Bueno, ha pasado un largo tiempo desde la última vez que publiqué algo relacionado a Undertale, para aquellos que se pregunten... ¿dónde he estado?, no; no me he retirado. He dejado de hacer one-shots para concentrarme en mi proyecto más grande hasta la fecha, pero deben entender que hacer fanfics no es lo mismo que era para mi cuando tenía 15 años en el 2016. Construir personajes de manera creíble toma tiempo.
Sin más, he aquí mi primer one-shot del año 2022... ¿creo?, y el primero de los 4 regalos anuales para las personas más importantes de mi vida.
Descargo de responsabilidad: Undertale es de Toby Fox, y Red de Taxiderby. Nada de lo presentado aquí es de mi autoría salvo la trama.
Multiverso.
Undertale.
One-shot.
"Él es más que un simple amigo"
.
.
.
-[Fragmento 1: La vida después del ayer]-
SWASH~
El corte descendente del sable bajando en su dirección tratando de partirlo a la mitad falló por un par de milímetros. Con los ojos entreabiertos como pocas veces se le veía, alcanzó a prescenciar parte de su cabello siendo cortado por la hoja. Caminando hacia atrás buscando esquivar una nueva estocada que fue dirigida hacia su pecho, terminó por tirarse al suelo.
Frisk Dreemurr, embajador de los monstruos, era asediado constantemente por la intención asesina del metal frío que buscaba cortar su carne hasta llegar a su alma. ¿Pero, qué otra cosa más podía hacer salvo esquivar para tratar de cansar a su rival?, obviamente nada. Él no era un peleador, la idea de lastimar a alguien simplemente no le gustaba en lo absoluto.
Ni siquiera para salvar su vida.
"¡HMPH!"
Muy por al contrario de su atacante, cuya pierna pegó un barrido a las suyas para desestabilizarlo, haciéndole caer al suelo.
Un quejido de dolor escapó por sus labios mientras miraba hacia arriba, antes de siquiera conseguir moverse o hacer algo más, la punta afilada como nada tocó su yugular, pinchándole la piel. Solo necesitaba un movimiento, por más suave que fuera, para abrirle la carne y terminar con su vida en ese mismo instante.
Y aún en una situación como esa donde su vida dependía de otra persona, no pudo hacer más que sonreírle a la muerte.
"Yo gano esta vez."
Dijo su rival, con una sonrisa en los labios mientras movía su mano para envainar su espada, rápidamente volviendo a extender su mano para ayudarle a ponerse de pie. Suspirando, Frisk entrelazó sus dedos con los de esta, parándose y fijándose en los rizos carmesíes adornando la cabeza de su compañera. Red, obviamente alegre, no tardó en tirarse al suelo de espaldas, seguida por él.
Frisk: Este lugar es pacífico, ¿no crees? -Cuestionó, el olor a naturaleza del pequeño bosque que había como preludio para el camino que daba al monte Ebott trayéndole tranquilidad y relajo, algo que realmente necesitaba luego de haber estado huyendo de la hoja por aproximadamente treinta minutos. El pasar del tiempo no hizo más que mejorar la técnica de la caperuza.
Por supuesto, la mejor estudiante de Undyne no pudo evitar sonreír, cerrando sus ojos. La espadachín encontró gracioso lo que decía, pero no le quitaba nada de razón a quien consideraba su mejor amigo en todo el mundo.
"Tiene que serlo, teniendo en cuenta todos sus esfuerzos, oh gran embajador"
E hizo un ligero asentimiento que él inmediatamente identificó como una reverencia. Si, había pasado ya un año desde la liberación de los monstruos, quienes no habían tenido una acogida perfecta como en los cuentos de hadas, pero ni de lejos podía catalogarse como negativa o hostil. Mayoritariamente gracias a los esfuerzos del quinceañero, llevado de las manos de Asgore y Toriel.
Porque de Política, actualmente, Frisk no tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo.
Ser el representante de toda una civilización era excesivamente estresante, sobre todo considerando que además era un estudiante.
Pero no tenía derecho a quejarse, era él o Papyrus, y la situación no sería muy diferente en cualquier caso.
Aunque... algo que si le agobiaba bastante, producto de sus dos roles actuales, era la cantidad de gente que nunca le dejaba de acosar por los pasillos de la escuela. Haberse transformado en el héroe de toda una raza le había ganado, para su gran horror, el título indiscutible del príncipe azul, casi le trataban como a un dios reencarnado o una especie de profeta.
Y eso, por consiguiente, le había obsequiado cientos de miles de fanáticos de ambos sexos que se morían de ganas por ser su pareja. Tsunderplane ahora si que tenía competencia en lo que a conseguir su atención se refería, y no era para nada de su agrado, especialmente porque durante todos esos meses se esparció como pólvora que había coqueteado con casi todos los monstruos del subsuelo.
Lo habían transformado en una especie de... "coge monstruos" sin siquiera verificar los rumores, aunque claro... el haberse ofrecido sin chistar a ser su embajador, más el que se vistió con un tutú no ayudaron en nada a su situación.
SIGH
Un largo y tendido suspiro escapó por los labios del muchacho adolescente, una vez más, mostrándole sus ojos color dorado al astro rey, quien ya empezaba a teñir el cielo de un hermoso color naranja. Momentos como este eran una ambrosía para su alma y psique, porque aquí nadie venía a molestarlo, pasar tiempo con Red donde podía ser libre de comportarse y hacer lo que quisiera era una bendición.
