Capítulo 6: "Sentimientos Confusos"

¿Estaba bromeando? Pero si ella lo detestaba! Sus ojos dorados se clavaron intensamente en las pupilas de la muchacha, ella lo miraba con súplica y su mano pequeña le quemaba su piel.

-De verdad... no me deje... - Suplicó y cuando él pestañeó confundido ella se dio cuenta que debía rectificar sus palabras-... no... nos deje...

Un haz de luz iluminó la habitación y enseguida otro trueno se dejo escuchar, desde ese momento la lluvia comenzó a caer más suavemente, como si la naturaleza ya hubiera desahogado toda su furia.

La joven se dejó llevar, la mirada de él pesaba sobre la suya, era tan difícil apartar el rostro, tan difícil no dejar de mirar aquellos ojos que parecían de fuego, como si le dieran el más exquisito abrigo a su helado cuerpo. Comenzó a respirar con dificultad, entonces él esbozó nuevamente otra sonrisa.

-De verdad... - Su voz se volvió susurrante-... quiere... ¿que me quede?

Kagome tragó con dificultad, su cuerpo comenzó a temblar, sus dedos cedieron al fin, para soltarlo, pero antes de hacerlo él deslizó su mano y se la retuvo, sorprendiendo más a la muchacha.

-Suélteme... - Aquello ni siquiera era una protesta, apenas era un débil susurro, como un animalito asustado sus ojos lo miraban paradójicamente clamando por algo más. Y él lo sabía. Con un ademán la acercó más, ella chocó contra su pecho y en ese momento olvidó de respirar, sus ojos se fundieron en los suyos ¿porqué la miraba así?... ¿porqué la trataba ahora de esa forma?... ¿qué estaba sucediendo? Vio como él bajaba la vista hasta sus labios y luego subía nuevamente hasta sus ojos ¿pero qué estaba haciendo? No importaba nada, se sentía tan bien estar de esa forma. Ella humedeció sus labios con su lengua, sin saber que aquello provocaba en el joven un deseo aún más fuerte que el que estaba sintiendo en ese momento. Él se inclinó y ella abrió más los ojos, asustada.

-Se ha ido la luz... ¿están bien?

Ambos se separaron de un brinco, Kagome enrojeció de pura vergüenza. Aquella voz era de la anciana del lugar, intentó recuperar el aliento mientras miraba pasmada el piso de madera de la habitación. ¡Por Kami¿Qué estaban haciendo?

-Ehh... sí... todo esta bien- Respondió Inuyasha con la voz ronca y fuerte, alejándose de ella y caminando hasta el umbral de la puerta en donde la anciana se encontraba con un candelabro en la mano derecha y un par de velas en la otra. La mujer lo miró con seriedad y luego sus ojos añosos se desviaron hacia la muchacha que se encontraba de espaldas.

-¿Esta todo bien?- Preguntó no muy convencida.

-Ya le dije que sí- Respondió nuevamente el hombre posando su mano en la puerta, como si quisiera impedir el paso de la mujer a la habitación. Otra vez la desconfianza se reflejaba en su rostro y sus ojos llameantes y endemoniados se clavaron en los de la anciana. Kaede parecía no tenerle miedo, como él quería, al contrario, la anciana demostraba fuerza y más desconfianza hacia él que de él a ella, sobre todo ahora que de reojo había visto la espada samurai que colgaba del cinto del muchacho. Kagome entonces volteó e intentó sonreír a la anciana, pero su sonrisa se borró de su boca cuando vio al joven impidiéndole el paso a la mujer a la alcoba ¿pero qué pretendía?... era como si... la tuviera cautiva... no, esto había que terminarlo...

-Señora Kaede... no tiene de qué preocuparse... sólo... hablábamos... - Y antes de caminar hacia ella dejó el fardo de billetes sobre la cama.-... no se preocupe.

