Capítulo 7: "Siempre protegiendo"

-¿Souta?- Repitió Inuyasha esta vez cruzándose de brazos y mirándola sin poder ocultar su molestia por haber interrumpido algo tan importante, pero ella ni siquiera lo escuchó, puesto que miraba a su alrededor con demasiada alerta, como si intentara escuchar más allá de lo verdaderamente audible. Entonces él arrugó el ceño al ver el rostro de la muchacha, igual a la vez que llegaron al piso en donde encontraron al anciano muerto de la universidad, similar a la noche anterior cuando aun no había rastros de tormenta. Y entonces él retuvo el aliento... Souta...

Kagome volteó y comenzó a descender rápidamente la colina, no importaba ahora cuantas veces resbalaba en el lodo, se volvía a poner en pie guiada casi por una fuerza extraña que al joven provocó escalofríos. Otra vez ella actuaba extraño...

-Souta!- Gritó cuando llegó a lo plano del jardín mientras buscaba con ojos ansiosos la figura del chiquillo. Esta vez su corazón latía inusualmente aprisa, el pecho le oprimía de pura angustia y también sentía demasiado temor.- Souta!- Volvió a gritar con desesperación sin decidir a donde dirigirse primero. Percibía que el tiempo se agotaba, su pequeño hermano estaba en peligro y necesitaba encontrarlo! Inuyasha permanecía a su lado mirando impaciente su entorno, de alguna manera se había dejado llevar por el estado de nerviosismo de ella y ahora sólo deseaba encontrar al pequeño. Se quedaron de pie mirando a su alrededor, el silencio era total en el parque, ni siquiera ya las aves cantaban, y de pronto un grito. Kagome palideció y se echó a correr velozmente pero fue Inuyasha quien tomó pronto la delantera hacia el otro lado del estanque, más allá del pequeño bosque en que ambos habían estado la noche anterior. Cuando la muchacha llegó hasta Inuyasha él ya había desenfundado su enorme espada y con la otra mano la apartó hacia su espalda, ella desde ahí vio con horror a un hombre de cabello oscuro y la mirada fiera que retenía al pobre Souta desde la garganta, amenazándole con una pequeña navaja. El niño lucía asustado, pero no demasiado a pesar del arma que amenazaba con cortarlo.

-Mejor ni se muevan o él muere... - Dijo el desconocido esbozando una sonrisa maquiavélica que a Kagome provocó nauseas. La chica apretó sus dedos en los hombros de Inuyasha de puro nervio y él también pudo notar lo mucho que ella temblaba.

-Souta!- Gritó sin embargo y miró al hombre con repulsión. A su mente llegó el anciano profesor Ishima y entonces se aferró más a Inuyasha con terror... ¿sería él el responsable de la muerte horrorosa de aquel anciano?.- Por favor... haga algo... - Susurró desesperada.

-No tiene ni qué decirlo... - Musitó Inuyasha entre dientes cuando ladeó el rostro hacia ella, luego enfocó sus ojos en los del hombre con infinito odio.- Cobarde!... ¿Quién eres?... ¿porqué no sueltas al niño?

El desconocido hizo un ademan con la navaja acercándola más al cuello del pequeño, Kagome dio un pequeño grito cuando vio el hilillo de sangre en la piel suave del niño, pero Souta permaneció en silencio valientemente.

-No! Déjelo! – Gritó Kagome intentando ponerse esta vez enfrente de Inuyasha pero él tuvo que retenerla de la muñeca casi con fiereza - Suéltelo!

-Tranquila- Susurró Inuyasha obligándola a mantenerse tras su espalda a modo de protección pero ella estaba demasiado descontrolada. El desconocido sonrió más y mostrando sus dientes blancos y fieros escrutó con la vista a la muchacha. Ella entonces enrojeció y ante aquel examen visual volvió a temblar, pero de terror, entonces Inuyasha pudo finalmente dejarla tras suyo y miró al hombre con rabia ¿cómo se atrevía a mirar de esa forma a Kagome!- Dígame porqué hace esto! Qué es lo que quiere?- Gritó el joven pero posó unos segundos sus ojos en Souta que sólo sonrió tranquilamente, como si entendiera lo que estaba él pensando.

-¿Lo que quiero? Lo que quiero es nada más y nada menos que la perla de Shikon- Respondió al fin el desconocido mirando fijamente a Inuyasha. Kagome abrió más los ojos sorprendida sin saber qué pensar.

