Todo se había ido a la mierda y con creces. Hermione se encontraba encima de la alfombra blanca que se extendía por la sala de su mejor amigo, desnuda y con las piernas abiertas, muda de placer por la sensación de la lengua de Harry en su centro, era el ritmo perfecto de la forma perfecta. Gimió y tembló agarrando la mullida alfombra. El pelinegro con una sonrisa de satisfacción se levantó y la miro, ahí tan lánguida y hermosa, se lanzó sobre ella para besarla, pero Hermione fue más rápida y con un suave movimiento lo empujo sobre la alfombra, la posición había cambiado, ahora ella estaba encima de él, pasando su lengua por el abdomen, excitándolo, sin embargo, la castaña lo quería adentro, asi que se sento encima, ambos gemían por la estreches, por no haber tenido aviso, por esa necesidad. Se estaban desahogando, años de deseos reprimidos, mal sexo, estrés, mentiras, en estos momentos no eran amigos. Sus pieles sudaban, chocaban entre sí, gemían, gritaban, gruñían, jadeaban.
Todo el finde semana se la pasaron en esa sala, encima del sillón, encima de la mesa, en la pared, en la alfombra. Ninguno hablo sobre irse de ahí, sobre parar, solo se besaban, comían, y se miraban intensamente. Hubo un pacto intrínseco de no hablar, no podían hacerlo. Una vez terminado la última vez, Hermione se vistió con las mismas prendas que estaba usando desde el viernes por la noche, era domingo, su esposo estaba por llegar, se sentía culpable ¿o no?
Harry miro a una nerviosa Hermione, él estaba asustado, estaba nervioso, no podía creer lo que había pasado y preguntó - ¿Estamos bien? – En ese momento su mejor amiga se puso a reír histéricamente, él la siguió, mierda, por supuesto que no estaban bien, habían engañado a sus parejas, habían traspasado la línea sagrada.
-Disculpa – dijo la castaña casi llorando de la risa – me tengo que ir. Harry se levantó, ya vestido, la abrazo y dijo – de acuerdo- la soltó para dejarla ir. Una última mirada, palabras tragadas y de repente se esfumó, dejando a un Harry solo en el desastre.
El ojiverde con algunos encantos limpio y ordeno todo, no podía creer lo que había pasado, fue a su estudio y se tomó un largo trago, necesitaba ducharse, pensar en las consecuencias. Por otro lado, Hermione apenas llegó fue a darse una ducha, se sentía enferma, había culpa, sí, pero, no había remordimiento, el fin de semana había sido justo lo que necesitaba, sentir ese deseo, sentir esas ganas de volver a estar con su mejor amigo la hacía dudar, tal vez, solo tal vez. Sin embargo, sabía que la habían cagado, simplemente. Pensaba cómo no había pasado antes, siempre habían estado más sintonizados que con sus propias parejas, pero estables en su familia, estables en su matrimonio, las miradas, los almuerzos, los abrazos, los halagos, coqueteos ¿inocentes?, la única seguridad que tenia era que ambos estaban hasta el cuello. No había llanto, solo un vacío en el estómago terrible. Salió de la ducha, y mientras usaba todos los productos que hacían su piel sedosa, su cabello manejable y su cara tersa, escuchó que alguien subía por las escaleras. Ron entró corriendo al baño gritando que necesitaba utilizar el wáter y ella horrorizada por el hedor, salió para buscar algo que ponerse, se secó el cabello con un movimiento simple de varita, los rizos quedaron perfectos en su melena castaña y se puso una bata de seda que siempre la hacía sentir mejor.
Una vez en la cocina se disponía a cortar unos tomates cuando escuchó - ¿Qué harás de cenar? De la sorpresa se cortó y su mejor amigo con un simple hechizo reparó el daño. - ¿Qué haces aquí? – le gritó.
-Ron me fue a ver apenas llegó para invitarme a cenar- Hermione no soportaba la ira, de verdad no podía llegar y verla a ella, estar con ella.
