Capítulo 14
Un día interesante
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El resonar del reloj era tan molesto, toda la casa parecía vibrar. Una perezosa mano salió de entre las sábanas con torpes movimientos trataba de encontrar a ese objeto tan desagradable.
¿Quién había sido el genio que inventó el despertador? Interrumpir tan reconfortante descanso, tan dulces y agradables sueños, justo cuando el cuerpo descansa y el inconsciente juega con las memorias y deseos. Abrir los ojos se hace tan cansado.
- Sakurita - llamaba un peluche amarillo volador
Por fin el aparato del demonio, mejor conocido como despertador deja de sonar. La mano perezosa deja caer de nuevo, qué son cinco minutos más de sueño, hundirse de nuevo en los brazos de Morfeo para regresar a tan dulce lugar.
- Sakurita tienes que levantarte ya es tarde - su chillona vocecita era completamente ignorada por la durmiente Kinomoto.
- ¿Sakura? - una voz se escucha al otro lado de la puerta.
- Sakura levántate - esa voz, SIIII era él, no lo había soñado.
De un brinco abandona las calidas sabanas.
- Ya voy - en menos de lo que canta un gallo - se lavo la cara, arreglo un poco el cabello y abrió la puerta aún en pijama.
Un Kero con una enorme vena a punto de reventar, flotaba sobre la cabeza de Sakura.
- Buenos días - casi grita a la cara de su amigo.
- Buenos días querida amiga - esa sonrisa tan cautivadora - nos esperan para desayunar.
- En un momento bajo.
- Bien. Kero te traje esto - extendió sus manos y le mostró una gran cantidad de dulces de todo tipo.
Basto para que el pequeño guardián olvidara su enfado y se fue a comerlos.
- Te esperamos.
- SI – con toda la felicidad del mundo se arregló para bajar a desayunar.
El desayuno fue de lo más tranquilo, Eriol como siempre portándose muy bien, dirigiendo sonrisas gentiles a todos los chicos y en especial Ikue estaba de lo más encantada con su presencia. Y sólo para los que eran muy observadores como Yamazaki, pudo darse cuenta que a Hisaki no le gustaba mucho la idea.
El timbre sonó y pronto una contenta Tomoyo se unía al desayuno.
- Por cierto - le habló a Sakura mientras Yamazaki narraba el origen de los desayunos y Eriol le hacía segunda - Shaoran me pidió que te recuerde que deben practicar.
- Es cierto - suspiro, ya se le había olvidado, y es que estaba encantada con Eriol - y yo que le prometí a Eriol mostrarle los lugares más hermosos de China.
- Si quieres puedo hacerlo yo.
- ¿Qué? pero... ¿No estarías ocupada hoy? No quisiera molestarte.
- No es ninguna molestia Sakura. Además tengo que ir al Museo Central de China, tengo algunos asuntos que arreglar – una ligera sombra paso por sus enormes ojos – tengo el resto del día libre.
- ¿Asuntos de tu madre? - preguntó Sakura.
- Así es - no parecía muy contenta con la idea de visitar a su madre.
- ¿Estas bien?
- Si, no es nada. Otro día hablaremos - forzó una sonrisa.
- Gracias - no sólo agradecía el gesto de amabilidad, sino que parecía que estaba dispuesta a compartir sus preocupaciones con ella.
¿Qué sería de alguien si no puede compartir con sus amigos lo que siente?
Los demás chicos no notaron su conversación, reían de las ocurrencias de Yamazaki.
- Lo siento Eriol, pero debo practicar – se disculpaba Sakura - Li es muy... - ¿cuáles eran las palabras precisas? – "especial", quiero decir responsable y ayer no practicamos - comentaba desilusionada - pero Tomoyo te mostrara la ciudad - su sonrisa regreso.
- Será un placer.
- El placer será todo mío - comentó Eriol haciendo sonrojar ligeramente a Tomoyo.
Sería un largo día, no sólo para Sakura, Shaoran y su orgullo, sino para Tomoyo y Eriol.
Ikue e Hisaki irían a pasear. Yamazaki tenía el día libre así que lo pasaría con Chiharu.
Jamás se cansaría de admirar ese lugar, era tan hermoso. Y pensar que era el hogar de Li.
- Un día más o un día menos - comentó al llegar, eso sólo dependía de ella.
