Capítulo 8: "¿Un hombre sin corazón?"

La búsqueda de la perla se estaba convirtiendo en algo realmente escurridizo. Al principio confiaba en que la encontrarían pronto, si ella era heredera de la dinastía Higurashi, debía saber en donde estaba localizada aquella preciosa joya ¿no? Pero la muchacha sabía menos que él... y ahora... ¿porqué sólo a veces se acordaba de su verdadera misión? Se reprochó por haberse dejado llevar de esa forma, la chica lo había atraído desde el primer momento en que la había visto, la vez en que su pequeño hermano se la señaló. Es cierto, aprovechó la excusa para vigilarla luego a diario y cerciorarse de que ella no tenía la perla, pero le fue inevitable no sentirse atraído hacia la chica que fingía ser sacerdotisa. Sacerdotisa. La imagen de aquella mujer se posó en su mente haciéndolo arrugar el ceño. Tal vez... Kagome le recordaba a ella y por eso se sentía así... ¿podría ser?. Suspiró pesadamente y se reprochó otra vez. No, no podía dejarse llevar por sus emociones como la vez anterior, sólo debía encontrar la perla y desaparecer de Japón. Así estaba planificado. No volvería a caer bajo los encantos de una mujer, ellas sólo traían problemas... y lo hacían sufrir...

El viaje en tren esta vez era diferente. Aunque eran pocas las palabras intercambiadas entre ellos y también escaso el trato que se habían dado, Kagome, sentada frente a él que aparentemente dormía una siesta, no le quitaba la vista de encima.

Tenía el corazón agitado. Las palabras de Souta aún resonaban en su mente haciéndola casi sonrojarse de emoción.

-... También ha estado vigilándote a ti... aunque era un secreto... él decía que nosotros estábamos en peligro...

Sonrió nuevamente con intranquilidad y al fin apartó la vista de él. Ya llevaban bastantes horas viajando y sólo ahora se deba cuenta lo tarde que llegarían a la ciudad de Osaka. De acuerdo con la anciana Kaede, la perla de shikon, que había sido confiada a ella por su abuelo, había sido entregada hacía más de 5 años a un monje llamado Miroku. Ahora, sólo debían buscar a ese hombre en el castillo de Osaka. La perla de shikon... ¿cómo era posible que hubieran personas tan malvadas capaz de asesinar gente por el simple echo de querer la joya? Su rostro se ensombreció. Mientras pasaban por frente de campos de arroz y prados llenos de verdor la mente de la chica se llenó de sombras.

Su padre, un hombre amable y gentil había muerto, según su madre y abuelo, al caer del de la azotea, eso le habían dicho aquella tarde al llegar de la escuela... luego su madre, muerta hacía tres años, en un asalto mientras regresaba de hacer las compras... y finalmente su abuelo, que falleció al cruzar la calle mientras el automóvil se daba a la fuga, por supuesto nunca encontraron al responsable. Se estremeció de miedo al recordar las palabras de Souta, él también al parecer había estado en peligro, sólo que tuvo la suerte de ser salvado. Y ella... ¿había estado también en peligro y no lo sabía? No pudo evitar recordar la noche a cuando había sido amenazada por aquel desconocido que había usurpado su habitación. Arrugó el entrecejo. No, ese hombre si hubiera querido la hubiera asesinado sin remordimientos, estaba sola, él tenía todo el tiempo del mundo para hacerlo. No... pero...

-¿En qué piensas?

Ella se sobresaltó y volteó el rostro solo para encontrarse con sus ojos de color tan cálido que la embriagaba. Sonrió y se recostó en el asiento sin dejar de observarlo. Y pensar que al principio le temía. Una carcajada traviesa se escapó de sus labios y él levantó una ceja, intrigado. Ella enrojeció levemente, seguro debía pensar que estaba loca.

-Lo siento... es que...

-Creí que estabas triste- La interrumpió él y Kagome de inmediato cayó. Era cierto, estaba pensando en su familia muerta. Ella bajó la vista... ¿podía una persona leer la mente? O tal vez su rostro le había develado lo obvio.

-Oh... sí... pero ya pasó... - Murmuró y levantó nuevamente el rostro intentando sonreír. Él la observaba impasible desde su asiento. – ... a propósito... – El tono de su voz subió e Inuyasha instintivamente supo en ese momento que lo que ella iba a decirle era importante, entonces se revolvió inquieto en su asiento e intentó desviar la mirada-... Souta ya me dijo como te había conocido... ¿porqué no me dijiste la verdad?

