Los presonajes usados en este fanfic no son míos, RK pertenece a la grandiosa mente de mi sensei Watsuki-sama

"bla,bla" -- Diálogo
oooooo -- Cambio de escena
bla, bla -- pensamientos de Kaoru

Anhelo
Capítulo 3

¿Cuál es mi destino?

Era cierto. Ahí estaba. La rica carroza entraba a las puertas del impotente palacio. Las mujeres dejaron dejaron de realizar sus labores y se dirigieron llenas de pánico a sus respectivas casas. Algunos hombres de Seijuuro Hiko iría a recoger a la mujer escogida y la escoltarían al palacio, donde la vestirían con los más hermosos kimonos, le arreglarían magníficamente el cabello y maquillarían su rostro con alegres colores, talvez, para ocultar la tristeza que caminaría y dejaría sus huellas en aquél bello rostro.

"¿Cuántas veces hemos hecho esto, Misao?" -preguntó Kaoru, con sus ojos fijos en la tierra que pisaba, pero con la mirada zafiro en el vacío- "¿Cuántas veces hemos interrumpido nuestros días tan sólo para regresar a casa y esperar con el corazón oprimido no ser las siguientes?"

Misao inclinó la cabeza, entendía la preocupación de su amiga, pero no podía evitar sonreír. Al menos, si era ella quién debía dejarlas, conservaría su vida y podría seguir sonriendo. Afrontaría cualquier cosa que el destino le tuviera preparado. Lo que ella no sabía, era que el destina había maquinado para ella una prueba aún más díficil que la que podía imaginar, donde se pondría a prueba su amistad, su lealtad, su valentía y su coraje.

Misao observó con cierta preocupación el sombrío rostro de su amiga cuando se separaron en la bifurcación del camino que las llevaría a sus respectivas casas. Era demasiado para Kaoru, una carga emocional demasiado pesada para ella sola. Misao se quedó de pie, en el camino, observando con pena la encorvada silueta de su amiga hasta que desapareció de la vista. Entonces, después de pensar un poco en el castigo que tendría si la descubrían, dió la espalda al camino de su casa y dirigiéndose al bosque, corrió rápidamente por el linde del mismo.

ooooooooooooooooooooooooooooooooo

Aquél hombre cabalgaba rápidamente hacia el palacio del terrateniente Seijuuro Hiko.Vestido con una especie de traje ninja color negro y cubierta su cara, las personas que se cruzaban en su camino se apartaban rápidamente con justificado temor.

El desconocido estaba a unas pocas horas de su destino, era portador de una sorpresa que probablemente incomodaría a Hiko, por lo inesperada que era, pero confiaba en que tuviera un recibimiento digno. Esperaba ansioso por ver su cara de sorpresa...

ooooooooooooooooooooooooooooooooo

El terrateniente le había mandado llamar. De la tranquilidad de su hogar al nada tranquilo palacio.

Y ahora el asesino pelirrojo observaba con desagrado a aquél hombre lujurioso, tomando sake y rodeado de preciosas aldeanas vestidas con finos kimonos y hermosamente maquilladas y peinadas, deleitándose con la nueva "presa" que en algunas horas llegaría para darle algo de un nuevo ambiente a las habitaciones del terrateniente lujurioso que comenzaba a cansarse de ver las mismas caras bonitas todo el tiempo.

"Esta es una preciosura" -dijo Hiko, mientras daba un nuevo trago a su sake- "Con una extraña belleza que hace mucho no veía en una mujer"

Seijuuro Hiko siguió bebiendo tranquilamente de su sake, aparentemente indiferente de las caricias del séquito de mujeres que siempre le acompañaba.