-Pero no la tenemos!- Protestó Inuyasha con rabia. El otro acercó más la navaja al cuello de Souta y Kagome creyó que en ese momento iba a desmayarse, apretó más sus dedos en la espalda de Inuyasha y las lagrimas cayeron solas de impotencia.- Es verdad!- Rectificó apretando su mano más fuertemente contra la espada.

-Mentira! El mapa mostraba el monolito de la colina y sé que ustedes llegaron anoche! Entreguen la perla!- Gritó y esta vez sus ojos fieros demostraban su maldad, Kagome retuvo el aliento y sus ojos sólo se concentraron en su hermano esta vez, sin embargo no comprendía porqué este lucía demasiado tranquilo. Sin reaccionar aun vio que Souta daba un pisotón al hombre que gritó de inmediato soltándolo y en ese momento el niño aprovechó para escapar y correr hacia ellos, Inuyasha en un segundo estuvo frente al desconocido y fue él quien esta vez puso su enorme espada samurai en el pecho con la mirada desafiante. El hombre miró a Inuyasha tragando con dificultad y una leve capa de sudor adornó su frente. Kagome abrazó a Souta fuertemente y revisó la pequeña cortadura en su cuello, nada profundo, apenas era un rasmillón, entonces miró a Inuyasha y se aterró de la manera fiera que él tenía, la punta de la espada estaba casi clavada en el pecho del desconocido y ella temió lo peor.

-Mejor que vayas hablando... - Regañó Inuyasha y hasta la voz sonó desconocida, demasiado ronca, demasiado fiera, demasiado temible.-... ¿quien eres?... ¿porqué quieres la perla... Habla!

El desconocido miró fijamente a Inuyasha y sintió de pronto la presión del filo de la espada atravesando casi su carne. Palideció pero parecía no ceder, entonces volvió a mirar a Kagome e Inuyasha perdió la paciencia, se acercó y la punta de su espada atravesó su carne provocando el grito de dolor del desconocido. La muchacha escondió la cabeza de Souta en su regazo y miró con desesperación a Inuyasha.

-No lo mates! Por favor!

Como si aquello hubiera sido una orden, él pareció tranquilizarse y su rostro se suavizó un poco, sin embargo sus ojos dorados parecían llamas del infierno y miró con rencor al desconocido. El labio del hombre tembló y entonces musitó apenas.

-Soy... soy Mussou y fue... Naraku... él dijo que debía buscar... la perla...

-¿Naraku? – Repitió Kagome sintiendo que el corazón se oprimía, tuvo que llevarse una mano al pecho porque de pronto sintió una punzada de dolor en el. Inuyasha volteó preocupado y fue en ese segundo que el desconocido aprovechó para levantarse de un brinco y lanzar una patada en el estómago de Inuyasha tan fuerte que este cayó un par de metros más atrás. Kagome gimió pasmada y el hombre se perdió rápidamente entre las sombras de los arboles. Ella corrió a su lado seguida de Souta y se arrodilló preocupada tomando su cara con ambas manos mientras él hacía muecas de dolor.

-¿Estas bien?- Preguntó y a Inuyasha le costó un tanto enfocar sus ojos en los de ellas, cuando lo hizo finalmente se sorprendió de la cercanía de sus rostros, pero más que eso, de lo muy preocupada que ella lucía. Intentó aspirar una bocanada de aire pero el sólo hecho de hacerlo le dio un terrible dolor en el estómago, volvió a cerrar sus ojos e hizo otra mueca- Inuyasha...

Sólo con escuchar su nombre pronunciado de sus labios el dolor desapareció, tenía los ojos aun cerrados pero parecía que escuchaba música deliciosa a su alrededor. Finalmente pudo respirar y abrió sus ojos clavándolos en la muchacha, ella aún lucía bastante agitada y preocupada y un mechón de su negro cabello caía traviesamente sobre su rostro, casi tapándole un ojo. Él no supo como alzó una mano y la acercó lentamente hasta quitárselo de encima. Kagome lo miró con los ojos muy abiertos y enseguida sus mejillas se tiñeron de rubor.

-¿Estas bien, Inuyasha?- Preguntó Souta preocupado. Entonces él se dio cuenta de su impulsiva reacción y miró al pequeño dándole una pequeña sonrisa.

-No fue nada- Lo tranquilizó y al intentar erguirse posó su mano en el hombro del niño tosiendo levemente y poniéndose de pie finalmente.- ¿Estas bien pequeño?- Preguntó sin embargo y posó sus ojos en la fina huella de sangre de su garganta. Souta se tocó el cuello pero sonrió con tranquilidad.