Ella vio su perfil, esta vez él observaba atento el paisaje, o al menos lo intentaba, la manzana de adán se movió inquieta en su garganta y sus cejas se fruncieron más unos segundos. Cuando la chica ya se daba por vencida él volteó y habló.

-Eso no tiene importancia.- Su voz era áspera, como incitándola a no preguntar más. También sus ojos la miraban de una manera extraña, casi atemorizante, pero ella era testaruda y ya no le temía, si era eso lo que él creía.

-También dijo que me vigilabas... porque estaba en peligro... - Murmuró ella quietamente. Él volvió a arrugar el ceño y tragó con fuerza. Su mirada penetrante quemaba casi sus pupilas, pero ella se mantuvo firme.

-Souta es sólo un niño... habla más de la cuenta- Respondió algo molesto, como si detestara que aquello lo supiese la muchacha. Esta vez Kagome se dio cuenta de su enfado y la alegría junto con la dicha que había sentido casi todo el camino, ahora se volvía en una inesperada amargura y decepción. Él volvía a ser el tipo arrogante y de aire misterioso que parecía ladrar cada vez que intentaba saber más... y si le molestaba tanto entonces... porqué se había comportado así... así tan... tan... qué tonta... tal vez sólo jugaba...

-Entiendo... - Respondió rencorosa. Y se levantó de su puesto para escapar de allí y no viese él las lagrimas que tal vez iba a derramar. Qué ingenua! Cuando pasó por su lado él se levantó de un brinco y le tomó la muñeca fuertemente. Kagome tragó con fuerza y sólo murmuró:- ... voy al baño... – Pero no lo miró. Luego de unos tensos segundos, ella que no se atrevía a mirarlo lo hizo, sus ojos castaños estaban heridos pero su rostro denotaba orgullo y malestar. – Suéltame...- Agregó casi entre dientes clavando su vista en él. E Inuyasha la soltó casi sorprendido. Maldita mujer, a veces le asustaba la forma en que se comportaba... no, en que reaccionaba...

Luego de un tiempo que le pareció prudente comenzó a inquietarse. Esta bien, una mujer se demora en el baño, pero ya había pasado como media hora! Carraspeó mientras no podía evitar mover la pierna derecha incesantemente que los pasajeros de al frente lo miraron malhumorados, pero él ni cuenta se dio, su único pensamiento estaba dirigido hacia aquella imprudente muchacha que tardaba en volver. ¿Y si le había sucedido algo? Entonces se levantó de un brinco pero Kagome ya estaba nuevamente de vuelta, sin mirarlo pasó a su asiento y volvió a sentarse, la mirada se perdió en el paisaje monótono que se les presentaba. Él se sentó nuevamente y estudió con minuciosidad el rostro femenino... entonces se perturbó... ella había estado... ¿llorando? Los ojos de Kagome aunque esquivos estaban levemente enrojecidos y también su nariz... ¿extrañaría demasiado a Souta?... ¿por eso estaba así? La muchacha de pronto suspiró y volteó el rostro fijando sus ojos en los de él.

-¿Porqué me besaste?- Preguntó de pronto y él abrió un poco más sus ojos dorados, totalmente sorprendido. – Por que no te entiendo... a veces eres amable y gentil y otras tan... – La voz de ella se fue apagando hasta que al final desvió la mirada. Odiaba que las cosas fueran así, tan ambiguas¿porqué no ser sincero en los sentimientos?

-Yo creo... - Respondió de pronto él en un susurro y Kagome lo miró expectante por su respuesta-... que sólo debemos preocuparnos de la búsqueda de perla... ¿no lo crees?

Quiso odiarlo en ese momento. No, si hubiera sido algo más impulsiva lo habría abofeteado ¿pero qué se creía con jugar así con ella, con sus sentimientos? Sus ojos estaban muy fijos en los de él, pero a pesar de eso Inuyasha no parecía reaccionar, la miraba como si estuviera observando un objeto, un mueble o una cosa inanimada. Kagome apretó los puños, le hormigueaban por darle una buena bofetada... jugar así con ella... pero bien... respiró profundamente una, dos, tres veces y entonces sintió que venía algo de calma.

-Tienes razón... aunque no me respondiste la pregunta, entiendo a lo que te refieres... me queda claro...

Inuyasha hizo una mueca... no debió haber sido tan impulsivo con sus sentimientos, ahora ella tal lo odiaba... no, mirándola confirmaba que lo odiaba... pero era mejor así, no involucrarse más y punto. Aunque fuera doloroso.

