22 de marzo, 1978
Esa mañana de miércoles, a mediados de las vacaciones de pascua, Molly está sentada en el sillón, mientras ve a Gertry cocinar el desayuno. La enorme barriga de la bruja no ha hecho más que crecer y junto a ella, su falta de energía y descontrol de su magia. Por eso, aunque la está haciendo sentir cada vez más estresada, Molly tiene que "descansar"… ¡Lo único que puede hacer es algún papeleo como cabeza de la familia Weasley! ¡Ni siquiera hacer las rondas en la finca para ver ella misma cómo van las cosas!
Al menos hay algo que le saca una sonrisa. El hecho de que todos los niños y jóvenes que estaban en Hogwarts, volvieran con sus familias en la Rosemary Fields desde el sábado pasado… Es como si parte de la vida volviera a la granja con ellos.
"Y no", se dice Molly de repente, "no vas a pensar en los años en que sean mis hijos los que nos dejen por meses para ir a Hogwarts… Solo espera a que el día siga, para que dejes de pensar en tonterías".
Desde que la sanadora Wellbeloved le sugirió que hiciera descanso en ese último mes del embarazo, Molly se ha dado cuenta que piensa más en las cosas. Sobre todo cuando se levanta temprano en la mañana, y se da cuenta que no tiene que apurarse a hacer la comida y ver porque su esposo, hijos mayores y padre (el papá de Molly decidió ser un profesor más en la Granny Allan school), estuvieran listos para bajar al maizal.
No, desde esa sugerencia de la sanadora, que su familia tomó como orden, Molly se queda en cama mientras Gertry y los demás se hacen cargo del caos mañanero… Y es cuando, para su pesar, piensa. Y no en cosas del día a día de ser madre y ama de casa, de tener que cuidar a Guideon, que aún no sale mucho de la Madriguera, o de ser cabeza de la familia Weasley. En esos días que tiene más tiempo, piensa en serio en la situación que están viviendo: una guerra. En el hecho de que personas cercanas han muerto en ella, y de que prácticamente viven confinados en la Rosemary Fields, porque su familia es una de las que esos mortífagos ven como "traidores a la sangre".
… Por ese tipo de pensamientos y, sobre todo, por lo impotente que se siente ante eso; es que Molly siempre termina yendo a sentarse a ese sofá, antes de que la mayoría de ocupantes de la casa siquiera estuvieran despiertos. La joven madre "supervisa" a la elfa doméstica que, a las claras, no necesita supervisión, pero le sigue las órdenes con paciencia.
Llaman a la puerta, y Molly se está acomodando para levantarse, cuando Gertry ya está frente a la puerta y la abre con decisión.
―Buenos días Wilfred cartero señor ―dice la elfa, amablemente.
Como pusieron un lugar único para la red Flu y la recepción de lechuzas de los residentes de la Rosemary Fields, con el tiempo terminó apareciendo el rol de cartero en la granja. El que al final lo mantendría diariamente, y solo por la necesidad de hacer algo más como agradecimiento, es Wildred Connelly. Uno de los magos que decidieron pedir refugio en la Rosemary Fields. No solo era hijo de muggles, se había casado con una muggle también. Como fue uno de los empleados en la Rosemary Fields y sabían de la estructura de su familia, Molly le mandó una carta, como con muchos otros que fueron parte de la Rosemary Fields.
No fueron pocos los que, como él, decidieron volver a vivir en la Granja. Saber que habían mejorado las protecciones después del ataque a Ottery st. Catchpole, y que en ese lugar iban a tener techo y comida, atrajo a algunos de los que estaban poniéndose nerviosos por la situación con Voldermort.
Tener más personas que cuidar y alimentar no ha hecho que mejore mucho la economía de la Rosemary Fields, pero sí la moral de toda la familia. Sentir que están haciendo algo en contra del terror es mucho para los Weasley que, históricamente, han tenido una mayoría Gryffindor y Hufflepuff. Ser valientes y leales… Los ha mantenido aún más unidos como familia y comunidad. Aunque los cambios no han sido fáciles, pues muchos de los recién llegados están pasando por duelos y a algunos, les cuesta darse a la idea de la rutina de una granja; han valido la pena.
