Un buen mago o bruja adivinadora puede vivir con cierta facilidad económica de esa rama de la magia. Y no se necesita ser un oráculo en toda regla, como Sybill. Solo tener mucha sensibilidad a la magia, y excelentes conocimientos sobre las diferentes formas de adivinación y sus simbologías.
Una de las razones por las que ser adivinador es relativamente rentable, es que las familias mágicas antiguas suelen pedirles sus consejos para diferentes hitos en sus vidas. Uno de los más usados es el nombramiento de sus bebés antes de su bautizo.
Los magos y brujas de todo el mundo saben de la fuerza mágica detrás del nombrar. Después de todo, la gran mayoría de ellos dependen de las varitas para su magia del día a día, y el decir los hechizos correspondientes… las palabras crean magia.
El saber el nombre que le magia le da a un bebé, dirá mucho sobre su potencial, tanto como persona como en su historia de vida. Algunos magos y brujas llegan a creer que poner un nombre acorde a lo que el o la adivino percibe del bebé, puede llegar a ser una protección mágica. Para que desarrolle todo su buen potencial o, dado el caso, para evitar algún mal que se vislumbra en su futuro.
Sybill, sin siquiera saberlo hasta ese entonces, en verdad tiene un especial talento para ese tipo de adivinación. El haber dicho que el nombre de la bebé es Deborah Allana Phoebe, condensa enormemente todo lo que supo en esos pocos minutos de canalización.
El profesor Ponsarde está emocionado y concentrado por todo ello. Le habla a Sybill sobre lo que había pasado, le enseña el pergamino con lo que había dicho y le insiste en que es momento de entrar de nuevo en un trance dirigido, para saber más sobre lo que supo al canalizar.
Arthur y Molly se acercan a ver y oír, en silencio. Sybill y el profesor Ponsarde, parecen en su propio mundo. Es la pelirroja la que tiene que explicarle a su esposo.
―Los nombres recomendados por los adivinadores tienen dos fuentes de significado: lo que quieren decir en su idioma de origen y personas importantes en la historia que cambian el significado de ese nombre. Por ejemplo, Merlín. Nadie piensa en un ave cuando decimos ese nombre. El significado no es literal, del idioma, es dado por la leyenda del gran Merlín… Ahora mismo, lo principal es saber si esos nombres, Deborah y Phoebe, puede que hasta Allana, son literales o designan personas históricas o legendarias… En fin eso, y lo que sea que aún mantenga la señorita Trelawney en su cabeza, nos puede decir mucho de cómo será Ally y de su destino.
Arthur no se siente muy animado por esa explicación. Y puede ver, por la forma en que abraza fuerte a su bebé, que tampoco a Molly le hace mucha gracia lo que está sucediendo. Ellos bien saben que la magia puede hacer cosas increíbles y poderosas… Y, también, que puede ser tanto blanca como negra.
De las cosas que más teme los magos y brujas, es al destino. Desde tiempos inmemoriales, muchas de sus historias y leyendas hablan de que el destino es inmutable, y por más que se quiere evitar, siempre llega… El temor de sentir impotencia, si el destino de su hermosa bebé es malo; los hace quedarse callados, solo viendo, oyendo y esperando.
Unos minutos más tarde, Billy y Charlie bajan las escaleras con cuidado. Necesitan que sus padres les den la razón en la más nueva discusión entre ellos.
Lo que se encuentran, los hace olvidar totalmente la causa de su bajada. Sus padres están de pie, quietos y en silencio. Los dos ven hacia un anciano y una muchacha que no reconocían. Ellos están sentados en el suelo, con las piernas cruzadas al frente y respiran profundamente. Sus ojos están cerrados, sus brazos tendidos al frente para tomar las manos del otro y, el anciano, le susurra con tranquilidad.
Sobra decir que no es algo que hayan visto antes. Charlie, olvidando totalmente que Billy había hecho trampa, se acerca a su hermano y se esconde un poco detrás de él. De los dos, el pequeño es el más tímido por naturaleza. Y, Billy, cuando no están peleando infantilmente, es muy protector con sus hermanos menores. Por eso, el mayor olvida que Charlie le robó su reina y decide que, sea lo que sea que está pasando, él debe hacerse cargo de saberlo.
