12. Alas negras.
29 de noviembre, 1981
Pronto, prácticamente todos en la familia de Debby Weasley también vieron a la lechuza. Llegaba ahí a diferentes horas del día y la noche, como esperando algo por una media hora pero sin llegar a presionar por ello. Luego, se iba.
Por eso, cuando se oye la llegada de una lechuza en medio del desayuno de ese domingo, Debby levanta la mirada de su cuaderno. Pero solo es una común y corriente, de color marrón, con carta y maneras demandantes. La niña de seis años vuelve a centrarse en lo que escribía.
Ese cuaderno es el cuarto que le han dado en su vida. Los primeros tres se llamaban "My stories and las de Esciam" I, II y III; y a ese último aún le quedaban algunas páginas en blanco.
Pero el cuarto, ese es diferente a los demás. Ese se llama "Ideas", y es el que más ha usado Debby en esas semanas.
Desde que se supo que Harry Potter vivió, Debby ha vuelto a parecerse cada vez más en esa niña pre-cuaderno. Muchas veces mira hacia la nada, ve sin poner atención a la gente y no oye lo que le dicen. Casi ni habla… Solo escribe, borra y vuelve a escribir. Tanta es su obsesión, que la han encontrado haciendo justo eso encerrada en el baño o a altas horas de la noche, en su cama y a la luz de varias lámparas.
Molly y Arthur están preocupados. Cuando Tom Riddle murió, creyeron que el destino de "Deborah" no iba a llegar a su niña. Que no tendría que ser consejera de un líder en la guerra. Pero, cuando se dieron cuenta de su asidua visita plumífera y al verla centrarse tanto en su nuevo cuaderno, entendieron que ese destino no había terminado.
Pero no han hecho nada. Como casi todos los que viven en Ottery mágico. Además de haber relajado un poco las protecciones, y que algunos salieran a visitar el Callejón Diagon y Hogsmeade (lugares relativamente seguros, aún en los tiempos de guerra) no han cambiado muchas cosas. Es difícil de creer que todo ha terminado, más cuando se supo del ataque a los Longbotton hace pocos días.
Por eso, Molly y Arthur están también como esperando a ver qué pasa con su hija y esa lechuza negra. En el fondo, esperan que si Sybill Trelawney sabe algo del futuro de Debby, será ella la que se acerque a buscarlos…
Aunque dicen que, desde que murió el profesor Ponsarde, Sybill perdió el norte, para luego dejar su exitosa carrera como adivina para solo enseñar en Hogwarts. Pero Molly no cree…
―¡Mamáaaaa! ―la exclamación de Billy, o Bill como últimamente quiere que le llamen, la hace salir de sus pensamientos.
―¿Sí, cariño?
―¿Cuándo vamos a ir donde Ollivander por mi varita? ¿Puede ser hoy, después de desayunar? ¡Después de todo, estamos en domingo! Ya sé que mi fiesta de cumpleaños será algo pequeño en la tarde, solo con la familia cercana, así que tenemos tiempo. ¡Podemos ir ahora mismo, después de desayunar!
Es cuando Molly se da cuenta que hasta Debby ha dejado de centrarse en su cuaderno. Su niña mira fijamente hacia la carta escrita con tinta verde que, en ese momento, está en las manos de Percy. ¡La carta de aceptación de Hogwarts de su Billy! ¡Cómo pasa el tiempo!
―No sé, Billy ―dice Arthur―. Aún no han atrapado a los esposos Lestrange y los juicios no han terminado, claro… ―"Y no hemos salido de la Rosemary Fields en años" pensaba Molly.
―¿¡Esto es todo!?
Hasta los gemelos se quedaron callados. Nadie, nunca, habían oído exclamar de esa manera a Debby. Más en esos días, en que casi no hablaba.
―¡La carta de aceptación, la lista de materiales escolares y ya! ―Debby gritaba, muy indignada. Enseñándoles las cartas como si fueran una prueba incriminatoria.
―Sí ―dice por fin Molly, aún sorprendida―. Como todos hemos ido a Hogwarts, no necesitamos más información. Solo, hablamos con nuestros hijos de cómo es.
Eso hizo que pasara algo que tampoco habían visto en la familia. Ella entrecerró los ojos, enojada. Debby nunca se enoja. Entre que es fácil que se pierda en su propio mundo y que tiene mucha paciencia, ella no se sale de sus cabales. Aún con los gemelos en lo peor de su comportamiento con ella, lo que hace es decirles lo que hicieron mal lo más seria posible, e irse.
―¿¡Y los hijos de muggles!?
―Ellos tienen la visita de un profesor…
―¿Cuántas visitas, por cuánto tiempo… cómo hacen para que ellos asimilen su nueva realidad, la verdad sobre sus hijos?
