Capítulo 5: "Bajo la lluvia"

-Esta loco! Esta loco! Nunca debí confiar en usted!

Inuyasha se quedó de pie mirándola absorto, la fuerza de las palabras de ella junto con el temor y más aún, el terror en sus ojos, le confirmó lo que siempre imaginó y que por alguna razón le dolió. Aquella muchacha lo despreciaba.

-Esta loco! Es un delincuente... no quiero más sus servicios, ahora me doy cuenta que tenía razón, nunca debí confiar en usted - Masculló la chica quitando los restos de hierba y algunas hojas y ramitas húmedas que tenía pegada a la sutil camisola. Siguió murmurando palabras de desprecio en su contra y cada una era como una herida en el corazón para Inuyasha. Él apretó los labios, maldita mujer¿cómo podía herir de esa manera con sus palabras?... ¿Y porqué endemoniadamente le dolían sus insultos si muchas veces había sido peor insultado?. Tragó con extraña amargura y sus ojos brillaron en la oscuridad. El viento sopló con fuerza y de pronto se oscureció aún más. Kagome calló y levantó la vista al cielo pero lo único que podía ver era el frondoso follaje de los árboles. Él también había hecho lo mismo, pero luego miró a la joven, ella se había quedado en silencio y tenía una expresión extraña en su rostro. El viento soplaba más fuerte esta vez y él pudo notar con algo de turbación como la camisola se marcaba en su figura, en el cuerpo de mujer. Volvió a tragar cuando la joven bajó el rostro y lo miró frunciendo el ceño. Extrañamente ya no encontraba repulsión en sus castaños ojos, su expresión sí era impasible, lo miraba directamente casi sin pestañear, él hubiera jurado que parecía querer hipnotizarlo y no podía romper aquel enlace visual en que ella lo había envuelto. El silencio se hizo en el lugar ¿pero qué estaba haciendo?... ¿estaba loca? Tragó saliva nuevamente ¿porqué lo miraba así? De pronto se hizo consciente del acelerado palpitar de su corazón, entreabrió los labios, se sentía mareado, embrujado, atontado con aquel mirar...

-Lloverá... - Murmuró ella al fin en un infinito susurro y alzó nuevamente la mirada rompiendo aquel enlace visual que parecía un hechizo. Inuyasha pestañeó confundido, turbado. ¿Había escuchado bien?... ¿llover? Luego de reponerse levantó una ceja y vio que la joven miraba esta vez a su alrededor. ¿Llover? Si él no había visto ni una sola nube en el cielo! Qué niña tan loca! Se dijo, entonces esbozó una sonrisa malvada, ella lo miró nuevamente y se sonrojó.

-¿Llover? Oh! Claro, sí, debo creerlo, lo dice una sacerdotisa... – Sonrió Inuyasha cruzándose de brazos. Kagome bajó el rostro avergonzada, ni siquiera sabía porqué había dicho esas palabras. De pronto algo en su interior la hizo poner alerta a su alrededor. El olor a húmedo y a agua llegó claramente a sus narices, de pronto incluso pudo escuchar las gotas de lluvia que se acercaban, el sonido del viento muy lejos llegó a sus oídos, junto con el tronar de los truenos. Y supo que llovería. No sabía cómo las palabras se habían escapado de su boca. Tampoco sabía porqué había tenido la necesidad de fundir su mirada en la de aquel extraño hombre.

-Es cierto... - Murmuró intentando excusarse. Inuyasha la miró de forma arrogante, quería reírse en su cara, pero sólo podía seguir burlándose de ella, igual como la muchacha lo había hecho con él.

-Pues si lo dice la sacerdotisa del templo Higurashi... tendré que creer ciegamente en sus pala...

Sintió algo húmedo en la nariz, la arrugó y se llevó la mano palpando el minúsculo charco de agua que ahora quedaba en sus dedos. Su corazón latió con fuerza y miró a la joven que seguía observando a su alrededor, como si intentara ocultar la vergüenza de las burlas que él propinaba. Otra gota cayó en su rostro y luego otra y entonces la vio a ella alzar la vista con el rostro casi estupefacto. No alcanzó a pronunciar una palabra más cuando la lluvia comenzó a caer, primero suave y ligera y de pronto tupida y gruesa. Los ojos de Inuyasha se abrieron desorbitadamente mirando a Kagome, ella parecía igual confundida, pero luego bajó el rostro y enfocó su mirada en la de él con una amplia sonrisa de satisfacción.