―Papi, mami, ¿qué están haciendo esos dos? ―pregunta al fin.
Los aludidos se giran a mirarlos, sorprendidos. ¡No se habían dado cuenta de su llegada! Molly y Arthur se miran y, solo con eso, deciden qué van a hacer. Es el padre el que se agacha un poco para agarrar las manos de sus hijos, y hacerlos caminar hacia la cocina.
―Ellos dos son adivinos, ¿saben qué es eso?
Charlie niega y Billy responde con una pregunta:
―¿Un trabajo de grande?
―Sí, verán, ellos tienen una magia que sirve para…
Y mientras Arthur hacía lo posible por explicarles lo que era la adivinación, los lleva a la cocina. Nada como bocadillos para mantener felices y entretenidos a sus niños.
Molly, por su parte, decide sentarse en un sillón, frente a su antiguo profesor y su actual estudiante.
Casi en ese momento en que ella se acomoda en el asiento, la bebé bien dormida en su regazo; el profesor Ponsarde y Sybill dejan el trance a la vez, y en seguida se desperezan y estiran mientras cambian su posición de estar sentados en el suelo.
Finalmente, acercan la mesa de té hacia ellos, la usan como pupitre y, entre los dos y hablándose bajo, deciden sus ideas y escriben las mismas. Primero, en un caos. Luego, en una lista y, finalmente, en lo que parecen dos entradas largas de un diccionario y un par muy pequeñas.
Para ese entonces, más de media hora después de que los chicos bajaran las escaleras, Arthur ya le ha dado unos sandwiches a los pequeños. Con cada uno agarrando una de sus manos, los sube de nuevo por las escaleras, para que jueguen juntos en alguno de sus cuartos.
Un par de minutos después que él baja, se sienta a su lado y hace aparecer flotando los sandwiches y una taza de té frente de su esposa… Justo cuando ella le está pasando a la bebé a él, para comer el refrigerio; el profesor y su estudiante toman silencio y miran hacia los dos con nerviosismo y anticipación.
―Nuestra sesión de adivinación ha sido muy fructífera en este poco tiempo ―dice con orgullo el profesor Ponsarde.
Arthur levanta las cejas, sorprendido. Por alguna razón, su primer instinto sigue siendo el pensar que la adivinación es cosa del aquí y ahora. De revelaciones instantáneas al ver hojas de té, líneas en las manos y cartas de tarot. Por más que vio a su querida Molly hacer largas tareas de adivinación, aún sigue creyendo eso de primera entrada.
Al recordar esas tardes en que su Molly se sentaba en la biblioteca a enfrascarse en la tarea de una de sus asignaturas favoritas, piensa que sí que media hora de análisis, después de más o menos media hora de… ¿recolección de información en los trances? Sí que es poco tiempo.
… Tal vez demasiado poco. Arthur siente como sus nervios por lo que le van a decir, vuelve a surgir en él. Agradece que esa vez, él es el que tiene a su bebé en brazos; porque puede apretarla, sentir su burbuja con calor y respiración en su pecho.
Los dos esposos esperan a los adivinadores en expectante silencio. El profesor y la estudiante también, pues creen que es el otro el que va a hablar. Unos segundos después de mirarse sin más, Sybill, sonrojada, gira el rostro hacia su profesor.
―Espero que tengan paciencia ―dice él de repente, hacia los esposos. Una sonrisa profesional en su rostro―: es la primera vez que la señorita Trelawney hace una adivinación para un cliente. Es normal que esté nerviosa.
