11. Vistazos en algunos años.
2 de setiembre, 1976.
La mayoría de los habitantes de la Rosemary fields está frente a una línea de tela roja suspendida en el aire, que se extiende por varios metros. De la misma, salen unas calinas que dificultan ver lo que está detrás de ella. Solo se puede apreciar el amarillo pálido en movimiento del maizal.
Arthur está flaqueado por la tía Tessy y, del otro lado, Vivian. Las dos no pueden ser más diferentes una de la otra. Una llena de arrugas, algo obesa y con una piel tan pálida, casi tan blanca como su largo cabello cano. La otra, joven, baja, delgada y con una cabellera tan negra que brilla de blanco. Y ni qué hablar de sus ropas. Tessy no podía parecer más una bruja aunque quisiera, con su sombrero puntiagudo y toga oscura con dibujos leves, como de runas. Por otro lado, Vivian está vestida de colores claros, pasteles, con el cabello con mucho volumen y grandes aretes.
Sin embargo, ellas dos, como Arthur, están igual en algo: las grandes sonrisas de orgullo en su rostro mientras oyen el discurso que da el vicedirector y desarrollador de la escuela.
Junto a ellos, otros familiares de la familia también están ufanos, aunque nerviosos. Hasta los dos elfos domésticos que se van a hacer cargo de las cocinas y la limpieza. Al menos, ellos dos no tuvieron que vérselas con las clases en cómo dar clases por parte de Vivian, como la mayoría de los otros.
Fue una experiencia diferente para esos cinco nuevos maestros. Eso de darse que los muggles pueden enseñarte, y que hasta saben más que tu propia sociedad sobre algo, fue muy enriquecedor. Pronto supieron que enseñar no es tan fácil cómo pensaban, ¡Y que vaya que Hogwarts podría hacer las cosas mejor! Así que, aunque tuvieron que esforzarse más de lo que pensaron, todos sintieron que valió la pena.
Al menos Fiona lo disfrutó mucho. No solo se siente lista para ese gran cambio en su vida, también se sintió rejuvenecer y volver a ser un poco aquella Ravenclaw que fue, ¡con ese ímpetu por aprender!
Arthur, por su parte, se siente casi que volar de la emoción. Y simplemente, dice lo primero que se le viene a la mente en ese discurso de inauguración:
―… ¿Quién diría que los Weasleys no tendríamos niños suficientes como para llenar una escuela? ―No pocos le ríen su broma. Él mismo entre ellos. Sin embargo, pronto deja de hacerlo, y con una expresión seria pero amable, vuelve a hablar con mucha emoción―. Pero, como tenemos cuatro estudiantes que no viven en la Rosemary Fields… De nuevo: muchas gracias a esas tres familias que confiaron en nosotros para cuidar y educar a sus hijos.
Arthur mira y sonríe hacia las mencionadas familias. Un par de los padres le asienten. Él vuelve a seguir con su discurso.
―Eso me hace estar seguro que, en algunos años, ¡Vamos a tener suficientes como para que esta escuela, esté llena de niños y niñas, además de más profesores, tal como el Granny Allan lo imaginó!
Arthur le hace un ademán a su hermano Bilius, que movió su varita, para cortar la cinta roja. Mientras esta cae, las calinas que venían de ella desaparece. Por fin se puede ver a unos veinte metros de donde están, detrás del maíz de casi dos metros de altura y bajando por una colina, un arco enorme y colorido muy alto. Las palabras: "Granny Allan primary school" están escritas, llenas de energía, en la parte más alta del arco. Y, más allá, se pueden ver las casas y los campos de ese pequeño pueblo que es la escuela. Tal y como lo imaginó el Granny Allan.
―¡Bravo, bravo! ―grita de repente Tercius, y su aplauso, por más que fue hecho con sus manos fantasmales, se oyen como cualquier otro más.
Los demás lo siguen, y no solo con los aplausos, también en su camino hacia la escuela. ¡Con mucho, Tercius es el nuevo estudiante más entusiasta de todos!