"La primera vez que la ví" -continuó, sin importarle el silencio del pelirrojo- "Fue hace dos meses cuando fui al palacio de Kurosawa para verificar en persona que todos los sacos de arroz prestados tuvieran el mismo destinatario. Paseaba por ahí cuando la ví: sus ropas gastadas cubrían su cuerpo esbelto, su rostro sucio sudaba mientras trabajaba sin parar en los campos, en realidad, no era una hermosura como mi bella Hikkoki" -dijo mientras acariciaba la mejilla de una de las chicas y la besaba- "Fueron sus ojos los que me cautivaron, en ellos se leía la inocencia y el dolor, hermosos ojos que me hicieron desearla, quererla para mí. Esa inocencia le daba un aura de cierta sensualidad que me excitó, una clase de belleza que hace mucho que no veía... Mandé averiguar su nombre inmediatamente y entonces desprenderme de los sacos de arroz no me dolió tanto, Kurosawa podría pagarme con ella... ¡Ahh! Exquisita piel tostada, ojos azules, y ese cabello negro que no permitiré que se lo recoja, se verá mucho más hermosa si lo lleva suelto, adornado talvez con uno de esos exquisitos broches de oro que poseo, sí..., será una de mis geishas preferidas"

El espadachín permanecía de pie sin inmutarse mientras su señor le hablaba de la nueva mujer. Mas sin embargo, cuando escuchó la breve descripción de la chica, un extraño pesar le invadió el corazón al recordar a cierta chica de ojos azules y cabello negro que no había olvidado.

"Dígame señor" -pidió una de las mujeres, evidentemente celosa de que una chiquilla le robara la atención de su señor- "¿Cuál es el nombre de esa mujer?"

Seijuuro Hiko rió divertido.

"Que los celos no te invadan, preciosa Tokki, o envejecerás más rápido" -rió al ver el rostro fruncido de la mujer y añadió:- "No te cambiaré por una principiante, lindura, pero si tanta es tu curiosidad, te diré que su nombre es Kamiya Kaoru"

Las puertas del salón se cerraron furiosamente con un portazo. Hiko giró la cabeza para encontrarse con que su espadachín había desaparecido. No le dió imporancia, Tokki seguía acariciándole.

"Un nombre muy vulgar y común, si me permite decirlo mi señor"

"Si, talvez se lo cambie por uno más provocativo..."

ooooooooooooooooooooooooooooooooo

Kaoru entraba por la puerta de su humilde choza. Triste y sin poder aliviarse. Cerró la puerta y suspiró, dejándose caer lentamente al suelo. Una terrible angustia le oprimía el corazón y no era sólo por la carroza que en esos momentos descanasaba en el patio del palacio de Kurosawa Soichiro, no, era por algo más.

Ahora sólo quedaba esperar a que cayera la tarde sin escuchar los tres golpes a su puerta. Esos tres golpes que marcaban la perdición de cualquier mujer. Kaoru pensó en que pasaría si ella fuese la elegida: Nada. Nadie la extrañaría, nadie lloraría por lo que pudiera pasarle, nadie pensaría en ella nunca más...

Desde el suelo podía ver el cielo azul por su ventana. Un pajarillo volaba y Kaoru deseó ser libre como él, para desplegar sus alas y marcharse volando a algún lugar donde pudiera ser feliz, y se llevaría a Misao con ella, para que pudiera tener un motivo verdadero para estar feliz que tan sólo el hecho de estar con vida. Si tuviera alas, ya hubiese volado lejos, a esos paraísos utópicos que abundaban en los sueños de Misao, porque en los de ella solo había tinieblas y oscuridad.

Knock, knock... knock.

Kaoru sudó frío, era ella, ella dejaría la aldea para irse a vivir algún palacio y bailar para algún terrateniente libidinoso. No¡No podía ser! Ella no quería ese destino y, egoísta, deseó que otra estuviera en su lugar, que fuese otra la que habría de sufrir.

La puerta comenzó a abrirse lentamente, detenida por el escaso peso del cuerpo de Kaoru, recargado contra la misma. Kaoru no podía pensar ni moverse. Pestañeó, y luego, muy lentamente se incorporó, llena de miedo.

La puerta se abrió por completo. Kaoru cerró los ojos mientras oía los pasos de los encargados de buscarla. Se acercaba. No, no...

"¡No!"

"¿Kaoru?" -dijo una voz familiar- "¿Estás bien, no tomaste nada extraño?"

"¿Misao?" -Kaoru abrió los ojos, el preocupado rostro de Misao la miraba fijamente

Kaoru suspiró aliviada y sonrió a su mejor amiga.

