Epílogo

1 de setiembre, 1987

Inicia un nuevo año lectivo en Hogwarts, y en ese año, la emoción es más grande que nunca. Saben que vivirán algo que nadie, en los mil años de existencia de ese colegio, lo ha hecho.

Los chicos ven esas cosas nuevas desde su misma llegada.

―¿No parece que hasta las paredes están más limpias?

―¿Es cosa mía o todo parece… Menos oscuro?

―¿Eso es un cartel de dirección? ¡Como si nadie supiera dónde está el gran comedor!

―¡Pero ahí dice dirección y secretaría… Y ¿psiqueología? Al final, ¿qué será eso?

―¿Es cosa mía o el gran comedor es más grande?

―Hay mesas de profesores en los tres lados, ¡y están llenas de ellos! ¡Nos han cercado!

―¿Será que el folleto no nos contaba de todas las asignaturas nuevas? ¿Pero cuántas más quieren? ¡Ahora mismo no sé qué decidir!

―Pero al menos podemos decidir, los de segundo tienen tres asignaturas nuevas mandatorias.

―Y nosotros esa… Conocimientos prácticos. Tan útil y general. No parece algo que se deba ver en un colegio, o algo… Es raro.

―No tan raro como tener a los padres aquí los fin de semana, o espejos mágicos para hablar con ellos cuando queramos… ¿Acaso las lechuzas ya no son suficientes? Generaciones de mi familia han tenido privacidad en Hogwarts, ¿por qué yo no?

―Y dicen que eso es solo el principio.

―¡Nuevo Hogwarts, bebé!

Las conjeturas sobre los que les espera a los estudiantes ha estado en boca de todos desde hace semanas. El Profeta, todas las revistas de la Exo y las emisoras mágicas, se han encargado de eso.

Hogwarts le dio muchas respuestas a sus estudiantes ese verano. Tal vez más de lo que ellos, y sus padres, podían asimilar. Las lechuzas llegaron con paquetes en sus patas. Dentro de él, además de las dos cartas de siempre y el tiquete del andén 9 ¾, habían varios pequeños libros. Muy informativos y llenos de dibujos coloridos. ¡Los Ravenclaw se lo pasaron bomba!

Las habladurías siguieron aún cuando los de primer año entraron al gran comedor, siguiendo a la profesora McGonagall… No todo ha cambiado.

Dumbledore se pone en pie desde el centro de la mesa principal de los profesores, y logra el silencio. Él sonríe y asiente.

―Bienvenidos de nuevo a Hogwarts. Tanto para mí como para ustedes. Y ahora, con ustedes, ¡el sombrero seleccionador!

Sí, no todo ha cambiado. La voz del sombrero seleccionador y su canción de ese año, se los dice. Que sea McGonagall la que llama a los chicos para que sea elegido, también es igual que siempre…

Aunque claro que no lo es para los niños de primer año, que están siendo seleccionados. Entre esos, los últimos dos que llamaron. Ambos son pelirrojos y tienen anteojos, pero él es larguirucho y ella, muy baja y algo regordeta. Al ser llamada, Debby le pone una mano en el antebrazo a su nervioso hermano, antes de dejarlo solo ahí, frente a todos.

Ella también está muy nerviosa, pero respira lentamente para calmarla. Desde hace meses tiene un plan para ese momento.

Aún antes de que el sombrero se pose sobre su cabello, ella grita en su cabeza con toda su fuerza mental: "¡Secreto profesional, secreto profesional!". No quiere que nadie sepa de su musa Esciam, la que le ha dado ideas que han terminado en la pata de una lechuza negra y que, algunas de ellas, terminan siendo implementadas tiempo después. ¡Eso es mucho para una niña!

―Tranquila, tranquila… ―le dice la voz del sombrero en su cabeza―. Ya puedes dejar de gritar. No se lo diré a nadie, prometido… ―se queda un momento en silencio, hasta que finalmente dice―. Muy interesante, muy interesante… ―y más silencio―. ¡Por cierto! Gracias por la recomendación de que me usen en los juzgados cuando ponen traba para el veriseratum. Ha hecho mi vida más entretenida, y me ha hecho mejorar en mi trabajo el ver cómo crecieron algunos niños que seleccioné.

―Mmm, de nada ―piensa Debby.

―No, no, no. Nada de quitarle importancia. Eres inteligente, y no solo es cosa de la que llamas tu musa. Ese conocimiento es parte de ti… ¡Eh, eh, eh! Nada de bombardearme con tanto de ellos tan de repente.

―Lo siento, Esciam es así.

―Tú eres así… Y sí, podríamos vernos más tarde para que me cuentes de esos conocimientos en psicología que tienes… Pero por lo pronto…

―¡Por favor, quiero ir a Hufflepuff!

―Lo sé, lo sé, pero es que eres Ravenclaw, lo sabes ¿cierto?

―Sí lo sé. Pero tomas en cuenta lo que queremos, y a veces nos envías a alguna casa que no somos para desarrollarnos, así que… Creo que el ambiente de Hufflepuff puede ser beneficioso para mí, para mi forma de ser y…

El sombrero seleccionador empieza a hablar en voz alta.

―¡Tú eres una…

FIN

Sigue en Harry Crocker…