Trato de no distraerse tanto con las flores y llegó a la pista de patinaje, pero no había nadie, espero unos instantes tal vez llego temprano.
¿Sakura llegar temprano? era como para celebrar. Camino más y encontró un lugar en donde había mucho pasto, pero Shaoran no se veía por ninguna parte. Así que como niña curiosa, se interno en una especie de bosquecito que se esparcía más allá de la pista.
No se perdería en ese lugar ¿o si? Quién diría que los Li poseerían su propio pedacito de bosque, los de la entrada eran árboles de todo tipo con algunos arbustitos, pero más adelante los árboles eran muchísimo más altos y frondosos. Lo más increíble es que no sólo había árboles también alcanzo a ver algunos animalitos que habían conseguido hogar en ese lugar. Camino unos minutos, no había nada, pero ruiditos de plantas delataban pequeños insectos. Sonrió y siguió su camino.
Justo en el centro había un claro, pero OH sorpresa, ahí estaba Shaoran.
Tenía los ojos cerrados, su dorso estaba desnudo, traía un pantalón blanco, con pies descalzos, estaba en posición de flor de loto, parecía muy tranquilo, respiraba pausadamente.
No supo que hacer, se acerco unos pasos son hacer el menor ruido.
Se quedo en silencio mirándolo, después con más atención no había notado que tenía muy bien formados los músculos de los brazos y del abdomen, sin duda ser el capitán de varios equipos lo tenía muy bien entrenado.
Alrededor sólo cantos de pájaros y algún grillo daban sonido a la escena.
Un travieso viento se atrevió a interrumpir la quietud de su cabello marrón, jugando con él rítmicamente.
Era una visión casi hipnotizante, sentía que podría observarlo durante días de esa manera sin cansarse. Su rostro era de paz, parecía estar muy tranquilo.
Increíble que ese chico la sacará de sus casillas en ocasiones, que fuera el mismo que le lanzaba miradas de desconfianza, como si esperara que en alguno de sus movimientos se equivocara para burlarse. Simplemente parecía muy diferente a aquel chico que la veía como al bicho más raro e insignificante del mundo.
- Te quedaras ahí todo el día - su voz se esparció y perdió entre una calida ráfaga de viento.
La había notado pese a que no había hecho nada de ruido. Pero ella seguía sumergida en la hipnosis que le causaba.
- ¿Sakura? - por fin sus asombrosos ojos ámbar se abrieron como dos luceros en la noche.
- ¿Eh? - recién parecía despertar - ¿dijiste algo? – parpadeaba como tratando de cerciorarse si no era un sueño.
Él se levantó y camino hacia ella, plantándose frente a ella.
- ¿Estas bien? – y mientras él se acercaba no podía despegar la mirada de su dorso desnudo, las líneas tan bien definidas en una piel que parecía tan suave y calida, sus cabellos despeinados danzaban a cada paso. La presencia de paz que lo rodeaba.
- ¿Sakura? - la chica no respondía, así que tomo su mentón y la obligo a verlo a los ojos - tal vez sea mejor no practicar hoy, no te ves bien.
Estaba casi pálida. Verlo a los ojos sin ese gesto de desconfianza como lo había conocido o de molestia lo hacían lucir tan diferente.
- Sii..., digo no…, practicaremos - se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la pista.
- Como quieras - levantó los hombros y la siguió.
Sakura daba gracias al cielo que él no la viera, estaba más roja que un tomate maduro, la sangre estaba en sus mejillas si seguía igual pronto podría competir con un semáforo.
- ¿Qué me pasa? tal pareciera que nunca hubiera visto a un chico sin camisa – pensaba, y si que lo había hecho pero no era algo sobrenatural después de todo, pero estaba tan...
Movió la cabeza tratando de sacarse esas ideas de la cabeza, nunca, JAMAS le había pasado algo parecido. Lo mejor de todo es que Shaoran no lo había notado.
Si él no la siguiera, se hubiera dado golpes contra un árbol, que tonta se debió ver. Sin poder despegar su mirada del chico y luego perderse en sus ojos, cualquiera diría que le gusta. Pero eso era imposible.
Imposible.
- A practicar - y la tortura continuaría.
Ambos se cambiaron para practicar.
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- Este lugar es hermoso - su mirada misteriosa por un momento cambio a una de sorpresa y admiración.
