Los personajes pertenecen a la asombrosa Stephenie Meyer. La historia está basada en el libro "El Maravilloso Mago de Oz" de Lyman Frank Baum, en el libro "Wicked: Memorias de una Bruja Mala" de Gregory Maguire y en el libreto de la puesta en escena "Wicked: La Historia jamás contada de las Brujas de Oz" de Winnie Holzman. Yo solo quise hacer una interpretación diferente de las historias.

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— Buenos habitantes de Oz. — dijo Tanya a modo de saludo cuando encontró la suficiente valentía de salir al balcón del Palacio Esmeralda. — Hemos pasado tiempos espantosos. — algunos más que otros, dijo en su fuero interno. — Y, aunque habrá tiempos en que otras cosas nos aterren más — un flashback de su solitaria noche en su habitación. ¿Cómo podría hacerlo sabiendo que las dos personas más importantes para ella ya no estarían más? —. Si me permiten, quiero poder ayudarles. — luchó por retener las lágrimas que amenazaban con salir. No llores. — Quiero tratar de ser Tanya La Buena.

Bajó la vista hacia el antiguo libro de encantamientos al que parecía no poder soltar.

Y Tanya lograría ser lo que ellos necesitaban. Por Bellis. Por Edward. Por ella misma.

Cada habitante de la Ciudad Esmeralda escuchaba atentamente lo que la joven bruja (y su nueva gobernante) tenía por decirles. Todos tenían esperanzas en la tranquilidad que su nueva vida les brindaría.

Sin embargo, a algunos kilómetros de la plaza central, las aventuras de una pareja apenas comenzarían.

Un extraño personaje, parecido a un muñeco con vida, se paseaba nerviosamente cerca de la línea de árboles donde comenzaba el espeso bosque del Oz. El Espantapájaros esperaba (no con mucha paciencia) y se paseaba entre un par de árboles caídos, justo el lugar ella le había indicado a través de su nota.

Un ruido abrupto lo alertó, su ligera cabeza se inclinó flojamente hacia un lado, intentando escuchar mejor de qué se trataba.

Un extraño y torpe borrón de color verde hizo crecer una sonrisa en sus extraños labios de lana, que parecían cocidos a su piel rugosa, similar a la fibra que se usaba para crear piezas de ropa.

— ¡Funcionó! — exclamó feliz cuando la chica tropezó cerca de él, se enredó con sus propios pies y cayó entre sus brazos. El extraño material del que se componía su cuerpo le hizo imposible sostener el peso de la joven y, ambos cayeron pesadamente al suelo.

— ¡Edward! Creí que no lo lograría. — exclamó la joven con una sonrisa, se apoyó en las palmas de las manos para verlo. Su sonrisa decayó.

Él era... bueno. Un espantapájaros.

La joven intentó recordar el hechizo que había hecho algún tiempo atrás para proteger a Edward de los guardias que lo habían apresado, desesperados por saber el paradero de La Bruja Malvada Del Oeste.

"Que no corten su piel, ni lo puedan sangrar… que no le encuentren hueso que quebrar…" recordó con un escalofrío. ¿Ella… de alguna manera había…? ¿Su hechizo había salido mal? "Que no sienta dolor ni lo puedan herir. Si lo hacen… No ha de morir…" Oh, por Oz.

Una gota cayó sobre la chata mejilla de Edward, Isabella ni siquiera había sentido el ardor de las lágrimas que rodaban tormentosamente por su rostro.

— Lo sé. — Edward le dio una sonrisa triste. — Tócame… — le invitó alzando flojamente uno de sus brazos. — Pudo haber sido peor. Pero, hiciste lo que pudiste. — la rodeó consoladoramente cuando la bruja comenzó a sollozar contra su mullido pecho. La animó a alzar el rostro, pasando sus enguantados dedos por su rostro, intentando limpiar las dolorosas lágrimas, a sabiendas de lo mucho que le dolían. — Me salvaste la vida.

Isabella negó con la cabeza. Volvió a recostarse sobre Edward. Algunos momentos pasaron en los que la joven intentó controlar y acomodar sus emociones. Suspiró.

— Sigues siendo hermoso. — dijo suavemente. Sintió el suave cuerpo debajo de ella temblar ante la risa del príncipe.

— No tienes que mentirme. — dijo este divertido.

Bella se alzó sobre sus palmas de nuevo, mirándolo fijamente.