-Hace un maldito mes que no nos vemos- dijo mirándolo – y Ginny, no llegará – dijo.
-Lamento escuchar eso- respondió Harry – No, se alargó su viaje una semana más – Hermione encanto una botella de vino y sirvió dos copas, la situación cada vez se volvía más jodida.
-Y yo lamento escuchar eso – dijo sincera. Harry se limito a medio sonreír mientras la seguía mirando, sus piernas desnudas, el busto apretado, los rizos abundantes, su energía. Solo pensaba en tomarla, por atrás y duro. Hermione sentía la energía del mago, ella también lo quería, esa tensión, ese deseo, asi que dejo que él se acercara, dejo que la besara y le dijera al odio cuantas ganas tenia de tomarla, parecía un baile, ambos se movían coordinados, suspirando, ahogando gemidos mientras se masturbaban mutuamente, con el miedo de ser encontrados, en aquel lugar frio y extraño. Antes de que no aguantaran más para arrancarse la ropa, escucharon que Ron bajaba por las escaleras y rápidamente se alejaron.
-Harry lávate las manos! – gritó Hermione y Ron soltó una gran carcajada.
-Que vamos a comer mi amor – preguntó el pelirrojo acercándose a la castaña para darle un beso. Ella incomoda lo recibió.
- Ensalada y pollo gratinado – respondió Hermione mientras veía a Harry. Este estaba incomodo también, estaba rojo, con el ceño fruncido.
-Quieres una copa de vino amigo- preguntó el pelinegro.
-Hombre, algo más fuerte, tomemos whiskey – dijo Ron y fue al bar del salón a servir los vasos. Harry rápidamente le susurró a la castaña que iba a terminar lo que habían empezado, él había quedado dolorosamente frustrado y estaba seguro que su mejor amiga también.
Al cabo de un rato, ninguno de los tres estaba sobrio, Hermione se había tomado muchas copas de vino demasiado rápido, tanto por la molestia como por la incomodidad que sentía mientras veía a su mejor amigo aka amante y a su esposo que prefería a su mejor amigo que a ella. De repente comenzó a reírse histéricamente y los dos hombres que la acompañaban preguntaron "Qué te pasa", pero ella no podía decir que se estaba imaginando como seria acostarse con ambos, al mismo tiempo.
-Nada amores- respondió coqueta. Ron ni siquiera pudo distinguir la "s" de amores de lo borracho que estaban, entre la incomodidad y los vasos de alcohol, Hermione no había terminado la cena. Los tres sentían que estaban en sus primeros años después de la guerra, cuando después del cansancio y el sentirse muy viejos intentaban hacer lo que gente de su edad suele hacer, sin embargo, esas noches nunca terminaban muy bien.
Ron estaba más que borracho riendo y hablando incoherencias, mientras un Harry muy sonrojado lograba acariciar a Hermione debajo de la mesa.
-Amor, vamos a la cama- dijo Hermione, levantándose para ayudar a Ron.
-No, yo aquí ..hip… me quedo con mi amigo Harry… hip…. Potter- dijo el pelirrojo hipando. Llena de furia y con los ojos cristalizados fue a la cocina a preparar café, su relación nunca había estado llena de pasión, pero si tenían sus momentos de estar juntos. Hermione estaba borracha y eso agudizaba todos sus sentimientos, por lo que cuando Harry se acerco a ella, dejando a un Ron inconsciente encima de la mesa, dejo que la abrazara y calmara su angustia.
Hermione sentía como se balanceaba lentamente, acogida en los fuertes brazos de su mejor amigo, olvidaba la tristeza, la tensión y la culpa. No era algo nuevo por supuesto, hace años habían compartido esos mismos abrazos, dándose ánimos y fuerza por partes iguales. Las manos de Harry bajaban por la espalda de la castaña y su nariz aspiraba el olor a coco que caracterizaba sus rizos, esos leves gestos de amor nunca habían sido eróticos o románticos, sino fraternales y puros, sin embargo, algo había cambiado. El erotismo aumentaba y los gestos de consolación no eran suficientes para el nuevo sentimiento que ambos compartían, de hecho, la angustia provocada por la soledad les brindaba paso a las ganas de sentir un calor corporal externo. Ambos se miraron, comprendiendo lo que sus cuerpos pedían y fueron sin remordimientos al cuarto de huéspedes.
