Capítulo 2: "El Inicio de la Travesía"
La mochila de excursionista parecía ahora lo bastante pequeña para contener todo lo que pensaba llevar, incluso había cosas que quedaban fuera, pero confiaba en que el bolso de Souta pudiera ayudarles también. Se inclinó pasando una mano por la frente, agotada, y ladeó el rostro sólo para mirar a través de su ventana el firmamento color naranja que anunciaba un pronto anochecer. A su mente volvió el recuerdo de lo que había sucedido la noche del incidente, cuando fue amenazada. Y volvió a sentir escalofríos. Es verdad, la perla de Shikkon era ansiada por muchos, ella lo sabía perfectamente. Desde que había descubierto el pergamino, bastantes personas habían acudido a su templo con el fin de solicitarla, clamándola como propia algunos, otros que la requerían por algún motivo de salud, pero jamás había recibido una amenaza así, tan real. Por culpa de aquella amenaza se sentía muy vulnerable ahora... ¿a dónde había ido toda su fuerza y confianza en sí misma?... pero no podía dejar de hacer lo que tenía que hacer. La perla era de su templo, así lo decía aquel viejo pergamino encontrado entre los numerosos tesoros y reliquias que su abuelo guardaba en una bodega. Se acercó dando un suspiro a la ventana de su alcoba y desde su altura vio a Souta jugando con el gato. Él era un niño bastante alegre después de todo y parecía vivir la vida sin preocupaciones, confiando en todo y en todos. A su mente llegó también aquel extraño hombre del bar y recordar los ojos dorados la hizo estremecer. Él sí parecía un demonio. ¿Debía confiar?... ¿cómo Souta podía ser "amigo" de alguien así?... tragó saliva sintiendo que en verdad le atemorizaba, era su porte, era su mirada, había algo y no sabía qué era...
Suspiró derrotada nuevamente y en ese momento las luces de los alumbrados públicos se encendieron al unísono, develándole así que la noche estaba cerca y entonces tragó sintiendo más temor. Su corazón comenzó a acelerarse. Era cierto, desde aquel incidente en donde fue amenazada había dejado de sentirse segura en su propia casa, ni siquiera sabía si podía dormir tranquila esta vez. La noche anterior la había pasado en vela.
-... sé que buscas la perla... y que la quieres para ti... pero yo también la quiero... y no dejaré que una niñita como tú la encuentre... y mejor vete con cuidado... soy capaz de todo, con tal de conseguir mis objetivos...
Se estremeció sintiendo una horrible sensación de miedo, sus pupilas se dilataron de pavor experimentando nuevamente las mismas sensaciones de aquella noche, cada paso, aquella mano tapando su boca y susurrando palabras que aunque no fueron tan siniestras al comienzo, las ultimas la dejaron casi en shock.
-No... – Murmuró encrispando los dedos de sus delgadas manos en el marco de la ventana y dirigiendo la mirada hacia un punto perdido del horizonte-... no me atemorizará... hasta le grado de impedirme buscar la perla... es de mi familia...
Souta se durmió a su lado y ella pudo respirar algo más tranquila, sin embargo ante cada pequeño ruido, por insignificante que fuera, y aunque ya sentía que los párpados cansados se cerraban, su corazón comenzaba a latir con bastante rapidez y se incorporaba de un súbito encendiendo la lámpara de su mesita de noche. Y se quedaba allí un par de minutos, atenta ante el más mínimo ruido hasta finalmente recostarse otra vez y dejar mejor la luz encendida. Ladeó su rostro y miró al pequeño Souta murmurando palabras ininteligibles, en sueños. Ella se acercó y lo arropó más, como solía hacerlo años atrás su mamá. La nostalgia de aquellos días la hicieron entristecerse. Se sentía muy sola ahora, ella y Souta vivían sin nadie más en aquel inmenso y añoso templo.
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Las personas caminaban apresuradas, muchas buscaban su andén correspondiente y el tren que los llevaría a lugares tan lejos de su país. Souta sintió que caería de espaldas por su mochila tan pesada, hubiera jurado que sólo llevaba lo indispensable. Miró a Kagome que parecía demasiado nerviosa a su lado. La chica se puso en puntillas mirando con sus ansiosos ojos castaños a su alrededor e intentando buscar al hombre que les sería de "guía" en el viaje. Suspiró derrotada y miró el reloj de su muñeca. Faltaban sólo 5 minutos y el tren partiría.
-Lo sabía... sabía que no se podía confiar en ese descono... - Sus palabras fueron silenciadas cuando se encontró de improviso, frente suyo los ojos color ámbar que la miraron como si fueran de hielo esta vez. Ella se mordió el labio y enrojeció. El joven avanzó hasta ellos y se detuvo enfrente, dándole la mirada que esta vez no reflejaba nada.
