Capítulo 11: "Llegar a ti"
- Jejejeje
El hombre que apareció detrás de Mussou era aun más intimidante, sus cabellos claros le daban un aspecto fantasmagórico y llevaba también una pequeña arma en sus manos. Sonrió con tal descaro que Kagome casi se desmayó del horror. Podía sentir la maldad en él aun más que en el otro y no le cupo duda que esta vez no saldrían tan fácil de esta. Los ojos del otro hombre se posaron sobre sus pupilas, ella aferró y casi enterró sus delgados dedos en la espalda de Inuyasha, estaba completamente aterrada y apenas podía respirar, era como si se estuviera ahogando dolorosamente.
- Veo que interrumpimos a los tortolitos... - Dijo el desconocido al fin y hasta su voz era horripilante a los oídos de la muchacha, ella se encogió más tras la espalda de Inuyasha. Quería poder escapar de allí, correr y liberarse de la presencia maligna de aquellos hombres, respirar aire puro y no viciado como el que ahora entraba apenas a sus pulmones, estar lejos de ellos.- ¿Qué le sucede señorita?- Preguntó burlón y se empinó para verla mejor ya que el amplio cuerpo de Inuyasha casi la cubría por completo.
- Cállate!- Gruñó Inuyasha apretando más la empuñadura de su espada pero al hacerlo Mussou levantó el arma y el joven escuchó claramente el click en el seguro de ella.
- No te muevas maldito!- Gritó y luego sonrió triunfal al ver lo desconcertado e impotente que su rival lucía.- Mejor date por vencido, jamás debiste meterte en esto!
- ¿De qué hablas?- Preguntó indignado Inuyasha, levantando ambas cejas y mirándolo directamente, aunque atento a cada uno de los movimientos que el otro realizaba.
- En la búsqueda de la perla de shikon... no debiste proteger a esa niña... te has ganado un gran enemigo por eso... - Sonrió malvadamente e Inuyasha hizo un desprecio.
- ¿Lo dices por tu jefe? ¿Naraku? he escuchado ese nombre antes y no me atemoriza- Gruñó pero sonriendo y alardeando su aparente seguridad.
- Sí... sabemos que lo has escuchado... - Murmuró el de atrás sonriendo más maquiavélicamente que lo hizo involuntariamente estremecer. Inuyasha posó sus ojos dorados y llameantes como el fuego en él, aquel hombre le despertaba más ira que el otro.-... danos a la chica...
Kagome se quedó pasmada ante la última frase, sintió que su cuerpo perdía calor, la vida. Inuyasha arrugó el ceño y miró con rencor al desconocido apretando aun más su mano contra la empuñadura de su arma que sus nudillos de volvieron blancos.
- Deben estar locos! Jamás!
- Ella sabe dónde esta la perla... - Murmuró Mussou acercándose un paso más con el arma levantada a la altura de pecho de Inuyasha-... si nos la das por las buenas vivirás... sino... sólo aprieto el gatillo...
El otro estalló en una siniestra carcajada que hizo palidecer a Inuyasha, pero aun así se mantuvo firme. Lo único que lograba pensar era en lo rápido que debía ser para atacar a dos hombres que estaban armados y salir de ahí con Kagome sin que ella sufriera el menor rasguño por eso.
- Nunca!- Gritó Inuyasha mirándolos a ambos con odio que sólo tuvo deseos de matarlos en ese mismo instante.
- No te opongas o será peor... - Musitó Mussou pero al ver que Inuyasha estaba tan serio y aparentemente sus palabras no lo intimidaban ladeó sólo un poco el rostro hacia el otro e hizo un gesto rápido que el desconocido supo reconocer. Inuyasha entonces se dio cuenta de lo que iba a hacer, le iba a disparar, entonces más veloz que nunca se acercó y asestó un sólo golpe con la hoja de su espada en el brazo de Mussou que chilló de inmediato, horrorizado al ver su extremidad casi desmembrada. Cuando Inuyasha iba a hacer lo mismo con el otro, sintió el sonido del disparo y la bala agujereándole el pecho. Entonces se quedó con la espada en lo alto de su cabeza y totalmente paralizado. El grito de Kagome lo escuchó casi a lo lejos antes de caer pesadamente, de rodillas primero, y luego al suelo. Con los ojos aún abiertos pero nublándose cada vez más la vista vio impotente como el extraño compinche de Mussou tenía sujetada a Kagome de un brazo fuertemente mientras la zamarreaba con brusquedad porque lo único que ella quería era correr a su lado. Nunca olvidaría el rostro de la muchacha gritando su nombre entre lágrimas, nunca nadie había llorado por él y ese halago no mitigaba el amargo sabor de saber que no había podido protegerla, que no la había podido salvar. Sus ojos se nublaron de pronto más y ya no fue capaz siquiera de sentir su propio cuerpo, su mente se tornó negra y perdió el sentido, no sin antes escuchar, el llanto desconsolado de Kagome.
