Desde entonces
Su mirada se perdía en la infinita oscuridad de la noche, llevaba días enteros observándola y, al mismo tiempo, sin hacerlo en realidad. Últimamente se sentía fuera de lugar, ya no sentía que aquel fuera su hogar, todo era igual y distinto a la vez, sabía bien a qué se debía y al mismo tiempo no tenía idea, todo era tan antagónico,
el que todo fuera y no fuera al mismo tiempo le estaba enloqueciendo y frustrando más de lo que debería, y todo eso se debía sólo a una persona.
Le había visto desde hacía algunas semanas, actuaba igual que siempre y, aunque eso fuera de lo más normal, también era bastante extraño. Uno pensaría que, después aquel día, estaría triste, por decir lo menos, que tuviera furia en su interior, pero no se mostraba así, sonreía, hablaba, salía, corría, peleaba, estudiaba, inclusive discutía, pero había algo diferente y no podía saber que era, y eso le molestaba, pero no sabía si era porque no estaba mostrando lo que sentía o porque en realidad así se sentía.
Aun así, en medio de todo su coraje por su comportamiento, sentía pena, en realidad pena y culpa por igual, sabía que era su culpa lo que había pasado aquel día, pero no todo había sido su responsabilidad, es decir, ni siquiera sabía que habían estado planeando su padre y su tío, sólo le noquearon, le prepararon y le dejaron a su suerte como siempre solían hacer y, cuando se vio, sintió pánico, nunca lo admitirá en voz alta, pero lo hizo.
Lo que le pedían implicaba una gran responsabilidad y, a decir verdad, no se sentía preparado. Él nunca había sido una persona que se pudiera expresar bien, no sabía cómo hacerlo, nunca le habían enseñado, su padre se concentró en sólo entrenarlo en la parte física, pero cualquier cosa relacionada a los sentimientos estaba en blanco, es decir, sólo había que ver cómo lo trataba su progenitor, como si fuera sólo un método de cambio por productos que él requería.
Si pensaba en sus sentimientos como una batalla, aquello se tornaba relativamente más fácil de digerir y comprender, pero al mismo tiempo, lo hacía sentirse más nervioso. Sentía que esa situación era la pelea más importante de su vida, una que quería ganar a como diera lugar, y él era un peleador excelente, sin embargo, sabía que esa pelea no dependía sólo de él, sino de ella también y sentía terror de pensar que sí sólo el salía a combatir y mostraba lo que sentía y ella no sentía igual, no sería capaz de reponerse, pero él era un hombre y el más fuerte de su categoría, no podía darse el lujo de sentir miedo ni de perder, por eso nunca admitiría lo que sentía, u ahora, con aquello que le estaban obligando a hacer, la verdad no quería saber que pasaba si fallaba.
Pero al verla así, arreglada, vestida tan hermosa y radiante, hizo que su corazón se detuviera y, por un segundo, sintió sus piernas flaquear y una extraña tranquilidad invadió su cuerpo, desafortunadamente aquel sentimiento no duró. Sus manos comenzaron a sudar, creyó que perdería sin siquiera haber comenzado a combatir, y el miedo volvió con creces, se sintió débil, incapaz de protegerse y, por ende, de protegerla y, cuando ella le dijo que sabía que la amaba, se sintió encerrado, quería huir, aunque no era su estilo, pero quería hacerlo, escapar de la verdad que había sido expuesta, así que hizo lo que mejor sabía, herirla con palabras para ocultar lo que sentía.
¡Pero no contó con que ella ya sabía cómo manejarlo! Vaya que fue ingenuo al creer que tanto tiempo juntos no le había enseñado algo. Trató de convencerlo con lo que más anhelaba en la vida, y es que, aunque la amara, o al menos eso creía, su más grande deseo era poder volver a ser un hombre completo, para poder demostrar sin miedo que en verdad era el hombre más fuerte, lo que valía, ella nunca podría comprender aquel deseo porque era mujer.
Ella debió saber que, si le decía algo tan importante, dejaría todo a un lado con tal de conseguir la solución a sus problemas, nada más podía importar, ni siquiera una simple boda, aunque fuera con ella.
Y, si se ponía a pensarlo, tal vez fue ahí donde todo fue en decadencia, con su padre siendo el mismo egoísta de siempre y desencadenando todos sus males, el montón de enemigos queriendo combatir con él por motivos que a veces no entendía y sus prometidas autoproclamadas que obviamente tenían que estar ahí. Pero nadie comprendía que él no había pedido eso, él no quería un padre tan egoísta que era capaz de lanzarlo al fuego con tal de salvarse a sí mismo, además, él era tan fuerte a base de su esfuerzo y dedicación, a su ver era lógico que cualquiera quisiera combatir con él para probar su fuerza y, lo de las prometidas, ni siquiera sabría por donde empezar, la mitad de la culpa era como siempre de su padre, la otra mitad, el no podía evitar ser atractivo, siendo un guerrero de élite de su categoría, si lo pensaba, era obvio que alguien como Shampoo o Ukyo quisieran un esposo como él, una descendencia de su parte estaba destinado sólo al éxito, Kodachi no contaba en realidad, ella solamente era una obsesionada con su persona. Y, después de la pelea y destrucción del hogar de los Tendo, fue cuando su calvario comenzó.
Un par de días después de que aquella catástrofe intento tener una conversación con ella y, para su sorpresa, fue bastante normal, o al menos tan normal como una conversación entre dos personas podía llegar a ser, sin embargo, era bastante anormal entre ellos, no hubo pleitos, no hubo insultos, ni siquiera alzaron la voz, el creyó que quizás ella solo estaba cansada, así que lo dejó y agradeció la relativa paz. Pero pronto, aquello lo empezó a volver loco,
Sí discutían, aún lo despertaba en las mañanas con el mismo regaño y discutían por qué llegarían tarde a la escuela, pero algo era diferente.