Red: ¿Eres infeliz? -cuestionó la pupila estrella de Undyne, tomando por sorpresa al humano que volteó a verla. Su rostro ligeramente impactado contrastaba muy bien con la expresión tranquila de la muñeca, quien lejos de sentirse avergonzada o mal por tal cuestionamiento, le miró con seriedad, expectante. Habían pasado incontables tardes juntos...
Tanto tiempo compartiendo los había hecho uña y carne, tanto así que la joven con cabello carmesí conocía muy bien sus reacciones, y de vez en cuando acababa tocando temas que francamente... a él no le gustaba reflexionar.
El octavo caído frunció el ceño no en una expresión de molestia, sino una de preocupación.
¿Era su vida una desgracia?
Seguro, muchas de las cosas que le tocaban vivir eran producto de sus decisiones. Él liberó a los monstruos, él se hizo amigo y salvador de todos, él y nadie más que él aceptó el puesto de embajador pese a ser un cero a la izquierda en lo que a conocimientos en diplomacia se refería. Montañas de papeleo esperándole con propuestas en casa todos los días junto a sus tareas.
En más de una ocasión, terminó desvelándose para sacar una calificación perfecta junto a una propuesta de derechos nuevos cuya letra chica planeaba quitarles otros cuantos.
Si, todo se lo había buscado él. ¿Pero era realmente infeliz, como Red quería saber... ?
"No."
Los blancos puntos que la espectro tenía como ojos en su cuerpo actual se abrieron en sorpresa. Poniéndose de pie, su mejor amigo se encaminó hasta quedar en frente del sol. Su cuerpo cubriendo los rayos del sol le dieron un aspecto sombrío que, aún así, le permitía ver claramente su sonrisa y ese par de ojos miel tan impropios de los usuarios de Determinación, más bien de alguien con Justicia.
Con el viento del atardecer moviéndole su cabello poco a poco, el quinceañero le ofreció su mano para levantarse a su colega de combate, y ella aceptó.
"Solo soy un muchacho que quería una aventura, Red."
Acarició por unos breves momentos el hombro de caperucita roja, como gesto de adiós. El "Bip Bip" de su reloj que anunciaba la hora de despedirse también fue un gatillante por supuesto. A unos cuantos metros, bajo la escueta mirada femenina él caminó hasta su bicicleta, agitando por última vez su brazo. No necesitaban palabras para saber que volverían a verse ahí el día de mañana a la misma hora.
Y sin embargo...
Mientras veía esa espalda azulada con dos líneas moradas alejarse...
Por primera vez en mucho tiempo, no se sintió satisfecha.
"Gkh..."
El dolor de su pecho la hizo desear ocultarse detrás de la máscara que solía usar. Su capucha no era suficiente, porque parte de ella tenía deseos por llorar. Se sentía triste y sola, pese a haber sido testigo de una pequeña... ¿faceta?, ¿verdad?, lo que sea, Frisk había compartido una de sus verdades más íntimas con ella, pero no había sido suficiente ni de lejos.
Quería alcanzarlo, pero su silueta ya casi se había perdido por el camino que llevaba de regreso a la ciudad.
Su amigo se había sincerado... y quería más.
Más...
Sus ojos se abrieron como platos. Solo en ese momento, ahora que estaba sola, Red se dio cuenta de lo que estaba pensando. Quería más de Frisk, de todo él en general. De su compañía, de su voz, incluso más que su amistad... reflexionó sobre ello en un solo instante, y la perturbó. ¿Acaso... se estaba volviendo completamente loca?
Debería irme a casa...
Definitivamente, eso era lo mejor. Mirando atrás de si, se encontró con el astro rey, ligeramente más oculto que cuando Frisk se había posado frente a ella. La noche ya estaba haciéndose de presencia, según las estrellas que empezaban a notarse. Suspirando, la pelirroja comenzó a caminar por el camino de tierra, en dirección a Ebott. La naturaleza poco a poco disminuía.
Aún estaban presentes las marcas que dejaron las ruedas de su bicicleta cuando se fue, y ella las seguía como si fuera su guía.
No podía evitar pensar, por mucho que no quisiera, en él. En como le sonrió, como le respondió tan seguro de su mismo, no. No era infeliz, se había equivocado, simplemente estaba cansado. Y eso la hizo sentirse mal, porque se fue de manera tan repentina y súbita que pareciese haber querido evitarla. ¿Había sido su culpa?, ¿fue ella la que le hizo querer irse?
Frisk era su amigo... si...
Y recordarlo hacía su pecho doler nuevamente. La palabra "más" volvió a repetirse en su psique, y fue como una llave abriendo una puerta.
No era la primera vez que escuchaba esa palabra al lado de "amigo".
.
.
-[Fragmento 2: Simplemente no es suficiente]-
Había sido hacía bastante tiempo, unos cuantos meses desde que la barrera se había roto. Por aquel entonces, aún había monstruos que iban y salían del subsuelo de forma constante sin parar, todos los días, buscando y ofreciendo monedas de oro a cualquiera que les ayudase a mover sus equipajes a sus nuevos hogares en la superficie, pero era entendible.
Pasaron una eternidad debajo del monte, la gran mayoría tendría incontables recuerdos que mover de aquí para allá.
Undyne no había sido una de ellos, por obvios motivos por lo sucedido con su hogar. Eso le había dado a Red la oportunidad de pasar algo de tiempo con su figura maternal, pues lo abrumador del mundo exterior, del VERDADERO mundo, llegaba a agobiarla en múltiples ocasiones. He allí el por que estaba en la casa de la pelirroja de tez azulada, bebiendo algo de té.
