4. Nunca es tarde
El silencio se había asentado en el amplio salón. La temprana oscuridad invernal se filtraba por las cristaleras del balcón y dentro no había más luz que la del recibidor, la cual llegaba sesgada a la zona del sofá.
Sólo el descompensado ritmo de dos respiraciones cómplices se atrevía a distorsionar esa extraña quietud. Saga seguía tumbado en el sofá, con la cabeza apoyada sobre el regazo de Shaka. Al joven forense se le estaba adormeciendo la pierna que tenía doblada bajo el peso de su cuerpo, pero no quería moverse. Un brazo descansaba extendido sobre el borde del sofá; el otro rodeaba el rostro de Saga, permitiendo que su mano fuera absorviendo el compás de esa respiración en proceso de ir escapando de la sacudida emocional vivida durante la tarde. La muñeca estaba bien afianzada por la mano de Saga, que no se privaba de irle regalando repetidas caricias con su pulgar.
Los ojos del fiscal estaban hinchados y enrojecidos, aunque curiosamente esta circunstancia potenciaba ese color verde marino que tanto fascinaba a Shaka, por mucho que en ese momento se hallara lejos de él y de su paciente observación.
Ya había perdido la cuenta del tiempo que hacía que estaban ahí, compartiendo ese necesario silencio. Jamás se hubiera imaginado que al llegar a casa esa tarde se hallaría con Saga totalmente desecho entre los brazos de ese hombre que parecía estar más allá de toda racionalidad. Thane supo leer enseguida que su momento se acababa de extinguir, y se despidió de ambos sabiendo que les dejaba listo un escenario surgido para cobijarles en las necesarias confesiones que se pudieran dar.
Y ahora Saga seguía con la mirada perdida. Shaka mantenía la suya sobre el rostro de Saga, y forzó que su muñeca fuera soltada para llevar su mano a la frente de Saga y apartarle varios mechones de cabello con suaves caricias.
- ¿Por qué no me contaste nunca nada de todo lo que tuviste que vivir solo cuando falleció tu padre?
Shaka seguía usando sus dedos a modo de peine, que sólo se desviaron un instante para borrar el rastro de otra lágrima solitaria que comenzaba a escapar por el rabillo del ojo.
- ¿Y de qué habría servido? - La voz con la que respondió Saga se percibía cansada. La inclinación que llevó su cabeza un poco hacia atrás permitió que sus miradas se encontraran, y Shaka desplazó sus caricias hacia la quijada y el mentón, acabando con lentos masajes en la unión del cuello con la clavícula.
- Para sentirte más aliviado, para empezar...- la respuesta sonó a reproche, y así lo confirmó el sutil fruncimiento de cejas que achicó la mirada del forense.
- No te enfades conmigo, Shaka...- Saga seguía con la cabeza hacia atrás, hundida en el hueco que dejaban las piernas de Shaka, y aprovechando que la mano del joven aún estaba ahí, colada entre el punto grueso de su jersey acariciándole la piel, alzó su propia mano para volver a tomarla y presionarla con infinito afecto.
- No me enfado, Saga, pero me duele saber que no he sido el apoyo que te merecías...
- Tenías veinticuatro años cuando nos conocimos, Shaka, y a mí ya me pesaban mis treinta y dos...
- ¿Y qué quieres decir con ésto? Yo siempre me he considerado una persona con suficiente madurez mental. Podría haberte escuchado, ayudado a que todo ese dolor, toda esa soledad, fuera dejando de ahogarte tanto...
- Repito, tenías veinticuatro años...- Saga se esforzó por reincorporarse y tomar asiento enfrentando a Shaka.- Estabas acabando tus estudios al mismo tiempo que ya te estabas ganando un puesto indiscutible en el IMF.- Esta sencilla explicación parecía no convencer a Shaka, que seguía con su mirada puesta sobre el rostro del hombre que amaba, y al que en ese momento no podía dejar de reprocharle en silencio una falta de confianza que le hería.
- ¿Y qué?
Saga le sostuvo la mirada. Sus ojos viajaban alternativamente de uno a otro de los irises de Shaka, y al ver que éstos estaban alcanzando esa intensidad de brillo que precede a las lágrimas no pudo evitar extender el brazo para poder tomarle el rostro y acariciarle la mejilla.
- Eras mi motivo para sonreír, Shaka - comenzó a explicarse, sin romper en ningún momento el contacto visual - El simple hecho de saber que nos íbamos a ver me llenaba el día de luz, y me hacía olvidar un poco todo este dolor. No me parecía justo cargarte con mi pesar. No quería hacerlo...porque, egoístamente, temía que todas mis miserias te pudieran quemar, que llegaras a pensar que estabas perdiendo el tiempo con un hombre amargado y que eligieras dejarme de lado y buscar otro camino en tu vida, experimentándolo con personas de tu edad, comparitendo tus mismas ilusiones y esperanzas.