"¿Cliente?" piensa Arthur con alarma. "¡Pero si los adivinos son muy caros! ¡¿Cómo le vamos a pagar?!". Su esposa, en vez de pensar en la situación, más bien habla para hacerse cargo del mismo al instante, por más que hablara con cierta vergüenza:
―Ah, daba por hecho que esto se trataba como un tipo de… trabajo de campo. No una relación de cliente-contratado. Más como un intercambio de favores… Como fueron ustedes los que decidieron venir aquí…
―¡Oh, claro, claro! ―dice el profesor―. Ya sabe, señorita Prewett… ¡Perdón, la costumbre! Como iba diciendo, espero que recuerde, señora Weasley, que un buen adivino suele hacer este tipo de cosas: acercarse a personas por las cuales ha tenido ideas adivinatorias; solo por el hecho de que tiene una responsabilidad con esas personas. Normalmente, no exigimos que nos paguen como a los clientes que piden nuestro trabajo; pero si quiere darnos… ¡Es decir! Darle una recompensa voluntaria a Sybill por su adivinación, como es la costumbre en estos casos, sería muy apreciado por ella.
―¡Oh, no es necesario! ―exclama de repente la muchacha, totalmente sonrojada―. El solo… Saber que mi habilidad puede ayudar… Poder hacer esto, ¡y aún estando en Hogwarts! ―se queda sin palabras por un momento, sus grandes ojos ven con gran orgullo, o asombro, hacia la bebé dormida. Finalmente, mira del padre a la madre de esa personita por la que fue allí―: ¡Muchas gracias por abrirme la puerta de su casa y darme la oportunidad de hacer, de terminar, con esta adivinación, señores Weasley!
―Solo espero que sigan siendo buenas noticias, como con lo de la profecía que nos hablaron antes… ―dice Arthur―. ¿Al final, es sobre Ally o no?
La joven asiente con una sonrisa.
―Sí, estoy segura, muy segura de que es sobre ella. También creo que, si se le cambia el nombre en el registro, para que tenga el que la adivinación me dijo que es el de ella ―En ese momento, indica con fuerza el "título" de su escrito, que era el nombre que ella dijo que era el de la bebé―; mágicamente la ayudarán a cumplir ese destino aún mejor. Como solía decir mi famosa tatara-abuela Cassandra: "La palabra con magia, crea realidad" y que, cuando una profecía…
Pero Molly, que se había estado aguantando con paciencia todo ese tiempo, decide que no quiere saber qué más podría haberle dicho Cassandra Trelawney a Sybill. Así que, interrumpe para preguntar lo que más le interesa:
―Entonces, ya que saben que la profecía se trataba de Ally, ¿podemos saberla?
―Eh, no sé si… ―Sybill mira hacia su profesor para preguntarle la respuesta. Pero parece que no es necesario.
Él está sacando un pedazo de pergamino doblado, de uno de los tantos bolsos de su toga. La tiende hacia un espacio al medio de Molly y Arthur.
―Esta es una transcripción de la misma. Es la única copia que tengo. ―hace un movimiento de la mano con el pergamino, y Molly la coge al instante. Pero no la lee, oye atentamente, como su esposo, a lo que el profesor le dice―: Tenía el deber de cuidar esa transcripción hasta encontrar a la persona de la que profecía habla, y dársela. Normalmente, eso lo hace el mago o bruja que hace la profecía, pero Sybill todavía no es una adivinadora profesional como para cuidar un escrito tan importante, así que el deber recae sobre mí, su instructor en este arte mágico. Es igual a lo que pasa con ustedes. Como la bebé no está lista para responsabilizarse de lo que dice la profecía, su conocimiento recae en sus protectores: sus padres. Lean, lean…
Como si hubieran estado esperando que les dieran permiso, Molly toma el pergamino, se acerca su esposo y lo abre. Arthur también se mueve en el sillón, para ver la letra mejor… La bebé sigue bien dormida en su regazo.
A los pocos minutos, ambos padres terminan de leer. Se miran. Los dos ven en el otro, la expresión de su propio rostro. Algo así como una mezcla de negación, sorpresa y orgullo. Luego, miran hacia la bebé…
Ninguno de los dos pudo decir algo de lo que tenían en su cabeza. La verdad es que sus pensamientos son un cúmulo sin orden y muy confuso de todo tipo de ideas. La más grande entre ellas, era que no podían terminar de creer que su hija, que esa pequeña de grandes mejillas y mucho amor por la comida; tuviera un destino tan grande frente a ella.