Suuurp~
El delicioso líquido caliente y azucarado descendió por la garganta de la espadachín, cuyas piernas estaban cruzadas. Teniendo sus párpados cerrados, y sujetando la taza con ambas manos, realmente se veía como una niña pequeña compartiendo un momento íntimo con su madre. Undyne tenía una enorme sonrisa en la cara, observando fijamente a quien siempre fue su mejor estudiante.
Nunca dejó de notar lo cercanos que se volvieron ella y Frisk, incluso si en un principio la ocultó de él en el Core, por temor al resultado... al final, tener un amigo de como él, estaba haciéndole de maravilla a su autoestima, a su vida en general. Esa era parte de la magia del jovencito, pero habia otra cosa que motivaba la expresión socarrona en la antigua capitana.
"¿Hey niña?, ¿cómo van las cosas con Frisk?"
Bajó justo en el momento preciso la taza, dejándola en el plato. La mirada que le dio la muñeca le dejó ver que, lejos de captar lo que realmente quería decir su amiga y mentora con aquella pregunta, se lo tomó a bien, como una madre queriendo saber con qué clase de amistades se juntaba su pequeña retoña. Asintió, dándole una mueca alegre, feliz.
Dichosa.
"¡Somos grandes amigos, capitana! los humanos... no son tan malos después de todo."
Contestó segura de si, pero cuando volvió a mirarla, se encontró con el ojo expectante, la expresión confundida y extrañada de Undyne, lo que la llevó a ella a sentirse perdida. ¿Acaso había dicho algo que la ofendió?
Undyne se llevó su taza de café a los labios, dándole un largo y tendido sorbo mientras cerraba su ojo, reflexiva ante la expectante mirada de Red. El amargo pero agradable sabor propinó una fuerte sensación de alegría y gusto a sus papilas gustativas. Aún intrigada, volvió a hurgar en el tema, pero esta vez con un poco más de escepticismo, era obvio que no estaba entendiéndola.
"¿Solo eso?, ¿no más que amigos?"
Contrariada, su pupila se acarició la mejilla derecha. ¿Pero de qué diablos estaba tratando de decir?, el tiempo en la superficie había cambiado ligeramente a su maestra. La había hecho más... prudente, por decirlo de alguna manera, aún cuando conservaba aquella personalidad tan explosiva y enérgica por la que era conocida, ya no preguntaba las cosas tan directamente como solía hacerlo, o al menos no tan seguido.
Por eso no hubo caso.
"Si. Solo somos amigos, capitana."
Volvió a repetir, alzando los hombros sin dudar.
.
.
"¿Subes o bajas, querida?"
La suave y dulce voz de alguien que no pertenecía a sus recuerdos la sacó de su mente. Un ligero murmuro de sorpresa acompañado con un sonrojo por la verguenza fueron sus respuestas; una ancianita humana cuyo único propósito era presionar los botones del elevador le devolvía la mirada a la monstruo de melena carmesí, sonriente. Red, dándose cuenta de que había estado perdida en sus pensamientos, se percató de que estaba en su hogar.
Red: eh- yo- subo, si, piso dieciocho -Contestó, caminando hasta estar a su lado. Con un ligero asentimiento, la mujer de rostro arrugado presionó un botón en el tablero: el número en cuestión. Las puertas se cerraron, y poco a poco el elevador comenzó a subir, la música característica hecha para matar el aburrimiento -o más bien, fortalecerlo- no tardó en venir, acompañado con el hecho de que estuvo parada como una tonta frente a ella...
Generaron una situación de lo más incómoda.
Sobre todo porque Frisk no parecía querer dejar su mente, ni tampoco el punzante dolor en su corazón.
La humana, siendo vieja, notó de inmediato el aura de inquietud que poseía su compañera temporal y, por su forma de ser, no pudo evitar querer ayudarla.
"¿Estás bien jovencita? te ves triste"
Red, cuya atención aún estaba enfocada en su compañero humano, alzó la mirada para ver el arrugado rostro de la hembra. Las cejas blancas de esta se habían arqueado, en una expresión compasiva, haciendo que volviese a sonrojarse, tanto por la vergüenza como por lo obvia que estaba siendo. Nunca había sido alguien muy sociable para con los desconocidos... y ciertamente, esta mujer debía ser una empleada nueva.
Pero... era vieja. Y si había algo que tanto monstruos como humanos tenían en común, es que con la edad venía la sabiduría, y ahora más que nunca necesitaba un consejo.
"Usted... ¿alguna vez ha extrañado a alguien?, ¿a un amigo?... ¿con todas sus fuerzas?"
Preguntó sin más, no sabiendo bien qué palabras escoger para expresarse, parte de si temiendo haber sonado extraña. La encargada torció su rostro en uno de confusión, posteriormente, uno de tristeza. Aún con la edad que tenía, no pudo comprender que Red hablaba de amor, pero podía darle una que otra anécdota de su vida. Suspirando, alzó su enguantada mano izquierda.
Sujetó el dedo anular, y poco a poco retiró el mismo, revelando su piel. Los ojos de la joven monstruo se abrieron, observando una ya muy antigua sortija de matrimonio. La anciana suspiró, asintiendo con la cabeza mientras sus labios se contorsionaban en una expresión que denotaba anhelo y nostalgia, sin dejar de lado su evidente pena.
"Mi querido Ettore, mi esposo... fuimos vecinos en nuestra juventud, prácticamente nos criamos juntos. He olvidado muchas cosas estos últimos años pero jamás podría olvidar a mi marido..."
Llevándose una mano a su ojo izquierdo, no sin antes disculparse por el atrevimiento, se pasó el dedo por el lagrimal, impidiendo que la gota salina que amenazaba con salir descendiera. Red quiso protestar, pero la mirada que le dio su interlocutora la hizo mantenerse en silencio. No había terminado todavía.