-Le dije que llovería... - Respondió calmadamente sin importarle que se mojaba por completo y sus palabras casi fueron ahogadas con el trueno que de pronto tronó a su alrededor. El viento sopló con fuerza nuevamente y ninguno de los dos podía apartar la vista del otro. Él mirándola con la boca casi abierta, impresionado, y ella con la amplia sonrisa. Inuyasha pestañeó y se estremeció de frío. Arrugó el ceño al notar lo poco ligera de ropa que ella vestía, entonces caminó hacia la joven quitándose el abrigo y lo puso, para su sorpresa, sobre los delgados hombros de la muchacha.

-Cúbrase, o enfermará.

Esta vez la estupefacta era ella, la sonrisa desapareció rápidamente de su rostro y lo miró. La lluvia caía fuertemente y las gotas de agua resbalan por su cara varonil, Kagome vio que una gota tentadora se posaba en su labio, deseó beberla ahí mismo, alzó más la vista para encontrarse con sus ojos dorados, se sonrojó nuevamente ¿se había dado cuenta que le miraba los labios? Un haz de luz cubrió el cielo y ella dejó escapar un grito de susto, sin querer se acercó más a él, Inuyasha en un movimiento involuntario deslizó la mano por su estrecha cintura atrayéndola más, como si quisiera protegerla ¿protegerla?... ¿Otra vez?. Su corazón latió aprisa nuevamente cuando sintió el cuerpo femenino pegado al suyo, se miraron a los ojos, cual de los dos más confundidos. No sabía por qué lo había hecho, la tenía entre sus brazos y a pesar del frío de la lluvia sentía el calor de ella, el aroma de su piel le llegó claramente a su nariz, igual a la primera vez, casi haciéndolo perder la compostura. Sus ojos bajaron lentamente, vio sus mejillas sonrosadas, los labios semi abiertos y húmedos, él pasó su lengua humedeciendo su boca, sin querer, como si estuviera sediento y con los labios resecos, también fue consciente de las manos de la chica sobre su pecho. Sintió que éste se oprimía, apenas podía respirar, alzó nuevamente la vista hacia ella, Kagome aún lo miraba impresionada, entonces la soltó con algo de brusquedad. Sus ojos se tornaron desconfiados y casi fieros.

-Debemos regresar.

La chica no dijo nada, pero volteó dando un suspiro de agobio, aun sentía la mano de él enredada con fuerza en su cintura. Comenzó a caminar rápidamente aunque a intervalos por lo resbaladizo del suelo, cuando salieron del bosque apenas podía ver en donde estaban, la lluvia era demasiado tupida y la oscuridad sólo era rota cuando un rayo surcaba el negro cielo. Sabía que le seguía los talones y sentía que la nuca le dolía demasiado¿la estaría observando? Sus pies desnudos resbalan a cada momento por el pasto y luego el barro. Tropezó varias veces y resbaló otras tantas. Cayó un momento dándose un buen golpe en el trasero. Maldijo en un murmullo ¿tanta mala suerte tenía? Quería llorar, se sentía miserable ahora, mojada, embarrada, adolorida... Otro trueno estremeció el lugar, Inuyasha tragó con fuerza y se posó enfrente de la joven.

-Váyase! Refúgiese de la lluvia y déjeme aquí!- Masculló Kagome con rabia apretando los puños. Ni siquiera quería mirarlo, debía ser un desastre, todo era un desastre.

-Es mejor que se levante rápido o enfermará.- Respondió él de mala gana al cabo de un incómodo silencio. Kagome alzó la vista hacia él, mirándolo con rencor.