-Disculpen la demora... - Fue todo lo que le dijo a ella, luego posó sus ojos en Souta al cual sonrió levemente.- Como estas pequeño... - Y su mano desordenó los cabellos castaños del niño.
-Inuyasha!
Kagome aferró más su mano al tirante de su mochila y lo miró casi impresionada. Creía que era un hombre indiferente y hasta algo frío, y ahora la actitud tan "cercana" con su hermano menor la desorientaba. Era sin dudas alguien extraño, mucho, para su gusto. Entonces se permitió la licencia para inspeccionarlo mejor, pero justo cuando iba a hacerlo una voz sonó en el altavoces anunciándoles que su tren partiría en menos de 1 minuto. Souta abrió los ojos inmensamente y se echó a correr. Los dos adultos se miraron de manera fría unos instantes, luego la chica avanzó siguiendo a su hermano, sin dirigirle la palabra.
Atrás fueron quedando los paisajes urbanos de la ciudad de Tokio para luego de un par de minutos ver más los suburbios de la ciudad capital. A pesar de que el clima era bastante bueno para ser primavera, incluso con tardes de calor, ella se sorprendió de la indumentaria que el extraño hombre vestía. Fingía mirar a su alrededor, sin embargo sus ojos castaños estaban puestos en él. Le causó curiosidad que vistiera un largo abrigo oscuro que terminaba mucho más abajo de las rodillas y que estaba descuidadamente abotonado. Parecía no darse cuenta que la temporada de lluvias ya había pasado, entonces ella sonrió con burla. Subió la vista y se encontró con sus ojos dorados fijos en ella, a pesar de estar semi ocultos casi entre sus desordenados cabellos negros y largos, entonces la muchacha desvió rápidamente la mirada hacia la ventana. Y sintió que era observada y eso la hizo temblar, casi no podía respirar ¿la estaba inspeccionando al igual que ella lo había hecho con él? Se revolvió inquieta sintiendo lo extremadamente incómoda que estaba ¿en qué estaba pensando al contratarlo si le temía y su presencia la incomodaba demasiado?
Se volteó con el rostro serio esta vez y lo enfrentó, él pareció no asombrarse, seguía mirándola como si nada le importase, Souta permanecía a su lado y miraba por la ventana, maravillado.
-Supongo que querrá saber a dónde nos dirigimos- Dijo ella de pronto levantando una ceja, interrumpiendo el incómodo silencio, creyendo que tal vez él la miraba con ese motivo y que no se atrevía de preguntar. Inuyasha desvió rápidamente sus ojos hacia la ventana también, como si de pronto le interesa el paisaje más que la conversación de ella. Kagome enrojeció de rabia ¿pero quien se creía que era para ignorarla de esa manera? Se quedaron en silencio otra vez, el vaivén del tren pronto se hizo monótono y la chica sintió náuseas. Se levantó y salió al pasillo caminando hacia otro vagón y así perderse por un momento de la presencia de aquel hombre. Cuando estuvo ya lejos de él relajó su cuerpo y movió el cuello, estaba tan tenso que hasta le dolió.
Al cabo de unos largos minutos regresó mentalmente repuesta, no dejaría que ese hombre la intimidase ni que la hiciese sentir mal. Desde lejos pudo ver que hablaba tranquilamente con Souta, entonces ella se acercó a ellos, recibiendo otra vez el frío desdén y la indiferencia de parte del joven. Ella sonrió con ironía y lo miró. Estaba aprendiendo a conocer su juego. Aquel hombre pretendía ser así sólo con ella ¿porqué?... un tonto, o un fanfarrón, tal vez.
-Como usted esta bajo mis ordenes... – Comenzó a decir con burla mientras se sentaba nuevamente en frente, atrayendo finalmente su atención, vio que le fruncía el ceño y eso la hizo sentirse satisfecha.
-No estoy bajo sus órdenes- Rectificó arisco, clavando sus ojos fieros en Kagome.
-¿No? Le recuerdo que contraté sus servicios por bastante dinero y como seré yo quien le va a pagar por eso... pues su misión es hacer lo que le diga.
Inuyasha le dio una mirada de hielo y sus pupilas parecieron dilatarse tanto, que parecían ojos de felino, pensó Kagome. Sintió que sus mejillas se enrojecían de súbito otra vez, aquel hombre cada vez que la miraba directo a los ojos temblaba completa.
-Si es así entonces... - Él habló y se acomodó en su asiento esta vez cruzándose de brazos.-... lo mejor será que me pague por adelantado. Si no, no hay trato.
Kagome rió inocentemente echando su delicada cabeza hacia atrás y ocultando su sonrisa tras su mano, en cuanto volvió a inclinarse se dio cuenta que el rostro del joven seguía tan atemorizante como antes y entonces desvió la mirada hacia Souta que estaba a su lado.