"Siempre pienso en él... no te mentiré. Amo mucho a mis pequeños nietos y a mi hija, pero... una parte de mi siempre se sentirá incompleta. A veces me pregunto dónde estará, si me mirará, si vela por mi... y otras veces siento que aún si tuve toda una vida con él, había tantas cosas que me faltó por contarle, como si el tiempo... no hubiese sido suficiente..."
DING~
La característica campanita del elevador sonó, y las puertas se abrieron, dejando ver el pasillo bañado en la luz del atardecer. La pequeña de cabello grisaceo soltó una risilla, notando como una vez más, su tiempo se había agotado. Sus cansados ojos se encontraron con el rostro de la espadachín, quien se mantuvo de pie, observándola fijamente, sin saber que decir.
"Y parece que también se me acabó el tiempo contigo, jovencita... no sé que te agobie, pero ¿le dejas a esta vieja mujer darte un consejo?"
El asentimiento tan repentino que dio, sin pensar, la hizo sonreír. Tal vez esta chica fuese algo ingenua en experiencia emocional, pero si había algo que poseía era la capacidad de saber cuando y a quién tenía que poner atención.
"Nunca te guardes las cosas que quieres decir, tesoro. Nunca sabes cuándo puedes perder a alguien."
Replicó, colocando su mano en el hombro de la monstruo, para que luego esta volviese a asentir en silencio. Corto, preciso y directo al grano, justo lo que alguien como ella necesitaba. Dando unos pasos, agitó la mano en despedida, las puertas de metal se cerraron atrás suyo, y Red se vio libre para caminar hasta la puerta de su habitación, metiendo la llave en la manija.
Clack~
Y desbloqueándola, cerrándola tras de si. Inmediatamente, más por lo que representaban que otra cosa, comparó a su mentora con la anciana que acababa de conocer, y pensar en Undyne la hizo rememorar las preguntas que hizo respecto a Frisk tanto tiempo atrás, sus respuestas sin duda ni vacilación, tan segura de si misma como ahora no estaba.
Aquella tarde, simplemente optó por alzar los hombros luego de su afirmación. Una anécdota sin mayor importancia a la que dejó de prestarle atención al cabo de unas semanas, pero ahora...
Ahora que sus dedos agarraban fuertemente su pecho por el dolor tan abrumador... tan desagradable que la agobiaba, miraba con otros ojos esa situación.
Somos grandes amigos...
Y si antes esa frase era suficiente para hacerla sentirse feliz, ahora era diferente. Las cejas de la chica con rizos se curvaron en tristeza, no era para nada ajena al sentimiento de la soledad, así era su vida. Más allá de la guardia canina, Papyrus, Undyne y Frisk, no tenía más amigos o gente con la que compartir su vida, pero nunca le había molestado.
Hasta ahora.
Llegar a casa, con el sol ocultándose y bañando poco a poco su hogar, sumiéndola en penumbras, reflejaba perfectamente su estado de ánimo. La felicidad había estado desapareciendo a pasos agigantados, incluso la poca luz que trajo consigo aquella humana de buena voluntad.
Somos grandes amigos...
Otra vez volvió a resonar en su cabeza, y cerró la mandíbula con fuerza, mostrando los dientes. Era su propia voz, su propio deseo. Su mente retrataba de manera perfecta el como sonrió. Esa cara tan alegre -su rostro, su rostro maldita sea- carente de duda en frente de la mujer que prácticamente la había criado solo la enfurecía más.
"A-ahha..."
Se sentía débil.
Tanto así, que cayó en sus rodillas.
Casi como si fuese un nirvana, la espadachín se arrastró al colchón que tenía en el suelo de su hogar. Nunca había sentido la necesidad de tener un departamento grande, ya sean las costumbres absorbidas de la guardia canina u otra cosa, disfrutaba más de dormir en el suelo, y ahora mismo eso fue lo que su cuerpo quería. Lentamente llevó su mano hasta la almohada, acostando la cabeza en ella.
¡Somos grandes amigos!
Snif snif~
Sollozó. Nunca antes se había sentido de esta manera, tan impotente, tan sola... muchas veces había conocido la derrota, pero nunca antes la traición a manos de su propio corazón. Y en momentos como este no había nadie que pudiese ayudarla. Red era, al final del día, un monstruo. Y los monstruos eran conocidos por ser seres extremadamente sentimentales.
He allí que lo que antes le trajese la mayor alegría ahora fuese su mayor pena.
Ser amiga de Frisk no era suficiente. La sola idea le traía un desagrado de nivel tal, que casi no podía soportarlo. Ser amigos no le bastaba, simplemente no.
Tenía que decirlo, esa mujer se lo había dejado en claro: ¿que tal si Frisk moría el día de mañana?, ¿la siguiente semana?, ¿el siguiente mes, el siguiente año, o la siguiente década? -si es que lograba callarse por tanto tiempo este dolor, claro está-
Pudo vislumbrarse a si misma sobre la tumba de su amigo, aún adolorida, años después de su muerte, un futuro hipotético que, a todas luces, podría terminar convirtiéndose en realidad como no le gritase a la cara sus deseos. El dolor la volvería loca, si no es que estaba loca ya, porque... ¿qué había más allá de ser amigos?, prácticamente era eso, o ser enemigos a muerte.
Y alzar su espada con intenciones de matarlo era algo que no podría hacer ni en un millón de años.
"Mnght..."