— No te miento… — exclamó con el ceño fruncido. Entonces, recordó una conversación vieja, parecía que habían pasado siglos desde su tiempo juntos dentro de la cueva. — Solo es ver las cosas de manera diferente. — Sonrió.

De haber podido llorar, el príncipe lo hubiera hecho. Edward la atrajo de nuevo entre sus brazos, solo disfrutando de su presencia, disfrutando de por fin tenerla cerca, para siempre.

— Hora de irnos… — susurró Edward cuando notó que Bella comenzaba a tiritar con la baja temperatura.

Isabella suspiró.

— Ya no podremos volver a Oz, ¿verdad? — susurró Bella apoyándose sobre los codos, mirando de cerca el 'nuevo' rostro de Edward.

El príncipe tomó una de las largas hebras caobas entre sus dedos.

— No. — dijo quedamente, queriendo decirle lo contrario, cualquier cosa para hacer que la expresión desolada de su hermoso rostro.

Isabella se movió para sentarse a un lado de Edward, en el suelo. Suspiró de nuevo, tomando su cabello y comenzando a hacer una trenza distraídamente. Se detuvo solo cuando Edward la tomó del brazo, mirándola con una expresión confusa.

— Solo quisiera que… — comenzó a explicar, pero no supo muy bien cómo continuar.

— ¿Qué? — le animó el príncipe. Bella recargó la cabeza en el hombro ancho de Edward.

— Quisiera que Tanya pudiera saber que estamos vivos…

Edward la tomó del rostro, para que le mirara.

— No puede saberlo… — le dijo con dolor. — No si queremos estar seguros… — y ella también, fue lo que no le dijo, pero que ambos sabían estaba implícito. — Nadie puede saberlo, nunca.

Momentos después, ambos se sintieron lo suficientemente estables como para irse, probablemente buscarían un lugar permanente para vivir… eventualmente.

Caminaron bosque adentro para encontrar el lugar donde Bella había escondido su escoba. Se acomodaron y subieron para poder partir a lo desconocido.

Edward frunció el ceño cuando Isabella comenzó a sobrevolar el Palacio Esmeralda. Durante algunos tramos debían volar más bajo a causa de los guardias, pero supo lo que se proponía cuando se elevaron hasta quedar debajo de un balcón pequeño y ligeramente iluminado.

Edward logró ver la figura de Tanya entre las sombras, mirando la luna que brillaba en el cielo, sobre todos ellos. Sintió a Isabella tensarse entre sus brazos.

— ¿Quién puede decir ahora que el cambio fue bueno, Bellis? — escucharon el suspiro de Tanya. Dio un par de pasos hasta el barandal, sujetándose temblorosamente. Por un momento, Edward creyó que la rubia los había visto. — Hoy para siempre… — murmuró mirando la luna.

— Hoy para siempre… — escuchó a Isabella susurrar de regreso, aunque Tanya nunca lo sabría.

— Hoy para siempre… — sollozó en un pequeño grito Tanya, encorvándose sobre sí misma, como si algo muy pesado hubiera caído sobre ella y tuviera que doblarse para no romperse. Se cubrió los labios ella misma para que nadie en el Palacio pudiera escucharla.

Edward se alarmó cuando la escoba en la que estaban comenzó a elevarse, como si Isabella no pudiera soportar la idea de estar alejada de Tanya. El príncipe vio a su amada elevar el brazo, y temió que estuviera a punto de hacerle saber a la rubia de su presencia.

— Soy otro ser por ti… — susurró Isabella debajo de su aliento, rozando con los dedos el suelo del balcón, a unos pocos centímetros de las delicadas zapatillas de Tanya.

Edward casi se cae hacia atrás cuando Isabella le dio la orden a su escoba y ambos salieron disparados hacia la inmensidad de la noche.

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Bueno, ¡este es el epílogo!

Claro que nuestros personajes debían tener un final feliz (casi). En fin, díganme qué les parece, ya por fin terminamos esta hermosa historia, ¿les gustó?

Esta adaptación la hice como redención de mi adaptación "Wicked: Memorias de una Bruja Mala", ya que todos vimos lo pesado y largo que es jajaja quería que lograran disfrutar la historia de la misma forma que yo lo hice (lo hago), así que, espero haber logrado mi objetivo.

No se les olvide dejar un lindo comentario y pasarse por nuestro lindo grupo de Facebook "Twilight Over The Moon".

¡Gracias por acompañarme en esta historia!

¡Nos leemos pronto!