-De verdad... lo siento... - Se excusó él como si realmente le doliese. A Kagome eso le hizo dudar ¿qué sentía?... ¿haberle echo creer que estaba interesado en ella?

-Claro, no te preocupes... en todo caso qué más se puede esperar... – Masculló-... pero te advierto que no soy juguete de nadie, menos de una persona como tu.

-¿Una persona como yo?- Repitió Inuyasha sorprendido. Kagome rió de mala gana.

-Sí! Un idiota sin corazón ni sentimientos, que finge lo que no es, finge amabilidad y protección cuando lo único que le interesa es su propio bienestar- Ladró la chica esta vez ya perdiendo la paciencia. Estaba atragantada y tenía que liberarse de alguna forma. Inuyasha la miró nuevamente sorprendido, ella esbozó una sonrisa cínica que a él le provocó escalofríos. Maldita mujer! No podía causarle temor!- ¿Crees que soy tan tonta que no me he dado cuenta que estas realmente interesado en la perla de shikon?... tal vez por eso intentabas... seducirme...

Sus mejillas esta vez estaban encendidas, sólo cuando la ultima palabra quedó en aire se dio cuenta de lo que había dicho. Por Kami! Ella y su dichosa lengua¿habría un lugar para esconder la cabeza que no fuera la tierra? Estaba en un tren... maldición... retroceder el tiempo sería lo mejor. Ni siquiera se atrevió a mirarlo esta vez. Seducirla... ¿porqué había dicho eso?...

-Yo no soy el que finge ser una sacerdotisa sólo para mantener el templo y a su familia... - Respondió Inuyasha. Kagome levantó la vista y sus ojos esta vez si se llenaron de lágrimas. Maldición, ahora si la había herido más. Quiso retractarse rápidamente, aquello había sido una ofensa imperdonable.

-Lo hago... - Y su voz se quebró inesperadamente, tragó con amargura pero no dejó de mirarlo-... lo hago porque es la única forma de mantenernos... a Souta y a mi...

Se produjo un enorme silencio. Sentada frente a él bajó la cabeza y apretó los puños que estaban en su regazo. Maldito hombre. ¿Porqué tenía que ser tan hiriente?... ¿Acaso no tenía sentimientos? Añoró estar con Souta, al menos así la compañía de él no le sería de tanta carga. Y bueno, pensándolo mejor, aunque estuviera en peligro de muerte y todo eso prefería estar así que estar al lado de tan detestable hombre. Estaba decidido. Llegarían a la estación y le pediría que siguiera cada uno por su lado. Que se quedara con el dinero del trabajo, eso ya no importaba. Pero no estaría más con él, iría sola al castillo de Osaka y de ahí que Kami la ayudase.

-Kagome... - La voz de él interrumpió sus pensamientos, alzó la vista queriendo asesinarlo pero Inuyasha no tenía sus ojos fijos en ella sino que en otro lugar. Se puso de pie inesperadamente y sacó el bolso de mano que estaba en la rejilla de equipajes y también su mochila.- Toma y sígueme- Ordenó.

Ella lo miró con rabia pero ni siquiera recibió la mochila que él obstinadamente cedía. Aun faltaba mucho para Osaka, así lo creía al menos porque mirando el paisaje estaban bien lejos del área urbana.

-Déjame tranquila- Masculló haciéndole un desprecio y mirando el paisaje. De inmediato sintió las garras sobre un brazo obligándola a ponerse de pie. Antes que pudiera insultarlo vio el rostro endemoniado y sus ojos brillantes, arremetió su mochila para que ella la tomase y la arrastró casi por el pasillo hasta el final del vagón.- ¿Pero qué haces?.. suéltame o grito!- Lo amenazó. Él la zamarreó un poco acercándola hasta él, sus labios estaban muy cerca de su oreja y ella sintió que el corazón le iba a explotar, su aliento le hizo cosquillas.

-Nos están siguiendo, debemos salir de aquí ¿entiendes ahora?

Pestañeó confundida y ladeó sólo un poco el rostro para mirarlo en la penumbra. Estaban tan cerca nuevamente... sus piernas flaquearon al ser consciente de la amenaza que tenían. Por Kami¿Los estaban siguiendo?

-Qué... qué haremos... - Murmuró aterrorizada. Él la soltó y miró de reojo hacia el vagón que acababan de abandonar.