Sujetando sus frazadas y sábanas, la mujer con cabello carmesí entrecerró los ojos, buscando calor. Sentía libremente el líquido tibio y salado descender por sus mejillas, pero al menos ahora estaba en una condición aunque sea más estable. Ser más que amigos... ser más que amigos, ¿ser más que amigos?... ¿quién habría pensado esa locura?... ¿o realmente era una locura?
"¿Solo eso?, ¿no más que amigos?"
La capitana había querido saber más. Indagó en el tema, con un rostro que ahora podía identificar, era malicia, como... si quisiera escarbar en ella, buscando algo más. Como veía las cosas ahora, tenía tres opciones: cerrar la boca para siempre y tratar de llevar este dolor, aprender a vivir con él y seguir siendo amiga de Frisk para toda la vida.
Opción que, por mucho que le gustaría tomar, emocionalmente no se sentía con la fortaleza suficiente como para hacerlo.
La segunda era simple. Salir a primer hora de la mañana, e ir a hablarle a su mentora sobre sus temores y dolores, para buscar su consejo. Si había alguien que debía saber sobre esto, tenía que ser Undyne. Era la persona más inteligente que conocía luego de los reyes, después de todo. Y no es como si ir a hablar en persona con el rey Asgore o la reina Toriel sirviese de algo, prefería mil y un veces suicidarse antes por la vergüenza de estar frente a sus monarcas, si apenas pudo lidiar con una humana que no conocía, ¿qué podía hacer frente a las cabras?
No.
La pelirroja era su único oído disponible.
Y la tercera...
"¡Te veo mañana, Caperucita!"
Era hablar con el luego de su horario escolar. Distinguiendo claramente su rostro sonriente y alegre mientras se alejaba en su bicicleta, provocó que las cejas de la chica se arquearan en tristeza. ¿Contarle directamente sobre sus sentimientos cuando ni ella sabía lo que quería? no, no, mil veces no. De todos modos, ya se había decidido por que curso tomar.
Cerró los ojos, determinada a quedarse dormida, y no solo a ello.
Sino también a soportar ese dolor hasta que saliera el sol.
.
.
-[Fragmento 3: Somos más que amigos]-
SUUURP~
Había muchas cosas por las cuales Undyne estaba agradecida de ser libre. Y una de ellas, aparte de su hermoso trabajo como oficial de policía -cuyo rango iba en aumento por su eficacia- y el futuro tan brillante que tenía, era el aparentemente ilimitado café que poseían los humanos en la superficie. El delicioso líquido cayó por su garganta, y la hizo sentir más viva.
Claro, siempre había sido alguien hiperactiva y sin problemas para dormir, pero... mantener el orden en el subsuelo era muchísimo más fácil que en todo el pueblo.
"Hrrrrhmph..."
La monstruo de tez azulada refunfuñó, observando su tostadora calentar poco a poco las rebanadas de pan, y luego alzó la mirada hasta su pared; un gatito movía sus ojos y cola de izquierda a derecha, mientras las agujas del reloj giraban lentamente. Las 7:30 de la mañana, aún le quedaban cuarenta minutos para comer y llegar al trabajo. Estando ya vestida con su uniforme, no pudo evitar sentarse y suspirar.
Debía de hablar con Alphys al respecto sobre irse a vivir juntas pronto... porque si comparaba lo que era vivir en la superficie con su antiguo hogar, ya no podía decirse que "todos eran vecinos", una ventaja de que los humanos les diesen la bienvenida tan abiertamente, en lugar de recluirlos en una zona como muchos habían temido en su momento.
El enano realmente estaba haciendo un gran trabajo sentado en esa silla.
TOC TOC TOC TOC~
"¿Huh?"
Un golpeteo la sacó de sus pensamientos, haciendo que arqueara una ceja en confusión.
Undyne: (¿Quién diablos toca tan temprano?) -"Papyrus" fue lo primero que se le vino a la mente, él era ese tipo de persona. Pero lo descartó rápidamente, a sabiendas que muy probablemente hubiese escuchado su voz junto a los golpes. Alphys muy seguramente la habría llamado, así que eso dejaba pocas opciones. Sin más que hacer, se puso de pie, y giró la manilla, sorprendiéndose tanto que lo poco que le quedaba de sus ganas de irse a dormir desapareció completamente- ... ¿Niñita?
Nunca antes había visto a Red con un aspecto tan... poco cuidado, por decirlo de alguna manera.
La espadachín hizo una reverencia tan rápido como pudo. Había hecho un mínimo de trabajo por verse presentable el día de hoy, no porque no quisiera, sino porque no tenía tiempo. Necesitaba hablar con su mentora antes de que perdiese la oportunidad, ya luego tendría otro momento para cuidar de su apariencia en lo que Frisk salía de la escuela, si todo salía como lo tenía planeado.
Pero ahora, su mayor prioridad era Undyne.
"¿Podemos hablar... capitana?"
Otra sorpresa que la anfibia no se esperó, pero obviamente, no podía negarse. Red nunca había sido alguien que abiertamente hablara de sus problemas, principalmente, porque prefería resolverlos sola utilizando la lógica para no ser importuna. Pero sentía un deber, muy probablemente, similar al de su reina para con el muchacho de cabello marrón. Su "instinto maternal" o lo que sea que fuese.
"Si, por supuesto. Siéntate."
Dijo seria, adentrándose de nuevo en su comedor, justo a tiempo para encontrarse con sus dos rebanadas de pan saltando del tostador. Se llevó una a la boca, dándole un mordiscón mientras veía a la joven pedir permiso antes de sentarse en la única silla que había además de la que ella misma ocupaba. Frente a frente las dos, como hacía tanto tiempo atrás, el rostro conflictuado de su aprendiz la hizo preocuparse aún más.
