Hermione Granger, había sido reconocida dentro del Ministerio de Magia desde el primer momento que piso el lugar después de la guerra. Era amada y odiada por partes iguales, pero eso nunca la detuvo para hacer ruido, planear revueltas y abolir leyes obsoletas. La ahora mano derecha de Kingsley, tenía su candidatura a ministra de magia asegurada para cinco años más, momento que el anterior auror y actual ministro había decidido para dejar el cargo y entregar su mando a la mejor bruja que había conocido jamás. Sin embargo, la supuestamente imperturbable defensora de leyes mágicas, ahora estaba en su oficina, leyendo informes, sin entender absolutamente nada ya que su decisión de no olvidar se repetía una y otra vez en la cabeza de Hermione. Ya que, la culpa que sentía era más grande que su deseo por Harry.
El problema que tenia la castaña era la famosa regla de "nunca acostarse con hombres casados" que había instaurado Susan Bones, un alma libre, devota a su trabajo, entregada a su sexualidad y una de las mejores amigas que tenía. Nunca iba a olvidar como un día que habían decidido tomar un descanso, paseaban por el Callejón Diagon y una bruja increpa a Susan diciendo "Es lo más bajo que puede llegar una mujer", además, trató de hechizarla con la total convicción de que había roto a su familia. Una escena terrible, que había calado hondo en las almas de las brujas y ahora Hermione, feminista, valiente, heroína del mundo mágico estaba rompiendo la regla. Por otra parte, y no menos importante, estaba furiosa con su esposo, Ron había preferido ir a ver a Harry, en vez de llegar a casa a verla a ella. Esto la dejaba con una clara incertidumbre sobre si era necesario hacer terapia de parejas o mandar a la mierda su matrimonio y comenzar una aventura que hace años estaba posponiendo.
De apoco comenzó a escuchar que alguien la llamaba, "Granger, Granger"- repetía Susan. Ni siquiera cuenta se había dado que habían entrado a su oficina y menos anunciar que había llegado.
"Susan"- dijo sorprendida- "Qué estás haciendo aquí" – preguntó
"Granger, donde tienes la cabeza, vengo por los informes, necesitamos tu firma para la misión en Escocia" – contestó Susan.
"Oh cariño, disculpa, pero tendrán que atrasar la misión, he estado indispuesta" – respondió Hermione, sin embargo, fue una respuesta vaga y una mentira obvia, ya que ni siquiera después de parir se había tomado días libres.
"Qué hizo Harry esta vez y no me discutas, porque si fuera Ron la historia sería diferente y mis informes estarían listos" – dijo la auror, mientras se sentaba enfrente de Hermione y encantaba un par de vasos de whiskey de fuego.
"Estas equivocada" – respondió después de tomarse el vaso que estaba frente a ella – "Es culpa de Ron y de Harry, tu sabes que mi esposo no había estado en todo el mes y apenas vuelve pasa a la casa de Harry que por supuesto estaba vacía, porque Ginny tampoco estaba" – decía mientras se servía más alcohol y Susan giraba los ojos ya que le parecía tan absurda la situación entre los Weasleys – "La cosa es que yo me estaba bañando y Ron llega apresurado al baño, algo asqueroso – decía mientras hacia una mueca recordando el olor. – "El asunto es que cuando baje las escaleras adivina a quien me encuentro, Harry Potter parado en mi cocina, él sabía que no debíamos vernos y aun asi ahí estaba – termino por decir. Susan la miraba expectante y curiosa.
¿Por qué Harry no podría llegar a la casa de sus mejores amigos un día a cenar simplemente?" – preguntó inquisitiva la rubia. Hermione que estaba ahogada con la culpa, la emoción y el deseo, se tomo su segundo vaso de un solo sorbo y dijo "Tu sabes que puede llegar cuando quiera, pero el problema es que Ron prefirió verlo a él, antes que a mi" – "pero eso nunca te ha molestado" replicó su mejor amiga. La castaña viéndose acorralada dijo "Terminamos borrachos los tres".
"Y eso es un problema por qué" – preguntó Susan.
Hermione encontrándose sin palabras, se tomó un tercer vaso de whiskey. El ardor cada vez era más fuerte, pero también la dura necesidad de soltar lo que la estaba acongojando.
"Hermione, suéltalo de una vez por favor" – dijo enojada la rubia.
"No puedo decírtelo"- dijo rápidamente la castaña.
