Capítulo 15: "Temor"

El joven de ojos azules tragó con dificultad mirando la increíble escena. Aquella muchacha, sin poderes espirituales ni nada parecido, había logrado calmar la grandiosa Perla de Shikon ¿pero cómo era posible? él intensificó más su vista como intentando dilucidar su aura, pero no había nada que la rodeara, absolutamente nada. Aquello era de locos. La perla, desde el momento en que aquellos forasteros habían llegado al castillo, había comenzado a reaccionar de forma extraña y ahora, después que aquella joven había tomado la perla en sus manos, ésta había vuelto a la completa calma.

- Kagome... - Murmuró Inuyasha desde la puerta. El monje notó en su voz la angustia y volteó a mirarlo. Fue extraño ver aquel joven arrogante y seguro de si mismo, el que desde un principio le develó que era algo así como un "guerrero innato", ahora con el rostro contraído y contrariado, con sus labios semi abiertos casi en curva, de tristeza y el dolor en el brillo de los extraños ojos. Miroku volvió a voltear, la muchacha ya caminaba hasta ellos y se plantó frente a él.

- Muchas gracias por cuidarla todo este tiempo... - Dijo ella con una leve sonrisa. Él la miró sin decir nada ¿acaso no se daba cuenta lo que había hecho? ¿No era consciente del cambio que había producido en la perla?

Entonces la joven sonrió más y encerró en su puño la pequeña perla. Ya no había aire viciado y ninguno de los dos hombres se sentía mal, todo había desaparecido. Ella caminó hasta la puerta en donde Inuyasha la miró con dolor. El muchacho sabía que todo lo que estaba sucediendo no era para nada una buena señal y el monje tal vez no era tan poderoso como él creía al no encontrar señales extrañas en Kagome. Tal vez ella sí las tenía, sólo que no él no se había dado cuenta, porque la fin y al cabo, sólo era cosa de unir cabos. Desde el día en que la vio, no, después, desde el día en que ella presintió la muerte del anciano profesor universitario, sabía que había algo extraño y no era producto de la casualidad. Era innegable ahora.

La noche estaba demasiado silenciosa ahora e Inuyasha, hastiado de permanecer despierto y preocupado, se levantó de su cama y salió de la habitación vestido sólo con el pantalón ancho de su pijama. El pasillo del castillo parecía siniestro a esas horas, demasiado oscuro y demasiado silencioso. Posó sus ojos en la puerta del frente en donde descansaba seguramente Kagome con aquella perla. Agudizó los ojos ante el pensamiento. La "perla", por alguna extraña razón sentía que odiaba ahora esa joya. Suspiró pesadamente y con los pies desnudos caminó sin rumbo por el largo pasillo, a lo lejos escuchaba los ladridos de los perros y luego, como si fuera un mal presentimiento, un lastimoso aullido de ellos. Al pasar por frente de una ventana vio que las nubes ocultaban la luna dejando todo en completa oscuridad.

- Maldición!- Gruñó apretando los puños de su mano. Todo ahora le daba mal presentimiento. Siguió su camino, casi por inercia, el corazón le dolía y sólo pensaba en aquella maldita perla. La odiaba por estar en estos momentos con Kagome, reteniendo toda su atención. Igual como si fuera una sacerdotisa.- No... ella no puede ser sacerdotisa... menos de esa perla... - Le reclamó su mente. Él volvió a suspirar cansado, caminando sin rumbo. Dobló a la derecha y para su sorpresa y extrañeza, entre la oscuridad, la luz se filtraba justamente en el lugar en donde antes habían comido, la cocina. Los susurros le develaron que alguien también estaba despierto... y tenía una conversación con otro...

- Excelencia... ¿puede pasar algo malo?- Preguntó la voz femenina que Inuyasha reconoció enseguida. Era la muchacha asistente del monje.

- Sinceramente, mi querida Sango... sí puede pasar algo... algo muy malo... pero sólo si la perla se contamina de sangre impura... - Respondió el monje e Inuyasha sintió nuevamente una punzada en el corazón.

- Pero y si no... digo... si esa muchacha se lleva la perla y la cuida...

- Bueno... - Titubeó Miroku-... supongo que no... ya ves que el tiempo que la tuvimos nosotros nada malo sucedió...

