Capítulo 14: "Extraña Reacción de la Perla de Shikon"

Miroku caminaba a paso rápido por los oscuros pasillos del antiguo castillo seguido de Sango, su ayudante, e Inuyasha, que estaba más nervioso de lo usual. Bastante trabajo le había dado el convencer a Kagome que se quedara en la habitación para que descansara. No estaba aún muy convencido de que su desmayo fuera producto del cansancio, había algo que le molestaba rotundamente y no sabía que era... o tal vez no quería pensar más allá.

Subieron la última escalera y el joven de ojos dorados sintió una punzada en el corazón. Miroku arrugó el ceño al notar que las emanaciones de la perla se volvían cada vez más intensas.

Cuando finalmente llegaron al último piso, la joven acompañante del monje se adelantó hacia él mirándolo con preocupación y frunciendo el ceño. Miroku sólo le dio una medio mirada a Inuyasha, con la mano en la puerta corrediza aún sin abrir.

- Viene de parte de la anciana Kaede... debemos confiar en ellos... - Respondió.

Inuyasha comprendió en ese momento que la perla era resguardada en completo secreto por esos dos y que obviamente la muchacha desconfiaba en él.

Miroku finalmente descorrió la puerta y entró. Inuyasha se mantuvo en el umbral de la puerta no muy convencido de entrar, de alguna forma hasta le causaba cierta reticencia entrar allí. Sango se aproximó pero se mantuvo unos metros distante detrás del monje. Entonces Inuyasha finalmente la vio. Descansando sobre un pequeño altar rodeado de guirnaldas y la imagen de un gran Buda detrás, la pequeña perla de shikon brillaba con tanto fulgor que tuvo que cerrar un poco los ojos. El monje estaba muy pálido y no fue capaz de acercarse más hasta la joya. Inuyasha sentía que el ambiente estaba cargado, pesado, que incluso la respiración se le hacía forzosa.

- ¡¿Qué sucede?- Preguntó alzando la voz pero sorprendiéndose que ésta le sonara demasiado ronca. Miroku lo miró pasmado y luego volvió a mirar la perla.

- La perla esta... reaccionando a algo... supongo...

- ¿Qué haremos excelencia? ¿Porqué esta así la shikon no tamma?- Preguntó Sango posando sus dedos en el brazo del joven Monje. Miroku tragó con dificultad y sus ojos azules se concentraron en la perla. Inuyasha sólo deseaba salir de allí, estaba realmente sintiéndose enfermo.

- No... no lo sé... - Murmuró al fin quitando sus ojos de la joya y posándolos esta vez sobre Inuyasha- Salgamos de aquí... debo pensar un momento...

Kagome miraba atentamente los árboles de cerezos que eran visibles desde donde estaba acostada. Las ramas con sus bellas y delicadas flores rosa clara casi entraban por la ventana, el cielo ya del atardecer naranjo y rojo era un perfecto cuadro pero que en nada la hacía sentir mejor. Deseaba poder levantarse e ir finalmente a ver la cotizada perla, pero sentía que aún no tenía fuerzas como para mantenerse en pie, así que frente a la casi "orden" de Inuyasha de permanecer donde estaba, cosa que le costó mucho aceptar pues no le agradaba para nadar recibirlas, no le quedó más remedio que resignarse y quedar acostada, intentado descansar.

Inuyasha entró en la habitación de pronto, Kagome se incorporó y lo miró algo asustada, los ojos de él lucían brillantes y el rostro estaba muy pálido. Él la miró y se sentó en la cama, a su lado.

- ¿Qué sucede, Inuyasha? ¿Pasó algo?

El joven se cruzó de brazos y frunció los labios. A ella le sorprendía lo perturbado e incómodo que estaba.

- He visto la perla... y... es extraño... - Murmuró sin creer aún lo que estaba sucediendo. Kagome arrugó el ceño y entonces pasó su mano por los cabellos de él.

- Estas tan pálido... se diría que has visto un fantasma...

- Estar cerca de la perla... - Dijo él casi meditabundo-... fue algo muy... muy fuerte... creo yo...

- ¿Porqué? ¿Qué tiene tanto esa perla? ¿Porqué te ha causado esto?