- Es uno de los lugares más hermosos de esta ciudad, o por lo menos es para mi - comentaba Tomoyo, era su guía de turistas por el día, así que se encargaría de mostrarle lo mejor.
- Nunca pensé que hubiera lugares así - Eriol sonreía con una mirada sorprendida pero tranquila, mientras con paso lento recorrían un parque, lleno de vegetación, a pesar de la temporada casi fría tenía muchas flores que mostrar, además de enormes árboles.
Tomoyo caminaba por el lugar más su mente viajaba cuando Eriol callaba. Su madre le preocupaba.
Por supuesto él lo noto más no quiso ser indiscreto.
- ¿Qué otros lugares me mostrará? - preguntó tratando de sacarla de su pensamientos.
- ¿Qué le parece ir a un museo de reliquias?
- ¿Reliquias?
Ella asintió - no esta lejos, además aprovecharé para visitar a alguien - lo último lo dijo con mucha seriedad.
- Como desee - le sonrió tratando de animarla, ella respondió el gesto.
Dándose cuenta que quizás su actitud no era adecuada, trato de se más atenta con él.
- ¿Conoce a Sakura desde hace tiempo?
- Así es, nos conocimos muy pequeños es Japón, fuimos al mismo colegio. Pero cambiando un poco el tema, le agradecería que me llame por mi nombre, sé que es usted una joven muy educada pero somos de la misma edad y me gustaría considerarla mi amiga.
Tomoyo no se esperaba aquello, sin embargo la sonrisa que Eriol le dirigía era suficiente para convencerla - Bueno, a mi también me gustaría considerarlo mi amigo, después de todo ambos lo somos de Sakura. Supongo que puedo pedirle lo mismo.
- Por supuesto - ambos detuvieron su andar y se dieron la mano como si de un trato se tratase.
- Bien Tomoyo, espero que seamos buenos amigos.
- Lo mismo digo, Eriol.
Un poco más familiarizados se dirigieron al museo central.
- Era enorme, varias columnas daban la bienvenida a los visitantes, algunas estatuas de leones parecían vigilar el recinto. Decorado con mármol blanco hacía resaltar algunas enredaderas que daban vida a la entrada.
- Buenas tardes - saludó Tomoyo al llegar frente al vigilante.
- Buenas tardes señorita Daidouji, su madre esta en la dirección arreglando unos papeles, me pidió que le avisara que al llegar la buscara.
Ella se quejo pensando unos segundos - bien - luego recordó a su acompañante.
- Él es Eriol Hiraguizawa - ambos hombres se saludaron - es un amigo mío, le quiero pedir que lo atienda bien.
- Será un placer.
Ambos entraron, sin embargo no había público, sólo algunos trabajadores que entraban y salían.
- Mi madre es Sonomi Daidouji, es una empresaria que se encarga de comprar y vender algunas cosas antiguas - mientras caminaba los trabajadores colocaban algunas piezas en su lugar.
- Son piezas muy valiosas - dijo viendo una armadura de siglos atrás.
- Veo que sabe de esto.
- No tanto, me gusta investigar sobre el pasado, ayuda a no cometer errores en el presente y tener un mejor futuro - dijo con aire de sabiduría que Tomoyo noto de inmediato y aunque deseba seguir hablando había llegado frente a la dirección donde su madre la esperaba.
- Adelante - invitó él - esperaré aquí, veo piezas interesantes - algo le decía que querían hablar a solas.
Ella agradeció el gesto y entró.
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A diferencia de días atrás, Shaoran no se portaba grosero, pero tampoco amable. Más bien parecía concentrado en su práctica, muy al contrario de Sakura que a cada momento se distraía y terminaba en el frío hielo.
- ¿Por qué a mí? - tenía los brazos y piernas fríos. Y sus manos con guantes ya estaban casi heladas.
Y Li parecía muy concentrado, como siempre los ejercicios separados lo hacía muy bien a pesar de los errores de Sakura, pero el simple hecho de acercarse a él para hacer los ejercicios juntos, ponía de nervios a Sakura.
Lo extraño es que Shaoran no la había regañado.
- Te lo dije, no estas bien es mejor practicar cuando este bien - su tono era serio.
Era la caída número veinte para los que llevaran la cuenta.
- Tal vez tienes razón - se acerco a la banca donde dejo sus cosas y se cambio los patines.
