocodrilo albina. – Sé gentil.
La advertencia de Izuku vino con un extraño sentido de urgencia, algo que la mujer caballero no falló en notar. La susodicha parecía cansada, pues al dar los pasos tan lentamente era obvio que pelear contra los bandidos le había pasado factura.
- Yo… cargar… – dijo Liza al llegar con su objetivo.
La mujer caballero frunció el cejo al ver a la esclava frente a ella. Era obvio que se estaba conteniendo de decir maldiciones, pues era consciente de que necesitaba la ayuda del chico con la carreta, y que no tenía la fuerza como para obligarlo a cooperar.
- No hay forma de que te la entregue… – espetó la mujer caballero con tanta educación como pudo. – No hay forma de que una bestia como tú pueda tratar a mi lady con la gentileza necesaria…
Una esclava valiosa seguía siendo una esclava. Una esclava entrenada para trabajo pesado trataría a la noble en sus manos como si fuese cualquier pieza de equipaje. Los esclavos eran esclavos por una razón, y su confiabilidad no cambiaba independientemente de lo bien entrenados y cuidados que estuvieran. La mujer caballero había llegado a esta conclusión al ver a la mujer lagarto albina aproximándose, llevando una armadura con aspecto de estar muy limpia y bien alimentada. Sin duda trabajadora y juguete sexual.
Liza ni siquiera se detuvo al llegar ante ellas. No le hizo caso a la voz desafiante, o a nada en realidad. Simplemente entendió que la humana con armadura no iba a soltar a la humana enferma. Así que tenía que llevar a la humana enferma adentro de la carreta de otra forma.
Simplemente tomó la solución más fácil.
- ¡¿Qué diablos crees que haces?!
Levantó tanto a la mujer con armadura como a la niña enferma en sus brazos.
- ¿Cómo? ¡¿Por qué?!
Incluso caminó más rápido de lo que podría haberlo hecho la mujer caballero mientras no cargaba nada en absoluto, llegando a la carreta en un parpadeo.
Para la chica cocodrilo albina, no había diferencia entre cargar una, dos, o una docena de cualquier cosa. Su amo simplemente quería que entraran a la carreta así que las llevó allí. Aplicar fuerza bruta era su manera más sencilla de resolver a sus problemas en la vida, después de todo.
- Recuérdenme nunca ponerla de mal humor… – murmuró Taylor observando la escena.
La mujer caballero llevaba equipamiento mucho más pesado que él, y Liza no sudó ni una gota, como si no le importara.
- ¿Acaso alguna vez está de buen humor? – susurró Keith. – ¿Aparte de cuando está con Izuku?
- Los hombres cocodrilos son aterradores… – Dust tembló al recordarse la vez que Liza por poco lo mata… y con un golpe ligero.
Lean ni siquiera comentó. Izuku era a partes iguales amable y aterrador, y era tan inútil tratar de entender como lo era dividir un cabello por la mitad.
De repente, una harpía negra aterrizó en el techo de la carreta.
- Chika no vio más tipos malos alrededor. – reportó, causando que los mediocres aventureros, temblaran. – ¿El amo consiguió nuevos amigos?
La chica cocodrilo albina era intimidante, y los aventuraros habían aceptado que probablemente los podría despedazar con cero esfuerzos si llegaban a ofender a Izuku, pero al menos su sola existencia no los lastimaba.
Chika podía lastimarlos cada vez que hablaba. La harpía negra también podía herir monstruos con su sola voz. ¿Y aun así Izuku la mantenía cerca día y noche?
En el asiento del conductor, Izuku suspiró.
De nuevo se vio derrotado por su necesidad de salvar a la gente. La niña estaba sufriendo, y no era responsable por los problemas que lo estaban plagando. Los sacrificios eran inaceptables, al menos eso era lo que su corazón le decía. Sacrificarla por el bien de su misión no solo sería hipócrita, sino inhumano. Si era honesto, admitiría que incluso si hubiese decidido dejarlos atrás… se habría dado la vuelta para ayudarlos a los cinco minutes.
- ¿Amo… bien? – preguntó Liza mientras reasumía su posición preferida junto a él. Izuku suspiró derrotado.
- No te preocupes. Solo es un caso de Izuku siendo Izuku, a pesar de sus mejores esfuerzos por ser diferente. – replicó Megumin mientras volvía a su asiento de nuevo.
- Es solo que… – Izuku apagó su voz, como si buscase algo, o a alguien a quien culpar. – Estoy cansado de que las cosas no vayan como deberían.
Cruzar las puertas de Axel iba a resultar excesivamente embarazoso ahora, estuvieran rescatando a una noble o no.
- ¿El amo se siente decaído? – preguntó Chika, y luego sonrió cuando se le ocurrió una brillante idea. – ¡Chika sabe cómo hacer que el amo se sienta mejor!