… Molly tenía cierta noción de que los cambios iban a seguir sucediendo. Pero no de que llegarían esa misma mañana, por unas cartas escritas con tinta verde.
Gertry y Wilfred conversan cordialmente por un par de minutos, antes de que se despidan y la elfa vaya a entregarle las cartas a Molly. Ella la agradece, y empieza a seleccionarlas mientras Gertry vuelve a la cocina.
Hay más correspondencia que la mayoría de las mañanas. Hay tres misivas, además del Profeta de rigor. Es verdad que, como buenos y leales familiares de Xeno, los residentes de la Rosemary Fields prefieren con mucho la revista mensual Exo. Sin embargo, esperar todo un mes por el mejor periodismo de Gran Bretaña mágico, no llena la curiosidad diaria de los que no se contentan ni con los esporádicos y pequeños boletines del Quisquilloso.
Pero no es el Profeta, ni el Quisquilloso, lo que llama la atención de Molly. Si no dos cartas escritas en uno de los mejores pergaminos en el mercado y, lo que más le interesa, tinta verde.
Es bien sabido que solo hay una institución en Gran Bretaña mágico que usa esas dos cosas en sus cartas: Hogwarts.
Molly no puede evitar sentir una gran emoción y nostalgia, como si volviera a ser esa niña de once años que recibió una carta muy parecida de una lechuza, la que todo infante mágico de Gran Bretaña espera con emoción. Luego, lo que siente es extrañeza.
Las dos cartas fueron enviadas por la subdirectora, Minerva McGonagall. Pero una era para ella, en calidad de cabeza de familia Weasley, y la otra era para Arthur, como director de la Granny Allan Elementary school.
Aunque, por las propuestas de ambas cartas, todos los lugartenientes de la Rosemary Fields deben dar su punto de vista al respecto, y no solo Molly y Arthur.
La cuestión no es fácil. Minerva McGonagall pide que la Rosemary Fields le dé cobijo a las familias de hijos de muggles, que la Granny Allan Elementary school les diera educación a todos ellos antes de que entren a Hogwarts, como trabajo y sustento a sus padres y hermanos en la granja.
Aunque el ministerio de magia, y Hogwarts, no contactan a los hijos de muggles hasta sus once años; en todos los casos, saben de ellos a más tardar a sus nueve años. Es muy común que la magia accidental empiece desde que los niños mágicos son bebés, y las situaciones se suceden durante toda su infancia, para estabilizarse más o menos al llegar a sus diez años. Esa situación llega a tal punto, que hay un subdepartamento dentro del Ministerio de magia, que se hace cargo de ellos cuando la magia accidental llega a poner en peligro el secreto internacional de la magia.
Es más, a los padres de hijos de muggles les han borrado la memoria un promedio de tres veces, antes de que les hagan la inducción al mundo mágico en que su hijo o hija va a ser parte, desde sus once años, cuando una carta escrita con tinta verde, llega a su casa.
Sin embargo, según la carta de la profesora McGonagall, algunas familias muggles con niños mágicos han tenido visitas en los últimos meses. De mortífagos, que han dejado sus hogares sin nadie vivo y una marca tenebrosa encima de ellos… Eso es lo que une a la mayoría de ataques "aleatorios" a muggles que se han reportado en El Profeta y la Exo.
La profesora McGonagall dice en la carta que ella, el profesor Dumbledore y otras personas que trabajan junto a ellos en contra de los mortífagos, saben de eso desde hace un par de ataques. También, de que le han informado la situación a la Ministra de magia Bagnold. Pero, dados los dos últimos ataques, es obvio que no están haciendo lo suficiente.
Por eso, McGonagall ha mandado esas cartas.
La reunión que se da, esa misma tarde, es la más larga desde la del 72… Entendible, porque casi que todos los adultos de la familia están ahí, dando su opinión.
No dieron con una decisión en ella. Lo único en lo que se pusieron de acuerdo, es que aún tenían muchas preguntas y que, sin respuestas a las mismas, no van a llegar a una decisión.
-o-
La mañana de dos días después, Molly, Arthur, los lugartenientes y el "triunvirato" de la Rosemary Fields, están estrujados en el lugar donde llegan las lechuzas y están las chimeneas que aún tienen red Flu. O "la central", como terminaron llamándola.
