Los personajes pertenecen a la asombrosa Stephenie Meyer. La historia está basada en el libro "El Maravilloso Mago de Oz" de Lyman Frank Baum, en el libro "Wicked: Memorias de una Bruja Mala" de Gregory Maguire y en el libreto de la puesta en escena "Wicked: La Historia jamás contada de las Brujas de Oz" de Winnie Holzman. Yo solo quise hacer una interpretación diferente de las historias.

.

.

.

"¿Qué es lo que siento muy dentro de mí? Desde el momento en el que te vi."

Después de miles de intentos, las chicas nuevas (la hermosa rubia y la chica… bueno, Isabella) no tuvieron más remedio que tragarse su orgullo y su enojo. Después de un tenso recorrido por los pasillos, se dedicaron silenciosamente a desempacar sus pertenencias.

El dormitorio era enorme, ¡gigantesco! Vanya no había mentido cuando dijo que le habían reservado una suite… Contaba con todo doble, camas, closets, escritorios e incluso con dos baños privados. Isabella admitió que había tenido suerte, de esta forma, no tendría que explicar por qué no se bañaba con agua. Tomó una nota mental de decírselo a la señorita Esme después.

Se sentó por unos segundos, admirando la habitación. Los tonos cafés eran bastante desalentadores, pero el cuarto se había llenado de una innecesaria cantidad de color debido a las pertenencias de la rubia. La mayoría de sus cosas eran demasiado rosa, era muy obvio qué lado le pertenecía a quién. Las cosas de Isabella eran más colores tierra, con el tiempo se había resignado a que el único color que se viera bien en ella era el café y el negro.

Pensando en escribirle una carta a su padre, Isabella se sentó en su escritorio y tomó una hoja y una pluma. Escuchó ruido a su lado y se volteó para mirar a Vanya, quien también se había sentado en su propio escritorio, habiendo lo mismo.

— Queridos papis… — rió — Mis papas fritas…

Vanya no dejaba de murmurar cosas mientras escribía.

"Me chocas, por tu piel, tu voz, tu ropa. Cómo se ve del pelo al pie."

— ¡Shhh! — exclamó Isabella, mirando a la rubia con fastidio. Vanya ni siquiera la miró. La castaña se resignó y empezó su propia carta.

Querido papá. Hubo algunos problemas con las habitaciones, pero al final todo se pudo resolver de forma rápida. Por supuesto estoy cuidando muy bien de Alice…

— Pero, obviamente estoy por encima de todos en este lugar… — seguía murmurando Vanya. ¿Qué rayos estaba escribiendo? — Y estudiar es todo lo que me interesa…

— Sí, claro… — susurró Isabella, francamente lo hizo lo suficientemente alto para que Vanya lo escuchara.

— ¿Te molesto? Intento escribir una carta para mis padres. Necesito silencio. — Isabella solo la miró de arriba abajo con fastidio, pero en su fuero interno se reía por haber hecho enojar a la rubia hueca. — Antiestética y extraña, e inmensamente muy difícil de describir. — dijo Vanya con intención, aun garabateando sobre la hoja.

La chica verde, dejó su hoja intacta y caminó al cuarto de baño con pasos sonoros. ¿Antiestética? Entendía la parte de extraña, por el amor de Dios, tenía ojos, ella sabía que era verde… Obviamente Vanya se refería a ella en su carta, lo último que Isabella necesitaba era una horda de padres preocupados por el bienestar de sus hijos al convivir con el bicho verde y raro.

Cepilló su cabello y le echó un vistazo a la tina que adornaba la esquina. Mañana, se prometió.

Después de un par de cosas más se metió a la cama, esperando olvidar todo el asunto por unas horas.

"Que odiarte es una gloria. ¡Tanto que te odio más! Aunque vino como un ciclón, esto es de larga duración."

— Rubia tonta. — murmuró con fastidio antes de rendirse al sueño.

.

.

.

La noche había pasado sin más contratiempos, Isabella estaba feliz de poder empezar cuanto antes sus clases, después de todo, ese era el motivo por el que le había insistido tanto a su padre. Conocimiento.

Si olvidaba las miradas de todos en el pasillo, casi podría sentirse como una persona común, preocupándose por problemas comunes. Su humor mejoró notablemente cuando, a la entrada del aula de clases, se encontró con Alice, quien charlaba animadamente con otra chica quien la empujaba desde atrás.

Su hermana la miró y le sonrió cálidamente como siempre lo hacía cuando la veía. Se acercó y se arrodilló frente a ella.