"¿Qué sucede chiquilla?"
Todo se veía tan similar a como fuera la conversación que tuvieron la última vez, pero esto no podía ser más diferente. La fantasma se encorbó por unos momentos, colocando sus manos en su rostro para luego suspirar. Necesitaba pensar en qué decir, porque ni ella misma sabía como expresarse. Sus blancos ojos se encontraron con las pupilas rasgadas de la oficial, perdiendo la faceta seria que había traído.
Sus cejas se curvaron en una expresión desesperada.
"Capitana, yo... ¿recuerda la última vez que hablamos?"
Decir "si" al instante hubiese sido una mentira por parte suya. Undyne nunca había sido alguien que tuviese buena memoria para situaciones comunes, solamente en momentos críticos e importantes de su vida, podía decir abiertamente que recordaba hasta el último detalle. Si, no habían sido muchas veces las que Red y ella habían hablado en la superficie, pero si en el subsuelo.
Después de todo, si había alguien aparte de Papyrus, Asgore y Alphys con quien había pasado gran parte de sus días en esa montaña, fue con ella.
Sujetándose del mentón, la criatura acuática se lo pensó dos veces. No fue hasta que el olor a café invadió sus fosas nasales que lo recordó de manera súbita y repentina, como si la hubiera impactado un ataque.
La vez en la que le preguntó sobre el maldito mocoso...
Y, ya fuera por su experiencia en la vida o porque ella también había y seguía amando, todo cobró sentido más pronto que tarde. Especialmente porque Red la encaró directamente.
"No puedo dejar de pensar en él y... siento que estoy perdiendo la cabeza... Capitana, ¿qué es ser más que amigos?"
Parte de ella tuvo unas enormes ganas de matarse a carcajadas en ese mismo instante, porque incluso en una situación tan precaria, no parecía darse cuenta de lo que quería, de lo que sentía. ¿Pero podía realmente culparla?, había visto Anime de todo tipo con esa chica en incontables ocasiones, y justo como ella tuvo las ideas equivocadas en su momento sobre que tan poderosos eran los humanos... entre lo que era realidad y lo que es ficción...
Ahora mismo, Red tenía el mismo problema.
Por lo que, haciendo su mejor esfuerzo por no ser tan explosiva, simplemente sonrió con su único ojo, colocando una mano en una de las de ella.
Undyne: se perfectamente como te sientes, niñita. -contestó, ver el brillo tan potente, esperanzador y lleno de calma que le otorgó la hizo darse cuenta de lo necesitada que estaba por cualquier muestra de que aún estaba cuerda. La oficial suspiró, para luego sonreírle de la forma más dulce posible- Lo que sientes es amor, Red. Te enamoraste del mocoso.
...
"¿Qué?"
Y oír tan... abiertamente una revelación como aquella, no hizo otra cosa más que descolocarla por completo.
Los párpados y la boca abiertas en incredulidad, el como se puso de pie, tirando la silla al suelo y sintió un escalofrío recorrerle la espalda la hicieron sentir temor. Temor, porque su corazón latía al igual que su alma a todo dar, sin lugar a duda confirmando lo que su mentora había dicho. Porque inmediatamente se imaginó a si misma viviendo aquellas fantasías tan... tan ridículas con Frisk.
Siendo él quien la interrumpiera y pusiera su brazo a un lado de su cabeza para no dejarla escapar, como el típico abusón escolar. Siendo él quien le otorgara flores y le declarase abiertamente su amor, o le tomara de la mano.
No... eso era...
"¡¿Amor?!, ¡Pero eso no- no puede ser! ¡él jamás me dio flores, y casi nunca le tomo la mano! ¿cómo puede ser eso amor, capitana?"
Prácticamente había estallado en euforia. La mayor, quien permanecía seria con los brazos cruzados, posó su vista fijamente en el rostro estupefacto de quien fuera su alumna estrella, dándole permiso para continuar. Red gimoteó, aún incapaz de comprender. Había venido aquí por respuestas por todos los cielos, ¡no buscando que su cabeza terminase aún peor!
"El amor... no nace de la espada. Quizás si me hubiese salvado alguna vez, pero él nunca..."
Undyne: Niña, escúchame, y escúchame muy bien -no había sido una petición, sino una orden. La espadachín encaró a la lancera directamente, habiendo un contraste perfecto entre sus miradas. Ella seria, con sus cejas fruncidas como si estuviese molesta, la otra cohibida, manteniendo el poco valor que le quedaba para seguir encarándola y no mirar al suelo- el amor tiene muchísimas formas de manifestarse. ¿Tú crees... que yo soy romántica? ¿que se lo que hago cuando estoy con Al?
No hizo más que negar, llevando la cabeza de izquierda a derecha con un gesto tan mecánico que parecía una robot.
"No sé como ser una buena novia, pero hago mi mejor esfuerzo, porque la amo. Y no la amé porque hubiésemos tenido un combate o algo por el estilo, como sería lo normal en mi caso. La amé por su forma de ser, porque nunca había conocido a alguien como ella, y aunque no quiera admitirlo, es más fuerte de lo que aparenta, quizás más valiente y fuerte que yo, porque se necesita fuerza para enfrentar el día a día, y ella sufrió muchísimo. ¿Lo sabes, verdad?"
Todo el mundo sabía sobre las amalgamas a estas alturas, si.