… En serio que la Granny Allan le abrirá las puertas a todo niño que en serio quiera aprender… Aún si es un fantasma.
Entre los que cierran la "procesión" están Arthur y Molly. Tener cuatro niños pequeños, uno de ellos con poco más de una semana de vida, los hace lentos. ¡Aún más que la abuela Tessy!
Con una mano, Arthur lleva la carriola de Debby. La más grande de ambas, pues también tiene espacio para el oxigenador. Con la otra mano, Arthur toma la de Charlie. Por su lado, Molly, aunque ojerosa y aún con sobrepeso por su embarazo, lleva la carriola más pequeña; donde un recién nacido y desde ese momento, larguirucho Percy, duerme. La otra mano, lleva a Billy. Por más que no le hace mucha gracia.
―Mami, puedo ir solo ―se queja el mayor―. ¡Todos los demás van solos!
―No es verdad, mira a …
―¡Solos los bebés van de la mano de sus madres! ―insiste, más alto. Hasta intenta soltarse.
Molly lo agarra con más fuerza y le envía una mirada de súplica a su marido.
―¿Y si Charlie se va con mami, y tú vienes conmigo, Billy?
Él lo piensa un segundo, se encoge de hombros y asiente.
―Está bien ―dice, con resignación.
Charlie hace el cambio sin más, y Molly y Arthur se sonríen con cariño. Arthur mira al frente, hacia las familias con sus hijos, que empiezan a llenar la escuela. No puede dejar de sonreír.
―¡Oh, Molly! Solo debemos esperar unos años para llenarla, y si tuviéramos el bus escolar amarillo funcional para los viajes mágicos… ¡Esta escuela será la más hermosa y perfecta!
Molly solo gira los ojos. ¡Su esposo y su fijación con todo lo que sea muggle!
22 de setiembre, 1976.
Sección Social especial de El Profeta.
Los bautizos del equinoccio de otoño.
La antigua y noble casa Malfoy, junto a la antigua y noble casa Black, se complacen en presentar ante la magia y la sociedad mágica, a su nueva hija: Aquila Saggita Malfoy.
Primogénita de Lucius Malfoy y Narcissa Malfoy, nacida Black, la pequeña Aquila nació el pasado 3 de agosto y, como se aprecia en la fotografía, ya exhibe el cabello platino de sus padres y la belleza de su madre.
12 de noviembre. 1976
Meredith Prince piensa, no por primera vez, que la línea entre la protección y la paranoia es muy fina en la familia Weasley.
Desde que empezó a trabajar en la clínica Wellbeloved, hace casi dos meses, siempre piensa eso cuando entra o sale de la misma. Estaba muy acostumbrada a que la red Flu y las apariciones hicieran sus caminos de y hacia el trabajo, muy fáciles. Sin embargo, por la seguridad (o paranoia) de los Weasley, Meredith tiene que usar una escoba voladora para salir de la granja. Y no es como que la clínica esté en el lugar más cercano de la pequeña sala de madera de las afueras, en donde puede usar la red Flu para ir a casa.
Pero esa noche, mientras está sobre la escoba voladora, puede ver algo que la hace desviarse de su camino, aunque contra su mejor criterio.
Una estela de humo y fuego se alza hacia la noche nubosa, a unos tres kilómetros ladera abajo de la pequeña casa de madera con las chimeneas conectadas a la red flu. Así que, a solo un viaje mágico para llegar a su casa, ella decide bajar de la escoba, dejarla allí, y coger una de las bicicletas que algún habitante de Rosemary fields dejó allí.
Es la primera vez que va activamente a un lugar totalmente muggle, y con la misión de usar magia cuando llegara ahí. Andar en bicicleta, algo que solo volvió a hacer al llegar a su nuevo trabajo, no es la mejor manera para ir a un sitio de urgencias. A los pocos metros de iniciar, tiene que parar y ponerle un hechizo suavizante al sillón de la bicicleta. Luego, usa el lumos para guiarse por el camino de tierra a oscuras… Y no puede dejar de sentir que hay algo bizarro en toda esa situación.