Terminan abrazándola entre los dos. Molly, sin saber muy bien a cuenta de qué, empieza a llorar quedamente. No es por dolor o miedo, si no por algo bueno, pero que no sabe cómo explicar. Solo que es embargante. Arthur la abraza también a ella. A él se le aguan los ojos… Siente como si pudiera sentir un poco de todas esas emociones que tuvo por su bebé. Desde el momento que supo de ella, hasta ese momento, en que está bien dormida, en medio de él y Molly.
―Eh… ¿Quieren que les cuente el significado de su nombre completo, o…? ―la voz d e Sybill se hace cada vez más baja, después de que el profesor le ha proferido un codazo y le pide con la expresión de su rostro, que se quede en silencio.
Sin embargo, fueron esas palabras las que lograron hacer que los padres volvieran en sí. Vuelven a apoyarse en el respaldar de los sillones, tomados de una de sus manos… La bebé sigue dormida en el regazo de su padre. ¡Esa sí que no se inmutaba por nada! ¡Su vida no había cambiado en lo más mínimo!
Arthur y Molly se limpian sus lágrimas, mientras él le dice a Sybill, sonriendo con cierto nerviosismo.
―Sí, claro, dígalo.
La joven asiente, muy alegre consigo misma. Toma el pergamino de la misa, lee y empieza a explicar con esa voz soñadora de ella, y una forma muy especial de "ordenar" ideas:
―Creo que son los apellidos los más fáciles de explicar. El Weasley… Es obvio. Pero que aparezca el apellido de la madre, no tanto… Aunque siento que hay justicia en eso. No solo porque la bebé ha heredado la habilidad mágica de los Prewett… Cuando eso sucede, es costumbre que el bebé tenga el apellido que está más vinculado con una habilidad mágica reconocida. Por eso, en vez de ser una Selwyn como mi padre, soy una Trelawney como mi tatara-abuela Cassandra Trelawney… No, también siento que es justo porque un bebé no es solo del padre. Es de la madre, tal vez aún más, porque ella fue quién lo trajo a este mundo.
Sybill deja de hablar, para tomar aire y pensar en cómo expresar lo que tiene en su mente.
―Lo que sentí venir de Debby ―los padres se extrañan un poco por el nombre que ella le da a la bebé. Como si no supieran de quién hablaba por un momento―, es que, para ella, ese apellido de la madre se da por hecho. Es algo que es parte de su realidad… En cuanto a la habilidad mágica de los Prewett, no es adivinación como la de mi familia. Es una clase de… ¿Habilidad medium-alter-realidad? Los Prewett no adivinan, ellos tienen un fantasma en su mente… ¡O, más bien, como memorias! Es… complicado… ¿Cómo lo explico…?
Sybill vuelve a tomar silencio, pero esa vez parece más no solo para pensar. Toma de nuevo un pergamino en blanco, tinta y pluma y empieza a dibujar y escribir en él.
El silencio se vuelve insoportable para Molly, que se había quedado muy alterada con la frase: "tienen un fantasma en su mente"…
―¿¡Mi bebé está… está poseída…!? ―la pregunta salió por su boca sin ella darse cuenta.
Arthur mira hacia la susodicha y muy dormida bebé en su regazo, como para darse la certeza que no es así… El aperitivo que él le había traído a su esposa, está totalmente olvidado en la mesa, a unos treinta centímetros de donde Sybill sigue escribiendo y dibujando. Al menos hasta que el profesor le pone la mano en el antebrazo, y la hace parar. Eso lo hace como respuesta a la pregunta de Molly.
―Señorita Trelawney, los padres de su clienta tienen una pregunta para usted. No sea irrespetuosa con ellos y a las reacciones de sus adivinaciones… ¡Le he enseñado mejor!
La joven, que le había mirado con sorpresa al principio, al final se sonroja de la vergüenza.