Inuyasha no supo como de pronto el alma le había vuelto al cuerpo. Suspiró pesadamente afirmando la espalda en la pared. Aquellas palabras le daban en algo la tranquilidad que necesitaba, pero en su corazón sabía que esto se estaba volviendo demasiado siniestro, tan siniestro... que incluso temía por Kagome. Cosas fuera de este mundo podían suceder... y cada vez se sentía más al borde del abismo.

- Lo que me preocupa también... - Reclamó el monje-... es que por culpa de las emanaciones de la perla de esta tarde, alguien pueda llegar hasta aquí y encontrarla al fin...

- Se la robarían... ¿no es así?

Inuyasha abrió más los ojos. Era cierto aquello, Kagome podía estar en peligro!. Entonces, impulsado por una fuerza corrió por el pasillo hasta llegar a la habitación de la muchacha. Abrió la puerta precipitadamente y la vio levantar la cabeza con los ojos somnolientos y confundidos.

- ¿Inuyasha?- Preguntó con un hilo de voz, arreglándose los desordenados cabellos negros. Él tragó con dificultad y miró a su alrededor. Nada, todo estaba aparentemente en completa calma. Entonces caminó hacia ella que lo observaba atenta desde su lecho.- ¿Qué sucede?

- Temo por ti... - Murmuró de pronto. Kagome abrió más los ojos, como si recién hubiera despertado del todo y entonces sintió miedo.

- ¿Por mí?... - Preguntó desviando la mirada.

- ¿Qué dices?- Contrarrestó él clavando sus ojos dorados en ella. A la luz de los escasos rayos de luna que se escapaban de las nubes vio el rubor en sus mejillas. La chica movió rápidamente la cabeza y se levantó con rapidez.

- No es nada... voy a beber agua...

- Iré contigo- Dijo el joven con la voz firme. Kagome se sobresaltó y arrugó el ceño.

- ¿Pasa algo?- Preguntó esta vez sintiendo algo extraño. Él sólo negó con la cabeza y ella entonces retomó su camino. La cocina esta vez estaba vacía y la muchacha no encendió la luz. Bebió el agua mirando de reojo a Inuyasha que se afirmaba en el marco de la puerta, preguntándose porque actuaba de esa forma.

- Ya dije... temo por ti... - Respondió él. Entonces Kagome sólo pudo sonreír. ¿Cómo no quererlo si era tan protector? Dejó el vaso a un lado y caminó hasta su lado, sus ojos se centraron en los suyos, tan dorados como las llamas del fuego y aún así tan misteriosos... alargó su delgada mano hasta su mejilla y la acarició. Inuyasha posó su mano sobre la suya.- La perla de Shikon... no es una joya común y corriente... - Respondió con temor, como obligándose a justificarse-... y hay personas que harán lo que sea por conseguirla...

No quería ser duro ni menos entristecer a la muchacha, pero ella comprendió a lo que se refería. Sus padres, así como su abuelo habían sido asesinados por quienes ansiaban la perla a toda costa, y ya su hermano y ella habían pasado por experiencias límites, sólo que tuvieron la suerte de contar con Inuyasha... Entonces la chica sonrió y se acercó más a él.

- Pero ahora tú estas conmigo... me lo prometiste...

- Sí, pero aún así no puedo evitarlo... - Respondió bajando algo la cabeza para estar a su altura.- Dime una cosa pequeña... - Y esta vez sus ojos se agudizaron más a la luz de las tinieblas-... dime que esa perla no te alejará de mi... - Los dedos de su otra mano acariciaban los labios de Kagome que lo miraba casi hipnotizada.

- Como crees... claro que no... - Ella se alzó y lo besó. La mano de Inuyasha se deslizó hasta su nuca, entre sus sedosos cabellos la acercó más a él. Sentir aquellos sentimientos de protección y más aún, amor por Kagome lo desesperaba, ahora temía por todo ¿como mitigar el ansia que estaba corroyendo su cuerpo y también su mente por ella? Sólo por ella. La soltó mientras le daba un último beso en la frente. Kagome, recuperando el aliento y casi la compostura, apoyó la cabeza en su pecho mientras cerraba los ojos.

