"Rurouni Kenshin no me pertenece... ¡Qué más querría yo! (bueh... al menos ya saben que regalarme en mi cumpleaños XD)"

Anhelo
Capítulo 5

En una noche

Misao estaba confundida. Estaba perdida, acalambrada, le dolía el cuerpo, tenía sueño y por si esto no fuera poco, el estómago le pedía, a gritos bastante audibles, algo de comida. Había corrido con mucha suerte y agradecía el estar viva, se había jugado el pellejo al salir de los territorios de Kurosawa, pero no la habían descubierto y no notarían su ausencia hasta el día siguiente. Valían la pena todos los riesgos.

Nunca dejaría sola a Kaoru.

Pero ahora la que estaba sola era ella. Perdida de noche en una gran aldea. El estómago volvió a rugir y Misao se encogió en una esquina, abrazando su abdomen. Aún estaba adolorido por la paliza que había recibido. Esos cuatro hombres, desgraciados. Ellos la habían dejado semiinconsciente y para cuando despertó totalmente tuvo miedo de que fuera demasiado tarde y que ya se hubieran llevado a Kaoru. Corrió lo más rápido que el dolor se lo permitía hasta el castillo. Suspiró aliviada al ver que la carroza que habría de llevar a Kaoru seguía allí.

Haciendo trabajar su mente rápidamente, Misao creó una buena distracción, aprovechando el momento en que los guardias se alejaron de la carroza para introducirse en una especie de cofre que había en la parte posterior de la carroza. Afortunadamente, los guardias no se habían dado cuenta. No pasó mucho antes de que Misao sintiera pisadas hacia ella, un súbito incremento del peso en el carruaje y el traqueteo al comenzar a andar.

Misao cerró los ojos, sabía que había uno o dos hombres sentados sobre la tapa del cofre, a juzgar por los crujidos que se oían en las esquinas de la tapa cada vez que la carroza daba un pequeño salto. Sin saberlo, se quedó dormida, arrullada por el movimiento constante de la carroza.

Despertó después de un rato, la posición era sumamente incómoda, intentó moverse un poco, pero un súbito frenazo hizo que su cabeza golpeara contra el cofre. Un grito de dolor amenazó con salir de su boca, pero Misao rápidamente la tapó con sus manos. Misao apoyó su oreja a las paredes del cofre. Un grito aterrador la sobresaltó. Comenzó a sudar ¿Qué estaba pasando allá afuera? La tapa del cofre crujió y Misao adivinó que los hombres se habían levantado. Hubo un revuelo allá afuera que apenas y duró unos segundos.

Misao esperó cerca de un cuarto de hora antes de incorporarse un poco y abrir apenas una rendija del cofre. No se oía nada, ni tampoco nada se veía. Un poco más aliviada, Misao abrió por completo la tapa del cofre y bajó lentamente. Su pie dió con una superficie semilíquida, bajó la mirada y saltó hacia atrás ahogando un grito.

Era sangre.

Misao miró atentamente los cuerpos que pudo vislumbrar en la oscuridad, rogando que ninguno de ellos fuera Kaoru. Corrió hacia la carroza, pero ella tampoco estaba adentro. Ni un solo rastro. Un tenue gemido al frente de la carroza llamó su atención, Misao se acercó rápidamente para ayudar al herido. El hombre estaba semiincorporado y a pesar de los golpes y cortes en todo su cuerpo, Misao lo reconoció.

'Púdrete' -le dijo mentalmente

Era el samurái que la había pateado al último, cuando Kaoru ya había salido de su choza. Misao dio la vuelta y se dispuso a recorrer los alrededores y averiguar en donde rayos se encontraba.

Y ahora estaba acurrucada en una solitaria esquina, abrazando su estómago que rugía de hambre. Realmente estaba perdida. Unos pasos comenzaron a resonar a lo lejos, acercándose lentamente. Misao se incorporó de un salto y rápidamente se refugió en las sombras, esperando que nadie la viera.