La única excepción del secreto de la magia es solo para los sanadores. La mayoría así lo pidió. Y Meredith está de acuerdo. Su juramento como sanadora, su verdadera vocación, la impulsa a ayudar a los que lo necesiten. Sean brujas, magos, muggles, squibs, seres y hasta animales, sean mágicos o no.
Pero ir a la emergencia brincando por el camino de tierra sobre una bicicleta… Le quita seriedad a su misión de alguna manera. Es una lástima que no conozca bien "Ottery muggle", como para saber dónde aparecer en un lugar seguro. Eso sería mucho más rápido y digno.
Cuando por fin llega al lugar, es como si todo hubiera terminado… Y empezado a la vez. Meredith se sorprende de no ser la única bruja en el lugar. Por lo menos cuatro más están allí, tres de ellos con el cabello pelirrojo Weasleys. Lloran, mirando hacia el suelo, donde yacen los cuerpos de tres personas calcinadas.
Dos casas habían sido quemadas hasta los cimientos, pero las llamas ya no estaban, si no pequeñas columnas de humo que se disipaban rápidamente en el aire. Meredith se acerca, porque hay una docena de personas que parecen también haber salido heridos en el incendio.
Primero, hace un hechizo de "no notarme" con su varita escondida en su manga. No es tan fácil, pero por eso lo practicó tanto cuando su maestro le insistió en que nunca sabía cuando lo iba a necesitar. En los tiempos de la segunda guerra mundial muggle, él mismo lo usó mucho.
Siente como el hechizo toma fuerza a unos cinco metros alrededor de ella. Tranquila, se acerca al costado donde varias personas parecen estar siendo ayudadas por el médico del pueblo.
Lo más que tiene que hacer es sacar los residuos de humo de las vías respiratorias de sus pacientes, después de hechizarlos, desde su manga, para que se aturdan por un par de segundos. El hechizo de "no notar" no llega a tanto como que alguien te indique con una varita y saque una nube de humo de tu nariz y boca, para terminar tosiendo.
Al final de terminar de ayudar al último de los muggles, un niño que lloraba por el dolor de una quemada menor; ella se pone en pie y se gira para buscar el pelo pelirrojo de algún Weasley. Sin embargo, lo que se encuentre es con una mujer frente a ella. Alta, de cabello largo y rizado y con una quijada cuadrada que, aún así, mejoraba su hermosura. Ella le toma el antebrazo con mucha fuerza, diciéndole en un susurro perentorio.
―¿Eres esa sanadora de la clínica en la granja de los Weasley, cierto? ―Meredith solo puede asentir, y la mujer de labios finos sonríe―: ¡Te necesitamos por aquí, sígueme!
Y las dos desaparecen… Justo después de eso, es que aparece la Marca Tenebrosa arriba de las dos casas y que los magos y brujas que están ahí terminan de creerse lo que habían temido. Alphonse Fawcett, el squib que decidió vivir en Ottery muggle, su esposa Vivian que tanto había ayudado a la familia Weasley a organizar la Granny Allan primary school; y su vecina, que solo tuvo la mala suerte de vivir junto a ellos, Habían muerto por un ataque terrorista de los seguidores de Voldermort.
No es hasta el día siguiente, alertados por la abuela de Meredith, que la comunidad mágica se da cuenta de que ella también había desaparecido en ese ataque también.
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Toda la familia de Rosemary Fields se lamentó por esa desaparición y la muerte de Alphonse y Vivian. Hasta estuvieron a punto de cerrar la escuela y la Clínica Wellbeloved, pues estaban seguros que el ataque se dio como respuesta a esas dos iniciativas. Sin embargo, se dieron cuenta de que no atacaron a esos lugares directamente, lo que quería decir que sus protecciones se mantuvieron.