-Souta... siéntate a mi lado.- Ordenó y el niño la miró sin entender, pero no se movió.
-No sea infantil, lo que pido es justo y nada fuera de la ley- Reprochó el hombre mirándola esta vez muy serio. Kagome tragó saliva con dificultad y luego de unos instantes se levantó de su asiento y sacó el bolso que se encontraba en el maletero, sobre sus cabezas.
-Esta bien... de todos modos así me aseguro que cumplirá mis órdenes- Respondió rencorosa y extrajo allí un fardo de dinero que entregó al hombre. Sus manos temblaron al hacerlo pero a él no le importó, sólo lo recibió sin un atisbo de emoción.- Es la mitad... si quiere puede contarlo...
-No hace falta... confío en una "sacerdotisa"- Respondió, esta vez dándole una mirada burlesca que la hizo nuevamente enrojecer de vergüenza. ¿Se estaba burlando? Si era así mejor sería ignorarlo. Ella se sentó y no respondió, sus ojos se desviaron hacia la ventana, ahora era posible ver la costa y el paisaje se tornaba fresco y hermoso. Inuyasha guardó el dinero en el bolsillo de su abrigo y se recostó en el asiento, con claras intenciones de tomar una siesta, ella lo vio de reojo estirarse e inclinar la cabeza cerrando finalmente los demoníacos ojos. Entonces en ese momento el tren tocó su pitido y comenzó a perder velocidad. Ella sonrió y se levantó de súbito, sacando las mochilas de su hermano y de ella. Inuyasha abrió los ojos y la miró contrariado, cuando la vio tomar la mano de Souta se irguió en su asiento y la miró directamente.- ¿Cómo?... ¿eso es todo?
-Si hubiera sido más cortés y me hubiera dejado hablarle, pues le hubiera dicho que nuestro primer destino es Yokohama, osea, donde estamos ahora- La chica salió al pasillo y comenzó a caminar. Él se levantó de un brinco y tomó su bolso rápidamente saliendo luego tras ella. Bajaron al andén y Kagome desplegó un papel amarillento que sacó del bolsillo de su chaqueta corta y lo miró concentrada. El hombre se había puesto frente a ella y miraba, exasperado, el lugar.
-Realmente no sé porqué viajamos en tren si el destino era tan corto.- Murmuró y apretó con sus grandes manos los tirantes de su bolso de mano. Kagome sonrió a medias pero sin despegar la vista del papel que tenía entre sus dedos.
-Sí, ya sé que estamos a 30 Km. de Tokio... pero me gusta andar en tren, lo prefiero al autobús.
Él hizo una mueca y luego sus ojos se dirigieron al documento que ella sostenía, quiso acercarse, y en cuanto estiró el cuello para darle un atisbo la muchacha lo cerró descuidadamente y lo guardó en el bolsillo, mirando a su alrededor.
-Debemos ir a la Universidad Nacional de Yokohama primero.- Musitó y se echó a caminar hacia los mesones en donde luego de hablar con una de las muchachas, recibió un mapa de la ciudad. Souta miró a Inuyasha y le tomó la mano.
-No seas tan malo con mi hermana... no me gusta verlos pelear.
El joven tragó con dificultad sin decir nada y luego su vista se dirigió hacia la joven que se acercaba con lentitud a ellos, trayendo la vista enterrada en el mapa. Su rostro había cambiado drásticamente cuando hablaba de su búsqueda, parecía ser una joven inclusive tranquila, amable... él hizo una mueca reprochándose éste ultimo pensamiento.
El sol los recibió con sus rayos abrasadores y la brisa marina del lugar llegó a sus narices claramente. Los tres caminaban en silencio cruzando los prados del campus de la Universidad y luego vieron a Souta correr adelantándose en su camino. Ambos se quedaron en silencio, los dos y entonces Kagome creyó que era ya conveniente hablar.
-¿Puedo preguntar como conoció a mi hermano?
Inuyasha se encogió de hombros y miró el verde prado bajo sus pies. A su memoria llegaban imágenes también de su propia infancia solitaria. Guardó silencio unos segundos, no tenía deseos de hablar, miró por el rabillo del ojo a la muchacha, ella tenía el rostro contraído mirando el frente, pero parecía concentrada, esperaba su respuesta ansiosamente. Entonces él finalmente levantó un segundo la vista, mirando el cielo azul.
-Él estaba en la calle... y yo... - Arrugó el ceño y luego prosiguió-... sólo lo ayudé.
La joven se detuvo y lo miró asustada.
-¿Lo ayudó?
Él siguió caminando obligando de esta forma a que la chica corriera para estar nuevamente a su lado.
-Lo ayudé a cruzar la calle- Respondió cortante y ella lo miró con perplejidad¿estaba bromeando? Él no parecía un hombre que se dignaba a ayudar a personas y menos a niños, a cruzar la calle. Kagome se mordió el labio sin decir nada más. Era imposible hablar con él.
