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El tercer
Molly Weasley mira el tercer piso con una sonrisa en su rostro. Solo ayer, su marido y los hermanos de él se habían puesto manos a la obra para construir ese lugar. Ella tenía un poco de miedo, porque Bilius había llegado con solo la compañía de Cedric. Quartus, el tío de los Weasley y maestro magiarquitecto de los dos hermanos, no estaba ahí para evitar que Bilius hiciera una de sus… "Biliadas".
Que sí, que sabe que los chicos son unos `claw para las runas antiguas y aritmancia. Las dos asignaturas electivas más difíciles de Hogwarts, e indispensables para ser magiarquitectos.
También son Bilius, el chico que se ponía en pie para cantar y bailar consigo mismo en media biblioteca; con la excusa de que necesitaba sacar energía para poder "concentrarse" en su tarea. Y el otro es Cedric, el chico con el peor sentido de la orientación jamás nacido. Él siempre está llegando tarde por eso, y necesitó que sus amigos lo guiaran aún en su cuarto año de Hogwarts.
Teniendo en mente ese tipo de cosas, solo horas una antes, Molly está en ese mismo sitio, viendo hacia su casa con aprensión en vez de admiración.
―Mollywaffles ―le había dicho su Arthur, abrazándola desde la espalda mientras ella no deja de mirar su casa… Realmente temía que su querido hogar explotaría en cualquier momento por tener a esos dos muchachos dentro, haciendo magia―, que el tío Q. jamás los dejaría venir a hacer un trabajo solos si ellos no fueran capaces de hacerlo…
―Sí lo sé, pero…
―Vamos, vamos a la laguna. Billy y Charlie se mueren por nadar con su mami.
Por más que ella no termina de confiar en que todo estará bien, Molly no puede quedarse para vigilar a Bilius y Cedric. Sus dos hermosos niños salieron corriendo con sus trajes de baño en las manos, gritando de la emoción. No tiene otra que ir con ellos. Además, que Arthur no es hábil con el encantamiento procelcius que ella usa para calentar el agua de la laguna.
No que Molly pueda hacerlo ella misma con los desequilibrios mágicos que está teniendo en esos últimos meses, pero al menos puede decirle a Arthur cómo hacerlo más efectivamente.
-o-
El solo calentar la laguna hace que la tarde fuera perfecta. ¡Los gnomos ni se aparecieron por allí! Las flores del jardín son de colores vibrantes, la brisa leve y ese olor a plantas fragantes, agua y hierbas le encantan a Molly.
Lo mejor de todo son Billy y Charlie chapoteando de allá para acá. Sus risas son la más hermosa música del mundo y sus energías cuando persiguen y consiguen atrapar ranas, irradian hacia la joven pareja.
Molly siente mucho orgullo cuando alguno de los dos va hacia ella y su marido. Una gran sonrisa en su rostro cuando les enseñan los sapos que, pronto, se escapan de sus manos… ¡Y la carrera empieza de nuevo!
Arthur y Molly están sentados cerca de la orilla. Normalmente, él estaría con sus niños en la cacería de sapos y Molly también lo haría si alguno de los anfibios se acercara a ella.
Pero en esos meses, la pelirroja no se siente como para jugar con ellos y, para su mal, su magia no estaría por la labor de ser usada para eso. Ya con solo cocinar tiene que concentrarse mucho en hacer los más sencillos de los hechizos. Los mismos que ya hacía sin palabras desde antes de pasar por sus TIMOs…
Sin embargo, ella y su marido se sienten tan felices como esas otras veces que sí pudieron jugar con los niños. Y, mientras Arthur la rodea con un brazo, Molly toma la otra mano de él y la descansa junto a la de ella encima de su vientre. El otro lo tiene libre para abrazar al hijo que llegue para que lo feliciten.
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Han pasado unas cuatro horas desde que la familia saliera a jugar en la laguna. Y unas dos, desde que tienen tercer piso en su casa. Ya habían hecho un "tour" por ese lugar, antes de tomar el té junto a Bilius y Cédric. Pero, cuando los hermanos de Arthur se van, la joven familia decide volver a subir para seguir admirando la nueva adición a hogar.