— Buen día, Ali. ¿Estuvo bien la noche? ¿Necesitas algo más en tu cuarto? — fue lo primero que dijo al hacer contacto con su mirada.

Alice rió de manera encantadora, haciendo que los alumnos que entraban al aula, voltearán a verla y sonrieran.

— Estoy bien, Bella. El cuarto es muy espacioso, estoy perfectamente. — dijo Alice sonriente.

Satisfecha con su respuesta, Isabella dejó que su hermana pasara primero por la puerta. Su sonrisa titubeó un poco al ver a Vanya sentada en la segunda fila, no hacía gran cosa, viéndose en un diminuto espejo arreglándose el cabello. ¿Alcanza a ver todo su ego en esa miniatura? Pensó Isabella con mofa cuando pasó a su lado.

El hilo de su pensamiento se cortó de inmediato cuando vio entrar a un… bueno… Animal. Era otro de los motivos por los que había querido entrar en Shiz, eran ya muy pocas las escuelas que permitían la enseñanza impartida por Animales. Aquellos que podían hablar eran ya muy escasos. Sin embargo, frente a ella se hallaba uno de carne y hueso.

Era alto, fácilmente alcanzaba los dos metros de estatura. Iba vestido con una larga capa sobre un traje marrón, de la parte de debajo de los pantalones se podían ver… pezuñas. Era bastante esbelto, largo y consistente. Si mirabas el rostro quedabas asombrado ante las facciones tan inusuales, en general parecía normal, pero si mirabas con cuidado, la nariz era más larga de lo normal y algo más abultada de la punta, sus cejas eran extremadamente pobladas y la mirada azul casi rayaba lo blanco. Coronando la visión, encontrabas un par de retorcidos cuernos que nacían desde ambos lados de sus sienes.

Definitivamente se trataba de un Animal.

El aula entera se llenó de murmullos, y sin poderlo contener, Isabella se enfadó. Claramente se trata del profesor, ¿no podrían mostrar algo de respeto? Sin embargo, esto no parecía afectar de ninguna manera al profesor.

— Buen día. Guarden silencio, por favor. Mi nombre es Carlisle Cullen, seré su profesor de historia este año. — empezó de forma alegre. Se acercó al escritorio frente a la pizarra y dejó un montoncito de papeles. — He tenido el placer de leer los ensayos que mandaron junto con la solicitud de ingreso, y estoy más que contento de anunciar que veo mucho potencial en ustedes. — se recargó en el escritorio y miró a los alumnos, quienes aún se acomodaban en sus lugares. Su paciencia parece infinita, pensó Isabella tomando asiento en una de las sillas de enfrente. — Aunque… hay otros que necesitan enfocarse un poco más en el contenido… — tomó el primer papel de la pila y leyó brevemente. — Señorita Tanya…

— Es Vanya… con 'V'. — dijo la rubia con el ceño fruncido.

— Sí, claro. Disculpe. — dijo el profesor Cullen, riéndose un poco avergonzado. Se aclaró la garganta. — Señorita… Tanya.

Vanya miró con irritación al profesor antes de mirar al chico que se sentaba detrás de ella. Jasper, recordó Isabella.

— No entiendo cuál es el problema… — dijo en voz alta, su intención era claramente poner en evidencia el profesor — Los demás profesores parecen ser capaces de pronunciar bien mi nombre.

Pero que insufrible.

— Quizá la pronunciación de tu perfecto nombre no sea el centro del universo del profesor Cullen. Quizá él no sea como otros maestros. ¡Quizá algunos somos diferentes! — las duras palabras de Isabella hicieron que el aula de clases se quedara en silencio.

Algunos alumnos se movieron hacia atrás, esperando que los rayos y las centellas salieran disparados de las manos de la chica como la vez anterior.

— Hasta se puso verde del coraje. — dijo Vanya con una sonrisa torcida y venenosa. Toda la clase estalló en carcajadas ante el despectivo comentario de la rubia.

— ¡Clase! ¡Clase! — exclamó el profesor Cullen, intentando calmar las aguas. — La señorita Isabella tocó un buen punto. — el profesor se paró más recto, empezando a caminar por el aula. — Sin duda, habrán notado que soy el único Animal en la facultad. El único… Chivo Pagado, por así decirlo. — rió — Pero no fue siempre así. Queridos estudiantes, cómo me gustaría que pudieran haber conocido este lugar como lo fue antes. — miró por la ventana con nostalgia. — Cuando uno podía caminar por estos pasillos y escuchar a un Antílope explicando un soneto, un Leopardo de las nieves resolviendo una ecuación, una clase de filosofía impartida por un Rinoceronte. — regresando al frente, miró a los chicos sentados frente a él. — ¿Pueden ver, queridos estudiantes, qué se está perdiendo? Cómo nuestro querido Oz se está volviendo cada vez menos... bueno, colorido. — le brindó a Isabella una palmada en el brazo de forma amistosa. — Ahora, ¿quién puede decirme qué puso esto en movimiento?