―Lo siento, los adivinos a veces tenemos… Problemas para concentrarnos en el mundo fuera de nuestra mente. ¿Cuál era la pregunta?
―¿Que si mi bebé está poseída…? ―repite Molly, con la extraña sensación de que esa pregunta debería ser una broma, y que por eso mismo, le duele más tener que hacerla.
El que la chica se mordiera el labio para no reírse, la hace sentir mucho más tranquila que sus palabras:
―¿Poseída, poseída… Como por algo de magia negra o algo así? No. Pero sí se parece a estar poseída por un fantasma, solo que…
El profesor Ponsarde le da un codazo esa vez, y toma la palabra al instante.
―Dadas las palabras de la profecía, estoy muy seguro de que… La habilidad de la bebé no la pondrá en ningún peligro. Como bien leyeron, es benigna. ¡Hasta quiere ayudar! Sin embargo, es obvio que no sabemos mucho más de esa habilidad. ¿Qué les parece si la señorita Trelawney y yo volvemos a Hogwarts, adivinamos un poco al respecto, y volvemos dentro de un tiempo para hablarles como se debe de esa habilidad?
Molly mira hacia la muchacha con cierto reproche, mientras Arthur decide ser él el que responde:
―Estaríamos muy agradecidos por eso.
Se da el silencio. Solo se oye el leve ronquido de la bebé… El profesor Ponsarde vuelve a codear a su alumna, aunque levemente esta vez. Esta se gira a verlo, con una expresión de indignación. Como diciéndole que ella no ha hecho nada. Él entrecierra los ojos, y hace una cabezada de cabeza hacia los esposos.
―Si no tienen más preguntas sobre la habilidad de los Prewett ―dice el profesor, como respuesta al silencio de la chica―, podemos seguir con la adivinación del nombre de la bebé.
Es cuando Sybill se da cuenta de lo que el profesor pedía de ella. Se sonroja y, atareada, se vuelve a centrar en los pergaminos frente a ella. Empieza a hablar rápida y agudamente.
―El siguiente más fácil de entender, es el nombre del medio. El que está entre los tres nombres, el segundo de ellos... El "Allana", por supuesto. Fácil, porque ustedes también lo escogieron y su significado es el que ustedes le dieron… ¿Algo que ver con un anciano dando clases a niños pequeños?
Arthur, gratamente sorprendido, quiere decir algo. Sin embargo, no puede. Su garganta se le cierra, y siente ganas de llorar. Hacía mucho que no sentía… Tanto, al recordar la muerte de su tío abuelo. Levanta y abraza más fuerte a su hija. El calor de su esfera parece quitarle mucho de su dolor.
Molly le pone la mano en el antebrazo, y habla por él:
―Ese es el abuelo Allan. Gracias a él es que Ally y yo vivimos. Él… ―traga saliva, y cambia de parecer sobre lo que iba a decir―: él tenía el sueño de abrir una escuela primaria. Se convirtió también en el sueño de mi Arthur, y de cierta, de toda la familia que nos está ayudando. Abriremos este setiembre, si todo sale bien.
El profesor Ponsarde y los esposos Weasley hablan un poco sobre esa iniciativa. Sin embargo, pronto regresan al tema más importante de esa visita… Al menos, Molly empezó a comer los sandwiches en esos minutos.
Para ese entonces, Sybill está más segura en lo que va a decir:
―Según siento venir de la bebé, a ella también le gustará enseñar cosas a las personas, pero no creo que termine siendo educadora… Los dos nombres que nos quedan son los dados por la magia, y los que nos aportan más sobre el posible futuro de la bebé. Ambos nombres tienen su importancia por personajes o posibles personas que los tuvieron, y no por el significado literal del mismo. ―mira hacia sus caóticas notas, pensando por dónde empezar―. Phoebe es un nombre que viene de la mitología griega. Tengo que investigar más sobre ella, pero tuve la sensación de que tiene que ver con el oráculo de Delfos… ¿Saben del mismo?