- Sabes que a mí nuestra diferencia de edad nunca me ha importado en absoluto, por mucho que tuviera que soportar críticas a eso.- Insistió Shaka, tomando la mano que tenía sobre su rostro para bajarla y estrecharla en una unión que acabó descansando sobre su pierna aún flexionada.- Y admito que tampoco estaba en mis planes enamorarme de ti. No lo busqué. Ni recuerdo haberlo propiciado. Estar metido en una relación no era algo que me hiciera falta, pero...cuando te vi la primera vez...no sé qué me pasó.- Shaka ignoraba por qué estaba expresando todo ésto, pero Saga no hacía ningún intento para frenar o desviar la conversación, dándole la libertad de seguir hablando si así lo necesitaba.- Recuerdo que ese día el tiempo se paralizó, Saga. El estómago se dio vuelta y apenas pude dirigirte dos palabras sin ruborizarme y atragantarme con sus letras. No me importó la edad que tenías, ni el estatus profesional del que ya gozabas, aunque sí que tuve ciertos recelos en que tu trayectoria y tus logros te hicieran ocupar un escalafón superior al mío dentro de la sociedad, por lo que intenté convencerme que no te irías a fijar en mí. Pero no pude dejar de pensar en ti...dejar de esperar otro momento en el que la casualidad o las circunstancias nos unieran...- Ahí sí que Shaka desvió la mirada y tragó saliva, quizás para conseguir el coraje necesario que requerían la siguiente confesión - Supe que quería...que deseaba o necesitaba estar contigo cuando comencé a fantasear con poder tocarte, besarte, desnudarte...- alzó los ojos de nuevo, mostrándolos más nublados que segundos atrás - y no sé por qué narices estoy diciendo todo ésto, Saga, pero sí, es obvio que tu belleza me cautivó, pero es que de algún modo siempre intuí que mostrabas una cara que no era la real, y me urgió conocer tu rostro verdadero, el que existía agazapado tras esa fachada de autosuficiencia y brutal confianza en ti mismo...y...y a parte de todo ésto...la cruda realiad es que me enamoré. Perdidamente. Contra todas mis ideas de futuro mal preconcebidas, y me duele no haber sido capaz de convertirme en el apoyo que ahora sé que necesitabas. Puedo llegar a comprender que guardaras para ti lo sucedido con tu hermano, para protegerte...para protegeros a ambos...pero el dolor de ver partir a tu padre, y todo lo que tuviste que sufrir como consecuencia de ello...yo creía estar allí para ti en lo bueno y en lo malo, Saga...de éso se trata amar a alguien...
- Shaka...- Saga alzó ambas manos y las posó sobre las mejillas del rubio forense, deslizándolas hacia rozar sus oídos, viajando entre sus cabellos y quedándose presionando con ternura la unión del cuello y los hombros.- Para mí has sido, y eres, todo lo que puedo desear. No te fustigues por el hecho que no te haya compartido esta parte de mi pasado. Créeme cuando te digo que yo también he vivido con temores y miedos, y el más punzante de ellos era el que presentaba la posibilidad que ese rostro que querías descubrir no te gustara, y que acabaras alejándote de mí. Y te aseguro que ahora aceptaría que lo hubieras hecho, porque tampoco no me he portado bien contigo. Siento que no he sido una buena persona en bastantes capítulos de mi vida...
- Nadie está libre de culpa, Saga - asumió Shaka, sin ánimos para ahondar otra vez en la escena en que también protagonizaba una traición - Y ahora puedo ver que tu único y verdadero crimen ha sido amar. Amar a un padre ausente y a un hermano que, pese a todo, adoras.
- Quizá sí que debería habértelo contado, pero la realidad es que no lo hice - Saga se encogió de hombros, acompañando con ese tímido gesto la aceptación de una decisión pasada que ya no se podía cambiar- Lo acabo de hacer ahora y sí, porque la visita de Thane me ha arrancado los recuerdos de las entrañas. Si no hubiera venido es probable que siguiera guargándolo todo, pero ya está...Ya sabes por lo que pasé yo, y por lo que pasó Kanon, y cómo lo hicimos los dos. Y ahora mismo lo único que me importa es que estás aquí, conmigo, y no deseo nada más en el mundo que envejecer a tu lado.