- Mejor vete a dormir... yo te cuidaré... - Murmuró el joven. Tal vez si no estuviera tan agobiado por el peligro que corría no la dejaría dormir sola... ¿o si?

Recibiré el disparo por ti

seré el escudo para ti

no es necesario decir

que permaneceré en tu camino

recibiré el disparo por ti

daré mi vida por ti

haré que se detenga

recibiré el disparo

por ti

por ti...

- Estaré bien... y también la perla... - Musitó ella con la voz débil y sintiendo las caricias de él en su espalda que le provocan escalofríos.

- Esas personas estan enfermas... y ese Naraku... - Gruñó y entonces la chica alzó la cabeza.

- ¿Lo conoces?

Inuyasha hizo una mueca.

- Sólo de nombre- Respondió simplemente. Pero Kagome comprendió, en el instante en que volvió a apoyar su cabeza en el pecho de él, que aquel nombre era realmente detestable y repugnante para Inuyasha. Había algo más... más oscuro y más siniestro y que el joven intentaba ocultar. Levantó la cabeza y arrugó el ceño.

- Creí que serías esta vez sincero conmigo- Le reprochó.

- ¿Qué dices?

Kagome se separó de él algo molesta y acomodó sus cabellos nerviosamente.

- Ese hombre... Naraku... ¿sabes? escuché que vivía en una isla... pero seguramente ya lo sabes... - Volteó dispuesta a marcharse, pero él retuvo su brazo fuertemente. Cuando lo miró a la cara vio su rostro muy tenso.

- No, eso no lo sabía ¿qué te molesta ahora?- Preguntó alzando más la voz, y era extraño, puesto que sólo habían hablado en susurros, el tono de él le provocó a la chica escalofríos.

- ¿Qué me molesta? que siempre me ocultes cosas... creo que me estoy aburriendo de tu misterio... - Recriminó mirándolo dolida. Inuyasha entreabrió sus labios y ella se soltó del fuerte agarre. Caminando a paso seguro por el pasillo se sentía demasiado molesta por lo sucedido. Pronto lo escuchó tras sus pasos y sonrió levemente. Bueno... no había que enojarse tanto... ya habría tiempo para conocerlo en su totalidad ¿no? El sonido de un cristal cayendo al suelo la hizo detenerse de súbito y en ese mismo instante sintió a Inuyasha correr y tomarla por la cintura llevándola hasta la pared, entre las sombras. Su mano tapó su boca fuertemente, antes de ahogar un quejido que se escapaba de sus labios.

- Shhh... silencio... - Murmuró él cerca de su oído. En ese momento Kagome abrió más los ojos. Los segundos pasaron y nada más fue audible, nada más sucedió. Ella creía que su corazón se saldría del pecho. La escena era la misma, el calor de sus manos era el mismo, el susurro de su voz era de él... de él... -... sé que buscas la perla... y que la quieres para ti... pero yo también la quiero... y no dejaré que una niñita como tú la encuentre... y mejor vete con cuidado... soy capaz de todo, con tal de conseguir mis objetivos...

Se soltó de él casi con fiereza y lo miró como si viera un monstruo. Inuyasha arrugó el ceño.

- ¿Kagome?

- Eras tu... fuiste tu... - Inuyasha sintió nuevamente una punzada en el corazón. La forma en que le hablaba y más aún, lo miraba, le dolía demasiado.-... tú entraste a mi alcoba y me amenazaste! Eras tu!

Él tragó con dificultad y no fue capaz de decir nada, sin embargo estaba sorprendido de que ella lo reconociera. La chica volteó sintiéndose totalmente furiosa y más aun, tonta por haber finalmente recurrido al hombre que precisamente la había amenazado.

Tonight we escape

Escapemos esta noche

solos tu y yo

encontraremos nuestra paz

en algún lugar a través de los mares

- Kagome... escucha... - Murmuró siguiéndola por el pasillo pero en cuanto posó su mano en el hombro de ella vio como el rostro de la joven se contraía.

- Eres un mentiroso!- Gritó y volvió a voltear caminando por el pasillo-... todo este tiempo te has aprovechado de mi... aquella vez dijiste claramente que eras capaz de cualquier cosa con tal de cumplir tus objetivos... - La voz se quebró de tan solo imaginar que aquellas demostraciones de amor sólo habían sido una fachada para ocultar sus verdaderas intenciones.