―Al final tendré que felicitarlos ―se dice Molly, mirando por la ventana hacia el maizal. Éste se mueve con olas que brillan anaranjado por la luz del atardecer.
Billy se tiene que poner de puntillas para poder ver por la ventana, y Molly ha levantado y apoyado en su cadera a Charlie para que él también pudiera ver.
El niño más entusiasmado de la casa, Arthur, ha vuelto para anunciar un gran acontecimiento:
―¡Nos instalaron una regadera! ¿Puedes creerlo Molly? ¡No solo hicieron un servicio sanitario, también nos dieron una regadera!
Billy se gira para brincar por esa noticia, mientras Charlie empieza a dormirse con su rostro sobre el pecho de su madre… Algo que deja de hacer cuando Arthur lo toma en sus brazos. El niño empieza a pedir por su mamá.
―No, no… Es hora de que Charlie y Billy vayan a tomar una siesta ―dice Molly, con una voz aguda e infantil.
Se da un momento en que Charlie se niega y hace a llorar mientras Billy le pide a su padre que le cuente un cuento. Pocos segundos después, aun con un Charlie indignado pero ya restregándose un ojo del sueño; Arthur se dirige a la puerta con sus niños.
Molly sonríe, le hace señas a Arthur diciéndole que cuide él de ellos por unos minutos y decide conocer la otra habitación y, luego, el cuarto de baño. No sabe qué es una regadera, pero sí que será una de los artilugios muggles que tanto le hace gracia a su marido.
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Después de ver ese aparato llamado regadera y preguntarse cómo servirá, Molly se dice que es hora de ver si Arthur pudo dormir a los niños. Si es así, va a ir directamente a hacer más aperitivos qué enviarles a Bilius y Cedric con su lechuza.
Cuando les pidieron que le construyeran el tercer piso, Bilius y Cedric insistieron en solo cobrarles los materiales. "Sólo un buen banquete de tu excelente comida es más que suficiente para nosotros, Molly querida", había decidido Bilius, por él y por su hermano. Aunque Cedric estuvo de acuerdo con él al instante.
Por más que Arthur y Molly habían intentado convencerlo de que se merecían algo por su mano de obra, no hubo forma de convencerlos de otra cosa.
Por eso, Molly estuvo cocinando desde el día anterior para hacerles varios tipos de aperitivos. Los tiempos no están para hacer todo un festín, pero al coger algo de todo lo que tiene y cocinarle varios platillos le parece una muy buena idea.
-o-
Las cosas no están bien para Gran Bretaña, no desde que Lord Voldermort empezó su verdadera campaña de terror destruyendo Rosemary Fields hace dos años.
Pero, por más que ha pasado el tiempo, la granja no está saneada aún. Los conjuros que usaron los mortífagos dejaron la tierra maldita. Eso mató una enorme parte de sus cosechas y ganado.
En la actualidad solo les falta rehabilitar la tercera parte de la tierra. Por eso, la comunidad mágica aún necesita racionar la comida o comprarla en el extranjero a más costo… Los que no saben cómo manejarse en el mundo muggle, que son la mayoría.
Por eso, ese ataque fue un antes y después en la guerra contra Voldermort.
La comunidad mágica sabía sobre él claro, desde hacía años. Al inicio era un mago que había regresado después de diez años en su "viaje del mago". Una antigua y reverenciada tradición en que brujas y magos brillantes, se concentran en aprender y mejorar su propia magia.
Cuando regresó renovado y renombrado a Gran Bretaña, y como es común en los que se asientan después de hacer su viaje del mago, Voldermort inició su propia organización, para enseñar a otros lo que él había aprendido por sí mismo.
Inició a actuar desde la tradición ancestral. Por eso no se sentía como una amenaza. Sobre todo, porque sus ideas de pureza de sangre y superioridad de las personas con magia, eran acordes a lo que la mayoría de las viejas familias creían.