Frente a ellos, se encuentra Albus Dumbledore y Minerva McGonagall. Molly y Arthur no pueden dejar de sentir como si ellos estuvieran en la oficina del director. El saber que los dos profesores llegaron a verlos a ellos, a pedirles un favor a ellos… Les parece totalmente bizarro.
Aún así, no se sienten mal de mantener a ambas figuras de autoridad detrás de la barrera mágica. Esa que rodea la chimenea por la cual acaban de salir. Ya habían aprobado que nadie de fuera de la granja puede pasar más allá de sus protecciones, a menos de que pasaran su prueba de confiabilidad.
La tía Tessy les ha dejado dos frascos con esa prueba, en una mesita frente a las sillas esperando por ellos, a cada lado de la chimenea… El espacio es tan pequeño dentro de las protecciones, que el profesor Dumbledore parece no saber qué hacer con sus largas piernas.
La profesora McGonagall está más interesada en las pociones que les han pedido que tomen, que en la comodidad del sitio en que debe quedarse. Sería la primera vez que toma Veriseratum. No puede dejar de sentirse indignada de que esas dos personas le pidieran que tomaran esa poción para probar que es confiable. ¡Si solo hace unos pocos años, les tuvo que restar puntos por encontrarlos solos y en una posición comprometida!
Sin embargo, sabe que no está en posición de exigir nada. Ella es la que ha insistido en pedir ayuda a los Weasley. Desde que se dio cuenta de la conexión entre la mayoría de ataques a familias muggles, no puede dejar de sentir que ella es la principal responsable por la seguridad de esas personas.
Por eso, está a punto de tomar la poción sin más, cuando siente como la mano de Dumbledore se posa en su antebrazo, y la para.
―Es muy razonable de su parte que quieran estar seguros de con quiénes van a hablar, y cuales son sus intenciones ―comenta él, con su natural tono amistoso―. Sin embargo, por los cargos que ostento, no puedo tomar la poción sin estar seguro de que no pondré en riesgo la información sensible que poseo.
Minerva asiente hacia Dumbledore, pero eso no quita que acerca la poción a su rostro y se la toma de un trago… Aún la sorprende que una poción tan difícil de destilar y potente, no sepa a nada… Siente su mente empezar a aligerarse, antes de comentar:
―Yo no tengo esos problemas. Sé que todas las familias mágicas que viven aquí, tienen familiares a nuestro cuidado. Solo por eso, sé que debemos y podemos confiar entre nosotros.
Dumbledore da un suspiro.
―Si fuera solo el director de Hogwarts… Pero, como ustedes saben, tengo varios otros cargos de los que soy responsable. Además, y veo que ustedes mismos lo entienden, antes de hablar con franqueza, también quiero tener una prueba de que todos aquí son de confianza.
Mira por encima de sus lentes a todos en un solo movimiento. Molly está segura de que nadie, tal vez a excepción de la tía Tessy, pudo evitar sentirse como un niño de once años que acaba de entrar a la oficina de su profesor.
Y, de hecho, es la tía Tessy la que termina con el silencio que se da. Ella coge un pergamino de uno de los bolsillos de su túnica, e indica al director con el mismo.
―Pensé que ibas a decir algo como eso, Albus. Así que, me permití redactar dos juramentos mágicos. Uno es para nosotros, para que estén seguros de que aquí somos de fiar. Y otro es para ti, en el que llegamos a un punto medio en cuanto la información que nos puedes dar.
Dumbledore le sonríe. Y, luego, se sorprende cuando ella sí puede pasar su brazo, para darle el pergamino.
Al salir de la chimenea, había hecho unas pruebas para saber de qué se trataba la protección. Se sorprendió al darse cuenta de que eran dos. La más externa evita que la magia pase, a menos de que se use hechizos demasiado destructivos o se haga una repetición grande de ellos. La segunda, y la más cercana a ellos, es la que evita que salgan de allí. Es una magia simbiótica que en verdad le sorprendió. Tiene una poción recorriendo las runas cinceladas en el suelo, hecho con una amalgama de sustancias que le dan más poder a la magia en sí. Es una barrera envejecedora. Quien pase por ella, verá su cuerpo envejecido… Un mínimo de cincuenta años.