Izuku parpadeó confuso. Entró en pánico al ver a la chica aviana chica guio a Megumin para que cambiaran de asientos… o más bien, para que se sentara en el regazo del chico.
Ambos adolescentes se sonrojaron por un momento…
- A-acaso… esto… – Megumin tartamudeaba un poco, pero rápidamente comenzó a acurrucarse con su novio – ¿Ayuda?
- P-pues… – Izuku también tartamudeó, pero abrazó a su novia. – Sí…
Relajarse en la calidez de la pequeña Demonio Carmesí realmente ayudaba a aliviar los nervios del Archidruida. El contacto se sentía natural, y aunque su romance no era tan intenso como habían visto con algunas parejas en Axel, lentamente se empezó a escalar por lo cómodos se sentían uno con la otra en público.
- ¡Ya estamos listos aquí arriba! – dijo la monja desde arriba de la carreta.
Una mirada a los dos soldados fue más que suficiente para entender que la sacerdotisa había utilizado Levantar a los Muertos, en lugar de Resurrección. Los pobres hombres estaban sufriendo de mareos y desorientación tras ser revividos, con sus estadísticas disminuidas y sus sentidos desordenados hasta tener la oportunidad de descansar apropiadamente.
Una pequeña ventana detrás de Izuku se abrió.
- Todo está listo adentro también. – reportó Yunyun con un tono de satisfacción, como si cumpliese con algún deber. – Aunque desearía que la señorita caballero dejara de actuar como si fuéramos secuestradores.
- Si no le gusta allí es libre de salirse. – replicó Megumin en nombre de Izuku, ofendiéndose por la actitud.
- Mis disculpas. – replicó rápidamente la mujer caballero. – Acepto humildemente su ayuda en esta empresa. Así que por favor, empecemos a movernos.
La mujer no sonaba a estar disculpándose, o humilde, pero Izuku sabía que hacer sufrir a la chica más de lo necesario no era la respuesta correcta.
- De acuerdo entonces… – dijo finalmente Izuku, y luego dirigió la voz hacia el amigo que había creado. – Regresemos a Axel, Komoe.
El nombre que habían escogido para el Behemot era eses, Komoe. Chika dijo que era lindo. Liza dijo que era pequeño. Yunyun lo llamó adorable. Al ver que el consenso era que si a la criatura no le importaba el nombre mientras lo tuviera, eligió una combinación de "pequeño" y "lindo" en japonés.
Porque sabía que a cierto rubio explosivo probablemente le daría una aneurisma si llegaba a enterarse de ello.
*¡STOMP! STOMP! STOMP!*
Y así, la carreta dio la vuelta y comenzó el viaje de regreso a la ciudad de los principiantes. Esta vez fue más rápido que antes, pero a un paso tranquilo de todos modos.
…
Entretanto, detrás de un árbol observando la escena, Chris suspiraba de alivio. El héroe volvería a Axel, lo que significaba más oportunidades de llegar a su amada Avariel.
- Al menos no tuve que intervenir… – murmuró Chris, girándose para ver el cadáver debajo de ella – … demasiado.
Seguir esa carrera había sido una pesadilla. La bestia a la que Izuku había creado era más que un simple golem sin cerebro, o un arbusto primitivo animado. Tenía inteligencia, incluso inteligencia malévola. Cada vez que se acercaba, aunque fuera solo un poco, giraba su cabeza como si la estuviera buscando, y ella estaba muy segura que no era para hacerle cariños.
Encontrarse con esta gente había sido una bendición, en serio. Sabía que el chico era demasiado blando para su propio bien, y que no habría manera de que ignorase a alguien herido o enfermo sin llevarlo de regreso al pueblo. Por supuesto que ella tampoco se iba a quedar quieta.
Ese grupo de bandidos era más grande de lo que parecía al principio, y ya tenían a un centinela listo para volver a su escondite principal para reunir refuerzos, si las cosas se ponían feas. Rajarle la garganta a ese centinela fue una forma muy fácil de ofrecerle soporte al Archidruida, aunque no pudiese presumir de ello.
- Ahora, de vuelta a Axel. – murmuró Chris con una felicidad desbordante. – Hora de buscar la forma de meterme a ese grupo, ¡y ganarme el corazón de esa amada!
El invierno se acercaba, y la ladrona sabía demasiado bien que Izuku no se iba a mover durante ese tiempo. El ser tan suave de corazón era la más fácil de explotar entre sus debilidades.
Esta historia continuará
Notas del traductor:
¿Qué hay, amigos? Uff, dos traducciones que sigo actualizadas en la misma semana, y el maldito sitio sigue sin arreglar los mails de alerta. Si no fuera porque las tengo en mis favoritos no me daría cuenta, pero bueno, al menos ya volvió, y eso es una buena noticia.