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- Malditos! bastardos! asesinos!- Gritó Kagome enfurecida y casi fuera de control con las manos atadas fuertemente a su espalda. Ya habían caminado bastante hasta la carretera en donde los esperaba la mujer del tren que la chica reconoció de inmediato.- Suéltenme!
- Así que al fin los encontraron... - Murmuró ella quitándose el cigarrillo de la boca y lanzándolo a un lado, mirando apenas a Kagome- ¿y el hombre?
- Muerto en el bosque- Respondió Mussou con la voz debilitada pues a pesar de tener una mano comprimiendo su herida hecha por la espada de Inuyasha, sabía que debía curarla pronto o perdería la extremidad, pues ya ni siquiera la sentía.- Fue Hakudoushi quien lo hizo.- Agregó mirando al otro de cabello claro y mirada siniestra que sujetaba con fuerza la cuerda de donde había casi arrastrado a la chica, puesto que ella casi no caminaba por la herida que tenía en su pierna.
- Malditos!- Gritó nuevamente Kagome mareada completamente por el esfuerzo. A pesar de haber caído miles de veces en el trayecto, aun así poco le importaba el dolor comparado con el destino de Inuyasha. Sólo imaginarlo allí, tirado en la hierba y lejos de algún lugar de donde pudieran socorrerlo se le helaba la sangre. A pesar de las palabras de ellos y de la forma en que lo había visto caer, aparentemente muerto, ella sabía que su esencia aún estaba viva.
- No sé porqué Naraku quiere a esta chiquilla... - Murmuró la mujer con la voz monótona y fría y luego se quedó mirando a Kagome con quietud y frunció el ceño- pero... ¿no se parece...?
- ¿Verdad que sí, Kagura?- Interrumpió Hakudoushi sonriendo y posando sus siniestros ojos claros en la chica. - También me llevé una sorpresa...
- Bueno no importa, levántala y busquemos un teléfono para que vengan a recogernos- Ordenó la mujer y luego miró a Mussou sin emoción.- La herida tendrá que esperar... Naraku la quiere a ella lo más pronto posible.
Cuando Hakudoushi la alzó en brazos Kagome lo pateó con su pierna sana y se movió desesperada intentando que no la tocase, lo insultó y más aún, lo escupió sólo recordando la forma vil y despiadada en que le había disparado a Inuyasha a sangre fría. Exasperado, la golpeó en la nuca con la culata de su arma y la chica perdió el conocimiento. Los otros la miraron sin emoción alguna, mientras la venda de su rodilla se empapaba cada vez más de su roja sangre.
Cuando despertó el frío aire del atardecer le rozaba las mejillas como bofetadas. Al levantar la vista vio a su lado a Mussou más blanco que un fantasma y con los ojos muy abiertos en dirección al cielo. Kagome dio un respingo al darse cuenta que se encontraba sin vida ya. Se incorporó sintiendo un horrible dolor de cabeza y se dio cuenta que estaba tendida en el pasto. Y entonces el rostro de Inuyasha cerrando sus dorados ojos la hizo estremecer. Las lágrimas se agolparon de inmediato, entonces sintiendo rabia, movió más las manos amarradas a su espalda. Para su sorpresa se vio de pronto liberada, sonriendo levemente se levantó y miró a su alrededor. Seguro los habían dejado allí, entre los arbustos, con tranquilidad al verla a ella sin sentido y al otro, tal vez, agonizando. Los dos sujetos, Hakudoushi y Kagura estaban un par de pasos más allá, aparentemente, discutiendo. Era una gasolinera y habían más automóviles estacionados en el lugar. Con el corazón latiendo a mil comenzó a caminar agazapada intentando no ser vista, rodeando la hilera de automóviles estacionados en el lugar. Tenía que subirse a un vehículo y pedir ayuda para Inuyasha. Claro que si pedía ayuda no tardarían estas personas en aparecerse en el mismo hospital si fuera posible. Apretó los puños soportando algo el dolor de su rodilla, aunque ya no era tanto, y entonces tanteó la manilla de un automóvil y para su sorpresa la puerta se abrió, escabulléndose rápidamente dentro de el.
- ¿Esta perdida señorita?