-Claro, sabía que me salvarías... igual que la otra vez- Respondió seguro e Inuyasha arrugó el ceño de inmediato cosa que hizo a reaccionar a Souta que enmudeció poniéndose más blanco aún. Kagome notó aquella extraña reacción de ambos pero no se atrevió a preguntar en ese momento. Ya tendría tiempo después, ahora sólo quería refugiarse en la casa de la anciana.

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Mientras ella limpiaba con algodón los restos de sangre del cuello del niño, Inuyasha se paseaba intranquilo con ambas manos cruzadas sobre el pecho por la pequeña habitación. Nunca olvidaría el nombre que le dio aquel hombre: Naraku, puesto que ya antes lo había escuchado, las condiciones eran distinta esta vez y la imagen de aquella mujer se posó en su mente. Entonces se detuvo de súbito y tragó dolorosamente. No pudo evitar ladear el rostro y observar a la joven que estaba un par de pasos más adelante y que vendaba afanosamente la garganta de su hermano menor.

La puerta corrediza se abrió de pronto entrando lentamente la rechoncha figura de la anciana Kaede, que traía en sus manos una bandeja de té que a él le pareció oler de canela y unos biscochuelos que le despertaron el hambre. La anciana arrugó el ceño y se sentó a un lado de la mesa, mirando con sincera preocupación al pequeño y a Kagome.

-Vinieron por la perla de Shikon... ¿verdad?- Dijo de pronto y de inmediato tuvo tres caras dirigidas hacia ella que la miraron con sorpresa. Inuyasha se acercó rápidamente hasta su lado y dio un golpe con su puño en la mesa.

-Lo sabía! Tu anciana igual andas en su búsqueda!

-Inuyasha... - Murmuró Kagome mirándolo con tranquilidad y él de inmediato sintió que la rabia se disipaba de su cuerpo. Entonces se preocupó ¿cómo esa mujer lograba calmar tan rápido su espíritu? Apretó los labios y sin embargo volvió a posar sus ojos dorados en la anciana.

-Come pequeño... estos dulces estan deliciosos... - Dijo ella sin embargo ofreciendo los biscochuelos al niño que de inmediato sonrió y tomó uno. Kagome carraspeó y entonces el rostro de la mujer adoptó una imagen seria y sus manos arrugadas se entrelazaron enfrente suyo.

-¿Cómo sabe de la perla, anciana Kaede?- Preguntó Kagome acomodándose enfrente, dio una mirada rápida hacia Inuyasha y para su alivio él lucia bastante tranquilo.

-No hace falta ser adivino... eres la nieta de Jinta Higurashi... y hoy en la mañana acabo de enterarme por las noticias... que nuestro amigo Ishima había sido asesinado...

-¿Lo conocía usted también a él?- Preguntó la chica inclinando medio cuerpo sobre la mesa y mirando a la expectativa a la anciana. Esta la miró y luego de unos breves segundos asintió con la cabeza.

-Siempre fuimos los tres muy unidos... desde la infancia... - Murmuró con nostalgia la anciana y Kagome creyó que sus ojos derramarían unas lagrimas, pero ninguna cayó por su añoso rostro-... seguro tu abuelo debe haberte dicho que la perla desapareció de tu templo hace mas de 100 años... ¿no es así? - Kagome sintió que su corazón comenzaba latir aprisa y asintió rápidamente sin pronunciar palabra-... el caso es que... la perla no desapareció hace 100 años... no... eso fue un rumor que tu misma familia lanzó para protegerla... pero la perla fue sacada hace apenas 10 años del templo... por tu abuelo y Sukishiro... nadie sabía que la perla de shikon estaba realmente allí... pero...

La joven pestañeó confundida e Inuyasha arrugó el ceño contrariado.

-No... eso es imposible... - Musitó finalmente la muchacha.

-La perla siempre fue el objeto de deseo de muchos, algunos simples coleccionistas o adinerados que la querían por razones vanas... sin embargo otros... – A la anciana se le nubló la vista de pronto y luego de unos instantes pareció recobrarse-... otros la querían a toda costa... incluso entraron a robarla al templo... esa vez... fue tu padre a quien mataron...