"¿Misao, qué haces aquí?"

Ella se encongió de hombros.

"Te veías muy afectada cuando nos despedimos y creí que sería buena idea venir a hacerte compañía"

"Pero si descubren que no estás en tu..."

"Cálmate Kaoru, la única forma que descubran que no estoy allí es que yo sea la elegida y yo no soy bonita ni sensual, ni excitante, ni tengo grandes pechos, ni soy muy femenina..."

"Está bien, está bien, ya entendí" -Kaoru se sentó y conmovida, le sonrió- "Muchas gracias por preocuparte por mí"

Misao le devolvió la sonrisa. Kaoru le ofreció una taza de te que Misao aceptó gustosa. Esto hizo cambiar el panorama de Kaoru, porque tenía con ella a Misao.

ooooooooooooooooooooooooooooo

Battousai caminaba aprisa por el camino que llevaba a las puertas principales del palacio. No se detuvo para nada, ni cuando Sanosuke le preguntó a que se debía tanta prisa. El pelirrojo no podía dejar de pensar, maquinando planes. No podía negar que había sido algo impactante el saber que Kaoru sería la nueva 'atracción' de Hiko. Ella le había llevado hasta su casa, cedido su lecho, le había curado y tratado con gentileza. Por alguna razón, saber que tan hermosa e inocente criatura sería propiedad de su señor le causaba repugnancia. No deseaba ese destino para ella. No lo permitiría, aunque tuviese que oponerse al todopoderoso y omnipotente Seijuuro Hiko, no lo permitiría. Le pagaría el favor que ella le había hecho.

Miró el cielo, ella no llegaría hasta el anochecer y apenas era mediodía, eso le daba tiempo de sobra para prepararse para lo que tenía pensado hacer. Necesitaba repasarlo bien. Y con este propósito, se dirigió a su solitario hogar, en las profundidades del bosque.

oooooooooooooooooooooooooooo

En palacio todo estaba listo ya. Sólo quedaba ir a recoger a la pobre mujer. Kurosawa dió la orden y algunos de sus mejores samuráis salieron por la puerta principal para escoltar de regreso a la chica, en caso de que intentara escaparse, como ya tantas lo habían intentado, sin lograr más que horribles golpes en sus cuerpos como castigo.

En la aldea reinaba un silencio sepulcral, las mujeres suspiraban aliviadas al ver a los samuráis pasar de largo junto a sus chozas, o se encogían de terror conforme se acercaban a las suyas. Por fin la divisaron, se acercaron y...

knock, knock, knock

...tocaron la puerta.

oooooooooooooooooooooooooooo

No me hubiese podido dar cuenta del paso del tiempo, Misao había logrado desenpolvar mi sonrisa real, que hacía bastante tiempo que no exhibía. Ella realmente hace que me sienta bien, podrá ser un bicho raro, pero es mi mejor amiga. Su visita me hizo cambiar mis pensamientos. Creí que no tenía a nadie junto a mí, alguien que llorara mi destino incierto, alguien que dedicara siquiera un pensamiento a mí ser..., no puedo creer lo equivocada que estaba. Pero ahí estaba Misao, tomando té a mi lado, para restregarme mi error en la cara. En estos momentos, me siento bastante feliz. Creo que nada podría arruinar este momento...

Knock, knock, knock.

No recuerdo en que momento Misao desapareció de mi vista, ocultándose en algún rincón oscuro. Yo no podía moverme y me sorprende que mi mente siga funcionando. Un golpe horrible, como el de un cañón al estallar, vino acompañado de mi puerta al derrumbarse. Y entonces toda la felicidad se esfumó, y sentí el frío de mi rostro que deja la sangre cuando huye. Tres hombres entraron lentamente y se me acercaron, la taza tibia que apretaba con fuerza en mis manos cayó al suelo cuando esos hombres me agarraron de los hombros y me jalaron hacia ellos, el estrépito que produjo la taza al romperse encontró un siniestro eco en mi humilde choza.

