Los personajes pertenecen a la asombrosa Stephenie Meyer. La historia está basada en el libro "El Maravilloso Mago de Oz" de Lyman Frank Baum, en el libro "Wicked: Memorias de una Bruja Mala" de Gregory Maguire y en el libreto de la puesta en escena "Wicked: La Historia jamás contada de las Brujas de Oz" de Winnie Holzman. Yo solo quise hacer una interpretación diferente de las historias.
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"¡Vean hoy la Ciudad Esmeralda! Vean hoy qué les puede ofrecer. ¡Vengan hoy, la Ciudad infinita!"
Finalmente había llegado el tan esperado día, aquel en el que Isabella por fin viajaría a la Ciudad Esmeralda. Por fin vería al Maravilloso Mago de Oz. La joven bruja se había adelantado para poder registrar su boleto de tren. En el carruaje, detrás de ella, venían todos sus amigos.
Los primeros en entrar habían sido Jasper y Alice, el chico se había ofrecido a bajar el equipaje de Isabella. Siendo sinceros, se le veía algo incómodo. Detrás de él, Vanya caminaba revisándose el peinado en su pequeño espejo de mano.
— ¡Isabella, Isabella! — exclamó Alice, llamando la atención de su hermana con una sonrisa. Le hace una señal a Jasper para darle la maleta a Isabella. — Estoy tan orgullosa de ti, estoy segura de que papá también lo está… como todos, ¿verdad que sí? — terminó, mirando a Jasper.
— ¿Estás segura que estarás bien sin mí? — preguntó Isabella inclinándose para quedar a la altura de su hermana.
— ¿Qué le puede pasar? — se medio quejó Vanya cuando llegó a la altura de los demás. — A demás, Gaspar le hará compañía… ¿Verdad, Gaspar? — le sonrió dulcemente.
— ¡Es Jasper! — exclamó este, sorprendiendo a todos. — Y ya no puedo seguir más así… — miró un segundo a Alice antes de salir corriendo de la estación de tren.
— ¡Jasper! — gritó Alice, antes de ir detrás de él. Pero Vanya le sujetó la silla.
— Alice, déjalo, está mal. — Vanya sintió mucha pena, ¿era ella la causante de toda esta escena?
"¡Y como ves, no me he de ir jamás! ¡Quiero vivir en un gran vaivén! Y juro que regresaré, y nunca, nunca me iré."
— No… la que está mal soy yo. — se soltó del agarre de Vanya y siguió adelante. No sin antes voltearse para ver a su hermana. — Isabella no te preocupes, no me va a pasar nada. ¡Que tengas buen viaje!
Isabella hizo ademán de correr detrás de su hermana.
— ¡Bells, Bells! Deja que se vaya. Tiene que aprender a hacer las cosas sola… sin ti. Todos tenemos. — dijo con pesar, enroscándose en el brazo de su amiga.
Isabella suspiró.
— Tú a penas notarás que no estoy, tú tienes a Edward. Por cierto, ¿dónde está? Digo, no estoy esperando que venga a despedirse de mí… — murmuró con desgana. — apenas nos conocemos.
Desde hace días, la mente de Isabella no era capaz de sacarse a Edward de la mente. Sus profundos ojos verdes, su expresión de comprensión cuando por fin se había sincerado con ella acerca de su familia y sus marcas de nacimiento.
El sollozo de Vanya interrumpió su pensamiento.
— Yo tampoco lo conozco. Ya no. Lo veo distante, como malhumorado y ha estado pensando… ¡Y eso si me preocupa! — Vanya dio vueltas alrededor de Isabella, quien estaba teniendo problemas en seguirle el discurso. — Todo empezó el día en el que se llevaron al Profesor Cullen, jamás pensé que ese chivo le importara tanto. — exclamó enfadada, deteniéndose. Su rostro se iluminó cuando miró detrás de Isabella, a la entrada de la estación. — Ay, no. ¡Si llegó! ¡Edward! — la rubia empezó a saltar y mover los brazos, como si su sola presencia no fuera suficiente para llamar la atención.
A Isabella se le atoró la respiración. Se veía tan atractivo con su uniforma escolar, en sus manos traía un colorido ramo de flores.
— Isabella… — sonrió suavemente. Miró a Vanya y carraspeó un poco. — Isabella… — dijo de nuevo, esta vez un poco más serio, cuando Vanya le tomó la mano. — Te felicito. Estamos muy contentos… y yo, bueno, estuve pensando…
— Si, ya me dijeron… — le interrumpió Isabella con una ligera sonrisa.
Edward resopló, escondiendo su sonrisa.
— Acerca del cachorro de león y todo eso. Pienso mucho en ese día. — dijo mirándola a los ojos.
"¡Vean hoy, la Ciudad Esmeralda! ¡Vean hoy, la diversión que tendrán! Como ésta doncella, esta estrella. ¡Deja una huella! ¡Que no olvidarán!"
— ¿De verdad? También yo… — respondió Isabella, ambos se sonrieron. En parte aliviados de saber que aquel día había significado lo mismo para ambos.
El silencio se extendió entre el trío.
— Ay, yo igual. — interrumpió Vanya. — Lo pienso a cada rato. Pobre doctor Cullen… un chivo tan… expiatorio. — frunció el ceño. — Me dan ganas… como de protestar. — pasó entre ellos e intentó pensar rápido. — Por eso yo pienso… y he… pensado en… ¡cambiarme el nombre!
El silencio permaneció, pero ahora con una sensación diferente.
— Tu nombre… — cuestionó Edward, inseguro de lo que intentaba decirles Vanya.