Al final, lo que decidieron fue no cerrar ni la escuela ni la clínica, si no mejorar aún más las protecciones de la Rosemary Fields. Llamar a todos los familiares en posible peligro, como el primo squib de Molly, a que vivieran dentro de esas protecciones. Y, finalmente, poner algunas cuantas de ellas en Ottery muggle. Aunque, lastimosamente, no podían hacer más que tener un rastro de cuando alguien mágico entraba en el pueblo…
Sobra decir que esa navidad tampoco es muy feliz para la mayoría de la comunidad mágica en Gran Bretaña. Aunque eso sí, la familia de Rosemary Fields para ese entonces ya es un poco más grande, y mucho más unida.
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La actividad mortífaga sigue. Para ese entonces, Gran Bretaña mágico ya está acostumbrado a esperar que algo macabro pase por lo menos una vez cada quince días… Y tener muchas incógnitas de si los mortífagos tendrían algo qué ver con cualquier cosa extraña en el mundo muggle, siempre que hubiera muertes de por medio.
Lo que jamás se esperaron, fue que una actividad mortífaga fuera… No mala.
La noticia, que la Revista mensual Exo sacó en exclusiva por primera vez en su boletín El Quisquilloso, va más o menos fue así:
29 de junio, 1977, Noticia especial del Quisquilloso.
¡Meredith Prince aparece viva e ilesa!
En la mañana de este pasado 27 de junio, se vio caminando por la calle principal de un pequeño pueblo de Devon, a una joven que toda la comunidad mágica de Gran Bretaña contaba entre los muertos de esta guerra de terror en que estamos sumidos.
Meredith Prince, una joven y prometedora sanadora, había desaparecido la misma noche en que los mortífagos mataron al squib Alphonse Fawcett y esposa, la muggle y maestra Vivian Fawcett.
La última vez que fue vista, la señorita Prince estaba tratando a los heridos por este ataque. Y, después que la atraparon, fue que apareció la Marca Tenebrosa en los cielos.
Por eso, se dio por hecho que Meredith Prince fue la tercera víctima mortal de este ataque… Hasta que se le vio caminando por la calle principal del mismo pueblo en donde había desaparecido, casi ocho meses antes.
Los habitantes mágicos más cercanos a ese pueblo, se apersonaron al saber de la llegada de una persona mágica en un lugar muggle.
Sorprendidos, aunque quisieran creer en lo que veían, la prevención los hizo tratar a la joven Prince como una persona sospechosa.
Los aurores llegaron rápidamente a iniciar la investigación. Sus pruebas dejaron al descubierto, sin lugar a dudas, de que la bruja en efecto se trataba de Meredith Prince.
Hasta el momento, la investigación de su desaparición y aparición, siguen abiertas. A la fecha del cierre de impresión, no hay alguna otra declaración del tema por parte de los aurores.
En la actualidad, y por el bien del estado de salud de la señorita Prince, la misma se encuentra en un cuarto privado en San Mungo.
Los personeros del hospital informan que la bruja se encuentra relativamente bien de salud. Los familiares y amigos esperan su pronto regreso a casa.
Lo que no dice ese, ni los reportajes en la Exo o El Profeta siguientes, es que Meredith Prince nunca volvió a ser la misma.
Lo último que ella recuerda de esos más de siete meses de desaparición, fue que terminó de ayudar a uno de los heridos del incendio. Estaba tan segura de eso, que insistía en que no entendía cómo es que de repente se hizo de día y, el clima, más caliente; cuando se vio caminando en esa mañana por Ottery St. Catchpole.
Al creer tanto en su mente ordenada y analítica, por varias semanas, Meredith está segura de que debió haber pasado algún accidente con magia temporal. Uno que la hizo viajar desde esa noche del incendio, hasta la mañana del 27 de junio del año siguiente.
No es de extrañar que pensara en eso como la única explicación viable. Tenía hechos para creerlo posible.