- ¿Qué te pasa Sakura? No eres así – se decía a si misma.
Shaoran se paseaba por la pista como quien sólo quiere pensar.
Sakura lo observo – sé ve tan diferente, pero qué estoy pensando, debo concentrarme en la practica - estaban atrasados por su culpa así que penso en una manera de remediarlo.
- Creo que deberíamos bailar juntos, aún no lo hemos intentado – se acercó al chico que aún vagaba por la pista.
- Tal vez – tal vez ni siquiera supo de lo que hablaban.
- Lo tengo - grito la chica sacándolo de sus pensamientos y como si apenas se le hubiera ocurrido.
- ¿Qué?
- Tienes equipo de sonido, lo haremos aquí.
- ¿Estas loca?
- Si, en el Cerezo hay demasiado ruido y distracciones, aquí no los hay. Recuerda lo que nos dijo la profesora Zu - le guiño el ojo en forma traviesa.
Él suspiro no muy convencido, luego de pensarlo un momento aceptó con un leve movimiento de cabeza.
- Pero sólo unos minutos, no estas en condiciones de seguir - ¿Quién era ese y que había hecho con el verdadero Li? Luego frunció el ceño – Además tengo cosas que hacer no puedo perder más tiempo con esto – ahora si sonaba como él.
- Bien.
En poco tiempo todo estaba en su lugar, la pista era la sala de la casa Li, no había nadie así que no había problema.
- Empezaremos con esto - Sakura escogió algo movido como lo que le gustaba.
- OH, no.
- ¿Qué?
- Así nunca lo lograremos - cambio el CD por algo más lento.
- Aguafiestas - susurro ella.
Él sólo levanto los hombros.
- No me pises.
- No lo haré si tú no lo haces.
Los dos tomaron posición y como si de un vals se traerá comenzaron a bailar, pronto la sala parecía pequeña.
- Bailas muy bien - dijo asombrada ella.
- No te burles, nunca lo había practicado. Sólo hago lo que he visto hacer a algunos compañeros en los bailes.
Ella sólo le sonrió.
- ¿Qué te parece si lo hacemos más interesante?
- ¿a qué te refieres?
- A esto - puso sus manos en los hombros de Shaoran y se impulso para hacer uno de los pasos de la coreografía.
- Sólo no me culpes si caes.
- Cállate, ahora intentaremos otro.
Al ritmo de la música practicaron otros movimientos que aunque no le salió bien, estaban haciéndolo divertido. O por lo menos no salían insultos entre ellos.
- Basta, me canse - se quejaba Sakura sentándose en el sofá.
- No seas gallina.
- En verdad - hacía pucheros, lo cierto es estar cerca de ese chico parecía robarle una gran cantidad de energía, tratando de concentrarse en otra cosa que no fuera él. Se había arrepentido de sugerir la idea.
- El último – dijo él extendiéndole los brazos.
Era extraño como en esos momentos había dejado sus preocupaciones atrás y realmente estaba disfrutando el momento.
- Estoy cansada, hemos practicado mucho hoy.
Shaoran hizo cara de molestia - ¿me vas a dejar con los brazos estirados? – levantando la ceja con simulada molestia.
- Esta bien - se levanto - la última – comenzaron con la última parte de la coreografía, después lo tomo de los hombros y se impulso, mientras Shaoran se movía por la sala como si patinara. Mientras tanto ella debía levantar sus piernas hacía arriba y mantenerse en vertical.
- OH, Oh - una de las manos de Sakura se resbalo haciendo que perdiera el equilibrio, él lo noto y trato de ayudarla a mantenerse, pero ya no podía hacer más y Sakura sólo sintió un abrazo para evito que caiga.
- ja, ja, ja - se burlaba él mientras la deslizaba para dejarla en tierra firme - no que eres tan fuerte.
Ella estaba más que sonrojada - eres un tonto, se supone que si eso pasa debes ayudarme.
Él seguía con la burla.
- Suéltame, ya me voy - ordeno viendo que el chico aún la tenía tomada de la cintura
- No quiero, aún puedo burlarme de ti - ella luchaba por soltarse y él solo la aferraba más a él.
- No puedes soltarte.
- Claro que sí.
- y ¿como lo harás? -
Una idea loca paso por su cabeza
- Sino me sueltas te beso - ¿quién dijo eso? ¿Ella? Y en voz alta, aunque pensándolo bien no era mala amenaza. Aunque pronto se arrepentiría de sus palabras.