Ella abrió los ojos asustada y un hombre de edad madura la miraba extrañado, desde el asiento del conductor.
- Oh! por favor, ayúdeme... - Susurró con desesperación agazapándose más en el asiento del copiloto-... necesito salir de aquí... por favor...
- ¿Le pasa algo?- El hombre lucía escéptico y la observaba tal vez creyendo que estaba loca. Kagome ladeó el rostro aterrada hacia Kagura y Hakudoushi que afortunadamente seguían hablando y no se habían dado cuenta aún de su escape. Desde ahí pudo escuchar un trozo de conversación.
- ... Pero la avioneta ya esta preparada y supongo que en un par de horas estaremos en la isla... - Dijo la mujer.
- Le suplico... - Y esta vez Kagome volvió a mirarlo con desesperación-... sáqueme de aquí... esas personas intentan secuestrarme!
El hombre hizo una pequeña mueca y miró a las personas que ella le señaló. ¿Secuestro? no estaba muy seguro que eso pudiera suceder. Miró de nuevo a la chica y cuando notó que tenía sangre seca en el cuello, producto del golpe en la cabeza y al ver lo sucia y desastrada que estaba, entonces tragó nerviosamente e hizo andar casi rechinando los neumáticos del automóvil.
Ella suspiró aliviada acomodándose en el asiento, pero a medida que el vehículo iba avanzando su angustia iba creciendo ¿dónde estaba Inuyasha? La carretera se presentó negra y solitaria cuando se asomó a mirar y a ambos lados de la calle sólo había bosque y más bosque. ¿En dónde estaba Inuyasha? Su angustia era infinita y sólo reprimió las lágrimas con gran esfuerzo. ¿Cómo lo encontraría en ese mar de árboles y oscuridad?
- Señorita... debería pedir ayuda a la policía- Dijo el hombre al fin mirándola de soslayo. Kagome negó rápidamente.
- No puedo... debo encontrar a alguien primero... tengo que encontrarlo... - Murmuró casi delirante. Se inclinó más para mirar por la ventanilla y sólo deseaba que el vehículo siguiera avanzando velozmente por la carretera, así más lejos de aquellas personas estaría y más segura se sentiría. Cabeceó de cansancio, pero se recobró de inmediato. Cómo deseaba cerciorarse de que Inuyasha se encontraba aún con vida. Podía sentir en lo profundo de su corazón que aún pertenecía este mundo, nada le impediría llegar hasta él, fuese como fuese, si recorrer el bosque entero era necesario lo haría, él la necesitaba, estaba segura y tenía que estar pronto a su lado. Miró su rodilla sin expresión, la sangre seca de su vendaje no le llamó la atención. Si tan sólo hubiera estado sana, las cosas hubieran salido de una forma distinta e Inuyasha no había terminado en el pasto con una bala en el pecho. Se cubrió el rostro al recordar aquel momento tan horroroso, él tendido en la hierba y mirándola con una tristeza infinita que la hizo casi enloquecer. La luna apareció de pronto tras las colinas y la chica volvió a suspirar agobiada, la herida de su pierna se resintió y ella hizo una mueca de dolor, sólo ahora se daba cuenta que estaba abierta nuevamente, entonces posó su mano sobre la rodilla y cerró los ojos, imaginando que se daba calor.
- Inuyasha... - Murmuró luego de unos instantes dándose por vencida e incorporándose en el asiento. Sus ojos castaños miraron con desesperación la vastedad del bosque. En algún lugar estaba él ¿pero dónde?
- Kagome...
Ella abrió más los ojos sorprendida ¿había sido una ilusión? lo había escuchado claramente, como un susurro débil y cálido a la vez que su corazón había reaccionando a tal punto de paralizarse.
- Deténgase!- Ordenó y el hombre frenó casi sin pensar. - Es aquí... es aquí...- Murmuró mientras abría la puerta del vehículo. El desconocido arrugó el ceño, preocupado.
- ¿Esta segura? pero aquí sólo hay árboles... no podrá ver nada.
Kagome negó con la cabeza. No le importaban los contras de la situación. Cerró la puerta y se inclinó sólo para darle las ultimas palabras de agradecimiento. Luego volteó y corrió internándose en la inmensidad del bosque.