Y luego, él y sus seguidores, empezaron a ser sospechosos de unos extraños ataques violentos contra muggles. Como fueron descaradamente mágicos, esos asaltos y algunos asesinatos hicieron moverse en crisis a las autoridades del Ministerio de Magia, y con cierto entusiasmo, a la gente del Profeta.
No a la comunidad mágica en sí. Bien que mal, ellos no eran muggles. Estaban seguros.
Pero poco después, empezaron a desaparecer hijos de muggles, y un par de media-sangre y activistas pro-no mágicos. Algunos de sus cuerpos, para el creciente horror de la comunidad mágica de Gran Bretaña, aparecieron terriblemente desfigurados.
El desasosiego fue más patente. Los magos sin "pureza de sangre" tenían miedos inciertos sobre su seguridad, y con justa razón. Pero la mayoría de la población, los magos y brujas de familias con más de tres generaciones mágicas, aún se sentía segura en sus casas.
Después de Rosemary Fields, eso cambió. Toda la comunidad mágica de Gran Bretaña sintió un temor muy real que nunca antes ni creyó posible: no tener qué comer.
Muchos de esos magos y brujas pura-sangre que constituye la élite poderosa de la comunidad mágica, no sabían que cuando conjuraban comida, esta venía de Rosemary Fields, la centenaria granja de los Weasley y los Fawcetts. Las familias mágicas que, los más orgullosos de los magos y brujas pura-sangre, miraban debajo del hombro por ser unos simples y pobres granjeros.
Los sangre pura de las más ancestrales casas, se sintieron ser los más golpeados por ese ataque a Rosemary Fields.
Bien que mal, decían los más adinerados y poderosos en la Gran Bretaña mágica, esos granjeros tenían huertas y animales para la subsistencia en sus casas; y no tenían que pasar por la indignidad de mandar a sus elfos domésticos a comprar comida de los muggles disfrazados.
Los Fawcetts, Diggory y, sobre todo, los Weasley (junto a unos otros pocos magos que vivían en Ottery St. Catchpole); no les dijeron a esos sangre pura que ellos sí fueron los más golpeados con ese ataque.
Sí, seguían teniendo techo y comida, y ninguno de ellos salió herido de gravedad… Pero todo a costa de cuatro elfos domésticos que dieron su vida por protegerlos.
Dos más de ellos murieron días después, peleando por quitar la maldición de la tierra. Para salvar sus vidas, los Weasley tuvieron que mandar a los elfos restantes a que dejaran de combatir la magia negra… Para el displacer de ellos.
Así que, después que esos sangre-pura pasaran apuros para conseguir comida cuando antes solo movían su varita para tenerla, toda la comunidad mágica se dio cuenta de dos cosas.
Una de ellas fue que los Weasley y Fawcett eran más importantes de lo que hubieran imaginado. Por eso, nunca más volvieron a burlarse de ellos por ser simples granjeros con tierra bajo las uñas… Solo lo hacen con la excusa de que son pobres y nada orgullosos como magos…
Pero mucho más importante aún, lo otro que aprendieron es que Lord Voldermort sí es una amenaza para la comunidad mágica en sí.
Aunque se dieron cuenta de eso muy tarde. Para cuando el Ministerio de magia y el Wizengamot empezaron a perseguir a Lord Voldermort y sus seguidores seriamente, ya las cosas estaban muy avanzadas.
Por ejemplo: habían hecho desfalcos de cientos de galeones que debieron haber ido a programas de seguridad. Eso dejaba ver que tenían espías dentro del ministerio.
Además, después de Rosemary Fields, la violencia se recrudeció a la vez que se volvió más caótica. Por lo menos una vez a la semana, los magos y brujas leían sobre alguna muerte, alguna destrucción, despidos
del Ministerio o San Mungo…
Dos años después del ataque a Rosemary Fields, todos los magos y brujas de Gran Bretaña no solo conocían el nombre "Lord Voldermort", también deseaban poder olvidarlo.