Inuyasha la observó con seriedad, ni siquiera movió un músculo cuando Kagome se posó a su lado para dejarla salir. Enrojeció más aún al ver que él no se movía ¿acaso quería que se quedara en su habitación? El sólo pensamiento la hizo ruborizarse hasta la raíz del cabello. Y entonces sus labios temblaron y se inclinó para pasar por debajo del fuerte brazo y quedar al lado de la anciana.

-Pero estas toda mojada, pequeña ¿acaso saliste con esta tormenta?

-Lo siento... la tormenta nos encontró en el jardín... fue repentina...

-Demasiado... es cierto.- Rectificó la mujer sin atreverse a preguntar qué estaban haciendo aquellos dos allá afuera a tan entrada la noche.

-Bueno, me voy a dormir... oh! Es cierto... – Kagome miró a Inuyasha, él parecía... ¿triste? Eso la sorprendió, se quitó el abrigo y se lo tendió fingiendo una tranquila sonrisa, pero sabiendo que su corazón estaba demasiado turbulento.- Gracias... ¿nos vemos mañana?

Esperó uno segundos, deseando que le contestara que sí, cada segundo era una lenta agonía ¿qué pasaría si la dejaba sola? Ahora sentía... que estaba protegida. Le suplicó casi sin querer con sus ojos, por favor... no podría seguir sola...

-Nos vemos mañana... - Asintió finalmente y ella sonrió aliviada. La anciana los miró a ambos y luego entregó una vela a Inuyasha.

-Tome... la necesitará si pasa la noche sin dormir.

Condenada vieja!... ¿Se estaba burlando de él? La vio marcharse lentamente al lado de Kagome, él salió al pasillo sólo para cerciorarse que la chica entraba a su habitación. No sabía qué estaba pasando, había tenido la imperiosa necesidad de besar a aquella muchacha y sabía que cada vez sus impulsivas reacciones hacia ella se estaba volviendo peor. Kagome se detuvo enfrente de su puerta y se volvió hacia la anciana inclinando la cabeza. Kaede sonrió y se marchó, Kagome se quedó inmóvil unos segundos, sabía que él la observaba, al final lo miró, él parecía tan triste aún... ella le brindó una pequeña sonrisa y entró finalmente con rapidez a su habitación. Inuyasha dejó caer la espalda en la pared y un suspiro profundo se escapó de sus labios sólo para hacerlo despertar de su ensueño, abrió mucho los ojos y endureció la mirada. ¡No! No podía dejarse llevar esta vez! No! ya antes había caído en la misma trampa, esta vez no dejaría que sus objetivos se vieran desviados, ahora sí no se dejaría llevar... necesitaba también, a toda costa, la perla de shikon... nadie perturbaría su corazón!

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Sentado frente a una mesa baja bebiendo té caliente miraba de reojo a la muchacha que parecía más inquieta de lo normal. Notaba las pequeñas marcas oscuras bajos sus soñadores ojos castaños y estos a su vez evitaban, desde el momento en que se encontraron en el comedor, ser dirigidos directamente hacia él. Apenas posaba sus labios en la taza de loza cuando la dejaba y exhalaba un suspiro de agobio ¿estaría así por lo sucedido la noche anterior? Por alguna extraña fuerza deseaba que sí, que estuviera igual que él de confundida. Confundida... ¿pero qué había sucedido? Dejarse llevar por sus impulsos, sin poderlos frenar esta vez, si no hubiera interrumpido aquella anciana llamada Kaede... miró ahora a la mujer que conversaba con Souta comentándole mil historias del jardín Sankeien... maldita anciana... pero tal vez era mejor así... qué dilema¿Porqué la chica lo perturbaba de esa forma? Era enigmática, habían muchas actitudes de la chica que lo perturbaban... enigmática y misteriosa... y ella no lo sabía!... aún recordaba claramente el momento en que la vio, meses atrás... cuando el pequeño Souta se la señaló:

-Ella! Ella es mi hermana! Mejor que no te vea... se puede disgustar...