-¿Qué no se da cuenta? Ni siquiera puedo caminar! Y la casa esta muy lejos... váyase, yo lo alcanzaré cuando pueda.- Miró sus pies embarrados y maldijo nuevamente el haberlo seguido en esas fachas. Él se aproximó más y se inclinó, Kagome sintió que el corazón se detenía cuando vio que él la alzaba en brazos, tomándola como si fuera una pluma. De inmediato su cuerpo se puso rígido y tembló no del frío.- No... no es necesario... suélteme... - Murmuró esta vez.

-No la dejaré en medio del parque para que enferme, además... - La voz de él se volvió ronca y susurrante, sus ojos que estaban clavados con seriedad en los de ellas de desviaron sólo para musitar-... es mi culpa...

Ella se estremeció otra vez y apartó el rostro evitando que notara lo avergonzada que estaba. Sentía sus músculos brazos en su cuerpo nuevamente, el pecho parecía de acero, duro y extrañamente cálido. Su olor la inundaba, con el abrigo y ahora con su presencia. Esta vez el corazón llevaba una loca carrera, apenas podía respirar, sentía que se iba a ahogar ¿faltaría demasiado para llegar a la casa? Ni idea... el cálido aliento le hacia cosquillas en la sien, oh¿qué estaba sintiendo? Se sintió realmente avergonzada, él se comportaba amablemente y ella... aún le debía una disculpa. Alzó la vista y él como si lo hubiera presentido, enfocó sus hermosos ojos dorados en ella. Kagome se humedeció los labios y él sintió que su corazón se detenía.

-Yo... lamento... cómo lo traté...

El joven arrugó el entrecejo, confundido, luego se encogió de hombros y miró al frente. Una gota de lluvia resbaló por su nariz y le llegó a su cara. Su cercanía la embriagaba, se acurrucó más entre sus brazos.

-No se preocupe... - Dijo él al fin con su voz áspera-... estoy acostumbrado.

La chica tuvo deseos de llorar, lo miró a la cara y sintió que su corazón se detenía. Se sentía una mala persona, la peor de todas.

-Lo siento... - Murmuró ella nuevamente.-... es que... usted... - Iba a decir que le infundía algo de temor pero eso no era conveniente de decir, se rectificó rápidamente-... no confío mucho en los chicos... que son misteriosos...

Ni siquiera sabía como aquello había escapado de su boca. Inuyasha se detuvo en seco y la miró, Kagome tragó, estaba pasmada ¿habría un agujero en la tierra para esconder la cabeza?

-¿Me encuentra misterioso?- Preguntó al fin impasible, levantando una ceja.

Kagome sentía que de sus mejillas saldrían humo, las sentía arder tanto que a pesar de la helada lluvia no mitigaba el calor en ellas. Sonrió tontamente y desvió el rostro observando la oscuridad del lugar.

-Bueno... yo... no me haga caso... - Intentó bromear esta vez y sentía aun su mirada de fuego clavada en ella. Suspiró nuevamente cuando retomó la marcha hacia la casa. Se sentía tan bien estar en sus brazos y él la cargaba como si no pesara nada, notó de pronto que él aspiraba aire, una bocanada casi y luego las palabras roncas vinieron de su boca.

-No es su culpa... pero no soy más misterioso... de lo que usted es...

Las ultimas palabras fueron seguidas por un trueno más fuerte aún y Kagome lo miró con la boca abierta. Inuyasha finalmente se detuvo y ella pudo darse cuenta que se encontraban en la solera de la casa. La bajó lentamente, para el pesar de la muchacha. Sus pies tocaron el helado suelo de cemento y ella lo miró sin pestañear.

-Yo no soy misteriosa.- Replicó la chica aun manteniendo la conversación- No oculto nada, soy lo que soy... no como usted.

-¿Lo cree?- Preguntó el joven con voz aterciopelada, sus ojos se desviaron a sus labios entreabiertos y carnosos, sonrosados y húmedos, tuvo deseos de besarla y apretó los puños de sus manos conteniéndose. Demonios! Aquella muchacha lograba hacerlo perder la razón!

-Claro!- Sonrió ella con malicia y sus ojos se desviaron levemente hasta la espada que colgaba del cinto.-... no cualquiera lleva un arma de la época del Sengoku tanto tiempo escondida...