Saga aprovechó que tenía a Shaka entre sus manos para acercarse a él y darle un sincero beso en los labios. Shaka se agarró a los antebrazos de Saga y cuando el beso cesó y sus frentes quedaron rozándose, surgió la pregunta que se había estado esquivando desde la marcha de Thane.- ¿Qué vas a hacer, Saga?
- Debo intentarlo...aunque no sé cómo, ni cuándo...
- Si decides hacerlo, confía en Thane. Él te guiará.
- Pero no puedo sin hablar antes con Kanon. Mi hermano debería aceptar también...
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Pasada la media noche, en unas instalaciones deportivas de la ciudad
No había nadie en la piscina, salvo él.
Esa tarifa nocturna de socio, en esas instalaciones con servicio las 24h del día, era su vía de escape cuando la vida decidía pisotearle el pecho.
Nadar le ayudaba a canalizar toda la rabia que se iba acumulando en sus nervios, y esa noche no había cesado de sumarse largos hasta que los pulmones le exigieron parar un poco para poder componerse de tanta inesperada actividad. Se apoyó cruzándose de brazos en el borde de la piscina, queriéndose comer el aire como si éste se fuera a extinguir. A esas horas de la noche pasaba olímpicamente de seguir todas las normas establecidas para usar las instalaciones: ni gorro para el cabello, ni gafas ni chanclas para evitar resbalones, ni nada de nada. Le importaba una mierda ser vigilado por el monitoreo de seguridad porque sabía que, con un sólo guiño de ojo de vez en cuando, se ganaba la omisión de todos sus crímenes higiénicos por parte de la encargada nocturna.
Kanon seguía ahí, apoyado contra el borde, con la barbilla sobre sus manos y las piernas deleitándose con la dulce resistencia del agua al ser removida con sus oscilaciones. Ese día había sido un día de mierda en todo su esplendor. Que Thane fuera con la historia que su padre necesitaba hablar con él le había jodido el día entero, rubricándolo todo con una escena patética en medio de un supermercado en hora punta y discutiéndose con el Wyvern del mismo modo que tenía por costumbre hacerlo cuando era un jodido joven rebelde, ya importaba poco si era con o sin causa.
Cuando los dos se volvieron a encontrar en casa, lo último que esperó por parte de Rhadamanthys es que le dijera que debía aceptar pasar por ello.
Y una puta mierda.
Su "yo" egoísta había esperado un apoyo incondicional por parte de aquél que le conocía mejor incluso que su gemelo, pero no. Rhadamanthys no quiso ser condescendiente, y le vapuleó con su asquerosa y racional serenidad.
No esperó siquiera que el inglés se preocupara por dónde tenía pensado ir cuando se preparó la bolsa de deporte y se fue de casa, sellando su escapada con un tremendo portazo. Era de primordial necesidad estar solo con su propia rabia e impotencia carcomiéndole por dentro, y si no iba a la piscina a quemar la cólera era muy probable que terminara apoyado en la barra de un bar, bebiendo una cerveza tras otra hasta acabar...acabar ¿cómo?...¿vomitando furia por las esquinas? ¿llegando a casa sin saber en qué agujero meter la llave? ¿buscando una excusa tras otra para discutir con Rada y así recibir los castigos que se creía merecer? No...ya había caído en esas once años atrás, y por mucho que fuera experto en tropezar una y mil veces con la misma piedra, ésa, justamente ésa, la del auto-castigo y la auto-complacencia, la debía evitar.
Cuando hubo recuperado un poco el buen ritmo de la respiración y comprobó con el puslo replicado en su cuello que el corazón se había ralentizado a un nivel normal, miró la hora en la que vivía el gran reloj de la pared: la una y media de la madrugada. Salió del agua por ese mismo borde, impulsándose hacia arriba con la ayuda de sus fuertes brazos, haciendo gala de una excelente agilidad. Se escurrió el amasijo de cabello que se había recogido con una goma y fue directo a la sauna húmeda que había en la pared, tras la piscina de agua templada. Por el camino dio con su toalla y la recuperó para extenderla sobre el banco en el que tenía intención de tumbarse un rato más. Cuando abrió la puerta notó la enorme bofetada de vapor con aroma de eucalipto por todo su cuerpo e inspiró con fuerza para llenarse todos los sentidos con esa sensación que parecía querer aliviarle un poco el enfado que acarreaba contra el mundo entero.
Tendió la toalla a lo largo del banco y se tumbó ahí, boca arriba, hasta que el sonido de una inesperada voz le llamó por su nombre y casi le presenta el colapso del siglo.
- ¡¿Pero qué cojones?! - Se incorporó de golpe, achicando la mirada para intentar ver algo a través la densa niebla que le envolvía.- ¿Saga?