— ¡Sí! ¿Se acuerdan que el Doctor Cullen tenía una forma especial de pronunciarlo? Bueno pues, en solidaridad… — ¿qué rayos estaba haciendo? — Y para expresar mi indignacionamiento. Ya no seré conocida como Vanya… — aquí iba. — sino simplemente como Tanya.
Los dos amigos se habían parado uno al lado del otro, en tensión. ¿Vanya había cambiado su nombre? Como… ¿protesta? Edward se esforzaba por apretar los labios, Vanya parecía hablar en serio y no quería ofenderla. Isabella, frunciendo el ceño, le dio un codazo en las costillas. Mirándolo para que le dijera algo a la rubia.
— Eso sí que es admirable… Tanya… — comentó Edward aguantando la risa. Isabella lo miró indignada. ¡No la alientes!
— Edward… — rió 'Tanya', encantada haciendo una reverencia con burla.
El príncipe se movió incómodo en su lugar.
— Bueno, Isabella. ¡Que tengas suerte! — se acercó y la tomó por la cintura, dejando un rápido beso en la mejilla. Ni siquiera había tenido tiempo de reaccionar.
— ¿Viste? — gime desconsolada 'Tanya', sintiéndose derrotada.
— Vanya… no llores. — susurra Isabella intentando reconfortarla. La mencionada se apartó violentamente con expresión furiosa.
— AHORA. ES. TANYA. — chilló indignada. — Que estúpida idea, no sé cómo se me ocurrió. — empezó a pasearse alrededor de la bruja verde, metida en sus pensamientos.
Isabella suspiró.
— No importa cómo te llames, todos te quieren y…
— ¡Pero lo quiero a él! — la interrumpe Tanya, se abalanzó hacia su amiga, abrazándola. — Ya hasta le veo peros… ¡y aun así lo quiero! — sollozó en su hombro. — Esto debe ser lo que siente la gente… ¡¿Cómo lo soportan?! — pisoteó el suelo un par de veces, haciendo un berrinche.
"¿Quién es quién enciende todas las noches, Oz, y te da más ánimos? ¿Quién también es bueno? ¡Gracias a él canta nuestra voz!"
¿En qué momento había nacido esta clase de confianza entre ambas brujas? Habían pasado tantos meses juntas que ya no podía imaginarse su vida sin la rubia loca, no creía poder quedarse dormida sin escuchar a Tanya terminando su rutina de belleza nocturna.
— Ven conmigo… — comentó antes de poder detenerse a pensarlo más.
— ¿A dónde? — chilló la rubia, estaba empezando a calmarse, por lo que se despegó del hombro de Isabella y la miró a los ojos.
— A la Ciudad Esmeralda. — sonrió Isabella tomando a Tanya de las manos.
— ¿En serio? ¡Siempre quise ver la Ciudad Esmeralda! — exclamó emocionada la rubia.
No fue muy difícil conseguir un boleto de pasaje para la joven rubia, pues parecía que la carta personal de Oz abría miles de puertas sabiéndola utilizar. Ambas disfrutaron un ameno viaje de algunas horas, la Ciudad Esmeralda estaba relativamente lejos, debían cruzar casi medio país, pero con la ayuda del tren ese viaje se volvía mucho más corto. Comparando el tiempo que se llevaban sus antepasados cuando viajaban en carretas o a caballo.
Lo más impresionante fue la primera vista de las murallas de la Ciudad Esmeralda, como su nombre lo decía, parecía que todos sus edificios y casa estuvieran hechos de jade o esmeralda, daba la sensación de estar caminando sobre un suelo de espejos.
Al bajarse del tren se toparon con cientos de vendedores y personas repartiendo propaganda: Obras de teatro, funciones de magia, ofertas de ropa, aperturas de librerías, y miles de cosas más.
"¡Gracias a él canta nuestra voz! Quién recién con su enorme globo nos tiene en Oz cual un bobo… ¡El magoztático! ¡Maravilloso Mago!"
La perspectiva de la gran ciudad era algo totalmente nuevo para las jóvenes brujas, la mayoría de las personas caminaban orgullosas portando elegantes ropas de diferentes tonos de verde…
Verde…
Isabella no podía creer lo que veían sus ojos, nadie le dirigía ninguna mirada despectiva, en realidad… no le dirigían ninguna mirada, las personas que la miraban al pasar solo le asentían con una sonrisa cortés, perecían ni siquiera notar su indiscutible color de piel.
Nadie me mira, nadie me señala… por primera vez me siento como en casa…
Las chicas salieron de la estación del tren tomadas del brazo, ninguna había llevado equipaje, tenían la esperanza de que la visita fuera rápida, apenas una charla para sentar un precedente para el futuro. Sentían su vínculo fortaleciéndose mientras disfrutaban de las sorpresas que tenía la ciudad para ambas.
Llegando a las enormes puertas de la estación del tren central de la Ciudad Esmeralda encontraron a un guardia del palacio, al igual que el resto de la ciudad, iba vestido con ropas de diferentes tonos de verde, con un enorme sombrero, llevaba en sus manos un cartel más o menos pequeño que decía: 'Isabella Swan', en letras doradas.
Las chicas se acercaron al individuo algo inseguras, este escaneó a Isabella de la cabeza a los pies, sin decir nada, sin cambiar su expresión seria. Les dedicó un asentimiento educado y se dio la vuelta para conducirlas a la elegante carrosa.
¿Qué les deparará el destino a las dos brujas de aquí en adelante?
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Me he perdido un poco jaja lo se, gracias por su paciencia, en el grupo de Facebook les cuento todo el chisme jaja (Twilight Over The Moon).
Espero les guste el capítulo, el próximo será muy importante. No olviden dejar un lindo comentario.
¡Nos leemos pronto!