La luna de esa noche recortó una sombra sobre el piso, la cual comenzó a acercarse con andares achacosos, unos bultos bajo lo que parecían ser sus brazos hacían un poco difícil su caminar. Misao se qudó quieta en su escondite, respirando lo más silenciosamente que podía, rogando también porque a su estómago no se le ocurriera gritar en ese momento. La tensión alrededor de Misao aumentaba a cada paso de la sombra, ella se sentía a punto de desvanecerse.

Pero casi se hecha a reír histérica cuando descubrió que la sombra era de una anciana, pequeña y rolliza, que cargaba dos paquetes de comida envueltos cuidadosamente bajo ambos brazos. Misao recuperaba el aliento, aliviada, cuando vió que la anciana tropezaba con una roca y caía al suelo. Misao corrió hacia ella y la ayudó a levantarse.

"Muchas gracias, pequeña" -le dijo la anciana- "Eres muy amable"

"Disculpe, pero ¿no es muy tarde para que alguien como usted esté paseando?" -preguntó Misao mientras levantaba uno de los bultos que rodaron por el suelo

"Lo mismo podría preguntarte yo ¿no crees, pequeña?" -le respondió la anciana

"Ah... jejeje" -Misao rió nerviosamente- "Es que yo..., estoy, eh... algo perdida"

"No eres de por aquí¿verdad?"

"Yo... eto" -Misao se mordió el labio, la anciana parecía ser de confianza, pero no quería revelar así como así que era una fugitiva de la aldea de Kurosawa

La anciana pareció darse cuenta de la dubitativa de Misao, así que no insistió, pero no podía dejar sola y desamparada en medio de la noche y en una ciudad desconocida a una jovencita tan amable como ella. Le sonrió y la invitó a su casa a cenar como agradecimiento por haberla ayudado.

Misao le devolvió la sonrisa y cargando con uno de los paquetes de comida, siguió a la anciana hasta una bonita cabaña de madera situada mas o menos al centro de la aldea. Misao se alegró de tener algo que cenar y pensó que en cuanto encontrara un lugar donde dormir y descansara, emprendería la búsqueda de Kaoru por la mañana. Estarían juntas y juntas podrían resolver cualquier problema que les pusieran enfrente, así de grande era su amistad.

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Mientras, no muy lejos de donde Misao se encontraba, Battousai esquivaba los últimos arbustos antes de descubrir un dojo bastante antiguo iluminado parcialmente por la luz plateada de la luna. Era amplio pero no muy grande, y aunque alcanzaban a notarse el paso de los años por allí, alguien había hecho un buen trabajo al remodelarlo y cuidar de él. La arquitectura era simple y sencilla, de un solo piso, tenía un pequeño estanque al lado, en donde la luna miraba su reflejo, vanidosa.

Una barda no muy alta y semi derruida, cubierta de musgo y enredaderas, protegía de intrusos a la construcción. Si Kaoru hubiese estado despierta, habría encontrado sumamente hermosa la vista, digna de un pasaje de alguna novela romántica: allí en medio del bosque, la luna en los cielos por único testigo, los susurros de los árboles, la belleza del dojo y ella en los brazos de un hombre de ojos dorados.

Battousai franqueó las puertas de madera que formaban la única entrada a su propiedad y las cuáles nunca mantenía cerradas por completo. La profundidad del bosque y los intrincados laberintos que los árboles y los arbustos formaban, hacían casi imposible que alguien llegara hasta ahí. El crujir de las hojas bajo sus pies, la orquesta de los grillos y el susurro de los árboles formaban los únicos sonidos que se escuchaban en esa parte del bosque.