Él no respondió ¿qué decir? Jamás había escuchado algo semejante. ¿Porqué la perla de shikon reaccionaba así? ¿Era por su causa? Porque al parecer antes no había sucedido nada anormal, el monje parecía estar tan choqueado como él de la reacción de la joya. ¿Porqué?... ¿había algo que la había hecho reaccionar así?... miró a Kagome entonces con detenimiento. O tal vez... ¿¿alguien?

En ese instante se dejaron escuchar dos golpecitos suaves en la puerta, de inmediato Inuyasha se puso de pie y esta se abrió. En ese momento vio al monje entrar con sumo cuidado a la habitación. Cuando estuvo lo suficientemente cerca cerró los ojos y sus manos las puso en señal de oración. Kagome e Inuyasha se le quedaron mirando intrigados. Pasaron largos segundos de tensa espera, hasta que finalmente el joven abrió los ojos azules y los miró directo, con el ceño levemente fruncido.

- Creí que uno de ustedes le había provocado esto a la perla... pero no percibo energías espirituales...

- ¡Claro que no!- Protestó Inuyasha sintiéndose aliviado en parte. - Somos personas comunes y corrientes.- Agregó algo molesto.

El monje lo miró no muy convencido y luego se percató de Kagome, que lo observaba ansiosa. Se acercó a ella con calma casi ignorando a Inuyasha y se arrodilló a su lado.

- Perdón por no presentarme antes... mi nombre es Miroku... ¿ya esta mejor?

- Sí... sí... mejor que antes... gracias- Respondió ella.

- Me ha dicho Inuyasha que usted viene por la perla ¿es cierto eso?

Kagome se acomodó el cabello nerviosa y dio una mirada fugaz a Inuyasha que los observaba muy tenso. ¿Le había dicho que ella era quien buscaba la perla? eso reflejaba lo correcto que era... considerando que Inuyasha también andaba tras la joya...

- Es cierto... la perla estaba en mi templo... ha estado desde hace mucho allí... mi abuelo Jinta se la entregó a la anciana Kaede no sé muy bien con qué razones... y fue ella quien nos habló de usted...

Miroku la escuchaba atentamente, había algo en ella que la hacía querer mirar con detenimiento y observar cada uno de sus gestos. Aquella chica era como un imán, él se sintió de pronto atrapado ante sus palabras, su cercanía, el mirar de sus ojos ¿qué le estaba pasando? Se levantó de súbito y miró luego a Inuyasha, que al notar lo extraño que se había vuelto el monje volvió a arrugar el ceño.

- Bueno... entiendo... - Murmuró y caminó aprisa hasta al puerta-... ya es algo tarde y supongo que no han comido nada... en un momento cenaremos y ahí hablaremos... - Agregó. Kagome asintió e Inuyasha sólo lo miró. El monje salió finalmente de la habitación.

- Creo que lo perturbaste- Dijo Inuyasha de pronto posando sus ojos como halcón en la muchacha. Kagome enrojeció y rió nerviosa.

- Mentira... es un hombre amable- Sentenció, abriendo las colchas de la cama e intentando ponerse en pie. Tuvo que resoplar casi para soportar el mareo que le produjo hacerlo. Inuyasha se acercó y la tomó por los antebrazos, ayudándola finalmente.

- Tú siempre encuentras amable a todo el mundo, ese es el problema.- Respondió con algo de brusquedad. Kagome alzó la vista y sus ojos se iluminaron, divertida.

- Estas... ¿celoso?

Lo vio hacer una mueca esquivando su mirada.

- ¡Claro que no!- Mintió.

Kagome lo abrazó muy fuerte ocultando la sonrisa amplia de su rostro.

- Tontito... - Murmuró. Sintió los brazos de él tras su espalda, acercándola a su pecho, entonces ella fue consciente de algo, se separó sorprendida y lo miró, no directo a la cara, sino a sus brazos.- Ya mueves tu brazo...

- ¿Mi brazo?- Era cierto. Lo movió y no sintió ni una pizca de dolor ¿Desde cuando estaba así? pero... y luego miró a Kagome con preocupación-... parece que le pasó lo mismo que a tu pierna...