Molly es la que frunce el ceño esa vez.
―Estoy segura de que hacen lo que pueden…
―A veces, lo que pueden no es ni lo mínimo necesario.
E l silencio pareció cada vez más cargado. Aunque no dura mucho.
―Es más, ¿por lo menos tienen orientadores en Hogwarts? Porque pedir trabajadores sociales y psicólogos, ya sé que es mucho. Pero, ¿orientadores?
―¿Orientadores…? ―Molly se gira hacia Arthur.
Él la mira con grandes ojos, se encoge de hombros y se centra en limpiar la cara llena de comida de Ronny.
―También hay un tiquete para el tren de Hogwarts ―dice Charlie tímidamente.
Pero no pudo ayudar mucho a su madre. Debby siguió preguntando sobre cosas como el código de conducta de los profesores y alumnos, los días de visitas… En eso fue muy, pero muy insistente. "¿Cómo es que los padres no podían visitar? ¿Saben lo que están haciendo en la psique infantil?" ¡Molly ni sabía lo que era una psique! Y cuando empieza a hablar mal sobre el sistema de casas, Arthur tiene que ayudar a su embargada esposa. Pide a todos que se alisten para salir, y le exige a Debby que también lo haga.
―¿Puedo no ir? Prefiero quedarme aquí con Gertry. Tengo mucho más que escribir.
Normalmente, Arthur y Molly no la dejarían quedarse en casa sola, como las tantas otras veces que lo ha intentado. Sobre todo, porque sería la primera vez que viera el callejón Diagon. Sin embargo, la manera en que estaba hablando de su querido Hogwarts… Ellos también necesitaban un poco de tiempo.
Así que, la dejaron en casa con Gertry, Ginny y los tres hijos de la elfa doméstica… Y, una media hora después, la lechuza negra. La misteriosa ave apostada en el techo del cobertizo, está viendo fijamente hacia Debby. Pero la niña no la ve, está muy centrada en escribir sobre la poca calidad de vida que deben tener los profesores de Hogwarts.
10 de abril, 1982
Es sábado y las vacaciones de Pascuas están por terminar, así que la mayoría de los estudiantes de Hogwarts y sus familias, aprovechan esa tarde lo mejor que pueden.
Algunos, están bañándose en la piscina de la Granny Allan. Otros, tirándose en trineo por unas colinas o jugando quidditch. Por supuesto, la comida está presente, casi siempre en forma de grandes picnics.
Es una de las primeras veces que la familia de Arthur y Molly son parte de esa actividad pre-vuelta a Hogwarts. Desde que cayeron en cuenta de que Billy, perdón, Bill va a ser uno de esos chicos que se van a ir por meses y regresar pocas semanas a casa, por siete años… Que todos sus niños van a ser así… Molly y Arthur han intentado asimilarlo haciendo lo que hacen los demás.
Por eso, la familia también está haciendo un picnic. En la parte de atrás de la casa, sobre una gran alfombra y rodeados de flores amarillas, rojas y azules; están Molly, Ron y Debby comiendo. Arthur está muy cerca, ayudando a caminar a una muy risueña Ginny. Un poco más abajo, Billy enseña a volar en una escoba de juguete a un atemorizado, pero muy decidido, Percy.
Los que no se ven son Charlie y los gemelos. El mayor se fue "de excursión", y Fred y George lo siguieron. En ese momento, los tres están mirando por los árboles y la tierra, en busca de nuevos animales a los cuales convertir en mascotas en el zoológico Weasley.
Ese es un pequeño gran proyecto de Charlie, secundado por Debby a quién se le ocurrió la idea. En el patio, y debajo de un toldo, hay varios contenedores con "pequeños ecosistemas" para que los bichos, y puffkeins, vivan felices.
Esos no son todos los animales de la familia. En la casa están un par de perros y, a veces, algunos gatos que se pasan por ahí; además de Errol, claro está.
A Arthur, Molly y hasta a Gertry, no les hace mucha gracia las actividades extras que vienen con tanto animal… ¡Pero Charlie y Debby son tan felices y, él, tan responsable con su "zoológico"!
Por eso, cuando los tres volvieron con los bichos en las manos, Molly y Arthur se prepararon para poner buenas caras. O, en el caso de Fred, hacerse los aterrorizados con las grandes lombrices en sus manos lodosas. Pero es el animal que trae Charlie el que llama más la atención.
―Miren, pobre, está tan flaca y débil, que ni huyó de mí cuando la encontré ―Charlie les presentó la rata gris, medio calva… Y Debby sintió como si su cuerpo hubiera entrado en agua helada―. Además, está herida. Le hace falta un dedito, ¿ven?