Tenía dos hombres a cada lado, apretando con fuerza mis brazos. El tercero tras nosotros, como vigilante. Y entonces, se escuchó el golpe. Los dos hombres giraron la cabeza, y cuando la presión del agarre de mis brazos se aflojó, yo también lo hice.

"¡Misao!"

Recuerdo haber gritado bastante fuerte. Allí estaba Misao, con la mitad de una rama gruesa en la mano, al lado de un hombre tirado en el piso, agarrando su cabeza con fuerza. Mi querida amiga intentaba defenderme.

"Corre Kaoru ¡Corre!" -me gritó

Pero yo no podía simplemente correr y dejarla a merced de esos sanguinarios hombres. Cojí la taza de Misao, todavía con el líquido caliente, y la arrojé con bastante precisión hacia la nuca desnuda de uno de los samuráis. El hombre retrocedió dando un alarido de dolor. Creí que Misao podría arreglárselas y corrí hacia la puerta, anhelando la libertad.

Un par de brazos me arrancó ese anhelo. Otro samurái custodiaba la entrada de mi casa. Y yo estaba atrapada entre sus brazos. Jamás me había sentido tan perdida como en ese momento. Sentir que todo se escapa frente a tus ojos sin que puedas hacer nada por evitarlo, tus manos están atadas y tus pies encadenados. Estás presa.

En ese momento, escuché aterrorizada el grito adolorido de Misao. Yo también grité, me revolví entre los brazos del hombre, me debatí, pataleé y seguí gritando, pero no pude librarme. El hombre soltó una risotada y, con dificultad, me llevó al interior de mi choza, para que pudiera ver como entre todos golpeaban a Misao.

El hombre al que Misao había dejado semiinconsciente con la rama, era el que más violentamente la golpeaba. Y ella, tirada en el piso, se cubría el rostro con sus brazos en un intento por protegerse. Lloré, grité y supliqué por que la dejaran en paz. Prometí que iría por mi propio pie al palacio si dejaban de golpearla. Lo hicieron.

Intenté ir a su lado, pero los hombres me detuvieron. Cuando salíamos de mi choza, el hombre al que Misao había golpeado, se rezagó y la pateó duramente. Ella ya no podía moverse. Grité y le reclamé, pero el simplemente rió y me dijo que una patada era una patada no un golpe. Hombres crueles, que creen tener la razón cuando en realidad, es sólo superioridad. Nos manejan a su antojo y enfurecen si nos rebelamos contra sus estúpidos caprichos. No somos objetos o juguetes de los que puede uno cansarse y botar a la basura. Somos mujeres, seres humanos... tenemos un corazón y sentimientos por igual ¿Por qué tienen que ser tan crueles¿Por qué actuan como si ellos fueran los dueños de la creación?

Sentí mis lagrimas correr furiosas por mi rostro, me sentía tan miserable por haber permitido que lastimaran a mi amiga, me odiaba, pero odiaba y despreciaba aún más a aquellos los que cometieron tal atrocidad. Llegué al palacio en la total sumisión, mi adolorido corazón no daba para más.

Rápidamente, algunas de las mujeres de confianza de Kurosawa me llevaron a sus aposentos para cambiarme y arreglarme. Me desnudaron de mis ropas y sentí que me desnudaban también el alma, me sentía frágil, débil. Ya no era yo, no más.

Me lavaron y me vistieron con un kimono de lujo, negro, como el color de mi vida y de mi futuro, tenía algunas flores rojo oscuro bordadas en las largas mangas y lo habría considerado bonito de no ser por las circunstancias. Ciñeron mi cintura con un obi del mismo tono rojo de las flores.

Luego procedieron a maquillarme, a ocultar mi tristeza con alegres colores sobre mi rostro..., pero los ojos son la ventana del alma ¿Con qué colores, con qué hermosos kimonos podrán disfrazar el sufrimiento que en ellos se refleja? Una lagrima se desliza por mi mejilla, mi corazón llora y mi alma fragmentada le acompaña, me reprimen por llorar, por mostrar mis sentimientos. Ellos desean que seamos muñequitas de porcelana, frías, hermosas y sin vida ¿Qué es un cuerpo sin sentimientos? Nada, no es nada.