- Ah, si claro, no te creo capaz.
- No me retes - ese chico sólo quería dejarla en ridículo.
- Atrévete - ella se acercó a su cara esperando que la soltara, pero él no se dejaría ganar
- ¿Nada?
Él negó - ni un poco- se acercó aún más casi rozando su nariz
- Vamos eso no es un beso es un saludo de nariz - y rozo su nariz jugueteando.
- ¿Es lo mejor que puedes hacer? - ella entrecerró los ojos dejo de forcejear y comenzó a acercarse a él sintiendo por primera vez como su corazón palpitaba, él pensaba que era juego y entrecerró los ojos, esperando, pero cuando estaba a milímetros de su boca se detuvo.
- ¿pasa algo? - pregunto él.
- Esto es tonto - abrió los ojos ella y volteo la cara.
- Lo ves, no eres tan valiente como presumes - la acercó más a su cuerpo.
- ¡OYE!
- Bien dicen los sabios: Más rápido cae un hablador que un cojo.
Bien eso era todo ahora le decía habladora. Así que para que se callara le plantó un beso en la mejilla. Él de inmediato aflojo el agarre en que la tenía pero no la soltó del todo.
La cara de Sakura obtuvo un color carmín bastante brillante.
Después de la sorpresa Shaoran pensaba dejarla ir, pero simplemente su cuerpo se negaba a obedecer, así que para disimularlo comenzó a burlarse de nuevo.
- Jamás te volveré a retar ahora veo de lo que eres capaz – decía muy irónicamente – no quiero ni pensar en lo que te atreverías a hacer si te reto de nuevo – para Sakura el tono que ahora usaba era tan masculino y ronco que se le hizo bastante insinuante, que lejos de ofenderla la llevaron a acercarse más a él. Mientras sentía en ella algo más, como si un durmiente sentimiento despertase, como si no fuera ella la que ahora estaba en su cuerpo, sino alguien más que había anhelado ese momento por mucho tiempo.
Cuando se dio cuenta sus labios estaban contra los suyos, la sonrisa de Shaoran se había borrado y ahora ambos estaban igual de sorprendidos.
Apenas habían estado en contacto unos segundos. Cuando en la mente de Sakura comenzaron a aparecer imágenes a una velocidad impresionante, una mujer, un hombre, un espejo, campos, un palacio, un vestido de bodas, unos ojos llenos de dolor. A la vez muchos sentimientos se agolpaban en su cerebro, alegría, ira, tristeza.
De inmediato empujo a Shaoran al instante todo desapareció.
Tan pronto lo hizo, su mirada se perdió en alguna parte del lugar, ¿qué había sido todo eso?
- Vaya no pensé que te atrevieras – ahora si estaba sorprendido.
- ¿Qué? - él sonrió - creo que no te volveré a retar – dijo con sinceridad.
- ¿Por qué estas de tan buen humor? - prefirió cambiar el tema - el día de hoy no me has insultado... tanto.
- Lo mismo digo - se sentó en el sofá para descansar.
Ambos actuaban diferente de cómo solían hacerlo.
- Es por el chico Hiraguizawa ¿cierto? - Shaoran tenía una mirada inquisitiva.
Ella suspiro, en parte tenía razón, tenía mucho tiempo de no verlo lo extrañaba.
- ¿Es muy especial? - fue más una afirmación que una pregunta.
- No tienes idea cuanto - y como no, con semejante poder mágico, reencarnación de un mago y un amigo genial.
- LIIIIII, ya llegue - una chillona voz se escucho por toda la casa.
- ¿Yamazaki? - pensó Sakura.
- En la sala - indicó Shaoran.
- Hola Kinomoto.
- Hola, pensé que estarían practicando - luego los vio a ambos y no parecían los de siempre - o peleando.
- Tendremos una tregua – fue lo primero que se le ocurrió a Sakura y luego se dio vuelta para ver a Shaoran asentir, agradeciéndole mentalmente por no contradecirla - por lo menos hasta que termine la competencia.
- Eso si me agrada – dijo realmente contento Yamazaki.
- Bueno, me marcho, me canse - dijo la chica, se despidió y salió.
- ¿Hay algo que quieras decirme? - Takashi con mirada acusadora a Shaoran.