Meredith fue de los alumnos a los que les dieron giratiempos en sus años de Hogwarts. Una de ese selecto y pequeño grupo que sabe que, el uso de esos objetos mágicos, es el secreto del porqué no hay ni quince profesores para enseñar a una media de 650 alumnos. Eso sin contar el trabajo extra como cabeza de casa, o de los profesores de Herbología, magizoología y Pociones, por ejemplo.
… O el mantener los tres muy importantes puestos de trabajo que regenta Albus Dumbledore por tantos años.
Por eso, Meredith Prince insiste, con toda la lógica y teoría que se le ocurre, que solo viajó en el tiempo. Que no había siete meses y medio perdidos en su vida, o memoria.
Los sanadores la dejan ser. Saben que un Ravenclaw de cepa no va a ser convencida de que su razonamiento es erróneo, hasta que ella lo haga por sí misma.
Porque ellos saben que la teoría de Mredith no es cierta. Sus condiciones corporales hablan de desnutrición y un continuo desgaste por estrés, tanto que su corazón se debilitó al punto de tener una malformación. Tratable con pociones y una vida tranquila, pero que habla, junto a su ansiedad y dificultad para dormir, del tipo de vida que tuvo en esos meses en que todos la creían muerta.
No solo eso, encontraron rastros mágicos en su cabeza, que explican porqué Meredith no recuerda. Su memoria fue fuertemente manipulada para que no lo hiciera. Para lo peligrosa que es ese tipo de magia, los problemas que tiene ella al recordar, sobre todo, nombres y direcciones comunes, no es nada comparado con lo que pudo haber sufrido.
… Aunque se puede entender, por su actuar diferente, que en el fondo, por más que no lo recuerde, lo "sabe". El que una prometedora sanadora ginecológica de repente tuviera ataques de ansiedad y pánicos al ver bebes, oír sus llantos o, peor aún, a simplemente visualizar a brujas embarazadas; hace pensar a los sanadores que tal vez la secuestraron para que fungiera como partera.
Por eso, es que poco después de ser dada de alta, Meredith Prince decide que va a dejar su puesto en la Clínica Wellbeloved. Fue a casa por unos meses, para volver a acostumbrarse a la vida cotidiana y terminar del todo con el tratamiento contra la magia mental. A pesar de los esfuerzos, sobre todo por insistencia de los aurores, los sanadores no pudieron sacar más que algunos recuerdos sin importancia de esos meses; aunque sí mejoró mucho la memoria de la Ravenclaw, lo cual era lo que más le preocupaba a ella.
Un par de meses después de salir de San Mungo, Meredith regresa al mismo voluntariamente. A trabajar. Pero no con pacientes, como hizo desde que salió de Hogwarts y consiguió ser estudiante de un gran sanador en San Mungo.
No, el control que tiene que tener con su ansiedad, le ha hecho imposible ser una sanadora que trabajara directamente con los pacientes. Por eso, y sin vergüenza alguna por su necesidad de llevar una vida tranquila, decide ser una "Murciélago".
Así es como les llaman a los especialistas que trabajan en la "Cueva", un entramado enorme por magia expansiva, que se encuentra bajo los cimientos de San Mungo. Allí, en oscuros y estrechos pasillos, o hasta enormes espacios con luz solar propia y diferente biodiversidades; es donde trabajan las personas que cuidan esos ingredientes y hacen las pociones que se usan en el hospital.
Meredith tiene todo lo que se necesita para ser un Murciélago, pero su necesidad de estar en la acción de la sanación la había hecho no pensar en ese trabajo… Hasta que la ansiedad la hizo querer alejarse del sanar directamente.
Es por eso que, como la gran mayoría de los Murciélagos, aprendió a quedarse en su cueva, trabajar sin que nadie los viera, y volver a casa a tener vidas tranquilas. Y nunca más vio para atrás… Ni siquiera para visitar a la Rosemary Fields, por más que la familia Weasley y su anterior jefa intentaron mantenerse cerca de ella.