-Bueno... - Retomó ella la conversación, pero cambiando drásticamente de tema-... en verdad espero... que esto salga bien...
-¿Se refiere a encontrar la perla de shikkon?
-Sí... me refiero también... a que espero que no haya problemas entre nosotros.- Respondió casi de forma autoritaria, esta vez mirándolo de reojo. Subieron las pequeñas escaleras de entrada de un viejo edificio de cemento y una chica de recepción los recibió.- Buscamos al señor Ishima... Sukishiro Ishima. Es profesor de historia medieval.
-Piso 3, oficina 17... en este momento debe estar ahí.- Respondió la joven con una sonrisa y ella le agradeció con otra. Souta llegó corriendo a su lado y la miró intrigado.
-¿A quien buscamos Kagome?
La joven se inclinó y le arregló el cabello al tiempo que sonría y musitaba muy bajito, intentando que el extraño hombre que los acompañaba no la escuchase. Era algo muy personal, él no tenía nada que ver en ésto, por ahora.
-Un amigo del abuelo... ¿recuerdas que te conté?... él es muy bueno... ya lo conocerás.- Se levantó y le tomó la mano y luego los tres subieron las escaleras que los llevaría a la oficina de aquel hombre. Sin embargo Inuyasha tenía atravesada una respuesta con respecto al comentario anterior, así que aprovechó de dejarle también en claro sus pensamientos.
-No habrá problemas señorita... si sólo hago lo que debo hacer, nada más.
Ella sólo asintió sin decir nada. Cuando llegaron al lugar miraron a su alrededor, el piso parecía bastante sombrío a pesar de ser temprano aun. Ni siquiera los alumnos estaban cerca como suele ser cuando se tiene alguna clase de duda y asistían a sus oficinas. El piso en verdad estaba desolado. Kagome se detuvo en seco y arrugó el ceño mirando a su alrededor. Su corazón comenzó a latir violentamente e Inuyasha la observó de reojo, vio en sus ojos castaños el temor y un brillo extraño, que lo perturbó.
-Hermana... ¿qué sucede?- Preguntó Souta con inocencia mientras llamaba su atención sujetándola de la manga de su chaqueta. Kagome se giró y vio la oficina 17.
-Allí es... – Murmuró ella, casi con temor, apuntando con su dedo el lugar. Ninguno de los tres se movió de su lugar, parecían como si de pronto se hubieran dejado llevar por la extraña actitud que tomaba la muchacha. Inuyasha pestañeó confundido luego de unos segundos e instintivamente se llevó una mano a la cadera, palpando por encima de la tela de su abrigo oscuro, como asegurándose de que algo estuviera allí, en su lugar. De pronto vio que la joven se echaba a caminar hacia la puerta y la siguió rápidamente, estaba sintiéndose demasiado perturbado y agitado por la actitud de la muchacha, cuando ella abrió la puerta lo hizo con demasiada lentitud, como si fuera en cámara lenta. Souta los miró desde la distancia, a la expectativa. Cuando la puerta se abrió por completo Kagome abrió los ojos con pavor y un grito salió de su garganta, volteando rápidamente y chocando contra el pecho de él, que se encontraba a su espalda. Se aferró a los duros antebrazos temblando de terror e Inuyasha miró la dantesca escena.
Un anciano yacía sobre un charco de sangre en el piso y con el estomago abierto desde un poco más abajo del ombligo, hasta la garganta, sus ojos desorbitados y horrorizados parecían mirarlos con horror desde su lugar, parecía como si las cuencas se fueran a salir de sus órbitas. Inuyasha tragó nerviosamente mientras sus ojos esta vez recorrían el lugar. Los libros rasgados y desparramados, le develaba que el hombre había sido asesinado porque alguien necesitaba información. Entonces Inuyasha apretó los puños de sus manos y pensó. Tal vez el hombre sabía lo que todos andaban buscando... la perla de shikkon...
Continuará...
N/A: Ah, me gusta como va quedando esta historia, no sé, tiene algo distinto a las demás (me rio mucho con estos dos, cual más infantil y orgulloso), en fin, es mi percepción, todos tenemos una manera distinta de ver las cosas, jiji.
Gracias queridas amigas por sus reviews, ya saben que son MUY importantes para mi, todos, a las chicas nuevas se los agradezco, a las que siempre me siguen también, jeje, a todas.
Esta historia se publica alternativamente en (dejaré la dirección en mi pag. principal, esta no me la acepta) la parte de fanfics lemons (ni hablar, mejor dejarlo así u.u') participen, es un foro que recién comienza, debemos ayudarlo n.n
Nos vemos, buen fin de semana de descanso ;)
Lady Sakura Lee.