- No es así!- Afirmó y esta vez se posó en frente suyo tomándola fuertemente por los hombros- Todo lo que he sentido por ti es verdadero... lo sabes... ¿porqué ahora desconfías de esa manera?

Suficiente de pelea

suficiente de alboroto

Estaré despierto si él nos encuentra

no es necesario decir

que permaneceré en tu camino

Te protegeré

y yo...

Kagome lo miró a los ojos aguantando los deseos de llorar ¿porqué desconfiar ahora? ¿sería porque sólo imaginar que había sido engañada para conseguir la perla le destrozaría la vida?

- Sabes que buscaba la perla... eso ya te lo había dicho... - Murmuró esta vez Inuyasha observándola atentamente.

- Sólo que no asocié que eras tu aquel hombre que entró a mi habitación... y que me causó tanto temor que nunca pude dormir decentemente!

- Pero estoy arrepentido... - Musitó él muy bajito bajando la cabeza hasta ella y estaba tan cerca que Kagome sintió su aliento sobre su cara-... te amo... jamás sería capaz de hacerte daño... ni dejaría que nadie te lo hiciese... la perla es tuya, sólo tuya... dije que ya no me importaba...

Suficiente de cicatrices

suficiente de corazones rotos

te protegeré

y yo...

Su voz era demasiado conciliatoria, demasiado ronca y a la vez suave. Kagome levantó un poco la cabeza y lo miró. ¿Cómo no creer en los ojos dorados que la observaban con tanto amor que parecían querer fundirse en ella? "pareces cachorro desvalido", pensó con ironía sin saber bien ya si estaba molesta o no.

Entonces finalmente asintió y él la abrazó con fuerza.

- No me gusta que sigas ocultándome las cosas... - Musitó Kagome. Inuyasha se incorporó y la besó fuertemente esta vez.

- ¿Si me perdonas?- Murmuró entre sus labios y, sin querer, acorralándola contra la pared. Sus manos se deslizaron suavemente por su cintura y un leve ademán con la cual la hizo acercarse más a él. La chica emitió un leve quejido pero sus dedos sobre su pecho tocaban la piel que de pronto de hizo demasiado caliente.

- Mmm... no... sé... - Murmuró y los labios del hombre aprisionaban fuertemente los suyos y luego los liberaba, como un juego tortuoso y a la vez exquisito. La boca hambrienta de él clamaba cada vez más, se ahondó en su boca saboreándola con una pasión que poco a poco los desbordaba, besos más osados, caricias que de pronto se volvían más desesperadas. Otra embestida contra la pared que sólo le develó a ella lo completamente excitado que él estaba, podía sentirlo entre sus piernas que incluso comenzó a hormiguearle la piel. Kagome se dejó llevar, aprisionada en sus brazos sólo era capaz de responder a sus besos sintiendo que las piernas le temblaban. Dio un pequeño brinco al sentir sus manos deslizándose bajo la camiseta de su pijama, la piel de sus dedos acariciando cada centímetro de su piel, cada curva de su espalda y sus yemas se sentían tan cálidas que percibía podrían quemarla.

Ella se apartó y bajó la vista, completamente turbada.

- Mejor me voy a dormir...

Él se acercó nuevamente y la tomó por la barbilla, sus dedos comenzaron a acariciarla nuevamente.

- Déjame estar contigo... esta noche... - Su voz demasiado ronca y susurrante era como un hechizo. Ella que lo miraba atentamente tuvo que bajar la vista estremeciéndose por completo. Sabía lo que eso significaba y aunque lo amaba mucho pues...

- No... mejor que no... - Musitó muy bajito y dando un suspiro de agobio.-... no es el momento... ni el lugar... - Esta vez clavó sus castaños ojos en los de él. Vio la confusión y más aún, la desilusión en su rostro varonil.

- Pero... - Reclamó aún en un susurro desesperante-... quiero estar contigo... - Acercó su rostro al cuello de la muchacha y aspiró su aroma que lo hacía deleitarse de placer. Luego se incorporó y besó la piel de su cuello, cálida y suave, en sus labios sintió el pulso de la vena inquieta y el gemido ahogado de su garganta. Pero Kagome lo apartó suavemente y lo miró muy seria.