Y el discurso, aunque duro y algo... bochornoso por tener que hablar de su propia situación emocional, hizo recapacitar a Red, porque pudo encontrar los paralelismos entre ella y su figura maternal. Frisk, en efecto, podía compararse con Alphys debido a todo lo que soportó en el subsuelo e incluso antes de caer, tal vez podía llegar a decirse que seguía lidiando con sus problemas, tal como hizo la científica real.
Ella, por el otro lado, se enamoró de él sin darse cuenta, su amor no surgió de la espada.
Sino simplemente porque pasaron tiempo juntos.
Red: Yo... Capitana... -murmuró, cambiando su expresión por fin, a una decidida. Si, no tenía ni idea de como ser una novia, si: tampoco sabía que respuesta podía darle, si sería rechazada o no, pero ahora mismo comprendía lo que quería. Estaba segura de lo que sentía, incluso si terminaba en el peor escenario posible, su mentora y aquella mujer tenían razón. No podía vivir con la duda de no decirle la verdad- tengo que decírselo.
Solo entonces la oficial se comportó como era de esperarse. Un fuerte manotazo fue dado a su mesa, con tanta fuerza que hizo un agujero en la misma, pero poco le importó. Sus dientes amarillos se mostraron con una enorme sonrisa, y el ojo izquierdo de la heroína brilló en determinación.
"¡ME GUSTA TU CONVICCIÓN, NIÑA! ¡ASÍ SE HABLA! ¡VÉ Y DEMUÉSTRALE TODO LO QUE SIENTES POR ÉL! ¡NGHAAAAAAAAG!"
Con un último grito, fue todo lo que bastó para encender por completo la llama de la emoción y la ilusión en el cuerpo de la guerrera más joven, quien salió disparada por la puerta principal luego de abrirla de un manotazo.
Obviamente, luego la propia Undyne tuvo que hacer una carrera hasta su trabajo a toda velocidad, porque se dio cuenta que pasó una hora completa dándole aquella charla motivacional a la caperucita.
.
.
Hoy había sido un día diferente desde el primer minuto, y durante todo el transcurso que duró su escuela, por primera vez en mucho tiempo... Frisk se sentía intranquilo.
Moviendo las piernas en su bicicleta, poco a poco veía la espalda de Red haciéndose más grande mientras se acercaba. Había llegado veinte minutos tarde porque, valga la redundancia, le había tocado hacer la limpieza al salón de clases el día de hoy. Parte de él estaba avergonzada por haberse tardado tanto, pero incluso si le dejó un mensaje de texto, no se sentía del todo alegre.
"Hey Red, yo... lo lamento. No sabía que hoy era mi turno, perdón por eso"
Dijo determinación, mientras dejaba su bicicleta descansar al lado de un árbol, y se acercaba a su amiga, pero no hubo respuesta. Una gota de sudor escapó por la nuca de Frisk. Nunca se había acostumbrado a los silencios de su amiga, no porque le diese miedo, sino por lo inusuales que eran. Si, siempre había sido una chica con problemas para abrirse emocionalmente ante otros...
Pero cuando confiaba en alguien, lo hacía de verdad, y eso era un arma de doble filo.
¿Acaso sentía... que la había traicionado?
"¿Red?"
Llamó, y por fin volteó. Tenía un rostro serio como ninguno. Vistiendo una capucha roja, pero sin tenerla cubriendo su rostro, la pelirroja además traía un ligero tinte rojo en sus blancas mejillas, pero de resto, sus manos estaban atrás de su espalda, y sus blancas pupilas parecían reflejarle. El castaño, de igual forma, entreabrió sus ojos un poco.
Vestida de esa forma tan casual se veía... absolutamente hermosa.
La muñeca suspiró, tratando de calmar sus nervios. No había traído su espada el día de hoy, pero no la necesitaba. Tal y como dijo Undyne, tenía que hacer su mejor esfuerzo porque independientemente de lo que sucediera, ahora mismo no tenía dudas. El dolor que la había estado atormentando todo el día de ayer ya no estaba más, porque había tenido horas enteras para reflexionar. Eran veinte para las cinco de la tarde, después de todo.
"Frisk, yo... quiero hablarte de algo..."
El primer paso estaba dado, y fue más fácil de lo que había anticipado. Las manos de la guerrera se frotaban constantemente detrás de su espalda, mientras su corazón latía de forma desenfrenada. Repasó cientos de veces la misma situación en su cabeza, practicando que decir. Y el no haber olvidado todo, junto a la imagen mental de su mentora alzándole el pulgar, la hizo sonreír un poco.
Eso le dio un aire coqueto e inocente que no hizo más que impactar al muchacho.
Red: Siempre me has... parecido interesante. -comenzó, sintiendo el viento remover los rizos de su cuerpo, golpeándole parte de su rostro con una calidez agradable. Podía sentir el sudor y los nervios aflorar en su piel, pero no iba a rendirse. No luego de todo lo que había pasado, su expresión dejó de ser dulce para ser más seria- Eres uno de mis mejores amigos, de mis pocos amigos. Nunca me ha sido fácil... hablar con la gente, porque me duele mucho la idea de perderlos... me duele mucho la idea de perderte.
El joven de ojos amielados observó como lentamente la chica de cabello carmesí extendía la mano, desviando un poco la mirada por breves instantes, antes de volver a verle fijamente.
Es ahora o nunca
Fue el pensamiento que rápidamente cruzó por su cabeza. Por lo que, habiéndose preparado y reunido el coraje suficiente, alzó su mano, ofreciéndosela como tantas veces había hecho, justo como hizo ayer. Porque ella quería estar a su lado, ayudarlo a levantarse todas las veces que lo necesitara. Porque era su amigo y...
Y mucho más.
"Quisiera que seamos... más que amigos."