Arthur niega, pero Molly asiente y responde:
―El profesor nos lo contó en esas lecciones de historia de la adivinación que nos daba antes de aprender cada uno de los nuevos métodos, ¿no profesor?
El hombre se sonríe.
―La adivinación al final es solo contar la historia que todos los símbolos nos presentan. Un buen adivinador debe conocer la historia de su mundo para comprender bien lo que adivina.
Molly y Sybill intercambian sonrisas y miradas cómplices, mientras Arthur dice:
―¿Y para los que no llevamos adivinación?
El profesor le explica con un tono y fluidez que prueba las tantas veces que ha dicho esa información:
―El oráculo de Delfos fue una institución de la antigüedad griega. Sus conocimientos sobre los trances adivinatorios y pociones con efectos mentales, sientan las bases para muchos de los métodos actuales de adivinación y magias mentales. Phoebe, de hecho, es el nombre de una diosa griega de la adivinación y sabiduría premonitoria que presidió sobre el oráculo de Delfos. Pero luego es eclipsada por otros dioses, a los que les ponen esa habilidad además de otras que ya tenían. Sybill siente que eso es muy importante para su adivinación.
La chica vuelve a hablar, con mucha energía y brillando de orgullo.
―Este nombre nos ratifica que Debby está destinada a ser una oráculo, ¡Como yo! Va a hacer profecías de gran importancia para el curso de la historia, y va a tener la habilidad para usar los métodos adivinatorios con muchas ―lee su pergamino, para buscar las palabras correctas― probabilidades de certeza. Sin embargo, la historia detrás del nombre Phoebe, y el trance en que entré y estudié en la relajación, me hacen estar muy segura de que, como Phoebe, Debby no va a recibir el reconocimiento que se merece, o estará a la sombra de otros que tendrán ese reconocimiento… Por alguna razón, no siento que eso sea malo. Más porque… El primer nombre, el que tiene más fuerza en decirnos su destino, más la profecía que hice…
Sybill ha perdido su energía y rapidez al hablar hacia ese final. De hecho, decide dejar de hablar del todo y mira hacia su profesor, como pidiendo ayuda. Este solo le asiente.
―Los adivinadores tenemos el deber de decir solo la verdad de lo que presentimos, ya sea bueno o no tan bueno. Solo podemos esperar que, cuando digamos lo que digamos, las personas puedan reaccionar a tiempo para mejorar sus situaciones. Personalmente, creo en verdad que las decisiones de los seres humanos tienen mucho peso en el destino. Sybill, di lo que debas decir.
Después de ese intercambio, tanto Molly como Arthur sienten un temor frío en su pecho. Ni siquiera la burbuja caliente alrededor de la bebé, quitan esa sensación de su padre. Molly ha dejado de respirar por un instante, palideciendo. Su mano se agarrota en el antebrazo de su marido.
―Este nombre, Deborah, tiene su simbología de una mujer que vivió entre los judíos hace miles de años. Tuvo tanta importancia para ellos, que su historia se pasó de padres a hijos y se mantuvo hasta la actualidad en su libro sagrado.
Dice Sybill, con la mirada baja y luego, deja ir una sonrisa nerviosa
―Lo que es el destino, justo el trimestre pasado, cuando vimos la adivinación de nombres, me obsesioné con ese nombre… Y Henry, Harold, Harald… Pero este, Deborah… Es como, si estuviera escrito que haría esta adivinación de nombre, ¿saben? Eso, es muy importante para mí…
Mira hacia los padres con una sonrisa sincera. Pero, al ver el estado en que ellos esperan saber el significado del nombre, la hace concentrarse de nuevo en el tema. Carraspea:
―Disculpen… Como les decía, Deborah fue una mujer de la antigüedad que vivió dentro de la cultura judía. De las muy pocas mujeres que fueron mencionadas como solo "esposas de" o "madres de"… De hecho, llegó a ser una jueza, una líder de la comunidad, en una sociedad donde las mujeres no obtenían poder por mérito propio prácticamente nunca.
Arthur siente como se desinfla de alivio, y da una carcajada nerviosa:
―¿Oíste eso Molly? ¡Puede que nuestra niña llegue a ser la primera ministras de magia Weasley!