- Sí, Kanon...soy yo...
- ¡Hijo de perra! ¡Casi me da un infarto! ¡¿Qué coño haces tú aquí?!
Saga había llegado hacía más o menos una hora. Después de las confesiones compartidas con Shaka sintió la necesidad de hablar con Kanon, y al hallarse con todos sus intentos de comunicación telefónica sin respuesta, llamó a quien sabía que podía ayudarle: Rhadamanthys. El inglés le resumió el día que habían vivido ellos dos, y le sugirió que podría encontrarlo en la piscina, ya que se había marchado con la bolsa de deporte colgada del hombro. El mayor de los gemelos tomó como válida la idea del inglés y no dudó en acudir allí. No sabía si era un buen momento o lugar, pero su cuerpo le pedía verle, y no iba a posponer una conversación que llevaban años debiéndose.
Lo que sorprendió al fiscal fue la facilidad con la que pudo acceder a las instalaciones. La chica de la recepción se sonrojó al verle, le dejó saber que ignorba que el socio nocturno adicto a la piscina tuviera un hermano gemelo y le dejó pasar sin cobrarle la cuota de usuario esporádico. Saga dudó a la hora de dar con los vestuarios, y cruzó la gran sala de máquinas de gimnasio antes de ver las puertas con las señales correspondientes. En las máquinas había unas dos o tres personas, pero a través de grandes ventanas que daban a la piscina pudo ver que ahí únicamente había una persona dando una paliza al carril central.
A él nadar a esas horas no le apetecía, por lo que fue directo a la sauna, sabiendo que Kanon siempre cerraba sus rutinas ahí.
Y su predicción no fue errónea. Ni la reacción con la recibió su gemelo menor.
- Hoy he hablado con Thane - le soltó Saga, que se hallaba centrado en el baco central de la U que conformaban los tres, con el cabello atado en la nuca y los mechones sueltos y ondulados enmarcando su rostro perlado de humedad.- Y sé que tú también lo has hecho.
Kanon se rió con sarcasmo, agarrándose al banco con ambas manos mientras echaba su cuerpo hacia adelante e intentaba delinear la figura de Saga tras el vapor.- ¿Me estás diciendo que has venido aquí, casi a las dos de la madrugada, para decirme ésto? Manda huevos, hermanito. No me imaginaba que estuvieses tan mal...- le soltó, haciéndose el fuerte para ignorar su presencia al momento que decidía tumbarse sobre el banco.- ¿Quién se ha chivado? ¿Rada? Cómo no...- él mismo se respondió, chasqueando la lengua de disgusto al verse interrumpido sin permiso gracias a todos los que se habían conjurado para joderle también la noche.
- Creo que los dos tenemos asuntos sin resolver con papá...- se aventuró Saga, eligiendo un tono de voz que no se presentara autoritaro ni amenazante.
Kanon había entrelazado las manos sobre su abdomen, y la unión de ambas se mecía con el ritmo de la respiración.
- Pues resuélvelos tú. Yo no tengo nada que decirle.- Respondió secamente.
- Pero él quizás sí tenga algo que decirte, Kanon...
La respiración volvió a atribularse. El cruce de sus manos se transformó en agarre, y el balanceo tranquilo con el que habían empezado se fue volviendo cada vez más agitado.
- Tuvo veinticuatro putos años de mi vida pare decirme lo que quisiera, Saga...- Masticó entredientes, empezando a mostrar su completo desagrado con la inesperada situación.
- ¡Tú nunca le dejaste! - Saga se puso en pie sin saber por qué, y se halló avanzando hacia la posición de Kanon, plantándose pegado a su lado para poder verle mínimamente el rostro.- ¡Lo intentó, pero tú jamás le permitiste ningún tipo de acercamiento!
- No puede ser...esto es jodidamente inadmisible...- Masculló Kanon, cerrando con fuerza los ojos pese sentir a su hermano muy cerca de él.
- Nunca te trató mal, Kanon...
La voz de Saga parecía rogar una mínima capacidad de recapacitar por parte de su hermano menor. Kanon se cubrió el rostro con las manos, frotándoselo con furia mientras gruñía de desesperación ante esa insistencia para atender a la razón que le golpeaba por todos los costados de su alma.
- Vete Saga...- Ordenó, con su propia voz taponada por sus manos.
- También te afectó su muerte, no puedes seguir haciendo ver que no fue así...
- ¡Que te vayas, joder! - Kanon se levantó de golpe, encarando a Saga con tanto ímpetu que le hizo retroceder un par de pasos.- ¡¿A qué has venido, eh?! ¡En serio! ¡¿A qué cojones has tenido que venir a joderme la noche?!