La mano de Isabella se alzó de forma casi involuntaria.

— Por lo que he leído, empezó con la Gran Sequía. — explicó.

— ¡Precisamente! — Carlisle alzó los brazos, emocionado. — La comida ya no era suficiente, la gente estaba hambrienta y enojada, y solo había una pregunta sin responder: '¿a quién culparíamos?' ¿Alguien puede explicarme qué significa el término 'chivo expiatorio'? — Carlisle rió al ver que Isabella alzaba la mano de nuevo. — Alguien a parte de la señorita Isabella… — para sorpresa de todo el mundo, fue Vanya la que alzó la mano. — Si, señorita Tanya.

— Es Vanya… con V. — al parecer, su ceño se frunciría mucho el día de hoy. — Y no entiendo por qué no se limita a enseñarnos historia en lugar de estar repitiendo una y otra vez cosas sobre el pasado.

Isabella rodó los ojos, impactada ante lo que salía de la boca de la rubia. Todo el salón miró extrañado a Vanya, y poco a poco se mostraron de acuerdo.

— Bueno, es porque hoy les tengo preparada una pregunta especial… — de forma rápida, caminó hasta la pizarra y deslizó la primera pieza hacia un lado. Todo se detuvo al leer lo que estaba escrito en ella.

¡LOS ANIMALES SON PARA VERSE, NO ESCUCHARSE!

— ¿Quién es el responsable de esto? — jadeó Carlisle, horrorizado ante tal acto de vandalismo. — Estoy esperando una respuesta… — más silencio. — ¿Nadie? Bien, eso es todo. — les dio la espalda a los alumnos, tomando sus cosas del escritorio. — ¿No me oyeron? ¡Se canceló la clase! — gritó enfadado.

Todos salieron de forma rápida, espantados por el arrebato del profesor.

Con un suspiro, Isabella caminó hacia el profesor. Quien se hallaba en silencio, mirando la pizarra con lágrimas en los ojos.

— No deje que declaraciones ignorantes como esa le molesten. — pasó su mano por la espalda del profesor, intentando confortarlo.

— Señorita Isabella… — Carlisle negó con la cabeza — Si solo fueran palabras en un pizarrón… Pero las cosas que uno escucha estos días. Cosas horribles. — Se sentó sobre el escritorio, dejando que Isabella tomara asiento en la silla del profesor. — Escuché que a un profesor León ya no se le permitió enseñar porque no puede pronunciar palabra… a un chico gran pastor lo obligan deshonrosamente a no predicar… ahora solo puede aullar. — los susurros contraídos del profesor rompían el corazón de Isabella. — Tal vez son solo rumores, pero escúcheme cuando le digo que hay algo mal en Oz.

La chica verde no daba crédito a las palabras del profesor, debía de haber algo que se pudiera hacer.

— ¿Algo mal en Oz? — Carlisle iba a empezar a hablar, pero inundado por el pánico, empezó a balar. — Profesor, ¿está bien? — Isabella se puso de pie, queriendo auxiliar al profesor. — Entonces, me está diciendo que por alguna razón hay Animales que, ¿olvidaron cómo hablar? ¿Cómo es eso posible?

— Con la suficiente presión para no hacerlo… si te desalientan lo suficiente puedes callar a cualquiera. — por detrás del profesor, Isabella se dio cuenta de que la señorita Esme estaba parada en la entrada del aula. — Por eso yo nunca dejare que… — con la mirada, le hizo señas. Carlisle, captando el movimiento, se dio la vuelta. — ¡Ah! Señorita Esme, ¿qué le trae por aquí?

La señorita Esme entró completamente, mirando a Isabella de reojo.

— Me enteré de lo que pasó en su clase, Profesor. ¿se encuentra bien? Señorita, creí que estaría de camino a mi seminario. Espero no haberme equivocado al depositar mi confianza en usted. La magia es un amante muy posesivacional, señorita…

La chica tomó sus cosas de forma rápida.

— Si, señorita Esme. — Esme asintió y salió del salón, Isabella caminó detrás de ella. — Hasta luego Profesor Cullen. — dio algunos pasos en su dirección. — Profesor, si le están causando daño a los animales, alguien debe decirle al Mago de Oz, él podrá resolverlo. Para eso tenemos a un Mago.