Arrugó el ceño de sólo sentir un involuntario escalofrío al recordar aquella lejana primera vez...

-Tome... la necesitará si pasa la noche sin dormir.

Inuyasha miró con odio esta vez a la anciana, parecía bruja, por supuesto él había pasado la mayor parte de la noche sin dormir...

-El día esta hermoso hoy, sería bueno que aprovecharan de recorrer el jardín a esta hora, que aún no abre al público- Sugirió la anciana mirando a Kagome. La chica que jugaba con un mechón de su negro cabello, alzó la vista y enrojeció. Oh! Era cierto, había hasta olvidado que aún no podían irse del jardín. Miró ahora a Inuyasha y para su sorpresa él tenía clavada su vista dorada en ella. Contuvo el aliento de la impresión y luego apartó la mirada, avergonzada.

-Es cierto, muchas gracias- Respondió Kagome poniéndose de pie y al instante Inuyasha también lo hizo. Souta sonrió una vez más a la anciana y se levantó tomando de inmediato una mano de su hermana.

El sol brillaba en lo alto junto con un limpio cielo azul, como si nada hubiera sucedido la noche anterior. El aire fresco llegaba hasta sus narices y los múltiples colores de las flores y la vegetación brillaban tanto que hasta dañaban sus ojos acostumbrados casi siempre a la penumbra. Inuyasha posó su mano intentando quitarse de encima los fastidiosos rayos de sol y observó con atención a su alrededor.

-Ella es muy buena... conocía mucho al abuelo... - Alcanzó a escuchar a Souta conversar, unos pasos más adelante, con Kagome.

-Sí pero... aunque haya conocido al abuelo, no hay que decirle nada... lo sabes ¿verdad? – Dijo Kagome con un atisbo de misterio en sus labios que Inuyasha supo reconocer esta vez. Al menos le había hecho caso, estaba siendo precavida al fin y al cabo.

-¿Quieres que no le diga nada del mapa?- Preguntó Souta atentamente. Ella asintió con las mejillas enrojecidas.

-Es mejor así... – Murmuró y en el momento que lo hizo miró de reojo a Inuyasha preguntándose porqué le tenía tanto que hacer caso. A medida que caminaban y bordeaban el estanque ella meditó en lo ultimo ¿porqué hacerle caso así tan rápido? Sólo recordar el lugar en que lo conoció le dio escalofríos ¿porqué confiar ahora? Su mente voló al momento de descubrir el cadáver del anciano Sukishiro Ishima y la forma en que ella se había refugiado en sus brazos sin querer. Y con tan sólo ese gesto se había sentido tan bien, tan... protegida...

-¿Puede mostrarme el mapa?

Kagome se había detenido en seco cuando escuchó la voz del hombre, levantó la vista y para su sorpresa ya no se encontraba a su espalda, sino que delante de ellos, mirándolos como si nada, con la misma mirada arrogante y a la vez misteriosa.

-Cla... claro... - Murmuró sacando el trozo de papel arrugado desde el bolsillo de su pantalón. Al extenderlo sintió que él se aproximaba más ella, Kagome ni siquiera sabía porqué de pronto sus manos habían comenzado a temblar... bueno sí sabía... era sentir lo cerca que estaban, podía incluso percibir su calor y su aroma a madera y bosque...

-Un monolito... es sólo eso... y nada mas... - Murmuró pensativo Inuyasha contemplando el dibujo. Kagome tembló al sentir su aliento chocando contra su sien ¿pero porqué reaccionaba así? Argg, no debería, no debería, si apenas lo conocía... además... él no era de su tipo...

-¿Porqué no le preguntamos a la anciana Kaede? Ella nos hubiera dicho en donde hay un monolito aquí- Replicó Souta mirando a su alrededor y buscando con ojos ansiosos la imagen del objeto, para él todo era como un juego, así que ansiaba encontrar primero que nadie lo que parecían las pistas de un tesoro de piratas escondido.