- ¿Y tu herida?- Preguntó ella abalanzándose hasta su pecho y sin siquiera preguntar levantando la camiseta. Él se tensó por completo al sentir el aire sobre su piel y más aún, cuando la muchacha posó sus dedos en los vendajes. Kagome los acarició concentrada y él luego de unos segundos tuvo que detenerle la mano para que no prosiguiera, ella levantó la vista asombrada y él sólo gruñó.

- La herida aún esta ahí... ya no sigas... - Era una advertencia que a primeras Kagome no logró entender, sólo cuando lo miró a los ojos y vio el extraño brillo en ellos sintió que el estómago se encogía. ¿Estaba excitado?

- Lo... siento... - Murmuró avergonzada mientras intentaba alejarse. Era, aunque algo embarazosa la situación, un halago que la divertía, en parte-... nos esperan a comer... - Musitó levantando la vista e intentando sonreír conciliatoriamente. Él sólo asintió y salieron finalmente de la habitación.

Miroku era un monje demasiado joven para mostrar tanta experiencia en los asuntos espirituales correspondientes, eso pensaba Kagome mientras lo miraba atenta mientras él bebía su té verde. Inuyasha les había relatado su tortuoso viaje a la ciudad de Yokohama y luego para llegar a la ciudad en donde se encontraban ahora. Sango, la asistente del monje, se revolvía inquieta en su silla mientras le daba medias miradas al monje que aparentemente ahora lucía muy tranquilo, pero que ella sabía no era tranquilidad lo que lo embargaba, sino confusión y preocupación.

- Es cierto... - Dijo el monje al fin levantando la vista y posando sus ojos en los de Kagome. Inuyasha respiró pesadamente haciendo una mueca.-... dijo que su abuelo Jinta tenía la perla... eso significa que usted pertenece a la familia Higurashi...

- Sí... mi abuelo murió y dejó un escrito diciendo que debíamos buscarla... ¿sabe usted porqué él tuvo que entregarla?- Preguntó la chica mirándolo intrigada. El monje dejó su pequeña taza sobre la mesa y luego miró a Inuyasha.

- No sé nada al respecto... - Murmuró al fin.

Kagome esta vez lo miró no muy convencida.

- Yo creo que sí sabe... sólo que no confía lo suficiente en nosotros...

- Kagome... - La interrumpió Inuyasha, pero ella prosiguió.

- O tal vez no confía en mí... ¿verdad?

Se produjo un silencio casi sepulcral en la amplia habitación. Todos los ojos estaban puestos en el monje, que miraba casi sorprendido a la muchacha, luego sonrió, no era una sonrisa burlona, sino una de esas que admite casi su derrota.

- No puedo percibir algún tipo de energía inusual en usted y aún así... siento que especial... - Respondió. Kagome pestañeó confundida e Inuyasha, a su lado, se volvió a acomodar en su silla, se diría que estaba sentado sobre clavos!. Aunque estaba aliviado, en parte, si aquel monje no percibía nada extraño en Kagome... eso significaba que todo estaba bien ¿no?

- Si cree que soy alguna especie de sacerdotisa, pues no lo soy- Respondió la muchacha con tranquilidad.- No he nacido con poderes espirituales...

- ¿Puede una persona desarrollarlos con el tiempo?- Preguntó Inuyasha y en el momento en que lo hizo Kagome lo miró directo a los ojos con las mejillas encendidas. Estaba claro lo que estaba pensando, y ya no podían seguir ignorándolo. Estaban pasando cosas extrañas entre ellos que era imposible obviarlas así por así. Sobre todo para Inuyasha, que de sólo pensar en que Kagome pudiera ser una sacerdotisa... y más aún... la guardiana de la perla... le cortaba el aliento.

- No, claro que no.- Respondió el monje al fin. Inuyasha suspiró aliviado y también Kagome, en parte.

- Quiero ver la perla- Demandó finalmente la chica. El monje volvió a mirarla con reticencia.

- No sé si sea conveniente... la perla expele tanta energía que resulta casi asfixiante el aire que la rodea...