"¡Aaaaaah!", el grito que da Debby es de terror. Respira muy fuerte, y vuelve a gritar. Se pone en pie y sale corriendo a la casa, seguida por Arthur, que ha dejado a Ginny con su madre para hacerse cargo de la emergencia. Molly se hace cargo de los otros siete por esos minutos.
Cuando regresan, unos veinte minutos después, Arthur está escribiendo una carta. Debby, sin que sorprenda a nadie, también lo está haciendo en su cuaderno. Pero, la manera en que lo hace, vuelve a atemorizar a los niños… Está hablando en otro idioma, su voz es más grave que la de siempre, y escribe muy fuerte y rápidamente.
Charlie siente tanta culpa, que le dice a su madre con una voz bajita:
―Lo siento mucho. La voy a dejar afuera y…
Los gritos de Debby volvieron a ser en el idioma que ellos entienden.
―¡No! ¡No! ¡Papi, atrápalo, atrápalo!
Justo en ese momento, la rata se sale de entre las manos de Charlie y cae al suelo. Corre tan rápido hacia la ventana, que Arthur y Molly tienen que enviar varios hechizos antes de que le dieran. Un petrificus totalus y un desmaius hacen que la rata caiga al suelo inmóvil.
Billy es el que la recoge y se la da a su padre. Arthur la pone en la mesa, junto a su carta sin terminar.
Gertry aparece de la nada, sorprende a todos y, después de pedir permiso, se lleva volando a los bebés hacia la cocina. Ahí, los entretiene con sus telequinesis. Addy y Nanny también lo hacen, aunque más torpemente que su madre. Noky es otro más de los espectadores.
Mientras tanto, Molly habla con la mirada con su esposo por esos minutos. Los dos entienden que no saben qué pasa, pero que van a confiar en su hija. También, que Arthur se haría cargo de eso mientras que Molly, de todos los demás.
―Vamos chicos, vamos a… ―Molly deja de hablar. Aún no decide qué van a hacer.
―Sí, mamá, vamos ―Billy toma las manos de los gemelos con fuerza, y se los lleva hacia la escalera.
Siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, Charlie hace lo mismo con Percy. También lo ayuda a llevar la escoba voladora. Molly, muy agradecida y orgullosa, los sigue.
El silencio que sigue es muy extraño. Padre e hija escriben, él en un pergamino, con tinta y pluma; ella en un cuaderno con un lápiz.
Él se queda esperando a que Debby termine. Tiene lista la carta a Sybill Trelawney. Tiembla un poco, siente un poco de miedo… No sabe ni a qué. Arthur desea que Molly estuviera allí, con él.
―¡Listo! ―exclama Debby.
Coge su cuaderno, lo abraza a su pecho y se acerca tímidamente a su padre.
―La señora Trelawney podrá ayudar… Aunque si crees que son necesarios los aurores, también tengo una carta para ellos. Errol dejará esa carta primero. Hogwarts está más lejos, más al norte.
Arthur se siente de nuevo como aquel trabajador incompetente que fue, cuando recién había salido de Hogwarts y le daba un reporte al jefe, sin saber si lo hizo bien o no.
Debby pone su cuaderno junto a las cartas.
―Pero "Ideas" es para la señora Sybill…
Fue tan rápido, que ni Arthur ni Debby entienden cómo pasó. La ventana se abrió, aleteos negros invadieron su espacio personal y visual. Después, se devuelve de dónde vino y la ventana se cierra detrás de la misteriosa ave.
Debby y Arthur se quedan viendo hacia la ventana, mudos y con ojos muy abiertos. Hasta que una carcajada termina el silencio.
―¡Sí que sabe hacer sus entradas y salidas! ―apenas puede decir Debby, entre risas.
Arthur también termina riendo histéricamente. Sus risas llegan a ser aún más estridentes cuando se dan cuenta de que la lechuza se llevó a "Ideas", las cartas y hasta la rata… ¿Cómo diantres logró hacer eso?
-o-
Adalbert Waffling, el más aclamando teórico de la mafia, está acostumbrado a que su horario de trabajo sea impreciso. Como es el director del Departamento de Misterios, sabe que son los misterios los que deciden cómo y cuando es hora de revisarlos. Mientras tanto, decide darle un par de horas al día a revisar el papeleo en su oficina en casa. Ese es el único lugar, fuera del Ministerio, en que recuerda que él es el director del Departamento de Misterios, ¡y toda la información que tiene que ver con ello!
Por eso, cuando ve que la que picotea su ventana es una lechuza negra, no se extraña. Mueve su varita y la deja entrar. De lo que sí se extraña es que, entre el correo, también le haya traído una rata. Adalbert ve hacia la placa de la lechuza, y la reconoce como una de las lechuzas del Misterio Universo.