Por eso, se sorprende mucho de que Tessalia no haya caído muerta ahí mismo. Se ve que no pudo ver que esa barrera solo sirve de un lado de la misma… En serio que es una obra de arte.
Dumbledore solo levanta las cejas hacia Tessalia, para dar a entender que se había dado cuenta de eso. La mujer le sonríe de vuelta, cómplice. Luego, él se centra en el pergamino. Vuelve a levantar las cejas, impresionado pero no sorprendido. Solo tiene un par de cambios en la redacción qué objetar pero, por lo demás, los juramentos son perfectos.
―Gracias Tessalia. Siempre supiste cómo negociar con las personas. ¿Recuerdas las veces en que liderabas las conversaciones con los profesores para que nos dejaran ir a Hogsmeade…? ¡La profesora Green no terminaba ni de entender a qué estaba aceptando!
Los dos se ríen, divertidos.
―¡Ah, que los dos fueron juntos a Hogwarts! ―exclama Xeno de repente.
Y sin que nadie pudiera o quisiera detenerlos, se da una amena conversación con ellos dos como centro. De los aquellos tiempos, y de cómo el Hogwarts al que ellos fueron era igual y, a la misma vez, diferente del actual.
Justo cuando Molly hace un segundo intento para que todos vuelvan al tema de importancia, es otra persona quien logra encarrilar la discusión:
―¡Por Dios santo! ¿Pueden dejar las estupideces de una vez? ¡Allá afuera hay niños, niños siendo asesinados! ―la voz de la profesora McGonagall es estridente, y se quiebra al final. Es más, tiene que cubrirse el rostro, pues el llanto le gana la batalla.
El veriseratum no solo impide que mientas, también te hace ser muy sincero con lo que piensas y sientes. Nadie había visto de esa manera a la profesora McGonagall, y la gran mayoría entiende que esas emociones y sentimientos deben estar a flor de piel en ella… Por eso mismo, había tomado el veriseratum sin vacilar.
Y, sin vacilar, todos los que viven en la Rosemary Fields hacen el juramento mágico segundos después. Luego, Dumbledore también lo hace. Ambas partes saben que van a mantener el secreto, confianza y la seguridad del otro de esa manera. Así pues, pueden hablar libremente.
Y es Minerva McGonagall, puede que sin haber necesitado del veriseratum, la que empieza a hablar.
―La principal razón por la que pedimos su ayuda, es porque no se puede confiar en el Ministerio de magia…
-o-
La conversación que sigue no es tan larga como la de un par de días después, pero sí más preocupante. Saber lo que significa que hay hijos de muggles de menos de once años, que están siendo asesinados por los mortífagos; solo intensifica la sensación de impotencia, terror y apremio.
Solo hay dos lugares en Gran Bretaña donde se puede encontrar un registro de esas familias. Una de ellas, es la lista de Hogwarts. Custodiada por Minerva McGonagall y las protecciones del colegio, Dumbledore, su subdirectora y la orden del Fénix están seguros de que los Mortífagos no encontraron esa información para dársela a Voldermort allí.
Pero eso deja la tan aterradora revelación de Minerva. El ministerio de magia está siendo infiltrado, y la ministra de magia Bagnole no ha hecho pública la situación. Sí, están haciendo alguna vigilancia, pero no la suficiente, porque es un secreto que solo unos pocos de los aurores conocen. No quiere poner en sobre-aviso a los que realmente les importan atrapar. Su principal objetivo es encontrar a los infiltrados, y evitar que la comunidad mágica pierda aún más de su confianza en el gobierno.
―… Sin la total cooperación del Ministerio, y nuestros pocos recursos, los esfuerzos que estamos haciendo son insuficientes. Por eso, venimos humildemente, a pedir que la Rosemary Fields, y la antigua y noble casa de los Weasley, ayude a estas familias. ―dice Dumbledore, casi dos horas después de haber salido por la chimenea.
Uno de los Fawcett abre la boca para hablar. Es uno de los más encarnizados oponentes a abrir aún más las puertas de la Rosemary Fields. Teme las represalias de un acto tan evidente de que los Weasley, bajo los cuales están siendo protegidos, son enemigos de los terroristas… Ya han sido atacados dos veces, en menos de diez años, por esos lunáticos.