Susan atónita, se tomo su tercer vaso de whiskey de un sorbo y dijo "Hermione Jane Granger, dime por favor que no la cagaste".
"No sé a qué te refieres Suse"- respondió Hermione.
"Honestamente Granger"- dijo Susan mirándola a los ojos.
"No sé de qué estás hablando" – repitió la castaña.
"Si te quieres hacer la desentendida por mi esta bien, sé que aún no está lista para contarlo, pero, tú sabes que lo que hicieron no lo puedes tomar a la ligera. Además, no te puedes distraer tanto, necesitaba esos informes para ayer, asi que querida, deja de pensar en el pene del elegido"- sin decir más, la auror desapareció de la oficina.
"Mierda"- dijo Granger antes de ponerse a leer los informes. Susan ha sido la única de sus amigas que le dijo que su matrimonio con Ron no iba a durar, porque no había un vinculo lo suficientemente fuerte para que lo hiciera; Es más, había sido la única de sus amigas junto a su madre que le habían dicho que estaba cometiendo un error al negarse a sus sentimientos reales con Harry, un día de copas en el departamento de Hermione hace casi 20 años atrás, le había contado entre lágrimas como deseaba poder estar con su mejor amigo y Susan le había dicho que siempre hay que luchar por lo que se siente correcto, sin embargo, su miedo a perder el sueño de "la gran familia pelirroja" la había detenido ingenuamente. Harry y Hermione eran como un mito, una pareja de amigos que sobrevivió una profecía y a la muerte misma, una alma en distintos cuerpos, en cada espacio que compartían simplemente ahí estaba su conexión, su telequinesis, su energía y cuando se casaron el mundo mágico estaba dividido, una parte estaba feliz por las parejas ya que veían a Hermione como una come libros, la otra parte siempre pensó que entre ellos había una relación escondida, desde ese momento los celos aparecieron y los ultimátum de los Weasley llegaron. Sin embargo, llego un momento en que Ginny y Ron tuvieron que comprender que la relación que tenían era esencial para ellos.
A pesar de ellos, era innegable el hecho de que Ginny había decidido abandonar su sueño de ser jugadora profesional de quidditch, para ser la madre de Teddy Lupin. Ella sabía que lo único más grande que las promesas hechas antes de la búsqueda, era el amor que Harry sentía por su ahijado, asi que se convirtió en lo que el "amor de su vida" necesitaba, una compañera distinta a Hermione, que se quedara en casa y quisiera formar una familia de inmediato. La castaña siempre pensó que ese abandono de sus propios sueños para cumplir los de alguien más había sido con picardía e interés de parte de la pelirroja. Lamentablemente, Harry no pudo negar ni el amor, ni el sacrificio que había hecho por él y le pidió matrimonio, compró una casa con un patio inmenso y solo se dedicó a ascender dentro del departamento de aurores, sin trato especial, sin mayores ambiciones. Hermione inconscientemente siempre le recrimino a Ginny su actuar, no podía comprender esa decisión tan absurda de abandonarse ante un hombre y peor, haber luchado en una guerra, tener la gran y difícil tarea de reconstruir al ministerio de magia del Reino Unido y a su sociedad, y abandonarlo todo para abnegarse ante un rol. Por supuesto que también le recrimino a Harry su actuar, no podía entender como dejo de lado sus sueños, su enfoque y sus ambiciones, para seguir lo impuesto por Ginny, podía entender que quería criar a su ahijado por la familia que había perdido. Dos huérfanos creando una familia, pero era posible hacerlo sin perderse en el intento, sin perder su oportunidad.
Sin embargo, ella nunca había perdido el enfoque, sabía lo que tenía que hacer y como debía hacerlo. Era su deber ser ministra de magia, sus ideales, sus estudios y su historia, la habían encaminado, estaba segura que ella podía hacerlo, con su compañero o sin él. Cuando Ron le pidió matrimonio fue un acto banal y casi necesitado, ambos estaban solos, ella rota por la oportunidad perdida y el arrepentimiento de no haber dado más para intentarlo con Teddy y Harry. Por otro lado, Ron perdido ante las expectativas de su madre, asi que él le juro que su amor era suficiente por los dos y ambos se conformaron con ese amor a medias, ese matrimonio apresurado y sin pasión. Había, cumplido su sueño infantil de una gran familia pelirroja y feliz, pero, había dejado su alma en el camino, que recupero solamente cuando nacieron sus hijos y Harry por su parte se había convertido en un hombre que por su familia estaba dispuesto a todo, asi que cuando las primeras discriminaciones hacia su Teddy aparecieron, ideo un plan junto a Hermione para cambiar la cultura impuesta dentro de su mundo y ese deseo, pasión y amor más allá de lo fraternal, renació, como un fénix desde sus cenizas.