Finiquitó, extendiendo los dedos en una clara petición, su primer reacción fue abrir sus ojos por completo, revelando esas pupilas que a todas luces deberían ser justicia, pero no. Era su color natural, tan parecido pero diferente del sol, que tan pocas veces había visto y la hacía tan... feliz. Poco a poco los colores carmesíes empezaron a tomar control del rostro del humano, cuyos labios empezaron a curvarse en una sonrisa.
El tacto de sus dedos entrelazándose con los suyos la hizo temblar.
Su brazo fue a parar a sus hombros, asustándola. ¿Ahora venía el beso?, ¿realmente estaba lista?
"Red..."
Murmuró, y ella cerró los ojos de forma instintiva, esperando sentir sus labios o algo así. Pero en lugar de eso, él la abrazó, dejándola cargar su mentón contra su hombro mientras él hacía lo mismo. Se sintió como una estúpida, porque abrió nuevamente los ojos, temblorosa. No recordaba la última vez que se dieron un abrazo, pero este era muchísimo más cálido de lo esperado.
Determinación, alegría, pasión, deseo... tantas cosas recorrían las venas de Frisk en ese mismo momento, quien simplemente estrujó con toda la delicadeza que pudo a su compañera de sexo y raza opuestos.
La Caperucita roja no dijo más, y él tampoco.
Porque se conocían lo suficiente como para saber que todo lo demás sobraba.
Simplemente siguieron tomados de la mano.
.
.
"¿Tienes frío?"
La muchacha alzó la mirada para ver a su pareja, cuyo cuello estaba cubierto por una bufanda azulada con un corazón carmesí, tejida por la madre de este. Las mañanas ya estaban empezando a tener un aire helado en esa época del año, y cada día estaba resintiéndolo más. Red, en esta ocasión, no se había puesto alguna capucha, en su lugar, optó por una simple chaqueta.
Y como era de esperarse, no había funcionado.
Miró al suelo por unos momentos, algo nerviosa. Si bien, ya había superado los nervios de tener que ir tomada de la mano de él en público al cabo de unas semanas, no podía decir lo mismo de tener que recibir comida por parte suya... pero ahora mismo, realmente tenía ganas de calentar su estómago de cualquier manera.
Sniiiif~
Y el delicioso olor que venía de la pastelería de Muffet ahí en la esquina, junto a la mirada que le dio, fue todo lo que Frisk necesitó para darse cuenta de los deseos de su nueva novia.
Soltando una risilla, el embajador alzó su brazo, llevando la mano de su querida a sus labios, depositándole un suave beso en los nudillos. Parte de la nariz de su rival se había teñido de rojo, ¿sería por el nervio o el frío?, fuese cual fuese la respuesta, no podía negar que la hacía ver adorable, como si se tratara de Rodolfo el reno. Comentario que se guardó, para no pasarse tanto de la raya.
"Iré a comprarnos algo de café... te traeré un pastelito, ¿vale?"
Habló, con tanta seguridad que no pudo evitar sonreír, asintiendo. Aunque quería quejarse, decir "Yo puedo pagar mi parte", había aprendido a simplemente apreciar la amabilidad innata de Frisk. No es como si el dinero le faltara o algo, ser político tenía muchos beneficios, y no de ellos era la exorbitante paga que recibía. Le vio a través de la ventana, caminar hasta el mostrador, y ser atendido por la araña de cabello negro.
WHAP~
"¡Hey niña!"
La mano que se posó tan abruptamente sobre su hombro casi la hizo pegar un salto de nervios, especialmente por lo brutalmente alto que era la voz de su visita sorpresiva. Red alzó la mirada tras girar a su derecha; encontrándose con la alegre cara de Undyne. A su lado, Alphys quien ya traía unas orejeras movió delicadamente su mano en forma de saludo, no sin antes acomodarse las gafas.
Red saludó con un asentimiento, y una mueca alegre.
No se habían visto desde que fue a pedirle consejo.
"Hola capitana. ¿Qué hace aquí?"
La afibio soltó una risilla, para luego alzar alegremente su otro brazo, mostrando su mano unida a la de Alphys como si fuese otro de sus triunfos. Un ligero tinte azul oscuro en sus cachetes, junto al rojo de los de la científica, una apartó la mirada, la otra simplemente mantuvo su alegría. Red alzó una de sus cejas, visiblemente intrigada. Su primer instinto fue buscar algún anillo, pero no había ninguno.
Undyne: bueno, quise traer a Al a comer algo, es un día helado y... es muy temprano para comer en Grillby's -contestó, bajando el brazo para luego mirar a su estudiante, no habiéndose percatado de que Frisk estaba en el mostrador esperando su orden- ¿qué hay de ti, niña? que yo recuerde no eres del tipo de persona que salga a comer dulces sola. ¿Y el mocoso?, ¿siguen siendo amigos?
La atenta mirada de Undyne se posó en su alumna estrella, intrigándola especialmente cuando esta se avergonzó, ocultándose en los rizos de su cabello que tenía en la frente para que no pudiese ver su rostro de forma clara. Ahora mismo estaba alegre de que le hiciera esa pregunta. Lo suficiente, como para observar fijamente su mano recibiendo la bolsita de papel donde estaban sus órdenes y la bandeja de plástico con su café.
"No capitana..."
Respondió, sonriéndole abiertamente. Red no pudo verlo por haber cerrado los ojos, pero Undyne se sorprendió enormemente, por lo brillante de su expresión, lo emotiva que se veía, junto a la felicidad tan abrumadora que emanaba.
"Somos más que amigos..."
Fin.