- No.
- Tengo curiosidad de saberlo, hace unos meses que apenas y la veías y desconfiabas. Me mandaste a investigarla y al parecer esta limpia y ahora en tregua. Eso es muy sospechoso.
- Cállate y vamos a trabajar.
El poco buen humor que tenía se esfumo al entender las indirectas de Yamazaki, además a Kinomoto le interesaba el tal Hiraguizawa, hasta él lo notaba.
Toco sus labios como para asegurarse que realmente paso, ni en uno de sus más retorcidos y locos sueños había imaginado que algo parecido hubiese pasado con Kinomoto. Y para ser sincero con él mismo, sintió algo muy extraño durante esos segundos que duro el contacto pero no le daría la importancia que no tenía. O por lo menos no le daría más vueltas al asunto.
Mientras Sakura regresaba a casa, reflexionó sobre las cosas que vio y sintió al contacto, al parecer Shaoran no lo noto. Odiaba las premoniciones, siempre eran de sucesos del futuro y siempre de muerte y destrucción no era nada agradable ver gente morir, durante batallas en el pasado, trato de evitar que se cumplieran pero era inútil.
Hacía ya unos meses que no había visto ninguna, pero ahora parecía que la pesadilla comenzaba de nuevo. Pero jamás le había pasado al tocar a alguien, sino sólo en sueños, era todo tan extraño, se preguntaba si era conveniente comentárselo a Eriol.
Camino con pasos desganados regreso a casa.
De nuevo nadie, dio un largo suspiro, Eriol aún no llegaba.
- Ya sé, le preparare algo - de la nada sacó energía y se dispuso a cocinar.
- Hola Sakurita - bajo el guardián.
- ¿Qué haces? alguien puede verte.
- No te preocupes nadie vendrá - voló alrededor de la chica.
- ¿así que cocinaras? Quiero unos tallarines, hace tiempo que no me preparas nada.
- Bien Kero, pero me tendrás que ayudar.
- El muñeco saco un mini delantal y se dispuso a cocinar.
Y mientras hablaban ella le comentó lo que había pasado, claro omitiendo el pequeño detalle del beso.
- ¿Qué puede ser?
- No lo sé - su mente se lleno de recuerdos de sus sueños y visiones.
Ring Ring (sonido del teléfono)
- Es cierto el teléfono ha sonado mucho.
- ¿Quién podrá ser? Tal vez Eriol - con esa idea corrió a contestar.
- Casa de huéspedes, buenos días - saludo con cortesía.
- ¿Monstruo horrible?
- ¿Touya? - preguntó sorprendida.
- Sabía que eras tú, la voz de un monstruo se reconoce en cualquier lugar.
- ¿Qué pasa? - Sakura se sobresalto, para que su hermano tratara de localizarlo por teléfono era algo importante.
- El chico, Erial, fue allá no es cierto? - su voz juguetona cambio a una muy seria.
- Si, Eriol esta aquí, llegó ayer.
- Necesito hablar con él.
- Pero ¿ha pasado algo malo? Algún enemigo - dijo temiendo la respuesta.
- No te preocupes monstruo, sólo quiero hablar con él.
- Touya Kinomoto - frunció el ceño - más te vale que me lo digas.
Escucho un suspiro del otro lado de la línea. Desde siempre habían dicho que no se ocultarían nada, sólo que a menudo Touya deseba romper con eso, sobre todo para no preocupar a su hermana que de todas maneras se las ingeniaba para enterarse.
- Apareció alguien.
- ¿De cuáles?
- Aún no lo sé.
- ¿Estas bien?
- Si, no te preocupes es lo más extraño, no me atacó - dijo casi para si mismo.
- Tendremos que ir allá - dijo decidida.
- No, no es necesaria tu presencia.
- No es la primera, ni la última vez que dejo una escuela por cumplir.
- Sakura, esta vez quiero que Eriol venga. Esta persona es muy especial, no es un enemigo ordinario no parece querernos matar, además quiero hablar con Eriol.
- Pero...
- Estaremos bien, sabes que por ahora no pasará nada grave si no te presentas, el chico y yo tenemos la suficiente habilidad por si algo llega a ocurrir.
- Yo...
- Dile al chico que lo espero lo más pronto posible.
- Sólo una cosa.
- ¿Qué pasa?
- Cuídense.