Harry miraba al techo con la respiración entrecortada, la incertidumbre inundaba la habitación y su cabeza. Hace años había estado en la misma posición, con Hermione a su lado en una cama mucho más incomoda, con sus cuerpos más jóvenes y con una incertidumbre mucho más profunda. Con el recuerdo de la primera vez cerro los ojos y siguió la respiración acompasada de la castaña a su lado.
Maldita búsqueda, maldito Ron, maldito Dumbledore -despotricaba Harry mientras tiraba las piedras que encontraba a su alrededor. Estaba tan furioso, triste, simplemente desconsolado. Ron se había ido hace unas horas y la fría noche de invierno parecía aun más oscura que de costumbre. Hermione aun estaba en estado de shock en la tienda, eran unos niños en medio de una guerra y era la primera vez que sentía el verdadero peso de la misión que tenían por delante. Nunca se había detenido, nunca había perdido el control, pero el arrebato de sus mejores amigos y la ida del pelirrojo fue suficiente para que ella también se fuera al carajo.
Pasaron días desolados, con la muerte encima de sus almas y con el sufrimiento del deber quemando sus cuerpos. Hacen guardia, duermen sin descansar, cocinan y comen las sobras que les quedan, todo en silencio y resignación, hasta que una noche después de lo sucedido en Godric´s Hollow Hermione explota. Ahí destrozada, con gritos desgarradores para el alma de Harry, el la sostiene hasta que su mejor amiga se tranquiliza y la acuesta, la mece hasta dormir y se hacen una promesa muda de no dejarse vencer, permanecer juntos y ganar. Deben ganar.
Otros días pasan y sus ánimos aumentan, sus soledades se juntan, se necesitaban y asi empezó. "Te necesito" fueron las palabras que ella utilizó mientras le besaba el cuello. Harry estoico, pensaba en los Weasley, qué harán si ellos se enteran, qué pasará después. "No pienses, por favor" y al mirarla a los ojos se dio cuenta que simplemente necesitaban ese contacto. Habia tanto que los estaba matando, comenzando por la ausencia de su mejor amigo, pasando por el miedo y la incertidumbre. Asi que solo fluyeron, se dejaron caer en el instinto más animal del ser humano y explotaron juntos en el primer orgasmo compartido. Se miraron a los ojos una vez terminado, Hermione le susurro un "te extrañaba" en los labios, Harry le pidió disculpas mientras la tenia en sus brazos. Todo había cambiado, ellos lo sabían, no era simple pasión, era compañerismo, era lucha, era amor simple y revuelto, era una esperanza para seguir en la búsqueda.
Sin embargo, cuando volvió Ron el miedo de perderlo de nuevo los enloqueció, casi utilizan el Obliviate para olvidar el increíble sentimiento que nacía entre ellos, pero el riesgo era muy grande, asi que solo prometieron que cuando todo terminara lo intentarían y con esa esperanza ahogaron el deseo de sus cuerpos, callaron los gritos de su mente que decían "estén juntos", se obligaron a olvidar.
Hermione miraba a su mejor amigo con los ojos cerrados, pensando en seguir estos encuentros, pero los riesgos del compromiso secreto eran muy grandes. El amanecer se aproximaba y debían tomar una decisión. Con cautela la castaña paso sus dedos por el perfil de su mejor amigo, toco su cabello y su quijada, le comenzó a dar besos que el correspondió en el mismo momento, Harry abrio los ojos, la miro intensamente y con sus manos firmes en la cara de su mejor amiga le dijo "No olvidaré nuevamente Hermione".
"Yo tampoco"- respondió antes de besarlo.