25 de diciembre, 1977
Aunque, para la comunidad mágica de Gran Bretaña, las celebraciones del solsticio de invierno son el 21 o 22 de diciembre; desde hace más o menos cien años empezaron a adoptar la costumbre muggle de la navidad. Sobre todo, la de los regalos para los niños.
La Rosemary Fields no es una excepción en esta celebración. Aunque, más o menos desde el año 72, se siente que no es momento para celebraciones. Siempre, en los años anteriores, pasa algo que entristece a personas de la gran familia Weasley.
La navidad del 77 no es una excepción. Y el golpe fue mucho más cercano que otras veces para la familia de la Madriguera.
A inicios de octubre, apenas despuntaba el anochecer, hubo un ataque de Mortífagos al Callejón Diagon. Fue en contra de la tienda de Artesanías y Pociones Potter, que fue prácticamente destruida, mientras más Mortífagos alejaban a los aurores y algunos magos y brujas valientes que quisieron ayudar, del lugar.
El ataque no duró ni tres minutos, pero la ferocidad y falta de moral con la que usaron sus maldiciones, aumentó la lista de muertos en esta guerra en cuatro. Y con el triple de heridos.
Para la desolación de la familia comandada por Arthur y Molly Weasley, cada una de esa lista tiene el nombre de dos familiares muy cercanos. Fabian y Guideon Prewett. Y si no fuera por una poción mejorada para la pérdida de la sangre que inventó Meredith Prince, los dos estarían en la primera de esas listas.
Aunque esas primeras semanas, después de despertar en San Mungo, sin medio brazo y solo una pierna, Guideon Prewett muchas veces deseó haberse muerto también. No por las pérdidas tan grandes en su cuerpo, su brazo lisiado era con el que usaba la varita; si no por la pérdida de su hermano gemelo en el mismo ataque.
La depresión llegó a tanto, que Molly decidió que, aunque estuviera iniciando un nuevo embarazo, tuviera en casa cuatro niños pequeños y la responsabilidad como cabeza de familia de los Weasley; ella iba a volver a su casa familiar para apoyar a su padre, a su vieja elfa doméstica y, sobre todo, a Guideon con su estado de ánimo, sobre todo porque estaba teniendo grandes problemas para aceptar sus nuevas prótesis.
A los pocos días de estar allí, tanto el padre, como el hijo y, por supuesto, la elfa doméstica; se dieron cuenta de que Molly también estaba tan destrozada como ellos por la muerte de Fabian. Sin embargo, a diferencia de los demás de la familia, ella no había caído en un letargo, desgana y mal humor; si no en tratar de estar activa todo el tiempo, para no dejarse llevar por la tristeza.
Eso hizo que, a esos pocos días de llegar a la casa Prewett y de vivir entre esta y la Rosemary Fields; sufriera un intento de aborto. Eso fue lo que hizo reaccionar a su padre y hermano, y a decidir que sí, era hora de unir a la familia. Por eso, fueron ellos los que se fueron a vivir con su hija en La Madriguera.
Por eso, esa navidad de 1977, y como desde hace más de un mes, el papá de Molly, su hermano y la anciana elfa doméstica están allí.
Por el bien de todos los niños de la casa, sobre todo de los dos mayores que tienen edad para recordar, los adultos han intentado hacer esos días de navidad unos llenos de alegría y celebración. Gracias a eso, y para sorpresa de todos, han pasado mejor la velada de lo que hubieran esperado… Aunque jamás como si también estuviera Fabián allí, con ellos.
En la cena de noche buena, la mesa en la Madriguera se expande para albergar toda la comida, a la joven familia de Molly y Arthur, el señor Prewett, Guideon, y los padres y hermanos de Arthur.
Estaban en esa pausa entre la comida y el postre, dándose un tiempo para hacer espacio en sus estómagos. Los adultos hablan entre sí de todo y nada, y los niños juegan en el suelo de la sala, custodiados por Guideon.