La bruja con los ojos aún fijos en los documentos para la misión, se dio cuenta de lo equivocada que estaba. Había sido una mujer cobarde y ahora estaba pagando las consecuencias, pero, no podía volver a callar este despertar, que había tenido muchos años antes de la noche del viernes. Ahora el problema estaba en que el daño era inminente e irreversible, para los Weasleys, para sus hijos, para ella y para Harry. La gran duda era si él sentía de la misma forma que ella. Con esta incertidumbre se tomó el último trago que le quedaba en el vaso y dijo "adelante" después de escuchar unos golpes en su puerta.
"Qué sucede" – dijo sin mirar a quien había entrado.
"Necesito esos informes cariño"- dijo el elegido.
Miro hacia arriba sonrojada, pero con su mejor voz de abogada dijo "Auror Potter, no anunciaron su visita"- la idea de utilizar sus títulos era una pantalla de formalidad y juego.
"Lo siento Magistrada, pero la jefa de la misión necesitaba los informes firmados y con unas palabras que no repetiré en este ambiente formal, me pidió que como su jefe venga a exigirlos" – dijo Harry con un tono de gracia, ya que era obvio que él no era su jefe y que, a pesar de tener una jerarquía en el ministerio, la que llevaba la relación era ella, desde que tenían once años. Antes de comenzar a hablar fue interrumpida, "Además, me has estado evitando y quería verte, es obvio que esos informes no están listos por lo que paso el finde semana".
Hermione soltó una risa y miró con tristeza al hombre que tenía al frente. Le hizo una seña para que se acomodaran en los sillones de su oficina, encanto otro vaso de whiskey y camino hasta sentarse al lado de él. Lo miro a los ojos, con la intención de decirlo todo, de confesar esa verdad oculta y cegadora, pero en vez de eso dijo mientras le acariciaba la quijada "El bien y el mal son conceptos abstractos, sin embargo, no son distintos. No voy a destruir lo que tienes con tu esposa si es algo puro." Porque la castaña sabia que a pesar de lo que ella pensaba, ambos habían creado una familia, se habían amado, habían procreado y se habían acompañado durante largos años. Trabajar por ese vínculo, no podía ser solo cuestión de apariencia. Bien lo sabia ella, que dentro de ese matrimonio casi arreglado, había aparecido un amor imperfecto.
Harry ahí pudo comprender la realidad de lo que habían hecho. Abrieron una caja de pandora que creían haber desintegrado. No se trataba de salvar al mundo, pero si se trataba de salvar sus almas. Nuevamente se veía envuelto en la lucha por lo correcto, por lo integro. Nuevamente se sentía como un adolescente perdido con el peso del mundo en sus hombros. A la vez, le era tan fácil decidir. La ambigüedad de sus relaciones era circunstancial, Ginny era su esposa, pero Hermione era su compañera. Asi que la beso, un beso urgente, malicioso. Los hechizos volaban al igual que sus ropas, la urgencia de sentirse, hizo que él entrará fuertemente en ella, que fue respondido con un grito de sorpresa y dolor, que fue acaparado y curado, por el placer del movimiento, se conocían, se anhelaban, miel, canela, arce, pino, sudor, rapidez, ruido, escalofrío.
Con la respiración entrecortada y con mil alarmas en su cabeza, Harry sabía lo que tenía que hacer. Se miraron a los ojos, "Estar contigo no es un juego para mí, es algo real y profundo" le decía mirándola a los ojos. La castaña con incertidumbre dijo su nombre, pero él la calló, necesitaba explicarle de alguna forma que no había vuelta atrás, que no había lugar para una equivocación.
"Hermione, si hacemos esto, es para siempre" – dijo el pelinegro. Ninguno estaba listo para perderlo todo, el miedo nuevamente se apoderaba de ellos, pero existía algo más grande que cualquier otro sentimiento. "Te amo" dijeron a la vez y con un beso sellaron la promesa que atravesarían juntos el infierno que se avecinaba. Los amantes volvieron a sentirse, con besos y caricias, con gemidos y miradas. Sin saber, que alguien sabia su secreto y les iba a costar muy caro poder ocultarlo.