En fin, parece que el viaje de Izuku se pospone por circunstancias imprevistas. Dicho eso, tengo una ligera sospecha de lo que puede suceder, dependiendo de si tengo razón o no sobre quién es la niña a la que acaban de salvar (¿ustedes quién creen que sea?). Además, no había forma de que fuesen a dejar atrás a Darkness y Aela tan fácilmente, así que tendrán que arreglar cuentas con las respectivas familias de cada una. Quizás debí ver venir que algo así iba a suceder, viendo que el chico simplemente no es capaz de ignorar a alguien que necesita ayuda, ya saben como es. Bueno, si hay un lado positivo, Luna se alegrará de que haya vuelto, y a ver si ahora no meten la pata en el gremio con todo lo que hicieron. Por otra parte, la ladronzuela de Chris/Eris todavía sigue empeñada en usar a Wiz como fábrica de bebés, aunque recuperó algunos puntos conmigo por haber ayudado con los bandidos aunque fuese un poco, pero no tiene nada de paciencia con ello, así que me late que seguirá siendo una espinita para nuestro Archidruida.
En fin, ya no me extiendo más. Gracias por el review a darkdan-sama (me salteo uno que fue por pregunta que no iba para mí). Me despido dejándoles dos omakes, uno protagonizado por el rey demonio, y el otro por nuestra diosa inútil favorita. Espero que igual que yo se rían un poco, y hasta la próxima.
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Omake 1 – Un presagio sombrío
En los recintos más profundos del castillo del Rey Demonio, dentro de una cámara sellada que solo un puñado de gente podía entrar, una figura en las sombras observaba a un pedestal solitario.
- Esto no es bueno…
En dicho pedestal solitario, se encontraba una pequeña caja de cristal. El contenido de la caja, visible para cualquiera, era un pequeño frasco con un brillante fluido color carmesí… o al menos debería serlo.
- Esto no es bueno en absoluto…
El frasco estaba roto, haciéndose totalmente añicos. El líquido ya no era del vibrante color carmesí que se suponía que fuese, sino una plasta viscosa y negra. Eran los restos de una filacteria, una que mostraba que la poderosa no-muerta a la que pertenecía había sido exterminada de una manera que liberaba el lazo mágico que mantenía su alma atada a este mundo.
- Bien jugado, Wiz. Muy bien jugado.
La filacteria destruida le pertenecía a la Bruja de Hielo, la lich ridículamente poderosa que sostenía la mitad del poder de la barrera que protegía a su castillo. Por la forma en que se rompió significaba que el pacto había sido cumplido, que ella había hecho su trabajo, que su alma había sido entregada y, en el proceso, finalmente había salvado a sus amigos.
- Entonces, le pusiste fin en tus propios términos. Te ganaste tu libertad… y espero que te haya valido la pena al final.
Aunque no hubiera resentimiento en la voz, había un tono oculto de estrés. La barrera todavía se mantendría fuerte en contra de medios de ataque comunes, pero ahora cualquier arma legendaria sería capaz de atravesarla. Diablos, incluso un hechizo de Explosión muy poderoso sería capaz de hacerlo en este punto. Reemplazar a Wiz estaba fuera de discusión, pues no había manera que alguien tan poderoso como ella tocara a su puerta e hiciera un pacto como el que hizo ella. Habría que improvisar.
Saliendo de la cámara oculta, el Rey Demonio se giró para ver a dos de sus sirvientas.
- Tú. – El Rey Demonio llamó a la primera, una mujer demonio. – Reúne a todos los hechiceros que tengamos a mano, y redirige el poder de la barrera hacia la capa exterior. Necesitamos hacerla ver al menos lo bastante fuerte para alejar a los héroes potenciales.
La mujer demonio asintió y se marchó a cumplir con su deber. Había rumores de dos héroes potenciales que se expandieron como la pólvora en el castillo, y con toda certeza ella no quería enfrentarse a ellos, especialmente al que destruyó a Beldia.
- Y tú. – El Rey Demonio se dirigió hacia la otra, una mujer con rasgos draconianos. – Llama a todos los generales. Tenemos que reorganizar al ejército, y delegar funciones hasta que encontremos reemplazos para nuestros camaradas caídos.
- Acerca de eso… mi señor… – La chica draconiana parecía dudar excesivamente en su voz.
- ¿Qué? – El Rey Demonio empezaba a tener un mal presentimiento sobre esto.
- Vanir, Hans y Wolbach… – la chica draconiana echó unos pasos atrás – se fueron… de vacaciones… creo…
Un momento de silencio llenó el corredor mientras las palabras eran asimiladas…
- ¡¿QUÉ?!
Y así, el Rey Demonio maldijo a los cielos, por haberle otorgado una banda de idiotas incompetentes.
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Omake 2 – Un grito de ayuda.