Han terminado con mi rostro, le han dado un matiz blanco a mi piel, han pintado mis labios de rojo, como el cielo cuando el sol muere; y el contorno de mis ojos luce un color rojo, como el obi de mi kimono.

Recogen mi pelo en una coleta alta que adornan con un moño rojo. Me muestran la imagen de una chica bastante bonita, pero con una mirada vacía y sin brillo, habían ocultado mis ojeras y mi palidez bajo el maquillaje, habían hecho que mi cabello brillara, intentando mostrar en él, la vida que en mí ya no hay.

Después de unos momentos, ellas consideraron que ya estaba lista. Parecían apenadas y me susurraban palabras suaves al oído, palabras que yo no escuchaba. Los cuatro samuráis que habían ido por mí formaban una fila junto al carruaje y cuando pasé a su lado, pude sentir con un escalofrío sus miradas de lujuria posadas en mí.

Subí al carruaje lo más lentamente que pude, sinitiendo que una parte de mí se desgarraba aún más y se negaba a seguir. Me sentí más desolada que nunca. Quería llorar, pero mis lagrimas se habían acabado. La puerta se cerró y noté, ya sin que me importara, que los cuatro samuráis irían como mis guardaespaldas en caso de que algún ladronzuelo despistado intentara asaltar el carruaje: dos con el conductor y los otros dos en la parte de atrás, sentados sobre una especie de cofre.

Miré al frente y suspiré. Y cuando sentí en mis pies el traqueteo del carruaje en movimiento, sentí que por dentro ya había muerto. Y entonces las tinieblas de mis sueños me rodearon y caí en medio de una profunda oscuridad.

ooooooooooooooooooo

Battousai ya estaba decidido, ya estaba todo planeado. Había logrado que la sacerdotisa Megumi convenciera a Sanosuke para que averiguara el camino que el carruaje seguiría.

Unas horas después, Battousai estaba al corriente no sólo del camino a seguir, sino también de cuantas personas lo escoltarían. Y no había ningún problema. Sólo esperaría a que llegara a un cruce especialemente oscuro y lo emboscaría.

Miró por la ventana de su hogar, el dojo abandonado, el cielo comenzaba a pintarse de con tonaidades de naranja, rojo y rosado. Juzgó que ya era conveniente y con la decisión brillando en su mirada dorada, salió.

ooooooooooooooooooo

El carruaje ya llevaba unas horas en movimiento, llevando a una inconsciente Kaoru en el interior. Súbitamente, un violento frenazo y el agudo relinchar del caballo, la despertó bruscamente. Confusa, se asomó por una de las pequeñas ventanas y lo que vió la dejo paralizada de terror, sangre, del caballo muerto y del condutor decapitado.

¿Sería ese también su destino?

ooooooooooooo
Continuará...

No creí que tardaría tanto en actualizar, pero tenía los exámenes y trabajos de la escuela, luego me fui de vacaciones y regresar a estudiar para el examen de admisión a la universidad. ¡Pasé, pasé! Me admitieron y quise compartir mi felicidad con ustedes dándoles este capi, que está un poquitín mas largo que los demás.

Pensé en cortarlo cuando acabó lo de Kaoru, pero quise dejarlas en suspenso y le agregué lo de Battousai. Espero les guste y les agradezco bastante sus reviews, que me ponen tan feliz, muchas gracias.

Por cierto, me llegó un mail diciendo que los administradores de habían hecho una nueva regla o norma o ley o algo así, diciendo que estaba prohibido que nosotros respondieramos reviews ¡Pueden creerlo! Al parecer bloquearon a una escritora por responderlos y se ha armado toda una guerra escritores vs administradores. No quisiera arriesgarme con esto, que considero injusto, así que por esta vez no los responderé.

Gracias a todos por tomarse su tiempo para leerme y comprenderme :)

Yuki-kudo, Tatsuki Shinomori, Gabyhyatt, Kao-ryu, numat, Naoko L-K, Anne, Justary-san, Hope-li, Ishidora, KaOrA-FGV-16, Herema, sakura-hop, Anna-chan y kandre himura. ¡Gracias!

Karura Himura