-No se me ocurre otra cosa que bajarnos aquí para perderla de vista.- Respondió rápidamente Inuyasha tensando la mandíbula.

-¡Qué? Es una mujer ahora?... ¿y bajarnos aquí?... Estas loco!

-Vamos!- La tomó de un brazo y nuevamente casi la arrastró para salir del siguiente vagón, ella volteó y vio claramente a una mujer de traje típico rojo y blanco que se acercaba a ellos.

-No... no podemos... el tren esta andando... - Murmuró la muchacha esta vez temblando. Cuando Inuyasha abrió la puerta el aire de la noche le dio en la cara. La oscuridad del bosque se presentó ante sus ojos sólo para aterrorizarla más.- No... no... podemos matarnos!- Protestó ella al ver que él estudiaba la forma de lanzarse sin morir estrellados contra un árbol o algo así. Esta vez el joven tomó su mano y la miró desafiante.

-Es morir a manos de ella o intentar sobrevivir... no hay opción.

Miró hacia atrás, la puerta ya estaba cerrada y seguro la mujer no los creería capaces de cometer semejante locura. Ni ella! Volvió a mirar a Inuyasha aterrorizada y su mano se aferró más a la suya. Él asintió e intentó sonreír para reconfortarla, pero Kagome desvió la vista resignada casi. Y entonces Inuyasha se lanzó al camino con ella.

Sentía un horrible dolor de cabeza que apenas le permitía abrir los ojos. Cuando finalmente lo hizo el cielo negro y estrellado se presentó ante él como un manto iluminando de luces celestiales. El aire frío y a la vez puro del bosque llegó a sus pulmones notoriamente. Movió sus ojos y estos le dolieron. El susurro del follaje le zumbó en los oídos. Entonces intentó incorporarse y al hacerlo el rostro de Kagome se presentó ante él oprimiendole el pecho. Kagome! Miró a su alrededor con ojos ansiosos y entre la oscuridad que le costaba vislumbrar vio el cuerpo pequeño y frágil cerca de un árbol. Inmóvil. Él detuvo su respiración. Oh! No! Se levantó a duras penas sintiendo que los huesos le crujían, la caída había sido muy mala, de eso estaba seguro, a él lo había dejado aturdido y además adolorido ¿cómo podía haberle afectado a Kagome? Seguro que fue mucho más violento para la chica. Cuando se agachó a su lado la estudió rápidamente. Unas magulladuras en sus mejillas eran todo lo que tenía en el rostro. Luego su mirada bajó, el pantalón se había hecho pedazos en una rodilla de donde se veía una fea herida. Aparte de lo sucia y desastrada no había más heridas visibles. Por Kami! Que no le haya sucedido nada! Entonces no supo como de pronto sus manos se volvieron torpes y temblorosas, apretó los labios de rabia. Maldición! Esto era su culpa!

-Kagome... Kagome despierta... - Murmuró y sólo el silencio le respondió. Le tomó la cabeza suavemente y la posó en sus piernas.- Despierta... - Volvió a murmurar. La garganta se hizo nudo. Jamás se perdonaría si a ella le sucedía algo.- Por favor pequeña... Kagome... - Sus manos acariciaron torpemente su rostro y apartó todo el flequillo de sus negros cabellos dejando la frente despejada. Su estomago se encogió al verla tan hermosa a la luz de la luna. No! No debía ser así, ella no debía salir lastimada!- Kagome!

Una voz se dejó escuchar entre las tinieblas de su quietud. Ella se detuvo y poco a poco las tinieblas se disiparon. Sintió el aire helado que llenaba sus pulmones, le dolió mucho respirar, y sin embargo algo muy cálido parecía envolverla y acariciarla. Entreabrió sus ojos con lentitud, lo primero que pudo vislumbrar fue la cabellera larga y negra que estaba casi encima suyo, era de Inuyasha, él era quien la sostenía, le costaba ver su rostro pues él lo tenía casi oculto. Cuando ella alzó la mano hacia él Inuyasha levantó la vista, entonces la chica pudo ver las lagrimas que estaban en el rostro del hombre, dejándola completamente en shock. Y entonces, luego de unos segundos en que él la miró como si estuviera viendo un fantasma ella sonrió.

-Creo... creo que sí... sí tienes corazón...

Continuará...


N/A: Gracias por sus reviews... ahora sí creo que me demoraré en actualizar, todo por culpa de una recaída ¬¬...

Y como admiradora de Soraya aquí va mi plegaria por ella.

Lady Sakura Lee.