Había cosas que eran universales, como que el chisme y los rumores viajaban más rápido que la luz, o que siempre llegarían a las esquinas más alejadas del mundo como un fuego en un bosque seco.
- Hey, ¿oíste lo que pasó con el culto de Axis en Axel?
- Que le robaron a un noble, ¿verdad?
- ¡Sabía que esos raritos también eran unos ladrones!
En un mundo con magia, los rumores y los chismes se esparcían por medios mágicos. Y cuando tales medios tenían el respaldo de instituciones como el gremio de aventureros, dejaban de ser rumores y chisme, y se convertían en la verdad.
- No puedo decir que me sorprenda. ¡Siempre me dieron mala espina!
- Escuché también que estaban cometiendo evasión de impuestos. ¡No me extraña que los hayan echado de la iglesia!
Para cierta diosa caída, esas palabras le dolían tanto como si la apuñalaran con espadas oxidadas. ¡Había pasado tantas humillaciones para ayudarlos, ¿y ahora ocurría esto?!
- Esto no puede ser verdad… – murmuró Aqua mientras caminaba hacia la posada donde se estaba quedando. – Mis lindos devotos no podrían haber hecho algo tan horrendo…
Ella había hecho todo bien por sus devotos. ¡Hasta había completado ese contrato con el nerd!
El pensamiento de que sus propios seguidores cometieran semejante barbaridad le resultaba inconcebible. En su mente, la única explicación lógica era que el buen y lindo sumo sacerdote debió haber sido asaltado de camino a la capital, así que no era su culpa. No había manera de que sus propios hijos la apuñalaran por la espalda… ¿verdad?
- Escuché que mintieron sobre los impuestos que debían, y que dieron información falsa a propósito para robarle al pueblo y a la corona.
- ¿Por eso fue que le robaron a un noble?
- ¡Bastardos avariciosos!
Aqua se congeló sobre sus pasos. Si eso realmente había sucedido, eso significa que el sumo sacerdote era la manzana podrida. Y entonces, se acordó que el que le dio el dinero ¡había sido Izuku!
Ese niño blando sin duda volvería a ayudarla si se lo suplicaba lo suficiente. Por supuesto, eso significaba usar al sacerdote como chivo expiatorio, y tal vez llevarle alguna ofrenda de paz… ¿tal vez algunas chicas lindas? Tal vez incluso… ¿unas lindas esclavas?
- Yo digo que demandemos para que se haga una auditoría con la iglesia de Axis en este pueblo. Si hicieron eso allá, bien podrían hacerlo también aquí.
- ¡Yo digo que mejor los saquemos a patadas del pueblo, pero ya!
Aqua comenzó a correr. Ahora tenía una nueva misión, salvar a sus lindos devotos. Viajar de regreso a Axel era su prioridad ahora. Encontrar una forma de convencer a Izuku de ayudarla sería su mayor preocupación. El único lado positivo era que Kyouya sería muy fácil de convencer; después de todo llevaba un buen rato hablando de limpiar las marcas que pusieron en sus tarjetas de todos modos.
…
Luego de unos minutos…
- ¡¿Qué?! – Aqua se estaba poniendo histérica, ya que le habían denegado su petición. – ¿Por qué no podemos irnos ahora mismo?
- ¡Porque no hay dinero! – gritó Kyouya, ya pendiendo de una cuerda floja. – ¡Ya tú lo gastaste todo! ¡OTRA VEZ!
Para variar, Aqua tuvo la decencia de temblar ante esa declaración. Aun así, decidió achacarle la culpa al chico, ya que le había prometido todo lo que ella deseara cuando le pidió unirse a su grupo. Pero en este momento, no había espacio para discutir.
- Nos llevará una semana de trabajo pagar los boletos para Axel, y eso sin tomar en consideración la comida y el hospedaje. – explicó Kyouya, con aspecto de estar a mitad de un colapso. – ¿No lo entiendes? Estamos varados aquí hasta que tú aprendas a tener algo de control.
Aqua hizo un puchero, tratando de contener sus lágrimas. La estaban culpando de todo, y ella no podía argumentar por miedo a que le denegaran la posibilidad de salvar a sus lindos devotos.
- ¿Una semana? – preguntó Aqua con voz tímida.
- Si puedes aguantar sin comer, sí. – replicó Kyouya, todavía sonando enojado. – O si consigues un trabajo a tiempo parcial en el mercado para obtener comida.
El Espadachín había arrojado la carnada, sin esperar que la diosa realmente la mordiera.
- Lo haré… – dijo Aqua con una voz espantada. – Por mis lindos devotos… lo haré.
Esta semana iba a ser un infierno, pero ambos hicieron un juramento silencioso de sobrevivir a ella y volver al lugar donde comenzó todo este problema. Aunque sólo uno de ellos estaba planeando dejar botado al otro.