Carlisle pareció pensarlo un poco, sin embargo, su expresión no demostraba mucho convencimiento.

— Espero que no se equivoque, señorita… — colocando una mano en la espalda de la chica, el profesor los guió a ambos a la salida.

.

.

.

Al día siguiente.

"Sal a bailar. Vuela entre nubes y si no subes más. Ve que pronto, si eres tonto, lo olvidarás. No pasa nada."

Era una tarde bastante agradable, soleada y fresca. La mayoría de los alumnos se encontraban en el jardín principal del instituto. Algunos chicos se habían tirado debajo de algunos árboles, chicas hablando y comiendo en las bancas o sentadas a orillas de la fuente central.

Como buena lectora compulsiva, Isabella se había detenido al centro del jardín al llegar a una parte especialmente buena de su antiguo ejemplar de Cumbres Borrascosas.

Su burbuja se rompió al escuchar un claxon detrás de ella y su grito se alzó por sobre el ruido de los demás estudiantes.

— ¡Oye! ¡Ten cuidado! — exclamó al conductor cuando el pequeño carruaje se detuvo a algunos metros de ella.

El chofer, un joven de estatura baja se apresuró a su lado.

— ¡Shhh! Señorita, lo va a despertar. — dijo preocupado.

— ¡Exactamente! — más enfadada con cada momento que pasaba, abrió la puerta del carruaje y dio un golpe con su libro. — ¡Oye, despierta!

—¡Señorita! ¿Qué no sabe quién es? — el chico se acercó intentado alejar a Isabella del carruaje.

— ¡Ni me importa! — del carruaje emergió un chico muy alto. El rebelde cabello cobrizo delataba el estado de somnolencia en la que se encontraba. — Tu carreta casi me atropellas y tu solo estas durmiendo.

El cobrizo se estiró perezosamente, mirando con desinterés a su alrededor.

— Por supuesto… es mi siesta de la tarde. — pasando olímpicamente de Isabella, miró a su chofer. — Bueno, nos vemos Garrett. Estoy seguro que no tardaré más en esta escuela que en las otras cuatro. — se dieron la mano.

El chofer volvió a subirse a la carreta, yéndose al instante. Dejando al par.

— ¿Así es como vas por la vida? ¿Atropellando a la gente y ni cuenta te das?

El cobrizo la miró, percatándose por primera vez de la curiosa tez verde de la chica. Nunca había visto una piel tan brillante, la apariencia luminosa y sedosa se le antojó agradable al tacto. Se acercó a la chica, esperando tener la oportunidad de tocarla.

— Tal vez el chofer vio verde y pensó que era el siga… — le sonrió torcidamente acercándose un poco más.

"Sal a bailar, nadie te obliga. A quien contradiga, lo mando a volar. Nada importa y cuando nada importe, vivirás, tú sal a bailar."

Isabella lo mira entre indignada e impactada. Esta persona, que no la conocía de nada, empezaba de la nada con comentarios acerca de su color de piel. Que típico. Enfadada, se alejó a grandes zancadas, sin embargo, el chico la siguió por algunos metros, casi hipnotizado por el brillo que emanaba de la piel de Isabella.

Por el otro lado, Vanya se pavoneaba por el jardín sin percatarse que Jasper corría detrás de ella.

— ¡Señorita Vanya! — corría Jasper hasta llegar al lado de la rubia. — Sé que no estoy a su altura… — miró de arriba abajo a la chica, comparando sus estaturas. — Soy de Monchkinlandia, y nosotros también tenemos sentimientos. Yo he tratado de decirle lo que siento por usted, pero algunas veces, como que ni sabe cómo me llamo…

Vanya lo miró distraídamente, fastidiada por la insistencia del joven.

— ¿Cómo crees, Gaspar? — comentó.

— Es Jasper…

Cualquier cosa que el chico pudiera haber dicho quedó en el olvido al momento en el que Vanya posó su mirada en el cobrizo que entraba de nuevo al jardín.

— ¡Mira, Gaspar! — tomó del brazo al chico con emoción. — ¿Ya viste quién es?

¡Me está tocando! Pensaba Jasper con ilusión mirando el rostro de la chica.

— Él es Edward Masen, el príncipe del país de los Winkis, su reputación es muy escandadeliciosa. — empuja a Jasper para poder caminar hacia Edward de manera coqueta. — ¿Se te ofrece algo? — lo recorrió con la mirada cuando este la pasó de largo y segundos después la miró de reojo. — ¿O alguien?