Inuyasha de pronto notó que el papel se movía no por el viento, sino por las manos temblorosas de la muchacha, entonces ladeó el rostro y la miró. Ella sólo le dio una mirada y la desvió rápidamente, sus mejillas estaban rojas en extremo y el nerviosismo era evidente en ella. Él sonrió apenas y se irguió. Kagome volvió a mirarlo, sin embargo Inuyasha volvía retomar su actitud distante.

-Mejor que quede en secreto... – Murmuró hacia Souta y el niño asintió de inmediato.-... pero este jardín es bastante extenso... hay tantos senderos ocultos aún...

-Podemos dividirnos- Sugirió el pequeño mirando con seriedad a Inuyasha- Ustedes por la izquierda, incluyendo la colina y yo por la derecha.

Kagome, que en ese momento miraba a su alrededor tratando de distraerse, enrojeció nuevamente de súbito y clavo sus ojos en el pequeño de puro susto.

-Ehhh, no... ¿porqué no vas tu con él?- Preguntó refiriéndose a Inuyasha, esta vez no fue capaz de mirarlo e incluso la protesta salió algo infantil de sus labios, no como la hermana mayor y que estaba acostumbrada a dar órdenes al pequeño. Y el niño lo supo, así que aprovechó su debilidad.

-Porque tú le temes a las ratas y él puede espantarlas... y yo quiero explorar solo- Replicó, dándose la vuelta y tomando una loca carrera con una amplia sonrisa de satisfacción. Esto era un muy excitante juego para él, Kagome no se lo iba a echar a perder.

De nada sirvió el grito que la chica le envió intentando que se detuviera, pronto sintió una mano pesada sobre su hombro y cuando volteó Inuyasha miraba el lugar hacia donde iba el niño de forma tranquila.

-Déjelo, sólo quiere divertirse.

-Pero no estamos para divertirnos aquí- Respondió algo molesta. Entonces él finalmente bajó el rostro y la miró, provocando de inmediato que su estómago se encogiera de puro nerviosismo.

-Ya lo sé... pero él es sólo un niño.

Las palabras se quedaron en la boca de la muchacha, volteó a mirar al pequeño con algo de ternura. Era cierto, sólo era un niño... ¿porqué se lo tenía que recordar precisamente él? Volteó nuevamente y se echó a caminar sin decir una sola palabra. La verdad se sentía bastante incómoda estar a solas con él... después de lo que había sucedido anoche... ¿porqué se dejaba llevar de esa manera?... ¿Tan atraída se sentía? Pero si no era nadie especial! Lo miró de reojo cuando él la alcanzó... ¿nada especial? Bueno... exceptuando sus ojos de extraño color que al principio le parecían demoníacos y otras veces llamas quemantes que la embrujaban... o su varonil perfil, porque era bastante atractivo, de eso había que ser sincera... la voz profunda que le provocaba escalofríos... o tal vez el halo de misterio que lo rodeaba... Por Kami¿desde cuando aquel hombre tenía tantas cualidades?

Subieron la pequeña colina, ella empecinada en mantener esta vez la atención retenida en el monolito que buscaban, pero se le hacía imposible con él a su lado. El hermoso paraje en nada ayudaba, cada vez se alejaban más y más y sólo era audible el trinar de los pájaros y su jadeo por el cansancio... se cayó de pronto al ser consciente de eso, miró de reojo a Inuyasha y vio que él esbozaba una leve sonrisa... ¿se burlaba de ella?

-Le agradezco que no se haya ido.- Dijo al fin intentando romper el embarazoso hielo.

El joven volvió a sonreír ¿cómo no irse? Si ella se lo había pedido... pero luego la sonrisa desapareció de su rostro... no, no podía irse también por otras razones... no aún... él vio que ella se detenía en seco, habían llegado a lo alto de la loma y esta estaba rodeada de arbustos, enredaderas y arboles, sin embargo, en su centro, con el suelo tapizado de verde pasto, una figura de piedra en forma de torre de dos pisos, de no más de 1.50 mt. de altura se elevaba mohosa y triste. Ambos se acercaron lentamente observándola con minuciosidad. Cuando estuvieron a su lado Kagome alzó la vista para mirar a Inuyasha, sólo en ese momento se dio cuenta lo alto que era y lo pequeña que resultaba su lado, apenas lo alcanzaba hasta sus anchos hombros. Con razón se había sentido tan protegida!