- ¡Empezaste a beber como un condenado después que falleciera! - Le gritó Saga, ganando un paso a su pulso, quedándose a unos centímetros del enfurismado rostro de Kanon.- ¡Viniste borracho a esparcir sus cenizas! ¡Como si no te importara una mierda!
- ¡Es que no me importaba una mierda! - Bramó Kanon, empujando a Saga con desmedido ímpetu.- ¡Asúmelo de una puta vez!
- ¡Esto no te lo crees ni tú! - Saga tomó su turno de atacar, e hizo lo mismo, consiguiendo que el golpe del banco tras las piernas de Kanon obligara a éste a caer sentado sobre él.
- ¡Y tú qué coño sabes, eh?! ¡Dime! ¡Siempre fuiste su niño mimado! ¡Su ojito derecho! Y a mí...¡a mí me tenía por una mierda! - alzó una pierna y apoyó un pie sobre el muslo de Saga, haciendo fuerza para apartárselo de enfrente, pero el sudor que bañaba ambos cuerpos hizo que el intento resbalara, ocasioando que Saga, en vez de apartarse, cayera hacia adelante y se viera obligado a sostenerse con las manos contra la pared, dejando a Kanon aprisionado bajo el influjo de su presencia.- ¡Por una puta mierda!
- Mentira, Kanon, y lo sabes...
- Nunca una palabra de cariño...nunca un gesto...nada...- La voz de Kanon comenzó a romperse, y sus ganas de pelear a evaporarse para unirse en el ambiente que les rodeaba.- No voy a permitir que se disculpe conmigo. Es tarde, Saga. Muy tarde...Habla tú con él. Dile lo mucho que le quieres y todo lo que has hecho para replicarle...- Escupió, con ganas de herir, viéndose obligado a alzar la mirada para tratar de ver a Saga, imponente sobre él.
- No me voy a disculpar por amarle. Estoy cansado de sentirme culpable de hacerlo.
- Y yo no lo voy a hacer por odiarle. Y ahora vete.- Pidió con firmeza, pero al ver que Saga no se movía, volvió a alzar la pierna, posó el pie sobre el bajo vientre de Saga y le empujó con fuerza, asegurándose que de esa manera sí se lo quitaba de encima.- ¡Vete, joder!
Saga retrocedió y fue a parar al banco enfrentado, sentándose en él con el ánimo completamente abatido. Los dos mantuvieron unos segundos de silencio, y antes de acceder a la petición de Kanon, Saga usó su último cartucho.
- Si necesitas decirle que le odias, hazlo Kanon...pero haz algo...no puedes...no podemos seguir así. Ni tú ni yo. Y si Thane nos puede ayudar, deberíamos aceptarlo.
Kanon se había cruzado de brazos. Los labios se los estaba mordiendo con ganas, y sacudiendo la cabeza intentó deshacerse de ese mechón de cabello húmedo que se había adherido a su mejilla.
- Kanon...por favor...- Rogó Saga, apoyańdose con los codos sobre sus muslos y entrelazando los dedos de sus manos.
- Ve-te.- Recalcó, tragándose las ganas de llorar por la impotencia del momento.
- No te pido que lo hagamos juntos...
- No insistas, Saga...- La voz ya emergía medio rota, y el botar de sus piernas revelaba que su cuerpo estaba gobernado por una tensión que no tenía otra salida que la propuesta por Thane.
- Kanon...
- Por última vez, vete.
- No puedo, Kanon...- Confesó el mayor, mirando a su gemelo a través de esa perfumada bruma que se había vuelto cómplice de los dos.
- Ya me dirás qué te lo impide.- Kanon se miró a Saga a través de las silenciosas lágrimas que por fortuna se mezclaban con la niebla de la sauna.- La puerta está aquí - Indicó con un ligero movimiento de la cabeza.- Y supongo que sabes que se abre dándole un simple empujoncito.
- Sí, lo sé...- dijo Saga, hallando una pequeña brecha en la coraza de Kanon.- No es ese el problema...
- ¿Ah, no? ¿Y cuál es el que te impide que te largues de una puta vez?
- Pues que me he dejado el champú y el gel...
Kanon enmudeció ante la respuesta que le dio Saga, que no pudo evitar morderse una pequeña sonrisa a punto de escapar de sus labios.
Una sonrisa que prentendía esconder esa terrible verdad, y a la que Kanon no se pudo resistir.
- Hay que joderse...Ni a las dos de la madrugada se puede uno duchar tranquilo...
#Continuará#
¡Gracias Monse! ¡Gracias Krista!
¡Saludos a todos los lectores!