Solo el hecho de que Molly insistiera en poner tan fuertes protecciones alrededor de la granja, evitó que él y su familia se fuera al extranjero después del último ataque al pueblo vecino. Sin embargo, si en verdad van a albergar a todas las familias de hijos de muggles posibles, no solo aumentarían las razones para que los mortífagos los ataquen, si no que llevarían a la Granja a la quiebra… Él es un Ravenclaw, y ha hecho las cuentas. Decir que sí a esa negociación, es igual a casi que duplicar la cantidad de población que la Rosemary Fields debe albergar. Según sus cálculos, y sin pensar en algún nuevo ataque de los mortífagos, es imposible que la granja siga existiendo para ver la llegada de los años ochenta.
Él ya ha dado esa opinión, y varios dudan o se pusieron de su parte por ella. Por eso, Minerva McGonagall decide hablar al ver que justo esa persona va a dar su opinión, de nuevo. El efecto del veriseratum se ha terminado hace mucho, pero eso no evita que ella sea tan sincera y precisa con sus ideas, como siempre.
Saca un pergamino de uno de sus bolsillos, y lo extiende hacia Molly. La pelirroja pasa la mano por la barrera para tomarlo, mientras escucha.
―Esa es la propuesta que estamos dispuestos a hacer desde Hogwarts. Obviamente, esperamos que lo lean detenidamente, pero para resumir, se trata de un contrato exclusivo con la Granja Rosemary Fields para comprarle toda la comida que necesitamos en el colegio. Esperemos que eso les ayude a recuperar la total prosperidad económicamente en los años venideros.
―Con permiso ―dice una voz gruesa, mientras la curtida y gran mano que también es parte de esa persona, toma el pergamino de Molly―. Lo leeré primero.
Por una vez, aunque sin sorprender a nadie que lo conoce, es Primus Weasley el que toma la iniciativa. Puede ser que sea un hombre de pocas palabras en casi que todas las situaciones, pero cuando se trata de hablar y tomar decisiones sobre "la tierra", como le dice cariñosamente a la Granja, él siempre da su valiosa posición.
A Molly no le importa mucho su atrevimiento. Lo primero que pensó al oír a quien fuera su profesora, es que en serio que todos debían leer la propuesta. Sobre todo Primus, que es el capataz de la granja y conoce lo que sucede en ella mejor que nadie.
Molly lee junto a él, gracias a que Primus tuvo la gentileza de bajar sus brazos para que ella pudiera ver también el pergamino. Sin embargo, él empieza a hacer preguntas antes de siquiera terminar de leer el contrato.
―¿No temen alguna repercusión por quitarle un importante contrato al matadero de los Lestrange o a los invernaderos de los Greengrass? Después de todo, ellos son sus principales suplidores de comida. Los otros suplidores, como los Longbotton y nosotros, no llegamos a ser ni el 30% de su demanda.
La profesora McGonagall le responde al instante, con el mismo tono serio que él ha usado.
―Estamos listos para cualquier repercusión. Hogwarts, después de todo, es una institución que ha existido sin problemas en Gran Bretaña por alrededor de mil años. Los juegos políticos y económicos que los Lestrange y Greengrass quieran usar en nuestra contra, no nos va repercutir en demasía. Además, aún haremos negocios con esas familias. Ellos nos seguirán supliendo la mayoría de los ingredientes para pociones.
―No creo que queramos quitarle negocio a los Longbotton, que han sido aliados políticos de los Weasley varias veces y, sobre todo, amigos. Además, me apena decirlo, pero ellos tienen la mejor calidad en frutas… ¿Hay clausulas que eviten que sean los Longbotton les suplan algunas frutas a ustedes?
―No, claro que no. Solo tendríamos que cambiar un poco la narración del acuerdo. Y claro, hablar con los Longbotton.
Primus asiente, y vuelve a leer. Pero, pronto, pregunta:
―No tenemos ni ganado ni siembra suficiente para la demanda que tiene Hogwarts.
―Pero sí el espacio y, si aceptan albergar esas familias, mano de obra. Además, sabemos que necesitarán tiempo, por eso el contrato iniciará en julio del próximo año. Confiamos en que, con ese tiempo, podrán mejorar su cantidad.