Por ese tipo de cosas, Arthur le tuvo que prohibir a Molly que leyera el Profeta hace un mes y medio.
En esas fechas, unas semanas antes que los hermanos de Arthur construyera el tercer piso, Molly sufrió… Algo con su magia. Perdió el conocimiento y su cuerpo brilló y flotó levemente. Recordar eso aún ahora le quita el sueño a Arthur.
-o-
Es una tarde común y corriente en la oficina. Él llena un informe sobre los hidrantes hechizados para mojar transeúntes en pleno Londres, y está a punto de mover su varita a por más café cuando…
¡CRACK! El sonido de la aparición de la elfo doméstica la hace perder el control del movimiento de la mano, y romper su taza contra el suelo.
―¡Buen joven amo Artie, el buen amo Allan dice que tiene que ir a la Madriguera, señor! ―grita estridentemente la elfo―. ¡Algo le pasa a la buena joven ama Molly, señor!
Arthur olvida la taza quebrada.
―¿Qué, qué ha pasado Gertry?
―No sé, joven buen amo. Pero el buen amo Allan y la buena ama Tessy están con la buena joven ama Molly en la Madriguera, señor. Ahí lo espero buen amo joven Artie. Gertry debe estar para el buen amo Allan ―desaparece tan rápido como ha aparecido.
Arthur está a punto de meterse al fuego verde dentro de la chimenea, cuando recuerda que él tiene un jefe y unas tres horas más de trabajo.
Se devuelve hacia su atestado escritorio, coge una hoja de pergamino, escribe una nota para el jefe Mallone y la encanta para hacerla un pájaro de papel, que se une a tres más que esperan sobre el escritorio del tipo. Luego de eso, sí entra a la chimenea, y aparece unos segundos después en la Madriguera.
Ahí le esperaba el tío abuelo Allan. Él es el cabeza de la magia familiar Weasley. Por eso él sintió que algo pasaba con Molly y, pocos minutos después, el anciano pero muy hábil mago apareció frente a la Madriguera tomando de la mano a una contrariada Tessalia Weasley, su cuñada y sanadora retirada de San Mungo.
Para cuando Arthur apareciera en la sala, saliendo de la chimenea, el tío abuelo espera por él con dos tazas de té, y su tía abuela Tessalia está atendiendo a Molly en su habitación.
Según lo que Allan le cuenta mientras van hacia la mesa de la cocina, lo que encontraron al entrar en la Madriguera fue algo que nunca habían visto ni volverían a presenciar jamás:
―… Ahí estaba ella, de pie y flotando a unos centímetros del suelo. Se movía lentamente sobre su propio eje. Sus ropas, cabello, brazos y pies se movían también… Como, como si estuviera debajo del agua… ―le explica Granny, como le dicen de cariño al abuelito Allan en la familia mágica de Ottery St. Catchpole.
El hombre tiene sus ojos cafés muy abiertos, y sus pecas son un poco más pronunciadas entre tantas arrugas porque está un poco pálido. Pero, frente a Arthur, Allan hace lo posible por parecer positivo, confiable y serio. Aunque sus manos tiemblan un poco mientras toma su segunda taza de té.
Arthur toma de la suya como si ésta fuera la cura contra un veneno que le estaba matando. Como la tía abuela Tessy le ha puesto poción tranquilizadora en el té, tal vez lo era un poco.
―Bueno, no es extraño que la magia de una bruja haga cosas extrañas en el embarazo ―dice Arthur rápidamente, recordándose eso más a sí mismo que al Granny. Su mirada está perdida hacia el cuarto, en
donde la tía abuela Tessy sigue atendiendo a una dormida Molly―. Cuando estaba embarazada de Charlie, comida que ella intentaba conjurar, comida que aparecía en el jardín ―ríe apenas―, por eso empezamos a tener los problemas con los gnomos porque, por semanas, tuvieron comida por aquí.