Entró a su hogar mientras contemplaba el rostro de Kaoru empapado de luz de luna. Pensó que así, maquillada, no se veía como la joven de sonrisa tímida que le había cuidado, no parecía ser ella. Algunas lágrimas que se habían escapado de sus ojos formaban un solitario camino sobre el maquillaje corrido. Battousai había adivinado el dolor y el sufrimiento bien disfrazados bajo aquella espesa capa de color blanco. Pero todo el dolor parecía haberse ido ahora que dormía. La solución que le había hecho oler la tendría así un par de horas más. Una mezcla de hierbas que había robado del templo de la sacerdotisa Megumi.

Apenas había dado unos pasos dentro de su casa cuando se dio cuenta.

Talvez, si no hubiese estado observando detenidamente cómo algunas hebras del largo cabello negro de Kaoru caían sobre su rostro y sobre sus labios rojos o pensando en que el olor a jazmines era delicioso, talvez entonces lo habría descubierto antes. Sus sentidos se agudizaron por completo. Depositó suave y silenciosamente a su botín de guerra sobre el tatami de un rincón de aquella pieza envuelto en la semipenumbra. Se aseguró rápidamente de que la joven estuviera cómoda y entonces se hizo uno entre las sombras.

No estaban solos.

Battousai podía escuchar una tercera respiración dentro de su casa. Era suave, metódica y así él pudiera describirlo, diría que hasta melodiosa. Una mujer probablemente, pensó. Se deslizó de pieza en pieza, registrando en un par de segundos todos los rincones de las mismas.

Entonces le encontró.

La puerta que daba a la parte posterior de su casa estaba abierta. Le llegó el olor a menta y hierbabuena. Una silueta se recortaba contra la luz de la luna. Estaba sentada en el corredor de fuera, con los pies colgando del piso de madera. El cabello largo y oscuro ondulante por la suave brisa que corría. El aura que emanaba esa mujer era demasiado poderosa para no sentirla. Battousai estaba seguro de que era ella. Se acercó un poco más, siempre en silencio, siempre envuelto entre las sombras, para comprobar que no se había equivocado.

"Me cansé de esperarte dentro y salí" -era ella, sí, pero ¿Cómo había sabido que estaba allí?- "Creí haberte dicho no más peleas por un tiempo, Himura-san"

"¡Megumi!" -exclamó él, un poco sorprendido, al escuchar la voz y el reclamo de la sacerdotisa

Ella giró la cabeza y la penumbra de la noche ocultó su sonrisa. Se incorporó lentamente y caminó hasta estar a unos cuantos pasos de Battousai.

"¿Cómo se encuentra la joven?" -preguntó Megumi, mientras hacía ademán de entrar por la puerta que el cuerpo de Battousai obstruía. Él abrió los ojos con sorpresa.

"¿Cómo supo de...?"

La sonrisa y mirada enigmática de la sacerdotisa le hizo callar. Ella simplemente levantó una mano para sentir la caricia fresca del aire y dijo:

"La brisa está especialmente comunicativa esta noche. Trae consigo el olor a sangre y jazmín"

Battousai pareció comprender y asintió. Sabía que tenía ciertos poderes espirituales así que decidió dejar de hacer preguntas tan estúpidas.

"Además" -añadió ella con un mohín travieso- "Insististe mucho en que consiguiera el trayecto de la joven de Kurosawa"

Si, pensó él, bastante predecible.

Cedió el paso a la sacerdotisa y la guió a la pieza que la hacía de recibidor. Kaoru seguía con la tranquilidad y apacibilidad que brinda el sueño. La sacerdotisa se dirigió a ella, en su mano una vela que había pedido a Battousai y una cesta con medicinas que había traído de su templo por si la chica necesitaba cuidados especiales.

"Parece estar bien" -declaró la sacerdotisa, al revisarla superficialmente bajo la luz de la vela- "Pero será mejor que la llevemos a una de las piezas"

Battousai asintió. Se inclinó junto a Kaoru y la alzó con delicadeza. Acto seguido la condujo por uno de los corredores interiores y se detuvo frente a una habitación cerrada. Megumi se apresuró a abrir la puerta y despejar la entrada.