Kagome que la miraba absorta no reaccionó a sus palabras. Souta que comía el biscochuelo lo dejó a mitad de camino y tampoco dijo nada. Fue entonces que Inuyasha posó sus ojos en Kagome y ella, como si hubiera reaccionado se levantó de un brinco y miró a la anciana con los ojos muy abiertos.

-No es cierto!- Y en ese momento perdió toda la compostura dando un puñetazo sobre la mesa que hasta a Inuyasha sobresaltó- Mi padre falleció al caer de la azotea, un accidente.

-Es lo que te hicieron creer... para no asustarte... ¿crees que tu abuelo y tu madre también murieron por accidente? - Murmuró la anciana posando una mano sobre la de la chica, ella la miró aterrada y no podía creer en esas palabras.-... tu abuelo antes ya la había escondido muy bien... pero al ver que el asunto se ponía demasiado peligroso, él y Sukishiro decidieron finalmente sacarla de allá... y me la entregaron a mí...

Fue Inuyasha quien esta vez se acercó rápidamente hasta la anciana y la miró de forma desafiante, esbozó una leve sonrisa pero que a Kaede provocó escalofríos, parecía demonio, malvado, maquiavélico...

-Ja! Lo sabía! Diga anciana... ¿en donde tiene la perla? El escrito decía que debíamos ver el monolito de piedra... ¿dónde esta? Diga en donde esta!- Demandó perdiendo la paciencia y apretando los puños solo para contenerse, si ella hubiera sido un hombre la hubiera tomado desde el cuello y la levantaría del suelo para que le dijera la verdad. La anciana estaba demasiado asustada y miró de reojo a Kagome en busca de ayuda, pero la chica junto con su hermano aun estaban en shock que ni cuenta se dieron de la violencia de Inuyasha.

-No... no esta aquí... - Murmuró con horror al ver como los ojos del joven se tornaba de dorados a anaranjados, casi como las llamas de una hoguera.

-Miente!- Gritó él fuera de control y en ese momento Kagome se estremeció de susto. Miró a Inuyasha con reproche y enseguida nuevamente él notó la mirada de ella, así que sólo se alejó un paso de la anciana y apretó los labios, esperando.

-La perla no esta aquí... no estaba segura... tuve que entregársela... a un joven monje... eso fue hace mas de 5 años... - Murmuró Kaede y esta vez enfocó sus ojos en la chica-... sé que tu abuelo dejó un mapa indicando este lugar... pero de verdad no esta aquí... esa gente que la busca es muy peligrosa... y mi vida estaba en peligro si mantenía la perla cerca mío...

-¿Porqué si la perla trae tantos problemas el abuelo dejó escrito que nosotros debemos buscarla?- Preguntó Souta atrayendo la mirada de todos. Era cierto ¿porqué? Se preguntó también Kagome ahora con más miedo que nunca y temblando de horror. La anciana sólo movió la cabeza sin saber qué responder.

-Bueno eso no importa- Respondió Inuyasha, impaciente, cruzándose de brazos nuevamente.-... sólo debemos buscar a ese monje y pedir que la devuelva... ¿dónde vive y cual es el nombre de esa persona?

La anciana no estaba muy segura de revelárselo a Inuyasha pero al sentir el tacto cálido de la muchacha en su brazo se sintió más reconfortada, a ella sonrió levemente y le tomó ambas manos casi con devoción.

-Deben ir al Castillo de Osaka... el nombre del monje es... Miroku...

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-¿De verdad crees que podemos confiar en ella?

La pregunta de Inuyasha la estremeció... pero estaba segura. Alzó la vista hacia él que la observaba quietamente enfrente suyo. Kagome sintió el frío madero de la puerta en su espalda y asintió intentado sonreír un poco... aunque aun no podía recuperarse de la revelación... toda su familia muerta por culpa de la perla...

-Sí... si el abuelo dejó en sus manos el cuidado de la perla... entonces podemos confiar...

-¿Y Souta?