Los dos Weasley se sonríen apenas. Ninguno dice que ese tipo de achaques mágicos en el embarazo no suelen llegar a tanto como lo que sucedió ese día.
Cuando el silencio se vuelve irresistible, los dos hablan sobre que fue bueno que los niños no vieron a su madre así. Los dos estaban dormidos cuando Granny llamó a Gertry, la elfa doméstica que "cuida del buen amo", y le pidió que contactara con Cendrella y Septimus para que cuidaran de los niños por unas horas.
Solo por eso, por tener que cuidar de sus nietos, es que Cendrella no está ahí mismo con su hijo Arthur.
El silencio ha vuelto. Los dos ven como Tessy baja unos pocos escalones desde el segundo piso. Le miran con mucho interés y, en el caso de Arthur, esperanza.
Tessy no le ha dejado estar cerca de su esposa más que unos segundos.
Sin embargo, la baja anciana solo hace que un gotero con sangre se mueva hacia la poción que ha dejado casi una hora antes en un pequeño caldero, calentándose lentamente y cerca de la ventana.
Granny Allan y Arthur siguen el movimiento del gotero, y ven las cinco gotas que Tessy hace verter en el caldero desde lejos y con su varita. Luego ven mover una cuchara de madera, meterse en la poción y revolver en forma de espiral descendente tres veces. Cuando sale del caldero, la cuchara vuelve a estar tan limpia como antes.
Solo después de eso, los dos hombres Weasley se giran hacia la anciana. Ella los mira con sus ojos pequeños y casi cerrados por las arrugas a su alrededor. Habla con amable seguridad:
―En cuarenta y tres minutos va a estar la poción, después que se la dé puedes verla, Artie… Allan, sería bueno que le pidas a Gertry que contacte con Sextus. Lo veremos mañana a las seis de la mañana para hablar sobre Molly querida y la pequeña niña.
Los dos hombres siguen mirando hacia allí. Tessy se gira y camina hacia la habitación. Allan y Arthur se miran con ojos grandes y sin poder hablar por un instante. Al menos hasta que el menor susurra:
―Una niña ―y sonríe cada vez más grande.
Allan también lo hace, sus arrugas se pronuncian con su mirada brillante de felicidad.
―Una niña… ¿¡Ves Arty!? ¡Lo sabía! Desde que los vi juntos, supe que la magia los bendeciría a los dos. ―el hombre le pone una mano en el hombro.
Arthur no puede responderle de lo tan gratamente sorprendido que está.
-o-
Desde siempre se ha dicho algo de los Weasley: "son pelirrojos, pecosos y están llenos de hijos". Y sí, es verdad. La familia Weasley está llena de varones. Que nazcan mujeres dentro de la misma es poco común. La mayoría de ellas han llegado a la familia por matrimonio. Pero éstas, suelen tener un mínimo de cuatro hijos sanos y muy magos.
Ese es el *"super-poder" *de la magia familiar de los Weasley. Menos grandiosa que, por ejemplo, la metamorfomagia de los Black; pero de las más importantes para la sobrevivencia de la comunidad mágica de Gran Bretaña. Gracias en gran parte a ellos, no llegaron a extinguirse por la persecución muggle.
En los poco más de cien años que esa rama de los Weasley llegaron a Devon y a Ottery St. Catchpole, solo han nacido cuatro niñas Weasley. Y, siempre que nace una, se sabe que llegarán a ser brujas con magia muy poderosa, amistosas, sinceras y leales como suelen ser los Weasley con las personas que tienen la suerte de su amistad.
Por más que tienen la costumbre de nombrar al primer hijo de una Weasley con el apellido de la madre y no del padre, las familias de las más altas alcurnias mágicas han llegado a competir para que uno de sus hijos se case con una Weasley.
Lo que las hacen aún más inalcanzables es otra de las costumbres de los casi siempre pelirrojos: ellos no hacen contratos matrimoniales. La magia familiar solo deja entrar a personas que en verdad aman al Weasley de turno.