―¿Me traes un regalo, News? ―La lechuza entrecierra los ojos, como diciéndole: "¿Eres idiota, o qué?". Adalbert sonríe nerviosamente―. Tranquilo, solo bromeaba. Esta rata está bajo los efectos de desmaius y petrificus totalus. Sé que no puede ser una rata común y corriente…
Adalbert la levanta lentamente por la cola, la mira, gira, huele, aprieta y se queda ensimismado, centrado en la falta del dedo. Finalmente, decide con entusiasmo:
―¡Primero leeré los papeles!
Aunque lo que más le llamaba la atención era el cuaderno muggle, el mago prefirió iniciar con los pergaminos. Fueron de lo más informativos. Una de las cartas pedía ayuda a la mejor adivina de Gran Bretaña, porque "se activó la habilidad conocedora de Debby". La otra era para el Departamento de operaciones mágicas especiales, en resumen decía que les enviaban "una rata que parece no ser solo una rata". Adalbert se ríe mucho con esa. Se imaginan las caras que podrían al leerla los duros aurores, curtidos sobrevivientes y veteranos de una guerra mágica.
―Hiciste bien en traerlas aquí, News. ―le dice a la lechuza, que está apostada arriba de un archivero con agua y carne seca a su disposición―. Los aurores no se habrían tomado en serio esta carta, tal vez la habrían enmarcado como broma del mes o algo. Sin embargo, esto parece que es el trabajo de una pequeña adivina, lo cual es competencia del Misterio Destino, no Universo, dónde trabajas. ¿Cómo me explicas esto, News?
La lechuza se acicala un ala y come pausadamente un pedazo de carne. Es como si le dijera que él no tiene derecho de poner en duda sus acciones, así que no va a responderle. A Adalbert no le hace nada de gracia.
―Juro que tienen que hacer runas en esos huevos para que ustedes puedan hablar. A veces siento que se creen que ustedes son los directores de este departamento. Son muy inteligentes y muy mágicos para su propio bien.
News da un tremendo trino y lo mira con ojos entrecerrados y furiosos. Tanto, que Adalbert siente la necesidad de pedir disculpas:
―Tienes razón, esos tipos de experimentos están vetados por… ¡Oh, Merlín, que yo soy el jefe aquí! ¡Así que tú no eres mi jefe, oíste, yo soy el jefe!
News solo se empieza a acicalar su otra ala. Adalbert sabe que nunca va a ganar una discusión con una lechuza del Departamento de Misterio, así que decide centrarse en lo que más le llamó la atención. ¡El cuaderno muggle, llamado "Ideas" en verdad se merecía su nombre! Adalbert no deja de mirarlo aún mientras vuelve a hechizar la rata. También le aparece una jaula alrededor, no quiere tener que concentrarse en algo más que en ese cuaderno.
Más o menos cuando va a la mitad, después de leer una idea del cómo podrían hacer comisarías de aurores en los pueblos mágicos, Adalbert se gira hacia News.
―¡Esto es oro! ¡Me siento como un antropólogo en Egipto, es vigorizante! La letra es terrible, la mitad está en español, hay notas por doquier, incisos extraños y dibujos de todos tipos… ¡Pero esto… es… oro! La voz de un adivino bien usada, en serio puede ayudar a este Ministerio… ¡Así que no puedo entregarlo así como así! ¡Tengo que procesar esto, hacerlo parecer más misterioso y sabio, para que le hagan caso! Con esto, y hacer alusión a lo que dice la profecía, ¡Podremos mover esta cultura retrógrada, por fin! ¡Bien hecho, News!
News baja su cabeza, como diciendo: "De nada", y sale volando por donde llegó.
… Unos días después Peter Pettigrew apareció en su forma humana, maniatado y bajo el efecto de los mismos hechizos, en la entrada del Departamento de operaciones mágicas especiales.
Arriba de él, hinchando el pecho de orgullo, una lechuza Negra le presenta al auror una carta. En ella, un misterioso adivino llamado "Alas negras", explica lo que pasó verdaderamente en la explosión donde murieron doce muggles y por la cual Sirius Black ha estado encarcelado por meses en Azkaban. El sello del Departamento de misterios al final del escrito, y que una lechuza de ese departamento sea quien los entrega, les dan más fuerza. Los aurores lo toman en serio. Dos días después, Sirius Black sale de Azkaban… A las pocas semanas y gracias a otra idea que se les dio en ese escrito, muchas otras personas entraron a esa prisión o huyeron del país para evitarlo.
Esa fue la primera de varias cartas que serían entregadas por News a lo largo de los próximos meses. La más larga de ellas fue para Albus Dumbledore… Y al ser leída y tomada en serio, esa carta cambia el universo para siempre.