Ella tragó con dificultad recordando la desesperación y angustia cuando había visto a su hermano amenazado por aquel bandido. No, no podía arriesgar la vida del pequeño, estaba convencida que lo que había decidido era lo mejor para él. Sin embargo no pudo evitar sentir demasiada pena. Souta era la única familia que le quedaba y estar separada de él le dolía hasta el alma. Inuyasha lo entendió y sin previo aviso la abrazó fuertemente. Ella sólo se dejó hacer, aprovechando la semi oscuridad del pasillo se permitió la licencia de recibir aquel abrazo con más alivio, así que escondió su rostro en su pecho intentando olvidarse de todo por unos segundos. Le gustaba la forma de estar en los brazos de aquel hombre... de un momento en que se sentía a la deriva, pasaba a otro a sentirse protegida. Sonrió con amargura enderezándose y pasando un mechón de cabello tras la oreja, luego miró algo avergonzada los ojos dorados de él que también sonrió. No, no estaría sola ahora, lo tendría a él, agradecía a Kami por haberlo conocido... sintió que su corazón latía más aprisa cuando Inuyasha posó finalmente una mano en su mejilla y sin previo aviso se acercó y la besó suavemente en los labios. Demasiado rápido pasó todo para cuando ella se dio cuenta. Antes de reaccionar él se alejó y volvió a mirarla con un sentimiento que a la muchacha le cortó la respiración ¿qué estaba pasando con ellos? Inuyasha entonces volteó y se alejó. Kagome aun mantenía los ojos muy abiertos, impresionada sin duda y con las mejillas que le ardían demasiado. Se llevó los dedos a los labios, aun podía sentir el toque suave de los labios de Inuyasha sobre los suyos... pero... había sido demasiado rápido para haberle respondido o saboreado... contuvo la respiración ante aquel pensamiento y entonces volvió a sonreír. Oh, Inuyasha... ¿qué estaba sintiendo por él? Tanteó la perilla de la puerta y finalmente entró en la habitación en donde Souta estaba sentado en la cama, con una revista en sus manos. Ella se sentó al borde del lecho y acarició la frente del niño.

-Te portarás muy bien con la señora Kaede... no te alejes nunca de su lado... nunca ¿me oyes?

-Sí- Respondió rápidamente el niño, aunque no le gustaba mucho la idea pues él quería vivir las "aventuras" que Inuyasha y su hermana iban a tener, también sabía lo peligroso que era y lo que su hermana hacía era por su bien.

-Volveremos en cuanto acabemos con esto... pero prométeme una cosa... que te cuidarás.- Dijo Kagome mirándolo con fervor. El niño asintió rápidamente y entonces ella se inclinó y le besó la frente, aliviada pero igual con una pena tremenda en el corazón.

-Souta... quiero que seas sincero conmigo... sabes que no puede haber secreto entre nosotros ¿verdad?

El niño la miró extrañado pero no pudo evitar que sus mejillas se ruborizaran levemente, intentó esquivar la mirada de su hermana pero ella le tomó la cara obligándolo a mirarla- Souta... dijiste que Inuyasha te había salvado igual que la otra vez... ¿estuviste en peligro antes?...

-Dijo que era para no preocuparte... - Respondió finalmente con un atisbo de amargura-... fue hace unos meses... yo había ido a comprar y un sujeto me tomó por el cuello preguntando por la perla de shikon... Inuyasha pasaba por ahí y me salvó... fue así como lo conocí...

Kagome tragó con dificultad. Conque así se habían conocido... no lo había salvado de un atropello como él le había contado...

-Deberías haberme contado... - Le reprochó ella en un murmullo pero luego sonrió al pequeño.- Eso me deja más tranquila... Inuyasha ha demostrado que puede ser de bastante ayuda...

-Claro que sí! También ha estado vigilándote a ti... aunque era un secreto... él decía que nosotros estábamos en peligro...

-La chica sintió que su corazón latía más aprisa ¿qué la estaba protegiendo?... por Kami! Entonces... pero... ¿porqué? Ni siquiera pudo articular palabra, aquello era verdaderamente una sorpresa.

Cuando se despidió de la anciana Kaede miró con ojos llorosos la casa en donde dejaba a su hermano pequeño. Le dolía tanto dejarlo allí, pero así era mejor, la situación se ponía cada vez más peligrosa y sabía que esto apenas era el comienzo. Suspiró con dolor y volteó sólo para encontrarse con Inuyasha. La fuerza de su mirada y su coraje le daba ánimos para seguir adelante, además de saber ahora que él siempre la protegía le daba más valor. Y la perla de shikon... no podía dejar que cayera en manos siniestras quizás con qué intenciones, no, si su familia había muerto por ella entonces la búsqueda tomaba más un valor personal. Tenía que recuperar la perla y protegerla de todos. Inuyasha enlazó una mano entre sus dedos y ella sonrió. Con Inuyasha se sentía segura y podía confiar plenamente en él...

Continuará...


N/A: Gracias x los reviews,... el invierno hace estragos en mi, por eso me demoro en escribir u.u gomen...

Lady Sakura.