Ella se llevó una mano al pecho, ni siquiera veía algo a su alrededor, llevada casi por una fuerza desconocida parecía que sabía en donde él estaba. Jadeó de cansancio pero apuró más la carrera, los pájaros graznaron fuertemente, los búhos ulularon como en una película de horror y eso a la joven no le importó. La oscuridad la hacía a veces tropezar con una roca o un tronco caído, pero pronto se volvía poner en pie, era como si cada segundo que pasase Inuyasha se encontraba aun más en las puertas de la muerte. Al fin los árboles se volvieron menos espesos permitiendo que a través de su follaje se colasen los rayos de la débil luna, alumbrando en algo su lastimoso recorrido. De pronto la línea férrea se apareció ante ella como una serpiente de plata alegrando en algo su corazón. Ella sabía que los habían emboscado a orillas de la vía, ahora sólo debía recorrerla, hacia el sur, como siempre...
- Inuyasha... espérame... - Murmuró con fervor apretando los puños de su mano, el viento sopló con fuerza y sus cabellos negros como la misma noche se desordenaron traviesamente. Ella acomodó su flequillo jadeando de cansancio mientras sus ojos miraban algún indicio de Inuyasha. Pronto le pareció que el paisaje se le hacía conocido, entonces apuró más el paso y fue cuando finalmente lo vio.
Así
Como lluvia en el desierto estás aquí
En mí, sin ti
He vivido tanto tiempo sin sentir
Tendido aún en el pasto húmedo, en la misma posición en que recordaba lo había visto por última vez, estaba Inuyasha con los ojos cerrados y una palidez mortal que le heló la sangre. Corrió a su lado agradeciendo a Kami infinitamente y entonces vio al pequeño zorro que lamía la cara del muchacho como si intentase revivirlo. Ella se posó a su lado y el zorro se alejó rápidamente, entonces Kagome le alzó la cabeza y sus ojos se desviaron con horror a la mancha grande y ya seca de sangre que estaba impregnada en su camiseta gris. Sus ojos se empañaron en lágrimas sin ya poder evitarlo, volvió a mirarlo a la cara y se acercó mordiéndose con fuerza el labio inferior. Él aún respiraba débilmente.
- Inuyasha... ya estoy aquí... Inuyasha... - Gimió con desesperación. Posó su mano sobre el pecho varonil, en la herida que ya había dejado de sangrar ¿qué podía hacer? Sentía que la vida de él pendía de un hilo, podía percibir su corazón incluso casi negándose a seguir latiendo, pero también podía notar que el alma del hombre era más fuerte que su propia voluntad: Un guerrero; pensó ella sollozando orgullosa por él. Se acercó y posó sus labios en los fríos pero a la vez suaves del joven. Estaba tan helado pero no le importó. Había dado casi su vida por ella... por Kami! si le sucedía algo ella moriría! y entonces se dio cuenta al sentir su corazón latir aún más fuerte ¿lo amaba? ¿lo amaba?. En ese mismo instante él gimió débilmente entre sus brazos, Kagome abrió más los ojos y lo miró, poco a poco la luz de sus ojos de fuego se abrieron para observarla. Al principio sus pupilas dilatadas parecieron no reconocerla, luego las centró en sus ojos, los ojos castaños que él ansiaba ver una vez más, dulces y soñadores, tiernos y abrazadores, los ojos de su Kagome. A ella se le escapó una risa débil al ver que Inuyasha sonreía apenas y volvió a abrazarlo con fuerza.
Vuelvo a nacer a vivir
Se despiertan mil colores
En mi ser, por ti
Quisiera llegar hasta tu lado
Sentir que me llevas de la mano
Quisiera perderme en tu mirada... llegar a ti...
- Te... llamé... y viniste... - Fue el débil susurro de Inuyasha, entonces Kagome sollozó aún más.-... me... escuchaste...
- Sí, sí, te escuché amor... te escuché... - Respondió ella mirándolo otra vez y besándolo incansablemente en las mejillas, en sus labios y en la frente, agradeciendo otra vez a Kami porque estaba vivo. Y de pronto fue consciente de lo que había sucedido... lo había escuchado y había podido llegar hasta él... con su pierna lastimada... entonces ella miró de reojo su rodilla y la movió, abriendo los ojos alarmada ¿desde cuando se le había quitado el dolor?
Continuará...
N/A: La canción se llama "Llegar a ti" y le pertenece a Jaci Velasquez (me gusta mucho .)
Bueno, otra vez y no me canso de repetirlo, gracias por todos sus reviews. Sí, en este capítulo me puse algo sanguinaria, jajaja, pero bueno, me prometí que este fic iba a tener de todo un poco, aunque más amor eso si, (no puedo evitarlo .) amo la vida! jeje...
See you soon... girls we have the power now (es hora de que las chicas rescatemos a nuestro príncipe azul, no?) jaja, me voy a dormir, creo que me falta sueño n.n'
Lady Sakura Lee.