Las tres Weasley que nacieron en esos cien años terminarían siendo lo que se esperaba de ellas. Todas son poderosas brujas con caracteres muy definidos. Eleonore Fawcett crió a seis niños con ayuda de su madre, después de que sus esposos y hermanos murieron; tres por culpa de Grindelwald.
Celeste Diggory pudo haber sido una gran magizoologa, herbóloga o pocionista, lo cual es de cuando en cuando con gran facilidad; pero ella decidió criar en la granja a sus seis hijos con la amabilidad y paciencia propia de Celeste desde la niñez.
Y la tercera es Pandora Lovegood, no solo una mujer Weasley, si no una no-pelirroja en quién sabe cuántas
generaciones…
Arthur deja de sonreír al recordarla. Llega a su mente el padre de ella, que es su tío Sextus... Termina de registrar lo otro que Tessy dijo: que ella, Allan y Sextus tenían que reunirse a razón de Molly.
Ellos solo trabajan juntos cuando algo grande pasa en Ottery St. Catchpole mágico, y necesitan que ellos den con alguna magia simbiótica poderosa para hacerse cargo de la situación.
La magia simbiótica es la más complicada de las artes mágicas. Se trata de unir dos o más formas de hacer sortilegios con una misma finalidad. Tessalia, experta en pociones, Allan, un erudito en aritmancia y Sextus, un gran runista; unen sus quehaceres desde hace decenas de años para conseguir hacer magias no solo duraderas y poderosas, también muy originales.
―Granny, ¿qué le pasó a Molly? ―pregunta con voz trémula―. Parece algo muy serio si tienen que reunirse ustedes tres…
El anciano hace aparecer más té frente a Arthur antes de decir:
―Siento decir que no sé, pero pronto Tessy nos lo dirá Arty. ―vuelve a ponerle la mano en el hombro y le da un par de palmadas cariñosas―. Pero no te preocupes, si fuera algo serio, estaríamos hablando en San Mungo ahora mismo y no aquí, en casa.
―Sí, lo sé ―Arthur toma del nuevo té. La poción le da la tranquilidad para preguntar lo que le ronda la cabeza desde que llegara a casa―. Solo que, siento que no me has dicho todo…
El anciano baja la mirada con cierta culpa, carraspea y decide decir lo que no le había contado a su sobrino-nieto:
―No sé porqué no te lo conté todo de una vez, tal vez porque aún no lo entiendo en sí. ―cuando ve el rostro preocupado de Arthur, vuelve a ponerle la mano en el hombro―. No te preocupes Arty, recuerda que Tessy jamás la tendría, las tendría aquí si tuviera alguna duda de que están en algún peligro… Pero es verdad que no te he dicho todo.
»Molly no estaba solo flotando, ella brillaba. Era como si de su cuerpo emanara más luz. Cuando Tessy y yo nos acercamos a ella, nos dimos cuenta de que estaba bien, solo tenía un poquito de fiebre. Pero al corroborar su respiración, nos dimos cuenta que susurraba en un idioma latino. O uno parecido a los hechizos que tienen su base en él, al menos. Tal vez italiano...
»No sé qué decía, pero lo hacía rápido, tan rápido como bajo… Si no lo supiera mejor, diría que había entrado en un trance adivinatorio.
Los dos se miran por un instante, diciéndose cosas sin necesidad de usar palabras. Se susurraba entre la comunidad mágica que, la magia propia de la familia de origen de su esposa, los Prewett, hacía que naciera "un tipo diferentes de adivinadores" cuando el mundo mágico lo necesitaba. Sin embargo, así como la habilidad de volar en los Potter, no se había visto un caso real, o al menos notable, en unos doscientos años.
Por eso, Arthur termina sonriendo y sacude la cabeza en negación.