Edward le sonrió encantado.

— Estoy buscando el salón de la clase de historia… — por fin se paró de cara a la chica rubia. Cada par de ojos en el jardín estaban puestos en aquel par.

— La facultad es por allá. — comentó Jasper, fastidiado. Señaló al edificio que se encontrada detrás de ellos. Edward le dedicó un asentimiento y empezó a caminar.

— ¡Pero la clase ya se terminó! — exclamó Vanya jalando a Edward del brazo.

— Perfecto, creo que llegué a tiempo. Y ¿qué hacen aquí para divertirse? — preguntó Edward, mirando con más apreciación a Vanya.

— Nada… — respondió la rubia dando un paso más hacia el cobrizo. — Hasta ahora…

Ambos sonrieron, mirándose.

"Hoy quiero una mujer, como ninguna mujer, la más bella de ahí. Claro que si, anda ven a mí y disfruta la vida."

— Estábamos estudiando. — dijo Jasper, metiéndose entre la pareja.

Edward suspiró y miró a Jasper.

— Supongo que, de nuevo, tendré que ser el responsable de llevar a mis compañeros por el mal camino. — Edward miró alrededor, dándose cuenta que estaba llamando un poco la atención. — Al acabar la escuela no sirve lo que te enseñaron, sales sin tener ninguna experiencia, ni… — mira a Vanya. — brillo. — la rubia lo interrumpe, riendo de forma algo exagerada. — La vida no te pone exámenes, ya deja eso — toma el libro que sostenía Jasper y lo arrojó a la fuente, ante la mirada atónita de todos. —, sal a bailar. Afuera nadie puede reprobarte.

Durante unos minutos, el trío recorrió los jardines admirando las vistas. El resto de los estudiantes se encontraban atentos a los movimientos del príncipe y de la chica rubia.

— ¿Hay algún lugar en donde podamos pasarla bien? — comentó Edward, mirando a un pelirroja que pasó caminando a su lado.

Vanya, al notar el intercambio, tomó al cobrizo del brazo y le sonrió.

— ¡Sin duda, el mirador de Oztrellas!

Edward le dedicó a Vanya una sonrisa y un guiño, totalmente de acuerdo con esa idea. El trío se acercó a un grupo de chicos que hablaban entre ellos, con emoción, se organizaron para salir al mirador la noche siguiente.

Encontrando su oportunidad, Jasper apartó un poco a Vanya del grupo, al ver que Edward hablaba muy sonriente con la pelirroja de hace un momento.

— Señorita Vanya… espero que me aparte por lo menos un baile… estaré juntito a usted… esperando… toda la noche… — Jasper le sonrió enormemente.

— Que bonito, Gaspar. — respondió Vanya con fingida emoción.

— Es Jasper…

— ¿Pero sabes que me haría feliz? — de forma lenta, Vanya miró detrás de ellos, donde se encontraba Alice hablando animadamente con sus nuevos amigos. — ¿Ves a esa belleza trágica sobre ruedas? Yo… de verdad quisiera que fuera feliz, no puede andar. — empezó con falsa tristeza. — Pobre mujer, ¿Qué podemos hacer por ella? Yo estaba esperando que tú pudieras ser mi héroe, y la ayudes… invitándola a bailar. — tomó a Jasper por los hombros, sonriéndole encantadoramente.

"Sal a bailar y si lo haces haz que la pases muy bien. Si no es eso, bien por eso, le va mejor al que no piensa."

— ¡Yo podría hacer eso!

— ¡Ay, Gaspar! ¿En serio, lo harías por mí?

— Yo haría lo que fuera por usted… — sonriéndole, Jasper prosiguió y echó a correr hacia Alice. — ¡Disculpe, señorita!

— Eres buena… — escuchó Vanya detrás de ella. Se dio la vuelta y vio a Edward con las manos en los bolsillos, sonriéndole de forma coqueta.

— No sé de qué hablas… — comentó Vanya, riendo. — Pero, te tengo una noticia buenísima. —se acercó a Edward rodeando su cuello con los brazos. — No tengo cita para mañana en la noche…

— Paso por ti a las ocho. — la voz de Edward se volvió un poco más baja.

.

.

.

Estoy refeliz de poder dejarles este capítulo nuevo!(: Espero les esté gustando esta historia al igual que a mí.

Espero tengan unas lindas fiestas n.n No olviden dejar un lindo comentario, y tampoco olviden pasarse por nuestro hermoso grupo de Facebook 'Twilight Over The Moon'.

¡Nos leemos pronto!