En esas semanas, el joven no volvió a ser ni la sombra del joven lleno de energía y vigor que fue, pero sí mejoró mucho su humor al solo centrarse, silenciosa pero pacientemente, a hacer compañía a sus sobrinos y sobrina. Era como si necesitara recordar que aún existía el bien, la alegría y la inocencia en el mundo; y esos niños se lo recordaran todo el tiempo… Y no pudiera recordarlo si no fuera por ellos.
Guideon fue el último en darse cuenta de que Arthur estaba llamando a todos de nuevo a la mesa. Y solo porque Billy lo toma de la mano y le dice: "vamos, tío Gui, que nos llaman" antes de llevárselo detrás de él.
Las risas divertidas de los más pequeños de la casa, Debby y Percy, hacen sonreír a todos los adultos, hasta un poquito a Guideon. Sus padres los traen de nuevo hacia la mesa usando una forma muy convencional, para los magos y brujas de la Rosemary Fields. Ambos están flotando por el aire, lentamente pero sin pausa a la altura de un metro del suelo, guiados por las varitas de sus padres. Debby, que a sus más de dos años ya puede caminar muy bien, muchas veces sigue insistiendo en que se le mueva de esa manera con un "vola, vola". Sus padres no entienden por qué justo esa palabra, pues en el inglés que ellos usan, no tiene nada que ver con flotar.
Percy, a su año y medio, es mucho más voluntarioso que su hermana. Él intenta hacer las cosas solo, comer, caminar, correr, vestirse… Y aún así, a los pocos segundos de que lo hagan flotar, termina riendo tanto como su hermana.
Pasan un par de minutos mientras ellos dos se terminan de acomodar en sus sillas altas. Cuando por fin todo está listo, Bilius es quien toma la palabra:
―Por favor, dime que hicieron por lo menos tres postres. Uno tuyo, Molly, otro de Kiki por parte de los Prewett, y otro de Gertry por parte de los Weasley... No sé ustedes, pero…
Nadie supo qué iba a decir Bilius, porque Arthur lo para en ese momento:
―Antes de eso, para que Bilius se mantenga tranquilo: hay dos postres no tres. Y ahora, lo principal. Querida, ¿qué tal si haces los honores?
Arthur abraza de lado a su esposa. Al saber que estaba embarazada por quinta vez, Molly creyó que ya nada la iba a sorprender de todo el proceso. Sin embargo, se equivocó. A sus casi seis meses de gestación, se dio cuenta que este embarazo también vino con sorpresas. En apenas un par de meses, su estómago creció casi al tamaño que tuvo en los otros tres embarazos que llegaron al noveno mes. Por eso imaginó que, en la revisión con la sanadora Wellbeloved, le iban a decir que el bebé era muy grande.
Jamás se le imaginó lo que le dijo. Hasta la misma sanadora, que llevó el control del embarazo desde que Molly sospechó del mismo, se maravilló por la sorpresa. Esa misma que Arthur y Molly esperaron para decir a su familia más cercana en esa cena.
Molly sonríe muy grande cuando dice, con voz extrañamente suave para la emoción que siente.
―¡Vamos a tener gemelos!
Después de la sorpresa, la emoción, preguntas y exclamaciones no se hicieron esperar… Hasta que terminan en silencio cuando se dan cuenta que uno de ellos no habla.
Guideon tiene la cabeza baja y no hace ningún sonido, o parece que eso intenta con todas sus fuerzas. La forma en que su torso se mueve, hace evidente que está llorando.
Molly va en seguida a abrazarle, y el llanto sale de él como cuando era niño, y lloraba por su madre… Pero en ese entonces, eran dos los niños que Molly solía consolar.
Esa navidad de 77 termina poco después de eso, con una nota triste que nadie sabe como quitar del ambiente. Al menos hasta que, al día siguiente, los niños Weasley despiertan para alegrar la mañana con su alegría por sus juguetes. Y Guideon sonríe, tomando fuerza de ellos, para recordar de nuevo que en el mundo también hay luz.