Molly solo asiente a su marido, casi sin ponerle atención. Ella sabe muy bien que eso no es todo.
―De hecho, su bebé tiene el potencial para hacer grandes cosas. Sabrá cosas que nadie sabe, tendrá entendimiento más allá de este mundo, y de este tiempo… Sin embargo, si recuerdan el significado de Phoebe, es más posible que sus ideas no sean acreditadas a ella, o tal vez que ella ni quiera que sea así.
―¡¿Por qué no querría llamar la atención?! ―la pregunta sale de la boca de Molly como un grito ahogado y agudo. Tiene que tragar saliva al final.
―No lo sé con certeza, pero creo que… Porque la Deborah de las que les hablo, por la cual la bebé fue llamada así por la magia, obtuvo su nombre y poder al ser consejera del líder de su tribu en una guerra. Gracias a sus predicciones, Deborah hizo posible que se derrotara a un líder opresor de su pueblo.
Arthur vuelve a palidecer. Molly pone una mano en vientre, protectora de su bebé en su vientre, mientras la otra se mueve por sí sola a tomar la ropa de la espalda de la bebé.
Sybill asiente, apenada. El silencio se hace insoportable. El profesor Ponsarde decide hablar.
―No habla bien de la situación en que estamos actualmente, lo sé. Pero recuerden, por favor, las palabras de la profecía. No dice nada de la guerra, habla de cambio duradero hacia la luz. Me parece que no podemos dar por hecho que esta… Situación, va a mantenerse hasta la adultez de la bebé. Las adivinaciones no son certezas, y no todos los aspectos de los nombres tendrán que ver con su hija.
Sybill parece querer decir algo, pero se muerde la lengua. Aunque su dedo índice está apuntando a un lugar de su pergamino, donde se habla de guerra. Al menos ella, está muy segura de que la niña tendrá que ver en el conflicto actual… Pero, mientras Sybill y el profesor Ponsarde hacían el trance guiado para analizar su momento adivinatorio; no acordaron en qué guerra sería en la cual Debby debía aconsejar. El profesor no le ha explicado bien porqué no está de acuerdo con ella, simplemente insiste en algo de que hay diferencias y profundidades en la guerra en la que Debby será parte.
Arthur y Molly se miran y hablan con los ojos. Siguen pálidos, nerviosos y no parecen saber ni qué decir por las varias veces que abrieron sus bocas para luego cerrarlas. Al final, es él el que sí puede dar con algunas palabras:
―Así que, nuestra hija va a aconsejar para llevar a nuestro país a la luz… ¿Desde las sombras?
―Es un buen resumen…
―¿Cuánto más pueden adivinar sobre todo esto? ―pregunta Molly, rápido y con cierto desespero. Tanto que no puede esperar una respuesta―: ¿Tiene que seguir siendo esta señorita la que haga las adivinaciones? ¿Puede hacerlas usted, profesor? ¿O los dos? ¿Cuánto sería el pago necesario para las adivinaciones…? ¿Cómo cobran…?
―Cariño, cariño… ―la corta Arthur― Déjalos responder primero.
Sybill también está muy nerviosa y ansiosa por la respuesta. ¡Por la magia y el destino, está empezando a ser una adivina de verdad!
―Le diré algo, señorita Prewett, ahora señora Weasley… ―decide con una sonrisa el profesor Ponsarde― Creo que, dado que el destino a conectado a la señorita Trelawney y su bebé, voy a tomar esto como una llamada, y haré a Sybill mi aprendiz. ―la aludida profiere un gritito muy agudo de felicidad, y pone sus puños en su pecho. Es obvio que está aguantando el gritar y saltar de la felicidad―. Así que, cuando ella reciba su EXTASIS, hablaré con el departamento de Misterio para notificarlo. Como los clientes de los recién aprendices están haciendo un favor a los mismos, sus adivinaciones serán pro-bono. ¿Qué les parece?
Sobra decir, que a todos les parece excelente.