- Otro día... ¿sí?

Inuyasha se cruzó de brazos y no respondió. Kagome notó lo suficientemente molesto que estaba y entonces volteó para llegar al fin a su habitación. No fuera que después se arrepintiera... ¿y que si aceptaba? bueno... es que... lo conocía hace poco... y... bueno... necesitaba estar completamente segura de todo para dar aquel paso ¿no?

Cuando abrió la puerta de su habitación volteó y lo encontró tras suyo, no muy lejos. Sonrió conciliatoriamente y susurró un "Buenas noches" que apenas fue audible.

En cuanto la dejó de ver tragó con angustia. Sintió la soledad abrumándolo, como si estuviera completamente solo en el mundo, no pudo evitar sentirse angustiado. Hubiera querido estar a su lado, besar la piel tibia de su cuerpo y descubrir por completo su misteriosa alma... era tan inconsciente de ella que resultaba incluso adorable. Entró en su alcoba y se obligó a dormir a duras penas, intentando calmar la sed de sus labios que ansiaban besar una vez más a aquella muchacha que lo hacía olvidarse incluso hasta de su propia identidad. ¿No era un guerrero que debía traer de vuelta la perla de shikon? sonrió de solo imaginar la cara de Sesshoumaru cuando supiera que no lo haría. Sus ojos de pronto vieron el vaso de agua descansando sobre la mesita de noche. Vaya, que atento los anfitriones, justo necesitaba beber un poco y refrescarse del calor que lo embargaba. Bebió por completo su contenido y al fin el sueño lo venció.

Cuando abrió los ojos sintió un agudo dolor de cabeza, se incorporó y un gemido se escapó de sus labios. La luz quemaba sus pupilas y tuvo que cubrirse un poco con la mano ¿porqué se sentía tan horriblemente mal? como una resaca. Entonces levantó la colcha de su cama y al ponerse de pie sintió que tambaleaba por completo. La cabeza parecía que le explotaría. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luminiscencia se aproximó a la ventana y descorrió las cortinas, arrugó el ceño al notar lo alto que ya estaba el sol, entonces sus labios se fruncieron y buscaron su reloj, que descansaba al lado del vaso de agua. Abrió los ojos desmesuradamente al ver la hora.

- ¿Las 3:30 PM?- Lo acercó a su oído y pudo notar el constante tic tac de su caja, lo que develaba que funcionaba bien. ¿Cómo había podido dormir tanto? ¿Y porqué nadie lo había despertado? Su sien se resintió con otro agudo dolor, como un pinchazo. Y entonces sus ojos se posaron en el vaso. Entreabrió sus labios y su corazón comenzó a latir con violencia. Al acercarlo a sus ojos pudo notar el leve polvillo blanco en el fondo. ¿¡Había sido drogado? Lo botó al suelo y salió precipitadamente de la habitación, deseando con toda su alma que ella estuviese bien abrió la puerta y no vio rastros en su desordenada cama. Dejó de respirar al ver la ropa de diario aun sobre una silla, la mochila intacta y las cortinas cerradas.

- Han entrado al castillo anoche... - Dijo Miroku a su espalda y él volteó mirándolo con el rostro pálido hasta la médula.-... Creo que me drogaron... ¿qué pasó?

- Kagome... se llevaron... a Kagome... - Tartamudeó Inuyasha.

Continuará

N/A: Canción: "Shot" (The Rasmus) escuché la canción y me encantó y cuando la traduje pues... me dije "gracias Dyelbi por habérmela recomendado" jejeje, en serio, gracias amiga. Y también gracias Helena por habérmela descargado u.u

Bueno, he aquí un nuevo cap. ¿qué puedo decir? jojo que aún quedan más cosas... ohh sí n.n... amo las escenas entre Inu y Kagome jaja ¿se nota?

Nos vemos y gracias por sus reviews (espero más eh?) jeje. Ah! GRACIAS POR LOS 200 REVIEWS n.n

PD: JIJIJI ya le tengo título a mi próximo fic n.n'

Y Gracias x la postal Yess... jajaja

Lady Sakura