- No seas tonto monstruo, estaremos bien.
Y colgaron.
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Él camino sin prisas por el lugar, saludando a uno que otro empleado que con sumo cuidado terminaban de instalar todo.
Eriol pudo ver que el pocas semanas el museo central abriría sus puertas con una magna exposición titulada cuentos y leyendas, en las que se expondrían objetos de muy diversa índole, desde calderos de brujas, pinturas de seres fantásticos, objetos diversos y todo lo relacionado con leyendas y cuentos.
Pero había un pequeño rincón reservado para un lugar llamado Haruko, aún no estaban todas las piezas, pero le llamo poderosamente la atención. Leyó la poca información que había, pero nada importante, había un dibujo en una vitrina muy gastado y amarillo de viejo, en él un dibujante había trazado las líneas para dibujar el palacio y como relucía entre la vegetación.
A pesar del poco talento del artista el lugar era más que hermoso, pero por una razón tocarlo como si al hacerlo pudiera llegar a ese lugar. Otras pieza que sobresalía eran algunas estatuas ya rotas, algunos objetos como pedazos de ollas, telas, pero parecía que todo estaba destruido.
Un sentimiento de curiosidad e inquietud lo invadió.
Clow Li había gobernado aquel lugar, él mismo en su vida pasada, la pregunta era, ¿qué paso? ¿Porqué un imperio tan imponente perdió todo? Nada había de eso. Sólo tratar de recordarlo le provocaba un dolor de cabeza. Magia, debía ser magia, claro que la historia oficial jamás admitiría que fue por causa de la magia por eso era considerada una leyenda nada más.
En un lugar privilegiado estaba una vitrina esperando ser llenada.
- Es hermoso - la voz de la mujer lo despertó de sus pensamientos.
Saludo a la señora que ahora acompañaba a Tomoyo - Soy Sonomi Daidouji.
- Soy Eriol Hiraguizawa, esta quedando realmente hermoso.
- Gracias, joven Hiraguizawa - se acercó al rincón que Eriol observaba - por alguna razón es mi parte favorita, es una leyenda, pero tengo cuidado de que este perfectamente montada, sólo me falta una pieza fundamental - llamó a uno de sus asistentes.
Tomoyo había permanecido totalmente callada, mantenía un rostro serio, a pesar de la sonrisa de su madre, se mantenía muy extraña.
- Me alegra que jóvenes como ustedes se interesen por estas cosas, aunque muchos dirían que son locuras o imaginación - comentaba Sonomi a Eriol.
- Así es, en la actualidad a los jóvenes ya no les interesa mucho las leyendas y la historia.
- Es usted muy maduro para su edad - le dirigió una sonrisa al chico.
- Gracias - contestó el chico.
- Aquí esta señora - el ayudante entregó a Sonomi una caja de mediana y un par de guantes.
- Le pondremos el último y más importante toque a esta exposición - parecía muy contenta. Sin embargo Tomoyo parecía un tanto distante.
Sonomi se puso los guantes y con delicadeza comenzó a abrir la caja, tenía varios candados y seguros que los quito sin dificultad.
- Esta es mi pieza favorita - anunció mientras la vitrina donde sería colocado el objeto, era abierta por el ayudante.
Con tanta delicadeza sacó de la caja lo que parecía ser un cofre pequeño, con bordes dorados y dibujos plateados.
Tanto Tomoyo como Eriol, sintieron correr una leve carga de electricidad por su espalda.
Con rapidez Sonomi lo coloco en la vitrina y el empleado lo cerró, activando la alarma de seguridad.
- Esto evitará que nadie lo robe - dijo una satisfecha Sonomi - observó a ambos chicos que aún trataban de descifrar lo que sintieron.
- Es una pieza muy valiosa, es la primera vez que se exhibe en este lugar, era de mi colección privada, mi familia la ha tenido por generaciones, por eso la cuido tanto.
- Ahora tengo que retirarme, fue un placer - dijo a Eriol mismo que fue contestado por él - hasta pronto hija - ella no le contesto sin embargo Sonomi se marcho.
Ambos jóvenes se acercaron lo más que pudieron a la vitrina - jamás había visto este cofre - susurró Tomoyo.
Eriol observó con rostro desconcertado. Juraría que sintió algo cuando Sonomi la sacó de su lugar, pero era casi imposible, los objetos no poseen magia, no la cantidad suficiente para hacerla sentir así.