Primus entrecierra los ojos, piensa un poco y luego asiente. No pasan ni diez segundos de más lectura, cuando vuelve a hablar:
―Además del tiempo y la mano de obra, que dicho sea de paso, tendremos que enseñar… No tenemos el capital para pagarles a todos, hacer casas, menajes y dar comida a esas y alistar los sembradíos y rebaños que se necesita. Puede que un año y medio seamos capaces de eso pero, ¿mientras tanto, qué?
McGonagall no tiene una respuesta lista para esa pregunta, solo un creciente enojo e indignación por que estén hablando de temas económicos, ¡cuando lo principal es el pedido de refugio para los hijos de muggles y sus familias!
Intuyendo que su subdirectora no está lista para responder a esa pregunta, Albus dice:
―No sé si saben, pero una de las principales razones por las cuales Hogwarts no teme a las represalias políticas y, sobre todo, económicas; es que tenemos mil años de reliquias, algunas mágicas, en nuestro castillo y sus alrededores. Valiosas reliquias que magos y brujas con dinero, y buen gusto, pagarían gustosos por tener. No son pocas las veces que hemos tenido que hacer uso de ese recurso, con el fin de mantener nuestra autonomía y educación gratuita para todos los niños y niñas mágicos de Gran Bretaña. ¿No sé qué le parece, profesora McGonagall, en que en estos momentos, lo mejor que puede hacer Hogwarts por sus niños y niñas, es invertir en la granja Rosemary Fields?
―¡Por supuesto! ―exclama Minerva al instante, sorprendida de que no hubiera recordado ella misma ese dato importante.
―Si lo aceptáramos, sería un préstamo. Lo pagaríamos en los años venideros, como se debe ―antepone Molly al instante… Los Weasley no aceptan caridad.
Primus asiente, como si eso fuera obvio. Pandora, que ha estado oyendo todo en silencio, como los demás, es la que toma la palabra después.
―Todo eso, solo para ayudar a la familia de Ottery st. Catchpole a hacer frente a los refugiados. Pero todos saben que Hogwarts tiene espacio, mejores protecciones mágicas y recursos. ¿Por qué no son ustedes los que refugian a esas familias, directamente?
Albus y Minerva levantan las cejas, realmente sorprendidos. ¡¿Por qué no se les había ocurrido a ellos mismos esa idea?!
Xeno Lovegood le responde a su esposa antes de que se alargara el silencio.
―Es obvio que lo pensaron ellos mismos, y como casa segura de paso es muy buena opción. Pero no sabemos cuánto tiempo va a durar esta guerra, y tener familias enteras muggles en un castillo mágico por tanto tiempo… No es lo mejor para ellos emocionalmente. De hecho, la transición ya sería muy difícil en un ambiente como Rosemary Fields, que en su mayor parte, puede pasar por un pueblo de campo muggle. ¿Ser arrancados de tu vida común, para vivir enclaustrados en un colegio, sin nada qué hacer y sin sentirse incluidos en su día a día? No la mejor de las opciones. Pero claro, para las extracciones, es mejor llevarlos a un lugar "neutral" y fortificado primero, como lo es Hogwarts; y luego, cuando el peligro es menor, traer las familias aquí, donde podrán vivir mejor.
―Veo que su mente sigue siendo tan rápida como siempre, señor Lovegood ―dice Dumbledore, con una pequeña sonrisa orgullosa en su rostro, como si estuvieran en un aula de clase y un estudiante le hubiera sorprendido con una respuesta muy ingeniosa―. La logística de cómo vamos a traer a todas esas familias aquí, no es fácil.
―Y de cómo van a vivir la transición, que para ellos casi que va a ser que los secuestramos ―comenta Xeno.
―¿Cómo les van a explicar la situación? ―pregunta Molly.
… Y así, sin darse cuenta, la familia de Rosemary Fields ha aceptado albergar a más o menos cien personas más, y contando, pues niños mágicos en familias muggles nacen todos los años. En el fondo, cada uno de ellos sabía que iban a hacer justo eso. Solo querían sentir que iban a ser apoyados como se debe en esa misión, e intentar mantenerse ellos mismos seguros. Con esa reunión, las bases están echadas y, unas semanas después, estarían dando la bienvenida a las primeras familias de hijos de muggles en ese mismo lugar.