Aún le llamaba tabla, fea, marimacho, mala cocinera, y ella aún le contestaba y se enojaba, pero algo era diferente.
Ella le seguía diciendo que se fuera con alguna de sus prometidas bellas y el seguía molestándola diciéndole que debería hacerlo porque ella no era nada bonita y ella le contestaba y volteaba su cara, pero algo era diferente.
Su rutina seguía igual, las prometidas llegando a pelear y reclamar que él era de su propiedad, destruían puertas o ventanas y ella salía enojada a reclamarles los gastos como siempre, pero algo era diferente.
Los chicos seguían queriendo salir con ella mientras ella seguía rechazándolos, y Kuno seguía insistiendo en que ella lo amaba perdidamente y ella lo rechazaba según la ocasión con una patada o un golpe, pero algo era diferente.
Todo seguía igual, pero diferente al mismo tiempo.
Y al cabo de unos meses, se dio cuenta de que era.
Ella seguía su vida, su rutina, su felicidad, ella estaba ahí y , si bien se preocupaba aún por él, ya no había esos ataques de celos demostrados en golpes que lo mandaban lejos o lo noqueaban, ya no había lágrimas al pensar que ella no era lo suficientemente linda, ya no había ira al momento que sus eternas prometidas lo clamaban de su propiedad, ya no había dolor en su mirada cada vez que le recordaba que ella no era buena en la cocina, que ella era plana o un marimacho, Akane estaba ahí, pero su amor por él, había muerto aquel día en que el decidió que sus deseos estaban por encima de los de ella.
El mismo había matado ese amor tan profundo y puro que una vez ella le otorgó, y se dio cuenta, que había sido un idiota, que había desperdiciado su oportunidad, que había sido un tonto orgulloso y testarudo, que ser el más fuerte guerrero realmente no lo llenaba tanto como que el que ella estuviera a su lado, apoyándolo y cuidándolo, que la ira en sus ojos en cada pelea que tenían era lo que le daba alegría, que su forma tan brusca de demostrar sus celos eran en cierta medida agradables, que las discusiones que tenían a diario eran lo que lo mantenían con vida y le daban brillo a sus días.
Pero ahora, ya no había nada que hacer, la había perdido, porque ella había ganado algo ese día, y fue amor por ella misma, había sido un idiota al no darse cuenta de todo lo que había cambiado, y sólo se dio cuenta cuando la vio cocinar y, aunque él se burló como siempre de que mataría a alguien y de la forma amorfa que tenían sus platillos, ella solo le contestó "Tienes razón, gracias Ranma, tengo que fijarme mejor en la próxima ocasión" y lo dijo con una sonrisa y sin pisca de dolor.
Ranma Saotome era fuerte, valiente, decidido, el mejor en su categoría, guapo, con prometidas y chicas que caían a sus pies sin siquiera esforzarse y, ahora, además de todo eso, era el hombre más estúpido del mundo, porque había tenido todo, y el fue tan avaricioso que siempre quiso más, y pensó que aquello que le otorgaba la felicidad completa, estaría ahí para siempre, y ahora se había dado cuenta de que no era así.
Debió haber prestado más atención, ser menos ególatra y más comprensivo, debió haber enfrentado con valentía sus miedos y simplemente esperar lo mejor, debió arriesgarse, pero prefirió vivir a la segura, y ahora ya no había vuelta atrás. Si alguien le preguntara cuál era su posesión más valiosa, unos meses atrás habría dicho que su fuerza, y ya una vez lo vivió, el no tenerla y sentirse perdido sin ella, pero ahora, ahora podía contestar sin dudar que su posesión más valiosa había sido y siempre sería Akane Tendo.
Pero ahora ya no tenía caso, ella había avanzado y sin él, y él, como el buen hombre que era y como un último acto de amor hacia ella, uno puro y desinteresado, decidió dejar de lado su amor por ella, un amor que estaba seguro no era ni un fragmento de lo que una vez ella sintió, y velaría por su felicidad, una que realmente merecía y que estaba seguro, nunca sería a su lado.
Con él corazón destrozado y unas ganas inmensas de llorar bajo del tejado para hablar con sus padres, para al fin darle la libertad a la que ella tenía todo el derecho y después, después se iría de ahí, para que ella pudiera libre de verdad, y nunca volvería a ella, aunque siempre la protegería en las sombras.
A lo lejos pudo escuchar la risa angelical de la peliazul, y, mirando al cielo, suspiró mostrando una sonrisa nostálgica, su corazón dolió en su pecho por lo que iba a hacer y, antes de enfrentar lo que se sentía como su muerte, dejó escapar una solitaria lágrima que se perdió en el piso. Tomo una bocanada de aire profunda y entro decidido a donde su padre y su tío se encontraban.
Notas del autor
Si llegaste hasta aquí quiero agradecerte por el tiempo que te tomaste en leer este pequeño fanfiction, espero que te haya gustado.
Este fanfic no estaba pensado, pero varias personas me pidieron realizar la secuela de "Solo hasta hoy" e intenté plasmar lo mejor que pude lo que creí que Ranma sentiría en este pequeño fanfic.
Tengo una idea de lo que quise dar a entender con este fanfic, pero agradecería mucho un review compartiéndome lo que a ustedes les hizo pensar.
Gracias por leer.