-Es sólo piedra... - Murmuró Inuyasha concentrando su vista en el monolito. Kagome ladeó el rostro y la observó acuciosamente.

-No hay... ni un escrito... – Musitó esta vez Kagome acercándose a la figura de piedra y pasando la mano por el frío relieve en busca de algún jeroglífico antiguo como el de su añoso mapa.

La estudiaron intensamente, Inuyasha intentó moverla, él tenía bastante poca paciencia, pero ésta no cedió un milímetro, tal y como Kagome lo imaginaba, no era cosa de ser muy inteligente, la hiedra y el moho junto con el pasto duro que crecía alrededor de ella le denotaba que no se había movido en mucho tiempo.

-Aquí no hay nada, maldición!- Gruñó el joven apretando los puños de su mano. La chica tragó con fuerza, no podía ser... pero cómo! Ni una sola pista? Nada?- ¿Qué haremos?- Preguntó él y ella no supo responder. Se mordió el labio y desplegó nuevamente el mapa... nada...

-Yo... no sé... - Musitó y sentía una enorme pena... la perla de shikon se veía tan lejana ahora... sabía que este no podía ser su paradero, era demasiado obvio, pero confiaba en poder encontrar una pista, sin embargo aquí no había nada... nada- Tal vez... tal vez esto es sólo un juego... tal vez... es una broma del abuelo... - Se excusó y esta vez su mente se cerró tontamente. Había pasado por tanta presión, por tanto miedo, tanta agitación... ¿por nada?

-No lo creo... - Murmuró Inuyasha-... la muerte de ese hombre no fue un juego.

-Pero aquí no hay nada!- Fue como un berrinche, pues dio una patada en el suelo mientras sentía que las lagrimas se agolpaban a sus ojos. Pero qué frustración sentía, haber viajado tanto para nada, organizar una tonta excursión para nada. Sentir miedo, angustia, esperanza...

-Tranquila... - Ella alzó la vista abriendo algo más los ojos, el rubor se tiñó de inmediato en sus mejillas, había olvidado, que no estaba sola, y se estaba comportando como una chiquilla. Sin embargo ya era muy tarde, las lagrimas estaban a punto de derramarse de sus ojos y entonces él deslizó una mano desde su cuello hasta su mejilla. El calor de su piel era demasiado y la chica sintió que su corazón se paralizaba nuevamente. ¡Qué estaba sucediendo otra vez? Los dedos de Inuyasha se movieron lentamente en su mejilla y luego, el pulgar se deslizó rozando sus labios entreabiertos. Ella comenzó a respirar con dificultad y alzó la vista para encontrarse con los ojos de él, que parecían absortos en sus labios, lo vio lamerse los suyos y Kagome sintió que las piernas se debilitaban. Por alguna tonta razón quería escapar, pero ni siquiera podía moverse, entonces Inuyasha alzó la vista y cuando la miró sintió que podía responderle, si él la besaba, ella le respondería, porque de pronto sintió que sus labios le hormigueaban por su contacto. Inuyasha volvió a mirar sus labios y se acercó lentamente a ellos. Cuando éstos se tocaron la chica cerró los ojos y la imagen de Souta se apareció en su mente, entonces los abrió rápidamente y se apartó de súbito, mirando a un Inuyasha que comenzaba a lucir molesto con ojos pasmados, sólo pudo murmurar:

-Souta... donde esta Souta...

Continuará...


N/A: Muchas gracias por sus comentarios amigas, ya saben que son importantes para mi.

Nos vemos.

Lady Sakura.