- Es cierto.- Dijeron casi al unísono Inuyasha y Sango.

- ¿Y es peligroso eso?- Preguntó Kagome. El monje se puso de pie y todos lo imitaron.

- Desde que la tengo en mi poder nunca la había visto comportarse así... la anciana Kaede jamás me habló de algo parecido que le haya sucedido anteriormente... - Él caminó y todos lo siguieron. Kagome iba a su lado, escuchando atenta sus palabras e Inuyasha y Sango tras ellos. Él se dio cuenta que iban entonces a donde la joya estaba y mientras más se acercaban más náuseas comenzaba a sentir.

- Yo me quedo aquí... - Musitó Sango muy pálida. Los demás asintieron y subieron las largas escaleras.

- -... pero sé que alguien de poderes espirituales muy grandes puede sentir la presencia de la perla... se supone que debo esconderla y el que este así... pues... es probable que alguien con malas intenciones sepa de su paradero y quiera adueñarse de ella.- Agregó el monje. Kagome no respondió y desde donde Inuyasha estaba podía ver que sus labios estaban muy apretados y la vista concentrada en el piso. Entonces finalmente llegaron. Los hazes de luz rosa pálido se colaba por las rendijas del cuarto y también bajo la puerta, los dos hombres arrugaron el ceño, aquello no estaba así cuando la visitaron ¿porqué emanaba más energía aún? Inuyasha comenzó a sentir que le faltaba aire y cada respiro comenzaba a ser una fuerte agonía. Miró a la chica, preocupado, pero contrario a él ella lucía mucho mejor. Todo lo contrario ¿Cómo podía no afectarle? El monje descorrió la puerta y la intensidad de la perla los obligó a cubrirse rápidamente los ojos. Inuyasha se quedó inmóvil, ya no podía dar un paso más y vio, a través de la vista nublada, como Kagome y Miroku avanzaban cruzando la amplia habitación. El monje tenía ya su frente perlada y tragó con dificultad, se detuvo a mitad de camino, incapaz ya de seguir, producto de la fuerte energía que emanaba la perla. Kagome en cambio siguió caminando hasta llegar frente al altar de la perla. Los dos hombres la observaron sin entender ¿cómo era posible que a la chica no le afectara nada? Cuando la muchacha estiró la mano, Inuyasha volvió a sentir una punzada en el corazón y un extraño sentimiento lo embargó. Era dolor... mucho dolor y tristeza... ¿qué estaba sucediendo con él? Entonces abrió más los ojos alarmado, quería detenerla, decirle que no lo hiciera, que retrocediera y no tocara aquella maldita perla, pero la voz no salió de su garganta como él pensaba, ni siquiera pudo mover los pies del suelo. Abrió más los ojos al ver que los delgados dedos de Kagome tocaron la perla y en el momento que lo hizo, ésta dejó de brillar. El joven pudo respirar normalmente y hasta el movimiento había vuelto a su cuerpo. Y entonces vio al monje observando con la boca casi abierta a la muchacha y ésta, luciendo radiante y con la ahora tranquila y pálida perla de shikon descansando en sus manos...

Continuará...

N/A: Hello! bueno, no me tocaba actualización aún pero como muchas sólo pueden leer el fin de semana pues me dije "déjales un cap. para que se entretengan en domingo" (que suele ser aburrido n.n)

Muchas gracias amigas por tooodos sus reviews, los comentarios son importantes, ya saben, para mi... ah! quiero aclararles algo que me dio mucha risa escuchar ayer de un contacto del msn, dijo que andan diciendo por ahí que Anyara y yo somos la misma persona... NADA MÁS EQUIVOCADOS ESTAN... sólo comparen nuestra forma de escribir (y no por el hecho de ser ambas de Chile significa que somos las mismas, ademas yo no tengo hijos :S y soy algo más joven jajaja, sorry Any)... ¿de dónde sacan tanta imaginación? por cierto... Anayara ¿¿dónde estas que no actualizas? jajajajaja

Bueno amigas nos vemos y cuidense mucho... cielos!... la perla y Kagome, digo.. son una mala combinación... ¿no? jeje, averiguenlo en el prox. chapter.

Lady Sakura Lee-