―Tal vez estaba semi-inconsciente. ¿Sabes que Molly habla dormida? Puede que soñaba con hacer hechizos o algo. Lo único que sé es que Molly no es una vidente o algo por el estilo. ¡Aunque en serio le gustaría serlo! Lo más adivinador que tiene es el reloj familiar que su padre le regaló cuando nos casamos… ―de la nada, Arthur se pone en pie de un salto, y sale corriendo hacia la sala―. ¡Por Merlín, debo usar la red flu para avisar a la familia de Molly!
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Para cuando Molly despierta se encuentra a sus hermanos, su padre, su esposo y los tíos abuelos de él codo con codo para poder caber alrededor de su cama. Cualquier otra persona se queda confuso por varios minutos al despertar para ver eso, pero Molly está muy segura de lo que debe saber primero:
―¿Y los niños? ¿Ya comieron el aperitivo que les doy después de su siesta? ―y es cuando empieza a darse cuenta de la situación―. Yo iba a hacer una ensalada de frutas y… ¿Qué pasó?
Molly quiere levantarse, pero se siente mareada y termina de nuevo con la cabeza en la almohada. Mira hacia su esposo con miedo, y él se deja caer a su lado para tomarle la mano. Solo con verle y sentir su apoyo, Molly siente que las cosas van a estar bien. Pero eso no quita que quiera saber qué pasó. Lo último que recuerda es que estaba en la cocina…
―Molly querida ―le dice Tessalia con amable autoridad―. Las cosas están bien y ya te diré cómo hacemos para que sigan bien. Apenas saludes a los Prewett y Allan, para que vean que estás bien, Artie, tú y yo hablaremos tranquilamente y, luego, te tomas un té y aperitivos antes de tomarte una poción que tengo lista para ti, ¿de acuerdo?
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Por más que Tessalia y Arthur hicieron lo posible por tranquilizar a Molly, era obvio que la pelirroja no se los iba a hacer fácil. Insistía en hacer muchas preguntas y pidió varias veces que le prometiera, sin lugar a dudas, que su bebé iba a estar bien.
Tessy y Arthur lo entendían. El tema era delicado: Le acababan de decir que la magia de ella y de la bebé estaban interactuando entre sí. Al punto que terminaban fusionándose en ciertos momentos, lo que desencadenaba una sobrecarga de magia que debían controlar durante todo el embarazo.
Por eso, le dieron una poción que servía para mantener a Molly tranquila. Eso ayudaba en que su flujo de magia interna no tuviera muchas alteraciones. También se le pidió que usara, con precaución claro, magia irregular.
Eso quiere decir que fuera a un lugar apartado, canalizara magia en su varita, y la expulsara. De esa manera, Molly tendría su magia en "bajo voltaje"… Además de que, por toda la situación, Molly iba a pasar todo el embarazo y poco después de éste, con problemas para poder canalizar bien su magia hasta en los hechizos más básicos.
Por supuesto que Molly iba a estar preocupada… Y, por eso mismo, nadie le dijo que había brillado o hablado en otra lengua. Menos, la peregrina idea de que se les había ocurrido a los gemelos, de que podía ser que su bebé obtuviera la magia especial de los Prewett.
Lo que hace la familia en esas semanas, es contribuir en todo lo posible a que Molly no estuviera estresada. Como evitar que ella leyera las peores noticias del Profeta.
Cendrella va todo el tiempo a ayudarla con los niños, Gertry cada tanto la acompaña a hacer la comida y otras labores de la casa y, el "triunvirato de los ancianos", como le dicen a Allan, Tessalia y Sextus, dieron con un sello de runas aritméticas que le pusieron en una faja que Molly se pone todos los días. La misma ayuda a nivelar su magia y la de la bebé.
Si hubieran sabido que, en las versiones más prominentes de ese universo, Molly no vivió ese embarazo y, en otras versiones, había perdido su bebé justo ese día; es muy posible que la pelirroja se hubiera auto hospitalizado en San Mungo, para estar en cama hasta el nacimiento de la bebé.
Ojalá hubieran hecho eso. Se habría evitado lo que pasó el día en que los hermanos de Arthur construyeron el tercer piso de la madriguera.