Él desvió la mirada hacia su espada y con una mano la palpó, cuando levantó nuevamente el rostro hacia ella sonrió apenas. Kagome creyó que esta vez moriría ahí mismo, jamás había visto una sonrisa tan seductora como aquella... sus piernas temblaron y la chica bajó el rostro con incomodidad.

-Ah... la espada... eso no es misterio... la llevo porque así me siento seguro.

Kagome quiso reír en ese momento ¿seguro? Podría llevar algo mejor que una espada ¿no? Algo de la época actual.

-Claro... - Susurró sin saber qué mas decir. Ladeó el rostro y vio el diluvio que se cernía aun sobre la ciudad. El jardín era bastante extenso y suspiró derrotada. Esta noche al menos, no podrían ir a buscar el monolito. Sintió de pronto los dedos que se cerraban con suavidad en un brazo, ella volteó con rapidez, Inuyasha esta vez la miraba con seriedad.

-Escuche... déjeme darle un consejo... no confíe en cualquiera... ni siquiera en la anciana de este lugar... - Su voz se tornó grave y sus cejas se unían en su frente en un gesto muy serio.-... la perla de shikon es demasiado importante, hay gente que mataría por ella... y sin dudar...

Kagome lo miró con la boca abierta. Lo sabía, sabía que él tenía más información de la perla de shikon. Pestañeó confundida al verlo tan serio, parecía no importarle que el agua escurría de su cabello negro y salvaje por su rostro y la camiseta que llevaba puesta, tornándola casi invisible. Sin importarle el frío que reinaba ahora el lugar y que la obligó a acurrucarse más en el cálido abrigo del joven.

-¿No confiar en nadie?... ¿Tampoco en usted? Sabe de la perla más de lo que suponía...

Inuyasha la soltó y la miró endureciendo el rostro. Vaya, ese hombre sí que la desconcertaba. ¿Cómo era posible que pasara de un estado a otro tan rápidamente?

-Haga lo que estime conveniente... además... usted ya me despidió.- Dijo él y se volteó entrando a la casa. Kagome abrió los ojos sorprendida ¿lo había despedido?... ¿cuando? Lo siguió rápidamente alcanzándolo en la penumbra del pasillo, fue ella esta vez quien sujetó su brazo, obligándolo a detenerse.

-Pero... ¿porqué dice eso?... yo no lo he despedido.

Él la observó con seriedad, sus ojos a pesar de la penumbra brillaban extrañamente.

-Sí lo hizo ¿no lo recuerda? Allá... en el bosque... - Murmuró adolorido, como si la decisión le apesadumbrara demasiado. La chica lo miró atónita y él volteó siguiendo su camino. Abrió la puerta de su habitación y entró, antes de cerrarla ella la detuvo y entró a la alcoba.

-Oh! Pero... no me haga caso... estaba asustada... – Dijo ella aceleradamente mirándolo con arrepentimiento. Inuyasha se detuvo en sus ojos castaños y cálidos. No quería tampoco irse, pero...

-Tal vez es mejor así... ¿sabe? Para que se sienta tranquila y mi presencia no la asuste tanto.- Él volteó y caminó hasta su bolso de viaje que se encontraba sobre la cama, Kagome estaba atragantada, no sabía qué decir para detenerlo. Lo vio sacar el fardo de billetes y luego lo acercó a ella.- Tome... puesto que no hay trabajo, le devuelvo la paga.

La joven lo miró adolorida e impresionada, no movió un sólo músculo, ni siquiera podía hablar ¿qué decir? Él tomó su mano y la obligó a recibir el dinero. Luego Inuyasha volteó y pareció guardar sus cosas, las pocas que había dejado en la habitación y entonces ella sí se asustó. No, no podía irse ¿dejarla sola? No... se acercó y posó una mano de ella sobre la de él deteniéndolo. Inuyasha la miró impresionado, ella lo observó con súplica, sin importarle esta vez el orgullo y dejó hablar a su corazón.

-Escuche... no se vaya... por favor... lo necesito... no me deje...

Continuará...


N/A: Gracias por sus comentarios, lamento la tardanza en la actualización pero en parte la culpa es de fanfiction u.u.. espero sus comentarios, ya saben, ansiosa n.n nos vemos.

Lady