Battousai señaló con un gesto de la cabeza hacia las pequeñas puertas empotradas en la pared de la pieza. Megumi fue hacia ellas y las abrió. Poco después, Kaoru estaba instalada sobre un cómodo futon. La sacerdotisa aprovechó entonces la luz de luna que entraba por la pequeña ventana y la que emanaba de la vela para revisar mejor a la joven.

Le quitó con cuidado el maquillaje con un paño húmedo y aflojó el ajustado obi del kimono. También le deshizo la coleta, para que pudiera dormir más a gusto e hizo salir al hombre de la habitación para poder desvestir a ala chica.

Momentos después, la puerta se corrió y dejó salir la figura de la sacerdotisa. Cerró la puerta tras ella en silencio y se volvió a mirar a Battousai que a su vez le devolvía la mirada como interrogándola. Ella suspiró.

"En general, se encuentra bien" -comenzó- "Pero se ve que no ha llevado una buena vida, está desnutrida y talvez no ha dormido mucho en los últimos días. Tardará más de lo esperado en despertar, no te preocupes por eso"

Megumi bajó la vista y se mordió el labio, algo indecisa. Battousai notó el gesto y ante un grave "¿Qué más?" a la sacerdotisa no le quedó de otra más que confiarle lo que había descubierto.

"La han maltratado"

"¿A qué te refieres?" -preguntó él

"Tiene los brazos cubiertos de moretones y rasguños" -dijo ella en un susurro- "y la espalda marcada. La verdad, no se ve bien"

Battousai sintió una ola de furia nacer dentro de sí y haciendo a un lado a Megumi, entró violentamente en la pieza. Y se quedó estático. Había suficiente luz para iluminar el cuadro frente a a sus ojos. Megumi había desnudado a Kaoru y envuelto su cuerpo con una sábana blanca. Arriba de ella estaba el lujoso kimono a modo de colcha.

Pero tenía los brazos a la vista. Y Battousai no pudo explicar de dónde nació el sentimiento de golpear con fuerza a los bastardos que le habían hecho eso a la inocente joven. Los brazos, como dijese la sacerdotisa, mostaraban múltiples moretnes y estaban algo hinchados. Ahora que el maquillaje no disfrazaba su rostro, Battousai observó, con furia, las terribles ojeras bajo los ojos que se mostraban hinchados. El rostro pálido y sin vida.

Battousai no podía soportar que una mujer como ella sufriera tanto. De ahora en adelante velaría por su bien.

'Yo te protegeré' -se prometió

Y dándole una última mirada, se giró y cerró la puerta despacito.

ooooooooooo
Continuará...

Bien, sí... ehmm, he regresado de la tierra de los muertos (si vieran que bien se vive allá jaja XD). Lamento haberme tardado tanto, el tiempo vuela, no creí que hubiese pasado tanto tiempo. En fin, he entrado a la turbulenta época de exámenes y finales. En estos momentos debería estar estudiando (una semana para presentar anatomia... buaa TT) pero por una extraña razón que desconozco, sentí ganas de escribir (iba con la inspiración en popa y zas! que sale mi madre "Karlaaaaa, ven a recoger la cocinaaaaa! ...y adiós inspiración") y es así que les traigo este capi chiquito.

Espero no tardar tanto para la próxima actualización, pues ya tengo una idea bastante cercana del próximo capi. Tendré suerte si mis tres lectoras siguen conmigo.

Gracias y saludos a : Michel 888, Minue, gabyhyatt, Kaoru-Neko, Mitsuki Himura, Ghia-Hikari, Nia-sama (Wa! Yo también te amoooo! Mi perra maldita! Jaja), Mia T, dami himura, CiNtHiA, Hope Li y MONIKA-DONO

Les quiere (aunque sea solo por conveniencia… XD)

Karura Himura