- ¿nos vamos? - ahora fue ella quien lo sacó de sus pensamientos - es tarde, creo que pasaremos a comer algo - su sonrisa volvió al tiempo que se alejaban del lugar. La impresión que sufrió, la olvido con tal de alejarse de su madre.
Eriol no estaba lejos al sospechar, efectivamente habían peleado.
Ella trato de disfrutarlo el resto del día, y aunque para Eriol era más que evidente, decidió no hablar sobre eso y disfrutar del paseo y de la compañía ya habría tiempo de planear "otras cosas".
Así que ambos dejaron por unos momentos sus preocupaciones y se divirtieron un poco. Tomoyo le mostró varios lugares, y para cerrar con broche de oro, el mirador el lugar secreto de la pandilla de Ikue y compañía, sintió tal confianza con Eriol que se lo mostró, que para esas horas mostraba un atardecer más, coloreándolo todo con tonos rojizos.
- Es una vista hermosa – comentó Eriol.
- Siempre lo ha sido, es mi lugar favorito para relajarme.
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Una mujer caminaba por el aeropuerto repleto de gente, pero sobresalía entre los demás, era alta, se movía con elegancia y su mirada era madura y misteriosa, se dirigía a buscar su maleta.
- Me alegra verte - una gentil voz masculina la hizo sonreír levemente.
- También es un gusto saludarte Yukito - ambos se dieron la mano un pequeño abrazo.
Se dirigieron por las maletas.
- ¿Cómo estuvo el viaje?
- Bien - ambos subieron a un automóvil que manejaba Yukito.
- ¿Cómo están las cosas en China?
- Bien, demasiado tranquilo para mi gusto - la mujer actuaba con serenidad a pesar de sus palabras.
- Mitzuki dime por favor ¿Crees que será como en el pasado? - las imágenes de inagotables batallas se le venían a la mente. Vio a la profesora al rostro aprovechando la luz roja del semáforo.
Ella le sonrió - no te preocupes, el día llegará en que se detendrá todo esto, sólo podemos seguir adelante hasta entonces.
- Pero ¿cuándo? Espero que muy pronto - el auto siguió su camino a los barrios más acomodados de la ciudad.
- Por ahora me preocupa el sujeto del que le hablaste a Li.
- Te llevaré mañana por la noche para que lo conozcas y me des tu opinión es bastante raro y distinto a lo que nos hemos enfrentado.
- Bien.
Bajaron del auto con dirección a un sencillo pero elegante departamento que Yukito ocupaba.
- ¿Cómo esta el amo? - dijo una vez dentro.
- Li esta bien, su madre esta preocupado por él.
- ¿Qué pasa?
- Al parecer para el gusto de la señora Li desde que se fue a ese colegio no esta cumpliendo bien sus funciones como líder.
- Él siempre ha sido responsable, nunca abandonaría la causa de su familia.
- Es lo que yo le comentó a la señora Li, pero dice que se esta comportando diferente.
- ¿Diferente?
- Ni ella sabe explicarlo, pero las pocas veces que se comunica con él lo ha notado. No has hablado con ella.
Yukito negó con la cabeza.
- No debo hacerlo, con este hombre aquí lo más probable es que pueda rastrearlo.
- ¿Cómo esta el diario?
- Bien, parece que él aún no sabe que esta escondido en una de las oficinas del piso de arriba del bar donde trabaja pero lo sospecha.
- Por eso sugerí que el diario se guardará en la sede Li, para protegerlo.
- Sé que el amo es muy joven pero es astuto, sabe que aquellos que conocen de la existencia del diario intentaran obtenerlo a toda costa, por eso lo escondió en este país, así evita ataques a la sede. Protege a su familia, ya perdió a su padre no permitirá que vuelva a suceder.
- Nos tiene a nosotros y sabe que no dejaremos que algo le pase a nadie.
- Pero si algo llega a pasarle a alguien jamás se lo perdonaría.
- Entiendo.
- Ahora descansa, mañana será un día largo.
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¡Hola!
Espero que esten muy bien. Creo que no tarde tanto en publicar, pero es por cuestiones de salud.
En fin espero que el fic les siga gustando. Mil gracias a las personitas que me dejaron review, mil gracias a darhmocy, thiniamilondra, celina sosa.
Hasta pronto.
